GA350 Dornach, 18 de julio de 1923 - Si se quiere alcanzar un conocimiento superior, hay que tener valor y soportar el miedo

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 RUDOLF STEINER 

 Si se quiere alcanzar un conocimiento superior, 

hay que tener valor y soportar el miedo

Dornach, 18 de julio de 1923

 

CONFERENCIA - 11 : 

Quedan aún algunas de las preguntas que se plantearon recientemente. Me gustaría retomar hoy lo que comenté hace poco, una observación de un erudito sobre los sueños. Lo que parece haber dado muchos quebraderos de cabeza a un erudito actual, —y que nos llevará a nuestra discusión—, es la cola del lagarto. Como saben, cuando se ve un lagarto grande y se le quiere agarrar por la cola, esta se rompe. Se dice que el lagarto es frágil. Y realmente es muy difícil atrapar lagartijas grandes si se las agarra por la cola, porque la cola es frágil, se rompe y el animal sigue corriendo alegremente sin cola. Los intentos de los eruditos se dirigen a averiguar si la cola del animal se desprende realmente o si es el animal el que la abandona. Ahora bien, la ciencia actual parte del materialismo, y por eso se piensa que el animal tiene músculos muy débiles que mantienen unidas estas partes de la cola y que, cuando es atrapado, ya no puede mantenerlas unidas.

Sin embargo, hay un hecho curioso que la gente suele pasar por alto. Se trata del hecho de que, cuando los lagartos han estado cautivos durante mucho tiempo, pierden esa peculiaridad de que se les pueda arrancar la cola con facilidad. Entonces la cola se fortalece y ya no se desprende tan fácilmente, sino que se mantiene mejor. Es un fenómeno curioso que los lagartos pierdan fácilmente la cola cuando están en libertad, pero que esta se mantenga mejor cuando están en cautividad. ¿A qué se debe esto?

Verán, la gente se queda pensando mucho tiempo en cómo eso podría lograrse con los pequeños músculos que hay en la cola, cuando en realidad la respuesta es muy fácil de deducir: el animal, estando en cautiverio, no puede arrancarse la cola tan fácilmente. Esto se debe a que el animal tendrá algo de miedo cuando estando fuera se le pretenda atrapar. No es algo habitual que se le atrape fuera, es la primera vez que le pasa. Es la primera vez que un ser humano se acerca a él, tiene miedo y, debido a ese miedo, se vuelve tan tímido que pierde la cola. Cuando se acostumbra a los seres humanos en cautividad, cuando estos se acercan a él en todo momento, ya no tiene miedo y no pierde la cola.

Así pues, vemos que incluso una observación muy superficial nos lleva a la conclusión de que el miedo desempeña un papel esencial en la vida de la lagartija. Pero ahora debemos ir más allá y decir: sí, este miedo que tiene la lagartija cuando el ser humano se acerca a ella y quiere atraparla es solo algo que se manifiesta en el animal cuando el ser humano lo atrapa, pero que siempre está presente en el animal, y es este miedo el que mantiene unida y fortalece la materia del animal, la sustancia del animal.

Para ello, les voy a citar un fenómeno muy curioso de la vida humana. Seguramente habrán oído que las personas que dependen mucho de su vida anímica, cuando sienten miedo, tienen diarrea. El miedo provoca diarrea. ¿Y qué significa eso? Significa que lo que hay en los intestinos ya no se mantiene unido. Sí, ¿y qué es lo que mantenía unido todo eso en los intestinos? Verán, cuando el miedo se apodera del alma, ya no mantiene unidas las cosas en los intestinos; pero cuando el miedo está abajo, en los intestinos, mantiene unidas las sustancias.
pizarra 1

Y lo mismo ocurre con el lagarto. Cuando se observa a un lagarto (se dibuja), este lagarto está, al igual que nuestro propio abdomen, constantemente lleno de miedo, es decir, de algo espiritual. Y, en particular, la cola está llena de miedo. Cuando el animal expulsa su miedo, la cola se rompe, pero el miedo permanece en el animal. El animal no siente miedo cuando está en cautividad, porque se ha acostumbrado a los humanos, y la consecuencia es que el miedo puede mantener la cola unida. Aquí vemos una característica anímica muy concreta que tiene cierta importancia para la constitución física.

