GA094 Berlín, 5 de marzo de 1906 -El significado oculto de las palabras que figuran en la cruz

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RUDOLF STEINER

El significado oculto de las palabras que figuran en la cruz

 

 

Berlín, 5 de marzo de 1906

Las reflexiones que hemos hecho individualmente sobre el Evangelio de Juan nos han adentrado profundamente, muy profundamente, en la esencia de la cosmovisión cristiana y nos han enseñado también cuán profundo poder místico reside en la penetración real del documento cristiano. Hemos visto que el Evangelio de Juan no debe leerse simplemente como un relato externo, como un mensaje o una comunicación, sino que debe leerse como una escritura de vida, de modo que cada frase, cuando la asimilamos vívidamente, transforma algo en nosotros.

En esta vida de San Juan hemos visto las siete etapas de la ascensión espiritual. Hoy un pequeño apéndice puede mostrarnos cuán profundamente deben tomarse tales cosas. Quisiera mostrarles por medio de ejemplos individuales, que lo que he tratado de extraer del Evangelio de Juan como un significado tan profundo, realmente no es algo subliminal sino que es sólo por medio de la llamada doctrina secreta, por medio del ocultismo, como aprendemos a entender algunas cosas que de no ser así parecerían oscuras e incomprensibles. Debo recordarles en primer lugar algo que he dicho a menudo, a saber, cuáles eran precisamente las siete etapas de la iniciación en la época en que nació el cristianismo.

La última vez estuvimos aprendiendo sobre la iniciación cristiana. Pero no sólo se ha practicado una iniciación interior mediante el cristianismo, sino que en todos los tiempos desde que ha habido personas en nuestro sentido en la tierra, ha existido la posibilidad de convertirse en un iniciado, de escalar niveles superiores de la existencia humana. Por medio del cristianismo, todas estas cosas se han interiorizado aún más. El hombre puede lograr mucho, muchísimo, ya que el cristianismo nos ha dado documentos, como el Evangelio de Juan, que sólo necesita dejar que actúen en él, que cobren vida en él, para ascender a ciertas alturas. Pero antes de la aparición del cristianismo no existían documentos semejantes a los que el cristianismo ha proporcionado a la gente. Había que introducirse en templos secretos de iniciación o lugares de culto, y eran diferentes los niveles más básicos de iniciación según los diversos pueblos. Pueden ustedes imaginar, sin embargo, que uno trasciende entonces todas las peculiaridades nacionales. Las etapas superiores eran, pues, las mismas para todos los pueblos, incluidos los de la antigüedad.

Me gustaría mencionar una vez más las siete etapas de la iniciación, ya que estaban presentes en la iniciación persa de Mitra. Esta era una forma de iniciación que se practicaba en todo el Cercano Oriente, más allá de Grecia y Roma, incluso hasta la región del Danubio. Se siguió practicando mucho después de la época en que surgió el cristianismo. Durante mucho tiempo fue posible pasar por estas siete etapas, incluso en los cultos secretos y templos de Egipto, que a menudo estaban construidos en las rocas. No eran accesibles a nadie más que a aquellos que habían llegado a conocerlos como discípulos purificados e iniciados tras un riguroso examen. 

Primero estaba el grado de "cuervo". Como cuervo, el iniciado llevaba a la vida espiritual el conocimiento que podía adquirirse en el mundo sensorial exterior. El concepto del cuervo se ha conservado en mitos y leyendas. Existen los cuervos de Wotan, los cuervos de Elías, y también en la saga alemana de Barbarroja los cuervos son los mediadores entre el emperador encantado en la montaña y el mundo exterior. En los misterios de Mitra, el término cuervo era por tanto una paráfrasis de un grado de iniciación.

El segundo grado era el de " oculto ". Se llamaba así a los que ya habían recibido algunos secretos ocultos importantes y esenciales.

El tercer grado era el del "Guerrero". Estos eran iniciados en los que el yo superior ya se siente a tal grado que dichos del tipo que se pueden encontrar en la segunda sección de "Luz en el Sendero" "Hazte a un lado en la batalla que se avecina, y aunque luches, no seas el luchador" se vuelven comprensibles para ellos. Estos dichos sólo pueden ser comprendidos por un iniciado de tercer grado. Esto no quiere decir que todo el mundo no pueda adquirir una cierta comprensión. Todo el mundo tiene un yo superior, y si una persona es capaz de negar su yo inferior y poner lo que es como yo inferior al servicio del yo superior, puede decir en cierto modo: Aunque luches, tú no eres el luchador. Pero sólo cuando el hombre ha alcanzado un cierto grado de desarrollo sabe exactamente lo que significa esta frase. Entonces incluso los intereses que de no ser así se llamarían intereses superiores caen. Se convierten en meros intereses inferiores y en meros sirvientes del luchador.

