GA157a Berlín, 7 de diciembre de 1915 -La formación del destino -La relación entre el mundo espiritual y el mundo físico, y como se experimentan después de la muerte

 cuarta conferencia



La relación entre el mundo espiritual y el mundo físico, y como se experimentan después de la muerte


Berlín, 7 de diciembre de 1915

La Ciencia Espiritual tiene que mostrarnos en cada ámbito, la relación entre los mundos espirituales y el mundo que percibimos a través de nuestros sentidos, mientras estamos en nuestros cuerpos terrenales, y que tratamos de captar a través de pensamientos intelectuales. En varias conferencias, hemos estado especialmente ocupados considerando la conexión existente entre la vida del alma del hombre, a medida que prosigue entre la muerte y el nuevo nacimiento, y la vida que transcurre aquí, mientras está encarnado en un cuerpo físico. Debemos tener siempre presente que el hombre, mientras viva dentro de su cuerpo físico, dirige sus pensamientos hacia esa esfera que ha de experimentar después de la muerte y hasta el nuevo nacimiento. Los pensamientos que dirigimos a esa esfera, no pretenden satisfacer la mera curiosidad, sino porque a través de nuestra Ciencia Espiritual, siempre hemos tenido la convicción, de que al dirigir nuestro pensamiento hacia ese otro mundo, podemos contribuir a ennoblecer y vigorizar en el mundo, los conceptos necesarios para nuestro actuar, pensar, sentir, etc. Debemos aferrarnos firmemente a la idea, de que muchos de los secretos de la vida solo pueden resolverse, si tenemos el valor de abordar lo que podríamos llamar el enigma de la muerte. Hoy, para poder considerar la relación entre el mundo espiritual y el mundo sensorial, desde un punto de vista especial, podemos comenzar con una observación trivial, pero que contiene profundos sentimientos. Partiremos del hecho del que hemos hablado a menudo, del paso del hombre a través del portal de la muerte. Repito, partimos de algo que ocurre todos los días, pero que está relacionado con experiencias muy profundas, que atenazan al hombre en las profundidades de su alma. Como saben, cuando nos encontramos cara a cara con una persona aquí en el mundo físico, nos formamos pensamientos que nos acercan a él. Rodeándolo con sentimientos de simpatía o antipatía, etc. Quizás sintamos amistad u hostilidad por él. Nos formamos brevemente una cierta relación con otro hombre, aquí en el mundo físico. Esta relación puede surgir a través de vínculos de sangre, o puede ser producida por las preferencias que concurren en la vida cotidiana. Todo esto se puede incluir en la expresión 'La relación de hombre con hombre'. Ahora bien, cuando un hombre, con quien nos sentimos unidos mediante varios lazos, abandona el mundo físico y pasa por el portal de la muerte, al principio conservamos algo de la memoria de este hombre, es decir, una serie de sentimientos y pensamientos surgidos como resultado de nuestra relación con él, y que nosotros mismos hemos experimentado. Pero a partir de su paso por el portal de la muerte, estos pensamientos y sentimientos que nos unían con él, ahora se viven de una manera muy diferente. Mientras él vivía con nosotros aquí en el plano físico, sabíamos que en cualquier momento, además de la relación que nuestra alma se había formado con él, también podía aparecer su presencia física externa; sabíamos que podíamos llevar nuestra experiencia interior a esta realidad exterior suya. Y si en algún momento el hombre cambiaba, de alguna manera teníamos que esperar, que los sentimientos que antes teníamos hacia él también cambiarían. No solemos pensar en la radical diferencia que hay cuando de repente, o quizás no tan de repente, llega el momento, a partir del cual solo podemos llevar el recuerdo de ese ser querido en nuestra alma, porque sabemos: "Nunca más lo verán nuestros ojos, ni lo tocaran nuestras manos. 'La imagen que formamos de él sigue siendo fundamentalmente la que ya teníamos fijada. Pero aparece un cambio radical en la relación de ambas personas. Como ya se ha dicho, puede sonar trivial, pero marca profundamente la vida interior en cada caso individual, cuando un alma humana que antes nos impresionaba desde el exterior a través de su corporeidad física, se convierte ahora en nada más que un recuerdo.
