GA222-1 Dornach, 11 de marzo de 1923 -El lenguaje en relación con el sueño

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 RUDOLF STEINER

El impulso del mundo espiritual sobre los acontecimientos históricos


Siete conferencias impartidas en Dornach del 11 y el 23 de marzo de 1923

 

PRIMERA CONFERENCIA

El habla y su relación con el sueño. Efectos de la época materialista sobre el desarrollo de las almas de los hombres. Antecedentes espirituales del Movimiento Juvenil.

Dornach, 11 de marzo de 1923

Por lo que hemos estudiado aquí, sabéis que desde el siglo XV la humanidad vive en la Era de la Conciencia, en la que es esencial que todo individuo que desee seguir el ritmo de la evolución se ilustre sobre ciertos hechos. De lo contrario, no podrá orientarse en las condiciones de la vida social actual. Su trato con otras personas y las diferentes relaciones que se desarrollan en la vida, especialmente entre los seres humanos de diferentes edades, los viejos con los jóvenes y los jóvenes con los viejos, le aportan experiencias que permanecen incomprensibles si no puede captar lo que el conocimiento científico-espiritual aporta a cada aspecto de la existencia del hombre en esta Tierra.

Estudiaremos con más detalle un hecho ya bien conocido por nosotros, a saber, que los cuatro miembros del ser del hombre discernibles de manera ordinaria - cuerpo físico, cuerpo etérico, cuerpo astral y ego - están directamente conectados entre sí sólo durante las horas de la vida de vigilia. El cuerpo físico está estrechamente vinculado con el cuerpo etérico, por un lado, y, por otro, el cuerpo astral y el ego se separan durante el sueño de los dos primeros miembros.

Cuando observamos a un ser humano, éste se presenta ante nosotros en su cuerpo físico, el cual ha recibido su impronta del cuerpo etérico. Ciertamente es correcto decir esto, porque todo lo que revela un ser humano a otro no sólo se debe al cuerpo físico, sino a la actividad del cuerpo etérico o cuerpo de fuerzas formativas dentro del cuerpo físico. Por lo tanto, es el contenido vivo de los cuerpos físico y etérico el que se muestra de un ser humano a otro en la Tierra. Mientras que lo que se determina en las profundidades del yo, y lo que se agita en el cuerpo astral, escapa a la observación exterior e incluso para el propio individuo transcurre en la oscuridad entre los momentos de ir a dormir y de despertar.

Esta división de su ser, que se produce en el ser humano al menos una vez al día en el curso ordinario, tiene una importancia fundamental para toda su vida. Nuestros sentidos y nuestra inteligencia hacen evidente que, desde el nacimiento hasta la muerte, su cuerpo físico y su cuerpo etérico experimentan una evolución.

De lo que se expresa en el niño, al principio en su vida instintiva e imitativa y más tarde en la vida que se desarrolla bajo la autoridad de sus mayores - de todo esto el ser humano evoluciona a una etapa de mayor autosuficiencia. Por lo tanto, las diferentes etapas de crecimiento, las etapas en la formación externa del cuerpo físico, en cómo se expresa en el habla, en el pensar, en todo lo que se revela a través del cuerpo físico - aunque en realidad todo es una expresión de la vida del alma - en todo esto se evidencia un proceso de evolución desde el nacimiento hasta la muerte.

El otro proceso evolutivo - el del yo y el cuerpo astral entre el nacimiento y la muerte - no se manifiesta de la misma manera. Cuando un ser humano desciende a la vida en la Tierra, muchas de las fuerzas que estaban activas en él en el mundo espiritual siguen actuando en su interior. Durante las primeras etapas del crecimiento, durante el proceso mas que evidente del desarrollo corporal del niño, aquellas fuerzas que en toda su fuerza y verdadero carácter trabajaban en la vida preterrenal en el alma, siguen ahora actuando a través del alma y el espíritu del ser humano. Están presentes en forma atenuada durante la infancia, pero actúan en el proceso de crecimiento, en todo lo que se desarrolla gradualmente como expresión corporal del alma. Y en lo más profundo de la naturaleza corporal hay también expresiones corporales del alma, por ejemplo la elaboración del cerebro en el órgano perfeccionado del pensar, la elaboración del sistema vascular subyacente al sentimiento, etc.