El cuarto grado se alcanza cuando se ha logrado la armonía y la paz interiores, el equilibrio y la fuerza. Este nivel de iniciación se denomina el grado del "León". Tal iniciado ha realizado la vida oculta en sí mismo hasta tal punto que se le permite defender lo oculto no sólo con palabras sino también con hechos.

Mientras tanto, la conciencia de una persona que pasa por estas cuatro etapas va cada vez más lejos. Se identifica con grupos de personas cada vez más grandes. Todas estas expresiones siguen teniendo un significado secreto. Tomen ustedes la expresión "lo oculto". ¿Qué es el ser humano tal y como se presenta ante nosotros? Él es aquello que hay en él, eso es lo que es. Como cuervo, como iniciado en el primer grado, busca superar lo que está en él únicamente; entonces sus intereses se vuelven más amplios. Aquello que son las personas de su entorno inmediato, aquello que sienten, aquello que quieren, eso se convierte al mismo tiempo en su sentimiento y en su voluntad. Estas expresiones se acuñaron en tiempos en los que todavía existían comunidades humanas que se consideraban como clanes, como familias extensas. ¿Qué se decía, por ejemplo, de un clan, de una familia común? Se decían a sí mismos, estos son los miembros de una familia de almas hasta un par de antepasados comunes. Un clan así era considerado como los miembros de un yo oculto, como los miembros de una familia de almas.

Todo aquel que se iniciaba en el segundo grado, el oculto, había ennoblecido su yo hasta el yo de su comunidad, de modo que hacía suyos los intereses de ésta. El oculto de una comunidad humana era capaz de vivir en él. Así que tal comunidad humana, cuyo yo el iniciado individual convertía en su yo, se convertía en morada para él. El luchador luchaba por la comunidad mayor. En la antigua Palestina, al que se había elevado para absorber a toda una tribu, la conciencia de toda una tribu, el yo de toda una tribu, se le llamaba "león". El león de la tribu de Judá, esa es una expresión para el que había alcanzado tal nivel de iniciación que había absorbido el yo de toda la tribu.

En el quinto grado había superado su personalidad hasta tal punto que podía absorber el alma del pueblo. El espíritu del pueblo vivía en él. En Persia a un iniciado así se le llamaba "persa", en Grecia a un iniciado así se le habría llamado "griego" si hubiera estado en uso. Entonces, ¿Qué significa este grado? Todo lo individual ha desaparecido para él, y su conciencia se ha vuelto idéntica al todo. Se trata de una conciencia superior.

Hoy no es así. Hoy nos acercamos a niveles de iniciación completamente diferentes debido a la fragmentación de todas las comunidades. Pero aún tenía sentido cuando surgió el cristianismo, donde se habla de almas iniciadas en el quinto grado. Pueden ustedes comprobarlo por sí mismos en el Evangelio de Juan. Lean ustedes, por favor, el capítulo 1, versículo 45 del Evangelio de Juan:
Felipe encuentra a Natanael y le dice: "Hemos encontrado a aquel del cual escribieron Moisés en la Ley y los profetas: Jesús, hijo de José de Nazaret. Y Natanael le dijo: ¿Qué bien puede venir de Nazaret? Felipe le dijo: ¡Ven y lo verás! Jesús vio a Natanael que se le acercaba y le dijo: He aquí un verdadero israelita, en quien no hay falsedad."
Nathanael es descrito aquí como un iniciado del quinto grado. Él ha aprendido por lo tanto lo que constituye el poder de la vida para nosotros los humanos, el árbol de la vida. Incluso antes se disfruta del fruto del árbol del conocimiento. Disfrutamos del fruto del árbol del conocimiento si es que somos capaces de decirnos "yo" a nosotros mismos. Pero cuando lo superior, lo espiritual despierta en el hombre, entonces puede ocurrir que Dios quiera proteger al hombre. La preocupación de Jehová era que los hombres, habiendo participado del árbol del conocimiento, no participasen también del árbol de la vida, para el que aún no están maduros. Pero el iniciado en el quinto grado aprende aquello que minimiza la preocupación y eleva por encima de todo la muerte y la transitoriedad: ese es el elemento espiritual.

