GA176 Berlín 31 de julio de 1917-el karma del materialismo -aspectos olvidados de la vida cultural

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RUDOLF STEINER

Aspectos olvidados de la vida cultural



Berlín 31 de julio de 1917

Nuestro tiempo sólo puede entenderse en su aspecto espiritual si se reconoce que los acontecimientos externos deben verse como símbolos y que en el mundo actúan impulsos mucho más profundos. Estos impulsos más profundos pueden ser difíciles de discernir y sólo el conocimiento espiritual puede iluminarnos sobre ellos.

Me gustaría comenzar hablando de una interesante personalidad del siglo XIX, alguien que como pensador es extraordinariamente fascinante porque es uno de los que, de un modo característico, refleja lo que está vivo en nuestro tiempo y también lo que en cierto sentido ha muerto. Este interesante pensador conocido sólo por unos pocos: African Spir, murió en 1890. A mediados de la década de 1860 comenzó a reflexionar en Leipzig sobre la mejor manera de transmitir a sus semejantes su filosofía de la vida.

African Spir era un pensador original y no obtuvo nada importante de su contacto con los círculos masónicos. Cuando lo estudiamos, lo que para empezar puede hacerse a través de sus escritos, descubrimos que estaba muy poco influenciado por la vida cultural que le rodeaba en el siglo XIX Por el contrario, en su visión de la vida se expresa una cualidad interior peculiar de él mismo. El más significativo de sus escritos: "Pensamiento y Realidad" fue publicado en 1873. African Spir llegó a reconocer, por así decirlo intuitivamente, lo que es en realidad el pensar. Tal vez no fuera un reconocimiento global, pero sí significativo. Lo que le interesaba era la verdadera naturaleza del pensar. Quería descubrir qué ocurre realmente en el hombre cuando piensa. También quería averiguar cómo se relaciona el hombre, mientras piensa, por un lado, con la realidad exterior y, por otro, con su propia experiencia interior.
Pensar sólo puede comprenderse cuando se considera como una fuerza del hombre que, en su propia naturaleza esencial, no pertenece en absoluto al mundo físico exterior. Por el contrario, en su propio ser y naturaleza pertenece al mundo espiritual. Ya experimentamos el mundo espiritual, aunque no conscientemente, cuando pensamos de verdad; es decir, cuando nuestro pensar no actúa meramente como un espejo que refleja los fenómenos externos. Cuando nos dedicamos a pensar de verdad, entonces tenemos la posibilidad de experimentarnos como pensadores. Si el hombre toma conciencia de sí mismo dentro del pensar, se sabe en un mundo que existe más allá del nacimiento y de la muerte. Pocas personas son conscientes de ello, pero nada es más cierto que cuando el hombre piensa, entonces está activo como ser espiritual.

African Spir fue uno de los pocos y lo expresó cuando dijo: "Cuando formulo pensamientos, en particular los pensamientos más elevados de los que soy capaz, entonces me siento en un mundo perdurable, no sujeto ni al espacio ni al tiempo; un mundo de eternidad". Ampliaba esta observación diciendo: "Cuando uno se aparta del mundo del pensar como tal y contempla lo que experimentamos cuando el mundo exterior actúa sobre nosotros, entonces estamos tratando con algo que es cualitativamente totalmente diferente de los pensamientos que le aplicamos. Esto es así tanto si contemplamos fenómenos externos como la evolución del hombre, su historia o su vida en sociedad. Los propios pensamientos me llevan al reconocimiento de que ellos, como pensamientos, son eternos. En el mundo exterior todo es transitorio; lo terrenal nace y muere. Eso no ocurre con ningún pensamiento. El propio pensar me dice que es la realidad absoluta porque está arraigado en la eternidad".
Para African Spir esto era algo que simplemente experimentaba como un hecho. Sostenía que lo que experimentamos como realidad externa no concuerda, no coincide con la realidad que experimentamos como pensar. Por consiguiente, no puede ser real en el verdadero sentido; es apariencia, ilusión. Así, por un camino distinto al de los antiguos orientales y al de algunos místicos, African Spir llega a la conclusión de que todo lo que experimentamos en el espacio y en el tiempo es fundamentalmente apariencia. Para confirmarlo desde otro aspecto dijo algo como lo siguiente: "El hombre, de hecho todas las criaturas vivientes, está sujeto al dolor. Sin embargo, el dolor no revela su verdadera naturaleza, ya que contiene en sí mismo un poder para su superación; quiere ser superado. El dolor no quiere existir, por lo tanto no es la verdadera realidad. El dolor como tal debe ser un aspecto del mundo transitorio de la ilusión y la realidad es la fuerza en su interior que lucha por la ausencia de dolor. Esto nos muestra una vez más que el mundo exterior es una ilusión, en ninguna parte está completamente libre de dolor, por lo que no puede ser la verdadera realidad. El mundo real, el mundo del alma, está sumido en la apariencia y el dolor".

