RUDOLF STEINER
El triple sol y el Cristo resucitado
CONFERENCIA XI
Londres, 24 de abril de
1922.
Mis queridos amigos,
Es de la mayor
importancia que haya en este tiempo presente un cierto número de
personas que sepan dónde se encuentra el hombre en su evolución
espiritual, y también sepan cuál debe ser su siguiente paso para
que la civilización no se vaya completamente hacia abajo, por lo que
esta sucediendo hoy. Al hablar con ustedes, mis queridos amigos,
puedo usar la terminología antroposófica y decir de inmediato que
las fuerzas ahrimánicas, que están trabajando donde el hombre
piensa o actúa sobre una base materialista, están en nuestros días
tratando de encadenar al hombre a la Tierra al ganar posesión de su
intelecto Son en este momento muy poderosas, estas fuerzas
Ahrimánicas, y están buscando todo tipo de formas de acceder a las
almas de los hombres, con el objeto de atraerlos a la adopción de
una perspectiva puramente materialista, una comprensión puramente
intelectual del mundo. Es importante en este aspecto que exista, como
dije, un cierto número de personas que conozcan cómo debe
evolucionar el hombre para alcanzar su objetivo.
Echemos un vistazo atrás
al pasado. Podríamos retroceder mucho más, pero por el momento
necesitamos ir no más de tres o cuatro mil años antes del Misterio
del Gólgota. Y luego sigamos, desde un punto de vista, el curso de
la evolución del hombre desde esa época.
En la época de la que
quiero hablar primero, floreció en Oriente una civilización que en
mi libro "Ciencia oculta" he llamado antigua civilización
persa. El maestro de la humanidad durante el apogeo de esta
civilización fue Zaratustra, Zoroastro. No el Zaratustra de quien la
historia cuenta; él vivió más tarde.El Zaratustra al que me
refiero es un maestro mucho más antiguo de la humanidad. En aquellos
tiempos antiguos era, ya saben, una costumbre bastante común para
los alumnos de un gran y noble maestro continuar durante mucho tiempo
llevando su mismo nombre; y el Zarathustra del que leemos en la
historia es en realidad el último de una sucesión de alumnos del
gran Zaratustra. Ahora bien, este gran maestro de la humanidad fue
iniciado de la manera más maravillosa y notable en los secretos de
la existencia, y pudo presentarse ante los hombres de su tiempo y
enseñarles como un iniciado eminente y sublime. Zaratustra sabía, y
fue su iniciación lo que le permitió tener el conocimiento, que en
ese lugar en los cielos hacia donde nuestros ojos se vuelven cuando
miramos el Sol, vive un gran Espíritu que lo abarca todo. Al
principio no vio el Sol físico; en el lugar en el cielo donde
nosotros hoy con nuestra conciencia ordinaria vemos el Sol físico,
Zaratustra vio un gran y omnipresente Espíritu cósmico. Y este
Espíritu cósmico lo influenció de una manera espiritual, por lo
que pudo saber que con la luz del sol, con los rayos que caen del Sol
sobre la Tierra, vienen también los rayos espirituales, los rayos de
la gracia divina-espiritual y la abundancia, que encienden en el alma
y el espíritu del hombre ese "hombre superior" al que el
hombre común en nosotros debe aspirar continuamente.
En aquellos tiempos
antiguos, a los iniciados no se les daban nombres por ningún motivo
externo; sus nombres les llegaban por razón de lo que sabían. Y así
este sublime iniciado de quien hablamos fue llamado por sus alumnos,(
y también se llamaba asimismo) Zaratustra, Zoroastro, la Estrella
Radiante; recibió el nombre de la divinidad radiante que envía a la
Tierra los rayos de la sabiduría. La iniciación de Zaratustra fue,
en relación con todas las iniciaciones que vinieron después de él,
la más elevada y más sublime. Cuando miraba el Sol cósmico
espiritual, estaba mirando la fuente de todas las fuerzas que hacen
que las piedras en la Tierra sean duras y sólidas, que hacen que las
plantas salgan de sus semillas y crezcan, que hacen los animales;
extenderse sobre la faz de la tierra en sus diferentes tipos, y eso
hace que el hombre florezca y prospere en la Tierra. El más antiguo
de los Zaratustra, la Estrella Radiante, tenía conocimiento de todo
lo que sucedía en la Tierra; y él tenía este conocimiento porque
pudo experimentar el Ser Espiritual del Sol.