Comparemos ahora ese recuerdo con otros que construimos a partir de nuestra experiencia. Una gran parte de nuestra vida física está viva en el recuerdo. Conocemos aquello que nosotros mismos hemos experimentado; conocemos, por ejemplo, los eventos que nos han ocurrido y de los cuales hemos guardado ideas. Sabemos que podemos volver a tiempos pasados gracias a estos pensamientos, tiempos en los que tuvieron lugar los eventos en cuestión. Pero, si ahora examinamos el contenido de la mayor parte de estos recuerdos, encontramos que en nuestros pensamientos llevamos algo dentro de nosotros que ya no está aquí, eventos pasados, eventos que, como realidad, ya no podemos encontrar en el mundo externo, pues pertenecen al pasado. Si hemos retenido algunos de los pensamientos de la Ciencia Espiritual, entonces el recuerdo de nuestros muertos, o de quienquiera que haya pasado por el portal de la muerte, es muy diferente a nuestra mirada. Entonces albergamos pensamientos en nosotros, pero estos pensamientos están fijados en la realidad, (una realidad, que por cierto, no es accesible para nosotros en el mundo físico externo, sino que existe en el mundo espiritual). Eso hacia lo cual se dirigen esos pensamientos está presente, aunque no puede entrar en nuestro campo visual; sino que hay un concepto en nuestra memoria muy diferente del mero recuerdo de lo que ocurrió aquí, en el mundo físico. Ahora bien, si observamos lo que esto implica, en relación con todo el Cosmos, podemos decir que llevamos en nuestras almas los pensamientos de un ser que está en el mundo espiritual. Ahora sabemos, y esto, a partir de las consideraciones perseguidas aquí en las últimas tres conferencias, debe quedar especialmente claro para nosotros, sabemos que no solo el anhelo de las almas aquí encarnadas asciende hasta el mundo espiritual, sino que la conciencia de aquellos que han pasado a través de las puertas de la muerte, y que ahora viven en el mundo intermedio entre la muerte y el nuevo nacimiento, también se extiende a lo que sucede aquí en el mundo físico. Podemos decir: aquellas almas desencarnadas que viven en el mundo espiritual, reciben en su conciencia, desde el mundo físico, lo que su mirada espiritual y su visión espiritual dirigida a la tierra, les permite percibir. Señalé en una de las últimas conferencias cómo las almas aún encarnadas aquí en cuerpos físicos pueden ser percibidas por los llamados muertos, y distinguidas de las almas que ya están desencarnadas y viven en la etapa intermedia, entre la muerte y el nuevo nacimiento. Expliqué que las almas que viven en el mundo espiritual deben estar continuamente activas para obtener cualquier percepción. Por ejemplo, pueden ser conscientes de que otra alma está bastante cerca de ellos, pero para percibirla, deben ejercer una actividad interior. Tienen, por así decirlo, que construir una representación. La imagen por sí misma no aparecerá, como lo hace aquí, en el mundo físico. En el mundo espiritual viene primero el pensamiento de una "presencia existente", y luego se tiene, por así decirlo, que experimentar internamente esta entidad existente, para que pueda surgir la imagen. El proceso se invierte; porque hay una diferencia significativa en la construcción de la representación, en lo que respecta a aquellas almas que ya están en el mundo espiritual, y la de aquellos que todavía están encarnados en la tierra; el alma desencarnada debe producir la representación de un alma que ya está en el mundo espiritual enteramente por sí misma, y al hacerlo, debe estar completamente activa: pero en referencia a un alma que aún vive en la tierra, puede permanecer más pasiva y luego más bien la imagen viene a ella. El esfuerzo realizado es mucho más ligero respecto a un alma que vive en la tierra, que con un alma ya desencarnada; se necesita menos actividad interna, y para aquellas almas que viven entre la muerte y el nuevo nacimiento esto representa la distinción entre ambos. Si captan esto, se darán cuenta de que después de que el alma haya pasado por el portal de la muerte y haya vivido la vida del mundo espiritual, no solo contempla a los Seres de las Jerarquías Superiores, y las otras almas humanas que viven con él en el mundo espiritual, sino que también aparece el mundo de las almas con el que estaba relacionado antes de pasar por el portal de la muerte.
Es muy importante tener en cuenta esta diferencia, que si bien el hombre aquí en la tierra tiene lo que constituye la existencia de la tierra realmente a su alrededor, y solo puede, hablando comparativamente, comprender el otro mundo en espíritu, esto se invierte al entrar en el mundo espiritual. Lo que el alma puede ver allí por sí misma, sin esfuerzo, es nuestro mundo; y a partir de allí está el "otro mundo", pero el alma debe esforzarse para hacer que su propio mundo, el mundo en el que se encuentra, sea siempre perceptible, para ello siempre debe construirlo por sí misma. Por lo tanto, cuando el hombre está en el mundo espiritual, es ese mundo en el que debe trabajar continuamente; y entonces lo que para él es, "el otro mundo", siempre surge como de sí mismo. Pero ahora, dentro de ese "otro mundo", que para nosotros en la tierra es este mundo, aparecen las almas humanas, con lo que vive dentro de ellas; especialmente aquellas almas humanas con las que se establecieron relaciones durante la vida en la tierra. Estas almas humanas aparecen. Pero dentro de este mar de percepciones espirituales que hacemos aquí, en nuestras almas, del "otro mundo", ocasionalmente aparecen los recuerdos de aquellos que han pasado por las puertas de la muerte. Imagínense esto muy claramente. Supongamos que viviésemos en una época en la que nadie pudiese recordar a ninguna persona muerta; en cambio los muertos siguiesen percibiendo dichas almas humanas, en las cuales no quedase ningún recuerdo de los muertos. En este océano de percepciones espirituales que las almas desencarnadas pueden ver, se conservan los recuerdos de los muertos. Viven dentro de ese océano. Eso es algo que a través del libre albedrío y el amor del hombre se agrega a lo que los muertos siempre pueden ver desde el otro lado. Así que eso es algo que se añade.
