GA201Dornach, 9 de abril de 1920 - El El contraste entre la necesidad natural y la libertad humana.

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EL HOMBRE: JEROGLÍFICO DEL UNIVERSO



1ª conferencia 


El contraste entre la necesidad natural y la libertad humana. Dimensiones espaciales abstractas. Niveles concretos del pensar, del sentir y de la voluntad en el ser humano.

Dornach, 9 de abril de 1920

Hoy intentaré dar una visión más amplia de un tema que ya se ha tocado a menudo. He señalado con frecuencia cómo, para el hombre moderno, las concepciones morales e intelectuales difieren. Por un lado, somos llevados, a través del pensar intelectual, al reconocimiento de la severa Necesidad de la Naturaleza. De acuerdo con esta necesidad, en la Naturaleza, lo vemos todo bajo la ley de Causa y Efecto. Y cuando el hombre realiza una acción, también nos preguntamos: ¿Qué la ha causado, cuál es la causa interna o externa? Este reconocimiento de la necesidad de todos los acontecimientos ha adquirido en los tiempos modernos un carácter más científico. En épocas anteriores tenía un carácter más teológico, y todavía lo tiene para muchas personas. Adquiere un carácter científico cuando sostenemos la opinión de que lo que hacemos depende de nuestra constitución corporal y de las influencias que actúan sobre ella. Todavía hay mucha gente que cree que el hombre actúa tan inevitablemente como una piedra que cae al suelo. Ahí tenemos el colorido científico natural del concepto de Necesidad. El punto de vista de los más inclinados a la Teología podría describirse así. Todo está predeterminado por algún tipo de Poder Divino o Providencia y el hombre debe llevar a cabo lo que está predestinado por ese Poder Divino. Así, tenemos en un caso la Necesidad de la ciencia natural, y en el otro la Previsión Divina incondicionada. En ninguno de los dos casos se puede hablar de libertad humana.
Frente a esto se encuentra todo el mundo moral. El hombre siente de este mundo que no puede ni siquiera hablar de él sin postular la libertad de las decisiones de su voluntad; pues si no tiene posibilidad de decisión voluntaria libre, no puede hablar de una moral de la acción humana. Sin embargo, siente responsabilidad, siente impulsos morales; por lo tanto, debe reconocer un mundo moral. He mencionado antes cómo la imposibilidad de tender un puente entre ambos, entre el mundo de la Necesidad y el mundo de la Moral, llevó a Kant a escribir dos críticas, la Crítica de la Razón Pura, en la que se aplica a investigar la naturaleza de la simple Necesidad, y la Crítica de la Razón Aplicada, en la que indaga lo que pertenece a la Cosmogonía Moral. Luego se sintió obligado a escribir también una Crítica del Juicio que pretendía ser un intermediario entre las dos, pero que terminó por no ser más que un compromiso, y sólo se acercó a la realidad cuando se dirigió al mundo de la belleza, al mundo de la creación artística. Esto demuestra que el hombre tiene, por un lado, el mundo de la necesidad y, por otro, el mundo de la acción moral libre, pero no puede encontrar nada que los una, excepto el mundo de la apariencia artística, en el que -digamos, en la escultura o en la pintura- parece que se representa lo que proviene de la necesidad natural, pero se le imparte algo que está libre de la necesidad, dándole así la apariencia de ser libre en la necesidad.
La verdad es que el hombre es incapaz de construir un puente entre el mundo de la Necesidad y el mundo de la Libertad a menos que encuentre el camino a través de la Ciencia Espiritual. La Ciencia Espiritual, sin embargo, requiere para su desarrollo el cumplimiento del aforismo que se ganó el respeto hace siglos, el dicho del griego Apolo: "¡Conócete a ti mismo!" Ahora bien, esta admonición, con la cual no se pretende escarbar en la propia subjetividad, sino conocer todo el ser del hombre y la posición que ocupa en el Universo, es una búsqueda que debe encontrar un lugar en toda nuestra vida espiritual.

