GA239 Paris, 25 de mayo de 1924 - Relaciones Kármicas vol. V-

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Rudolf Steiner

Conferencia VII

Paris, 25 de mayo de 1924

Hemos hablado de la vida entre la muerte y el nuevo nacimiento y hemos descubierto que, después de la muerte, el hombre es recibido en un mundo supraterrenal que sólo se nos manifiesta en la Tierra a través de sus signos o señales: las estrellas; porque las estrellas son señales de otro mundo, indicaciones de mundos espirituales que están a nuestro alcance durante nuestra vida entre la muerte y el nuevo nacimiento. Hemos oído también que el ser humano entra en una Esfera Lunar, en una Esfera de Mercurio, en una Esfera de Venus, y ayer empezamos a pensar en la Esfera Solar. Al mismo tiempo expliqué que, mediante el conocimiento de la Iniciación, se puede comprender la naturaleza de estos mundos.

Cuando, mediante los métodos descritos en mis libros, se adquiere el poder de mirar en el mundo espiritual, podemos examinar retrospectivamente toda nuestra vida terrenal. Está allí, desplegada en un vasto panorama, y la contemplamos en períodos de tiempo, cada uno de los cuales dura unos siete años. Vemos nuestra primera infancia hasta el cambio de dientes, y con él se revela el misterio de la esfera lunar. El misterio de la esfera de Mercurio es revelado por el estudio retrospectivo del período entre el cambio de dientes, alrededor del séptimo año, y la pubertad. El misterio de la esfera de Venus es revelado por el estudio retrospectivo del período comprendido entre el decimocuarto o decimoquinto año y el comienzo de la veintena. Y cuando, habiendo envejecido en la vida terrena, miramos retrospectivamente el período comprendido aproximadamente entre los veintiún y los cuarenta y dos años, cuando el ser humano está en la flor de la vida y no ha empezado a declinar, entonces se nos presentan los misterios de la esfera solar. En esta esfera no hay procesos, no hay funcionamiento de la naturaleza. Ninguna de las causas y efectos que se perciben en la naturaleza terrestre existe en la esfera del Sol. Cuando hemos pasado las esferas de Luna, Mercurio y Venus y hemos entrado en la del Sol, no hay actividades de la naturaleza a nuestro alrededor, sino sólo actividades de tipo moral. Todo lo que es bueno tiene sus correspondientes buenos resultados; todo lo que es malo hace tiempo que quedó retenido en la esfera de la Luna. La esfera del Sol es pura bondad, bondad resplandeciente, radiante; ningún mal tiene cabida en ella. Y debemos vivir a través de esta existencia solar a menudo durante siglos, porque el tiempo es más prolongado en la vida entre la muerte y el renacimiento que aquí en la Tierra. En la esfera solar no sólo nos encontramos en compañía de aquellas almas con las que estábamos conectados por el karma en la Tierra, que han atravesado la puerta de la muerte y han entrado en el mundo espiritual como nosotros mismos, sino que en la esfera solar también entramos en las esferas de Exusiai, Dynamis y Kyriotetes. Las actividades de estos Seres son puramente espirituales; su naturaleza es puramente espiritual. Y el mundo moral que contemplamos a nuestro alrededor en la esfera solar les pertenece, a semejanza de los reinos mineral, vegetal y animal que pertenecen a la Tierra.

Para comprender la vida del alma humana en la esfera solar, debemos ser conscientes de que aquí, en la Tierra, estamos espacialmente encerrados en nuestra piel. Contemplamos el mundo desde lo que está limitado por nuestra piel. En la esfera solar ocurre lo contrario. Allí, todo lo que aquí llamamos mundo está dentro de nosotros; la Luna está dentro de nosotros, no fuera de nosotros; Mercurio está dentro de nosotros; de hecho, la propia esfera solar está dentro de nosotros, no fuera de nosotros.

