GA201Dornach, 10 de abril de 1920 - Polaridad entre la cabeza y el resto del cuerpo.

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EL HOMBRE: JEROGLÍFICO DEL UNIVERSO



2ª conferencia 


Polaridad entre la cabeza y el resto del cuerpo. Metamorfosis y reencarnación. Abstracción e imaginación

Dornach, 10 de abril de 1920

Continuemos nuestros estudios de ayer, cuando llamé la atención sobre el hecho de que, en la época actual, el pensar humano comprime todo el mundo dentro de líneas abstractas del espacio, mientras que en su aspecto vital este mundo tridimensional resulta ser mucho más complicado y mucho más concreto.  Para tener una concepción adecuada de todo lo que esto significa, debemos captarlo con mayor definición.
Debemos preguntarnos: Si es cierto que nuestro Pensar debe asociarse con el plano vertical que atraviesa nuestro eje de simetría, nuestro Querer con el plano vertical que se sitúa perpendicularmente al plano del pensar, mientras que el plano del Sentir descansa en ángulo recto con ambos, ¿Cómo es que no experimentamos arriba y abajo, derecha e izquierda, delante y detrás, como tres direcciones distintas en calidad una de otra y no intercambiables? ¿Cómo es que simplemente las sentimos como tres dimensiones espaciales de igual valor? 

Ciertamente, hablamos de longitud, anchura y altura, pero si formamos nuestros tres planos de esta manera, cada uno apoyado verticalmente sobre el otro, podríamos colocar la línea que era horizontal en primer lugar en posición vertical, y las otras dos pasarían a ser horizontales. En resumen, podríamos hacer tres disposiciones diferentes. Esto sólo muestra que la exactitud con la que se construyen estas tres dimensiones en el cuerpo humano, cuando es utilizada por el hombre para describir y explicar todo el Universo con el Sol y las estrellas, se hace bastante abstracta.
La pregunta es importante: ¿Cómo conseguimos obtener las dimensiones espaciales abstractas a partir de las concretas? Un animal no podría hacerlo. Un animal siempre sentiría su plano de simetría como un plano de "simetría" concreto, y no relacionaría este plano de simetría con ninguna dirección abstracta, sino que, a lo sumo, si pudiera pensar en absoluto en el sentido humano, sentiría el giro (de un plano a otro). De hecho, el animal siente este giro como una desviación de su plano de simetría respecto al normal. Aquí radican problemas importantes y esenciales de la Zoología, que volverán a ilustrarse en cuanto el hombre los estudie desde el punto de vista de sus impulsos en la realidad.

La razón por la que los animales pueden encontrar la dirección, como se demuestra más claramente en el caso de la migración de las aves, es porque no sienten las tres direcciones del espacio de una manera nebulosa, sino que se sienten como parte de una dirección del espacio bastante definida, y sienten cada desviación de esta dirección como un ángulo, como una desviación.
Ahora bien, si queremos comprender cómo se aplica todo esto al hombre, debemos recurrir a lo que ya hemos aprendido sobre la organización del cuerpo humano. Hemos oído que el hombre es un ser triple, que consiste, en primer lugar, en la organización característica de la cabeza, que no incluye, por supuesto, sólo la cabeza, sino que funciona principalmente en ella, y se extiende por todo el resto del cuerpo. Luego está lo que designaré como el "hombre de la Circulación" - todo lo que pertenece al pulmón y al corazón, y representa el Ritmo en el hombre. Y, por último, está el hombre de las extremidades, que también se prolonga hacia el interior y constituye la parte del hombre relacionada con el metabolismo o la transmutación de la sustancia.

Nos corresponde ahora estudiar más de cerca este hombre de tres miembros. Primero pensaremos en él como hombre cabeza, hombre ritmo y hombre extremidades. De estos tres, sólo el tercero, con su continuación hacia el interior, está fuertemente relacionado con las fuerzas, no con las sustancias, sino con las fuerzas de nuestro planeta terrestre.
Esto no se aplica al hombre de la Cabeza, pues ¿Qué es? (No estamos considerando ahora nada sustancial sino las fuerzas, las fuerzas formativas que lo condicionan). El hombre de la cabeza es la metamorfosis del hombre de las extremidades de la encarnación anterior. Las fuerzas que formaron al hombre de las extremidades en la última encarnación, han estado, durante el período entre la última muerte y el último nacimiento - ese nacimiento que nos trajo a nuestra existencia actual - en un mundo que hemos descrito a menudo. Allí se metamorfosearon para poder formar ahora la cabeza. Así, el hombre de la cabeza y el hombre de las extremidades son polos opuestos completos, y el hombre central, rítmico, es el ajuste entre los dos, equilibrándolos o reconciliándolos por medio del ritmo.

