GA178 Dornach 11 de nov. de 1917 -Los hechos anímicos de que dispone el psicoanálisis apuntan a lo espiritual.

  Ínicio

Rudolf Steiner

La antroposofía y el psicoanálisis (2 conferencias)


Conferencia 2ª


Dornach 11 / nov. / 1917

He designado lo que se conoce como psicología analítica o psicoanálisis, como un esfuerzo por obtener conocimientos en el ámbito anímico por medios inadecuados de cognición. Tal vez nada sea tan adecuado, en la actualidad, para mostrar cómo todo urge a la consecución de la ciencia espiritual de orientación antroposófica, y cómo, por otro lado, los prejuicios subconscientes llevan a los hombres a oponerse a una consideración científico-espiritual de los hechos. Ayer les mostré con ejemplos concretos los grotescos saltos que la erudición moderna se ve obligada a dar cuando se aventura en los problemas del alma, y cómo detectar estos saltos en los procesos mentales de los eruditos modernos. Quedó señalado que uno de los mejores psicoanalistas -Jung- dividió a los pacientes en dos clases: los del tipo de pensamiento y los del tipo de sentimiento. Desde este punto de partida él suponía que en los casos del tipo pensante, los sentimientos subconscientes se abren paso hacia la conciencia y producen conflictos anímicos - o en el tipo opuesto, que los pensamientos en la mente subconsciente surgen y entran en conflicto con la vida del sentimiento.
Ahora bien, se podría sugerir que estas cosas se rebatirán en la discusión científica, y que podríamos esperar hasta que la gente se decida a superar el prejuicio subconsciente contra la ciencia espiritual antroposófica. Pero la espera pasiva se hace imposible en la medida en que tales cosas no se limitan al campo teórico, sino que invaden la práctica de la vida y el desarrollo cultural. Y el psicoanálisis no se contenta con ocuparse sólo de la terapia, lo que podría ser menos dudoso ya que parece haber poca diferencia, -he dicho parece,- entre él y otros métodos terapéuticos; sino que intenta extenderse a la pedagogía, y convertirse en el fundamento de un sistema de enseñanza. Esto nos obliga a señalar los peligros que residen en las medias verdades de una manera más seria de lo que exigiría la mera discusión teórica.
Mucho de lo que se refiere a este asunto sólo podrá decidirse con el paso del tiempo, pero hoy tendremos que ampliar el alcance de nuestro examen para arrojar luz sobre uno u otro aspecto. En primer lugar, quiero llamar la atención sobre el hecho de que los hechos que se presentan ante el psicoanalista apuntan realmente a una importante esfera espiritual en la que el hombre actual no desea entrar de manera precisa y correcta, sino que prefiere dejarla como una especie de región nebulosa y subconsciente. Pues nuestro enfoque actual, enfermizo e infectado de materialismo, incluso en este ámbito, no gusta más que una deriva vaga y mística entre toda clase de conceptos incompletos o no ejecutados. Encontramos el misticismo más grotesco y repulsivo justo en medio del materialismo, si se entiende por misticismo el deseo de nadar en toda clase de pensamientos nebulosos, sin elaborar su concepción del mundo en conceptos claros y nítidamente esbozados. El ámbito al que los hechos reconocidos empujan a los psicoanalistas es el de la inteligencia extraconsciente y la actividad razonadora. Cuántas veces me he ocupado de estas cuestiones, sin entrar en detalles, sino simplemente mencionándolas, ya que los estudiantes de la ciencia espiritual las dan por supuestas. Cuántas veces les he recordado que el razonamiento, la actividad intelectual, la inteligencia, no se limitan a la conciencia humana, sino que están en todas partes, que estamos rodeados de actividad mental efectiva como estamos rodeados de aire, entretejidos con él, y los demás seres también.