Luego llegó un tiempo en
que el hombre ya no era capaz de penetrar tan profundamente en los
Misterios de los mundos, el tiempo que he nombrado, en mi "Ciencia
Oculta", después de las civilizaciones de Caldea y Egipto. El
hombre todavía miraba hacia el Sol, pero ya no lo veía tan radiante
como enviando rayos; lo veia solo como brillando, como iluminando la
Tierra con su luz. Los hombres hablaron en esos tiempos de Ra, cuyo
representante en la Tierra era Osiris; Ra significaba para ellos el
Sol que se movía alrededor de la Tierra, dando luz. Algunos de los
secretos se habían perdido; el iniciado ya no era capaz de ver con
plena claridad interior al radiante Dios cósmico, como lo habían
hecho los iniciados de un tiempo anterior. Solo podían ver cómo las
principales fuerzas astrales provienen del Sol. Zarathustra vio en el
Sol un Ser, todavía era capaz de ver en el Sol un Ser. Los iniciados
de Egipto y de Caldea vieron en el Sol las fuerzas que llegan a la
Tierra: fuerzas de la luz, fuerzas de movimiento. Lo que vieron eran
las acciones, algo inferior al Ser; acciones espirituales, es verdad,
pero no un Ser espiritual. Y los iniciados egipcios hablaban de Uno
que representa en la Tierra las fuerzas del Sol que el hombre lleva
dentro de si; y lo llamaron Osiris.
Cuando llegamos a la edad
de Grecia, encontramos que en el octavo, séptimo y quinto siglo
antes del Misterio del Gólgota, el hombre ya había perdido todo el
poder de mirar en los Misterios del Sol, solo podía ver el efecto de
la influencia del Sol. en el ambiente de la tierra El hombre vio el
funcionamiento del Sol en el éter que llena todo el espacio
alrededor de la Tierra. Y a este éter, que se extiende alrededor de
la Tierra e impregna también al hombre mismo, los iniciados griegos
-no la gente en general, sino los iniciados- lo llamaron a Zeus.
Ha habido pues estas tres
etapas en la evolución cultural de la humanidad. Primero fue la
etapa en la que los iniciados contemplaron en el Sol un Ser
Divino-Espiritual; luego vino una segunda etapa, en la que los
iniciados contemplaban las fuerzas del Sol que están trabajando
allí; y finalmente una tercera etapa, en la que los iniciados
contemplaban solo la influencia del Ser del Sol en el éter de la
Tierra.
Ahora, hubo en un tiempo
posterior un hombre que estuvo tan cerca de las enseñanzas de
iniciación como era posible para el tiempo en que vivió, y que
estaba familiarizado con la enseñanza de estos tres aspectos del
Sol: el aspecto del Sol según Zaratustra, el aspecto del Sol
asociado con Osiris, y el aspecto del Sol visto y entendido por
Pitágoras y Anaxágoras. Me refiero a Julian el Apóstata. Julian el
Apóstata no pudo contemplar el Sol en los tres aspectos, pero sabía
de la enseñanza; él sabía que era una tradición que había
llegado a las Escuelas de Misterios. Y tan impresionado estaba
Juliano el Apóstata por esta enseñanza de los tres aspectos del
Sol, que para él lo que el cristianismo aportaba le parecía pequeño
en comparación. Porque aún sabía de la inexpresable gloria y
esplendor en que Zaratustra había mirado; había aprendido a conocer
también las actividades del fuego y de la luz, de las fuerzas
químicas cósmicas y de las fuerzas vitales cósmicas, como el
hombre había sido capaz de contemplarlas en los Misterios antiguos.
De todo esto él, Julian, había podido en su tiempo aún aprender,
aunque solo por tradición. Y toda la enseñanza le pareció tan
sublime, tan poderosa, que se halló incapaz de aceptar el
cristianismo. De hecho, los pensamientos y propósitos de su mente se
volvieron en otra dirección. Aprovechó el deseo de impartir a la
humanidad los antiguos Misterios en los que él mismo había sido
iniciado hasta cierto punto. Y esto, mis queridos amigos, fue lo que
finalmente condujo al desenvainamiento de la daga que llevó su vida
a un final violento. La mano que levantó la daga pertenecía a
alguien que consideraba un pecado comunicar las nobles enseñanzas de
iniciación en la corriente general de la humanidad y que quería que
la gente oyese hablar del Sol de una manera externa solamente, es
decir , por supuesto, en los términos externos que eran habituales
en esa época.
Juliano el Apóstata
declaró que el Sol tiene tres aspectos: primero, el aspecto del éter
terrenal; en segundo lugar, el aspecto de la luz del cielo que está
detrás del éter terrenal, que es también el aspecto del éter
químico, del calor del fuego y las fuerzas de la vida; y, por
último, el aspecto del Ser espiritual puro. Por esto fue quitado de
enmedio. Y, de hecho, debe admitirse que aún no había llegado el
momento en que la humanidad, en general, estabiese lista para recibir
verdades tan solemnes y de tanto peso.