African Spir consideraba que el hombre sólo puede alcanzar una visión de la vida que le satisfaga interiormente si toma conciencia, por su propia determinación y esfuerzo, de que lleva dentro de sí un mundo eterno. Sostiene que este mundo eterno se proclama en el pensar del hombre y en el esfuerzo constante por superar el dolor y alcanzar la salvación. Spir insiste en que el mundo exterior es apariencia, no porque se le aparezca como tal, sino porque está convencido de que al pensar se apodera de la verdadera realidad. Dice que el mundo exterior es apariencia porque no se ajusta, no es de la misma naturaleza que el pensar.
Si examinamos las diversas visiones del mundo que tenían los pensadores del siglo XIX que vivían en el mismo entorno que Spir, no encontramos ninguna de tanta sutileza como la suya. Entonces, ¿cómo llega Spir a experimentar el mundo del modo en que lo hizo? Si buscamos una explicación a la luz del conocimiento espiritual, debemos hacer las siguientes observaciones: En la medida en que estamos rodeados por el mundo material externo, por los acontecimientos de la historia y también por nuestra vida en sociedad, vivimos en el plano físico. Mientras que al pensar, es decir, cuando realmente vivimos pensando, ya no estamos en el plano físico. Sólo cuando pensamos en la existencia material externa nos volvemos al plano físico y al hacerlo negamos realmente nuestra propia naturaleza. Cuando tomamos conciencia de lo que realmente vive en el pensar no podemos sino sentir que dentro del pensar estamos en un mundo espiritual.

Así, cuando Spir tomó conciencia de la naturaleza real de lo que en el hombre es lo más abstracto: el pensamiento puro, sintió que existe una frontera definida entre el mundo físico y el espiritual. Básicamente afirma que el hombre pertenece a dos mundos, el físico y el espiritual y que ambos no están de acuerdo. Spir se da cuenta, por un impulso natural elemental, por así decirlo, de la existencia de un mundo espiritual. No lo expresa con tantas palabras, pero declara que todo lo que nos rodea, ya sea nuestra vida natural, histórica o social, es mera apariencia. Y constata que esta semblanza no concuerda con la realidad que se da en el pensar. Así, aunque su experiencia del mundo espiritual no es de visión directa, sino una experiencia dentro del pensamiento abstracto, establece, no obstante, que estas dos esferas están divididas por un límite tajante.
Observando más de cerca la forma en que Spir presentaba su visión del mundo, uno se da cuenta de que sus contemporáneos del siglo XIX estaban obligados a encontrarlo difícil; y es natural que no le entendieran. Podría decirse que él trató de contraer todo el mundo espiritual en un solo punto dentro del pensar; extraerlo, por así decirlo, de un mundo espiritual desconocido para él. Puso todo el énfasis en el hecho de que, en su experiencia del pensar, encontró la prueba de que el mundo espiritual existe y de que el mundo físico es semblanza. Esto le llevó a subrayar que la verdad, es decir, la realidad, nunca podría encontrarse en el mundo exterior, ya que ese mundo es en todos los aspectos falso e incompleto. Según sus propias palabras, estaba convencido de que su descubrimiento era el acontecimiento más importante de la historia, ya que demostraba de una vez por todas que la realidad no se encuentra en el mundo exterior. No encontró comprensión. Incluso se vio obligado a ofrecer un premio a quien pudiera refutar su afirmación. Nadie aceptó el reto, nadie intentó refutarlo. Sufrió toda la angustia que un pensador puede experimentar al ser completamente ignorado; muerto por el silencio, como dice el refrán. Vivió mucho tiempo en Tubinga, luego en Stuttgart y finalmente en Lausana debido a problemas pulmonares. Fue enterrado en Ginebra en 1890. Sobre su tumba yace una Biblia tallada en piedra, que muestra las palabras iniciales del Evangelio de San Juan: "Y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron", seguidas de "Fiat Lux" (Hágase la luz), que fueron sus últimas palabras antes de morir.

Se podría decir que toda la filosofía de Spir era una especie de premonición. Al ocuparse de tales pensadores, se llega a reconocer que hubo muchos que, en el transcurso del siglo XIX, tuvieron la premonición de que algo así como la ciencia espiritual debía llegar. Las circunstancias y condiciones que prevalecían en ese siglo impidieron que esos pensadores alcanzaran el conocimiento espiritual. African Spir fue uno de esos pensadores. Si leemos sus escritos, sin interesarnos por su vida, nos encontramos ante un enigma: ¿Cómo llega un hombre a reconocer la realidad del mundo espiritual de forma tan decisiva simplemente por medio del pensar? ¿Cómo llega a reconocer lo espiritual dentro de sí mismo con tanta certeza? ¿Cómo llega a saber que su ser interior está tan firmemente arraigado en la verdadera realidad que le convence de que el mundo exterior es irreal? La explicación está en la vida de Spir, en el simple hecho de que nació en Rusia (1837). Su verdadero nombre era African Alexandrovitch. Era un ruso trasladado a Europa Central, un ruso que, influido por las visiones de la vida de Europa Central y Occidental, representaba una maravillosa mezcla de estas últimas con las características rusas. No aprendió alemán hasta que llegó a Leipzig, a mediados de la década de 1860, pero entonces escribió todas sus obras en esa lengua.