¿Cómo puede arraigar en el hombre este elemento espiritual? Para quien penetra más profundamente en la Teosofía, este elemento espiritual es algo que inunda el mundo entero. Para aquellos que son capaces de ver en los mundos superiores, todo lo que inicialmente es un estado interno de desarrollo también se expresa, como una imagen, en los planos superiores, primero en el plano astral Cuando una persona ha alcanzado el quinto grado de iniciación, siempre ve una imagen en el plano astral que no había visto antes, a saber, la imagen de un árbol, la imagen de un árbol blanco ramificado. Esta imagen en el plano astral, que se quiere tomar como símbolo de la etapa de iniciación del quinto grado de iniciación, se llama el árbol de la vida. Se dice que quien la ha alcanzado se ha sentado bajo el Árbol de la Vida. 
Buda también se sentó bajo el árbol Bodhi y Natanael bajo la higuera. Estas son expresiones para las imágenes en el plano astral. Lo que allí se ve son reflejos de cosas internas, ahora también físicamente internas. Este árbol Bodhi no es otra cosa que el reflejo astral del sistema nervioso humano. La persona que es capaz de mirar hacia dentro mediante la iniciación, ve su vida interior reflejada en el mundo exterior astral hasta el nivel físico. Pueden ustedes ver lo que se va a decir aquí, en este capítulo del Evangelio de Juan: Natanael debe ser tratado como un testigo experto. Es preciso señalar: nos entendemos. "Jesús le dijo: "Antes de que Felipe te llamara, mientras estabas debajo de la higuera, te vi". Esto significa que somos hermanos del quinto grado de iniciación. Es una escena de reconocimiento de los iniciados. "Natanael le dice: Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel". El reconocimiento es completo. Jesús le responde inmediatamente que demostrará ser no sólo iniciado en quinto grado, sino también otra cosa. Jesús le dice: " ¡Tú crees porque te dije que te vi debajo de la higuera; verás cosas aún mayores que ésta!".

También quisiera llamar vuestra atención sobre la conversación con Nicodemo, que podéis encontrar en el capítulo tercero. Allí se dice la palabra significativa: " En verdad, en verdad te digo que el que no nazca de nuevo y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios ". ¿Qué significa esto: nacer de nuevo y ver el reino de Dios? Significa que se despierte el yo superior, es decir, nacer de tal manera que se despierte el núcleo eterno de nuestro ser. ¿Qué significa entrar en el reino de los cielos? Significa no sólo ver el reflejo del Devacán aquí, tal como aparece a través de los ojos físicos, sino ver este reino directamente. Sólo aquellos que no han nacido simplemente para este mundo físico, sino que han nacido por segunda vez, pueden hacerlo.

Tomen ustedes lo que ya he utilizado como comparación, pero que es más que una comparación. Tómenlo literalmente hasta cierto punto. Nacer significa pasar del estado embrionario al estado en el que se percibe el mundo exterior con los sentidos. Quien no pasara por el estado embrionario nunca podría estar preparado para nacer. Quien conoce este estado también sabe que la vida ordinaria es un estado embrionario respecto a la vida superior. Esto nos lleva a profundizar en el significado de la vida ordinaria. Es muy fácil para los que miran al mundo espiritual convencerse de que existe tal mundo espiritual y de que el hombre es ciudadano de este mundo espiritual; podrían hacer caso omiso de este mundo físico y creer que el hombre no podría abandonar este mundo con la suficiente rapidez, que podría morir para entrar pronto en el mundo espiritual. Esa no es la interpretación correcta de sus palabras. <Esto es tan absurdo como si uno no quisiera dejar madurar el embrión humano, sino que quisiera tomarlo a los dos meses para que pudiera vivir aquí. Exactamente de la misma manera uno debe madurar, volverse maduro, para la vida superior. Ese es el que ha desarrollado su yo superior. Aquí, en este mundo físico, está el centro de entrenamiento. El que ha entrenado el yo aquí está maduro para entrar en los reinos del cielo, es decir, para renacer. El hombre debe pasar por el nacimiento y la muerte una y otra vez hasta que haya alcanzado su plena madurez, para luego poder entrar en el reino espiritual propiamente dicho, de modo que entonces ya no necesite órganos físicos. Por lo tanto, debemos darnos cuenta de que todo lo que hacen aquí nuestros ojos y oídos y los demás sentidos son logros para la vida superior.