Sin embargo, un estudio
de la historia puede sacar a la luz algo más a este respecto, que es
de gran importancia. Buena parte de esta triple enseñanza de
Zaratustra, Osiris y Anaxágoras: la enseñanza del Sol espiritual;
del sol elemental; y de Zeus, el éter del sol inundando el ambiente
de la Tierra, encontró su camino en la cultura externa exotérica de
Grecia. Y el mundo nunca hubiera tenido un arte griego tan sublime,
ni la tan maravillosa filosofía griega, nunca habría tenido un
Platón y un Aristóteles, si no fuera por el arte y la filosofía de
Grecia, las corrientes de esta antigua sabiduría pudieron fluir. Sin
embargo, llegó un tiempo en que las verdades de iniciación
transmitidas desde épocas pasadas ya no estaban suficientemente
protegidas de la profanación. Muchas enseñanzas que tuvieron su
origen en la sabiduría iniciatica pasaron a manos de destacados
romanos, especialmente los emperadores romanos. Entre todos ellos,
quizás solo de Augusto, se puede decir que todavía sabía cómo
valorar la sabiduría iniciatica que se le impartió. En el mundo
romano, en términos generales, no había comprensión del factor
esotérico en el arte y la sabiduría griegas, no se reconocía que
éstas, contenían elementos que podían remontarse a la enseñanza
de la sabiduría más antigua. Por consiguiente, lo irremediablemente
prosaico, la civilización semibárbara de Roma asumió lo que
podríamos llamar el brillo superficial, el brillo de la cultura
griega, pero fue completamente incapaz de transmitir, en su verdadera
forma, a las generaciones posteriores lo que vivía en el corazón de
esta cultura. Y así, cuando las influencias romanas comenzaron a
impregnar al cristianismo que, desde el Misterio del Gólgota, había
estado abriéndose paso en el mundo, no hubo posibilidad de que el
cristianismo recibiera, junto con todo lo que venía de Roma, la
verdadera esencia del cultura antigua.
Cuando les describo
eventos históricos de la manera en que lo he estado haciendo, no
deben tomarlo como una expresión de culpa o de crítica. Era
necesario para la evolución de la humanidad que las cosas sucedieran
como lo hicieron. Sin embargo, también es necesario que no cedamos
al hecho de que, como Roma no supo cómo valorar y proteger la
iniciación, las genuinas verdades iniciáticas de los primeros
tiempos se vieron impedidas de encontrar su camino hacia Occidente.
Debemos darnos cuenta de que nosotros, como seres humanos que
poseemos la conciencia ordinaria de los tiempos modernos, hemos sido
privados de las verdades sagradas de los tiempos antiguos porque Roma
fue incapaz de comprender estas verdades. Como sabemos, fue un hombre
que provenía de Roma el que expulsó de Europa a los últimos
filósofos griegos restantes y los obligó a buscar refugio en
Oriente.
He tenido que recordar
estas cosas; ya que la consideración del tema que estamos tratando
ha hecho necesario comenzar refiriéndonos a ellas, evocando nuestros
pensamientos, aunque solo sea por un breve momento, hasta el tiempo
lejano en que los maestros espirituales del hombre todavía podían
volver la mirada hacia los cielos estrellados y contemplar allí el
triple Sol. El único remanente de este conocimiento que ha quedado
para las generaciones posteriores es el símbolo de ello en la triple
corona usada por los Papas de Roma. El símbolo exterior permanece;
la realidad interna está perdida. Pero a través de la nueva
iniciación de los tiempos modernos, de alguna manera, se ha abierto
una vez más para que el hombre mire hacia atrás a aquellas épocas
anteriores de su evolución. Esta nueva iniciación que nuestra
enseñanza antroposófica tiene que contar, nos permite mirar hacia
atrás y contemplar cómo fue para el hombre, cuando levantó la
vista de la Tierra al Sol y escuchar lo que el Sol debería enseñarle
sobre los misterios de la evolución humana .
Mis queridos amigos,
cuando los discipulos de los antiguos iniciados observaron el amplio
universo y hablaron de lo que vieron, viviendo más allá de la
Tierra en el funcionamiento del Sol, sí, en el Sol mismo, cuando
hablaron de lo sublime El Ser Espiritual del Sol proclamado por
Zaratustra, estaban hablando del mismo Ser que, en estos últimos
tiempos, designamos como Cristo. De modo que nos estamos adhiriendo
estrictamente a la verdad cuando decimos que los iniciados de tiempos
antiguos vieron al Cristo fuera de la Tierra en el Cosmos, en el
Cosmos que tiene su centro y representante en el Sol. La verdadera
esencia del Misterio del Gólgota no radica en el hecho de que enseña
a Cristo. Los iniciados de tiempos antiguos también sabían y
enseñaban de él. Solamente, ellos hablaron de Él no como viviendo
en la Tierra, en las fuerzas de la Tierra, sino como viviendo dentro
de las fuerzas del Sol. Es un error pensar que los antiguos iniciados
no hablaron del Ser Crístico. Cristo fue mencionado continuamente
antes del Misterio del Gólgota, como un Ser que está fuera y más
allá de la Tierra. Los hombres han perdido de vista esta verdad y
son propensos a considerar su declaración como no cristiana. Pero,
¿por qué debería considerarse tal declaración como no cristiana,
dado que los Padres de la Iglesia primitiva sin duda sostenían este
punto de vista? Dijeron: "Los sabios de antaño que a menudo se
describen como paganos son, en un sentido más profundo, cristianos.