Esta antítesis entre el hombre de la cabeza y el hombre de las extremidades debe ser examinada aún más. Tal vez podamos acercarnos más fácilmente a las cuestiones que es necesario comprender en este ámbito, si examinamos el siguiente ejemplo tomado de otra esfera.
Consideremos la planta, no una planta perenne, sino una anual que se desarrolla desde la semilla hasta la raíz y el tallo y durante el año forma su fruto y su semilla. Dicha planta crece a partir de la semilla que ha sido plantada en la tierra; de la semilla surgen las raíces, luego las hojas y las flores, en las cuales, durante la etapa de fruto, se desarrolla la nueva semilla. Este es el ciclo evolutivo de la planta.
La planta parte de la formación de la semilla en la Tierra, crece hasta llegar a la superficie, cuando recibe los efectos de la luz -del Sol- y los efectos del calor. Bajo estas influencias crece aún más y completa su ciclo volviendo de nuevo a la etapa de formación de la semilla. Pero ahora, cuando vuelve al periodo de siembra en otoño, tenemos la planta no abajo en el suelo, sino encima de la Tierra; y aquí ha estado durante todo el verano, dependiendo de influencias extraterrestres. Estas influencias ayudaron a promover su crecimiento hasta el punto de una nueva formación de semillas; por lo tanto, ha crecido hasta el punto de una nueva formación de semillas no bajo las influencias de la Tierra, sino mientras era arrastrada fuera de éstas por fuerzas extraterrestres. Ha vuelto a ser lo que era antes y, sin embargo, algo diferente. ¿En qué sentido es diferente? La finalización de la nueva semilla pone fin al proceso de crecimiento. El desarrollo termina aquí, y el ciclo no puede completarse a menos que saquemos la semilla de su propio plano o región y la devolvamos una vez más a la Tierra. Es decir, si seguimos esa semilla hasta la esfera en la que está más allá del elemento terrestre, debemos entonces hacerla descender de nuevo, bajo la Tierra. Entonces, una vez más, crece hacia el Cielo, y entonces, de nuevo, debemos hacerla descender a la Tierra.
Es decir, el crecimiento posterior depende de que la semilla vuelva a descender a un nivel más profundo: debemos devolver a la Tierra lo que ha sido generado por las fuerzas del Cielo. Por lo tanto, no es suficiente considerar el ciclo simplemente de semilla a semilla. Nos interesa el hecho de que la planta, en cierto sentido, se supera a sí misma, y cuando se ha superado a sí misma hasta cierto punto, debemos llevarla de nuevo a su lugar original, donde vuelve a ser recibida por las mismas fuerzas y el ciclo comienza de nuevo.

Ahora podemos dibujar el proceso en un diagrama. Si tenemos aquí el nivel de la Tierra, entonces el ciclo de evolución de la planta debe dibujarse así. Pero la planta debe volver de nuevo a la Tierra, y así, si dibujamos varios procesos anuales, debemos avanzar un poco más cada vez. Ahí está la diferencia de nivel. Tenemos que llevar la planta una y otra vez a otro nivel.