Los hechos que tiene ante sí el psicoanalista pueden referirse fácilmente a esto. Ayer les cité el caso descrito por Jung en su libro Die Psychologie der unbewussten Prosesse. Tenía que ver con una mujer que, habiendo salido de una fiesta nocturna con otros invitados, fue asustada por los caballos, corrió delante de ellos por la calle hasta el río donde fue rescatada por los transeúntes, llevada de vuelta a la casa que había dejado, donde tuvo una escena de amor con su anfitrión. Desde el punto de vista de Freud o de Adler el caso se explica fácilmente sobre la base de la pulsión de amor o de la pulsión de poder, pero este diagnóstico no llega al punto vital. Su fundamento sólo se alcanza comprendiendo que la conciencia no agota la astucia, el cálculo, el arte de lo que penetra en el hombre como inteligencia, y comprendiendo que las leyes de la vida no están limitadas por las leyes de la conciencia.
Consideremos este caso. Al menos podemos plantear la pregunta: ¿Qué quería realmente la mujer, después de haber sido una más de la fiesta, y haber visto partir a su amiga hacia el balneario? Ella quería la oportunidad de lo que realmente ocurrió, quería una excusa legítima para estar a solas con el señor de la casa. Por supuesto, esto no tenía nada que ver con lo que estaba en su conciencia, con lo que se dio cuenta y admitió. No hubiera sido "apropiado", como suele decirse. Tuvo que ocurrir algo que no era necesario confesar, y llegaremos a la verdadera explicación si tenemos en cuenta su inteligencia subconsciente y diseñadora, de la que ella misma no era consciente. A lo largo de toda la velada había querido entablar una conversación con su anfitrión. Si uno es menos inteligente, elige mal los medios, si es más inteligente, elige mejor. En este caso puede decirse que en la conciencia ordinaria de la mujer, que admitía escrúpulos en cuanto a lo que era apropiado o impropio, permitido o no permitido, no se podría haber elegido el medio correcto para el fin que se perseguía. Pero en lo que se almacenaba bajo la capa de la conciencia ordinaria el pensamiento estaba incesantemente activo: Debo gestionar un encuentro con el hombre. Debo aprovechar la próxima oportunidad que se me presente para volver a la casa.

Podemos estar seguros de que si no se hubiera presentado la oportunidad con los caballos, apoyada por la asociación con el accidente anterior, habría encontrado alguna otra excusa. Sólo necesitaba desmayarse en la calle, y habría sido llevada de vuelta a la casa de inmediato, o habría encontrado algún otro recurso. El subconsciente miraba más allá de todos los escrúpulos de la conciencia ordinaria, adoptando la actitud de que "el fin justifica los medios", independientemente de que armonizaran o no con las ideas de lo correcto e incorrecto.

En tal caso, recordamos lo que Nietzsche, que conjeturó muchas de estas cosas, llamó la gran razón en contraste con la pequeña razón, la razón omnímoda que no entra en la conciencia, que actúa por debajo del umbral de la conciencia, llevando a los hombres a hacer muchas cosas que no se confiesan a sí mismos conscientemente. A través de su conciencia exterior ordinaria el ser humano está en conexión primero con el mundo de los sentidos, pero también con todo el mundo físico, y con todo lo que vive en él. Al mundo físico pertenecen todos los conceptos de propiedad, de moral burguesa, etc., con los que el hombre está equipado.

En su subconsciencia el hombre está conectado con un mundo completamente diferente, del cual Jung dice: el alma tiene necesidad de él porque está relacionada con él, pero también dice que es una tontería indagar sobre su existencia real. Pues bien, es así: en cuanto se cruza el umbral de la conciencia, el hombre y su alma ya no se encuentran en un entorno o en unas relaciones meramente materiales, sino en un reino en el que rigen los pensamientos, pensamientos que pueden ser muy astutos.

Ahora bien, el punto de vista de Jung es bastante correcto cuando dice que el hombre moderno, el llamado hombre culto, necesita particularmente tener en cuenta estas cosas. Porque la cultura actual tiene la particularidad de que hace descender a la subconsciencia numerosos impulsos que se afirman de tal manera que resultan actos irracionales, -como se les conoce-, y una conducta general irracional. Cuando se menciona el "impulso de poder" o el "impulso de amor", es porque en el momento en que el hombre y su alma entran en las regiones subconscientes se acercan al reino donde rigen estos instintos; no es que sean en sí mismos causas, sino que el hombre con su inteligencia subconsciente se sumerge en regiones donde estos impulsos son efectivos.

Aquella mujer no se habría esforzado tanto por nada que le interesara menos que su asunto amoroso. Se necesitaba una preocupación especial para despertar su astucia subconsciente. Y el hecho de que el impulso amoroso desempeñe tan a menudo un papel importante se debe simplemente a que el interés amoroso es muy común. Si los psicoanalistas dirigieran más su atención en otras direcciones, dejaran de concentrarse en los sanatorios psicoanalíticos, donde la mayoría de los internos me parece que son mujeres -(el mismo reproche se hace a las instituciones antroposóficas, pero, creo, con menos justicia)-, si tuvieran más experiencia en otros campos, lo que por supuesto ocurre a veces, si hubiera una mayor variedad de casos en los sanatorios, se podría obtener un conocimiento más amplio.