Los Padres de la Iglesia primitiva no dudaron en hablar de los
paganos como cristianos antes del Misterio del Gólgota ".
Lo que tuvo lugar en el
Misterio del Gólgota fue nada menos que aquel Ser que, previamente,
no se encontraba en la Tierra, a Quien solo se le podía encontrar
fuera de la Tierra cuando uno había sido iniciado en los Misterios
de los cielos, - este Ser encarnardo en Jesús de Nazaret, vivió en
la Tierra en Jesús de Nazaret, fue crucificado y sepultado en la
Tierra, y se apareció a sus discípulos iniciados como Resucitado,
como Aquel que ha resucitado en el cuerpo espiritual. El gran y
sublime Ser del Sol descendió desde las alturas cósmicas, descendió
a la Tierra, ese es el evento que sucedió en el Misterio del
Gólgota. Y cuando descendió de los mundos espirituales y pasó por
la muerte, y su cuerpo fue sepultado en la tierra, este mismo Cristo,
después de su muerte, después de su resurrección, tuvo discípulos
iniciados. Y es importante que muchos sepan hoy lo que Cristo enseñó
en aquel tiempo a Sus discípulos iniciados; es importante que muchos
conozcan esta enseñanza del Cristo resucitado, a fin de que puedan
participar en las fuerzas que ahora están trabajando para la futura
evolución de la humanidad.
Miremos hacia atrás una
vez más a los iniciados de los tiempos antiguos. ¿Cómo recibian su
enseñanza? Todos los iniciados de la antigüedad fueron instruidos
por Seres que estaban fuera y más allá de la Tierra. Y la
instrucción se llevaba a cabo de la siguiente manera. Los discipulos
de los Misterios eran entrenados y preparados para poder ver cuando
estaban fuera de su cuerpo, y luego a través de este tipo de visión
llegaban a conocer Seres. Hemos hablado de cómo Zaratustra llegó a
conocer a Cristo como un Ser del Sol sublime. Los iniciados de la
antigüedad llegaron a conocer también a otros Seres de las
Jerarquías. Y el lenguaje, el lenguaje espiritual que era utilizado
por un Ser que descendió de esta manera para enseñar a los
iniciados, era un lenguaje por medio del cual, en aquellos tiempos
todavía era posible impartir enseñanzas a los hombres.
Por lo tanto, en los
tiempos antiguos había maestros divinos. Y el Cristo, - Él también
fue un maestro divino. Para aquellos a quienes dio instrucciones
después de su resurrección, él fue el maestro divino. Y lo que fue
capaz de enseñarles era nuevo; era más de lo que enseñaban los
maestros divinos anteriores.
Los maestros divinos de
edades más tempranas hablaban a los hombres de los secretos del
nacimiento, pero no hablaban de los secretos de la muerte; porque en
el mundo divino de donde los primeros maestros divinos descendieron
para enseñar a los iniciados del tiempo antiguo, no había seres que
hubieran sufrido la muerte. La muerte era algo que solo podía ser
experimentado en la Tierra por el hombre. Los dioses miraban hacia
abajo y veian al hombre que muere; su conocimiento de la muerte era
simplemente un conocimiento externo. Pero Cristo aprendió a conocer
la muerte en la Tierra. Porque no se encarnó meramente, para brillar
en algún ser humano en ciertos momentos, como fue el caso con los
maestros del ser divino de hace mucho tiempo. Cristo aprendió a
conocer la muerte en la medida en que Él, un Dios, vivió en la
Tierra como un alma humana en un cuerpo físico humano. Por lo tanto,
aprendió a conocer la muerte en la realidad. Él pasó por la
muerte. Y aprendió también algo más.