A partir de este punto de vista, podemos decir realmente que el curso tomado por el desarrollo del Movimiento espiritual dirigido a la Antroposofía ha dado en los últimos días un paso adelante; ha comenzado a mostrar claramente a la vida espiritual de la humanidad, cómo debemos tratar de iluminar los métodos modernos de pensamiento con un conocimiento del Hombre; pues es un hecho que el conocimiento del Hombre se ha perdido en gran medida en los tiempos modernos. Este fue nuestro objetivo en el curso de conferencias que acaba de celebrarse para los médicos, donde se hizo un primer intento de arrojar luz de una manera positiva sobre las cuestiones con las cuales la ciencia médica tiene que enfrentarse, cuyo título es: Geisteswissenschaft und Medizin. ( La Ciencia espiritual y la medicina GA312) , En la serie de conferencias que dimos nuestros amigos y yo mismo, tratamos de mostrar cómo debe establecerse una conexión entre las ciencias individuales y lo que éstas pueden recibir de la Ciencia Espiritual. Es muy deseable que dentro de nuestro Movimiento haya una fuerte conciencia de la necesidad de tales intentos; porque si hemos de tener éxito es absolutamente necesario dejar claro al mundo exterior -en cierto sentido, obligarlo a comprender- que aquí no prevalece ninguna clase de superficialidad en ningún ámbito, sino un sincero esfuerzo por el verdadero conocimiento. A menudo esto se ve obstaculizado por la forma en que las cosas llegan al público desde nuestros propios círculos, de modo que se supone, o puede fácilmente fingirse maliciosamente, que aquí se permite todo tipo de sectarismo y diletantismo. Nos corresponde convencer cada vez más al mundo exterior de la seriedad de los esfuerzos que subyacen a todo lo que representa este Movimiento. Tales intentos deben ser llevados más lejos, y deben ser llevados más lejos por las fuerzas de todo el Movimiento Antroposófico; porque ahora hemos hecho un comienzo con un verdadero conocimiento del Hombre que debe formar la base de toda verdadera cultura espiritual. Es cierto que desde mediados del siglo XV, la anterior relación concreta del hombre con el mundo se ha ido haciendo cada vez más abstracta. Antiguamente, a través de la clarividencia atávica, el hombre sabía mucho más de sí mismo que hoy, pues desde mediados de siglo el intelectualismo se ha extendido por todo el llamado mundo civilizado. El intelectualismo se basa en una parte muy pequeña en el ser del Hombre, una parte muy pequeña; y no produce en consecuencia más que una red abstracta de conocimiento del mundo.

¿En qué se ha convertido el conocimiento del mundo en el curso de los últimos siglos? En su relación con el Universo, se ha convertido en un mero cálculo matemático-mecánico, al que en los últimos tiempos se han añadido los resultados del análisis de los espectros; éstos también son puramente físicos, e incluso en el ámbito físico, mecánico-matemáticos. La astronomía observa los cursos de los astros y calcula; pero sólo advierte las fuerzas que muestran al Universo, en la medida en que la Tierra está encerrada en él, como una gran máquina, un gran mecanismo. Es cierto que este método mecánico-matemático de observación ha llegado a ser considerado simple y únicamente como el único que puede conducir realmente al conocimiento.

Ahora bien, ¿con qué cuenta la mentalidad que se expresa en esta construcción matemático-mecánica del Universo? Cuenta con algo que está fundado hasta cierto punto en la naturaleza del hombre, pero sólo en una parte muy pequeña de él. Primero cuenta con las tres dimensiones abstractas del espacio. La astronomía cuenta con las tres dimensiones abstractas del espacio; distingue una dimensión, una segunda (dibujo en la pizarra) y una tercera, en ángulo recto. 