Ciertamente, hemos hablado a menudo y con frecuencia de que el hombre debe desarrollar los sentidos superiores, de que debe entrenar los chakrams o ruedas sagradas que le permiten entrar en el mundo espiritual y verlo. Pero, ¿Cómo adquiere estas ruedas sagradas? A través de su trabajo aquí, en el plano físico. Este es el lugar de preparación. Lo que hacemos aquí prepara nuestros órganos para un mundo superior. Así como el ser humano es preparado en el vientre de la madre, así en el vientre de la gran Madre del Mundo somos preparados, cuando llevamos nuestra vida física, en el vientre de la gran Madre, para aquello que debe capacitarnos para ver y actuar en los mundos superiores. Por lo tanto, está completamente justificado hablar de un mundo superior y valorarlo más que nuestro mundo inferior. Pero debemos tomar esta expresión sólo en un sentido técnico. En el fondo, todos los mundos son manifestaciones iguales del principio más elevado. No debemos considerar ningún mundo de tal manera que lo despreciemos. Así es como llegamos a comportarnos correctamente con los mundos inferiores y correctamente con los mundos superiores. Esta es la premisa del tercer capítulo del Evangelio de San Juan.

Debemos darnos cuenta de que Jesús está hablando a Nicodemo de un renacimiento propiamente dicho, y que quiere amonestarle sobre todo a que la vida ordinaria nazca desde este punto de vista como una vida superior y deba ser considerada como tal. Cualquiera que lea este capítulo más íntimamente y lo considere con más detenimiento verá que se trata precisamente de esto.

Algunos círculos critican duramente a la Teosofía porque enseña la reencarnación, la maduración gradual del hombre hacia el renacimiento a través de repetidas vidas en la tierra. Se dice que el cristianismo no sabe nada de esta doctrina del renacimiento. En primer lugar, hay una clara señal en el Evangelio de Juan de que Jesús enseñó la reencarnación cuando hablaba íntimamente con sus discípulos. Pues sólo se puede dar sentido al capítulo noveno, Curación de un ciego de nacimiento en sábado, si se toma como base la doctrina de la reencarnación. Hay que recordar que hablaba en el idioma que era común en la época. No era costumbre en la Grecia de entonces hablar de otra cosa que no fuera la fuerza que impregna al hombre en lo más íntimo de su ser y lo hace avanzar en lo más íntimo de su ser. Esa fuerza que forma y desarrolla al hombre: ese era el Dios para los griegos, y también para todos los pueblos de aquella época. En aquellos tiempos aún no se conocía un Dios meramente externo, un Dios en el más allá. Por eso, ante todo, se hablaba de lo que vive en el hombre como el Dios en el hombre. Así pues, cuando hablamos del Dios de Abraham, Isaac y Jacob, nos referimos al ser superior. Sólo se puede entender el Antiguo Testamento si se sabe que a Dios hay que entenderlo así. Jesús habla también del Dios que vive en el hombre cuando se dirige íntimamente a sus discípulos: "Sus discípulos le preguntaron diciendo: Maestro, ¿Quién pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego? Jesús respondió: "Ni él, ni sus padres pecaron, sino que en él se ha manifestado la obra de Dios."

Estas tres frases hablan con suficiente claridad. No ha pecado, es decir, la parte física no ha pecado, ni sus padres; por lo tanto no se aplica la ley judía de que Dios castiga los pecados de los padres hasta el enésimo miembro. Pero las obras de Dios en el hombre deben hacerse visibles, es decir, el yo en el hombre que pasa por todas las personificaciones. Las palabras que Jesús dirigió así a sus discípulos son de lo más claras. Ya conocen ustedes la interpretación ortodoxa. Piensen únicamente si alguien quisiera presuponer lo que se iba a decir aquí: La gloria de Dios debe revelarse en un ciego. Esto presupone que se habría organizado a alguien para que se quedara ciego para que Jesús pudiera curarlo, para que la gloria de Dios pudiera revelarse. <¿Es esto compatible con un cristianismo profundizado? No. Porque eso degradaría el cristianismo en un sentido moral. Interpretada teosóficamente, esta imagen tiene un significado grande, bello y maravilloso.