Mis queridos amigos, si
el Cristo solo hubiera experimentado lo que tuvo lugar desde el
momento del Bautismo en el Jordan hasta el tiempo de la Crucifixión
y Muerte en la Cruz, entonces, habiendo pasado por todo esto, aún
así no habría podido hablar de los Misterios de los cuales habló a
Sus discípulos iniciados después de Su resurrección. Debo
explicarles que, para los maestros divinos que pudieron descender a
la Tierra, y para los maestros iniciados en tiempos antiguos, todos
los Misterios estaban abiertos en todo el mundo excepto los Misterios
del interior de la Tierra. Los iniciados sabían que allá abajo, en
la Tierra, los Seres espirituales ejercían el mando, de una forma
muy distinta a los Dioses que antes del Misterio del Gólgota usaban
una y otra vez para descender a los seres humanos. Los griegos, por
ejemplo, no ignoraban a los Seres Espirituales en el interior de la
Tierra; los llamaban en su mitología los Titanes. Pero Cristo fue el
primero de los Dioses Superiores en aprender a conocer el interior de
la Tierra. Ese es un hecho importante. El Cristo, por haber sido
sepultado en la Tierra, llevó ese conocimiento a los Dioses
Superiores, de una región de la cual antes no tenían conocimiento.
Y este secreto, - que los Dioses también experimentan evolución -
este secreto Cristico fue comunicado a Sus discípulos iniciados
después de Su Resurrección. Este secreto Pablo también lo aprendió
a través de la iniciación natural que experimentó en las afueras
de Damasco. Lo que sorprendió y sacudió a Pablo hasta lo más
profundo de su ser fue el conocimiento de que el Poder que
anteriormente se había buscado en el Sol ahora se había unido con
los poderes de la Tierra.
Así fue el Misterio del
Gólgota, para la comprensión de aquellos que primero lo dieron a
conocer a los hombres, no un evento solo para la Tierra, sino un
evento cósmico, un evento para todos los mundos. Así es como fue
entendido en los primeros tiempos del cristianismo. Y los verdaderos
iniciados describieron el evento de la siguiente manera.
Eran profundamente
iniciados, los primeros iniciados cristianos; y sabían que el
Cristo, a quien consideramos hoy como el Ser que pasó por el
Misterio del Gólgota al principio de nuestra era, - ellos sabían
que el Cristo, que vino acá desde el Sol, también había descendido
al Sol desde alturas aún más distantes. Fue en el sol donde
Zarathustra lo contempló. Entonces su poder pasó a los rayos del
sol. Los iniciados de Egipto lo contemplaron en los rayos del sol. Y
luego su poder vivió en el ambiente de la tierra. Fue allí donde
los iniciados de Grecia lo contemplaron. Y ahora, en este tiempo
presente, así lo dijeron los primeros iniciados cristianos, se le da
al hombre contemplar a Cristo como Aquel que caminó sobre la Tierra
en un cuerpo terrenal, el cual es visto por nosotros en Su verdadera
forma cuando lo vemos como el Resucitado, el Cristo que está en la
Tierra, y ha visto el Misterio de la Tierra y ahora puede lograr que
este Misterio fluya gradualmente en la evolución de la humanidad.
Hubo una maravillosa
calidez y brillo en cuanto a la forma en que se transmitió esta
enseñanza esotérica, en las escuelas de iniciación dispersas y
solitarias, durante los primeros siglos después de Cristo, viniendo
desde el este y extendiéndose continuamente hacia el oeste por
canales secretos. Sí, no lo duden, había verdaderamente una
enseñanza asi de esotérica del cristianismo. Los Padres de la
Iglesia Primitiva sabían más de lo que se conoce hoy en día. Pero
también vieron al mismo tiempo el ataque que amenazaba desde el lado
de Roma. Los historiadores modernos tienen muy poca idea de la
magnitud de esa colisión entre el impulso cristiano primitivo y el
mundo antiespiritual de Roma. Lo que el mundo romano hizo fue arrojar
un manto de externalidad sobre los misterios cristianos más
profundos.
Los hombres de antaño
tenían una relación vital con los poderes del Universo, tal como
apenas nos es posible imaginar hoy con nuestra conciencia ordinaria.
Los hombres que vivieron tres, cuatro, cinco mil años antes de
Cristo sabían muy bien que cuando comían esta o aquella sustancia,
continuaba trabajando en su cuerpo y traía los poderes del Cosmos a
la manifestación dentro de ellos. Miren, por ejemplo, el tipo de
instrucciónes que Zaratustra les daba a sus discípulos. Solía
enseñarles de la siguiente manera. "Ustedes comen los
frutos del campo. Estas frutas han sido iluminadas por el Sol y en el
Sol vive ese poderoso y elevado Ser Espiritual. El poder del elevado
Ser Espiritual, proveniente del Cosmos distante, entra con los Rayos
del Sol en los frutos del campo. Ustedes comen los frutos del campo;
lo que la sustancia produce en ustedes les llena con las fuerzas
espirituales del Sol, cuando disfrutan de los frutos del campo, el
Sol "se eleva" en ustedes, les diré lo que deben hacer en
las festividades solemnes. Tomen algo que haya sido preparado con los
frutos del campo. Mediten sobre eso. Recuerden que el Sol está
dentro de él. Mediten sobre él hasta que el pedazo de pan se vuelva
radiante para ustedes. Luego cómanlo, y séan conscientes de cómo
el Espíritu del Sol ha venido del vasto Universo, ha entrado en
ustedes y se ha vuelto vivo dentro de ustedes ".