Fija la atención en un astro en movimiento, o en la posición de un astro, mirando estas tres dimensiones del espacio. Ahora bien, el hombre no podría hablar de espacio tridimensional si no lo hubiera experimentado en su propio ser. El hombre experimenta el espacio tridimensional. En el curso de su vida experimenta primero la dimensión vertical. De niño se arrastra y luego se levanta y experimenta la dimensión vertical. El hombre no podría hablar de la dimensión vertical si no la experimentara. Pensar que puede encontrar en el Universo algo distinto de lo que encuentra en sí mismo sería una ilusión. El hombre encuentra esta dimensión vertical sólo experimentándola él mismo. Extendiendo las manos y los brazos en ángulo recto con la vertical obtenemos la segunda dimensión. En lo que experimentamos al respirar o hablar, en la inhalación y exhalación del aire, o en lo que experimentamos al comer, cuando el alimento en el cuerpo se mueve de adelante hacia atrás, experimentamos la tercera dimensión. Sólo porque el hombre experimenta estas tres dimensiones en su interior, las proyecta en el espacio exterior. El hombre no puede encontrar absolutamente nada en el Universo si no lo encuentra primero en sí mismo. Lo extraño es que en esta época de abstracciones que comenzó a mediados del siglo XV, el hombre ha homogeneizado estas tres dimensiones. Es decir, simplemente ha dejado fuera de su pensamiento la distinción concreta entre ellas. Ha dejado de lado lo que hace que las tres dimensiones sean diferentes para él. Si tuviera que dar su experiencia humana real, diría: Mi línea perpendicular, mi línea operativa, mi línea extensiva o extensible. Tendría que asumir una diferencia de calidad entre las tres dimensiones espaciales. Si lo hiciera, ya no podría concebir una cosmogonía astronómica de la forma abstracta actual. Obtendría una imagen cósmica menos puramente intelectual. Pero para ello tendría que experimentar de forma más concreta su propia relación con las tres dimensiones. Hoy no tiene esa experiencia. No experimenta, por ejemplo, la asunción de la posición erguida, el estar en la vertical; y por ello no es consciente de que está en posición vertical por la simple razón de que se mueve junto con la Tierra en una determinada dirección que se adhiere a la vertical. Tampoco sabe que realiza sus movimientos respiratorios, sus movimientos digestivos y alimenticios, así como otros movimientos, en una dirección a través de la cual la Tierra también se mueve en una determinada línea. Toda esta adhesión a ciertas direcciones de movimiento implica una adaptación, un encaje en los movimientos del Universo. El hombre actual no tiene en cuenta esta comprensión concreta de las dimensiones, por lo que no puede definir su posición en el gran proceso cósmico. No sabe cómo se sitúa en él, ni que es como una parte y un miembro de él. Ahora habrá que dar pasos para que el hombre pueda obtener un conocimiento del Hombre, un autoconocimiento, y así un conocimiento de cómo está situado en el Universo.

Las tres dimensiones se han vuelto realmente tan abstractas para el hombre que le resultaría extremadamente difícil entrenarse para sentir que al vivir en ellas está participando en ciertos movimientos de la Tierra y del sistema planetario. Sin embargo, es posible aplicar un método de pensamiento espiritual-científico a nuestro conocimiento del Hombre. Empecemos, pues, por buscar una comprensión correcta de las tres dimensiones. Es difícil de alcanzar; pero nos elevaremos más fácilmente a este conocimiento espacial del Hombre si consideramos, no las tres líneas del espacio situadas en ángulo recto, sino tres planos de nivel. Consideremos por un momento lo siguiente. Percibiremos fácilmente que nuestra simetría tiene algo que ver con nuestro pensar. Si observamos, descubriremos un gesto natural elemental que hacemos cuando queremos expresar un pensamiento decisivo en un espectáculo mudo. Cuando colocamos el dedo en la nariz y nos movemos a través de este plano aquí (se hace un dibujo), nos estamos moviendo a través del plano de simetría vertical que nos divide en un Hombre izquierdo y otro derecho. Este plano que pasa por la nariz y por todo el cuerpo, es el plano de simetría, y es aquel del que se puede tomar conciencia que tiene que ver con toda la discriminación que se produce en nosotros, todo el pensar y juzgar que discrimina y divide. A partir de este gesto elemental, es posible tomar conciencia de cómo en todas las funciones del Hombre uno tiene que ver con este plano.

Consideremos la función de ver. Vemos con dos ojos, de manera que las líneas de visión se cruzan. Vemos un punto con dos ojos; pero lo vemos como un solo punto porque las líneas de visión se cruzan, se cortan como se muestra en el dibujo. Nuestra actividad humana está desde muchos aspectos tan regulada que sólo podemos entender su regulación por referencia a este plano.

Podemos entonces dirigirnos a otro plano que pasaría por el corazón y que dividiría al hombre por detrás y por delante. Por delante, el hombre está organizado fisionómicamente, por detrás es una expresión de su ser orgánico. Esta estructura fisiognómica-psíquica está dividida por un plano que se encuentra en ángulo recto con el primero. Al igual que nuestro hombre derecho y nuestro hombre izquierdo están divididos por un plano, también lo están nuestro hombre delantero y nuestro hombre trasero. Basta con extender los brazos, las manos, dirigiendo la parte fisonómica de la mano (en contraste con la parte meramente orgánica) hacia adelante y la parte orgánica de las manos hacia atrás, y luego imaginar un plano a través de las líneas principales que así surgen, y obtenemos el plano al que me refiero.

