GA059 Berlín, 10 de marzo de 1910 - La persona positiva y la negativa

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CAMINOS DE LAS EXPERIENCIAS DEL ALMA

LA PERSONA POSITIVA Y LA NEGATIVA

RUDOLF STEINER


XV conferencia

Berlín, 10 de marzo de 1910

Cuando dejamos vagar nuestra mirada de persona a persona, vemos la mayor diversidad en la vida anímica humana. En el curso de estas conferencias hemos señalado las diferencias típicas de los seres humanos y sus razones en relación con la vida del alma; hemos indicado las diferencias de las almas humanas en relación con el carácter, el temperamento, en relación con otros contenidos de la vida anímica, capacidades, facultades, etcétera. Ahora bien, las almas humanas -y, por consiguiente, todas las individualidades humanas-, nos muestran una diferencia significativa con respecto a lo que se va a considerar en la conferencia de hoy como el ser humano positivo y el ser humano negativo. Además, al comienzo de la conferencia, quisiera protestar contra la idea de que esta exposición, que pretende ser totalmente del carácter de las otras conferencias, tenga algo que ver con las representaciones diletantes, pero tan comunes hoy en día, que utilizan estas expresiones de la persona "positiva" y "negativa". Lo que se dirá en la conferencia de hoy deberá entenderse por sí mismo, sin relación alguna con tales designaciones.

Podríamos empezar por buscar una especie de definición, una especie de conceptualización de lo que es una persona positiva y negativa. Si quisiéramos establecer tal definición, podríamos decir algo así: En el sentido de una doctrina verdadera y más profundamente penetrante del alma y del ser humano, podemos llamar persona " positiva " a aquella persona que es capaz de conservar hasta cierto punto la firmeza y la certeza de su ser interior frente a las impresiones externas que penetran en él; de modo que en este ser interior posee conceptos e ideas firmemente definidos, una cierta suma de inclinaciones y aversiones, de impulsos de sentimiento, en los que no puede dejarse engañar por las impresiones que afluyen a él en la vida externa. Una persona también puede ser calificada de positiva si tiene ciertos instintos e impulsos para sus acciones de los que no puede ser desviada por ninguna impresión del día. Y como persona "negativa" podríamos llamar a aquella persona que se entrega fácilmente a las impresiones cambiantes de la vida, que se ve fuertemente arrebatada por estas o aquellas ideas que se le ocurren en esta o aquella persona, en esta o aquella tertulia, y por las cuales se siente fácilmente inclinado a someter a un cambio lo que ha pensado, sentido y presentido en una determinada dirección y a tomar otra cosa en su alma. Con respecto a la acción, podríamos describir a tal persona como negativa, que es fácilmente disuadida de sus impulsos de acción por toda clase de susurros de tal o cual persona.

Esto nos daría algo así como una definición de la persona positiva y negativa. Pero precisamente tales peculiaridades de la naturaleza humana, que repercuten profundamente en la vida, podemos convencernos fácilmente de que en el fondo hemos ganado muy poco con las explicaciones de los conceptos, con las definiciones, y que la búsqueda de tales conceptos, lo más cómodos posible, es más bien vana. Pues si descendemos de una definición tan abstracta de conceptos a la vida real, podemos decir: Una persona con fuertes instintos, con fuertes pasiones, que han adquirido un determinado carácter desde la infancia, que habitualmente siguen siendo los mismos en la vida, tal persona, por así decirlo, habrá dejado pasar toda clase de buenos y malos ejemplos y modelos de conducta y se ceñirá a lo que son sus instintos y pasiones habituales. Tal vez se habrá formado voluntariamente estas o aquellas ideas y conceptos sobre esto o aquello, y uno podrá presentarle hechos verdes y azules y similares: se aferrará a sus ideas, y se amontonarán obstáculo tras obstáculo para sacar a relucir sólo esto o aquello como hecho que le convence de lo contrario.  Una persona así sería una persona muy positiva, pero su positividad no le llevaría a otra cosa que a ir por la vida aburrida y sin impresionar, sin ver nada ni oír nada que pudiera enriquecer y ampliar el contenido de su vida. Otra persona inclinada a absorber nuevas impresiones a cada momento de la manera más devota, dispuesta a corregir sus ideas habituales siempre que surjan hechos que las sacudan, a una persona así podríamos verla, -quizá al cabo de un tiempo relativamente corto-, convertida en una persona completamente distinta. Podríamos ver cómo atraviesa época tras época de su vida, cómo se precipita de un contenido de su vida a otro, y quizá podría aparecérsenos al cabo de algún tiempo como una persona completamente transformada en comparación con una época anterior de su vida. Y si lo comparamos con alguien que va por la vida aburrido e impresentable, entonces podremos decir:

Él ha aprovechado su vida mejor que el otro. Pero tendríamos que describirlo como una persona negativa en base a los rasgos de carácter indicados.

Podríamos encontrarnos con que alguien de naturaleza corpulenta, que habitualmente deambula por la vida, se vería tentado por la moda de la época a realizar un viaje por un país donde se ven grandes tesoros artísticos; pero es tan positivo en todas las sensaciones que una vez ha descargado en su alma que pasa por obra de arte y obra de arte, a lo sumo mira una vez en la guía para ver cuáles son las más importantes, y que después de todo esto, -es tan "positivo"-, cuando vuelve a casa, su alma no se ha enriquecido en absoluto por este deambular de galería en galería, de bello paisaje en bello paisaje. Esta sería una persona muy positiva. Y podría haber una persona que pasara más o menos por lo mismo, pero con tal carácter que se entregara profundamente a cada cuadro, se perdiera con entusiasmo en cada cuadro, de tal manera que cuando se pusiera delante de él se olvidara inmediatamente por completo de sí mismo y viviera por entero en lo que ve; y así con el cuadro siguiente, con el tercero, y así sucesivamente. Así que recorre el todo con el alma entregada a cada detalle; pero como está tan entregada a cada detalle, cada impresión siguiente difumina la anterior, y cuando vuelve sólo tiene caos en el alma. Esta sería una persona opuesta en algunos aspectos a la primera, la persona positiva; sería una persona muy negativa.