¿Qué queda de todo
esto? Simplemente la expresión externa, el comer el pan en la misa y
en el servicio de comunión. Y aquellos que continúan celebrando
este rito en el espíritu y la comprensión que Roma introdujo en el
cristianismo, son los mismos que más ferozmente se oponen a
cualquier sugerencia de que el hombre necesita la sabiduría cósmica
para comprender las enseñanzas de Pablo; porque Pablo vio un
Resplandor, que le inundaba interiormente desde las nubes, de esa
fuerza que es el Poder del Sol, el Ser supercorpóreo, el Cristo, que
en el Misterio del Gólgota descendió a la Tierra, - la Divinidad
Cósmica unida con las fuerzas del sol. En los primeros tres o cuatro
siglos de evolución cristiana, aún se sabía mucho de este
Misterio. Después, el conocimiento externo del mundo se apoderó
tanto del hombre que hoy, cuando leemos los relatos que nos han
llegado de los primeros siglos cristianos, apenas nos es posible
reconocer cuán profundamente espiritual era la primera concepción
cristiana del evento del Gólgota. Pero ahora ha llegado el momento
en que es de la mayor importancia para el hombre mirar hacia atrás y
recordar una vez más en la memoria la comprensión espiritual del
cristianismo que tuvo en los primeros siglos después de Cristo.
Desde entonces, el hombre ha pasado por un desarrollo que le ha
permitido alcanzar una maravillosa sabiduría terrenal. A través de
esto se ha convertido en un ser libre. En tiempos antiguos, incluso
ni los iniciados eran libres. Cuando querían trabajar con impulsos
realmente profundos, se dejaban guiar por los Dioses. Al alcanzar la
sabiduría terrenal, y solo por eso, el hombre puede liberarse. Sin
embargo, en el futuro cercano esto tendrá el resultado de que las
fuerzas anti-divinas y anticristianas podrán apoderarse de las almas
de los hombres. Estas fuerzas anticristianas, las llamo las fuerzas
ahrimánicas.
Tenemos en nuestros días
una ciencia altamente desarrollada, pero aún no está cristianizada.
Hablamos mucho sobre nuestra civilización y cultura, pero nadie ve
ninguna ocasión para cristianizar la ciencia natural sobre la cual
se fundamenta. Sin embargo, debe ser cristianizado; de lo contrario,
seremos privados de todo lo que necesitamos del cosmos. Lo perderemos
por completo. Hace mucho tiempo, cuando los hombres eran más
sensibles, podían recibir comprensión junto con la nutrición que
disfrutaban. Pero a medida que ha ido pasando el tiempo, se han ido
distanciando cada vez más de la vida cósmica. En la última parte
de la época de la cultura Egipto-Caldea, los iniciados aún podían
hablar de las fuerzas de los Dioses, las fuerzas que entran en las
plantas y las piedras. Y entonces podría surgir en este momento una
ciencia de sanación y medicina. Y, de hecho, nuestros remedios más
efectivos hoy provienen de esa época antigua. Sí, en el ámbito de
la curación también, tendremos que recurrir de nuevo a las
verdaderas fuentes de conocimiento, y desarrollar un arte de la
medicina que se base en la comprensión de las fuerzas más profundas
de las cosas que nos rodean. Basandose en la ciencia de la iniciación
moderna para encontrar el camino. El movimiento antroposófico no
está realmente allí para nada más que para impartirle al hombre
aquello que es alcanzable para él hoy. Desde 1879, la Edad Oscura,
como la llamaron los profetas de la antigüedad, finalmente ha pasad.
Todo a nuestro alrededor es el mundo espiritual, el mundo espiritual
viviente que puede revelarse a nosotros; podemos percibirlo y obtener
conocimiento de ello. Y es para que nosotros escuchemos y oigamos lo
que el mundo espiritual nos está revelando. Ese es el ánimo y el
propósito que tenemos en perspectiva en este movimiento
antroposófico nuestro; queremos hacer hombres atentos a las
revelaciones del mundo espiritual. Verdaderamente, esa es una tarea y
misión que no es asunto de la humanidad solamente, concierne a los
mundos cósmicos.
Mis queridos amigos,
cuando comencemos a comunicar hechos únicos y concretos a partir del
conocimiento de la iniciación, no debemos sorprendernos si una u
otra verdad se tropieza con el ridículo e incluso el desprecio.