Ahora, nuevamente, llegamos a un punto en el que surgen cuestiones importantes para el investigador espiritual. Aquí hay una pregunta que el investigador espiritual debe investigar. ¿Qué importancia tiene para alguien que ha atravesado el portal de la muerte, el hecho de ver insertado en las almas fluyendo y menguando en nuestro mundo, los recuerdos de los muertos que estas almas irradian? Cuando percibe estos recuerdos, ¿qué significado tienen para él? Pues bien, en la investigación espiritual, cuando surge una pregunta así, en primer lugar debe experimentarse a fondo. Se debe vivenciar en plenitud. Si se comienza a especular sobre una posible solución a tal pregunta, o a una posible respuesta, ciertamente llegará a una conclusión falsa. Porque el esfuerzo de la comprensión ordinaria, sujeta al cerebro, no aporta en general, ninguna solución. Eso solo puede determinarse a través de la actividad interna. Las respuestas a las preguntas relacionadas con enigmas del mundo espiritual, descienden del mundo espiritual como un acto de gracia. Se debe esperar. Realmente no hay nada más que hacer, salvo vivir con la pregunta y meditar sobre ella una y otra vez. Dejen que viva en el alma junto a los sentimientos que despierta, y luego esperen tranquilamente; esperen hasta ser dignos, esa es la palabra correcta, dignos de recibir una respuesta del mundo espiritual. Y, por norma, esto viene de un lado muy diferente del que cabría esperar. Por lo tanto, la respuesta proviene del mundo espiritual en el momento adecuado, es decir, en el momento en que uno ha preparado lo suficiente su alma para recibir la respuesta. En cuanto a si entonces es la respuesta correcta, eso no se puede determinar teóricamente, como si se tratara de una afirmación relativa a la realidad física; solo la experiencia puede proporcionar el criterio. A aquellos que siempre están negando la realidad espiritual diciendo: "Eso no se puede probar; y todo debe ser probado, 'Me gustaría hacerles una pregunta: ¿Hubiera sido posible probar la existencia de una ballena en el mundo físico si no se hubiera descubierto ninguna? Nada puede probarse, a menos que se pueda mostrar de la misma manera que una realidad; incluso en el mundo espiritual se debe experimentar lo que es realidad.
Por supuesto, lo que entra en la propia conciencia como solución, puede aparecer de muchas maneras diferentes, según la preparación que uno haya practicado en el alma. La verdad puede presentarse de muchas maneras, pero sin embargo, debe experimentarse como verdad. Por ejemplo, si uno deja que la pregunta antes mencionada viva correctamente en el alma, entonces aparece una imagen, aparentemente desde un lado diferente, una imagen interior que, digamos, le causa a uno la impresión interna de que ofrece algo relacionado con la solución del enigma en cuestión. La imagen puede surgir de un hombre que permite que le fotografíen o que pinten su retrato. El punto principal en el cuadro será una cosa física, una imagen de esta cosa física, y allí finalmente surge todo lo que pertenece al ámbito del arte, a la presentación artística. Pues bien, si ahora observan cómo prosigue el curso de la vida física, verán que en la vida física, el hombre se enfrenta con los acontecimientos externos de la naturaleza, los seres externos y los eventos de la naturaleza. Ellos siguen su curso y expiran. Pasa lo mismo con respecto al hombre y todas las preocupaciones humanas, con lo que pretende y planifica para sus necesidades, y demás: con lo que él realiza para la historia. Pero más allá de todo eso, este hombre busca algo que realmente no tiene nada que ver con las necesidades inmediatas del mundo. El alma humana es consciente de que si la naturaleza y la historia simplemente sirvieran solo en relación con la satisfacción de las necesidades humanas, la vida se volvería estéril y desoladora. Aquí en la existencia física, el hombre crea algo que va más allá del curso de la naturaleza y de la necesidad. Él siente la necesidad, no solo de ver un determinado paisaje, sino también de copiarlo. Él acondiciona su vida de manera que cualquier persona relacionada con él pueda obtener una o más copias de él. Partiendo de eso, podemos pensar que el ámbito del arte es algo que el hombre crea aquí, que es una realidad más elevada que la realidad ordinaria relacionada con la naturaleza y la historia. Piensen únicamente, lo que el mundo perdería si no hubiera Arte, si el Arte no agregara a lo que ya auto-existe, lo que el puede aportar de sus propias fuentes. El arte crea algo que, se podría decir, no necesita necesariamente existir. Si el arte no existiera, todas las necesidades de la naturaleza podrían proseguir. Se puede suponer que aunque no se haya hecho una sencilla copia de la naturaleza ni se hagan de ella representaciones artísticas, la vida seguiría su curso, desde el principio hasta el final de la tierra. Podemos representarnos la imagen de todo lo que los hombres no tendrían. Pero teóricamente, podría ser posible que nuestra tierra fuese castigada por la incapacidad de desarrollar ningún Arte. Tenemos en el arte algo que va más allá de la vida. Piensen en todo lo que el arte ha creado en el mundo, y también en el progreso del hombre a través del mundo; Ahí tienen, en cierto sentido, dos procesos progresivos paralelos: las necesidades de la naturaleza y la historia, y la corriente de Arte que se inserta en ellas.