Así que podríamos encontrar ejemplos de personas positivas y negativas de las formas más variadas. Podríamos describir como persona negativa a aquella que ha aprendido tanto que su juicio se ha vuelto incierto ante cada hecho; que no sabe lo que es verdad y lo que es mentira y se convierte en un escéptico de la vida y del conocimiento. Sería una persona negativa. Otro podría tener las mismas e igual número de impresiones; pero va por la vida de tal manera que procesa las impresiones y sabe categorizar la abundancia de impresiones en la abundancia de sabiduría que ha reunido. Sería una persona positiva en el mejor sentido de la palabra.

Un niño puede ser positivo hasta el punto de tiranizar a los adultos apoyándose en todas partes en su naturaleza inherente y tratando de rechazar todo lo que hable en su contra. De modo que puede ser muy positivo al no dejarse influir por nada. Y una persona que ha experimentado mucho en la vida, que ha pasado por muchos errores y decepciones, puede, a pesar de haber experimentado mucho, estar totalmente entregada a cada impresión, puede ser fácil de encumbrarse y fácil de hundirse; a pesar de las grandes experiencias de la vida, puede ser una persona negativa en relación con un niño. En resumen, sólo cuando permitimos que la vida nos afecte en su diversidad, no según conceptos, cuando los conceptos son sólo una especie de escalera para que colguemos los hechos y acontecimientos de la vida en los peldaños de esta escalera, sólo cuando consideramos los conceptos de tal manera que nos ayudan a organizar y regular los fenómenos y hechos de la vida, podemos llegar a un acuerdo con la vida como persona positiva y negativa sobre cosas tan incisivas. Porque, en efecto, al abordar esta peculiaridad del alma humana estamos tocando algo de la mayor importancia. En el fondo, el asunto sería sencillo si no tuviéramos que pensar en el hombre de la manera más viva, -lo hemos subrayado a menudo en estas conferencias en toda su extensión-, erguido, vivo dentro de lo que llamamos "desarrollo".

Vemos al alma humana avanzar apresuradamente de un estadio de desarrollo al siguiente. Y cuando hablamos en el verdadero sentido de la ciencia espiritual, también que lo que tiene lugar en la vida del hombre individual entre el nacimiento y la muerte no nos aparece como corriendo uniformemente; porque sabemos que esta vida entre el nacimiento y la muerte es sólo la reiteración de vidas anteriores, y el punto de partida para vidas sucesivas. Y si consideramos de este modo toda la vida humana a lo largo de las diversas encarnaciones, nos puede resultar fácilmente evidente que si para un ser humano en una vida entre el nacimiento y la muerte el desarrollo procede más lentamente, de modo que persiste durante toda su vida en los mismos rasgos de carácter, en el mismo contenido conceptual, entonces en otra vida tiene tanto más que compensar el desarrollo que le lleva a otros estadios de la vida anímica humana. La observación de la vida individual sigue siendo en todas partes inadecuada en grado sumo.

Si nos fijamos en la propia alma tal y como se nos ha presentado en las conferencias anteriores, podemos preguntarnos: ¿Cómo podemos llegar a un acuerdo con esta alma y su vida con las indicaciones que hemos obtenido ahora sobre el ser humano positivo y negativo?

En las conferencias anteriores hemos mostrado que la vida del alma humana no es en absoluto una caótica acumulación de ideas, sensaciones y conceptos, como parece a primera vista, sino que tenemos que distinguir tres miembros de esta entidad anímica:

En primer lugar, lo que debemos describir como el miembro más bajo del alma humana, y que hemos denominado "alma sensible". Encontramos por primera vez esta alma sensible en su forma, podría decirse, más original, cuando consideramos a las personas en un estadio de desarrollo relativamente bajo; personas que todavía están completamente entregadas a lo que yace en su interior en forma de pasiones, impulsos, deseos, anhelos de existencia, y que, por consiguiente, simplemente siguen todo anhelo ascendente, todo deseo ascendente. Lo que hemos descrito como el yo, como el núcleo autoconsciente real del alma humana, descansa, por así decirlo, para tales personas que viven principalmente en el alma sensible, como en un mar agitado de pasiones, impulsos, deseos, simpatías y antipatías, y se comportarán como esclavos de cada tormenta del alma humana. Una persona así seguirá sus inclinaciones, no controlándolas, sino dejándose controlar por ellas. Se entregará a su indefinido deseo interior. El yo no destacará mucho de la masa de impulsos, deseos e inclinaciones. A medida que el alma se desarrolla más, se hace cada vez más claro cómo el yo se desenvuelve en un fuerte sentido de centro.

Sabemos que un elemento anímico superior, que está presente en todo ser humano, tiene prioridad sobre el alma sensible cuando una persona se desarrolla. A este segundo miembro del alma lo hemos llamado "alma racional". Cuando el ser humano comienza a no seguir simplemente cada inclinación y cada instinto, entonces aquello que siempre está en él, pero que puede asumir predominio, se desenvuelve por sí mismo cuando el ser humano comienza a controlar sus inclinaciones y deseos desde el yo, cuando aquello que puede hacer que estas impresiones se conviertan en una vida interior cerrada se mezcla en las impresiones cambiantes de la vida. Por consiguiente, este segundo miembro del alma humana, el alma racional, cuando predomina, nos muestra al ser humano en un estado más profundo.

Después apuntamos a la parte más elevada del alma humana, al "alma consciente", donde surge el yo con toda su fuerza. Allí la vida interior humana se vuelve de nuevo hacia fuera, y las ideas y conceptos no están ahora sólo para dominar las pasiones, sino que en esta fase toda la vida interior del alma es dirigida por el yo, de modo que se convierte en un espejo conocedor del mundo exterior. Cuando el hombre se eleva hacia el conocimiento del mundo exterior, entonces el alma consciente asume la supremacía en su vida anímica. Encontramos estas tres partes del alma en cada ser humano; sólo una u otra es predominante en cada caso.