Pero estos ecos de las fuerzas de la vida preterrenal se debilitan progresivamente y acaban por alcanzar su punto más bajo, el punto en el que el ser humano, en lo que respecta a estas fuerzas preterrenales, se paraliza para el resto de su vida. Es cierto que este punto más bajo no se alcanza hasta los veinte años de la vida terrenal; pero entonces es inconfundible. El alma se ve entonces más afectada por las fuerzas que provienen del cuerpo físico desarrollado; el individuo ya no está tan sujeto a los ecos de la vida preterrenal, sino que ahora está más bajo la influencia de las capacidades adquiridas por el cuerpo físico y de lo que a su vez actúa sobre el alma desde el cuerpo físico.

Pero si observáramos con igual claridad la evolución del yo y del cuerpo astral deberíamos llegar a conclusiones definitivas sobre este proceso, al igual que en el caso de la evolución de los cuerpos físico y etérico desde el nacimiento hasta la muerte. Deberíamos decir: En la infancia el ser humano tiene un cuerpo astral y un yo en el que los cambios son evidentes durante los años de su vida terrenal. Por supuesto, también debemos considerar los cambios que se producen en el espíritu y el alma del ser humano que emergen de los cuerpos físico y etérico durante el sueño. Si además de la observación de un ser humano durante su vigilia se pudiera observar el yo y el cuerpo astral a partir del momento en que se duerme hasta el momento de la vigilia, se dispondría de dos biografías del individuo, ambas de igual importancia en la vida como totalidad. De hecho, la evolución que tiene lugar durante la vida del sueño es realmente más importante que la relacionada con la vida de vigilia para ciertas fuerzas del ser humano, pero la observación del yo y del cuerpo astral está más allá del poder de la percepción ordinaria.

Consideraremos ahora un factor particularmente importante en la evolución del yo y del cuerpo astral. Este factor se debe al papel que desempeña en la vida humana el habla, el habla en general, y no este o aquel idioma en particular.

La totalidad del ser humano participa en el acto de hablar en la vida de vigilia. El cuerpo físico participa en la vibración de las cuerdas vocales, en la actividad de todo el aparato del habla; el cuerpo etérico también participa en el proceso, así como el cuerpo astral y el ego. Pero, en comparación, el cuerpo físico y el ego no participan en la misma medida en la actividad del habla en su conjunto. Los miembros que participan esencialmente son los cuerpos etérico y astral.

La afirmación de que el cuerpo etérico está más profundamente implicado que el cuerpo físico en el acto de hablar puede causar sorpresa. Pero, después de todo, los sentidos ordinarios del hombre no pueden percibir lo que sucede en el cuerpo etérico, ni la ciencia moderna le dice nada. Por lo tanto, de manera ordinaria sólo percibe lo que el cuerpo físico está haciendo en los actos de habla, mientras que la actividad mucho más variada, mucho más fuertemente formativa del cuerpo etérico en los actos de habla - actividad que luego continúa en el cuerpo astral - elude la percepción de los sentidos tal como se entiende normalmente. Pero para comprender el papel de la palabra, es necesario comprender la importancia primordial de lo que ocurre aquí en el cuerpo etérico y en el cuerpo astral.

Ahora considerad esto: dado que en el habla la parte principal la desempeñan los cuerpos etérico y astral, el habla tiene dos caras. En primer lugar, el cuerpo etérico, junto con el cuerpo físico, produce un habla perceptible y audible. Pero cuando hablamos, siempre hay algo que refluye hacia nuestra alma. Lo sentimos y lo vivimos interiormente. Sin embargo, para ser conscientes del contenido de nuestra alma, la persona a la que nos dirigimos depende de los sonidos físicos. Nosotros, como oradores, estamos unidos interiormente en nuestro cuerpo astral con lo que difundimos en nuestro hablar. Pero debido a que en el sueño el cuerpo astral es retirado de nuestros cuerpos físico y etérico, llevamos algo de nuestro lenguaje con nosotros en el sueño, algo de vital importancia.