Este era siempre el caso cuando Jesús hablaba íntimamente con los discípulos. Que este era el caso se revela sobre todo en una escena que llamamos la escena de la transfiguración. Pero no se encuentra en el Evangelio de Juan. Esta escena de la transfiguración la encuentran en Mateo en el capítulo diecisiete, en Marcos en el capítulo nueve; no la encontramos en Juan. Lo único que encontramos en Juan que podría referirse a ella es el pasaje del capítulo duodécimo, versículo 28: "Padre, glorifica tu nombre". Entonces vino una voz del cielo: "Yo lo he glorificado y lo glorificaré otra vez". Y de nuevo, versículo 31: "Ahora viene el juicio sobre el mundo; ahora será expulsado el príncipe de este mundo. Y yo, cuando haya ascendido de la tierra, atraeré a todos hacia mí". Pero dijo esto para dar a entender de que moriría. Entonces la gente le respondió: "Hemos oído en la Ley que Cristo permanece para siempre; ¿y cómo dices tú que es necesario que el Hijo del hombre suba al cielo? ¿Quién es ese Hijo del hombre? Entonces Jesús les dijo La luz todavía permanecerá un poco de tiempo entre vosotros. Caminad mientras tengáis la luz, no sea que os alcancen las tinieblas. El que camina en tinieblas no sabe a dónde va. Creed en la luz mientras la tenéis, para que seáis hijos de la luz."

La escena de la transfiguración se encuentra en todos los evangelistas, menos en Juan. Esto nos llevará a profundizar en esta escena. Seamos muy claros sobre el significado de la escena de la transfiguración. ¿Qué ocurre allí? Jesús va con tres discípulos, Pedro, Santiago y Juan, a la montaña, es decir, al santuario interior, donde uno es iniciado en los mundos superiores, donde se habla en lenguaje oculto. Cuando se dice: El Maestro subió a la montaña con sus discípulos, significa que fue al lugar donde les interpretó la parábola. Los discípulos fueron arrebatados a un estado superior de conciencia. En ese estado ven lo que no es transitorio, sino lo eterno en él. Aparecen Moisés y Elías, y el propio Jesús entre ellos. ¿Qué significa esto? En la ciencia secreta la palabra Elías significa lo mismo que EL: la meta, el camino. Moisés es la palabra científica secreta para la verdad. Así que cuando Elías, Moisés y Jesús aparecen en el centro, se tiene la verdad cristiana original: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Jesús mismo dice que esta es una verdad mística cristiana original: "Yo soy el camino, la verdad y la vida".

Todo esto se basa en que aquí se muestra lo eterno en contraste con lo temporal, que los discípulos ven en un mundo que está más allá de este mundo. Después le dijeron al Maestro: "Todo esto sólo sucederá cuando Elías haya regresado.

Por eso le hablaron como si fuera evidente que existe una reencarnación, tal como se discute la doctrina de la reencarnación en varios pasajes del Evangelio. Juan pregunta: ¿Eres tú el Elías resucitado? Entonces el Maestro le dice: "Elías ha vuelto". Juan el Bautista es Elías. "Sólo que la gente no lo ha reconocido". "Pero no se lo digas a nadie hasta que yo regrese." Aquí está expresada la verdad general, sabia y religiosa de la reencarnación en una conversación íntima entre el maestro y su discípulo. Al mismo tiempo, se utiliza como una especie de testamento: No se lo digas a nadie hasta que yo regrese. Este regresar apunta a un tiempo muy posterior, al tiempo en que todas las personas reconocerán al Cristo a través de su conocimiento superior. Cuando ese sea el caso, entonces él reaparecerá ante ellos.

Este tiempo está siendo preparado por la cosmovisión teosófica. El Cristo reaparecerá en el mundo. Para este tiempo, sin embargo, la doctrina de la reencarnación y el karma debe ser salvada como una enseñanza popular. Ahora, sin embargo, la gente no debe saber nada de la doctrina de la reencarnación y el karma; esto debe hacer que tomen la vida entre el nacimiento y la muerte como algo especialmente valioso e importante. Todas las etapas de la experiencia vital deben ser atravesadas por las personas. Hasta la época de Cristo, la gente hablaba generalmente de reincorporación. La vida entre el nacimiento y la muerte era sólo un episodio temporal. Ahora, sin embargo, el hombre debe aprender a considerar esta vida aquí en la tierra como algo importante. Un desarrollo radical de esta enseñanza fue la doctrina del castigo eterno y la recompensa eterna. Esta es una formulación muy radical. Lo que importaba era que cada individualidad humana, cada dios humano, pasara por una encarnación en la que no supiera nada de reencarnación y karma, por una encarnación en la que reconociera la vida entre el nacimiento y la muerte como eminentemente importante.