Ahora las últimas conferencias nos han mostrado que el alma puede ir aún más allá en su desarrollo. Incluso en la vida ordinaria el alma debe ir más allá si el hombre quiere llegar a ser un hombre en el verdadero sentido de la palabra. Un hombre que sólo pudiera recibir como impulsos para sus actos lo que las exigencias externas de la vida le imponen, que sólo tuviera como impulsos para sus actos aquello a lo que se ve empujado por simpatías y antipatías, no tendría el empeño de llevar la naturaleza humana pura a su expresión en sí mismo. Sólo quien se eleva por encima de las exigencias ordinarias que le infunden la simpatía y la antipatía, hasta los ideales y las ideas morales, sólo él procura representar la naturaleza humana pura. Las ideas morales, los conceptos éticos deben surgir en la naturaleza humana de lo que llamamos mundo espiritual; pues a través de nuestras exigencias morales y conceptos éticos enriquecemos la vida del alma con nuevos elementos. Pues sólo por medio de esto tiene el hombre una "historia", puede traer a la vida algo que extraiga su ser interior de oscuras profundidades desconocidas y lo imprima en la vida exterior. De la misma manera nunca llegaríamos a un conocimiento real de los secretos del mundo si no pudiéramos, por así decirlo, enhebrar las experiencias exteriores en las ideas que no podemos ver en el mundo exterior, pero que extraemos de nuestro espíritu al mundo exterior, y a través de las cuales sólo podemos explicar y comprender el mundo exterior en su verdadera forma. De este modo el hombre aporta ya un elemento espiritual a su ser interior, enriquece el alma con aquellos elementos que nunca podría obtener de la mera vida exterior.

Tal como hemos descrito en la conferencia "¿Qué es el misticismo?", el hombre puede ascender a una vida anímica superior cerrándose arbitrariamente durante un tiempo a las impresiones y estímulos del mundo exterior, vaciando su alma y entregándose después a aquello que puede brotar en su alma, que, -según una expresión del maestro Eckhart-, sólo está iluminado como una pequeña chispa por las cambiantes experiencias cotidianas, pero que puede brotar cuando el hombre se entrega a ello en la contemplación interior. Un místico de este tipo se eleva a una vida más allá de la vida ordinaria del alma; se sumerge en los misterios del mundo llevando a revelación en sí mismo los secretos de estos misterios del mundo que han sido depositados en su alma. Y en una conferencia siguiente vimos: Cuando el hombre espera el futuro en la devoción, cuando se comporta con el pasado de tal manera que siente que en su interior habita algo más grande que lo que ya se ha formado en él en su existencia actual, entonces está en sintonía para adorar lo más grande que se eleva por encima de él. Vimos que en la oración el hombre crece más allá de sí mismo interiormente, que se eleva hacia algo que no puede ver exteriormente, pero que va más allá de su vida ordinaria. Y finalmente vimos que a través del entrenamiento real en la investigación espiritual, que alcanza las tres etapas de imaginación, inspiración e intuición, el hombre crece hacia un mundo que es tan desconocido para el hombre ordinario como el mundo de la luz y el color es desconocido para el ojo de un ciego. Por lo tanto, hemos visto un crecimiento del alma que va más allá de lo normal, y estamos contemplando así un desarrollo del alma humana a través de las más variadas etapas.

Cuando consideremos al ser humano entre el nacimiento y la muerte, diremos: Las personas que nos rodean se encuentran en diferentes etapas de desarrollo. Un hombre nos muestra, cuando llega a la existencia, que tiene la disposición para tal o cual etapa; y vemos que se le asigna una cierta medida, dentro de la cual puede conducir el alma a un cierto grado, a fin de llevar consigo lo que ha adquirido cuando atraviese la puerta de la muerte, y proseguirlo en una nueva vida. Así pues, podemos encontrar a las personas en los niveles más variados según su carácter. Si entonces observamos a estas personas a medida que progresan de etapa en etapa, no sólo nos encontraremos con las dos ideas del ser humano positivo y negativo de tal manera que digamos: uno es positivo, el otro negativo; sino que nos encontraremos con ellas de tal manera que las encontremos en un ser humano individual en las sucesivas etapas de desarrollo. Vemos a una persona que, al principio de su desarrollo, tiene impulsos fuertemente sobresalientes y obstinados en su alma sensible, que se nos muestra con ciertos impulsos, deseos y pasiones con un centro del yo relativamente oscuro y apenas sentido. Una persona así es inicialmente bastante positiva. Va por la vida como una persona positiva. Si tuviera que seguir siendo una persona positiva en esta forma, no progresaría en absoluto. En el curso de su desarrollo el hombre debe cambiar de un hombre positivo, que es con respecto a ciertas cualidades en una etapa inferior de desarrollo, a uno negativo; porque aquello que el hombre ha de absorber en su desarrollo debe poder llegar hasta él. Quien no se preparase, por así decirlo, suprimiendo ciertas cualidades positivas que se dan en su alma sensible, para que nuevas impresiones, que aún no tiene en su alma, puedan afluir a ella y unirse a su alma, de modo que pasen a ser un contenido del alma; un hombre que, por tanto, no fuese capaz de elevarse por encima de un cierto grado de positividad, que la naturaleza le ha dado sin su intervención, hacia una cierta negatividad para recibir nuevas impresiones, no podría avanzar más.

Aquí radica la necesidad de que en el curso de su desarrollo el hombre debe, en efecto, superar las cualidades positivas, debe, por así decirlo, hacerse negativo, para poder absorber un nuevo contenido anímico. Con esto, sin embargo, tocamos algo que es simultáneamente necesario para la vida del alma, y que también puede significar un riesgo en cierto modo. Estamos tocando un capítulo de nuestra vida anímica que ilustra cómo sólo el conocimiento íntimo del alma puede guiarnos con seguridad por la vida. Pues se puede demostrar que el hombre no puede progresar en absoluto si rehúye ciertos riesgos de la vida anímica. Y dichos riesgos están siempre presentes en la vida negativa del alma; porque una persona con una vida negativa del alma está entregada a las impresiones externas. La persona negativa es justamente aquella en la que fluyen las impresiones, que se hace una con las impresiones exteriores, se une a ellas. Esto, sin embargo, ya muestra que la persona negativa no sólo puede recibir buenas impresiones externas, sino también malas y peligrosas. Lo que se nos presenta cuando observamos a una persona con características anímicas negativas es lo siguiente:

Quien tenga una tendencia negativa en toda su alma, cuando se encuentre con otras personas, será fácilmente seducido por todo tipo de cosas que no tienen nada que ver con la razón y el juicio, por ejemplo, para absorber lo que emana de la otra persona, -no sólo lo que le dicen, sino también lo que hacen-, e imitar sus ejemplos, sus acciones; fácilmente se volverá como las otras personas. Así, una persona tan negativa se encuentra en la posibilidad de entregarse fácilmente a las buenas impresiones, pero también en el peligro de que todo posible estímulo malo del exterior pueda depositarse en su alma de tal manera que se identifique con él y que se convierta en parte de su vida anímica. Si ascendemos del curso normal de la vida a lo que el conocedor de la vida espiritual sabe sobre los hechos espirituales y las entidades espirituales que actúan en nuestro entorno, entonces hay que decir que una persona con cualidades anímicas negativas se entrega especialmente a impresiones intangibles, indeterminables, poco abiertas en la vida exterior y puede dejarse influir fácilmente por ellas. Un ejemplo: Está muy de acuerdo con los hechos de la vida que el hombre se convierte en un ser bastante diferente cuando está en más compañía que cuando está solo; él se convierte, en lo que respecta a toda su vida anímica, para el observador más cercano, en alguien diferente en una comunidad, -y especialmente en una comunidad activa-, que cuando está solo. Cuando una persona está sola, sigue sus propios impulsos; en tales circunstancias, incluso un yo débil buscará las razones de sus actos por sí mismo. En la comunidad, sin embargo, siempre hay una especie de "alma en masa"; allí fluyen conjuntamente los impulsos, los deseos, los juicios, etcétera. Una persona positiva no se entregará fácilmente a lo que allí confluye; pero la persona negativa siempre se dejará influir fácilmente por lo que ahora se ha llamado el alma de la masa. Por lo tanto uno puede experimentar una y otra vez que lo que un poeta dialectal dijo en pocas palabras es verdad: puede ser crudo, pero hay un grano de verdad en ello cuando Rosegger dice:

Cuando se trata de Uno, es un ser humano,
Si ya son Dos, son gente,
Si son más, son ganado.

La experiencia se puede tener en todas partes: a menudo una persona es realmente más sabia sola que cuando está en comunidad; allí está casi completamente a merced del estado de ánimo general. Por eso vemos tan fácilmente que alguien acude a una reunión con sentimientos e impulsos bastante indefinidos; entonces aparece un orador que defiende con entusiasmo algo que en un principio puede haber resultado bastante distante para el oyente en cuestión; puede que el propio orador no le convenza con tanta fuerza como los vítores generales del resto del auditorio. A él también le conmueve y se marcha convencido.

Este elemento sugestivo en el estado de ánimo de la masa juega un papel enorme en la vida. Esto también nos puede mostrar dónde están los riesgos en relación con lo que llamamos el estado de ánimo negativo del alma. Esta es también la base del riesgo de toda formación sectaria. Lo que a menudo no se podría conseguir fácilmente de una sola persona en caso de intentar convencerla de algo, es relativamente fácil cuando se tiene una especie de secta unida. Siempre hay un estado de ánimo de masas; el alma afecta al alma. Y son especialmente las llamadas naturalezas negativas las que están a merced de lo que es el estado de ánimo de la masa, el estado de ánimo de la secta. Hay enormes riesgos para el alma negativa.

Podemos ir aún más lejos. En las conferencias anteriores hemos descrito cómo puede el alma vivir su camino ascendente a través del desarrollo hacia regiones más elevadas de la vida espiritual. Y en mi escrito "La Ciencia Oculta en Esbozo" encontrarán cómo tiene que hacerlo el alma para pasar una determinada etapa en su desarrollo y elevarse a regiones superiores. Allí el alma siempre tiene que suprimir algo, primero tiene que suprimir algo positivo y tiene que abrirse a nuevas impresiones, tiene que, por así decirlo, ponerse artificialmente en un estado de ánimo negativo. Sin este "ponerse artificialmente en un nuevo estado de ánimo", no es posible. A menudo hemos hecho hincapié en lo que debe hacer el investigador espiritual si quiere ascender a niveles superiores de existencia. Lo que ocurre en la vida ordinaria del hombre cuando se duerme, que el alma se vacía de estímulos externos, este hundimiento en el sueño debe producirlo el investigador espiritual arbitraria y conscientemente. El investigador espiritual debe ponerse conscientemente en un estado de ánimo en el que cesen todas las impresiones externas del día, de modo que el alma quede completamente vacía. Entonces el alma debe poder entregarse a las impresiones que al principio, cuando el investigador está al comienzo de sus ejercicios, son bastante nuevas; es decir, debe hacerse lo más negativa posible. Y todo lo que llamamos "contemplación interior", "contemplación interna" en la vida mística, en el conocimiento de los mundos superiores, produce básicamente estados de ánimo negativos del alma. Esto no se puede evitar. Cuando una persona suprime los estímulos del mundo exterior y crea conscientemente un estado mediante el cual está completamente absorta en sí misma y no permite que entre nada de lo que hasta ahora la ha llenado como persona positiva, entonces se encuentra en un estado negativo, auto contemplativo.

Algo similar ocurre si empleamos un método externo más fácil, que no puede por sí mismo conducirnos a una vida superior, pero que puede darnos algún apoyo en nuestro ascenso -si, por ejemplo, pasamos de los alimentos que estimulan los impulsos positivos en una especie de forma animal a una dieta especial, vegetariana o similar. No podemos ascender a los mundos superiores por el vegetarianismo o por no comer esto o aquello; sería demasiado fácil si comiendo pudiéramos llegar a esas alturas. Sólo el trabajo sobre nuestra propia alma puede llevarnos allí. Pero el trabajo puede ser más fácil si evitamos la influencia obstaculizadora que pueden tener determinadas formas de alimentación. Cualquiera que intente llevar una vida más elevada y espiritual puede convencerse fácilmente de que sus fuerzas aumentan adoptando una determinada dieta. Porque si suprime los alimentos que tienden a fomentar los elementos robustos y positivos en sí mismo, entrará en una condición negativa.

