GA107-6 Berlín, 29 de octubre de 1908. -las cuatro almas grupo humanas

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RUDOLF STEINER

LAS CUATRO ALMAS GRUPO HUMANAS

(León, Toro, Águila, Hombre)



Berlín, 29 de octubre de 1908.

Conferencia 6

Hoy vamos a considerar algunas cosas que ustedes desde ciertos aspectos ya conocen. Pero en todas las cuestiones teosóficas, solo las penetramos completamente cuando son enfocadas desde diferentes aspectos. Y aquí en estas regiones de Europa central, dentro de la corriente teosófica se debaten cosas que se extraen de las investigaciones ocultas más avanzadas y por lo tanto, pueden malinterpretarse fácilmente. Por otro lado, sin embargo, no avanzaríamos si no nos aventurásemos por una vez a hablar de estas cosas llanamente. Simplemente recuerden que si retrocedemos en la evolución humana, a través de las diversas épocas de la era post-Atlante, tan atrás como hasta la Atlántida, y desde allá retrocedemos incluso a los períodos más antiguos de la Atlántida, a continuación, si volvemos nuestra mirada espiritual sobre los eventos de ese tiempo, encontramos formas muy diferentes de humanidad.
En el último tercio de la época atlante, el cuerpo etérico estaba, en cierta medida, fuera del cuerpo físico. La cabeza del cuerpo etérico aún no estaba unida con las fuerzas del cuerpo físico, que son las fuerzas del ego, de la auto conciencia. Si observamos el proceso que está detrás de esto, podemos decir: la evolución progresiva consiste en que la amplia extensión de la cabeza etérica se va ciñendo a la cabeza física. Si miramos un caballo hoy, vemos que la cabeza etérica del caballo sobrepasa la cabeza física. También les he hablado de la gigantesca organización que forman las partes etéricas del elefante, que se extienden mucho más allá del cuerpo físico: casi como una casa, por así decirlo. Así también, en la época atlante el cuerpo etérico del hombre todavía estaba afuera, y gradualmente fue entrando más y más. Esa entrada de un miembro más enrarecido en uno más denso produce, a su vez, una densificación de lo que es físico. La cabeza física del hombre antes del último tercio de la época atlante tenía una apariencia muy diferente de la que tuvo después. Y si volviéramos aún más atrás hacia los últimos tiempos lemúricos, entonces espiritualmente se vería muy poco de la cabeza física. Consistía primeramente en una materia bastante suave y transparente. Solo mediante la entrada gradual de la cabeza etérica y a través de la asimilación gradual de sustancias, se van densificando partes de la cabeza y por tanto separándose de su entorno. Incluso en la última Atlántida, el hombre todavía estaba dotado, en un grado extraordinario, de lo que se ha mantenido, (pero como algo patológico la hidrocefalia), como agua en el cerebro, como un cerebro acuoso. Además de esto, tenemos que pensar en un ablandamiento de los huesos, un ablandamiento total de los miembros superiores del hombre. Eso suena terrible para el hombre moderno. Lo que hoy forma la cabeza humana, y la envuelve, se va endureciendo a partir de esta sustancia acuosa. La comparación que a veces doy no es del todo inapropiada: la cristalización de la sal a partir de una solución de agua y sal, en un vaso. Esto nos da una idea bastante correcta, la cristalización de una solución de agua y sal. Este proceso de endurecimiento con respecto a la cabeza, ya había tenido lugar previamente con el resto del organismo del hombre.
Todos los otros miembros se desarrollaron gradualmente a partir de una masa blanda, de modo que podemos decir: ¿Dónde estaba el yo humano entonces, en realidad? ¿Dónde estaba el yo actual? No estaba realmente dentro del hombre en ese tiempo, sino en su entorno. Podemos decir: los miembros superiores del hombre se endurecen por medio de la entrada del yo. Dado que el yo estaba fuera del hombre, todavía estaba dotado de una cualidad que luego cambió. Al entrar en el cuerpo físico, el yo fue capaz de convertirse en un yo individual, mientras que antes era todavía una especie de alma grupal.