Es un hecho real que el elemento anímico que infundimos a nuestras palabras desde la mañana hasta la noche sigue vibrando y pulsando desde el momento de ir a dormir hasta el momento de despertar. No somos conscientes de ello, pero les aseguro que todo lo que se dice durante el día resuena -aunque en orden inverso- durante el sueño. No es que las palabras vuelvan a sonar como lo hicieron durante el día; es más bien la ondulación del sentimiento en las palabras lo que resuena, los impulsos de la voluntad que han fluido en ellas, la alegría o la tristeza, el gozo o el dolor expresados y revelados en el flujo de lo hablado.

Pero estos ecos durante el sueño no son vagos o indefinidos; lo que el alma experimenta resuena el eco en las propias secuencias de los sonidos en ese estado inconsciente por el que el hombre pasa de forma ordinaria entre el sueño y la vigilia.

Hasta el séptimo año de vida, lo que resuena en el alma del niño durante el sueño depende en gran medida de su entorno humano. La vida de los sentimientos, la voluntad y el pensamiento expresados en palabras por el padre, la madre y otras personas del entorno y escuchados por el niño, todo esto resuena en su alma desde que se duerme hasta que se despierta; su alma se entrega a lo que han puesto en palabras los corazones y las almas de quienes le rodean. Sin embargo, durante el sueño, los pensamientos y los impulsos de la voluntad que el niño experimenta a través del habla de las personas mayores están mucho más íntimamente relacionados con los sonidos reales.

En resumen, todo el ser del niño está entregado a lo que experimenta de su entorno. En el segundo período de la vida, del séptimo al decimocuarto año, este estado de cosas es ya menos pronunciado, aunque sigue estando innegablemente presente. Sin embargo, en la pubertad, alrededor del decimocuarto año, comienza algo muy definitivo: lo que resuena del habla en el alma dormida intenta, por su propia naturaleza, establecer relaciones con el mundo espiritual.

Es un proceso muy notable. Hasta el séptimo año de vida, también durante el sueño, el niño sigue estando en plena consonancia con lo que ha oído de cuantos le rodean; hasta cierto punto, también es así desde su séptimo hasta su decimocuarto año, sólo que durante ese período está en contacto más estrecho con la vida anímica real de los que le rodean, mientras que hasta su séptimo año se ocupa más del aspecto externo de la vida. Pero después del decimocuarto año, tras el inicio de la pubertad, empieza a ser necesario que el alma, durante el sueño, ponga en relación los ecos del habla con los seres del mundo espiritual. Este es un hecho notable. En la vida cotidiana la persona no es consciente de ello, pero en el sueño se hace necesario para la vida anímica dejar que lo que se habla en la Tierra resuene de tal manera que los Arcángeles en su mundo puedan complacerse en estos ecos del habla.

Puede decirse con verdad que es necesario que el ser humano establezca conexiones con los Arcángeles a través de los componentes del habla que permanecen con él durante el sueño como ecos del habla terrenal. Las palabras pronunciadas durante el día resuenan de manera notable: los sonidos vocálicos se profundizan interiormente, las consonantes alcanzan la objetividad de las formas móviles. Esta es una experiencia real. Y las almas durante el sueño se sentirían desgraciadas si estos ecos no armonizaran con los sonidos que resuenan desde el otro lado, desde el discurso de los Arcángeles. En efecto, puede haber armonía entre los ecos del habla que resuenan en el sueño del hombre y el discurso de los Arcángeles que resuena en el mundo astral desde todas las direcciones del universo.

En su yo y en su cuerpo astral, el ser humano se desarrolla de tal manera que, a partir del decimocuarto año, aproximadamente, entre el sueño y la vigilia, tiene que cultivar el intercambio -si se me permite expresarlo así- con los Ángeles y los Arcángeles; durante este intercambio le corresponde establecer el entendimiento con estos Seres. Este es un secreto profundo de la vida humana.