Si revisan ustedes los libros teosóficos, encontrarán que el tiempo entre dos encarnaciones es de quince a dieciocho siglos. Este es aproximadamente el tiempo entre el nacimiento de Jesús y nuestro tiempo. Los que vivieron en esa época están reapareciendo ahora. Así que ahora pueden retomar la nueva enseñanza. Por lo tanto, la visión teosófica del mundo es preparada en el Monte Tabor por Cristo Jesús. Cuando observamos la historia del mundo a gran escala, no debemos creer que se trata de que podamos criticar la verdad y la falsedad. No puede tratarse de lo que es absolutamente verdadero y absolutamente falso, sino de lo que es provechoso para las personas. Si yo estuviera sentado aquí con un grupo de niños de no más de diez años y les estuviera enseñando matemáticas, lo que estaría enseñando sería verdad y, sin embargo, sería inadecuado. Debo dar a los hombres lo que es provechoso para los hombres para una cierta época de desarrollo. Por lo tanto, no es correcto que nosotros, los que vivimos después, apliquemos una norma y digamos que el cristianismo ha enseñado falsedad. No, para conquistar el plano físico, había que tomarse en serio la vida única. Ciertamente, los sacerdotes caldeos trajeron a la existencia grandes verdades espirituales. Ellos trajeron un inmenso conocimiento del mundo espiritual, pero vivían con las herramientas más primitivas, sin el conocimiento de las fuerzas cotidianas de la naturaleza. Primero había que conquistar el plano físico. Para ello, todo el mundo emocional tenía que estar en sintonía. El cristianismo tenia que preparar a la humanidad para conquistar el mundo físico. Esto fue determinado por ley, este es el testamento del Monte Tabor. Por tanto, lo que subyace a este testamento conlleva algo maravilloso.

Quien profundice descubrirá todo tipo de cosas. Si queremos comprender documentos religiosos que proceden de épocas que no pensaban de forma materialista, sino que tenían un conocimiento real de la vida espiritual, debemos saber que la forma de pensar era muy diferente, que el hombre, cuando hablaba del hombre, hablaba de una forma muy distinta.

Ahora debo decirles algo que es fácil para la mente, pero difícil de captar para el alma de la gente de hoy. En aquel tiempo, cuando nació el Evangelio, eran los albores del cristianismo. En aquel tiempo la gente todavía usaba nombres, como lo describiré ahora. El organismo físico no era tratado entonces. Un hombre de aquella época siempre veía lo espiritual, lo superior, a través del organismo físico. No percibía un nombre tal como lo aplicamos hoy, sino que se le daba un nombre lleno de significado. Piensen en alguien que se llamara Santiago -(Sant Jacob). Jacobo significa en realidad agua. El agua es el término científico secreto para el alma, así que cuando llamo a alguien Jacobo, estoy diciendo que el elemento alma brilla a través de su cuerpo. De esta forma le estoy describiendo significativamente como perteneciente al agua. Así que cuando doy este nombre Santiago a un iniciado, simboliza el agua (hebreo = Jam). Jacobo no es otra cosa que el nombre científico de un iniciado que ha dominado el poder del agua oculta en particular.

Los tres discípulos que fueron llevados al monte Tabor, fueron designados por sus nombres iniciáticos: Santiago significa el agua (hebreo = Jam), Pedro significa la tierra la roca (hebreo = Jabbashah), Juan significa el aire (hebreo = Ruach). Por lo tanto "Juan" denota al que ha llegado al yo superior. Esto les introduce a ustedes a lo profundo de la doctrina secreta. Trasládense al tiempo en que la gente sólo tenía los principios inferiores, es decir, a la tercera raza raíz, al período Lemúrico de la tierra. En aquel período la gente todavía no respiraba aire, sino a través de branquias. Los pulmones no se desarrollaron hasta más tarde y con ellos la respiración pulmonar. Este proceso coincide con la fecundación por el yo superior. El aire no es otra cosa que, según el principio hermético, lo inferior para lo superior, para el yo superior. Si describo a alguien como Juan, entonces es alguien que ha llevado al yo superior al despertar, alguien que ha dominado los poderes ocultos del aire. Jesús es aquel que domina los poderes ocultos del fuego (Nur). Así que en los cuatro nombres tenemos a los representantes de la tierra, el agua, el aire y el fuego. Estos son los nombres de los cuatro que suben al monte Tabor.