Los seres humanos también tenemos miedo dentro de nosotros. En el dedo gordo del pie, en las piernas, en el estómago, el miedo está en todas partes. Solo que no se atreve a subir por el diafragma, solo sube cuando tenemos pesadillas. Pero el miedo está dentro de nosotros. Sin embargo, el miedo tiene su función positiva: mantiene unido nuestro organismo. Y en los huesos es donde se encuentra la mayor parte del miedo. Los huesos son tan fuertes porque hay un miedo terrible en su interior. Es el miedo lo que mantiene los huesos fuertes. En el momento en que se sienten los huesos con demasiada fuerza, se produce un ablandamiento óseo. Por eso, en las personas miedosas, aquellas que ya lo eran en su juventud, cuando los huesos aún no están duros, sino muy blandos, pero que son miedosas, se confirma esto, y por lo tanto se puede curar a los niños raquíticos ahuyentando su miedo con cualquier cosa, incluso de forma anímica. Pero sería totalmente erróneo decir: « De modo que el miedo, algo que es anímico, está dentro de nosotros. Solo tenemos que elevar un poco más el miedo para poder obtener un conocimiento superior». Eso no sería bueno, porque al mismo tiempo nos enfermaríamos anímica y físicamente. Más bien debemos hacer otra cosa.

Verán, si queremos obtener conocimientos del mundo espiritual, —ya les he mencionado los otros medios—, debemos integrarnos correctamente en el mundo exterior, integrarnos de verdad. Ahora bien, ¿cómo se sumergen las personas en el mundo exterior? Lo han podido ver maravillosamente en las últimas semanas. Es cierto, hemos pasado mucho frío y después hemos sudado mucho. Pues bien, así es como la mayoría de las personas se sumergen en el mundo: hemos sudado mucho, hemos pasado mucho frío. 
 Pero esa no es la única forma de integrarse en el mundo exterior, sino que también se puede desarrollar una cierta capacidad para no solo sentir frío cuando hace frío, sino también para percibir el frío y sentir una especie de miedo cuando hace frío, y saber que cuando hace calor, ese miedo desaparece. Si uno desarrolla en sí mismo un cierto miedo a la nieve y una cierta sensación de bienestar ante los cálidos rayos del sol, entonces eso es simplemente algo que conduce a un conocimiento superior, que forma parte de lo otro que les he descrito. Y es algo así: quien quiera alcanzar un conocimiento superior, debe sentir algo cuando se acerque a un trozo de hierro al rojo vivo, y debe sentir algo cuando se acerque a un guijarro. Cuando se acerque a un hierro al rojo vivo, debe tener la sensación interior de que es algo relacionado con su propio calor, que le hace bien. Pero cuando toma un guijarro en la mano, debe sentir inquietud, debe sentir miedo.

Ahora bien, de ello se desprende al mismo tiempo, que quien desee adquirir conocimientos superiores no debe ponerse nervioso, como se dice hoy en día, pues de lo contrario, al coger una piedra, la dejaría caer inmediatamente porque le daría miedo. Hay que ser valiente y soportar el miedo. Y tampoco debe hacer como el mosquito, que siente tal placer por la luz que se precipita hacia ella y encuentra la muerte. Precisamente en el insecto que se precipita hacia la llama se ve cómo la llama está relacionada con lo espiritual y lo anímico.

Y así podemos decir: debemos adquirir un sentimiento interior, una sensibilidad interior por lo que existe ahí fuera, en la naturaleza. ¿Qué resulta de ello? Vean, la Tierra tiene, en primer lugar, la roca sólida (dibujo pizarra 1). Los materialistas creen en la roca sólida de la Tierra, porque pueden caminar sobre ella; es dura al tacto. Los materialistas creen en la roca sólida. Pero precisamente, aquel que quiere adquirir conocimientos superiores, siente cierta inquietud ante la roca sólida.

Esta ansiedad no existe cuando el ser humano se encuentra en el aire calentado (pizarra 1 arriba izda.). Ahora quiero dibujar el aire calentado sobre la roca sólida. Cuando el ser humano observa el aire calentado, esta ansiedad no existe en absoluto, porque el aire calentado, —quiero dibujarlo calentado dándole un tono rojizo—, no provoca ansiedad. Pero se puede llegar a que el aire calentado también provoque miedo. Esto ocurre precisamente cuando se intenta lidiar cada vez más con lo que se siente frente al aire calentado, haciendo que nos guste. Piensen lo siguiente: hay alguien que se siente cada vez más a gusto en el aire caliente. ¡Pero ahora el aire caliente empieza a causarle miedo! Cuanto más a gusto se siente, más miedo le da el aire caliente.