Pero, al igual que el Arte evoca, en cierto sentido, como un encantamiento del mundo espiritual en el mundo de la realidad física, asimismo esos recuerdos que llenan nuestras almas aquí, son evocados en el otro mundo, el mundo de quienes han pasado por el portal de la muerte. En lo que respecta a los muertos, el mundo aquí podría seguir su curso sin conservar ningún recuerdo en nuestras almas, recuerdos nacidos del amor y de todas nuestras relaciones humanas. Pero entonces el mundo de los muertos sería para ellos, como para nosotros sería un mundo, en el que no se pudiese encontrar nada que trascendiese la realidad ordinaria. Esa relación tiene un significado extraordinario; Porque, a través de los pensamientos de amor, a través de los recuerdos, y por tanto de todo lo que se transpira en nuestras almas, en relación con aquellos que ya no están en el mundo físico, se crea allí para los muertos, algo análogo a la creación artística aquí. Y mientras que aquí en el mundo físico un hombre debe producir una creación artística desde su propia alma, debiendo aportar algo de su propio ser; para los que ahora están en el mundo espiritual, debe suceder lo contrario. Se les debe hacer llegar procedente de su otro mundo, procedente de las almas que todavía están encarnadas aquí, de las almas que pueden contemplar más pasivamente que las que ya están con ellos en el mundo espiritual. Lo que el curso de la naturaleza y la historia sería para nosotros, si transcurriera simplemente de modo natural, sin el Arte, sin todo lo que el hombre crea elevándose más allá de la realidad inmediata, igual sería nuestro mundo para los muertos, si las almas que todavía están en el plano físico no conservasen el recuerdo de ellos.
Tal parece, que cosas como éstas, no se conociesen realmente en la vida física del hombre. ¡Podemos decirlo así! Quizás no sean conocidas por la conciencia ordinaria, pero en lo profundo del subconsciente sabemos de ellas. Y en función de esto la vida siempre a actuado en consecuencia. ¿Por qué las comunidades humanas siempre han valorado celebrar el Día de los Difuntos y el día de todas las almas? ¿Y Por qué, aquellos que no pueden compartir los recuerdos habituales de los muertos, sin embargo, dedican sus propios días a esto? Porque en lo más profundo del subconsciente del hombre, vive lo que puede llamarse un débil conocimiento de lo que ocurre en el mundo, gracias a haber mantenido viva la memoria de los muertos. Cuando el alma receptiva del clarividente celebra el Día de los Difuntos, o un domingo dedicado a los muertos, o algún día similar en el que muchas personas se reúnen llenas de recuerdos hacia sus difuntos, él ve a los difuntos participar en la ceremonia; para ellos es, salvando las distancias, como cuando aquí en nuestro mundo la gente visita una catedral y contempla aquellas formas que nunca habrían podido ver si la imaginación del artista no las hubiera creado, si antes no se ha agregado ese 'algo' a la existencia física ; Y lo mismo vale, para cuando escuchan una sinfonía, o ese tipo de música. En todos estos recuerdos se reproduce algo que, en cierto sentido, trasciende el nivel ordinario de la existencia. Y así como el Arte se inserta en el curso físico de la historia humana, estos recuerdos se insertan en la panorámica, que las almas entre la muerte y el nuevo nacimiento, reciben de su mundo. En tales costumbres encuentra su expresión, ese conocimiento secreto contenido en las profundidades del alma. Y muchas de las costumbres más importantes están conectadas con esta subconsciencia más profunda. Sentimos mayor reverencia por las relaciones de la vida cuando podemos impregnarlos con lo que la Ciencia Espiritual nos ofrece, que si no pudiéramos hacerlo. Cada vez que una persona muerta entra en contacto con un recuerdo que sobre él esté guardado en el alma de una persona viva, que de alguna manera, estaba relacionado con ella aquí, ese recuerdo siempre es, como si algo se derramara sobre ella, embelleciendo su vida y revalorizándola. Y así como aquí a nosotros nos llega la belleza proveniente del arte, así para los muertos, la belleza que fluye hacia ellos proviene de la irradiación que brota de los corazones y las almas de quienes guardan su memoria aquí en la tierra.