Recordemos ahora que en los pueblos de Europa Occidental se ha ido expresando gradualmente, en el curso de la evolución de la humanidad, el alma sensible en los pueblos latinos del Sur, el alma intelectual o mental en los pueblos latinos de Occidente, el alma consciente en los pueblos angloamericanos, el Yo en los pueblos de Europa Central; mientras que el pueblo ruso de Europa Oriental está a la espera de Desarrollar el Yo Espiritual. Se podría decir que en el pueblo ruso el Yo Espiritual se encuentra todavía en estado embrionario. Teniendo esto en cuenta, nos damos cuenta de que African Spir nació con una disposición interior a esperar al Yo Espiritual. Este aspecto de su vida anímica se agitaba en su interior, pero llegó a expresarse teñido por las concepciones del mundo imperantes en Europa Occidental.
Llegará el momento en que el europeo oriental habrá desarrollado su verdadera naturaleza. Entonces le resultará imposible considerar el mundo físico exterior como un mundo real en sentido estricto. Experimentará su propio ser interior como arraigado en la verdadera realidad. Y esto lo experimentará no sólo en el pensar, sino en el Yo Espiritual dentro del mundo espiritual. Se sabrá ciudadano del mundo espiritual y le parecerá un sinsentido considerar al hombre como lo hace Occidente: como un ser evolucionado a partir del reino animal. Los orientales reconocerán que ese aspecto del hombre no es más que su envoltura. El europeo oriental, a medida que desarrolle el Yo Espiritual, ascenderá al reino de las Jerarquías del mismo modo que el europeo occidental desciende al reino de la naturaleza. African Spir sabía instintivamente que su ser estaba enraizado en el espíritu. Este sentido instintivo de vivir en la realidad espiritual se encuentra hoy en Europa Oriental, pero aún no es capaz de expresarse en una visión apropiada de la vida. Esto sólo será posible cuando la ciencia espiritual, desarrollada en Europa Central, sea absorbida por la cultura de Europa Oriental. Lo que en Europa Oriental todavía sólo se experimenta instintivamente, como vida en la realidad espiritual, encontrará entonces su expresión.
African Spir no fue capaz de expresar esta experiencia instintiva en términos científico-espirituales, sino que la revistió de conceptos que tomó de Spencer, Locke, Kant, Hegel y Taine. Esto significa que en lugar de revestirla con imágenes obtenidas a través del pensar vivo, utilizó el tipo de conceptos abstractos que en realidad no son más que imágenes mentales que reflejan el mundo físico. Lo que en African Spir llevaba una existencia embrionaria se había como retirado de la cultura occidental, pero había dejado su huella en la que podía reconocerse lo que antes había estado allí como realidad viva. African Spir es una figura muy interesante porque incorpora tanto el pasado como el futuro. También es una clara demostración de la verdad profunda, continuamente subrayada por la ciencia espiritual, es decir, que los pueblos europeos son en realidad como un alma humana con sus miembros colocados uno al lado del otro. Los pueblos hacia Occidente constituyen el alma sensible, el alma intelectual y el alma consciente colocadas una al lado de la otra. En los centroeuropeos se expresa el yo y los orientales se preparan para el yo espiritual.

En la actualidad, la historia se aborda de forma muy insatisfactoria. Sin embargo, se puede prever cómo se tratará en el futuro. En la actualidad siempre se hace hincapié en los hechos externos, pero éstos no son lo esencial. Aferrarse únicamente a los hechos externos es comparable a emprender el estudio de "Fausto" describiendo las letras página por página. La comprensión de "Fausto" no depende de las letras, sino de lo que se aprende a través de ellas. Del mismo modo, llegará un momento en que el estudio de la historia dependerá tan poco de los hechos externos como la lectura de un libro depende de la descripción de las letras. Detrás de los hechos externos se discernirá la verdadera historia, igual que el significado de "Fausto" se discierne detrás de las letras impresas. Es una expresión radical, pero ilustra la situación. La historia ordinaria será vista como una historia que describe los síntomas; un hombre como African Spir será visto como un síntoma del elemento anímico de Europa del Este que se funde con el de Europa Central.