De modo que cuando ahora uno se acostumbra a sentirse muy a gusto con el aire calentado, cuando, por así decirlo, se acostumbra cada vez más al calor, —estas cosas son necesarias, hay que integrarse en toda la naturaleza si se quiere alcanzar el conocimiento espiritual—, entonces la cosa empieza a ponerse muy curiosa. Se lo explicaré con más claridad. La mayoría de las personas buscan refrescarse cuando tienen calor. Por supuesto, no conocen otra cosa que el deseo de refrescarse. Pero cuando uno soporta el calor, cuando permanece en él, cuando lo percibe precisamente como una sensación de bienestar, entonces lo que les he dibujado esquemáticamente aquí en el aire comienza a llenarse de manera muy extraña con todo tipo de imágenes, y empieza a manifestarse realmente el mundo espiritual , el mundo espiritual que normalmente está contenido en el aire, pero que el ser humano no siente en el aire, no percibe en el aire, porque no quiere soportar el calor del aire.

Cuando uno se acostumbra a ver estas entidades, poco a poco llega a decirse: En efecto, cuando toco una piedra con mi torpe mano, noto que es dura. Pero si ahora empiezo a percibir cada vez más lo espiritual, si me adentro cada vez más en lo espiritual, si cada vez más a mi alrededor no solo está lo sensorial, sino también lo espiritual, sí, , no puedo deslizarme en el suelo con mi cuerpo físico de carne y hueso, pero con mi cuerpo astral, del que les he hablado, puedo empezar a deslizarme en el suelo. 
Esto es muy interesante: en el momento en que uno comienza a percibir lo espiritual en el espacio aéreo a través de todos los medios de los que les he hablado, en ese momento uno se desliza tan lejos de su cuerpo que ya no percibe las piedras como un obstáculo, sino que se sumerge, como el nadador en el agua, en la tierra firme. Uno mismo se adentra en él (pizarra 1 abajo en rojo). Es muy interesante. No se puede entrar en el aire como espíritu, porque allí aparecen otros espíritus. En la tierra, que en realidad está vacía para el espíritu, se puede entrar fácilmente, se puede uno sumergir como un nadador.
 
Y, como pueden ver, el estado intermedio es el del agua (azul). El agua se evapora hacia arriba y vuelve a caer en forma de lluvia. Como ya han visto, en la parte superior se forman a menudo rayos (rojo arriba). El agua se encuentra entre el suelo firme y el aire. Es más fina que el suelo firme, pero más densa que el aire. Sí, ¿y eso qué significa? Significa algo que se ve mejor cuando se mira hacia arriba, hacia el rayo. 
En cuanto al rayo, los eruditos dicen que es una chispa eléctrica. ¿Por qué los eruditos dicen que es una chispa eléctrica? Bueno, quizás ya lo sepan, pero si no, se lo diré ahora: si se toma una barra de lacre, se frota con un trapo de cuero, un trozo de cuero, se electrifica, y si se tienen pequeños trozos de papel, estos se ven atraídos por la barra de lacre. Y así se pueden electrificar los cuerpos más diversos frotándolos o de otras maneras. Esto se enseña a los niños en la escuela.

Pero hay algo muy concreto que es necesario. Cuando se está en un aula llena de vapor, ninguna barra de lacre se electriza, y tampoco se electrizan los demás objetos durante los experimentos, por lo que primero hay que limpiarlo todo con un paño completamente seco, ya que la humedad no genera electricidad. Entonces se podrá generar electricidad. Ahora bien, los científicos dicen: allá arriba están las nubes, que se rozan entre sí y producen la chispa eléctrica, el rayo. 
Sí, pero, señores, cualquier niño podría objetar: «Pero tienes que poder retener precisamente el agua, porque si hay algo de agua en tu aparato, ¡entonces no se genera electricidad!». Cualquier niño puede objetar eso. Se dicen tonterías como esa. Por supuesto, no se trata en absoluto de que las nubes se froten allí arriba.

Pero piensen que cuando el agua se evapora y asciende, se adentra cada vez más en una región de espiritualidad, se aleja de la materia espiritual que hay abajo y penetra en la espiritualidad de arriba, y es realmente el espíritu el que genera la chispa eléctrica, el rayo. Al ascender cada vez más, entramos en la región de lo espiritual. La Tierra solo tiene lo material cerca. Más arriba está rodeada por lo espiritual. Así que realmente entramos en lo espiritual. 
Y así, en el momento en que el vapor de agua asciende y llega a la región del espíritu, puede surgir el rayo del espíritu. El agua se espiritualiza en la parte superior y desciende condensada. Por lo tanto, cuando se practica la observación de la naturaleza, también hay que llegar al espíritu. Y solo cuando no se quiere tener en cuenta en absoluto lo espiritual se llega a todo tipo de cosas absurdas, como las que les he contado sobre el sueño del vuelo, la cola del lagarto o el rayo. Se ve en todas partes que no se puede explicar la naturaleza si no se penetra primero en lo espiritual.

