GA094 Berlín, 25 de febrero de 1906 La actividad del cuerpo astral sobre el físico mientras dormimos

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RUDOLF STEINER

Actividad del cuerpo astral sobre el cuerpo físico mientras dormimos

 

 

Berlín, 25 de febrero de 1906

En la última ocasión me referí a los doce primeros capítulos del Evangelio de Juan. Allí vimos que el milagro de Lázaro representa la iniciación de un ser humano en el mundo espiritual. El Evangelio de Juan debe entenderse de tal manera que cada frase señale al mundo superior. Si hacemos que cobre vida en nosotros, aprenderemos a conocer la iniciación cristiana. Aquellos que conocen otras formas de discipulado, que saben que también hay otras maneras de iniciación, también saben que aquellos que aspiran al discipulado hoy en día son conducidos por otros métodos, como la mayoría de ustedes también están familiarizados. Los que ya se han acercado a la vida espiritual saben que todavía hay un lado esotérico en nuestros esfuerzos científico-espirituales.

La iniciación cristiana es similar a otros caminos de iniciación, pero hoy en día no es posible seguir este camino. Aquellos que quieran seguirlo deben hacerlo con la ayuda de un maestro experto, pero en vista de nuestras condiciones de vida normales hoy en día, la pregunta es si este camino sigue siendo posible en absoluto. Recordemos una vez más el milagro de Lázaro, y sólo en relación con la iniciación cristiana.

Empecemos por el estado habitual del dormir. ¿Qué le ocurre a una persona que está dormida? Ello implica que estamos tratando con el cuerpo físico, el cuerpo etérico, el cuerpo astral y el yo. ¿Qué sucede en sentido oculto al ser humano mientras duerme? Los cuerpos físico y etérico permanecen en el lecho, y el cuerpo astral se yergue con el yo y se cierne sobre el ser humano incompleto en forma de anillo, más tarde en forma de cuerpo físico sobre él. El cuerpo astral no está inactivo, tiene algo que hacer. Cuando el hombre está despierto, el cuerpo astral está entretejido con el cuerpo físico. Pero cuando ha salido, trabaja en el cuerpo físico, nutriéndolo y cuidándolo. El cuerpo astral se relaciona con el cuerpo físico como el obrero se relaciona con la máquina, pero con la diferencia de que aquí el obrero está en la máquina, está en las diversas partes que él pone en movimiento. Pero esta parábola del obrero en la máquina se aplica mejor cuando el ser humano está dormido: El cuerpo astral trabaja desde fuera. ¿Y qué hace? Al trabajar sobre el cuerpo físico, compensa los daños que éste sufre durante el día. De esto se deduce a qué desventajas están expuestas las personas que duermen mal. Las entidades pertenecientes al tercer reino elemental influyen sobre el propio cuerpo astral. Las entidades del segundo reino elemental acceden al cuerpo etérico del ser humano, y las del primer reino elemental acceden al cuerpo físico para destruirlo. Sólo cuando el cuerpo astral actúa sobre el cuerpo físico durante el sueño se igualan los procesos destructivos.

El mero conocimiento físico no influye aquí. Pero cuando el hombre comienza a trabajar en sí mismo espiritualmente, entonces también debe crear las condiciones previas necesarias para la actividad del cuerpo astral sobre el físico. La meditación afecta el trabajo del cuerpo astral sobre el cuerpo físico y etérico por la noche. Sólo pueden encontrar acceso al hombre los seres buenos. Quien busque la iniciación debe alcanzar la mayor quietud posible. Esto incluye evitar todos los estimulantes, especialmente el alcohol. Entre los prerrequisitos de todo empeño superior se encuentran el control del pensar, una vida moralmente intachable y precisamente el empeño de no entregarse a ningún impulso emocional, ni de dolor ni de alegría, sino de mantener un equilibrio anímico. Esto también conlleva la posibilidad de que los seres buenos estén activos cuando el cuerpo astral trabaja sobre el cuerpo físico y etérico mientras duermen.