Voy a dar aquí una imagen de los hechos del caso. Imaginen un círculo de doce hombres sentados en algún lugar. Estos doce hombres están sentados en un círculo. A través de la evolución tal como es hoy, cada uno de estos hombres tiene su propio yo interior. Así pues, en este círculo están sentados doce yoes. Consideremos dicho círculo de hombres en la era atlante; entonces también los cuerpos físicos se sentaban alrededor, pero el yo está solo en el cuerpo etérico que todavía está afuera. El yo está situado por consiguiente delante de cada uno. Este yo, no obstante, tiene otra característica. No está tan centralizado. Desarrolla, por así decirlo, sus fuerzas y unido con los yoes de los otros hombres forman un anillo que, de nuevo, envía sus fuerzas hacia su centro. Por lo que, aquí tenemos un cuerpo etérico circular que forma una unidad en sí mismo, y dentro de él, los yoes. Así, hay un círculo de cuerpos físicos, y dentro una superficie circular etérica, que forma una unidad porque los yoes están atrapados en ella, y el yo individual está cerrado. A través de esta imagen llegamos a una idea pictórica de las almas grupales.
Si retrocedemos más, aún podemos mantener esta imagen, pero no debemos imaginar un círculo tan regular de hombres; Estos seres humanos pueden estar dispersos en el mundo de la manera más múltiple. Imaginemos uno en el oeste de Francia, otro en el este de América, etc., es decir, no sentados juntos. En lo que concierne a las leyes del mundo espiritual, los yoes pueden todavía estar conectados, aunque los seres humanos están dispersos por todo el mundo. Estos seres humanos forman, entonces, esta "ronda". Lo que se forma a través del flujo de sus yoes no es ciertamente un cuerpo etérico tan bellamente formado, pero aún así es una Unidad. Por lo tanto, en aquél tiempo existía un grupo de personas, que estaban unidas porque sus yoes formaban una unidad, y de hecho, había cuatro grupos de tales yoes. Deben imaginar a estos seres humanos en consonancia con las leyes del mundo espiritual. Las almas grupales de los cuatro grupos se unieron entre sí. No estaban unidas internamente, sino que se cruzaban entre sí. A estas cuatro almas grupales se las llama con los nombres de las bestias apocalípticas: Toro, Águila, León, Hombre. El Hombre, sin embargo, estaba en otra etapa de evolución que el hombre de hoy. Los nombres han sido tomados de la organización de las almas grupales. ¿Por qué habían de llamarse así? Quisiera aclarar eso hoy desde otro aspecto.
Traslademonos de la manera más vívida posible a las edades tempranas de la vida lemúrica. Las almas que hoy están encarnadas en cuerpos humanos aún no habían descendido en cuerpos físicos. Aún no tenían la tendencia a unirse con la materia física. Incluso los cuerpos que más tarde se convertirían en cuerpos humanos eran muy, muy parecidos a animales. Los seres físicos más grotescos estaban sobre la tierra, hasta parecerían grotescos incluso comparándolos con lo que llamaríamos hoy las criaturas más grotescas. Todo estaba todavía en una forma suave y resbaladiza: hirviente, acuosa o ardiente, tanto los seres humanos, como el medio ambiente. Entre estas formas grotescas ya estaban, por supuesto, los antepasados de los cuerpos físicos humanos, pero aún no habían tomado posesión de ellos los yoes. Las cuatro almas grupales, que ya hemos caracterizado como cuatro almas grupales antes de la entrada del espíritu en la organización física, en realidad representaban cuatro yoes que esperaban para encarnar, tales yoes estaban adaptados a formas bastante especiales, que estaban abajo. Una categoría se adaptó para entrar en organismos que ya existían físicamente, en formas bastante definidas, otra categoría para entrar en otra. Las formas que estaban abajo deben corresponder en su formación estructural, en cierta manera, a los tipos de yoes que esperaban albergar. Existían formas que estaban especialmente adaptadas para albergar los yoes del León, otros los yoes del Toro, etc. Eso fue en una edad muy temprana de la evolución de la Tierra. Ahora consideren que el alma grupal que hemos llamado el alma del Toro entra en formas bastante definidas que están ahí abajo. Estas tienen un aspecto bastante definido. Del mismo modo, el alma del León fue atraída a otras formas especiales.