Supongamos que un sanatorio estuviera equipado para dar tratamiento psiquiátrico especialmente a personas que se han puesto nerviosas o histéricas por jugar a la bolsa. Entonces se podría establecer la existencia de otras cosas en el subconsciente con tanta razón como el impulso amoroso, introducido por Freud. Entonces se vería con qué detallada astucia, y hábiles procesos subconscientes, actúa el hombre que juega a la bolsa. Entonces, a través de los métodos habituales de eliminación, se vería que el amor sexual desempeña un papel muy pequeño, pero se podrían estudiar las sutilezas de la agudeza subconsciente, de la astucia subconsciente, en su máxima expresión. Incluso el deseo de poder no podría ser designado siempre como el impulso primario, sino que se encontrarían instintos totalmente diferentes gobernando esas regiones, en las que el hombre se sumerge con su alma. Y si además se pudiera equipar un sanatorio para hombres cultos que se han vuelto histéricos, -¡perdón! -, se encontraría que sus acciones subconscientes rara vez conducen de nuevo al motivo amoroso. Porque los que tienen un conocimiento profundo de los hechos en este campo se dan cuenta de que, en las condiciones actuales, los eruditos rara vez son impulsados a su ciencia elegida por el "amor", sino por fuerzas muy diferentes que se mostrarían si fueran sacadas a la superficie por el psicoanálisis. El hecho global es que el alma es conducida desde el consciente hasta las regiones subconscientes donde rigen los instintos no conquistados del hombre. Sólo puede dominarlos tomando conciencia de ellos, y sólo la investigación espiritual puede elevarlos a la conciencia.

Otra verdad incómoda. Porque, por supuesto, obliga a admitir, hasta un punto mucho más allá de lo que el psicoanalista está dispuesto a admitir, que el hombre en su mente subconsciente puede ser una criatura muy astuta, mucho más astuta que en su plena conciencia. Incluso en este campo, y con la ciencia ordinaria, podemos tener experiencias extrañas. Hay un capítulo sobre este tema en mi libro Enigmas del Alma En él trato de las críticas a la Antroposofía, que se encuentran en un libro titulado Vom Jenseits der Seele,  y escrito por ese individuo académico Dessoir. Este segundo capítulo de mi libro Enigmas del Alma será una buena contribución para las personas pensantes que quieran formarse una opinión sobre la ética académica actual. Cuando lean este capítulo verán qué tipo de oposición hay que encontrar. Mencionaré, de todos los puntos allí indicados, sólo uno o dos que no son ajenos a nuestro tema actual.

Este hombre hace toda clase de objeciones a esto y aquello, fundadas en pasajes tomados de mis libros. En una relación muy prolija dice que yo distingo períodos consecutivos de cultura: el indio, el antiguo persa, el caldeo-egipcio, el grecolatino, y ahora vivimos en el sexto, dice, "según Steiner".

Esto nos obliga a refutar estas afirmaciones erróneas de manera escolar, pues nos muestra la única manera de llegar a tal individuo. ¿Cómo llega Max Dessoir a afirmar, en medio de todos sus otros disparates, que yo dije que estamos viviendo en el sexto período de la cultura postatlante? Puede explicarse fácilmente si tiene alguna práctica en la técnica de los métodos filológicos. Estuve relacionado durante seis años y medio con los Archivos Goethe de Weimar, allí aprendí un poco sobre el procedimiento habitual, y pude demostrar fácilmente, según los métodos filológicos, cómo Dessoir llegó a atribuirme esta afirmación sobre el sexto período cultural. Él había estado leyendo mi libro Ciencia Oculta, un Esquema, en el que hay una frase que conduce a una descripción de nuestro actual quinto período de cultura postatlante. En ella digo que hay largas preparaciones y, en una sección, que los acontecimientos que tienen lugar en los siglos XIV y XV fueron preparados en los siglos IV, V y VI. Unas cinco líneas más adelante digo que el siglo VI fue una preparación para el periodo cultural quinto. Dessoir, leyendo superficialmente, se volvió apresuradamente, como hacen los eruditos, al lugar que había anotado en el margen, y confundió lo que se decía sobre el período de cultura con lo que se había dicho más atrás sobre los siglos IV, V y VI. Así, dice "sexto período cultural" en lugar de quinto porque su ojo se había desplazado hacia atrás unas cuantas líneas.