Recuerden lo que dije al comienzo de mi conferencia, que hoy en día
es necesario que las personas que tienen un conocimiento claro y
detallado sobre la evolución de la humanidad, el mundo de hoy está
necesitado de personas que hayan adquirido tal conocimiento de la
ciencia de la iniciación. Y creo que habrán visto, a partir de las
descripciones que se han dado, cuán importante es que no debamos
contentarnos con el reconocimiento de verdades generales y tópicas,
sino que debemos llevar estas verdades al mundo cotidiano de la
humanidad, y déjadlas cobrar vida allí. Esto lo podremos hacer,
porque las verdades de la iniciación tienen en ellas el vigor de la
vida y pueden hablar con fuerza y precisión sobre la vida del hombre
en la Tierra. Dejenme darles un ejemplo.
Durante la época de una
de las últimas cruzadas, vivía en un monasterio en Italia un joven
monje, extraordinariamente dotado y que se dedicó a un estudio
especial del conocimiento que venía, no por escrito, sino por boca a
boca. - desde los primeros tiempos cristianos. Para tal conocimiento
continuó viviendo durante mucho tiempo como tradición,
especialmente en algunos de los monasterios. Un monje mayor, por
ejemplo, lo impartiría a un menor cuando estuvieran solos; y el
joven monje de quien estoy hablando aprendió una gran cantidad de
conocimiento cristiano primitivo de esta misma manera. Luego se fue
de Italia y se unió a la Cruzada. Cayó enfermo en Asia Menor, y
mientras estaba siendo atendido, conoció a un monje aún mayor que
había sido iniciado en los Misterios del cristianismo. Como
resultado de esta reunión, se despertó un anhelo intenso en el
joven para llegar a un conocimiento y una comprensión reales de los
misterios cristianos más profundos, y luego murió en el este. Y
nació de nuevo en nuestra era, nació de nuevo como una persona en
la que las fuerzas que vinieron de su encarnación anterior obraron
con fuerza y se mostraron de la siguiente manera notable. Como dije
hace un momento, cuando uno comienza a hablar sobre el terreno del
conocimiento de iniciación sobre asuntos prácticos de la vida, en
realidad no cabe esperar menos sino que la gente lo ridiculice. Sin
embargo, es absolutamente necesario que esto se haga en nuestros
días; y llegará el momento en que tendremos la percepción de que
las cosas que se disciernen espiritualmente se pueden considerar como
hechos históricos con la misma franqueza y seguridad con la que
hablamos de los hechos de la ciencia externa.
La personalidad de la que
hablo no es otra que el Cardenal Newman. Sigan el curso de su vida
desde la juventud en adelante; miren el conocimiento que poseía,
lean sus propias palabras. Creo que no se puede negar que en el
Cardenal Newman tengamos una fuerte personalidad imbuida de un
cristianismo que se diferencia del cristianismo de su entorno.
Comprenderán por qué quería alejarse del tipo de cristianismo
intelectual que encontraba a su alrededor, y soñaba con otro tipo de
conciencia, como la que habían poseído los primeros discípulos de
Cristo resucitado. Sigan su vida aún más, tengan en cuenta las
palabras significativas que pronunció en el momento de su
investidura, cuando declaró que no puede haber salvación para la
religión, a menos que el hombre reciba una nueva revelación.
Reflexionen sobre todo, y les quedará claro que esta búsqueda
sincera nace de un anhelo profundo y poderoso que había surgido de
vidas pasadas en la Tierra. El hombre percibió la presencia y el
impulso de esas fuerzas espirituales de las que hablé en la segunda
parte de mi conferencia. Sintió, si bien vagamente, que podría ser
posible en nuestros días, al experimentar un desarrollo especial,
alcanzar un nuevo conocimiento de iniciación, recibir una nueva
revelación. Y, sin embargo, él mismo finalmente aceptó su
comprensión del cristianismo: ¡una tradición! No necesito decirles
adónde lo llevó su búsqueda; pueden leer la historia por ustedes
mismos. Se esforzaba por alcanzar, a través de la "penumbra",
una "luz" que está más allá, pero permanece todo el
tiempo dentro de la nube. Un conocimiento más profundo de su ser nos
revela que Newman no era realmente culpable de esto, sino que era, en
este sentido, un sacrificio, una víctima de su edad, una víctima de
las fuerzas ahrimánicas, como los nombré hace un momento. Estas
fuerzas Ahrimánicas tuvieron una influencia extraordinariamente
fuerte sobre el Cardenal Newman; cayeron sobre él y tomaron cautivo
su poder de pensamiento, que consecuentemente fue incapaz de
desarrollarse libremente y encontrar su camino hacia la
espiritualidad. Porque quien quiera que desarrolle su vida en
libertad debe antes que nada ser libre en su pensamiento, debe
liberar su poder de pensamiento de la esclavitud del cerebro.