La época actual está todavía muy lejos de estudiar la historia o la vida de esta manera. Sin embargo, sólo reuniendo cosas de esta naturaleza, y relacionándolas con una comprensión más profunda con los acontecimientos actuales, se puede llegar a ser consciente de lo que realmente está sucediendo en el mundo. La época actual ha despojado en un grado sin precedentes a la primera mitad del siglo XIX de sus logros espirituales; esto también se aplica a la segunda mitad, pero en menor grado. En efecto, está justificado hablar de aspectos olvidados de la vida espiritual en relación con el siglo XIX; incluso más de lo que he hecho en mi libro Vom Menschenrätsel. Algún día habrá que reescribir la historia del siglo XIX. Así lo sintió Hermann Grimm cuando dijo: "Llegará un momento en que la historia de las últimas décadas se reescribirá por completo. Cuando esto ocurra, los que ahora se consideran grandes figuras parecerán más bien insignificantes y otros, figuras muy distintas, que ahora están olvidadas surgirán como las grandes." Uno llega a darse cuenta de lo "fábula convenue" que es la historia oficial del siglo XIX cuando intenta estudiar su historia tal y como es en realidad y puede reconocer las fuerzas que estaban actuando. La razón por la que he dicho que nuestra época ha despojado al siglo XIX de sus logros espirituales es que ese siglo produjo muchos pensadores que, por falta de reconocimiento, fueron condenados al aislamiento. African Spir es un ejemplo característico. Al decir esto no me refiero al público en general, sino a aquellos que, por vocación, tenían el deber de interesarse por él y por su obra. Cuando estos seres humanos mueren y sus almas pasan al mundo espiritual, no desaparecen sin más. Siguen influyendo desde el mundo espiritual de una forma que, por lo general, apenas se intuye.
¿Puede alguien creer realmente que cuando un pensador como African Spir muere simplemente desaparece con respecto al mundo terrenal? El mundo espiritual no es ningun país de las nubes; al igual que nuestros cuerpos individuales están impregnados de alma y espíritu, el alma y el espíritu impregnan todo el cosmos. El alma y el espíritu viven a nuestro alrededor como el aire. Lo que un hombre ha producido, en una vida extenuante de pensamientos mientras estaba en un cuerpo físico, no desaparece simplemente cuando muere y pasa al mundo espiritual. En tales casos sucede algo muy notable. Un pensador que aquí en la tierra ha recibido mucha aclamación se encuentra en una posición diferente a la de un pensador solitario y descuidado como Spir. Un pensador, que recibe mucho reconocimiento popular, ha terminado como quien dice con sus pensamientos cuando muere. No así un pensador como Spir, que se esfuerza por proteger sus pensamientos -lo que estoy diciendo ahora es de la mayor importancia- que están presentes espiritualmente en el mundo físico. Tal pensador permanece con sus pensamientos. Los protege durante un periodo que dura décadas; durante este tiempo no son accesibles a los seres humanos que viven en cuerpos físicos.

Cuando un pensador como African Spir muere, sus pensamientos permanecen con él, por así decirlo, los protege para que los vivos no tengan acceso inmediato a ellos. Esto hace que surja en los seres humanos un anhelo inconsciente de estos pensamientos que no pueden satisfacer. En otras palabras, hay seres humanos cuyos antepasados no prestaron atención a tal pensador y le dejaron morir sin ser reconocido. Había producido pensamientos que deberían desarrollarse más, pero al protegerlos impide que sean alcanzados por los seres humanos y esto provoca un anhelo indefinido de estos pensamientos. Como este anhelo no puede satisfacerse, se produce un sentimiento de profunda insatisfacción interior. En épocas anteriores, muchos experimentaron este anhelo insatisfecho. En nuestra época está presente en un grado particularmente alto porque el último tercio del siglo XIX produjo un gran número de pensadores altamente significativos a los que el mundo no prestó atención, robándoles así sus logros espirituales.

¿Qué hay que hacer? Es una pregunta muy importante. Lo que hay que hacer es hablar de esos aspectos olvidados de la vida cultural. Cuando, en unos pocos trazos, pongo ante los ojos de sus mentes a un pensador como African Spir, no es por ninguna razón arbitraria o simplemente para contarles algo interesante. Es para llamar la atención sobre el hecho de que estamos rodeados de un mundo espiritual de pensamientos reales, pensamientos que un pensador ha conservado y que ahora protege. Lo que debemos hacer es dirigirnos con un sentimiento de reverencia al pensador en cuestión. Puede que entonces él mismo nos dé sus pensamientos, permitiendo así que nuestro pensar se vuelva creativo. Por eso, en el curso de nuestros estudios, me gusta llamar la atención sobre esos pensadores olvidados. De este modo se crea un vínculo realmente importante. Si consigo inscribir de algún modo en sus almas una imagen de African Spir, se produce algo que actúa en cierto sentido como corrector de un error, y ésa es una tarea de la ciencia espiritual.
El mundo espiritual no es una nebulosa abstracción panteísta. Es tan concretamente real como los fenómenos externos perceptibles por los sentidos. Entramos en contacto con el mundo espiritual no hablando constantemente de espíritu, espíritu, espíritu, sino señalando hechos espirituales concretos. Y uno de esos hechos es que, especialmente en la actualidad, podemos dar vida en nosotros a una conexión con pensadores olvidados, de modo que los frutos de sus pensamientos puedan entrar en nuestras almas. Por su parte, estas almas se liberan de la protección de sus pensamientos.

Por lo tanto, realizamos un verdadero acto cuando, con el sentimiento y la actitud correctos, hablamos de estos pensadores que en los últimos tiempos han sido víctimas del aislamiento espiritual y despojados de los frutos de su trabajo. Nuestra época recibirá así, al menos podrá recibir, pensamientos espirituales que tanto necesita. Un pensamiento que se limita a reflejar el mundo exterior de la manera habitual y pedestre es infructuoso. El pensamiento que de la manera acostumbrada se aplica a la naturaleza, a la historia o a la vida social, ha terminado su tarea tan pronto como los fenómenos externos han sido comprendidos. Hoy en día, tantos pensadores son improductivos porque todo lo que ocupa su pensar son acontecimientos externos o históricos. El pensar sólo es fructífero cuando toma su contenido del mundo espiritual. Un pensamiento es como un cadáver mientras sólo refleje la naturaleza o la historia. Se vuelve vivo y creativo cuando es receptivo a lo que las Jerarquías vierten desde el mundo espiritual.