Ya ves con qué gran superficialidad trabaja una persona así. Aquí tenemos un ejemplo de cómo tal "erudición" puede ser filológicamente demostrada. En esta creación literaria tales errores recorren todo el capítulo. Y mientras Dessoir afirma que ha estudiado toda una fila de mis libros, yo podría demostrar, de nuevo filológicamente, cuáles de los míos componen esta "fila entera". Había leído -y apenas entendido- La Filosofía de la Actividad Espiritual, pues le dedica una frase que es un completo disparate. Y leyó la Ciencia Oculta, pero de tal manera que sacó a relucir el tipo de cosas que he descrito. Además, leyó la pequeña obra La guía espiritual del hombre, y los pequeños folletos sobre Reencarnación y Karma, y La sangre es un fluido bastante especial. Esto es todo lo que leyó, como puede verse en sus comentarios. No leyó nada más. Esta es nuestra ética actual de la erudición. Es importante exponer, de alguna manera, la erudición de hoy en día. De la larga lista de mis libros, elige un número muy pequeño, y funda en ellos, con un pensamiento bastante pervertido, toda su declaración. Muchos de nuestros científicos actuales hacen exactamente lo mismo. Cuando escriben sobre animales, por ejemplo, suelen tener como base tanto material como el que el profesor Dessoir extrajo de mis libros.

Se podría escribir un bonito capítulo con las observaciones del subconsciente de Dessoir. Sin embargo, él mismo, en un pasaje especial de su libro, nos permite tener en cuenta su subconsciente. Relata de forma bastante grotesca que, cuando da una conferencia, a menudo sucede que sus pensamientos se desarrollan sin su plena dirección consciente, y que sólo por la reacción de su público reconoce que sus pensamientos han tomado una línea independiente de su atención. Lo cuenta con bastante ingenuidad. Pero ¡sólo piensa! A partir de este hecho se embarca en una extensa consideración de las muchas peculiaridades de la conciencia humana. He señalado con cierta "delicadeza" que Dessoir se revela así de forma extraña. Al principio dije: no es posible que se refiera a sí mismo. En este caso debe identificarse simplemente con ciertos conferenciantes torpes, y hablar en primera persona. Sería imputarle mucho suponer que se está describiendo a sí mismo. Pero en realidad hace exactamente eso. Pues bien, en la discusión de tales asuntos hay que señalar muchas cosas extrañas.

Se deshizo de La Filosofía de la Actividad Espiritual con un comentario, añadiendo una frase que es de Dessoir, pero que no se originó en mí. Todo el asunto es una locura. Dice al mismo tiempo "el primer libro de Steiner, la Filosofía de la Actividad Espiritual". Esto me obliga a señalar que este libro constituye el cierre de un período de diez años de autoría, y a ofrecer este incidente como ejemplo de ignorancia académica, y de ética. Sé, por supuesto, que aunque he demostrado lo incorrecto de sus afirmaciones, la gente dirá una y otra vez: "Bueno, Dessoir ha refutado a Steiner". - Lo sé muy bien. Sé que es hablar contra las paredes tratar de abrirse paso a través de lo que los hombres se imaginan que se han librado hace tiempo: ¡la creencia en la autoridad!

Pero este capítulo demostrará por sí solo las dificultades contra las que debe luchar la ciencia espiritual porque insiste en conceptos claros y nítidamente esbozados, y en experiencias espirituales concretas. Con un individuo como Dessoir no hay cuestión de lógica, y la falta de lógica caracteriza en el sentido más amplio nuestra actual literatura llamada científica.

Estas son las razones por las que el aprendizaje oficial, y las tendencias espirituales oficiales, incluso si se esfuerzan por salir de una inferioridad tal como la psiquiatría o la psicología universitaria, no están en condiciones de hacer el bien porque carecen del más mínimo equipo para una observación genuina de la vida. Mientras no se comprenda lo lejos que está de la investigación genuina y del sentido de la realidad lo que se presenta como literatura científica, -no digo como ciencia, sino como literatura científica,- y que a menudo constituye el contenido de las conferencias universitarias y sobre todo de las populares, mientras no se rompa esta creencia autoritaria, no puede haber cura. Estas cosas hay que decirlas, y son compatibles con el más profundo respeto por el verdadero pensamiento científico, y por los grandes logros de la ciencia natural. Sin embargo, hay que reconocer que estas cosas se aplican a la vida de manera tan contradictoria.