Pero hay algo muy concreto que es necesario. Si uno se encuentra en un aula llena de vapor, ninguna barra de lacre se electrifica, y tampoco se electrifican los demás objetos durante los experimentos, por lo que primero hay que limpiarlo todo con un paño seco, ya que el agua no genera electricidad. Entonces sí se podrá generar electricidad. Ahora bien, los científicos dicen: allá arriba están las nubes, que se rozan entre sí y producen la chispa eléctrica, el rayo. Sí, pero cualquier niño podría objetar: pero tienes que poder eliminar precisamente lo acuoso, porque si hay algo acuoso en tu aparato, ¡no se produce electricidad! Cualquier niño puede objetar eso. Así que se dicen tonterías como esa. Por supuesto, no se trata en absoluto de que las nubes se froten entre sí allá arriba.

Pero piensen que cuando el agua se evapora y asciende, se adentra cada vez más en una región de espiritualidad, se aleja de la materia carente de espíritu que hay abajo y penetra en la espiritualidad de arriba, y es realmente el espíritu el que produce la chispa eléctrica, el rayo. Al ascender cada vez más, llegamos a la región de lo espiritual. La Tierra solo tiene lo material cerca. Más arriba está rodeada por lo espiritual. Así que realmente entramos en lo espiritual. Y así, en el momento en que el vapor de agua asciende y llega a la región del espíritu, el rayo puede surgir del espíritu. El agua se espiritualiza en la parte superior y vuelve a descender condensada. Por lo tanto, cuando se practica la observación de la naturaleza, también hay que llegar al espíritu. Y solo cuando no se quiere tener en cuenta en absoluto lo espiritual, se llega a todo tipo de cosas absurdas, como las que les he contado sobre el sueño de volar, o sobre la cola del lagarto, o sobre el rayo. Se ve por todas partes que no se puede explicar la naturaleza si no se penetra primero en lo espiritual.

Ahora también puede comprender lo siguiente: cuando el ser humano está sobre la Tierra, en realidad siempre está relacionado con lo espiritual desde abajo; puede sumergirse como un nadador. Así pues, cuando salimos por la noche con nuestro cuerpo astral, en realidad nos adentramos en el entorno sólido. Nos conectamos con lo que es sólido, porque no podemos entrar en lo etérico, y de hecho vagamos por lo sólido.

Este vagar por lo sólido tiene, sin embargo, un gran significado. Si, como les he dicho antes, nos comportamos de la manera correcta con el calor, entonces llegaremos a ver a los seres espirituales del aire. Pero si por la noche salimos de nuestro cuerpo y como espíritu que somos nos unimos con lo terrenal, puede ser que, al despertar, aún conservemos algo de lo que hemos experimentado en la materia sólida de la Tierra. Entonces aún tenemos algo dentro de nosotros; en nuestra alma tenemos algo dentro.

Bueno, eso es algo sumamente interesante. Porque ya se habrán dado ustedes cuenta de que cuando uno se despierta, oye los sonidos con mucha facilidad. Y si prestan mucha atención al despertarse, experimentarán algo curioso, y se dirán a sí mismos: ¡Ahora alguien ha llamado a mi puerta! Es muy curioso: cuando uno se sumerge en el aire con su alma, ve cosas, surgen imágenes. Pero cuando uno se sumerge en lo sólido, en lo material, con su alma, como hace el nadador que se sumerge en el agua, entonces experimenta sonidos. Y precisamente eso es lo extraordinariamente importante, que todas las materias sólidas emiten continuamente sonidos que uno no oye porque no está dentro de ellas. Toda materia sólida tiene continuamente sonidos en su interior, y uno los oye al despertarse, porque todavía está medio dentro de ella.
Pero estos sonidos pueden significar algo, y es cierto que, por ejemplo, si alguien ha fallecido en algún lugar lejano y la persona oye algo parecido a unos golpes en la puerta al despertarse, esto está relacionado con el fallecido. Ahora bien, el ser humano, naturalmente, no es capaz de interpretar estas cosas de la manera correcta. Piénsenlo: ninguno de ustedes sabría leer, es decir, interpretar las letras en el papel, si no lo hubieran aprendido. Del mismo modo, tampoco pueden interpretar ese milagro que se produce cuando se oyen sonidos al despertar. No tienen por qué creer que es precisamente el difunto quien está llamando a la puerta con los dedos. Pero el difunto, que sigue presente en la Tierra durante los primeros días después de la muerte, vive dentro de los cuerpos sólidos. Y el hecho de que precisamente a través de la conexión con lo sólido se produzcan sonidos, no es algo que tenga por qué parecerles maravilloso, tal y como se contaba siempre en los tiempos en los que se prestaba más atención a este tipo de cosas. Que las personas tengan presentimientos cuando alguien muere en la lejanía tiene un significado positivo. Una persona ha fallecido. Su alma sigue vinculada al reino terrestre sólido. De ahí surgen los sonidos que emanan de ella. El ser humano abandona la existencia terrenal con un sonido. Por supuesto, esto se puede oír a lo lejos, del mismo modo que se puede leer a lo lejos lo que alguien envía desde América. Se puede leer un telegrama en América. Estos efectos a distancia a través de la materia terrestre existen, están en la Tierra, siempre están ahí. Y en los tiempos en los que se prestaba atención a estas cosas, se conocía perfectamente la conexión con lo terrenal. No es solo un cuento, es realmente algo que se percibía en tiempos pasados. Así que, como ven, se entra en cosas muy concretas que hoy se consideran supersticiones, pero que se pueden demostrar científicamente, al igual que otras cosas científicas.