Aquí, en la vida terrenal, distinguimos entre nuestro cuerpo y nuestra cabeza, dándonos cuenta de que si la cabeza ha de realizar su trabajo como órgano de cognición, debe estar separada del resto del cuerpo. Y así como sabemos que la cabeza debe estar construida de manera diferente al resto del cuerpo, así, en la esfera solar sabemos que el organismo cósmico está en nosotros, nos pertenece como Luna, Mercurio, Venus, Sol. Pero también tenemos algo especial que corresponde a la cabeza en la vida terrestre, a saber, Marte, Júpiter y Saturno. En la existencia solar ellos constituyen nuestra cabeza. Podemos decir: En la existencia solar, Luna, Mercurio y Venus son nuestros miembros; el Sol mismo es todo nuestro sistema rítmico; la esfera solar misma, con todos sus Seres, es nuestro corazón y nuestros pulmones; mientras que nuestro órgano de inteligencia y razón, la cabeza, está representada en la esfera solar por Marte, Júpiter y Saturno. Y así como hablamos con la boca en la parte inferior de la cabeza, del mismo modo, al llevar a Marte dentro de nosotros en nuestro cuerpo cósmico, vivimos en virtud de la palabra cósmica. La palabra cósmica suena a través de las amplias extensiones del espacio. Así, como aquí en la Tierra llevamos en nuestra cabeza esos insignificantes pensamientos terrenales, así a través de Júpiter llevamos en nosotros la sabiduría de los mundos. Y así como aquí tenemos memoria, experiencias de recuerdo, así en la existencia solar llevamos dentro de nosotros la existencia saturnina que nos da la memoria cósmica. Y así como aquí vivimos dentro de nuestra piel y miramos hacia fuera, así vivimos, como he descrito, en nuestra existencia solar y miramos hacia fuera, hacia el mundo exterior, hacia el Hombre, por supuesto no el ser del que se ocupa la anatomía, sino un ser tan grande, poderoso y majestuoso como el Universo con todas sus estrellas.

Visto desde un punto de vista terrenal tenemos una opinión demasiado baja de lo que representa el ser humano, y esto es bueno para los seres humanos terrenales que, de lo contrario, podrían convertirse en megalómanos. Fundamentalmente hablando, si incluimos a todos los seres humanos de la Tierra, ellos son los portadores de todas las Jerarquías, porque los Seres de las Jerarquías despliegan su naturaleza en ellos. Aquello en el ser humano que es mucho más grandioso que todo el mundo estrellado, que los cursos y fenómenos de las estrellas, -ese es nuestro mundo exterior en la existencia del Sol. Y junto con los Exusiai, Dynamis y Kyriotetes, con los demás Seres pertenecientes a la Esfera Lunar, con los Ángeles, con los Seres que habitan Venus, con la Jerarquía de los Archai, con todas las demás almas humanas con las que estamos kármicamente conectados, es como preparamos nuestra siguiente vida terrena. Este trabajo en la existencia solar para la elaboración de la siguiente vida terrestre es infinitamente más grandioso que cualquier cosa que el hombre pueda lograr para la cultura y la civilización en la Tierra. Lo que ofrece la civilización terrestre es, al fin y al cabo, obra del hombre. Pero el propio hombre es mucho más; a él se le ha concedido trabajar para su posterior vida terrena en colaboración con los Seres de la Esfera Solar. Si el hombre se limitara a trabajar con otras almas humanas en la estructura producida posteriormente para la vida terrena, el resultado sería lamentable. Debe trabajar en cooperación con todas las Jerarquías superiores. Porque el ser nacido de una madre no ha surgido en la Tierra; es sólo el escenario de la acción, por así decirlo, que viene a la existencia en la Tierra. Una maravillosa creación cósmica, formada en los mundos suprasensibles, en la existencia solar, se encarna en lo que se produce mediante la herencia física.

Si tales cosas se captan con la debida comprensión, seguramente debemos mirar al Sol y decir que sus rayos físicos que brillan sobre la Tierra como calor son las bendiciones otorgadas por el Sol. Pero cuando sepamos lo que es el Sol en realidad, sentiremos que, Allá arriba, donde el orbe resplandeciente del Sol se mueve a través del Universo, es el escenario donde los prototipos espirituales de las futuras generaciones de hombres toman forma por primera vez; allí las Jerarquías superiores trabajan junto con las almas de los hombres que vivieron en la Tierra en sus encarnaciones anteriores, para traer a la existencia a los seres humanos del futuro. El Sol es, en realidad, el embrión espiritual de la vida terrestre del futuro. De hecho, la primera mitad de la existencia solar la pasamos con los Dioses, modelando con ellos nuestra futura existencia terrestre.

Cuando hemos vivido la mitad del período entre la muerte y un nuevo nacimiento y hemos llegado al punto llamado en mis Dramas Misterio, la "Hora de Medianoche", comienza otro tipo de trabajo. Hemos oído que la existencia solar es pura bondad. Si todo lo que les he descrito hubiera sido obra únicamente de la sabiduría cósmica superior, habrían venido a la Tierra, en lugar de los hombres, seres semejantes a los ángeles y a los dioses. Pero estos seres divinos no habrían tenido libertad, porque, de acuerdo con la existencia solar de la que surgieron, sólo habrían estado adaptados para hacer el bien. No habrían podido elegir entre el bien y el mal.