Quien se mantiene en el terreno de la verdadera, genuina, no charlatana ciencia espiritual, nunca negará lo que simplemente tiene que estar conectado con una vida espiritual real de acuerdo con los hechos - incluso a través de cosas externas que están conectadas con una vida espiritual. De esta manera el hombre estará en cierto modo en peligro de volverse accesible a las malas influencias espirituales. Así como nosotros, cuando nos educamos espiritualmente y nos vaciamos de las impresiones del día, nos volvemos accesibles a los hechos y entidades espirituales que están siempre en nuestro entorno, y de hecho nos volvemos accesibles a los poderes y fuerzas espirituales buenos que sólo aprendemos a percibir cuando el órgano está abierto a ellos, así también nos volvemos accesibles a los poderes y fuerzas espirituales malos; porque están conectados con ello. Igual que oímos sonidos discordantes cuando queremos oír sonidos melodiosos. Si queremos penetrar en el mundo espiritual, también debemos darnos cuenta de que podemos tener experiencias espirituales en el lado malo. Si sólo nos dedicáramos al lado negativo del mundo espiritual, un peligro tras otro podría amenazar nuestra vida espiritual.

Si primero dejamos a un lado el mundo espiritual y un desarrollo espiritual en sí y nos centramos en el horizonte de la vida ordinaria, ya podemos preguntar: ¿Qué efecto tiene en una persona lo que inicialmente le hace negativo, por ejemplo una dieta vegetariana? Si una persona se hace vegetariana simplemente por una terquedad agitadora, sin obtener un juicio adecuado, o por principio, sin cambiar nada en su modo de vida y de acción espirituales, entonces esta transición a una alimentación vegetariana le hará bajo ciertas circunstancias muy débil frente a estas o aquellas influencias de la vida, y podrá quizás venirse abajo, sobre todo en lo que se refiere a ciertas características corporales. Pero si alguien tiene que cambiar a una vida de iniciativa, si tiene que proponerse nuevas tareas en la vida que no surgen de la vida exterior, sino de una vida anímica rica y auto desarrollada, si aporta nuevos contenidos a su vida, entonces puede serle de inmenso beneficio si también adopta un nuevo modo de vida en lo que se refiere a la dieta y elimina los obstáculos que pueden provenir de la vieja dieta. Las cosas son efectivas de maneras muy diferentes, pero esto sólo es evidente para aquellos que observan la vida íntimamente. Precisamente porque el verdadero investigador espiritual conoce estas cosas, subraya con tanta fuerza lo que aquí se ha subrayado a menudo: que el verdadero investigador espiritual no dará a nadie los medios para ascender a los mundos superiores sin llamar al mismo tiempo su atención sobre el hecho de que no se desarrollan meramente las cualidades negativas del alma que son necesarias para recibir nuevas impresiones, no sólo la contemplación y la inmersión en el propio ser interior, sino que al mismo tiempo se da a la vida que ha de ascender a un nuevo nivel un contenido poderoso que la sostiene y la llena. Quienquiera que reciba los medios para desarrollar la fuerza de mirar en el mundo espiritual, también se expondría a todo tipo de fuerzas espirituales malignas a través de la negatividad asociada con ello. Pero cuando alguien pretende penetrar en el mundo espiritual y además tiene la buena voluntad de familiarizarse con lo que existe en los mundos superiores a partir de las comunicaciones de los investigadores espirituales, entonces en ningún momento estará meramente entregado a la negatividad, sino que dispondrá de algo que pueda llenar el alma de un contenido positivo en un nivel superior. Por eso se insiste tanto en que no sólo hay que buscar niveles superiores del alma, sino que a ello debe ir unido un estudio cuidadoso de lo que se puede dar como mensaje de la ciencia espiritual. Por eso, en la investigación espiritual se tiene en cuenta que el hombre, si ha de experimentar nuevos mundos, entra necesariamente en una negatividad.

Pero lo que tenemos que suscitar de esta manera cuando desarrollamos conscientemente el alma, lo encontramos allá afuera en la existencia en diversas personas, porque el alma no sólo experimenta un desarrollo en la vida presente, sino que ya ha experimentado desarrollos en vidas anteriores y ya entra en la existencia en un cierto estadio. Así como nos apresuramos de etapa en etapa en la vida presente y, cuando queremos llegar a una etapa positiva, tenemos que desarrollar cualidades negativas del alma en el medio, así también podemos haber tenido tal conclusión cuando pasamos por la puerta de la muerte por última vez y entramos en una próxima vida con cualidades ya sean predominantemente negativas o también positivas. Cualquier cosa que nos permita entrar en la vida con cualidades positivas nos dejará tal como somos y será un obstáculo para un desarrollo superior; pues lo que nos es dado en forma de cualidades positivas nos otorga un carácter anímico nítidamente definido. La disposición anímica negativa nos otorga, en efecto, la posibilidad de introducir muchas cosas en nuestra vida anímica entre la muerte y el nacimiento; pero también nos expone a todas las vicisitudes de la vida y, sobre todo, a las impresiones cambiantes que recibimos de otras personas. Por eso, cuando una persona con un estado de ánimo negativo se enfrenta a otras personas, podemos ver especialmente cómo se le pegan las características de estas otras personas. Así, una persona negativa, cuando se acerca a un amigo o a alguien con quien por otra parte mantiene una relación afectiva, puede experimentar realmente cómo se parece cada vez más a la otra persona. Las personas con cualidades negativas en el matrimonio o la amistad incluso adoptarán las características de la otra persona. Quien observe la vida de este modo verá cómo los rasgos de un cónyuge con disposición negativa se asemejan cada vez más a los rasgos del otro.

Por ello, como personas negativas, estamos sometidos a las influencias cambiantes de otras personas, especialmente de las que tenemos cerca. En consecuencia, como almas negativas, estamos incluso expuestos en cierto modo al riesgo de perdernos a nosotros mismos, para que nuestra propia vida anímica, nuestro propio yo, pueda extinguirse. Este es el riesgo que corre la persona negativa.