Esa es una relación entre el mundo de aquí y el mundo espiritual de allí. Y este pensamiento está estrechamente relacionado con ese otro pensamiento, que debe surgir de mucho de lo que puede cultivarse en la Ciencia Espiritual, el pensamiento sobre el valor y la importancia de la vida terrenal. La ciencia espiritual no persigue menospreciar la tierra, con todo lo que ésta puede brindarnos; sino más bien pretende que consideremos la vida como parte de la vida del Cosmos, como una parte necesaria, que se ha dispuesto de conformidad con lo que está vigente en el mundo espiritual, sin la cual el mundo espiritual no aparecería en su perfección. Y de aquí en adelante, cuando pongamos nuestra atención en el hecho de que a partir de nuestro mundo físico debe brotar belleza para los muertos, nos veamos sorprendidos por el pensamiento de que el mundo espiritual carecería de esta belleza, si no hubiera mundo físico, con las almas humanas que, mientras permanecían en el cuerpo físico, pudieron desarrollar pensamientos llenos de sensaciones y sentimientos hacia aquellos que ya no están en este mundo. Tenía un gran significado, cuando en tiempos antiguos, todos los pueblos dedicaban sus festividades una y otra vez con reverencia a pensar en sus grandes antepasados, y se unían en el sentimiento por la memoria de sus grandes antepasados. Era de suma importancia, cuando establecían tales días de conmemoración. Porque siempre significaba el alumbramiento de algo hermoso para los mundos espirituales, es decir, para las almas que viven allí entre la muerte y el nuevo nacimiento. Y aunque aquí en la tierra no es muy racional, por decirlo suavemente, sentir un placer especial ante el propio retrato; sin embargo, para los muertos es importante encontrar su imagen, en las almas que aún permanecen aquí. Porque debemos tener en cuenta que el hombre terrenal nos parecerá muy diferente, cuando lo consideramos desde el punto de vista de lo espiritual, desde el punto de vista de los muertos. Muchas veces hemos insistido en esto. Aquí estamos encerrados dentro de nuestra piel. Lo que designamos como "nosotros" como "yo", lo que es más precioso para nosotros, está encerrado dentro de nuestra piel. Esto es válido incluso para las personas más abnegadas; tal vez sea bueno para ellos en mayor grado que para aquellos que se consideran menos abnegados. En primer lugar, valoramos lo que está encerrado dentro de esta piel; Después viene el resto del mundo. Consideramos eso como nuestro mundo exterior. Pero lo más importante es que cuando estamos fuera de nuestros cuerpos somos uno con el mundo exterior y vivimos en él. A menudo he descrito este proyectarse hacia adelante, esta expansión de uno mismo sobre el mundo exterior. Y eso que entonces aparece ante nosotros como el mundo exterior ahora, es justo lo que hemos experimentado interiormente aquí en el mundo físico, entre el nacimiento y la muerte. En cierto sentido, podemos decir que el mundo exterior se convierte en nuestro mundo interior, y lo que ahora es nuestro mundo interior se convierte en nuestro mundo exterior. De ahí la experiencia significativa al entrar en la tierra del espíritu, "Tú eres eso", que se describe en mi libro Teosofía. Así que nuestro mundo interno aquí, que es cuanto abarcamos con nuestro Yo, lo vemos como nuestro mundo externo. Pero allí el alma incapaz de ser tan egoísta como lo fue aquí, ve los pensamientos que aparecen, como sus propios pensamientos. Ese es, como si dijéramos, el mundo externo al que se enfrenta, que realmente se incorpora al ámbito de lo que podemos designar como la "belleza", lo que le enaltece a uno. Ahí entra algo que no vive ni pertenece a nuestra vida, sino que vive en otras almas pero guarda relación con nosotros, esto, que ahora se ha vuelto el mundo externo, consiste en el recuerdo de todo lo que hemos sufrido entre el nacimiento y la muerte. Ese es realmente el escenario de algo que nos trasciende, que trasciende nuestro mundo exterior, al igual que aquí una obra de arte se eleva por encima de la realidad ordinaria que le es propia. Y así como es impropio que un hombre aquí se enamore de sí mismo, o de su propio retrato, allí es bastante natural que un hombre tenga ese tipo de relación con lo que surge como imagen en las almas que quedaron abajo - la otra presentación de sí mismo - detenerse ante esa imagen, tal como aquí nos paramos ante un paisaje. Así, cuando se plantea esta pregunta ante el alma, a uno se le muestra la presentación del hombre y su imagen, y a partir de ahí se halla una forma de responder a la pregunta. La especulación como regla no ayuda en absoluto, hay que aprender a esperar, a esperar pacientemente. En realidad, uno solo debería preocuparse por la cuestión relacionada con el mundo espiritual, puesto que solo se pueden dar las respuestas al alma humana mediante un acto de gracia revelador.