En la iniciación, tal como se describe en el Evangelio de Juan, el cuerpo astral juntamente con el cuerpo etérico abandonan el cuerpo físico. Éste entonces se deja atrás como en la muerte. En este dejar atrás al cuerpo físico está basada la descripción de que Lázaro permaneció en la tumba durante tres días. El milagro de Lázaro es por tanto la imagen de una iniciación. Se trata de devolver el cuerpo astral y etérico al cuerpo físico. Esto lo realiza el Maestro. El ser humano es ahora un resucitado que puede recordar las experiencias en los mundos superiores. Esto es posible con cada ser humano. Lo que en la antigüedad era un procedimiento de tres días y medio, ahora se realiza de otra manera. El resultado es el mismo, pero se consigue con métodos diferentes.

El discípulo de la vía de iniciación cristiana tenía que pasar por siete pruebas. No se trataba sólo de experiencias físicas, sino también espirituales. Los que habían pasado por ellas sabían que las experiencias reales fuera del cuerpo son posibles. 

Primera etapa.
En la primera etapa, el discípulo aprende cómo el hombre ha llegado a ser lo que es hoy. Esto se produjo gracias a la siguiente parábola: La planta debe tener un suelo mineral. El mineral es inferior a la planta, pero la planta debe rebajarse y decir: "A ti, piedra, que eres inferior a mí, te debo mi existencia, mi vida". El animal es superior a la planta. Inhala oxígeno y exhala carbono, de lo contrario no puede vivir. La planta exhala oxígeno. El animal debe decir a la planta: Ante ti, planta, me inclino con humildad, pues sin ti no podría ser. Y así es como el ser humano de rango superior se comporta con el de rango inferior. También él debe decir a este último: Sin ti no soy. Hay que penetrarse completamente de este sentimiento e inclinarse con humildad. A partir de su experiencia más profunda, el hombre debe ser capaz de inclinarse ante los que están más abajo que él. Es el lavatorio de los pies, primera etapa de la iniciación cristiana: Cristo se inclina ante los discípulos y les lava los pies. Lo que aquí se experimenta simboliza el mundo superior. Quien puede vivir espiritualmente en este mundo superior, quien ha desarrollado el sentimiento aquí descrito como Lázaro, experimenta el lavatorio de los pies en el mundo superior. Quien experimenta la humillación en el mundo físico experimenta el lavatorio de los pies en un mundo superior. Esta experiencia le muestra que ha alcanzado la primera etapa en el camino hacia la iniciación. Esto también se expresa en el mundo físico: tiene una sensación como si todos sus músculos se fortalecieran de nuevo. El fortalecimiento de los músculos tras el sentimiento de humillación corresponde a la primera etapa.

Segunda etapa.

La segunda etapa de la iniciación cristiana es la flagelación y los azotes. El hombre debe aprender a soportar serenamente lo que antes le hería, a cargar sobre sí los dolores del mundo. Esto se expresa también en el mundo superior: esta fuerza del alma se simboliza como flagelación y como verdaderos golpes. Entonces, un día, el discípulo siente una especie de escozor por todo el cuerpo, señal de que ha pasado. Esta es una experiencia real por la que pasa una persona que recorre el camino desde su propia experiencia. Los místicos elevados lo han experimentado. Tal persona ha alcanzado la segunda etapa.

Tercera etapa.

La tercera etapa es la coronación de espinas. Está relacionada con soportar no sólo el dolor sino incluso el desprecio de los semejantes. Se necesita adquirir firmeza para soportar la extinción cuando no hay nadie más que pueda darte valor y fuerza sino tú mismo, cuando ya no se te valora en absoluto y, sin embargo, te mantienes interiormente erguido. Así es como debe experimentarse. Esto se vive en el mundo espiritual como la corona de espinas: el hombre se ve a sí mismo con la corona de espinas. En el cuerpo físico, el dolor se siente en la cabeza. El cerebro experimenta cambios, un proceso que también se hace perceptible más tarde durante el estado de vigilia.