Pero hay que conocer estas cosas con mucha precisión. Porque verán, si llegáramos a percibir el mundo espiritual en el aire, si los seres humanos no fueran tan quejicas como lo son hoy en día, —ya saben, cuanto más civilizados se vuelven los seres humanos, más quejicas se vuelven en cierto sentido, y aquellos que, digamos, tienen que vivir en un calor terrible debido a su trabajo, no tienen tiempo para percibir el mundo espiritual mientras trabajan—, entonces no se les escaparía el mundo espiritual que vive en el aire. Pero esto de ver seres espirituales en el aire sería algo bastante inofensivo. Cualquier persona podría percibirlo sin más, sin que ello supusiera ningún peligro para ella.

Pero esta capacidad auditiva, cuando se apodera demasiado del ser humano, cuando este entra en un estado en el que oye todo tipo de cosas, se convierte en algo peligroso para él. La cuestión es la siguiente: hay personas que poco a poco entran en un estado en el que oyen todo tipo de palabras. Se les dicen todo tipo de cosas. Estas personas están en camino hacia la locura. En realidad, al ver a los seres espirituales de esta manera, buscándolos en el aire, nunca se corre ningún peligro. ¿Por qué? Bueno, tengo que explicárselo con una comparación: si va en un barco y se cae al agua, puede ahogarse. Si alguien le saca hacia arriba, puede experimentar todo tipo de cosas, pero no puede ahogarse. Lo mismo ocurre cuando el alma humana sale hacia arriba y ve todo tipo de cosas. No le puede pasar nada. Cuando se adentra en la materia sólida, puede, por así decirlo, ahogarse espiritualmente. Y este ahogamiento espiritual se produce cuando las personas pierden su conciencia de tal manera que se les dicen todo tipo de cosas internamente, y eso es lo malo. Verán, cuando el ser humano ve lo espiritual exteriormente, es como cuando va por el mundo y no le da miedo la silla que ve, así que poco a poco tampoco le da miedo lo espiritual exterior, sino que incluso le gusta. Pero lo que se escucha interiormente, —nos hundimos en la tierra firme con todo nuestro espíritu y con toda nuestra alma—, lo que se escucha interiormente, nos transporta a un lugar completamente diferente. Allí nos ahogamos, dejamos de ser humanos. Por eso hay que mirar siempre con cierta cautela a aquellas personas que dicen que se les dice todo tipo de cosas interiormente. Eso siempre es algo peligroso. Solo aquel que realmente está ya firmemente arraigado en el mundo espiritual y lo conoce bien sabe lo que realmente se dice allí: ya que los que hablan nunca son seres espirituales especialmente elevados, sino que en realidad siempre son seres de naturaleza muy inferior.

Verán, les he mencionado estas cosas con toda franqueza para que comprendan que, como seres humanos, debemos llegar a concebir el mundo exterior de una manera completamente diferente si deseamos entrar en el mundo espiritual.

Por supuesto, hay personas que dicen: «Sí, ¿por qué los espíritus nos han puesto tan difícil conocerlos?». Sí, pero piensen por un momento qué tipo de ser sería el ser humano si no tuviera que esforzarse para entrar en el mundo espiritual, si siempre estuviera dentro. Sería un puro autómata espiritual. Solo al tener que esforzarse puede establecer una relación adecuada con los seres espirituales. Y se necesita un gran esfuerzo interior para poder investigar en el mundo espiritual.