Imagínense a estos cuatro juntos en el Monte de la Transfiguración, entonces tienen al mismo tiempo a los iniciados que controlan los cuatro elementos, los maestros de los cuatro elementos: Fuego, Agua, Aire, Tierra. ¿Qué sucede en ese momento? En ese momento se dio la prueba espiritual de que a través de la aparición de Jesús todo el poder de los elementos se renueva de tal manera que la vida que pulsa a través de los elementos pasa por un nuevo e importante punto en su desarrollo. 

Esto es la transfiguración desde el ocultismo. Ahora bien, si alguien experimenta la transfiguración de esta manera, es decir, que tiene en sí las etapas del agua, la tierra y el aire y asciende a las potencias del fuego, entonces es un resucitado, un crucificado. Por lo tanto, en los otros evangelistas esta escena no es más que una preparación para la verdadera escena de iniciación más profunda, la crucifixión propiamente dicha. En cambio, en el evangelio de Juan todo parece preparado. No aparece en absoluto la escena preparatoria, sino la muerte en el monte Gólgota. Jam Nur Ruach Jabbaschah = INRI ése es el significado de las palabras escritas en la cruz.

Por eso se puede profundizar más y más en ella, y nunca te quedarás sin aprender algo de las escrituras religiosas. A veces, cuando oyen algo así, parece una explicación forzada. Pero cada paso que den para profundizar en ella les dará la prueba de que no es algo forzado. Especialmente con las explicaciones triviales verán que la "profundidad" está siendo rechazada a la fuerza. Pero la profundidad está en estos escritos. Los que saben algo siempre pueden decirse a sí mismos: probablemente hay mucho más, todavía me queda mucho por aprender. Ésa es la reverencia que podemos mostrar a los escritos religiosos.

Esta reverencia es la mejor, ya que entonces se convierte en la fuerza que obtenemos de las profundidades. Sólo puedo señalar una frase importante. Se encuentra en el Evangelio de Juan, capítulo diecinueve, versículo 33: "Pero cuando llegaron a Jesús y vieron que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas Porque estas cosas sucedieron", dice luego en el versículo 36, "para que se cumpliera la Escritura: No le quebraréis la pierna". Se sabe que esto recuerda un pasaje de Moisés. Incluso allí, correctamente entendido, tiene un profundo significado. Me gustaría explicar brevemente este pasaje, que es profundamente simbólico.

Si examinan nuestro mundo en su totalidad, se darán cuenta de que el hombre, tal como está ahora encarnado en la carne, no tiene inicialmente ningún poder sobre la vida ni sobre lo que está por encima de la vida. Lo que él controla es la fuerza sin vida, la fuerza inorgánica. El hombre no puede hacer crecer una planta, ni puede hacerla crecer más rápido. Primero tendría que adquirir los poderes ocultos para hacerlo. Ciertamente, no es capaz de ejercer dominio sobre aquello que es aún más elevado que la fuerza vital. Lo que el hombre puede controlar es el mundo inanimado exterior. Allí ejerce su dominio en las obras de la vida cotidiana, en los materiales que le da la naturaleza. Crea obras de arte, imágenes del Altísimo, pero no puede insuflarles vida. Sólo puede recrear la vida. Sólo puede despertar la idea de vida en lo inerte, incluso en las obras de arte cristianas más elevadas. Esto es así porque el hombre ha rodeado su poder astral y etérico con el cuerpo físico sólido y denso. Esto le ha dado esta relación con el entorno externo, que sólo es dueño de lo sin vida. El hombre debe servirse de sus propias herramientas físicas, y éstas sólo son dueñas de lo inanimado. Tendrían que ser despertados los poderes superiores, que no están ligados a lo físico, y entonces el hombre volvería a ser amo de la vida. Las personas pueden llegar a ser dueñas de las fuerzas físicas, pero no de la vida misma.