Os he dado esto como ilustración, y antes de pasar a otra cosa, hay que considerar algo más en relación con ello. Fijaos en la forma en que la planta de la judía surge de la semilla, y comprenderéis lo que quiero decir. Lo entenderéis aún mejor si observáis una planta con un tallo retorcido, que se decanta naturalmente por no crecer en línea recta si ciertas fuerzas pueden actuar libremente. La enredadera es un ejemplo de este tipo de planta.
Pasemos ahora a considerar esta imagen en relación con el hombre. Si en lugar de pensar en el ciclo anual de la planta, dirigimos nuestra atención a ese ciclo que lleva al hombre de una vida terrenal, a través del mundo espiritual, a la siguiente vida terrenal, allí nos encontramos con algo notablemente similar. Pensad en vuestro organismo de las extremidades en la encarnación anterior, y en vuestra cabeza en esta encarnación. La cabeza se forma a través de una metamorfosis, y es sólo el cambio visible el que se interrumpe por todo lo que ocurre entre la muerte y un nuevo nacimiento. La cabeza se forma de la misma manera que la nueva semilla de la planta se forma a partir de la vieja. Pero toda la vida intermedia de la planta se encuentra en el medio. Así que podemos decir: Desde el punto de vista de la organización de su forma, es como si en el hombre la raíz existiera en la encarnación anterior, y de esta raíz hubiera crecido la cabeza de la encarnación actual. La cabeza, por tanto, representa algo análogo a la semilla. Pero en el hombre todo esto tiene lugar, se puede decir, en un nivel superior - en una región superior - y es, además, más complicado.
Y ahora, para completar esta concepción, pensad en toda la metamorfosis de la planta. Si observáis la enredadera, veréis por la forma de espiral o de tornillo del tallo, que las fuerzas que actúan desde el exterior no son del tipo de las que hacen crecer simplemente en línea recta, sino que la inducen a crecer en forma de espiral. La planta tiene una tendencia a la formación en espiral. Sólo cuando se desarrolla la nueva semilla, ésta se resiste a esta tendencia; se concentra por completo en este pequeño grano. La semilla se retira entonces de la influencia del Universo. En el caso del hombre, el hombre de las extremidades está más bajo la influencia de la Tierra. (En el hombre Rítmico el caso es diferente y hablaremos de esto más adelante). Pero la cabeza es algo que se retira de las fuerzas de la Tierra y no toma parte en ellas, así como la semilla no toma parte en las influencias extramundanas. Grácias a que la cabeza se retira de las fuerzas terrestres, los hombres podemos pensar en forma abstracta. Si fuera imposible que nuestra cabeza se separara totalmente de las influencias terrestres, no podríamos pensar en abstracto.

Este hecho se expresa efectivamente en la forma del hombre. Pensad por un momento que vuestra cabeza representa en realidad al hombre de los miembros transformados. Este último, sin embargo, camina sobre la superficie de la Tierra, no así la cabeza. La cabeza puede compararse con un hombre que está cómodamente sentado en un automóvil o en un tren; no se mueve y sin embargo avanza. La cabeza está en esta posición con respecto al resto del organismo; éste avanza hacia adelante, y la cabeza descansa como en un vehículo, sin participar en ninguno de los movimientos, sino retirándose de manera muy evidente de las fuerzas terrestres. La cabeza es como el hombre que se deja llevar hacia adelante por otras personas.
Tal es la organización de la cabeza del hombre. Se retira de las influencias de la Tierra, y por lo tanto podemos decir: La cabeza del hombre se muestra - al menos en esta comparación - similar a la semilla que se retira de las influencias celestes de la formación de la planta. Pero con el hombre no ocurre lo mismo que con la planta. Esta última crece desde la tierra hacia arriba, hacia las influencias celestes. El hombre crece hacia abajo. Cuando llega a la concepción o al nacimiento, es en primer lugar una estructura cefálica; la embriología externa ofrece una prueba absoluta de ello. Trae consigo su cabeza como producto transformado de la última encarnación. Durante esta vida terrenal - a través de las fuerzas de la misma - el hombre de las extremidades se desarrolla muy especialmente. Crece sobre la cabeza. Es menos evolucionado que la cabeza y está totalmente bajo la influencia de las fuerzas terrestres. La cabeza, por el contrario, está totalmente apartada de las fuerzas terrestres. Por lo tanto, podemos decir: Cuando observamos las plantas, podemos rastrear, en la construcción en espiral o en forma de tornillo, de dónde provienen las fuerzas que dan a la planta su forma en espiral; provienen de cuerpos ultraterrenales. Pero cuando consideramos al hombre, y vemos cómo crece hacia la Tierra, debemos preguntarnos: ¿Qué ha dado al hombre esta potencialidad de crecer en oposición a las leyes que rigen el crecimiento de la planta que crece hacia arriba? Porque el hombre crece hacia abajo y poco a poco sucumbe a la influencia terrestre. ¿Cómo se explica todo esto? Esta es una cuestión muy importante, incluso esencial, que concierne no sólo a la Morfología, el estudio de la forma humana, sino a todo el ser del Hombre. Veréis, si estuviéramos obligados a vivir nuestra vida anímica sin cabeza, sería totalmente diferente; ¡seríamos incapaces de cualquier concepción abstracta! Sobre todo, no podríamos concebir el espacio tridimensional como abstracto, sino que diferenciaríamos estrictamente entre delante y detrás, derecha e izquierda, arriba y abajo. Todas estas direcciones tendrían para nosotros un carácter muy distinto. Esto es, de hecho, lo que hace nuestro organismo. Tan pronto como hayáis avanzado, a través de los métodos de la Ciencia Espiritual, hasta la concepción imaginativa del Universo, esta cómoda tridimensionalidad cesa. Ahora debéis discriminar, porque habéis realizado algo muy notable: habéis eliminado el organismo ordinario de la cabeza y habéis vuelto al organismo etérico del hombre.
Ahora bien, la organización etérica es esencialmente diferente de la organización física de la cabeza. Sólo a través de la cabeza completamente organizada, traída a esta encarnación desde la anterior, se han hecho posibles las abstracciones. Todo el pensar abstracto, todo el pensar en el plano del puro pensar, está ligado a este organismo de la cabeza, que sólo alcanzamos dejando el mundo espiritual y viniendo a este mundo físico, a fin de independizar de la organización terrestre lo que antes dependía de ella.