Por supuesto, es fácil sentarse en la mesa del laboratorio y hacer todo tipo de experimentos, es fácil diseccionar cadáveres y aprender todo tipo de cosas, pero para entrar de verdad en el mundo espiritual realmente se requiere un gran trabajo interior. El mundo culto actual es demasiado perezoso para este trabajo. Y debido a esta pereza, la gente siempre dice: «He hecho los ejercicios de Cómo alcanzar conocimientos de los mundos superiores, pero no he visto nada». Estas personas creen que se les debe dar algo interiormente, que no tienen que trabajar interiormente. Sí, ¡eso es precisamente lo que pasa, que la gente de hoy quiere que se lo hagan todo! Ya se lo he dicho: el ser humano de hoy quiere que todo le venga rodado, quiere que se haga un documental de todo para que le llegue de forma externa.
pizarra 2

Si se quiere avanzar espiritualmente de manera adecuada, hay que procurar en todo momento que, al absorber algo del mundo, se trabaje con ello. Por eso, aquellos que en el futuro eviten en la medida de lo posible que se les muestre todo en un documental, sino que quieran pensar por sí mismos cuando se les hable del mundo, se acercarán más a lo espiritual. Y, como ven, no les he mostrado ningún documental. Por supuesto, no es el momento adecuado para ello, pero aunque lo fuera, no intentaría mostrarles la cuestión con un documental, sino que les he hecho dibujos que han surgido en el momento en que podían ver lo que quería decir con cada trazo, en el que pueden pensar por sí mismos. Eso es también lo que debe introducirse hoy en día en la enseñanza infantil: dibujos lo menos terminados posible, lo más posible de lo que se está creando en ese momento. De este modo, el niño colabora interiormente y se estimula la interioridad de las personas, lo que les lleva a vivir más en lo espiritual y, a su vez, a comprender lo espiritual. Tampoco se deben presentar a los niños teorías completamente acabadas, porque entonces se vuelven dogmáticos. Lo importante es, por el contrario, hacer que actúen por sí mismos. De este modo, todo su cuerpo se vuelve más libre.

Ahora me gustaría añadir algo más, ya que también lo han mencionado ustedes en una de sus preguntas. Quizás hayan oído que la patata no se introdujo en Europa hasta una época determinada. Los europeos no siempre han sido consumidores de patatas.

Es cierto que ocurrió una historia peculiar. Verá, hay una enciclopedia en la que yo mismo colaboré, pero no en el artículo del que estoy hablando ahora. Hay algo muy curioso en ella, y es que se dice en todas partes que un tal Drake introdujo la patata en Europa y que se le atribuye especialmente este gran mérito. En Offenburg, que ahora está ocupada por los franceses, también hay un monumento a Drake. Me pareció muy curioso cuando buscamos en la enciclopedia y realmente decía allí: «Se erigió un monumento a Drake en Offenburg porque se le atribuía erróneamente haber traído la patata a Europa». - Así que, si se dice algo de alguien, ¡se le erige un monumento en Europa! Pero no quiero hablar de eso, sino de que, en un momento determinado, la patata fue traída a Europa.

Echemos un vistazo a la patata. En realidad, lo que comemos de la patata no son las raíces. Las raíces son estas cositas pequeñas (pizarra 2). Si ahí estuviera la patata, estas pequeñas raíces estarían pegadas a ella; se quitan junto con la piel. La patata en sí es un tallo algo más grueso. Cuando crece una planta normal, tiene la raíz y luego crece el tallo. Pero cuando el tallo se engrosa, como ocurre con la patata, se forma lo que se denomina un tubérculo, un brote tuberoso. Pero en realidad se trata de un tallo engrosado, por lo que en el caso de la patata no se trata de una raíz, sino de un tallo engrosado. Así que recuerden bien esto: cuando comen una patata, comen un tallo engrosado. Obtienen su alimento preferentemente de un tallo engrosado. Ahora debemos preguntarnos: ¿qué significado tiene para el ser humano que, con la patata que se trajo a Europa, aprenda a comer preferentemente un tallo engrosado?

Si observamos la planta en su conjunto, vemos que está formada por la raíz, el tallo, las hojas y la flor (se dibuja). Es muy curioso lo que ocurre con la planta: la raíz, que se encuentra en la parte inferior, se asemeja mucho al suelo y contiene muchas sales, mientras que la flor, que se encuentra en la parte superior, se asemeja mucho al aire caliente. Es como si la flor se cocinara continuamente con el calor del sol. Por lo tanto, la flor contiene aceites y grasas, especialmente aceites. Así que, cuando observamos una planta, vemos que abajo se depositan las sales. La raíz es rica en sales y la flor es rica en aceites.