En la segunda mitad de la existencia solar, parte de la realidad humana allí producida se transforma, se funde por así decirlo, en una imagen. Para empezar, el hombre está formado de tal manera que en su organismo se habría convertido inevitablemente en un ser totalmente bueno. Luego, sin embargo, en la segunda mitad de la existencia solar, parte de su naturaleza no se forma como realidad, sino sólo como imagen, de modo que seguimos nuestro camino en la esfera solar en parte como realidad espiritual, en parte como imagen. Esta realidad espiritual es la base de nuestro cuerpo en la siguiente vida terrenal. La parte que es sólo una imagen es la base de nuestra cabeza. Dado que no es más que una imagen, puede rellenarse con material mucho más denso, de hecho, sustancia ósea. Al mismo tiempo, en esta parte que no es realidad espiritual, sino sólo una imagen, se integra lo que experimentamos en la Tierra como el eco de esta imagen. Las necesidades de nuestro estómago, hígado, etc., son experimentadas como necesidades de la naturaleza. El impulso moral que llevamos dentro es una experiencia espiritual aquí en la Tierra. El rudimento de lo que resuena en nuestra conciencia como impulso moral se forma en aquella parte del prototipo embrionario de hombre del Sol que se convierte en imagen.

Ahora bien, la Tierra en su evolución, la evolución de la humanidad en la Tierra, cada una tiene su historia; la cultura y la civilización evolucionan a lo largo de esta historia. La vida del Sol, el largo período que transcurre entre la muerte y un nuevo nacimiento, también tiene su historia. El acontecimiento más importante de la historia de la Tierra es el Misterio del Gólgota, y en esa historia hacemos una clara diferenciación entre el período anterior al Misterio del Gólgota y el período posterior. Una diferenciación similar debe hacerse en la existencia del Sol entre lo que tuvo lugar allí antes del Acontecimiento del Gólgota en la Tierra, y después de él. Los hechos son los siguientes. 

Antes de que tuviera lugar el Misterio del Gólgota, el Ser Crístico no estaba presente en la Tierra; se esperaba su venida, pero aún no estaba allí, estaba todavía en su existencia solar. Los iniciados en los Misterios disponían en sus Centros de Misterios de medios para participar en la vida solar. Cuando los Iniciados lograban alcanzar un conocimiento superior fuera del cuerpo, eran capaces, a través de su Iniciación, de alcanzar a Cristo en la Esfera Solar donde Él se encontraba. Desde que el Misterio del Gólgota tuvo lugar en la Tierra, Cristo ya no está en la Esfera Solar. Se ha unido a la existencia terrestre. Primero, Cristo está presente en la esfera solar; después, ya no está allí. En la vida terrestre sucede exactamente lo contrario: al principio, Cristo no está; después del Misterio del Gólgota, sí. Pero así como el Impulso Crístico penetra radicalmente en la vida terrestre, también lo hace en la vida solar. Aquí en la Tierra nos cuesta esfuerzo profundizar nuestra vida anímica para poder experimentar al Cristo, para estar interiormente llenos, impregnados por el Cristo; del mismo modo, durante la vida solar es difícil observar, contemplar, la naturaleza esencial del hombre completo. Y fue especialmente difícil en los primeros días de la evolución del hombre, a pesar de la clarividencia instintiva que prevalecía entonces, percibir al ser humano en la vida solar después de la muerte. Precisamente porque en la Tierra el hombre veía algo espiritual dentro de sí mismo, le era difícil en la vida solar percibir el misterio del hombre como un mundo fuera de sí. Antes del Misterio del Gólgota fue el Cristo quien dio al hombre en la esfera solar el poder de contemplar todo su ser. Desde el Misterio del Gólgota, nosotros, como hombres en la Tierra, debemos realizar la profundización espiritual que puede adquirirse mediante la contemplación viva del Misterio del Gólgota, mediante la participación interior en la vida de Cristo. De este modo, durante nuestra existencia terrena, podemos reunir conscientemente las fuerzas que podemos llevar con nosotros a través de la muerte y que pueden darnos el poder de ver todo el ser del hombre en la esfera del Sol. Antes del Misterio del Gólgota, Cristo dio a los seres humanos, en su vida entre la muerte y el renacimiento, el poder de contemplar al hombre en la existencia del Sol; a partir del Misterio del Gólgota, Cristo prepara a los seres humanos durante la propia vida terrenal para que sean capaces de contemplar toda la naturaleza plena del hombre en la existencia del Sol. Así pues, sólo cuando miramos más allá de la existencia terrena, hacia la existencia solar, podemos aprender a comprender verdaderamente la esencia del cristianismo. Y, como hemos visto, aprendemos a reconocer en la existencia solar una primera mitad, cuando el hombre se forma originalmente como realidad, cuando es pura bondad. Luego se engendra la parte semejante a la imagen, que se proyecta en la vida posterior, dando libertad al hombre y conteniendo la semilla de la experiencia moral.