En la actualidad no hay ninguna inclinación a buscar la unión a través del pensar con el mundo espiritual. Es algo que se evita positivamente, mientras que se está orgulloso de perseguir la ciencia "genuina". La opinión es que por fin ha llegado la ciencia, después de que la humanidad haya permanecido durante tanto tiempo en un estado de infancia. Sin embargo, hay que decir que esta ciencia, sobre todo cuando constituye la base de una visión de la vida, ha producido algunos resultados extraños. En primer lugar, no es capaz de comprender lo que es el verdadero pensar. La ciencia natural disecciona el cuerpo humano y llega a conclusiones sorprendentes sobre la estructura del cerebro y su funcionamiento. El pensar en sí no se tiene en cuenta. Como resultado, el pensar como tal se ha convertido gradualmente en algo fantasmal que la ciencia teme. Como consecuencia, la ciencia moderna está especialmente en contra de pensadores cuyas vidas estaban impregnadas de pensamiento, pensadores como Hegel, Schelling, Jacob Boehme y otros místicos cuya visión de la vida se basaba en el pensar. El investigador moderno adopta la actitud de que estas personas sin duda pensaron, pero los pensamientos no conducen a la certeza. Un científico se siente extraño cuando debe abandonar el mundo de los sentidos, es decir, el reino que African Spir denominó mundo de las apariencias y las ilusiones. Sin embargo, el científico no puede establecer la ciencia si se niega a pensar, por lo que se encuentra atrapado en un dilema. Este dilema llevó a uno de los miembros de la élite científica, que se sentía especialmente capacitado para representar la opinión científica, a pronunciar un aforismo que, cuando se reescriba la historia de la segunda mitad del siglo XIX, bien podría insertarse como característico de muchos aspectos de este periodo. En un congreso científico, este científico declaró: "Los hombres de medicina tenemos que admitir que, al igual que la gente culta en general, la ciencia exacta no puede prescindir por completo del pensar".
Es así como en el siglo XIX, en una reunión seria de científicos se admite con pesar que no se puede prescindir totalmente del pensar, al menos no si uno es un hombre de medicina o una persona bien educada. En otras palabras, pensar es algo muy incómodo que provoca incertidumbre en cuanto se mira.

Esta actitud ante el pensar provoca en la gente sensaciones extrañas cuando oyen que un mundo espiritual penetra en el mundo físico. Tienen miedo de pensar porque intuyen que es ahí donde entra el mundo espiritual y, como insisten en que no hay mundo espiritual, no tendrán nada que ver con el pensar. Tal vez recuerden ustedes que una vez expliqué que lo que se entiende por la palabra genio cambiará en el curso de la evolución. Señalaba que lo que hace que alguien sea un genio sólo puede entenderse suponiendo que hay más espíritu activo en él que en un no genio. Cuando los descubrimientos de un genio son de naturaleza mecánica, despierta gran admiración. Si su genio adopta otras formas, la gente es propensa hoy en día a descargar su aversión a tal prueba de poder espiritual sobre el propio genio. Ha aparecido un ensayo bastante interesante sobre el tema del genio. Después de argumentar que un genio es alguien en parte enfermo, en parte loco, el ensayo culmina con esta curiosa frase: "¡Demos gracias a Dios de que no todos seamos genios!".