Ahora bien, una característica de nuestra época es que produce cada vez más individuos que no logran tal comprensión en el estado de sueño, que llevan consigo en el sueño algo del habla que en realidad impide a sus almas comprender el habla de los Arcángeles, y los Arcángeles no encuentran placer en los ecos del habla durante la vida de sueño de estos individuos.

Ha comenzado la época - uno se ve obligado a usar términos terrenales al hablar de estas cosas que naturalmente son difíciles de expresar en el lenguaje ordinario - en la que los Seres del mundo espiritual ya no pueden llegar a ningún entendimiento real con las almas humanas dormidas, en la que siguen produciéndose malentendidos entre lo que dicen los Seres de las Jerarquías espirituales y lo que resuena en las almas de los hombres durante las horas de sueño. Se producen discrepancias, desarmonías.

Este es el aspecto que en nuestra época se presenta desde el otro lado de la vida. En el estado de sueño se ha insinuado una condición atormentadora de incomprensión, de completa falta de entendimiento entre las almas humanas y los Seres espirituales. Y la pregunta sobre la razón de esta condición debe pesar mucho sobre aquellos que tienen conocimiento hoy de un hecho de la vida espiritual como éste.

Ahora bien, las palabras que extraemos de la gama de nuestra lengua materna pueden, mientras las aprendemos en la infancia, desarrollarse de tal manera que se apliquen únicamente al mundo físico. Esto ha sido cada vez más el caso en la era del materialismo. Se dispone de palabras, pero éstas sólo expresan algo que es físico. Basta con considerar cómo eran las cosas en épocas anteriores: el ser humano llegaba a intimar tanto con el lenguaje que había muchas palabras que, por su contenido, lo transportaban a mundos espirituales. Ciertamente, hay que admitir que el verdadero idealismo se ha debilitado en nuestra época, sobre todo en aquellos que absorben la cultura intelectualista moderna.

Es muy diferente dependiendo de que los ideales estén o no plasmados en el lenguaje utilizado. Hoy en día nos encontramos con que los individuos que se supone que son estudiantes tienen ciertamente un sentimiento por las palabras que hacen referencia a cosas externas, sólidamente materiales, pero que cuando se trata de elevarse al nivel de los pensamientos puros que reflejan lo espiritual, inmediatamente dejan de pensar y los hilos de su pensamiento se rompen. Precisamente en aquellos que se consideran bien educados según los estándares modernos es donde más a menudo ocurre esto cuando se les pide que asimilen los conceptos idealistas del pensar puro. Las palabras parecen no ser más que apariencia. En efecto, es un hecho que en nuestros días los niños crecen con un lenguaje cuyas palabras no tienen alas para llevarlos lejos de las condiciones terrenales.

En la primera fase de la vida, hasta el séptimo año, el niño todavía es capaz, durante el sueño, de experimentar lo espiritual a través de los ecos del hablar que emana de su entorno humano. Si el materialismo hace que este entorno repudie lo espiritual, se está repudiando a sí mismo, ya que está formado por el alma y el Espíritu. Pero durante la primera fase de la vida, el ser humano todavía puede, durante el sueño, experimentar lo espiritual.

Esto continúa durante la segunda fase de la vida, del séptimo al decimocuarto año. Pero si con el tiempo ya no hay ningún significado idealista ni espiritual en las palabras utilizadas en torno al joven ser humano -como bien puede ocurrir en esta época materialista en la que también las ideas religiosas han perdido su fuerte influencia espiritual sobre las almas de los hombres-, entonces, después del decimocuarto año, con el inicio de la pubertad el joven entra en una fase de la vida del alma que lo encadena durante el sueño a lo físico. El alma no se libera de lo físico durante el sueño. Los ecos de las palabras coartan el alma y la confinan a lo físico. La resonancia del mundo mineral vibra desde todas las direcciones en lo que el ser humano experimenta entre el sueño y la vigilia; también lo hace la resonancia del contenido físico del mundo vegetal. Esto provoca discordancia en los ecos del habla; el alma no puede entonces elaborar lo que, por otra parte, el genio del habla imparte al lenguaje y que puede propiciar el entendimiento entre el alma humana y los Seres de las Jerarquías superiores.