Ahora bien, si con la ciencia de la Iniciación estudiamos las aptitudes morales del hombre y las fuerzas que promueven la salud en él, nada vemos correctamente por medio de la Imaginación, la Inspiración y la Intuición, a menos que estas facultades sean reforzadas por lo que podemos recibir de las esferas en las que el hombre entra gradualmente al salir de la existencia solar: las esferas de la existencia de Marte, la existencia de Júpiter y la existencia de Saturno. Luego, para comprender esta segunda mitad de la vida humana, entre la muerte y el renacimiento, debemos volver la vista atrás, hacia ciertos períodos de siete años en la vida. Sin embargo, para ver todo esto en relación, debemos haber pasado nuestro sexagésimo tercer año, como ya he señalado. Si recordamos el período comprendido entre los años cuarenta y dos y cuarenta y nueve, los misterios de Marte resplandecen en este período de la vida. Del cuadragésimo noveno al quincuagésimo sexto año, los misterios de Júpiter envían su luz, y del período comprendido entre el quincuagésimo sexto y el sexagésimo tercer año de vida, la iluminación proviene de los misterios de Saturno. Sólo a través de la luz que irradia hacia nosotros en este examen retrospectivo, podemos comprender lo que ocurre en las esferas de Marte, Júpiter y Saturno para preparar al hombre para una nueva vida en la Tierra. Porque cuando un hombre entra en estas esferas, habiendo pasado por la existencia solar, los Seres de las Jerarquías superiores comienzan a trabajar manifiestamente: primero los Tronos en la esfera de Marte; luego los Querubines en la esfera de Júpiter; y los Serafines en la esfera de Saturno.

Cuando hemos atravesado esta segunda mitad de la vida que transcurre entre la muerte y un nuevo nacimiento, una vez más la posición es, en cierto sentido, la opuesta a la de la vida terrenal. Aquí en la Tierra miramos hacia los amplios espacios del mundo estrellado, vemos sus maravillas y su sublimidad nos llena de reverencia. Cuando en preparación para nuestra futura vida terrena procedemos de la existencia solar a través de las esferas de Marte, Júpiter y Saturno, miremos donde miremos nos encontramos en la esfera de la vida religiosa. Pero mirando hacia abajo, hacia la Tierra, no se nos aparece en forma física como la tenemos aquí a nuestro alrededor, sino que aparece en dirección a la Tierra una vida espiritual sublime y poderosa, tejida con los acontecimientos de Marte, Júpiter y Saturno, con los hechos de los Serafines, Querubines y Tronos. Ahora, sin embargo, ya no es como antes, cuando sentíamos el mundo entero dentro de nosotros. Sentíamos a los Exusiai, Dynamis y Kyriotetes dentro de nosotros. Ahora, mirando hacia abajo mientras experimentamos los hechos de Serafines, Querubines y Tronos, los vemos, para empezar, fuera de nosotros; vemos debajo de nosotros el cielo suprasensible, pues el mundo puramente espiritual está, para nosotros, incluso por encima de él. Vemos el cielo suprasensible y miramos hacia abajo, a las esferas de Marte, Júpiter, Saturno; vemos Tronos, Querubines y Serafines viviendo, esforzándose, trabajando. Pero, ¿Qué panorama se nos presenta al contemplar este trabajo? - Mientras observamos, experimentamos de una manera suprasensible entre los Serafines, Querubines y Tronos lo que constituirá el cumplimiento de nuestro karma en la próxima vida terrestre; vemos lo que experimentaremos a través de esos otros hombres con los que nuestro karma está de alguna manera entretejido. Esto lo experimentamos en primer lugar a través de los actos divinos entre los Serafines, Querubines y Tronos. Ellos determinan entre sí lo que experimentaremos como cumplimiento de nuestro karma en la próxima vida en la Tierra. Los Dioses son nuestros creadores, pero también crean nuestro karma. El cumplimiento de nuestro karma lo experimentan primero los Dioses en una imagen celestial, y ésta es la impresión que nos llevamos a nuestra existencia posterior. Asumimos nuestro karma porque lo contemplamos primero en los actos divinos de los Serafines, Querubines y Tronos. Y en esta visión se nos muestra lo que nos espera en la próxima vida terrenal, llevado a efecto por los Dioses.