El riesgo de la persona positiva es que no absorbe fácilmente las impresiones de otras personas, que las cualidades de los demás no entran fácilmente en su alma, que pasa de largo de todas las demás personas, ni puede unirse a ellas, ni puede encontrar amistades, ni puede encontrar inclinaciones en la vida. Ese es el riesgo de la persona positiva, que puede permanecer endurecida y desolada en lo que respecta a su alma. Pero también en otros aspectos de la vida se pone de manifiesto cómo las cualidades positivas y las cualidades negativas son efectivas en el alma. Y, en efecto, es profundamente revelador de la vida si observamos a las personas desde este punto de vista del ser humano positivo y negativo; incluso cuando el hombre se enfrenta a la naturaleza. Quien sea realmente capaz de mirar la vida íntimamente podrá incluso distinguir entre efectos positivos y negativos en las influencias de la naturaleza sobre las personas. ¿Qué es lo que tiene un efecto preferente de una persona a otra? ¿Qué es lo que tiene un efecto preferente cuando la persona recibe impresiones externas?

Hay una cosa que en cierto modo hace que el alma sea cada vez más positiva. Esto, para el hombre actual en su actual desarrollo normal, -no importa a qué etapa de la vida haya llegado-, es el discernimiento, la consideración racional, el aclararse acerca de cualquier situación, acerca de cualquier relación en la vida. Esto siempre le hace positivo en cierto modo. Por el contrario, la pérdida del sano juicio autoconsciente es siempre algo que hace al alma negativa, que envía impresiones al alma sin que ésta pueda defenderse de ellas mediante cualidades positivas. Tanto es así, que incluso podemos ver que las cualidades humanas, cuando descienden a la esfera de lo inconsciente, tienen un efecto más fuerte sobre la otra persona que cuando emanan de la esfera del sano juicio, de la esfera del poder de juicio propio y autoconsciente. Desgraciadamente hay que experimentarlo muchas veces en la vida, -y exactamente en un movimiento científico-espiritual: Cuando se dan mensajes del mundo espiritual, que están absolutamente revestidos de una lógica estrechamente abreviada, mensajes, que están revestidos exactamente de las mismas formas de juicio, que, por otra parte, uno también reconoce en la vida, entonces a los hombres incluso les gusta evitar tales mensajes; desgraciadamente los hombres no soportan en absoluto que se den mensajes de los mundos espirituales de una manera racional, continuando agradablemente los hechos según causa y efecto. Pero si estos mensajes son dados de tal manera que uno puede en cierta forma escapar al juicio, que uno puede pasar por alto el juicio, entonces la gente es fácilmente ganada a los mensajes del mundo espiritual. Hay incluso personas que desconfían mucho de aquellos que difunden mensajes del mundo espiritual con sentido común, pero a la vez muy crédulos de aquellos que, en estado mediúmnico, como inspirados por un poder inconsciente, ponen tales mensajes en el mundo. Estas últimas personas que no saben lo que dicen, que dicen más de lo que ellas mismas saben, encuentran incluso más crédulos que aquellos otros que saben exactamente lo que dicen. Se dice a menudo: ¡Cómo puede decir algo sobre el mundo espiritual alguien que no está por lo menos en un estado semiconsciente, de modo que se puede ver que está poseído por un poder extraño! Este argumento es a menudo considerado como una razón contra la comunicación de hechos del mundo espiritual, que son difundidos conscientemente.

Por eso correr a los médiums es mucho más popular que lo que se ofrece a las personas en las formas y razones de la sana razón desde el mundo espiritual.

Pero cuando lo que viene del mundo espiritual se sumerge en una región donde está excluida la conciencia, siempre existe el riesgo de que afecte a las cualidades negativas del alma; porque allí las cualidades negativas siempre entran en vigor cuando algo se acerca al ser humano por razones oscuras, subconscientes. Cuando observamos la vida más de cerca, podemos ver una y otra vez que la persona más estúpida tiene un efecto más fuerte incluso sobre la persona más sabia a través de sus cualidades positivas, cuando esta última cae presa muy fácilmente de aquello que sale a la luz desde algunas oscuras profundidades por una razón que no es tan sana como la suya. Por lo tanto, podemos entender que en la vida las naturalezas más refinadas con una razón finamente desarrollada estén a merced de las personas con una imaginación vigorosa que todo lo afirman a partir de sus instintos e inclinaciones. Sin duda comprenderíamos la vida si fuéramos más allá. Entonces también se vería cómo se presenta el extraño hecho de que una persona puede enfrentarse a alguien que no sólo niega a veces su sana razón, sino que está enfermo con respecto a su razón y afirma esto o aquello por una conciencia enfermiza. Mientras no se reconozca el estado enfermizo, las naturalezas más refinadas están a merced de las personas que afirman algo desde un estado anímico enfermo. Todas estas cosas pertenecen a una verdadera sabiduría de la vida: y sólo podemos captarlas correctamente si nos damos cuenta de que un hombre que tiene cualidades anímicas positivas, por un lado, no tiene por qué ser accesible a la sana razón en absoluto, mientras que un hombre con cualidades negativas es accesible a aquello por lo que no puede hacer nada, y en lo que la razón no puede brillar en absoluto. Estas cosas deben tenerse en cuenta para una ciencia más refinada del alma.

Pero aunque no consideremos las impresiones provenientes de las personas, sino aquellas impresiones que llegan al alma desde el resto del entorno humano, podemos obtener algo importante y significativo si partimos del punto de vista del ser humano positivo y negativo. Imaginemos, por ejemplo, que algún investigador está trabajando en un área muy específica, y supongamos que es un investigador muy productivo que procesa muchos hechos individuales del mundo exterior, puramente fácticos. Así trabaja para la salvación de la humanidad. Pero ahora combina estos hechos según los prejuicios de su alma, según todo lo que ha obtenido de la educación y de su vida anterior, a través de una determinada teoría y visión del mundo, que tal vez no representa otra cosa que una interpretación completamente unilateral de los hechos. Sin duda, esta persona tendrá algo con los conceptos e ideas que ha obtenido de los hechos, -si sólo los ha obtenido por sí misma a través de su propia reflexión-, que puede tener un efecto saludable en su alma; pues es algo que llena su alma de un estado de ánimo positivo porque lo ha elaborado para sí misma como su visión del mundo. Pero supongamos que ahora hay creyentes y seguidores que no elaboran las ideas a partir de los propios hechos, sino que los oyen o los leen; que no tienen esos sentimientos que el investigador en cuestión ha elaborado en el laboratorio y en el gabinete: con todo un ejército de seguidores, todo esto puede corresponder a características negativas del alma. La misma creencia puede considerarse que hace positiva el alma en un director de escuela que se dedica a una dirección unilateral; y en todo un ejército de seguidores que sólo rezan en pos de lo que el otro ha llenado su alma, lo mismo puede corresponder ciertamente a cualidades negativas y tener un efecto malsano, puede hacerla cada vez más débil y más negativa.