Y entonces se produce una condición peculiar. El alma experimenta algo pero no puede expresarlo, porque no lo experimenta conscientemente. Lo que el alma experimenta puede caracterizarse aproximadamente de la siguiente manera. - Después de la pubertad, cuando el ser humano pasa en el sueño al mundo espiritual, el mundo de los Arcángeles se abre ante él; lo percibe, pero ningún hilo de pensamiento pasa de ese mundo a su alma, o de su alma a ese mundo. Y al despertar vuelve al cuerpo físico habiendo sufrido esta trágica privación.

Desde el último tercio del siglo XIX este estado de cosas se ha hecho presente para una gran parte de la humanidad. Y en el inconsciente, detrás de aquello de lo que el hombre es consciente, subyace hoy en día en muchas almas algo que les hace decirse inconscientemente al despertar: Hemos nacido en un mundo que no nos permite entrar correctamente durante el sueño en la existencia espiritual. - Las almas que experimentan esta condición bien pueden decir: Como niños hemos sido recibidos en un mundo humano que nos ha negado la realidad espiritual en las palabras que se utilizan. Todo esto se asienta en los sentimientos con los que, de muchas maneras, hoy en día, la juventud se enfrenta a la vejez. Este es el aspecto espiritual de los sentimientos que se manifiestan a través del Movimiento Juvenil.

¿Cuál es la actitud del joven con respecto a los ancianos hoy en día? No puede expresarla porque, como resultado de lo que hereda en el curso de su educación, su conciencia es reprimida en lugar de ser liberada por la edad. No puede expresarlo, pero lo siente. En la tenue oscuridad de su vida anímica siente: Como niño tengo que acomodarme a lo que me han transmitido las generaciones mayores. Tengo que ser educado por estas generaciones mayores, pero me impiden llegar a un entendimiento con el mundo espiritual cuando éste es necesario. En la medida en que el materialismo aumente en todas las esferas de la vida - en las esferas del conocimiento, del arte y de la religión - en esa medida los jóvenes serán incapaces de comprender a los viejos, porque se enfrentan a los viejos con el sentimiento de que estos últimos les han negado el idealismo en el lenguaje y la insinuación en las palabras que apunta a una vida espiritual. El materialismo de la civilización es la causa de la ruptura entre los jóvenes y los viejos. Y la verdadera fuente de la falta de entendimiento radica en el hecho de que la corrupción del habla por causa del materialismo provoca un estado malsano de la vida anímica de los jóvenes durante el sueño.

Si se ignora el lado espiritual de la vida, no se podrán comprender ciertos fenómenos de la cultura moderna, ya que vivimos en la época de la conciencia y, por lo tanto, debemos estar atentos al espíritu que moldea al ser humano y promueve su desarrollo. El entendimiento entre la juventud y la vejez no será posible hasta que las palabras de nuestros idiomas vuelvan a adquirir las alas que han perdido, las alas que elevan las palabras fuera de la esfera de la materialidad crasa al mundo de los ideales conscientes.

En el año 1859, los pueblos de Europa Central conmemoraban el centenario del nacimiento de Schiller. Sin embargo, en cierto sentido, fue el mismo año de la muerte del verdadero idealismo. Y lo que los jóvenes de hoy ven en Schiller a menudo lo desprecian porque lo que se les enseña no es el verdadero Schiller, sino sólo un batiburrillo superficial de palabras; no representa realmente lo que vivió Schiller, porque las palabras ya no tienen las alas que en sus días elevaban a los hombres al reino de los ideales. Y cuando se presenta a Schiller a la juventud de hoy con palabras que llevan los significados prosaicos y filisteos actuales, es mucho más probable que esto se convierta en una carga en el alma mas que en una fuerza liberadora.