Esto tiene que ver con el hecho de que el cuerpo del hombre era antes blando y flexible, pero ahora se ha vuelto cada vez más firme. Si retroceden en la evolución, verán que el hombre se ha vuelto muy diferente. El sistema óseo aún no estaba presente en el período Lemúrico. Sólo se desarrolló más tarde. Así que el sistema óseo es lo último que apareció en el organismo humano. Permanecerá con el hombre hasta que se haya espiritualizado de nuevo, hasta que él nuevamente haya despertado las fuerzas internas y aprendido la lección que tiene que pasar en su cuerpo, que ha sido compactado hasta el sistema óseo. Cristo Jesús en su misión cósmica es el espíritu que se encarna en tal cuerpo para mostrar a las personas el camino de salida de este mundo hacia un mundo superior. Él es el guía, el sabio hacia ese mundo superior. Aquello que ha de hallar su camino hacia este mundo superior está simbolizado en lo sólido, en el esqueleto del ser humano. Cuando el hombre era todavía diferente, no había avanzado tanto hasta el sistema óseo sólido, no necesitaba un Mesías. Pero precisamente para esta época necesita al Mesías, al Salvador.

Por lo tanto está claro que para la raza humana actual las fuerzas que en Jesús están conectadas con el mundo superior no entran en consideración. El modo de expresarlo es ahora esto, a lo que se llama el esqueleto = lo exterior, agua = cuerpo etérico, sangre = cuerpo astral, y luego espíritu. Por eso se puede leer en Juan: Hay tres que dan testimonio: sangre, agua y espíritu. Por lo tanto la sangre y el agua pueden salir del cuerpo de Cristo. Estos no son relevantes para el presente ciclo humano. Por otro lado, lo que debe sostener el todo, lo que debe llevar al hombre hasta el trono de lo Eterno, en lo que necesita para aprender la lección para conservarse íntegro. Este es el esqueleto, el símbolo de lo sin vida en la naturaleza. Esto ha unido ahora al Cristo con el ciclo humano actual a través del sistema óseo. Es lo que debe mantenerse unido hasta el momento en que la humanidad haya alcanzado las etapas superiores. Todavía podríamos rastrearlo hasta el pasaje correspondiente en los Libros de Moisés. Pero eso puede hacerse en otra ocasión.

Hoy quería añadir algo que les habrá mostrado que el Evangelio de Juan es inagotable y cuán lleno está de fuerza y ​​de vida. A medida que lo asimilamos y lo absorbemos, nos da fuerza y ​​vida. Es por eso que este evangelio es la escritura principal para aquellos que desean penetrar cada vez más profundamente en el cristianismo teosófico. Si la teosofía ha de funcionar para el cristianismo, es sobre todo de ahí de donde debe partir. Pero es evidente que si tuviera que explicarles el Evangelio de Juan en su totalidad, tendría que emplear todo el invierno. Debería tomarlo frase por frase y entonces verían cuán profundas son las palabras atribuidas a Juan, es decir, a aquel cuyo mismo nombre indica que es un heraldo del yo superior. Es el representante del aire y señor de las fuerzas superiores, quien, desde la percepción del yo superior, escribió su Evangelio según San Juan.

Sería vano e inútil intentar desentrañar o criticar el Evangelio de Juan con las facultades del sentido común. En nuestro tiempo, el intelecto celebra grandes triunfos, pero el Evangelio de Juan no fue escrito para el intelecto. Sólo aquellos que han superado la mente inferior y pueden conducirla a las alturas del poder espiritual, como hizo Juan, pueden comprender también el Evangelio de Juan. Lo correcto no será que la Teosofía se decida a iniciar una crítica intelectual del Evangelio de Juan, sino que se sumerja completamente en sus profundidades para comprenderlo por sí misma. Entonces veremos que del Evangelio de Juan puede surgir para nosotros un nuevo espíritu del cristianismo, no sólo el espíritu del pasado, sino de un cristianismo futuro, y sentiremos algo de las profundas verdades de una de las más bellas y significativas de las máximas cristianas, que es mostrarnos de boca del Creador mismo del cristianismo que el cristianismo no es algo que haya vivido en el pasado, sino que el mismo poder vive todavía, pues es verdad lo que dijo el Cristo: "Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo."

Traducido por J.Luelmo abr.2024

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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919