Cuarta etapa.

El cuarto grado o etapa es la crucifixión. Ésta se experimenta cuando una persona aprende a percibir su propio cuerpo como un objeto extraño, parecido a cómo se percibiría un pedazo de madera. Ya no relaciona su yo con su cuerpo. En el mundo espiritual se ve a sí mismo con la cruz a cuestas. Así se alcanza la cuarta etapa. Físicamente, esto se expresa como estigmatización: aparecen los estigmas. En el caso de algunos santos, esto no es una leyenda, sino que indica que han alcanzado esta cuarta etapa. Estos santos son los portadores de la cruz.

Quinta etapa.

Una vez que una persona ha progresado hasta aquí, alcanza la quinta etapa. Ésta consiste en la muerte mística. Para el discípulo el mundo entero parece estar cubierto con un velo. Todo a su alrededor ha perdido su antiguo valor. Mientras se siente así en la oscuridad, se rasga de repente el velo y el hombre comienza a ver las metas espirituales primigenias. Se asoma a un mundo completamente nuevo. Simultáneamente aprende a conocer lo que yace en el fondo del alma humana. Él se convierte en un segundo espectador al lado de sí mismo y mira a su yo inferior, al cual ve como separado de sí mismo. Su cuerpo es la madre a la que ve de pie debajo de él, y el yo inferior transformado es el discípulo que da testimonio de que el Cristo vive. Ahora el yo superior puede decir al yo inferior: "¡He aquí a tu madre!".

Sexta etapa.

Cuando el hombre ha pasado por esta quinta etapa, puede proceder a la sexta, o sea, la sepultura y la resurrección. Todo lo que pertenece al planeta se convierte en el cuerpo del místico cristiano. En esta etapa siente como si toda la tierra le perteneciera. El hombre ha dejado de ser un ser especial, es uno con la totalidad de la vida en la tierra. Está conectado interiormente con ella a través de la sepultura. La tumba se convierte en la fuente de su experiencia: hombre y animal, planta y piedra a su alrededor se vuelven transparentes. Él ha perdido su carácter especifico, pero ha absorbido la vida de toda la tierra, su vida superior.

Séptima etapa.

La séptima etapa se denomina ascensión. Significa la plena integración en el mundo espiritual.

El Evangelio de Juan es una descripción de este camino cristiano de iniciación. Quien lo toma como un relato externo no lo comprende. Sólo puede ser comprendido cuando una persona lo vive interiormente. En este sentido, Angelus Silesius dice:

Si te elevas por encima de ti mismo y dejas que Dios te guíe.
Entonces la ascensión se lleva a cabo en tu espíritu.

Así como ningún ser puede ver la luz del sol exterior a menos que se le abran los ojos, nadie puede comprender el misterio del Gólgota a menos que lo experimente interiormente. Sólo cuando el hombre alcance tal experiencia interior se dará cuenta de por qué el calendario está dividido en dos partes, antes y después de Cristo.

El cristianismo sólo alcanza su verdadero significado cuando se experimenta como un viaje interior. El Evangelio de Juan es una escritura que puede experimentarse frase por frase. Y cualquiera que lo haya experimentado sabe que la crítica externa no tiene ningún sentido. En ese momento, toda crítica desaparece, toda duda se desvanece, cuando una persona sabe que desde el principio hasta el final, debe experimentar lo que está escrito. Cada línea puede vivirse interiormente. El espíritu cristiano hay que vivirlo en profundidad. Quien ha visto por sí mismo cómo sucedieron las cosas, sabe que expresa la verdad y lo dice. Al fin y al cabo, él es el Lázaro resucitado.

Traducido por J.Luelmo abr.2024

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