Esto es algo que debe llamarnos la atención a lo largo de la historia de la vida espiritual humana. También hoy podemos ver que personas con una visión del mundo completamente materialista-mecanicista, que han elaborado por sí mismas con diligencia a partir de sus hechos, son naturalezas bastante frescas, agradables y positivas que se nos presentan como personajes encantadores. Sin embargo, con sus seguidores, que en el fondo llevan en la cabeza las mismas ideas, pero que ellos mismos no han adquirido, estas ideas se manifiestan según un estado de ánimo malsano, negativo, debilitante. Por lo tanto podemos notar el hecho de que hay que diferenciar si uno mismo adquiere una visión del mundo o simplemente la acepta: una vez corresponde a cualidades del alma positivas, la otra a negativas. Estas cosas se cruzan en todas partes de la vida.

De este modo, podemos ver cómo nuestro posicionamiento en el mundo puede hacernos tanto positivos como negativos. Por ejemplo, una visión puramente teórica de la naturaleza puede hacernos negativos; en general, aquello que no podemos ver. Pero para alcanzar un cierto nivel, también debemos introducir en nosotros lo negativo. También debe haber un conocimiento teórico de la naturaleza. No debemos, sin embargo, cerrarnos a la idea de que el conocimiento teórico de la naturaleza -la sistematización de animales, plantas, minerales, y lo que de ello se sigue como leyes naturales en conceptos e ideas-, tiene tal efecto sobre nuestra alma que nos entregamos a él, (al conocimiento), con nuestro carácter negativo. Por otra parte, todo lo que podemos caracterizar como asimilación de la naturaleza en su conjunto y a gran escala, con sentimiento vivo, tiene tal efecto en nuestra alma que despierta el estado de ánimo positivo del alma; por ejemplo, estar encantados con la flor de una planta, que no diseccionamos sino que dejamos que nos afecte en su belleza, estar entregados a la aurora, que no examinamos astronómicamente sino que contemplamos en su glorioso esplendor. Porque en todo lo que tomamos de cualquier cosmovisión, no estamos allí con nuestra alma; dejamos que nos la dicten otros. Pero si estamos allí con toda nuestra alma cuando podemos ser deleitados o repelidos por los fenómenos de la naturaleza. Lo que es verdad sobre la naturaleza no concierne a nuestro yo; pero lo que puede deleitarnos o repelernos debe concernir a nuestro yo; porque dependiendo de nuestro yo, pasamos por la naturaleza o bien deleitándonos o repeliéndonos. 

Así que podemos decir: La integración viva en la naturaleza cultiva en nosotros un estado de ánimo positivo; teorizar sobre la naturaleza cultiva un estado de ánimo negativo. Esto, sin embargo, está a su vez relacionado con lo que se ha dicho antes: que el que desmenuza primero una serie de fenómenos naturales tiene un efecto mucho más positivo que el que absorbe y aprende los conocimientos de otros. Esto debe tenerse en cuenta en toda verdadera pedagogía. Y esto está relacionado con el hecho de que allí donde se ha tenido conciencia de las cosas que ahora se han descrito, se ha observado que el hombre nunca cultiva sólo las cualidades negativas de su alma. ¿Por qué escribió Platón las palabras delante de la puerta de su templo filosófico: Sólo deben entrar los que estén familiarizados con la geometría? Esto sucedió a causa de que la geometría y las matemáticas pertenecen a aquellas actividades de la vida anímica humana que uno no puede realmente aceptar con autoridad. La geometría es algo en lo que realmente hay que penetrar con el alma interior, algo por lo que hay que trabajar y que sólo se puede alcanzar alguna vez mediante la actividad positiva del alma. Si esto se tuviera en cuenta hoy en día, una gran parte de los sistemas de cosmovisión que deambulan por el mundo actual ni siquiera existirían. Porque cualquiera que sepa desarrollar positivamente un sistema conceptual como el geométrico tiene respeto por la actividad interior del ser humano. Por ejemplo, cualquiera que lea el "Welträtsel", (enigmas del mundo), de Haeckel y no tenga ni idea de cómo desarrollar un sistema de este tipo podrá producir fácilmente un nuevo sistema de cosmovisión. Sólo necesita cambiar un poco los términos; pero al hacerlo está trabajando desde un estado de ánimo puramente negativo.
Así que para una persona hay algo en la ciencia espiritual o en la antroposofía que cultiva absolutamente lo positivo. Cuando a una persona se le muestran estos o aquellos logros del presente por los métodos populares hoy en día, por ejemplo en fotografías u otras demostraciones, cuando puede ver estos o aquellos animales o fenómenos naturales en fotografías, entonces se entrega completamente pasivamente a ellos y su estado de ánimo mental es negativo; no necesita desarrollar ninguna cualidad positiva, no necesita pensar en absoluto. Por ejemplo, se le puede mostrar a la gente las diferentes fases de un glaciar deslizándose montaña abajo y otras cosas. Esta es la prueba de que hoy en día a la gente le encantan las características negativas de las personas. La antroposofía no lo tiene tan fácil. Lo más que puede hacer es presentar sus cosas simbólicamente en fotografías. Para las cosas que ascienden al mundo espiritual, no hay otra puerta de entrada que la vida anímica humana. Quien quiera realmente penetrar provechosamente en la ciencia espiritual debe, por tanto, aceptar que no se le demuestre nada en absoluto sobre las cosas más importantes. Él depende de su propia cooperación en su alma, de modo que debe extraer los estados de ánimo más positivos del alma. Por eso la ciencia espiritual es la más eminentemente adecuada para cultivar las cualidades positivas del alma humana. Este es también el aspecto saludable de tal cosmovisión, que no pretende otra cosa que despertar los poderes que yacen en el alma humana. En la medida en que la Antroposofía apela a una autoactividad en cada alma, llama a lo que yace oculto en el alma misma para impregnar todos los humores y poderes del cuerpo, y que en el sentido más pleno tiene un efecto curativo en todo el ser humano. Y puesto que la Antroposofía no apela más que a la sana razón, que no puede ser evocada por sugestión masiva, sino sólo por el entendimiento individual, y puesto que renuncia a todo lo que puede ser evocado por sugestión masiva, cuenta precisamente con las cualidades más positivas del alma humana.