En esta conferencia, he señalado que ciertos arreglos, como las festividades conmemorativas y la celebración de días de señalados organizados por los hombres, están relacionados con un conocimiento profundo, que se escapa a la conciencia ordinaria. Eso radica en el hecho de que el hombre tiene en lo más profundo de su alma, un conocimiento tenue pero global, (me he referido repetidamente a esto), y que en realidad extrae el conocimiento que su conciencia abarca a partir de esta sabiduría global. He señalado lo inteligentes que deberíamos ser si pudiéramos con nuestra conciencia ordinaria abarcar todo lo que está incluido en el cuerpo astral. Este cuerpo astral dispone de una sabiduría, en cierto sentido, mucho más alta de lo que normalmente podemos creer. No valoramos la sabiduría de nuestro cuerpo astral porque no somos conscientes de ello, pero al menos podemos formarnos una idea de su sabiduría integral, si ponemos ante nuestras almas lo siguiente.
Nuestras vidas se viven, podríamos decir, durante el día. Pero, juzgamos los eventos muy poco de acuerdo con sus conexiones. Si los considerásemos dentro de su contexto, muchas cosas nos parecerían muy, muy diferentes. Consideren esto: supongan que hemos hecho un plan, nos proponemos hacer algo y planeamos por la mañana lo que trataremos de hacer por la noche. Al mediodía ocurre algo que nos impide cumplir el plan de la noche. Estamos realmente contrariados de no poder llevarlo a cabo. Pensamos cuanto mejor habría sido si hubiéramos podido cumplir ese plan en particular. El cuerpo astral, sin embargo, con su conocimiento más global aunque subconsciente, es de una opinión diferente. En tal caso, el cuerpo astral a menudo dice: 'Vale, si cumples con lo que tenías previsto hacer por la noche, eso te pondrá en una posición en la que tal vez puedas caerte y romperte una pierna'. Por supuesto, puede ser bastante probable, que no podamos evitar esto en absoluto; y si cumplimos esa noche lo que teníamos planeado, puede darse una combinación de circunstancias que provoque la rotura de nuestra pierna. Con nuestra conciencia ordinaria no lo sabemos, pero el cuerpo astral lo percibe. Y, por lo tanto, nos sitúa en una posición en la que nosotros mismos evitamos el cumplimiento del programa de la noche. La intervención que tanto nos contraría, a veces es causada por este extraordinario conocimiento sabio de todo el entorno de nuestra vida. No nace del azar, sino que surge enteramente de la sabiduría de nuestro cuerpo astral, del cual somos inconscientes, en lo que respecta a nuestra conciencia ordinaria. Solo con que pudiéramos ver, por qué hacemos algunas cosas y omitimos otras, tal vez porque no podemos hacerlas, o porque nos vemos 'empujados' a otra cosa, si pudiéramos percibir todo eso, veríamos que siempre hay una relación en nuestra vida que procede de algo de dentro de nosotros, más sabio de lo que somos con nuestra conciencia ordinaria. Forma parte de la organización de nuestra vida, aunque el propósito global no es perceptible. Pero tan pronto como dispongamos correctamente en nuestras mentes el pensamiento de nuestra relación con el mundo espiritual, el asunto quedará claro para nosotros. Sobre nosotros hay un Ser que, en un sentido limitado, nos pertenece, un Ser de la Jerarquía de los Ángeles, nuestro Ángel Guardián. De hecho, en el tiempo presente, siempre nos dirigimos al comienzo de nuestras conferencias a los espíritus guardianes de aquellos que tienen que cumplir con las severas demandas de nuestra época. Ahora bien, este Espíritu Guardián nuestro ve todas las relaciones de manera global. Durante mucho tiempo ha habido un sentimiento en la conciencia humana de que nuestro Ángel Guardián percibe ciertas conexiones, imperceptibles para nosotros. Ocasionalmente, ocurre lo siguiente: el límite entre lo que podemos ver y lo que no podemos ver con la conciencia ordinaria varía. De hecho, hay personas aquí, que pasan por la vida con una cierta satisfacción interior, porque no importa lo que les venga, lo asumen, porque creen que la sabiduría prevaldrá. Están impregnados de la sensación de que incluso las cosas que pueden causar molestias también están determinadas por una sabiduría predominante. A menudo es muy difícil creer en una sabiduría así, cuando sucede algo que interfiere absolutamente con nuestros planes. Pero uno de los muchos impulsos que fácilmente pueden relacionarnos bien con el actuar del mundo espiritual, consiste en que nos sintamos arropados por esa sabiduría dominante, sin llegar a ser indolentes o perezosos, ni creer que esta sabiduría trabaja independientemente para nosotros individualmente. Por tanto, el límite es movible; y varía enormemente en función de nuestras acciones, y a la formación de intenciones. En la conciencia ordinaria ciertamente hay impulsos de naturaleza íntima y delicada. Cuán a menudo sucede, que planeamos algo para un momento posterior, pero entonces ocurre algo, y sentimos que debemos hacer esto otro, lo que realmente dificultará la acción posterior. Tenemos la sensación de actuar por cuestiones de inmediata necesidad y de tratar el asunto con cierta delicadeza, ya que sabemos que si lo establecemos aproximadamente, se dispersará y desaparecerá ante nosotros. Todos tenemos, en mayor o menor medida, dentro de nosotros, además