Del mismo modo, podemos colocar un tercer plano que delimite todo lo que está contenido en la cabeza y el rostro de lo que está organizado por debajo en el cuerpo y los miembros. Así obtendríamos un tercer plano que, de nuevo, es perpendicular a los otros dos.

Uno puede adquirir un sentimiento para estos tres planos. Ya se ha mostrado cómo se obtiene el sentimiento para el primero; debe ser sentido como el plano del pensar selectivo. El segundo plano, que divide al hombre en anterior y posterior, sería precisamente aquel por el cual el hombre se muestra como Hombre, pues este plano no puede ser delineado de la misma manera en el animal. El plano de simetría puede dibujarse en el animal, pero no el plano vertical. Este segundo plano (vertical) estaría relacionado con todo lo que pertenece a la Voluntad humana. El tercero, el horizontal, estaría relacionado con todo lo que pertenece al sentir humano. Intentemos una vez más hacernos una idea elemental de estas cosas y veremos que podemos llegar a algo por esta línea de pensamiento.

Todo aquello en lo que el hombre lleva a expresar su sentir, ya sea un sentimiento de saludo o uno de agradecimiento o cualquier otra forma de sentimiento simpático, está en cierto modo conectado con el plano horizontal. Así también podemos ver que, en cierto sentido, la voluntad debe estar en conexión con el plano vertical mencionado. Es posible adquirir un sentimiento para estos tres planos. Si un hombre ha hecho esto, se verá obligado a formar su concepción del Universo en el sentido de estos tres planos - al igual que, si sólo considerara las tres dimensiones del espacio de forma abstracta, se vería obligado a calcular de la forma mecánico-matemática en la que Galileo o Copérnico calcularon los movimientos y regulaciones en el Universo. Ahora le aparecerán relaciones concretas en este Universo. Ya no se limitará a calcular según las tres dimensiones del espacio; pero cuando haya aprendido a sentir estos tres planos, notará que hay una diferencia entre la derecha y la izquierda, por encima y por debajo, por detrás y por delante. En matemáticas es indiferente que algún objeto esté un poco más a la derecha o a la izquierda, o delante o detrás. Si simplemente medimos, medimos por debajo o por encima, medimos por la derecha o por la izquierda o medimos por delante o por detrás. Sea cual sea la posición en la que se coloquen los tres metros, siguen siendo tres metros. A lo sumo distinguimos, para pasar de la posición al movimiento, las dimensiones en ángulo recto entre sí. Esto lo hacemos, sin embargo, sólo porque no podemos quedarnos en la simple medición, pues entonces nuestro mundo se reduciría a no más que una línea recta. Sin embargo, si aprendemos a describir concretamente el pensar, el sentir y la voluntad en estos tres planos, y a situarnos así en el espacio como seres anímicos-espirituales, con nuestro pensar, sentir y querer, entonces, al igual que aprendemos a aplicar a la astronomía las tres dimensiones del espacio tal como se encuentran en el hombre, aprendemos a aplicar a la astronomía la triple división del hombre como ser de alma y espíritu. Y se hace posible si tenemos aquí (dibujo) a Saturno, Júpiter, Marte, Sol, Venus, Mercurio y por último la Tierra, entonces se hace posible, si miramos al Sol, observarlo en su manifestación exterior como algo separador, como un elemento divisor. Debemos pensar en un plano que pasa por el Sol, y ya no consideraremos lo que está por encima del plano y lo que está por debajo como algo meramente dimensional, sino que debemos considerar el plano como un plano divisorio y distinguir los planetas como si estuvieran por encima o por debajo. 

Así, ya no diremos: Marte está a tantas millas del Sol, Venus a tantas millas; sino que aprenderemos a aplicar el conocimiento del Hombre al conocimiento del Universo, y diremos: No es una mera cuestión de dimensiones cuando digo que la cabeza humana con respecto a la nariz está a tal o cual distancia del plano horizontal que he llamado el plano de los sentimientos, y el corazón a tal o cual distancia; sino que pondré su posición y distancia por encima y por debajo en relación con su formación y estructura. Así también ya no diré de Marte y Mercurio que el uno está a tal distancia y el otro a tal otra del Sol, sino que sabré que si considero al Sol como un tabique divisorio, Marte estando arriba debe ser de una naturaleza y Mercurio estando abajo de otra.