Después de esta digresión, volvamos a nuestro tema. Dessoir aprovecha la ocasión para combinar la falsedad objetiva con la calumnia en su observación sobre el pequeño folleto La orientación espiritual del hombre. Considera especialmente irritante el hecho de que yo haya indicado la importante acción subconsciente de los impulsos espirituales, mostrando que un niño, mientras construye su cerebro, manifiesta una mayor sabiduría de la que es consciente después. Una ciencia sana debería tomar su punto de partida de tales efectos normales del subconsciente, pero necesita algo más. Si se toma el libro El Conocimiento de los Mundos Superiores, se encontrará la mención del Secreto del Umbral. En la explicación de este "secreto" se afirma que al cruzar el umbral hacia el mundo espiritual se produce una especie de separación, una especie de diferenciación de los tres poderes fundamentales del alma: pensar, sentir y querer. Recordemos en la parte que trata del Guardián del Umbral, la explicación de que estas tres fuerzas, que actúan juntas en la conciencia ordinaria de tal manera que difícilmente pueden separarse, se independizan unas de otras. Si las esbozo, esta estrecha sección central (ver dibujo) es el límite entre la conciencia ordinaria y aquella región en la que el alma vive en el mundo espiritual. El pensar, el sentir y la voluntad deben ser dibujados de tal manera que muestren esta zona como el ámbito de la voluntad (rojo), pero limitando con el ámbito del sentir (verde), y éste a su vez limita con el ámbito del pensar (amarillo). Pero si tuviera que indicar su dirección después de cruzar el umbral hacia el mundo espiritual, tendría que mostrar cómo el pensamiento (amarillo) se independiza por un lado; el sentimiento (verde, derecha) se separa del pensamiento, la voluntad también se independiza (rojo, derecha), tal como lo esbozo aquí en forma de diagrama, de modo que el pensar, el sentir y la voluntad se extienden el uno del otro como un abanico.

Encontrarán esto descrito en mi libro Conocimiento de los Mundos Superiores. El hecho de que estas tres actividades, que antes de pasar el umbral lindan entre sí, pero trabajan por separado, interactúen de manera correcta y no entren en confusión, se debe a que el umbral tiene, por así decirlo, una cierta amplitud en la que vive nuestro propio yo. Si nuestro yo actúa con normalidad, tiene una salud anímica perfecta, entonces la interacción del pensar, el sentir y la voluntad está regulada de tal manera que no chocan entre sí, sino que se influyen mutuamente. El secreto esencial de nuestro yo es que mantiene el pensar, el sentir y la voluntad uno al lado del otro, de modo que puedan afectarse mutuamente de manera correcta, pero no se mezclen de manera accidental. Una vez que se cruza el umbral hacia el mundo espiritual, no hay peligro de que esto ocurra, ya que las tres facultades se separan.

Algunos filósofos (como Wundt, por ejemplo), insisten en que el alma no debe describirse como triple porque es una unidad. También Wundt lo confunde todo. El hecho es que en el mundo espiritual el pensar, el sentir y la voluntad se originan de manera triple, pero en el alma terrestre actúan como una unidad. Esto debe tenerse en cuenta, y cuando se afirma, como se ha informado recientemente, que la Antroposofía reconoce tres almas aunque sólo existe una, y que por lo tanto la Antroposofía no tiene ningún argumento razonable, la respuesta debe ser que la unidad del hombre no se ve afectada por el hecho de que tenga dos manos.

Pero ahora estamos considerando la relación del yo con las fuerzas anímicas que actúan en él, y su acción más allá del umbral de la conciencia en el mundo espiritual. (parte central y derecha del dibujo). Una condición opuesta puede producirse si el ego se ha debilitado de alguna manera. Entonces el umbral se cruza, por así decirlo, en la dirección opuesta (Ver dibujo, izquierda). Entonces el pensamiento se desvía (amarillo, izquierda), se mezcla con el sentimiento (verde, izquierda) y la voluntad (rojo, izquierda), y se produce una confusión. Esto sucede si el pensamiento se expone de alguna manera al peligro de no estar debidamente confinado, de modo que se impone injustificadamente en la conciencia. Entonces, debido a que el ego no está trabajando como debería, el pensamiento se desliza hacia la esfera del sentimiento o de la voluntad. En lugar de trabajar codo con codo, el pensamiento se mezcla con el sentimiento o la voluntad, ya que el ego, por alguna razón, no puede ejercer su poder normal.