Lo que el alma necesita no puede serle devuelto de ninguna manera externa ni por los nebulosos, llamados idealismos, que sólo son farsas, que surgen aquí y allá del materialismo actual - tal vez con buenas intenciones, pero que surgen fundamentalmente de un pensamiento falso. El alma sólo puede recibir lo que necesita si, a través de un auténtico conocimiento espiritual, se restablece la vitalidad del lenguaje y éste vuelve a ser capaz de conducir al genio del lenguaje.

La lengua, tal y como es hoy en día, no es más que un medio de comprensión en el plano físico. En lo que respecta a la declamación y la recitación, hemos llegado a un punto en el cual el contenido real de la prosa se considera lo más importante. Encontramos que el lenguaje está siendo despojado de todo lo que promueve el poder descriptivo, el ritmo, la medida, la melodía, el efecto dramático - es decir, todo lo que lo reintroduce en el reino del alma, donde el elemento imaginativo lo eleva al mundo espiritual. Y así nos encontramos con que en el lenguaje se ha hecho una concesión más al materialismo.

El lenguaje, tal como existe hoy en día entre todos los pueblos civilizados, encadena el alma durante el sueño a los murmullos puramente físicos del mundo mineral, a los susurros del contenido puramente físico del mundo vegetal, y ya no permite que el discurso claro de los Ángeles y los resonantes tonos de trompeta del mundo de los Arcángeles, con su profundo significado, sean audibles para el alma.

A partir de la pubertad, el ser humano de hoy debe llevar consigo al sueño algo del lenguaje que ha preparado su cerebro durante las horas de vigilia de tal manera que en su vida cotidiana comprenda el contenido ideal de lo expresado por las palabras. Debería poder llevar consigo -ya que el discurso de los Arcángeles puede ser escuchado por su alma durante las horas de sueño- algo que permita a su sangre circulante experimentar, al menos en cierto grado, las profundidades espirituales de los acontecimientos cósmicos. Y si hoy no puede adquirir conocimientos espirituales, si nuestra educación escolar no se profundiza espiritualmente, trae consigo, en cambio, los sonidos retumbantes del mundo mineral físico; también trae en su sangre los sonidos susurrantes y estruendosos de la parte física del mundo vegetal.

En consecuencia, a los efectos del habla convencional, depende de este cerebro mineralizado, desarmonizado por el sueño, y del sistema sanguíneo con los sonidos de silbido y crujido que surgen a través de él, y por lo tanto está confinado a través del habla a la vida en la esfera terrenal solamente, mientras que en otras circunstancias las palabras podrían haberlo llevado por encima de la experiencia meramente terrenal a la experiencia en un reino superior.

¿Cómo podrían los individuos que han recibido la educación materialista de hoy en día seguir afirmando desde el fondo de sus almas: 'El pensamiento es mi reino ilimitado y mi instrumento alado es la palabra'? Para los hombres de la cultura actual, el pensamiento no es en absoluto un "reino ilimitado", sino un reino estrictamente circunscrito, que sólo abarca los objetos materiales que se ven en el entorno. Y la palabra no es un "instrumento alado", sino un instrumento por medio del cual balbuceamos de boca a oído expresiones de una vaga vida anímica, pero de tal manera que hay poco significado suprasensible en lo que se dice. Y mientras que a través de una concepción espiritual del mundo la palabra podría ser un océano en el que se sumergiera el ser interior del hombre y que posteriormente pudiera elevar su alma a alturas cada vez mayores, se convierte, en cambio, en el medio de encadenarlo a la Tierra, de encadenarlo a las condiciones rígidamente limitadas de la existencia terrenal.