Ahora podré colocar un plano similar perpendicularmente a través del Sol. Así, los movimientos de Júpiter, digamos, o de Marte, serán tales que en un momento dado se situará a la derecha de este plano y luego lo atravesará y se situará a la izquierda. Si procedo simplemente de forma abstracta, según las dimensiones, encontraré que unas veces está a la derecha y otras a la izquierda, y tal y tal número de millas. Pero si estudio el espacio cósmico concretamente, como debo [estudiar] mi propio ser como hombre, no es indiferente que un planeta esté en un momento dado a la izquierda y en otro momento a la derecha, sino que digo que hay el mismo tipo de diferencia si está a la derecha o a la izquierda que entre un órgano izquierdo y uno derecho. No basta con decir que el hígado está tantos centímetros a la derecha del eje de simetría, el estómago tantos centímetros a la izquierda, pues ambos son disímiles en su formación porque el uno es un órgano derecho y el otro izquierdo. Así es que Júpiter, según esté a la derecha o a la izquierda, al ojo le parece diferente.

De la misma manera podría hacer un tercer plano, y de nuevo debo formar un juicio de acuerdo con eso. Y si extiendo mi conocimiento del Hombre al Universo, me veré obligado, como conecté el primer plano con el pensar humano, y el segundo plano con el sentir humano, a considerar el tercer plano como conectado con la Voluntad humana.

Con todo esto sólo he querido mostrar cómo la cosmogonía moderna no tiene más que un último resto de abstracción externa cuando habla de los tres planos perpendiculares entre sí, con los que se relacionan de manera bastante indiferente las posiciones y los movimientos de los astros, y luego según estas posiciones todo el Universo calculado como una máquina. En la concepción astronómica de Galileo, sólo se tiene en cuenta esto para el Universo: el espacio abstracto, con sus relaciones puntuales. Sin embargo, este conocimiento puede ser ampliado para convertirse en un conocimiento activo y poderoso del Hombre. Se puede decir: El hombre es un ser que piensa, siente y quiere. Como ser externo, está conectado por el pensar con un plano, con otro en ángulo recto con él por la voluntad, y con un tercero en ángulo recto con ambos por el sentir. Esto debe aplicarse también en el mundo exterior. Desde mediados del siglo XV, el hombre no ha conocido realmente más que su extensión en tres direcciones; todo lo demás es sólo material recogido para la observación. Hay que recuperar un verdadero conocimiento del Hombre, e indirectamente un conocimiento del Cosmos por el mismo método. Entonces el hombre comprenderá cómo se relacionan la Necesidad y el Libre Albedrío, y cómo ambos pueden aplicarse al Hombre, ya que éste nace del Cosmos. Naturalmente, si sólo se toma este último remanente del ser humano -las tres dimensiones en ángulo recto-, si eso es todo lo que se quiere imaginar, entonces el Universo aparece terriblemente pobre. Pobre, infinitamente pobre es nuestra actual visión astronómica del Universo; y no se enriquecerá hasta que no avancemos hacia un conocimiento real del Hombre, hasta que no aprendamos realmente a mirar dentro del Hombre.

La concepción antroposófica del universo conduce directamente a un verdadero conocimiento espiritual de la materia. ¿Acaso cosas como el pensar, el sentir y la voluntad no aparecen al conocimiento humano como abstracciones terriblemente desnudas? El hombre no se investiga a sí mismo lo suficientemente a fondo. No se pregunta qué son para él estas cosas a las que aplica las palabras. Todo se ha convertido en una mera frase. Uno debería preguntarse concienzudamente, al usar la palabra Pensar, si presenta alguna idea clara, por no hablar de Sentir y Voluntad. Pero nuestro discurso se vuelve claro y sencillo, directamente pasamos de la mera elaboración de frases, del uso de palabras elevadas, y volvemos a las imágenes; incluso cuando tomamos sólo esa imagen para el Pensar - ¡poniendo el dedo al lado de la nariz! No es necesario hacerlo siempre, pero sabemos que este gesto se hace a menudo de forma natural cuando tenemos que pensar mucho, ¡así como nos llevamos el dedo a la barbilla cuando queremos indicar que estamos prestando atención! Entramos en este plano precisamente porque queremos juzgar allí sobre algo con lo que estamos relacionados. Dividimos nuestro organismo, por así decirlo, en derecho e izquierdo, pues en realidad actuamos de manera muy diferente con nuestros órganos sensoriales derecho e izquierdo. Esto lo podemos apreciar si observamos que con el órgano sensorial izquierdo emprendemos, por así decirlo, el manejo de los objetos externos; y en nuestro pensar también hay una especie de manejo o sensación de los objetos externos. Con el órgano sensorial derecho, por así decirlo, "sentimos" los objetos externos. Es entonces cuando se convierten en algo propio. Nunca podríamos haber alcanzado el concepto del yo si no fuéramos capaces de percibir, junto con lo que experimentamos en la derecha, también lo que experimentamos en la izquierda. Simplemente colocando las manos una sobre la otra tenemos una imagen del concepto del yo. Es cierto que al comenzar a utilizar imágenes claras en lugar de vivir meramente en la fraseología, el hombre se enriquecerá interiormente y obtendrá la facultad de visualizar el Universo con mayor detalle.