Estas cosas deben considerarse síntomas de nuestro tiempo, pues son características de una tendencia general. Sin embargo, estas cosas suelen ignorarse o no tomarse en serio porque no se reconoce su verdadera importancia. Incluso se ríen de ellas y no se ve que las miserias actuales estén relacionadas con ellas. Lejos de intentar poner orden en el caos mediante la perspicacia espiritual, el hombre permite que se deteriore su contacto con el mundo espiritual. Como consecuencia, también pierde el contacto con la realidad del mundo exterior, ya que sin visión espiritual sólo puede llegar a su envoltura exterior. Al decir esto estoy señalando un fenómeno significativo de nuestro tiempo:. Las catástrofes se producen porque los pensamientos, que deberían relacionarse con los acontecimientos externos, no lo hacen. Como resultado, los acontecimientos externos toman el control y siguen su propio camino independientemente del hombre. Lo hacen incluso cuando el hombre mismo ha creado los acontecimientos. Entonces los pensamientos del hombre, que pueden ser excelentes, a menudo no tienen ningún efecto, no pueden encontrar ningún punto de apoyo en los acontecimientos externos. Poco a poco se ha llegado a la conclusión de que el individuo puede tener buenas ideas, pero éstas tienen vida propia, mientras que la realidad exterior también tiene vida propia. Existe una discrepancia espantosa entre lo que ocurre en muchas cabezas y lo que sucede a su alrededor, una desarmonía de proporciones nunca vistas.
Cuando uno habla de estas cosas se le acusa invariablemente de exageración. Pero no son exageradas y hay que hablar de ellas, porque son la verdad y deben ser reconocidas. Hay pruebas de estas cosas en todas partes, pero la conciencia de ellas no es lo suficientemente grande como para darse cuenta de sus implicaciones. Tomemos el siguiente ejemplo, que podría multiplicarse por mil:. en el año 1909 tuvo lugar en Rusia una conversación entre dos hombres sobre la relación de Rusia con Europa Central. Fue poco después de la anexión de Bosnia-Herzegovina por parte de Austria. La conversación tuvo lugar cuando los ánimos en Rusia estaban caldeados, amenazando ya entonces con provocar la terrible situación que finalmente estalló en 1914. Que la guerra de 1914 no estallara ya en 1909 pendía de un hilo. Se evitó, pero no gracias a ciertos sectores de Rusia. Hay que ver las cosas como son. Los dos hombres, uno croata y el otro ruso, discutieron en particular la relación entre Rusia y Austria. Después de haber examinado todas las posibilidades existentes para estabilizar las relaciones entre Europa Central y Oriental, el ruso resumió su propia opinión diciendo: "Una guerra entre Rusia y Austria-Alemania sería, no sólo absolutamente inhumana, sino también completamente insensata". Estas sensatas palabras, que no se basaban en absoluto en emociones, resumían juicios bien pensados y meditados sobre la estructura de Europa Central y Oriental. Cuando mencione ahora el nombre del ruso que las pronunció tendrán ustedes la confirmación de lo que se acaba de comentar. El ruso que tan vehementemente rechazó la guerra en 1909 fue Lvov. Cinco años más tarde, en 1914 -cuando, después de todo, no podía haberse transformado en alguien completamente distinto- lo encontramos como presidente del primer Gobierno revolucionario ruso. En otras palabras, para entonces era la persona en el centro mismo de todos los acontecimientos que han conducido a las miserias actuales en Europa.

Imagínense la situación:. vemos que los acontecimientos externos siguen su curso y vemos a seres humanos, activos en medio de estos acontecimientos, que piensan de manera muy diferente. Seres humanos con ideas sensatas actúan en esos acontecimientos, pero se ven desbordados por ellos. ¿Por qué? Porque no relacionan los conceptos y las ideas con la realidad espiritual. Los pensamientos son impotentes a menos que estén unidos al elemento espiritual del mundo. Según la opinión general que se tiene hoy en día, es un inconveniente que alguien, activo en la vida social o política, sea un pensador. A un pensador se le considera poco práctico, incapaz de comprender las realidades de la vida. Sin embargo, la verdad es que quienes suelen ser considerados prácticos sólo tienen pensamientos abstractos que no pueden asirse a la realidad. Uno debe preguntarse si es realmente sensato seleccionar para un alto cargo político a alguien que es más conocido por su pesca con mosca que por su capacidad para pensar. "La pesca con mosca" es el título de un libro escrito por Sir Edward Grey y la pesca con mosca es lo que llena su mente. Un colega ministerial dijo una vez de él, no sin justificación: "La razón por la que Grey tiene una concentración tan excelente es porque simplemente repite lo que otros ponen en su mente; ningún pensamiento propio perturba jamás su concentración". - Ese colega dio en el clavo. Como ven, según la opinión moderna, alguien que entiende de pesca con mosca debe entender también de política, pues sería un inconveniente que tuviera pensamientos propios. Sin embargo, como ya he dicho, a menudo son precisamente esas opiniones las que en la actualidad revelan su inutilidad, ya que han provocado las desastrosas condiciones en las que nos encontramos.
Es obvio que las capacidades que hoy en día se consideran adecuadas para los cargos políticos y para ser estadista son, de hecho, inadecuadas. Esto se debe a que el hombre moderno no tiene ningún interés en dirigir sus pensamientos a otra cosa que no sean los fenómenos externos. Hace muchos años llamé a esta condición "fanatismo de los hechos"; antes aún lo llamé "el dogma de la experiencia práctica". Pueden leer sobre ello en mis libros La concepción del mundo de Goethe y Goethe, el científico.

Debemos tener claro el hecho de que aquellos cuyo pensamiento se limita a reflejar los procesos naturales, los acontecimientos históricos o la vida social externa, desarrollan pensamientos que son puramente ahrimánicos. Esto no significa necesariamente que sean erróneos o incorrectos, pero son ahrimánicos. El elemento ahrimánico debe existir necesariamente. Todo el contenido de la ciencia natural es ahrimánico y sólo perderá su naturaleza ahrimánica cuando se impregne de vida. Esto sucederá cuando el pensar del hombre deje de ser un mero reflejo mecánico de los fenómenos externos. El pensar debe volverse creativo, debe saturarse por completo de contenido espiritual. Las leyes sociales, las leyes de derechos, etc., serán ahrimánicas si, al formularlas, se confía únicamente en esa capacidad, en ese aspecto del pensar que refleja los acontecimientos externos y reflexiona sobre ellos. Cuando, como en tales casos, las fuerzas ahrimánicas actúan en esferas a las que no pertenecen, se vuelven destructivas. La curación llegará a nuestra época cuando los pensamientos y las ideas que se aplican a las condiciones sociales y a la vida política estén en contacto vivo con la realidad espiritual.