De esto se darán ustedes cuenta de que el conocimiento del karma se adquiere a través de la ciencia de la Iniciación si se sigue la vida humana a través de la segunda mitad del viaje desde la muerte hasta un nuevo nacimiento y si somos capaces de descifrar lo que ocurre en las esferas de Marte, Júpiter y Saturno a través de los hechos de los Tronos, Querubines y Serafines. Y para aquel que ha aprendido a mirar hacia atrás en espíritu sobre su vida entre los cuarenta y dos y los cuarenta y nueve años, es posible penetrar en los misterios de Marte, tener alguna visión de lo que ocurre en esa esfera, -especialmente entre los Tronos, pero en general entre Tronos, Querubines y Serafines-, cuando el hombre está atravesándola. Sólo desde el punto de vista de la vida terrena, no se puede juzgar correctamente la forma en que funciona el karma de un hombre; el mundo suprasensible debe acudir en nuestra ayuda. Y si alguien desea estudiar el karma, debe dirigir su atención a la parte del Universo atravesada por el hombre entre la muerte y un nuevo nacimiento en las esferas de Marte, Júpiter y Saturno. Ahora bien, en ciertos casos, lo que ocurre en la esfera de Marte tiene una importancia particular para la próxima vida terrestre.

Entre la muerte y un nuevo nacimiento miramos a la esfera de Marte y percibimos lo que allí sucede. Todo es "palabra". Los Seres de Marte son "seres de palabra", si se me permite la expresión. Imagínenselo así. El hombre es de carne y hueso; cuando habla, pone en movimiento el aire. Cuando las ondas de aire chocan contra nuestros oídos, oímos; los sonidos y los tonos están incorporados en las ondas de aire. Los Seres de Marte están formados de tales ondas; toda su naturaleza consiste en palabras, y cuando oímos con los oídos del espíritu experimentamos estos Seres. Si en la vida posterior miramos hacia atrás, hacia el período comprendido entre los cuarenta y dos y los cuarenta y nueve años, si éste es el período que tiene la mayor influencia sobre un hombre entre la muerte y un nuevo nacimiento, si es en la esfera de Marte donde se elabora principalmente su karma, entonces lo que experimentará en la Tierra está muy estrechamente relacionado con la existencia de Marte. En el momento decisivo de su vida después de la muerte, mira hacia abajo a través de la esfera de Marte y forma para sí mismo una vida terrenal muy fuertemente conectada con la existencia de Marte.

Tomemos ahora un ejemplo. Hubo un hombre que vivió en la época en que los árabes, bajo la influencia del mahometismo, afluyeron desde Asia y el norte de África para luchar contra Europa, amenazando al Imperio español e instaurando la soberanía árabe morisca. Supongamos que antes de que se extendiera la dominación árabe en África un hombre hubiera adquirido conocimientos en la forma habitual en aquella época. Ese hombre existió. En el norte de África se había empapado de los conocimientos que allí existían, no exactamente como los había empapado San Agustín, sino de una forma algo similar. Este hombre, y no me refiero ahora a San Agustín, sino a la otra personalidad, se empapó de una forma posterior del saber norteafricano, que ya entonces contenía elementos del pensamiento árabe-morisco. Posteriormente, esta personalidad se trasladó a España, donde sus creencias sufrieron una especie de transformación; se decantó por un punto de vista más cristiano y mezcló los conceptos árabes que había asimilado anteriormente con las enseñanzas cristianas que ahora recibía. Entonces se impregnó de elementos de conocimiento cabalístico, no de lo que ahora se denomina cabalismo, sino de ciertas tendencias del pensamiento cabalístico. El resultado fue que tuvo muchas dudas, dudas internas e incertidumbres; y en este estado de incertidumbre murió. Comparativamente poco después, en la primera mitad de la Edad Media, esta personalidad masculina renació como mujer, trayendo a la nueva vida una acumulación de todas estas dudas, que ahora estaban más arraigadas que nunca. La misma personalidad aparece de nuevo más tarde, habiéndose preparado para la transición de la vida como mujer a la vida de nuevo como hombre, en parte antes y en parte durante la vida entre la muerte y el renacimiento. El destino para la próxima vida terrestre se había elaborado principalmente en la esfera de Marte, por lo que esta personalidad se asoció inevitablemente con la esfera de la aguda intelectualidad en la Tierra, la esfera de los juicios intelectuales cargados de elementos de crítica, de rebelión. Esta personalidad, dos de cuyas encarnaciones anteriores he descrito aquí, se convirtió entonces en Voltaire.