del yo del que depende nuestra libertad, un segundo yo que quiere abrirse camino a través de la vida y que cree que alcanza mucho más a través de lo que busca a tientas, que a través de lo que puede medirse estrictamente por el intelecto. El límite es movible. Pero en ciertos momentos el límite es aún más ajustable. Y ahora llega un punto que debe ser captado correctamente en cuanto a la vida práctica. Hay personas, (y en cierto sentido todos estamos atrapados por lo que rige en tales personas), que tienen una especie de anhelo, una especie de pasión por ordenar su vida correctamente, para así atravesar los caminos de la vida. Tomemos un caso excepcional. Supongamos que un hombre que conocen hace amistad con otro. Pueden decir: "Realmente no puedo entender por qué ha entablado esa amistad. No puedo entenderlo. No existe una afinidad real entre estos dos, sin embargo, él hace todo lo posible para acercarse a este hombre. "Parece incomprensible; Pero después de mucho tiempo vemos la razón. El hombre en cuestión puede que necesite más adelante al otro, para algo. Ha entablado amistad con él, no porque haya encontrado algo en él que le causa satisfacción; ni la ha entablado por motivos propios, sino como medio para algo que sucederá más adelante. Ha ajustado su vida correctamente. Al formar esa amistad consigue algo, a través del cual su amigo podría luego ayudarlo en alguna situación. Y la consecuencia es que con la ayuda de dicho amigo ocurre realmente algo que de otra manera no podría haber ocurrido. Si aplican ustedes este pensamiento a la vida, verán con qué frecuencia ocurre, que la gente ajusta algo que no desea de inmediato, sino que desea acondicionarlo, porque necesitarán sus efectos posteriores. Por lo tanto, debemos decir que hay personas que, al ajustar sus vidas, muestran una enorme sutileza: no podemos llamar a esto sabiduría; Debemos ser reticentes internamente a llamar a eso sabiduría. Pero estas personas muestran una gran astucia al hacer algo en una etapa previa de su vida, que en ese momento no les beneficia de ninguna manera, sino que solo podrá hacerlo posteriormente. Y podemos expresar el siguiente sentimiento: "Realmente no creía que fuese tan inteligente, porque cuando me acerqué a él e intercambié pensamientos con él, cuando estaba en su ambiente, realmente parecía demasiado estúpido como para acondicionar su vida de forma tan inteligente". Ahora bien, eso sucede porque lo que un hombre lleva en su cuerpo astral, puede ser mucho más inteligente que su conciencia ordinaria. Y si comprueba con fuerza su egoísmo y lo baja a la esfera de la inconsciencia, si no vive de acuerdo con un cierto instinto primitivo, por así decirlo, sino que permite que su egoísmo domine, entonces sostiene su subconsciencia: y ese otro hombre que habita en todos nosotros, pero que, por regla general, nos entrena para tomar la vida de una manera más natural y directa, luego lo guía para organizar su vida y crear de antemano las condiciones para algo más adelante. Entonces vemos que el cuerpo astral gobierna con su inteligencia; pero impregnado, no por lo que generalmente domina en la vida, sino por el egoísmo expulsado de la conciencia ordinaria hacia la conciencia astral. Y vemos a un hombre semejante aparentemente pasando la vida con mucho más sentido calculador, podríamos decir, de lo que debería ser según su conciencia ordinaria. Hay muchos lados peligrosos en la evolución del alma humana. Y es muy importante tomar conciencia de esto: que en el momento en que nos encontremos con lo que normalmente es inconsciente en nosotros, debemos tratar de no abordarlo con demasiado egoísmo. Por lo tanto, hay que poner énfasis una y otra vez, en evitar el egoísmo durante nuestro desarrollo hacia los mundos espirituales. Porque debajo de nuestra conciencia ordinaria, realmente hay algo que puede estar permeado por la conciencia de nuestro Espíritu Guardián de la Jerarquía de los Ángeles. Ahí es cuando surge lo que hace que un hombre parezca actuar sin reflexión, según la conciencia ordinaria, pero que sin embargo está sujeto a cierta ley. Expresé esta ley muy simplemente en uno de los Dramas Misterios, al hacer que uno de los personajes dijese: 'El corazón a menudo debe dirigir nuestro Karma'. Y si se salta lo que el corazón indica como Karma, y permite que la razón prevalezca, a veces entonces la razón, administra una fuerte dosis de egoísmo. O puede ser que el egoísmo prevalezca tanto, que encontramos al hombre más sutil de lo que en apariencia es, a juzgar por su conciencia ordinaria. Eso es debido a que ha presionado el egoísmo hacia abajo en su cuerpo astral. Entonces en el actuar de su alma, entra algo que ahora ya no es obra de los Seres de la Jerarquía de los Ángeles, sino algo Luciférico, que le permite al hombre abarcar una esfera más amplia de lo que conscientemente podría hacer en la actual etapa de su evolución. Por lo tanto, vemos que en lo que hay que poner énfasis necesariamente, cuando uno se acerca a la evolución espiritual, es realmente algo delicado e íntimo; Por supuesto, debemos esforzarnos por expandir nuestra conciencia, pero al hacerlo, siempre debemos cuidarnos de eliminar el obstáculo que se crea cuando nuestro egoísmo se elimina en una esfera más profunda o más alta de la conciencia.