Debido a las exigencias que esto les impondría, hoy en día son pocas las personas capaces de aceptar estos hechos. Cuando se habla del espíritu se nota que la gente está en guardia. Lo que ocurre en su conciencia en tales ocasiones no es tan importante; lo que ocurre en su subconsciencia es de gran importancia. Lo que vive allí es la mala conciencia que experimentan sólo subconscientemente. Como son incapaces de admitir que sus pensamientos no tienen vida y son ahrimánicos, evitan ser conscientes de ello. En el momento en que el pensamiento de uno alcanza una comprensión viva de la realidad espiritual, uno ya no puede evitar el reconocimiento de que los pensamientos, que simplemente reflejan los fenómenos externos, son ahrimánicos. Este reconocimiento causa miedo. Es el miedo lo que impide al hombre alcanzar el pensar creativo. El pensar creativo sólo se alcanza cuando el hombre se inspira -aunque sea inconscientemente- en el mundo espiritual.

Así vemos que, aparte de todos los otros muchos males que acosan a la humanidad, en nuestro tiempo se libra nada menos que una guerra contra el espíritu. Es una guerra que, bajo la influencia de ciertos círculos, se extenderá cada vez más; y está siendo promovida de la manera más fuerte posible por lo que puede llamarse el espíritu de nuestro tiempo. - Tengo que admitir que es extremadamente difícil hablar de las cosas que pertenecen a este dominio, al mismo tiempo que no basta con insinuarlas o evitar llamarlas por su nombre. En este mundo no se puede decir que nada sea absolutamente bueno o absolutamente malo; siempre depende del aspecto desde el que se mire. Lo importante es reconocer que, en su lugar y momento adecuados, las cosas son buenas; desplazadas de su lugar y momento adecuados, ya no son buenas. Hoy en día, la gente se toma las cosas con demasiada facilidad en un sentido dogmático o absoluto, lo que tan fácilmente conduce a malentendidos sobre estas cuestiones. No se trata de criticar la época como tal, sino de llamar la atención sobre los hechos.
Hay una inclinación en nuestro tiempo a alejarse del espíritu y acercarse a lo ahrimánico - lo ahrimánico también es espíritu pero es espíritu que está muerto y revela sólo lo que es material. La vida se ha vuelto inmensamente diferenciada y cada vez hay más necesidad de discriminación. Se podrían dar muchos ejemplos de diferentes aspectos de la vida social a través de los cuales uno puede darse cuenta del tipo de impulsos que actúan en nuestro tiempo. Impulsos de los que todos participamos. Mencionaré sólo dos.

Uno de ellos se manifiesta sobre todo en las personas que tienen fuertes vínculos con la tierra, con el suelo. Si viajamos hacia el este, encontraremos cada vez más personas de este tipo. Si vamos hacia el oeste encontraremos cada vez más condiciones de emancipación del suelo. En las últimas décadas, el centroeuropeo ha pasado rápidamente del apego al suelo a la emancipación del mismo. La gente del campo tiene un estrecho vínculo con la tierra; la gente de la ciudad se ha emancipado de ella. Se podría decir que el tipo de persona del campo es agrario, y el de la ciudad, industrial. Estos dos términos, agrario e industrial, han adquirido en la última década un significado distinto del que tenían antaño. Es difícil explicar estas cosas porque tienden a tomarse en un sentido dogmático, absoluto, pero no es eso lo que se quiere decir. Se trata de una descripción de tendencias generales. Son corrientes dentro de la evolución humana y todos estamos implicados en ellas.

Hagamos lo que hagamos en la vida, tenemos una inclinación hacia una u otra de estas dos tendencias del hombre. Ambas son naturalmente buenas en sí mismas, pero bajo las influencias que existen en nuestro tiempo se deterioran. En el agrario el deterioro toma la forma de una desinclinación a elevarse a cualquier cosa espiritual; hay una tendencia a dejar que el espíritu en el hombre quede en barbecho, queriendo permanecer como uno es y unirse con lo que todavía no es espíritu. El tipo industrial desarrolla una tendencia opuesta; pierde la conexión con el espíritu activo en la naturaleza y vive cada vez más en abstracciones. Sus conceptos se vuelven cada vez más enrarecidos e insustanciales. En nuestra época, el agrario corre peligro de asfixia por falta de espiritualidad. Para el industrial, el peligro es el contrario: vive en un espíritu demasiado enrarecido, sus conceptos han perdido toda relación con la verdadera realidad.