Se puede ver cómo en la vida que transcurre entre la muerte y un nuevo nacimiento, se forma la vida terrenal a través de la conexión existente entre el hombre y las realidades espirituales que hay detrás de las estrellas. Sólo comprendemos el curso histórico de la vida terrena cuando podemos percibir la conexión entre una vida y otras vidas terrenas del mismo individuo.

Entonces, ¿Cómo pasan a la nueva época las cosas que estaban presentes como causas y efectos en épocas anteriores de la evolución histórica? Son los propios hombres quienes las trasladan. Todos los que están aquí sentados han traído de sus experiencias en épocas anteriores lo que están experimentando en la época actual. Son los propios hombres los que hacen la historia, pero sólo comprendemos la historia si en lugar de especulaciones abstractas somos capaces de percibir lo que les sucede a los individuos entre la muerte y un nuevo nacimiento en la realidad concreta.

Para la comprensión de la vida terrestre humana es de particular importancia el estudio de la evolución kármica que se revela cuando un hombre trae consigo de sus vidas anteriores en la Tierra los resultados de haber elaborado los principales impulsos de su karma en la esfera de Saturno. Los hombres cuyos principales impulsos kármicos toman forma en la existencia de Marte se vuelven como Voltaire. Todos sus pensamientos se refieren a la vida en la Tierra, la critican, luchan contra ella, a veces, -en el caso genial de Voltaire-, la personifican en sentencias cáusticas y aforísticas. Es diferente cuando el karma se forma principalmente a través de los impulsos de Saturno. Estos impulsos de Saturno ejercen una influencia muy especial sobre los hombres. Incluso la percepción de ellos cuando un hombre mira hacia atrás en su vida terrenal entre los cincuenta y seis y sesenta y tres años, -incluso la visión de los misterios de Saturno es en muchos aspectos demoledora; estos misterios son en cierto sentido ajenos a la vida terrenal. Y quien aprende gradualmente, por medio del conocimiento iniciático, a percibir los misterios de Saturno que están relacionados con este período de la vida, experimenta experiencias de intensidad dramática, experiencias demoledoras, que son cada vez más difíciles de soportar, porque estos misterios golpean las raíces mismas de la vida. Sin embargo, puede decirse que nos damos cuenta de todo el maravilloso marco escénico de la vida de un hombre cuando percibimos cómo toma forma el karma en esta esfera. Lo ilustraré también con un ejemplo, pero hay que decir algo como preparación.

Es posible que se os ocurra una pregunta, totalmente justificada y basada en afirmaciones que he hecho a menudo en libros y conferencias, a saber, que en épocas anteriores hubo grandes Iniciados que vivieron entre los hombres. Ustedes se preguntarán: ¿Dónde están ahora, en esta última época? Probablemente, si miran a su alrededor en la actualidad, no dirán de muchos de los hombres que trabajan en el mundo que tienen los rasgos característicos de los Iniciados, y esto ha sido así durante mucho tiempo. Así pues, hay que preguntarse: ¿Dónde están los Iniciados en sus últimas encarnaciones?

Ahora bien, alguien que fue Iniciado en una encarnación anterior, en plena conciencia y también exteriormente, no tiene por qué volver a serlo en una encarnación posterior. Los frutos de la Iniciación pueden permanecer en la subconsciencia. El hombre está obligado a utilizar el cuerpo que su época puede proporcionarle. Los cuerpos de hoy en día no están bien adaptados para el conocimiento espiritual; en realidad son un obstáculo continuo porque son productos de una época materialista; y la educación que recibimos desde la infancia es un obstáculo aún mayor. Cuando una persona que fue Iniciada en épocas pasadas crece en estas condiciones, no puede volver a dar expresión exterior a lo que le quedó de la Iniciación para esta encarnación. Aprendemos a escribir en la infancia, pero nuestra escritura actual es incapaz de dar expresión a lo que en un tiempo fue ciencia de la Iniciación; y lo mismo sucede en otros campos. Los Iniciados de épocas anteriores pueden aparecer en vida como grandes figuras en un sentido diferente, pero no como Iniciados. Muchas vidas actuales y del pasado inmediato se remontan a Iniciaciones anteriores.