Bueno, la consecuencia es que, cuando comemos la raíz, ingerimos muchas sales en nuestros intestinos. Estas sales llegan hasta el cerebro y lo estimulan. Así que las sales estimulan nuestro cerebro. Y, por ejemplo, si alguien no sufre de migrañas, sino de dolores de cabeza que le llenan la cabeza, es muy bueno que coma raíces. Se puede ver cómo muchas raíces contienen un cierto picante salado. Se puede notar por el sabor. Sin embargo, cuando se comen flores, la planta ya está medio cocida. Los aceites ya están fuera; esto es algo que engrasa preferentemente el estómago y los intestinos, y tiene su efecto en el abdomen. El médico también debe tener esto en cuenta cuando receta té. Nunca alguien que prepare té con las flores ejercerá un efecto fuerte en la cabeza, pero si hierve las raíces y se lo da de beber al enfermo, ejercerá un fuerte efecto en la cabeza. Así pues, mientras que en los seres humanos debemos ir del abdomen a la cabeza, de abajo hacia arriba, en las plantas debemos hacer el camino inverso, de la flor a las raíces. La raíz de la planta está relacionada con la cabeza. Si lo pensamos bien, nos daremos cuenta del significado de la patata. Porque la patata tiene tubérculos, que son algo que no se ha convertido completamente en raíz. Por lo tanto, cuando se comen muchas patatas, se comen preferentemente plantas que no se han convertido completamente en raíces. Así pues, si uno se limita a comer patatas y come demasiadas, no le llega suficiente a la cabeza. Todo se queda en el tracto digestivo. Así que, al comer patatas, los europeos han descuidado su cabeza, su cerebro. Esta relación solo se ve cuando se estudia la ciencia espiritual. Entonces uno se dice: desde que la alimentación a base de patatas se ha ido imponiendo cada vez más en Europa, la cabeza de las personas se ha vuelto más incapaz.

Y la patata estimula preferentemente la lengua y la garganta. Si bajamos por la planta de la patata, no llegamos hasta la raíz. Lo mismo ocurre con los seres humanos: si no subimos hasta la cabeza y nos quedamos en la lengua y la garganta, estas se estimulan especialmente con la patata, por lo que la patata es muy sabrosa como acompañamiento o guarnición para las personas, ya que estimula lo que hay debajo de la cabeza y deja la cabeza libre de molestias.

Cuando se comen remolachas, se siente un terrible deseo de pensar mucho. El ser humano lo hace de forma totalmente inconsciente. Cuando se comen patatas, lo que realmente se siente es el deseo de volver a comer muy pronto. La patata da hambre tan rápido porque no llega hasta la cabeza. La remolacha sacia rápidamente porque, lo que es más importante, llega hasta la cabeza, y la cabeza es lo más importante, ya que la remolacha la llena de actividad cuando llega correctamente a ella. Por supuesto, a las personas les resulta terriblemente desagradable tener que pensar, y por eso a veces prefieren las patatas a la remolacha, porque las patatas no estimulan el pensar. Te vuelves perezoso. No estimula el pensar, te vuelves perezoso en el pensar. Por el contrario, la remolacha estimula mucho el pensar, porque es una auténtica raíz. Estimula mucho el pensar, pero lo hace de tal manera que realmente te dan ganas de pensar, y si no te apetece pensar, entonces no te gustan las remolachas. Si necesitas un estímulo para pensar, entonces necesitas especialmente el estímulo salado, por ejemplo, de los rábanos. Si alguien no es muy activo mentalmente, le viene bien, porque al añadir rábano a las comidas se activan un poco los pensamientos.

Así se ve que ocurre algo curioso: se puede decir que los rábanos estimulan el pensar. Y ni siquiera hace falta pensar mucho; al comer rábanos, los pensamientos surgen con tanta fuerza que incluso provocan sueños muy intensos. Quien come muchas patatas no tiene pensamientos intensos, sino sueños que le resultan pesados. Y quien tiene que comer patatas continuamente, en realidad estará continuamente cansado y querrá dormir y soñar continuamente. Por eso, los alimentos que consumen las personas tienen una gran importancia cultural e histórica.

Se podría decir: sí, pero el caso es que, en realidad, ¡vivimos completamente de esa materia! Y, sin embargo, eso no es cierto. Ya se lo he dicho muchas veces: los seres humanos renovamos nuestro cuerpo aproximadamente cada siete años. Se renueva continuamente. La materia que teníamos en nuestro cuerpo hace ocho o diez años ya no está ahí. Ha salido. Lo hemos eliminado con las uñas, con el pelo, ha salido a través del sudor. Sale. Algunas cosas salen muy rápido, otras lentamente, pero salen.