Éstas son las sombras, sobre todo en nuestra época, de las dos tendencias del hombre. Vemos que el tipo agrario desarrolla con demasiada facilidad aversión por el espíritu, es decir, por el desarrollo cultural. Sin embargo, uno no puede quedarse quieto y evitar participar en la evolución. Si uno permanece en el nivel de la naturaleza apartándose del espíritu se hunde por debajo de la naturaleza y entra en relación con seres demoníacos que le convierten en un verdadero odiador del espíritu. Como consecuencia se desarrolla una visión de la vida basada en la demonología ahrimánica.
Por otra parte, el tipo industrial extremo, que vive en conceptos completamente abstractos, desarrolla una actitud de superioridad; se ve a sí mismo como una especie de superhombre -aunque no en el sentido nietzscheano-, entra en el reino de Lucifer. Ahriman lo entrega a los poderes luciféricos y se impregna de conceptos y emociones luciféricos. La tendencia en lo agrario es hacia el embrutecimiento; en lo industrial es hacia una temeridad abstracta de conceptos. Estos fenómenos son muy llamativos en nuestro tiempo. También son cuestiones graves que ponen de manifiesto que nuestra época no puede entenderse sin el conocimiento espiritual. Los seres humanos deben vivir juntos; para ello, deben encontrar un terreno común de entendimiento restregándose mutuamente su unilateralidad, y ciertamente tanto los agrarios como los industriales tienen su lugar.

Ya en la época en que se escribieron los Evangelios se preveía que los seres humanos se diferenciarían cada vez más. El Evangelio de San Lucas está escrito más en relación con los agrarios, el Evangelio de San Mateo más con los industriales. Sin embargo, no sólo el Evangelio de San Lucas o el de San Mateo deben hablarnos, sino todos los Evangelios. Hay personas "inteligentes" que encuentran contradicciones entre los Evangelios; no tienen en cuenta que los Evangelios fueron escritos por seres humanos de diferentes disposiciones interiores. Las experiencias anímicas del escritor del Evangelio de San Lucas eran afines a las del tipo agrario; mientras que las del escritor del Evangelio de San Mateo eran afines a la disposición interior del tipo industrial. Lo esencial es no permanecer unilateral, sino reconocer que las cosas que se contradicen son también complementarias.

A menos que el hombre busque unirse con el Espíritu Universal, que hoy sólo puede encontrarse a través del conocimiento espiritual -el Espíritu que, aunque lo impregna todo, no vive en ninguna entidad individual-, llegará un momento en que se parecerá al entorno en el que vive y con el que se identifica. Eduard von Hartmann hizo una vez la acertada observación de que, cuando uno se adentra en una comarca rural y avista un buey con el campesino a su lado, no hay gran diferencia en la fisonomía de ambos. Por expresarlo radicalmente, el comentario es también despectivo, pero se entiende lo que quiere decir. En nuestra época, debido a que el hombre se aleja del espíritu, se desarrolla una relación íntima entre su alma y el entorno. Cuando uno es capaz de observar el aspecto más sutil de la vida, es obvio que la vida mental del agrario está influida por su asociación con el suelo, al igual que la del industrial está influida por su tipo de entorno. Cuando cualquiera de estos dos tipos de personas piensa en política o religión, sus pensamientos están invariablemente teñidos por su tipo particular de entorno. Hoy en día, los conceptos y las ideas del hombre dependen en gran medida de su entorno físico externo; deben ser liberados por el conocimiento y la comprensión que la ciencia espiritual puede proporcionar.

Un pensador como African Spir sentiría cosas de este tipo muy fuertemente. Cuando dijo que todo en el mundo exterior es apariencia, ilusión, fue porque se dio cuenta, observando su propia vida interior, de que el hombre llega a experimentar su ser interior como apariencia. Al participar en el semblante externo llega a sentir su ser interior como irreal. - ¿Cómo se puede esperar que la curación o las soluciones provengan de la apariencia en la que el hombre está inmerso? Su vida interior está tan enredada en impulsos conflictivos que no es de extrañar que abunden los conflictos externos.

Para ser un científico espiritual, no sólo de nombre o por algún sentimiento indefinido, sino en el sentido más profundo y verdadero, hay que observar la vida con la perspicacia del conocimiento espiritual. Hoy en día, la vida no se ve como realmente es; la gente rehúye el espíritu e intenta dar forma a su vida basándose únicamente en lo que no es espiritual. Es inútil albergar el conocimiento espiritual como una verdad general abstracta, sin prestarle atención cuando se intenta comprender la vida. Saber que el hombre se compone de cuerpo físico, cuerpo etérico, cuerpo astral y yo, o que Lucifer y Ahriman existen, no es suficiente. Hay que ser capaz de aplicar científicamente conceptos como ahrimánico o luciférico, lo mismo que un físico aplica los conceptos de electricidad positiva y negativa al comprobar estos fenómenos.

Agrario e industrial son conceptos que dejan de ser abstractos cuando, al observar la vida, los reconocemos como tendencias luciféricas y ahrimánicas, como acabamos de hacer. Se corren riesgos al describir las cosas de esta manera, pues la gente no quiere oír la verdad. Sin embargo, hay que enfrentarse a la verdad si la humanidad quiere encontrar alguna vez una cura para toda la confusión del mundo. La salvación y la curación de los males de nuestro tiempo están estrechamente relacionadas con la comprensión de la vida humana.
traducido por J.Luelmo. ene.2023

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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919