Hoy en día este estado de cosas tiene efecto en el destino de toda la raza humana. Vemos cómo la civilización moderna se basa en las diferencias entre los hombres de toda la Tierra, expresadas en sus lenguas. Se hacen intentos de crear nuevas divisiones culturales según la lengua. Pero a causa de lo que ha llegado a ser la lengua, es evidente de inmediato que estas divisiones culturales y el ideal se refieren a la vida puramente material, que forman, por así decirlo, la cubierta extendida bajo la apariencia de la civilización sobre los pueblos de la Tierra, con el fin de aislarlos del mundo espiritual. Hoy en día, vemos en todas partes este muro de materialismo que se construye alrededor de la vida anímica del hombre, y es esto lo que inculca el materialismo de las actitudes mentales, del pensar y del sentir, también en la vida exterior. Es esto lo que hace que el hombre olvide gradualmente que dentro de la raza humana las condiciones se determinan desde las esferas suprasensibles, pero cuando la humanidad se divide en naciones, razas y demás, los hombres están cada vez más fuertemente imbuidos de la creencia ciega de que deben persistir en una existencia puramente materialista.

Y así vemos entrar en la vida terrenal en forma de civilización y cultura, el elemento del materialismo que se ha apoderado de las esferas del conocimiento, del arte, de la religión. En los grupos nacionales que han surgido en la Tierra podemos reconocer cómo las fuerzas procedentes de la extensión cósmica, que antes actuaban creativa y formativamente en la vida terrestre, ya no lo hacen; las fuerzas que ahora operan proceden de las profundidades de la propia Tierra. Vemos que el hombre, como miembro de una nación o pueblo también, se une cada vez más estrechamente con el lado puramente material de la existencia terrestre.

¡Si la gente se decidiera a prestar atención a lo que en muchos sentidos suena paradójico en nuestros tiempos, a saber, que el ego humano y el cuerpo astral también tienen una biografía, cuyas fases individuales se manifiestan desde el momento de ir a dormir hasta el momento de la vigilia, al igual que la vida física externa en su evolución desde el nacimiento hasta la muerte se manifiesta durante las horas de vigilia, de ese modo percibirían el origen de muchas cosas en nuestra civilización moderna que no se debe permitir que continúen! Pero si nos detenemos en los hallazgos de la observación sensorial puramente externa, no percibiremos lo más importante, de hecho, lo más importante que debe hacerse para cambiar la decadencia actual en un ascenso que conduzca hacia el futuro.

Para que esta visión de la vida tenga efectos prácticos, es esencial un conocimiento espiritual de la existencia del hombre, y para ello es necesaria la cosmovisión de la Ciencia Espiritual. Por lo tanto, esta cosmovisión debe impregnar toda la educación, de tal manera que en lugar de adquirir un acervo de palabras al que se le han quitado todas las alas, el niño absorba y sea guiado por el espíritu y reciba, junto con las palabras, el poder que lo eleva a los mundos espirituales en los que está arraigado el ser del hombre. En la vida física podemos negar el espíritu. Con la parte espiritual de nuestro ser, que debe dejar de lado los cuerpos físico y etérico durante el sueño, no podemos negar el espíritu. Y si desde el lado físico de la existencia repudiamos el espíritu, entonces nos despertamos cada mañana como hombres adultos que ya no comprenden la vida; y esta falta de comprensión se imparte a todo nuestro pensar, sentir y querer. La generación venidera está creciendo de tal manera que sus miembros sienten inevitablemente que la herencia transmitida por sus antepasados es digna de reproche, porque esta herencia los empuja a un abismo en el que no pueden ser materialistas, sino que necesitan ser espirituales cuando viven en el ego y el cuerpo astral.

Las lenguas más antiguas de la humanidad estaban constituidas de tal manera que su contenido interno podía ser llevado al mundo espiritual y conducir a la comprensión con los Seres espirituales con los que el hombre debe asociarse necesariamente cuando se libera del cuerpo. La evolución del lenguaje hasta su condición actual ha llegado a un punto en el que, cuando el hombre debe asociarse correctamente con los Seres espirituales, queda inevitablemente sordo y mudo espiritualmente y sólo es capaz de absorber lo que le arrastra hacia abajo, es decir, el elemento físico de los reinos mineral y vegetal.

Por lo tanto, para comprender la vida actual -si se me permite usar palabras triviales- debemos mirar detrás del escenario de esta vida. Pero eso sólo es posible a través de la genuina Ciencia Espiritual.


Traducido por J.Luelmo marzo 2021

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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919