Esto os mostrará que el hombre, al igual que la planta, está inmerso en las influencias terrestres, pero con esta diferencia, que el hombre se independiza de ellas a través de su organismo de la cabeza. Si el resto de nuestro organismo pensara sin la instrumentalidad de la cabeza -como de hecho puede hacerlo- el hombre se sentiría de inmediato uno con todo el organismo del Universo.

Si fuera posible inventar un coche cama muy confortable - en la actualidad es tal vez improbable - pero un coche desde el que no se mirara hacia fuera y del que se eliminara todo ruido y traqueteo, se podría caer en la ilusión de que se está en una habitación quieta y silenciosa, pues no se percibiría nada de su movimiento. Pero al mirar por la ventana, verías que se está moviendo hacia adelante, aunque estés sentado tranquilamente en el coche. Del mismo modo, en cuanto te liberes también de la ilusión que te produce tu organismo craneal durante el proceso de independización de la organización terrestre, observarás que participas en el movimiento de la Tierra. Es decir, es posible, a través de la transición de lo que, en mi libro Conocimiento de los Mundos Superiores he llamado el modo actual de formación de ideas a lo que he llamado Imaginación - es posible sentir los movimientos de la Tierra, porque entonces estás "mirando por la ventana". Miras hacia el mundo espiritual. De la misma manera que miráis por la ventanilla de un tren y notáis que el paisaje exterior cambia continuamente, así también, cuando miráis desde el mundo sensorial físico hacia el espiritual, percibís en las alteraciones de este último al pasar, que vosotros con la Tierra no estáis en reposo, sino que os movéis hacia adelante. Por lo tanto, no podemos llegar a una verdadera concepción astronómica del espacio si nos empeñamos en construirla sólo con la parte de nuestro organismo que se ha hecho independiente.

 Considera por un momento lo que nosotros, como humanidad civilizada, hemos hecho desde el comienzo de esta Quinta época postatlante. Hemos pensado en el Universo con la cabeza. Y es la cabeza -esa parte de nosotros que se ha hecho bastante independiente de la Tierra- la que ha contraído los movimientos del mundo en la abstracción de las tres dimensiones. Tenemos la concepción copernicana del Universo, diseñada para nosotros por el instrumento menos apropiado, la cabeza, cuya característica esencial es su emancipación de la cooperación en los movimientos del mundo. Sería algo así como si quisieras obtener una idea, digamos, del movimiento de un tren ferroviario en el que viajas, a partir de un dibujo que haces con tu mano, sin referencia al movimiento del tren, sino únicamente según tus propias ideas. Usted dibuja algo; se hace independiente. Pero no se puede considerar que ese dibujo represente el movimiento del tren; no tiene nada que ver con él. Y tan poco tiene que ver con el proceso del mundo un dibujo que hemos diseñado según la astronomía espacial externa, utilizando para ello el instrumento más inadecuado para su concepción.