Así hemos resumido sin adornos lo que nos muestra que el hombre se encuentra bajo las dos corrientes de la vida, la positiva y la negativa. El hombre no puede desarrollarse a niveles superiores de otra manera que abandonando un nivel positivo inferior, poniéndose en un estado de ánimo negativo y absorbiendo un nuevo contenido en este estado de ánimo y afirmándose así de tal manera que pueda volver a ser positivamente efectivo en un nivel superior. El que sabe observar correctamente la naturaleza sabe cómo funciona la sabiduría del mundo para conducir al hombre de un positivo a un negativo y de un negativo de nuevo a un nuevo positivo.

Es agradable observar un detalle desde este punto de vista, por ejemplo la famosa definición de Aristóteles de lo trágico. Una tragedia, dice, nos presenta una acción consumada de tal manera que se despiertan en el espectador el miedo y la piedad, pero de tal manera que el miedo y la piedad sufren una catarsis, una purificación. El ser humano que llega a la existencia con todo el egoísmo habitual es al principio muy positivo en su egoísmo; se encierra en sí mismo, se endurece. Inicialmente uno se vuelve muy negativo en cierto sentido cuando simpatiza con el sufrimiento ajeno, siente su alegría como la propia. En cierto sentido se vuelve uno negativo al salir de su yo y desarrollar la compasión, la empatía. Y también se vuelve uno negativo sumergiéndose en aquello que rige sobre una persona como un destino indeterminado; sumergiéndose en lo que mañana puede llegar a ser de las acciones de una persona con la que simpatizamos. O quién no conoce el temblor que sentimos ante una persona que se apresura a hacer algo, para que mañana se encuentre con una desgracia que prevemos, mientras sus impulsos no pueden evitar llevar a cabo esa acción. Tenemos miedo de lo que pueda ocurrir. Pero esto nos pone en un estado de ánimo negativo, ya que el miedo es un estado de ánimo negativo. Pero nos volveríamos apáticos hacia la vida si ya no pudiéramos temer lo que se aproxima a un futuro indefinido. Así que a través de la compasión y el temor nos volvemos negativos. Pero para que nos volvamos positivos, la tragedia nos presenta la imagen de un héroe con cuyas acciones se supone que debemos simpatizar, y cuyo destino nos enfrenta inicialmente de tal manera que se despierta nuestro temor; pero al mismo tiempo, la imagen del héroe se nos presenta de tal manera que el temor y la compasión se purifican, que se transforman de cualidades negativas en satisfacción armoniosa, que tenemos en la obra de arte y a su vez se elevan a lo positivo.

Así, la definición de obra de arte del antiguo filósofo griego nos muestra que el arte es un elemento de la vida que responde a un estado de ánimo negativo necesario del alma para transformarlo en positivo.

La apariencia artística nos lleva a un nivel superior en todos sus ámbitos, donde primero debemos volvernos negativos para salir de una vida anímica no desarrollada. En la belleza debemos mirar primero aquello que se nos opone, porque de lo contrario no nos elevaríamos por encima de nuestro nivel actual. Pero entonces la otra vida también se cubrirá con el esplendor de un estado anímico superior si antes nos hemos elevado a un nivel anímico superior a través del arte.

Así vemos que lo positivo y lo negativo se alternan no sólo en la vida del individuo, sino también en la vida de la humanidad en su conjunto, que contribuyen constantemente a la elevación del ser humano individual de encarnación en encarnación, pero también a la vida de la humanidad en su conjunto. Podríamos fácilmente, si tuviéramos tiempo, mostrar cómo ha habido edades y épocas positivas; podríamos describir edades enteras como edades históricas positivas de la humanidad, otras como negativas y así sucesivamente. La idea de lo positivo y lo negativo brilla en todas las esferas individuales de la vida del alma y, por tanto, de la vida humana en general. No aparece de tal manera que una persona sea positiva y la otra negativa, sino que concierne a cada ser humano. Todos deben pasar por estados positivos y negativos en las distintas etapas de la existencia. Sólo cuando vemos el asunto de esta manera se convierte en una verdad de la vida y, por tanto, en la base de una práctica vital. Por eso, también se nos puede confirmar en esta consideración, una frase que pusimos al principio y al final de una de estas conferencias, la frase del antiguo filósofo griego Heráclito, al que llamaban el "Oscuro" porque era capaz de ver tan profundamente en la vida humana: "Puede que nunca encuentres los límites del alma, aunque recorras todas las calles; ¡sus horizontes son tan amplios!".

Ahora podría venir alguien y decir: ¡Entonces toda búsqueda del alma es en vano! Pues si el alma es tan amplia que sus límites no se encuentran en ninguna parte, entonces ninguna investigación puede medirla, ¡y uno podría desesperar de su conocimiento! Pero sólo una persona negativa dirá eso. Una persona positiva añadiría:

¡Gracias a Dios que esta vida del alma es tan vasta que no puede ser abarcada por ningún conocimiento; pues esto nos hace posible trascender todo lo que hoy abarcamos con conocimiento en nuestra alma y así ascender a niveles superiores! Alegrémonos de que la vida del alma se burle en todo momento de nuestra cognición. Necesitamos una vida del alma ilimitada; pues la perspectiva en lo ilimitado nos da la esperanza de que podemos trascender lo positivo en cualquier momento, de que la vida del alma puede precipitarse de nivel en nivel. Es precisamente lo ilimitado e irreconocible de la vida del alma lo que nos da la perspectiva más significativa para nuestra esperanza y confianza en el futuro. Porque nunca podemos encontrar los límites del alma misma, el alma es capaz de trascender los límites y escalar niveles cada vez más altos.
Traducido por J.Luelmo may,2024

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