Ahriman logra sus mayores
éxitos acortando la segunda mitad de la vida del hombre después de
la muerte. Ustedes saben cómo transcurre cierto tiempo entre la
muerte y un nuevo nacimiento. He descrito en Mis dramas misterio cómo
este tiempo consiste en dos mitades, la segunda mitad sigue su curso
después de lo que he llamado la Medianoche Cósmica. Es esta mitad
posterior - el período desde la Medianoche Cósmica hasta el momento
del nuevo nacimiento - el que Ahriman intenta acortar. Y al hacerlo,
se apodera del cerebro humano y su pensamiento. Con energía
impetuosa y salvaje, se sujeta al cerebro e intenta mantener a los
hombres hechizados en la Tierra. Así es como las fuerzas Ahrimánicas
están trabajando hoy, y cada vez en mayor medida; tratan de llevar
el poder del pensamiento del hombre cada vez más profundamente al
reino terrenal, lejos del mundo espiritual. Los seres humanos son así
encarnados uno o dos siglos antes de tiempo. Este método de ataque
por parte de las fuerzas Ahrimánicas debe superarse con energía
espiritual y determinación. En el tiempo en que el Cardenal Newman
aún sostenía el timón de su vida, él era incapaz, a pesar de toda
su energía espiritual, de liberar su pensamiento lo suficiente, o no
habría hablado como lo hizo de la necesidad de una nueva revelación,
sino que él mismo habría encontrado el camino ". No podemos
omitir de nuestras consideraciones a una persona como el Cardenal
Newman cuando llamamos la atención sobre la espiritualidad que puede
llevar al hombre de nuestra época a una nueva vida. Porque esta
espiritualidad ayudará a los hombres, como ya lo indiqué, a
comprender el Misterio del Gólgota. Les permitirá invocar sus más
completos poderes humanos para su comprensión; y el Misterio del
Gólgota vivirá entonces dentro de ellos, dentro de su ser más
íntimo. Hablando aquí en Inglaterra, he citado deliberadamente al
cardenal Newman como ejemplo. El estudio de figuras trágicas como la
suya puede hacernos comprender forzosamente la necesidad de nuestro
tiempo; y encontrarán muchas instancias similares aquí en
Inglaterra. Por eso es tan urgente que haya comprensión en este país
de la necesidad de ese conocimiento espiritual y vida espiritual, del
cual el Cardenal Newman fue arrebatado por las fuerzas Ahrimánicas.
El conocimiento espiritual y la vida espiritual deben volverse
accesibles para la humanidad, si se quiere salvar la civilización de
la ruina.
La comprensión de tales
relaciones que hemos estado considerando puede estimular en nosotros
la determinación de hacer todo lo que esté a nuestro alcance para
promover la vida espiritual de la humanidad. Realmente no hay otro
rumbo posible para nosotros hoy. Sin embargo, no nos olvidemos del
hecho de que los poderes ahrimánicos son muy fuertes. La verdad de
la que daríamos testimonio tiene enemigos feroces y obstinados,
inspirados por estos poderes ahrimánicos. ¡Cada vez desarrollan más
y más fuertes estos poderes! Quiero decirles esto hoy, que no se
sorprendan cuando descubran que tan pronto como el movimiento
antroposófico comience a destacar en el mundo, tendrá que luchar
continuamente y cada vez más con terribles fuerzas enemigas. Que mis
palabras puedan animarles, por un lado para tener una idea de la
voluntad y la intención que yace detrás de todos nuestros esfuerzos
antroposóficos, y por otro lado para estar en guardia contra los
ataques, que a menudo serán groseramente difamatorios, de los
enemigos que quieren sofocar este movimiento en el momento de su
nacimiento. Por muy fuertes que sean estos enemigos, ni un ápice
debemos ser menos fuertes, cada uno de nosotros con el poder positivo
de su propia energía e iniciativa. La concepción antroposófica del
mundo debe presentarse ante el mundo con claridad y veracidad,
incluso si en la forma en que se presenta debe a menudo encontrarse
con malentendidos y con una tendencia a desconfiar de los ánimos y
propósitos de nuestro movimiento.
Por lo tanto, deseo
fervientemente que haya muchos entre ustedes que se conmoverán y
acelerarán para trabajar incansablemente en el momento en que esta
espiritualidad, a pesar de todo lo que se hace para tergiversarla y
oscurecerla, prevalezca en el mundo. Que sientan la necesidad de
hacerlo significará que son conscientes del hecho de cuán
urgentemente necesaria es esta espiritualidad para la futura
evolución de la humanidad.
Si nos hemos acercado
unos a otros, queridos amigos, en una comprensión común de la
naturaleza más íntima del Ser de la Antroposofia, y de su
importancia para nuestra época, entonces esta reunión para la que
hemos tenido que esperar durante algunos años, ha dado fruto, que,
por mi parte, estaré listo para reconocer como fruto bueno y bello.
Llevando esta esperanza en nuestros corazones, resolvamos permanecer
juntos en alma, incluso cuando en términos de espacio estamos muy
separados.