Así es cómo, lo que es físico en la tierra nos muestra una imagen cuádruple. Determinada alma grupal desarrolla especialmente los órganos cuyas funciones coinciden más con las del corazón. Estaban organizadas predominantemente en la naturaleza del corazón; En ellos pulsaba un elemento especialmente fiero, valiente y agresivo. Eran valientes, asertivos, buscaban vencer a los demás, eran, por así decir, conquistadores, nacieron como naturalezas conquistadoras incluso en su forma. Eran aquellos en los que el corazón, el asiento del ego, se había fortalecido. En otros se desarrollaron especialmente, los órganos de la digestión, de la nutrición, de la procreación. En el tercer grupo, fueron especialmente los órganos del movimiento. En el cuarto grupo, estas tendencias fueron compartidas por igual, (tanto la valentía como la agresividad y la tranquilidad), que se producen a través del desarrollo de los órganos digestivos. Ambos fueron desarrollados. El grupo en el que se desarrolló especialmente la cualidad agresiva que pertenece a la organización del corazón, formó a los seres humanos cuyo alma grupal pertenecía al León. El segundo grupo fue el del Toro. El tercer grupo, con el elemento móvil que no desea conocer demasiado la tierra, pertenece al alma grupal del Águila. Son los que pueden elevarse por encima de lo terrenal. Y aquellos en quienes todas estas cosas se mantenían en equilibrio pertenecían al alma grupal "Hombre". Por tanto tenemos, en forma debida, la proyección de las cuatro almas grupales en lo físico. En aquél tiempo, se habría ofrecido al observador una visión bastante peculiar. Uno podría haber encontrado un tipo de raza, del que alguien con un don profético podría haber dicho: esos son seres físicos que nos recuerdan al león, que reproducen el carácter del león, aunque su aspecto difiera del león de hoy. . Eran personas con corazones de leones, gérmenes humanos agresivos. Ademas después había un grupo de personas cuyas características raciales reproducían el carácter del toro, todo adaptado al plano físico. Ustedes pueden completar fácilmente por ustedes mismos la tercera y cuarta razas. La tercera raza ya era fuertemente visionaria. Mientras la primera raza era combativa, en tanto que la segunda cultivaba todo lo relacionado con el plano físico y trabajaba en él, habrían encontrado a la tercera clase de personas, que eran muy visionarias. Por regla general, tenían algo que, en relación con los otros cuerpos, estaba deformado. Les habría hecho recordar a las personas que tienen mucho psiquismo y creen en las visiones, y puesto que no se preocupan mucho por lo físico, tienen algo seco, algo atrofiado en comparación con la fuerza abundante de los otros dos grupos. Les habría recordado la naturaleza de las aves. "Retendré mi Espíritu", esa era la tendencia de los hombres águila. Los otros tenían algo que, por así decirlo, era una mezcla de todas las partes. A esto debe añadírsele algo más.
Si retrocedemos tan atrás lo suficiente para encontrarnos con estas condiciones en la tierra, entonces hemos tener en cuenta también que todo lo que sucedió en el curso de la evolución de la tierra, sucedió de tal manera que los asuntos de la tierra eran regulados desde fuera desde el mundo espiritual Todo fue un rodeo para llegar al hombre de hoy. Quien hubiera podido mirar más profundamente en estas cosas, podría haber tenido la experiencia de que estas naturalezas leoninas (que nos recordaban a lo que vemos hoy de otra manera en el cuerpo del león) desarrollaban una fuerza de atracción especial para las formas masculinas de los cuerpos etéricos. Estos se sentían especialmente atraídos por los hombres león, de modo que eran seres que tenían un cuerpo de león exteriormente; sin embargo, internamente, un cuerpo etérico masculino. Había un ser etérico poderoso con un carácter masculino, y una pequeña parte de este ser etérico se densificó en el cuerpo físico del león. La raza del toro, sin embargo, tenía una fuerza atractiva especial para el cuerpo etérico femenino. Consecuentemente, el cuerpo del toro tenía una fuerza especial que atraía al cuerpo etérico femenino a unirse con él. Y ahora piensen más: los cuerpos etéricos continúan trabajando, penetrando y transformándose continuamente. La relación de los hombres parecidos a los leones con parecidos a los toros era especialmente importante en los tiempos más antiguos. Los otros eran menos tenidos en consideración. Los cuerpos etéricos masculinos que cristalizaron el cuerpo físico de león a partir de sí mismos, tenían el poder de auto reproducir el cuerpo físico del león, de modo que la procreación de la humanidad estaba a cargo especialmente de la raza que asemejaba al león. Era una especie de fertilización desde lo espiritual, una procreación asexual. La raza del toro, no obstante, también produciría lo mismo. Lo que se había vuelto físico aquí trabajaba en el cuerpo etérico femenino. En