Bueno, ¿cómo nos imaginamos realmente esa actividad del ser humano? Verán, nos lo imaginamos más o menos así, —voy a dibujarlo esquemáticamente en la pizarra 2—: ahí está el ser humano. Ahora bien, el ser humano segrega continuamente sustancias y absorbe constantemente otras nuevas. Por tanto, uno piensa: las sustancias entran por la boca y salen por el ano y la orina, y el ser humano es como un tubo. Absorbe las sustancias a través de la comida, las expulsa y las retiene durante un tiempo. Así es como uno se imagina, más o menos, la estructura del ser humano.

Pero en los seres humanos reales no entra nada de la materia terrenal, nada en absoluto. Eso es solo una ilusión. La cuestión es la siguiente. Cuando comemos, por ejemplo, patatas, no se trata en absoluto de ingerir algo de la patata, sino que la patata es solo algo que nos estimula, estimula la mandíbula, la garganta, etc. La patata actúa en todas partes. Y entonces surge en nosotros la fuerza para expulsar esa patata, y mientras la expulsamos, nos llega del éter, no de la materia sólida, aquello que nos construye a lo largo de siete años. En realidad, no nos construimos a partir de la materia de la tierra. Lo que comemos, lo comemos solo para tener un estímulo. En realidad, nos construimos a partir de lo que está más arriba. Así que todo lo que los seres humanos imaginan, que la comida entra por aquí y sale por allá y que entretanto algo permanece dentro, no es cierto en absoluto; eso solo es una sugerencia. Hay una fuerza contraria que proviene del éter, y a partir del éter construimos todo nuestro cuerpo. Todo lo que tenemos no está construido a partir de la materia de la Tierra. Verán, cuando empujamos y resulta rebotado de nuevo, no deben confundir el rebote con el empujón inicial. No deben confundir el hecho de que necesitamos alimento para no volvernos perezosos en la restauración de nuestro cuerpo con el hecho de que ingiramos ese alimento.

Ahora bien, es cierto que pueden producirse irregularidades. Si ingerimos demasiada comida, esta permanece demasiado tiempo en nuestro interior. Entonces acumulamos sustancias innecesarias en nuestro interior, nos volvemos corpulentos, gordos, etc. Si ingerimos muy poco, nos falta estímulo y no tomamos lo suficiente de lo que necesitamos del mundo espiritual, del mundo etérico.

Pero esto es algo tan importante que no nos construimos a partir de la tierra y sus materiales, sino a partir de lo que hay fuera de la tierra. Si es así, que en siete años se renueva todo el cuerpo, también se renueva el corazón. El corazón que ustedes llevaban dentro hace ocho años ya no lo tienen, sino que ha sido renovado, renovado no a partir de la materia de la Tierra, sino a partir de lo que rodea a la Tierra en la luz. ¡Su corazón es luz comprimida! De hecho, ha comprimido su corazón a partir de la luz del sol. Y lo que ha ingerido como alimento solo ha estimulado que comprima la luz del sol hasta ese punto. Todos sus órganos se construyen a partir de lo que es el entorno iluminado, y el hecho de que comamos, de que ingiramos alimentos, solo significa el estímulo.

Verán, lo único que nos aporta la comida es que tenemos en nuestro interior algo parecido a una especie de sillón. Nos sentimos a nosotros mismos, llegamos a tener en la vida cotidiana la sensación del yo, de que tenemos materia física en nuestro interior, sustancia física. Nos sentimos igual que cuando se sientan en un sillón. Entonces también sienten el sillón que les presiona. Y así sienten su cuerpo, que presiona continuamente sobre lo que han creado del universo. Cuando duermen, no lo sienten, porque están fuera de sí mismos. Sienten su cuerpo; es una especie de cama de descanso que se ha creado para ustedes, más dura para unos, si son huesudos, y más blanda para otros. Es una especie de cama en la que reposa el ser humano, ¡y también se nota la diferencia entre un colchón blando y un banco de madera! Y así, el ser humano nota la diferencia entre lo que es duro y lo que es blando en él. Pero eso no es el ser humano propiamente dicho, sino que el ser humano propiamente dicho es lo que hay dentro de él.

Ahora les explicaré cómo se relaciona esto con el conocimiento superior. Las personas que hoy en día quieren conocer no se ocupan en absoluto de la actividad humana, sino que solo se ocupan de lo que les ofrece el sillón.
Traducido por J.Luelmo sep.2025

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