Quisiera darles un ejemplo de una personalidad que en una vida terrena anterior fue realmente iniciada en un alto grado de los Misterios Hibernianos, los Misterios de la antigua Irlanda, durante el primer siglo cristiano, cuando aquellos grandes Misterios estaban ya en decadencia, aunque todavía conservaban conocimientos profundos de gran alcance. El conocimiento que poseían estos Misterios irlandeses era especialmente profundo, no en un sentido intelectual sino intensamente humano. Una impresión de los procedimientos en estos Misterios puede describirse como sigue: Después de que un candidato había sido preparado durante mucho tiempo para darse cuenta de que la verdad puede ser objeto de engaño en la Tierra, para darse cuenta de la posibilidad de la duda, tenía que experimentar en una imagen algo que sólo en esa forma podía causar la profunda impresión necesaria. El alumno fue llevado ante dos estatuas. Una estaba hecha de sustancia elástica, pero era hueca. Era de grandes dimensiones y tremendamente impresionante. Se le pidió que la tocara. Esto provocó una violenta conmoción, pues la estatua daba la impresión de estar viva. Se presionaba con el dedo, se retiraba rápidamente y recuperaba su forma original. La impresión era la de algo vivo que se restablecía inmediatamente cuando se le molestaba lo más mínimo. Esto quería significar todo lo que en el hombre es de la naturaleza del Sol.

La otra estatua era más plástica. De nuevo se le pedía al alumno que la tocara, y en este caso la impresión dejada por el tacto, permanecía. Sin embargo, al día siguiente, cuando el alumno era conducido de nuevo ante la estatua, ésta había recuperado su forma original durante la noche. Los actos ritualistas de este tipo producían un cambio en la vida interior del alumno de los Misterios.

De este modo se había producido sobre cierta personalidad que vivía entonces como hombre, una profunda impresión en los Misterios irlandeses. Comprenderán que cuando se dan ejemplos de este tipo hoy en día, las encarnaciones masculinas son las que más suelen llamar la atención, porque en épocas anteriores eran casi exclusivamente los hombres los que desempeñaban algún papel importante. Las encarnaciones femeninas son intermedias. Hoy en día, cuando las mujeres comienzan a ser figuras importantes en la vida y el desarrollo históricos, se acerca el momento en que las encarnaciones femeninas serán cada vez más significativas.

Hay una personalidad a la que los ritos y ceremonias de iniciación de los Misterios de Hibernia le causaron una profunda impresión; tuvieron un profundo efecto sobre su vida interior y sus experiencias fueron de tal intensidad que se olvidó por completo de la Tierra. Entonces, después de que esta personalidad hubiera vivido una encarnación como mujer, cuando los impulsos de la Iniciación anterior se mostraron meramente en la disposición general del alma, vino a la Tierra de nuevo como una figura importante en el siglo XIX. Había vivido las consecuencias de su karma en la esfera de Saturno - la esfera en la que se vive entre Seres que, fundamentalmente hablando, no tienen presente. Es una experiencia estremecedora mirar con visión clarividente en la esfera de Saturno, donde viven Seres que no tienen presente, sino que sólo miran hacia atrás, hacia su pasado. Todo lo que hacen lo hacen inconscientemente; cualquier acción suya sólo llega a la conciencia cuando ha sucedido y se inscribe en el karma mundial. El contacto con estos Seres, que arrastran tras de sí su pasado como la cola de un cometa espiritual, tiene un efecto demoledor. La personalidad de la que estoy hablando, que en un tiempo había sido iniciada y había trascendido así la existencia terrenal en cierto sentido, llevó su alma a estos Seres que no toman parte en el presente, y elaboró su karma entre ellos. Era como si todo lo que se había experimentado hasta entonces en una existencia iniciada iluminara ahora con majestuoso esplendor todas las vidas terrenales pasadas. Este pasado fructificaba por lo que se había experimentado a través de la Iniciación Hiberniana. Cuando esta personalidad apareció de nuevo en la Tierra en el siglo XIX, tenía ahora, por contraste, que desplegar impulsos para el futuro. Y cuando, al descender de la esfera de Saturno, esta alma, con su mirada hacia el pasado iluminada por la luz de la Iniciación, llegó a la Tierra, presentó este contraste: un firme punto de apoyo en la Tierra mientras miraba hacia el futuro y daba expresión a ideas, impulsos y percepciones de largo alcance. 

Este iniciado hiberniano se convirtió en Victor Hugo. Sólo podemos valorar correctamente a un hombre cuando también percibimos el desarrollo que experimentó entre la muerte y un nuevo nacimiento. Sus cualidades morales, religiosas y éticas se nos hacen entonces evidentes. Ciertamente, una personalidad no se empobrece, sino que, por el contrario, se enriquece mucho más, cuando se mira con los ojos del espíritu.