el curso de la evolución, el proceso se configuró de manera diferente. Mientras que la naturaleza del león retuvo este modo de procreación, pues la fuerza fertilizadora venía de lo alto, desde lo espiritual, mientras que aquí este proceso se intensificaba, el otro proceso entraba en regresión cada vez más. La humanidad del toro se volvió cada vez más estéril. El resultado fue que, por un lado, había una humanidad que se mantuvo mediante la procreación, por otro lado, otra parte de ella se volvía cada vez más estéril. Un lado se convirtió en el sexo femenino, el otro en el masculino. La naturaleza física femenina moderna tiene, de hecho, un cuerpo etérico masculino, mientras que el cuerpo etérico del hombre es femenino. El cuerpo físico de la mujer procede de la naturaleza del león, mientras que el cuerpo físico del toro es el antepasado del cuerpo masculino.
Lo espiritual en el hombre tiene un origen común, es neutro y entró por primera vez en el cuerpo físico cuando los sexos ya se habían diferenciado. Solo entonces el espíritu lo tomó, y solo entonces la cabeza se endureció. El cuerpo etérico de la cabeza se unió por primera vez con el cuerpo físico; Daba lo mismo que se uniese a un cuerpo masculino o femenino, ya que ambos sexos eran iguales para él.
Debemos decir que la mujer, poniendo la mirada en lo que en general trasciende esta diferenciación, tiene en su naturaleza a lo largo de su evolución, algo parecido a un león. Uno ciertamente encontrará este coraje oculto. La mujer puede desarrollar coraje interior; por ejemplo en la guerra, en el cuidado de los enfermos, para trabajar al servicio de la humanidad. El cuerpo físico masculino tiene aquello que, en el verdadero sentido, podemos llamar la naturaleza del toro. Esto está relacionado con el hecho de que el hombre, tal como suele estar organizado, está más basado en la actividad de la creación física. Consideradas de manera oculta, estas cosas se revelan precisamente así, aunque suene extraordinario. Así se ve cómo estas almas lesgrupa han trabajado juntas. Trabajan de manera que las almas grupales del león y del toro cooperan en su trabajo. Estos seres divinos cooperan y, en el hombre de hoy, se ocultan los trabajos de las diferentes almas grupales.
Estas imágenes que he puesto aquí ante ustedes a modo de resumen, sin duda, producirán su efecto. Si siguen el curso de la evolución humana cada vez más atrás, hasta el tiempo en que aún no era posible la procreación, entonces debemos decir: El cuerpo físico femenino externo se convierte en algo parecido a un león, mientras que el cuerpo masculino es parecido al del toro. Tales cosas, sin embargo, deben tomarse en un sentido sagrado y serio, si las entendemos correctamente. Sería fácil para aquellos que han estudiado la anatomía humana, deducir las diferencias anatómicas entre los cuerpos físicos del hombre y la mujer a partir de las naturalezas del león y del toro. La ciencia física será totalmente infructuosa y solo describirá hechos externos en tanto no penetre en el espíritu de estos hechos. Ahora ya no les parecerá tan extraño que una vez haya existido una raza de personas que tenían un cuerpo a semejanza del león. Éstos acogieron la naturaleza del yo y, a través de eso, la naturaleza del león se transformó cada vez más en el cuerpo femenino. Aquellos que no acogieron nada de este elemento espiritual cambiaron de otra manera; es decir, en el león moderno, y todo lo relacionado con él. Trataremos otra vez la razón por la cual estos animales también son bisexuales. Aquellos que no compartieron nada de espiritualidad formaron el león moderno, mientras que los que lo hicieron desarrollaron el cuerpo femenino moderno. En el transcurso del tiempo, se pueden mostrar muchos, muchos otros aspectos de estas cosas. El aprendizaje teosófico no es como el matemático. Primero se ha mostrado, por ejemplo, que existen cuatro almas grupales de las cuales al principio solo se dan los nombres. Después se elige algún que otro aspecto, y el tema se ilumina desde el exterior. Y así nos acercamos continuamente desde otro lado. Le vamos dando vueltas a lo que se presenta por primera vez y lo iluminamos desde los aspectos más diversos. Quienquiera que comprenda esto nunca podrá decir que los asuntos teosóficos entran en contradicción. Esto vale también incluso con las grandes cosas que consideramos. Las diferencias provienen de los diversos puntos de vista desde los cuales uno observa el asunto. Tomemos con nosotros de esta reunión lo que podríamos llamar tolerancia interna. Que podamos tener éxito en nuestra corriente teosófica especial para llevar este espíritu interior de tolerancia al movimiento teosófico. Tomemos eso con nosotros como un contenido de sentimiento e intentemos trabajar externamente de tal manera que este espíritu de comprensión más interior pueda llegar a ser efectivo.

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