Esto es lo que ha ocurrido en los casos descritos por los psicoanalistas como histéricos o nerviosos. El pensamiento, el sentimiento y la voluntad se han desviado hacia el lado opuesto, alejándose de la dirección saludable que los llevaría al mundo espiritual. Si tienen ustedes algún don para probar y comprobar, pueden ver fácilmente cómo se produce esto. Tomemos el caso de la muchacha sentada junto al lecho del enfermo. Su fuerte conciencia del yo estaba reducida por la pérdida de sueño y la ansiedad. La más mínima cosa podía hacer que el pensar abandonara su camino junto al sentir y que se precipitara sobre él. Entonces el pensar se sumergiría de inmediato en las olas del sentir, que son mucho más fuertes que las olas del pensar, y el resultado en tal caso es que todo el organismo es tomado por el tumulto del sentir. Esto sucede en el instante en que el pensar deja de ser lo suficientemente fuerte como para mantenerse al margen del sentir.

Se exige seriamente al ser humano que aprenda cada vez más a mantener su pensar separado de las olas del sentir y de la voluntad. Cuando el pensar se apodera inconscientemente de las ondas del sentir, se produce algo anormal. (Véase el dibujo: a la derecha está el superconsciente, en el medio el consciente, a la izquierda el subconsciente). Esto es extremadamente importante.

Ahora bien, es fácil imaginar que en esta vida moderna, en la que las personas están en contacto con tantas cosas que no comprenden bien y no pueden valorar, los pensamientos se desbordan continuamente hacia los sentimientos. Pero hay que recordar que el pensar sólo está orientado al plano físico; el sentir ya no sólo está confinado al plano físico, sino que por su propia naturaleza está también en conexión con el plano espiritual. El sentir tiene realmente una conexión con todos los seres espirituales de los que se debe hablar como reales. De modo que cuando un hombre con conceptos inadecuados se sumerge en su vida del sentir, entra en colisión con los dioses, -si se quiere expresar así,- pero también con los dioses malos. Y todas estas colisiones se producen porque el hombre se sumerge sin medios fiables de conocimiento. Debe sumergirse así cuando pasa más tiempo en la esfera del sentir que en la esfera ordinaria de la razón. En la esfera del sentir el hombre no puede emanciparse de su conexión con el mundo espiritual. Aunque, en esta época materialista, se libere en la esfera del intelecto, siempre entra en la región del sentir con conceptos inadecuados, por lo cual debe enfermarse.

¿Cuál es entonces el verdadero remedio y cómo se puede devolver la salud a los hombres? Hay que guiarlos hacia conceptos que abarquen el mundo de los sentimientos; es decir, hay que volver a hablar al hombre moderno del mundo espiritual, y en los términos más amplios. No se trata de las instrucciones terapéuticas adaptadas individualmente de los psicoanalistas, sino de la ciencia espiritual que es aplicable a toda la humanidad. Si los conceptos de la ciencia espiritual son realmente aceptados, -pues no todos los que se limitan a escuchar conferencias o a leer sobre ellas los asimilan-, pero si son realmente absorbidos, ya no habrá posibilidad de que se produzca la caótica mezcla, en el subconsciente, de las tres esferas del alma: el pensar, el sentir y la voluntad, que es la base de toda la histeria y el nerviosismo señalados por los psicoanalistas.

Para ello, sin embargo, el hombre necesita el valor de acercarse a una experiencia directa del funcionamiento de los mundos espirituales, el valor de reconocer que estamos viviendo ahora una crisis que está conectada con otra (la fecha establecida es 1879), otra crisis con consecuencias dolorosas de la que todavía estamos sufriendo. Ayer les dije que muchas cosas deben ser consideradas desde puntos de vista distintos a los materialistas de nuestro tiempo, y elegí a Nietzsche como ilustración.

Nietzsche nació en 1844. En 1841 comenzó la batalla en el mundo espiritual, de la que ya he hablado, y Nietzsche estuvo durante tres años en medio de ella, absorbiendo de ella todos los impulsos posibles, y trayéndolos consigo a la tierra. Richard Wagner, nacido en 1813, no participó al principio en él. Lean los primeros escritos de Nietzsche y observen el tono combativo, casi cada frase muestra las secuelas de lo que experimentó espiritualmente de 1841 a 1844. Esto dio un colorido definitivo a todos los escritos del primer período de Nietzsche.