Estos ejemplos han sido seleccionados con la mayor exactitud. ¿Cómo nos ayudan a comprender la vida del hombre, la colaboración del Cosmos con el hombre? ¿Cómo nos ayuda un tercer ejemplo a comprender muchas cosas que, de otro modo, podrían resultar problemáticas incluso para las mentes desprejuiciadas? ¿Cómo explican las conexiones kármicas en tal caso algo bastante extraordinario, algo que de otro modo parece incomprensible?

Se nos conduce a Misterios que habían caído completamente en decadencia. Estos Misterios habían sido en un tiempo un factor de gran importancia en América, pero luego se habían vuelto decadentes, con el resultado de que las concepciones de los ritos, y su ejecución real, se habían vuelto completamente infantiles en comparación con la grandeza de épocas anteriores. Pero incluso los elementos de superstición y magia que prevalecieron en estos últimos Misterios antes del llamado "descubrimiento" de América, -por lo tanto, no hace tanto tiempo-, todavía hacían eco de algo del poder sugestivo de los Misterios más antiguos.

Hubo una personalidad que recibió en estos Misterios posteriores no sólo imágenes sino impresiones definidas de Seres conocidos entonces con los nombres de Taotl, Quetzalcóatl, Tezcalipoca. Estos Seres causaron una impresión tremendamente fuerte, pero fue una influencia impura, impura en un aspecto ético, como suele ocurrir con los Misterios decadentes. Veo a esta personalidad renacer más tarde como un hombre cuya subconsciencia estaba impregnada del poder sugestivo que emanaba de estos Misterios. Renació como Éliphas Lévi y sus escritos reviven las concepciones abstractas, racionalistas y puramente externas que invariablemente brotan de los Misterios decadentes. Esto arroja luz sobre una figura por lo demás enigmática, cuyos escritos tienen cierta grandeza, pero también algo que puede aturdir el alma.

Dondequiera que miremos, gracias a las indicaciones concretas de la Antroposofía, la vida se esclarece. ¿Es posible suponer ahora que puedan escucharse auténticas descripciones de las condiciones de existencia por encima y más allá de la vida terrena sin que el corazón se conmueva, sin que el calor espiritual y la iluminación lleguen a sus almas? ¿Acaso la vida humana entre el nacimiento y la muerte no se ve diferente, es más, no se siente diferente, cuando se permite que estas descripciones de la vida suprasensible actúen sobre el alma con toda su fuerza interior? Nos damos cuenta de que hemos descendido de un mundo que sí puede ser descrito; llevamos al mundo físico algo que ha vivido entre dioses.

Comprender estas cosas teóricamente tiene una importancia muy secundaria. Lo que es importante es darse cuenta de que como seres humanos en la Tierra en el cuerpo físico, es nuestro deber hacernos dignos de lo que hemos traído con nosotros de los mundos suprasensibles. Si el conocimiento se convierte en un impulso de la voluntad digno de nuestra vida anímica, antes de descender mediante el nacimiento, entonces lo que se enseña en la Antroposofía tiene una influencia moral directa. Este fortalecimiento del impulso moral es un aspecto esencial de la Antroposofía. Creo que el contenido de estas tres conferencias lo habrá puesto de manifiesto.

Veamos ahora el otro aspecto, el aspecto de la muerte que pone fin a la vida física en la Tierra, colocando a la Nada en el lugar de la vida. Sin embargo, si podemos imaginar lo que ha sido posible describir del mundo suprasensible, entonces detrás de la Nada se levanta el mundo espiritual de los Dioses, y el hombre toma conciencia de que tendrá fuerzas para comenzar el trabajo de formación de un nuevo cuerpo físico, justo allí donde la Nada de su anterior cuerpo físico se ha hecho evidente. Esto da un fuerte y verdadero impulso religioso. Y así surge de la Antroposofía una imagen de la vida cósmica y humana. Además, la Antroposofía es la fuente de la que se nutren los ideales morales y religiosos.

Quisiera concluir estas conferencias hablando de la Antroposofía viva que debe permanecer con nosotros, para que incluso cuando nos separemos en el espacio estemos juntos en espíritu. Nuestros pensamientos se encontrarán y en realidad no nos separaremos en absoluto. A través del estudio de las realidades suprasensibles sabemos que aquellos que han sido reunidos por la Antroposofía pueden estar siempre juntos en alma y en espíritu. Por lo tanto, que estas conferencias al Grupo aquí presente concluyan con esta nota: Ustedes y yo hemos estado juntos por un tiempo en el espacio, y en espíritu permaneceremos unidos.

Traducido por J.Luelmo abr.2019

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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919