Al entrar en este camino, encontraremos que el Universo vuelve a cobrar vida para nosotros, y que nosotros mismos, como seres humanos, compartimos su vida. Entonces aprenderemos de nuevo a construir un puente entre el Universo y el Hombre. Cuando esto se haga, el hombre podrá percibir si hay en el Universo un impulso de Necesidad Natural para todo lo que hay en el Hombre, o si el Universo en alguna medida nos deja libres; si nos determina totalmente, o nos deja en cierto sentido libres. Mientras vivamos en abstracciones, no podremos tender un puente entre la Ley Moral y la Natural. Debemos ser capaces de preguntarnos hasta dónde se extiende el Derecho Natural en el Universo, y dónde entra algo que no podemos incluir bajo el aspecto del Derecho Natural. Entonces llegamos a una relación que tiene su importancia también para el Hombre, una relación entre lo que entra en el Derecho Natural y lo que es Libre y Moral. De esta manera aprendemos a conectar un significado con la afirmación: "Marte es un planeta alejado del Sol, Venus un planeta más cercano al Sol". Al afirmar simplemente sus distancias en números abstractos no hemos dicho nada o al menos muy poco, pues definir de esta manera según los métodos de la Astronomía moderna, equivale a decir: Miro la línea que pasa por los dos brazos y las manos del hombre, y hablo de un órgano que está a 2,5 decímetros de esta línea. - Ahora bien, este órgano puede estar tan y tan por debajo de la línea, y otro órgano tan y tan por encima de ella; sin embargo, no es la distancia lo que marca la diferencia, sino el hecho de que un órgano esté por encima y el otro por debajo. Si no hubiera diferencia entre arriba y abajo, no habría diferencia entre la nariz o los ojos y el estómago. Los ojos sólo son ojos porque están arriba, y el estómago sólo es estómago porque está bajo esta línea. La naturaleza interna del órgano está condicionada por la posición.

Del mismo modo, la naturaleza interna de Marte está calificada por su posición fuera de la órbita del Sol, y la de Venus por su posición dentro de la órbita del Sol. Si no se comprende la diferencia esencial entre un órgano de la cabeza humana y un órgano del tronco humano -el uno situado por encima y el otro por debajo de esta línea-, no se puede saber que Marte y. Venus, o Marte y Mercurio son esencialmente diferentes. La capacidad de pensar en el Universo como un organismo depende de que aprendamos a comprender el jeroglífico del organismo que tenemos ante nosotros. Debemos aprender a percibir al Hombre como un jeroglífico del Universo, porque él nos da la oportunidad de ver de cerca lo diferentes que son arriba y abajo, a la izquierda y a la derecha, delante y detrás. Debemos aprender esto primero en el Hombre, y luego lo encontraremos en el Universo.

Dado que la visión moderna del Universo sostenida por la Ciencia Natural da realmente una cosmogonía que omite al Hombre -reconociéndolo sólo como el más alto de los animales, es decir, una abstracción-, porque el Hombre no está en absoluto en ella, para esta concepción el Universo aparece sólo como un cuadro matemático, en el que nunca puede reconocerse el origen universal de la Libertad y la Moralidad. Sin embargo, es de suma importancia que aprendamos a percibir científicamente la conexión entre la Ley Moral y la Necesidad Natural. Hoy me he esforzado por mostraros, en conceptos quizá bastante sutiles, cómo se obtiene un conocimiento del Universo a partir de un Conocimiento del Hombre.

A los médicos les he podido mostrar de manera estrictamente científica cómo hay que buscar este camino en la Medicina, la Fisiología y la Biología. En estas conferencias nos corresponderá percibir cómo debe buscarse si queremos formar correctamente nuestra comprensión general del mundo; y la vida social en la que nos encontramos en estos tiempos tiene gran necesidad de tal comprensión.

Traducido por J.Luelmo ene.2022


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