Además, es importante -como ya he explicado- que era un muchacho de dieciséis años cuando murió Schopenhauer, y que en aquel momento empezó a leer sus obras. Se produjo una verdadera relación entre el alma de Schopenhauer en el mundo espiritual y la de Nietzsche en la tierra. Nietzsche leyó cada frase de Schopenhauer de forma tan receptiva que fue penetrado por cada impulso correspondiente de su autor. ¿Cuál era el objeto de Schopenhauer? Había ascendido al mundo espiritual en 1860, cuando la batalla aún estaba en marcha, y no quería nada más que el poder de sus pensamientos continuara a través de sus obras. Nietzsche continuó los pensamientos de Schopenhauer, pero de una manera peculiar. Schopenhauer vio, cuando atravesó la puerta de la muerte, que había escrito sus libros en una época amenazada por los espíritus de las tinieblas que se acercaban, y con la lucha de estos espíritus frente a los espíritus de la luz, anhelaba que los efectos de su obra continuaran, y formó en el alma de Nietzsche el impulso de continuar sus pensamientos. Lo que Nietzsche recibió del mundo espiritual en este período contrastó notablemente con lo que sucedía en el plano físico en sus relaciones personales con Richard Wagner. La vida anímica de Nietzsche se compuso así, y su carrera como escritor.

Llegó el año 1879. La batalla que se había librado en los reinos espirituales comenzó a trasladarse a la tierra tras la caída de los espíritus de las tinieblas. Nietzsche estaba expuesto por todo su Karma (en el que incluyo sus relaciones con el mundo espiritual), al peligro de ser conducido por los espíritus de las tinieblas hacia caminos malignos. Se había inspirado en el egoísmo trascendente de Schopenhauer para intentar llevar a cabo su obra. No quiero decir que el egoísmo sea siempre malo. Pero cuando Wagner subió al mundo espiritual en 1883, los espíritus de la oscuridad estaban abajo, por lo que entró en una atmósfera totalmente diferente, y se convirtió en el guía espiritual desinteresado de Nietzsche. Le dejó entrar en lo que para él era el canal adecuado, y le permitió trastornarse mentalmente en el momento exacto, de modo que nunca llegó a entrar conscientemente en regiones peligrosas. Esto suena paradójico, pero en realidad fue la forma desinteresada en que el alma de Wagner afectó a Nietzsche desde los reinos más puros de arriba, en lugar de la forma en que actuó el alma de Schopenhauer, que todavía estaba en medio de la batalla, arriba en el mundo espiritual, entre los espíritus de la oscuridad y los espíritus de la luz. Lo que Wagner quiso hacer por Nietzsche fue protegerlo, en la medida en que su Karma lo permitiera, de los espíritus de las tinieblas, ya descendidos en la tierra.

Y Nietzsche fue protegido en gran medida. Si se leen sus últimos escritos con el espíritu adecuado, eliminando lo que ha surgido de fuertes oposiciones, se descubrirán grandes pensamientos. Intenté en mi libro Nietzsche, un luchador contra su tiempo, mostrar los poderosos impulsos del pensamiento, desligados de todos sus impulsos de resistencia.

Sí, "el mundo es profundo". Realmente hay algo de verdad en la frase del propio Nietzsche: "El mundo es profundo, y más profundo que el día divino". Así que nunca debemos intentar criticar las amplias regiones de la vida espiritual por medio de nuestra conciencia ordinaria. La sabia guía de los mundos sólo puede ser comprendida si podemos entrar en esa guía, libres de pensamientos egoístas, aunque podamos encajar el desarrollo de los sucesos trágicos en el esquema de la sabiduría. Si desean mirar en el corazón de las cosas se encontrarán con muchos lugares incómodos.

En el futuro, quien quiera evaluar una vida como la de Nietzsche no avanzará si sólo describe lo que ocurrió en el entorno de Nietzsche en la tierra. Nuestra visión de la vida tendrá que extenderse al mundo espiritual, y nos veremos empujados a esta necesidad por el tipo de fenómenos que el psicoanalista actual intenta dominar con medios de conocimiento tan inadecuados, pero que nunca podrá controlar. Por lo tanto, la sociedad humana podría verse abocada a regiones de gran dificultad si cede al psicoanálisis, particularmente en el campo de la pedagogía.

¿Por qué habría de ser así? Consideremos el hecho de que el pensamiento se desliza hacia la esfera del sentir. Ahora bien, en cuanto un hombre vive con su alma en la esfera del sentir, ya no está en la vida limitada por el nacimiento y la muerte o por la concepción y la muerte, sino que vive en el mundo entero, el mundo extendido. Esto representa el período de vida habitual (Ver dibujo, a); dentro de la esfera del sentir vive también en el período que va desde su última muerte hasta su nacimiento en esta vida presente (Ver dibujo, b); y con su voluntad vive incluso en su encarnación anterior (Dibujo, c).