Ahora bien, obsérvese a qué conclusión nos lleva una concepción realmente veraz y proporcionada de las cosas. Nos vemos obligados a admitir que nuestra imagen astronómica espacial del mundo ha sido construida con los medios más inadecuados. No es de extrañar que se contradiga con los resultados que se obtienen cuando se utiliza el instrumento adecuado. Por supuesto, para ciertos propósitos esta concepción está bien adaptada, porque desde mediados del siglo XV, cuando comenzó el quinto período postatlante, hemos tenido que aprender gradualmente a formar pensamientos independientemente del Universo. En la próxima conferencia oiremos cómo se produjo esto. Pero con ello hemos perdido la capacidad de saber realmente algo de los movimientos en los que nos hemos entrenado para sentir concretamente las dimensiones del espacio, que de otro modo serían abstractas. Volveremos a estas cosas una y otra vez, porque no podemos llegar a una imagen completa de otra manera que no sea construyendo nuestras ideas, por así decirlo, en ciclos.
Después de las sugerencias de ayer, el Dr. Stein se ha tomado la molestia de construir un modelo que muestra los movimientos que resultan cuando seguimos al Hombre con la Tierra, o sea el movimiento de la Tierra tomado en su sentido absoluto. Si en lugar de seguir esta vez el movimiento de las fuerzas vegetales en espiral, sigo los movimientos descritos por el Hombre con la Tierra, me encuentro de nuevo con una espiral, pero progresiva. 

Esta espiral nos da una ilustración del movimiento real de la Tierra, y al mismo tiempo una imagen de la del Sol. Supongamos por un momento que la Tierra está aquí y el Sol allí. Un observador ve el Sol en esta dirección. (diagrama). La Tierra avanza, pero exactamente en una línea detrás del Sol. Cuando la Tierra está aquí, el observador ve ahora el Sol en otra dirección. El Sol avanza aún más, la Tierra le sigue, y de nuevo el observador ve el Sol en la otra dirección. Es decir, ve el Sol en un momento a la derecha y en otro a la izquierda, debido a la forma en que la Tierra sigue al Sol.
Esto se ha interpretado como una demostración de que el Sol está quieto y la Tierra gira a su alrededor. En realidad, no es así; la Tierra se mueve detrás del Sol. El observador ve el Sol a la derecha cuando éste ha llegado a un punto de la trayectoria espiral, mientras que la Tierra está aquí. A continuación, ve el Sol a la izquierda, luego otra vez a la derecha, luego a la izquierda, y así sucesivamente. Todo esto da al observador, que juzga por las apariencias exteriores y pierde de vista su propio movimiento, la impresión de que la Tierra gira alrededor del Sol.

De esto os daréis cuenta de la gran posibilidad de engaño que surge cuando se juzga por las apariencias exteriores; pues aquí existe, en efecto, una relatividad del movimiento. Podemos afirmar realmente que los que ahora calculan el movimiento aparente del Sol no perciben su propio movimiento, y omiten tomar en consideración la relación entre el Sol y la Tierra.

Me gustaría que trataran de formarse una idea verdadera de lo que he dicho sobre el curso o movimiento en línea de tornillo, porque hay que visualizar, en un modelo como éste, el hecho de que la Tierra sigue la estela del Sol; y entonces podremos pasar a lo que me gustaría que alcanzáramos mañana, es decir, una verdadera comprensión de los hechos que tenemos ante nosotros. Hoy he dado intencionadamente sólo sugerencias, y he dejado a propósito muchas preguntas abiertas, pero serán contestadas mañana o en una de las conferencias siguientes. He querido mostrarles de una manera bastante sencilla las experiencias de quien mira a través de las ventanas del mundo físico, y observa el mundo espiritual exterior mientras pasa a toda prisa. De esta manera puede formarse una idea del movimiento real de la Tierra y también del Sol.
Pero primero les mostraré cómo obtener una concepción de la verdadera relación de la Tierra con el Sol -que la Tierra realmente sigue al Sol en su camino- buscando la única cosa que nos mostrará esta relación, a saber, ciertos procesos en el organismo humano conectados con el representante del Sol en el hombre: el corazón humano. Porque es a partir del conocimiento del hombre que debemos intentar llegar al conocimiento del Universo.
Traducido por J.Luelmo ene.2022

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