Piensen ustedes en la relación con el alumno o el paciente de un instructor que desea proceder por el método del psicoanálisis. Cuando intenta tratar los contenidos anímicos que se han deslizado hacia el ámbito del sentir, echa mano, no sólo de la vida individual del hombre, sino de la vida integral que se extiende mucho más allá del individuo. Sin embargo, para esta vida integral no hay vínculos entre los hombres que puedan manejarse por medio de meras ideas. Tales vínculos conducen, en cambio, a auténticas relaciones de vida. Esto es muy importante. Imagínese la existencia de tal vínculo entre un instructor psicoanalítico y un alumno. Lo que ocurre no podría limitarse al ámbito de las ideas que se transmiten al alumno, sino que tendrían que establecerse verdaderas conexiones kármicas porque se está invadiendo realmente la vida misma. Sería arrancar al individuo en cuestión de su karma, cambiar el curso de su karma. No se puede tratar lo que se extiende más allá del individuo de una manera puramente individual. En su lugar, debe tratarse de una manera universalmente humana. Todos estamos reunidos en una época definida, por lo que debe haber un elemento mutuo que actúe en cuanto vayamos más allá del individuo. Es decir: un paciente no puede ser tratado por el psicoanálisis, ni terapéutica ni educativamente, como entre individuos. Tiene que entrar algo universal, tiene que entrar incluso en la cultura general de la época, algo que dirija el alma hacia lo que de otro modo permanecería subconsciente; y lo que atrae la subconsciencia hacia arriba tiene que convertirse en el medio, no en una transacción entre individuos.
Ahí, como ven, radica el gran error que se está cometiendo. Tiene un alcance tremendo y es de inmensa importancia. En lugar de tratar de conducirlos al conocimiento alcanzable del mundo espiritual que exigen los tiempos, los psicoanalistas encierran en sanatorios a todas las almas que muestran algún síntoma mórbido, y tratan a cada una de manera individual. Esto sólo puede conducir a la formación de conexiones kármicas confusas, -lo que tiene lugar no saca a la luz el contenido subconsciente del alma, sino que simplemente forma un vínculo kármico entre el médico y el paciente porque invade al individuo.

Entiéndase: se trata de la vida real y concreta, con la que no se puede jugar, que sólo puede ser dominada si no se busca en este campo nada más que lo humanamente universal. Estas cosas deben ser aprendidas por las relaciones directas de los seres humanos con el mundo espiritual. Por lo tanto, sería útil que la gente dejara de hablar en abstracto como lo hace Jung, diciendo que el hombre experimenta subconscientemente todo lo que la humanidad ha vivido, incluso toda clase de demonios. Los convierte en demonios abstractos, no en realidades, al decir que es estúpido discutir su posible existencia. Los convierte en demonios abstractos, meros demonios de pensamiento que nunca podrían enfermar a un hombre. Sólo pueden existir en la conciencia, y nunca pueden ser subconscientes. Ese es el punto: que las personas que se entregan a tales teorías están trabajando con tantas ideas inconscientes que nunca pueden dar con lo correcto. En cambio, llegan a considerar ciertos conceptos como absolutos, infalibles; y debo repetir siempre que cuando las ideas empiezan a ser absolutas, los hombres se meten en un callejón sin salida, o llegan a un pozo en el que caen con su pensamiento.

Un hombre como el Dr. Freud se ve obligado a extender el dominio sexual sobre todo el ser humano para que dé cuenta de todo fenómeno anímico. He dicho a varias personas con tendencias psicoanalíticas, a las que he conocido: Una teoría, una concepción del mundo, debe poder sostenerse cuando se la hace girar sobre sí misma, de lo contrario se desmorona. La falacia simple, si se extiende lo suficiente, es un ejemplo. Un cretense dice: Todos los cretenses son mentirosos. Si lo dice un cretense, y es cierto, entonces sería una mentira, lo que hace que el dicho se anule a sí mismo. No vale que un cretense diga: "Todos los cretenses son unos mentirosos", esperando que la frase pase sin ser cuestionada. Eso es sólo una muestra de absolutización. Pero una teoría no debe desmoronarse cuando se vuelve sobre sí misma. Al igual que la afirmación de que todos los cretenses son mentirosos sería una mentira si la hiciera un cretense, la teoría de la sexualidad universal se desmorona si se pone a prueba aplicándola al propio sujeto. Y lo mismo ocurre con otras cosas. Se puede entender tal principio durante mucho tiempo sin aplicarlo enérgicamente, de acuerdo con la realidad. Pero será uno de los logros particulares de la ciencia espiritual de orientación antroposófica, que no se puede volver de esta manera contra sí misma.
Traducido por J.Luelmo nov.2022

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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919