Puede que se pregunten: "¿Cómo podemos hacer esto?" Es muy fácil decir que no debemos eliminar el egoísmo de nuestra conciencia ordinaria. Pero, ¿cómo vamos a evitar hacerlo? Bueno, esto no puede hacerse mediante reglas, sino únicamente mediante la extensión de los propios intereses. Cuando un hombre amplia sus intereses, siempre está de alguna manera luchando contra su egoísmo. Porque con cada nuevo interés que adquirimos vamos un poco más allá de nosotros mismos. Por lo tanto, nos esforzamos por la Ciencia Espiritual de esta manera; es decir, se nos enseña no solo a prestar atención a lo que el hombre oye de buen grado debido a su egoísmo, sino a extender realmente nuestros intereses. ¿Con cuanta frecuencia, una y otra vez surge la pregunta: "¿Por qué los libros están escritos de una manera tan difícil de entender? ¿No podrían escribirse de una manera más simple? 'Y algún otro hace sugerencias sobre cómo se podrían escribir estos libros para la gente y hacerlos populares. Realmente hay que tener cuidado de ir tras tal popularidad, puesto que solo mejora el egoísmo. Si fuera tan fácil entrar en la Ciencia Espiritual, entonces cada uno podría entrar sin superar su egoísmo. Pero en el trabajo realizado espiritualmente por medio de los esfuerzos que tenemos que hacer, nos deshacemos de una parte de nuestro egoísmo; cuando deseamos adquirir a través de la Ciencia Espiritual entramos en en un estado mental más sagrado si hemos tenido que preocuparnos por ello, que si nos lo hubieran presentado en una forma bastante fácil y popular. Por ejemplo, una persona ha vuelto a casa y ha dicho: "Hay tantas personas que tienen que trabajar todo el día. Si estas personas tienen que sentarse por la noche para leer estos difíciles libros, no les saldrá bien. Para tales personas, debería haber libros bastante mas fáciles de leer ". A esto tuve que responder, y muy correctamente:" ¿Por qué debería evitarse que estas personas utilicen el poco tiempo que tienen a su disposición para leer los libros que han sido escritos a propósito con plena consideración hacia las condiciones espirituales? ¿Por qué deberían ocupar el poco tiempo que tienen en leer libros que pueden ser más convenientes, pero que trivializan el asunto incluso textualmente? " Justamente es, porque estos libros no sitúan al alma en la actitud correcta, sino que la arrastran hacia abajo a la vida trivial, cuando se supone que deberían alejarla, incluso en lo que respecta a la naturaleza de la experiencia relacionada con otra esfera.
Será de especial importancia que en la Ciencia Espiritual, tengamos en cuenta no solo el "Qué" (la materia) sino el "Cómo" (la manera): que gradualmente debería orientarnos realmente a adquirir ideas de un mundo muy diferente del mundo físico ordinario, para así, ir gradualmente, acostumbrándonos a formar conceptos diferentes, de aquellos que tan cómodamente podemos construir en el mundo físico. Y ahora, para concluir, me gustaría mencionar un concepto que necesitaremos en nuestra próxima conferencia. Pero lo mencionaré ahora, para que vean que es bueno asimilar nuevas palabras para lo que sucede en el mundo espiritual.
Tenemos una palabra que expresa la forma de vida de un hombre entre el nacimiento y la muerte, que expresa cómo nos va repercutiendo en la vida según va transcurriendo. Vemos al niño pequeño fresco y redondeado, su vida interior fluye a través de su forma externa; Lleno, como se suele decir, con la vida interior, hasta un cierto año en que la vida se vierte en la forma externa. Luego llega un tiempo en que la vida interior deja de fluir, cuando empezamos a arrugamos y las cosas cambian con nosotros. En resumen, podemos seguir esta vida externa desde el nacimiento hasta la muerte en los cambios que presenta el cuerpo físico a medida que la vida sigue su curso. Esa palabra es "envejecer" por la simple razón de que cuando nacemos, el cuerpo físico es joven, y cuando morimos es viejo. Ahora bien, con el cuerpo etérico el caso es realmente muy diferente. Nuestro cuerpo etérico es viejo, si podemos usar esa palabra para referirnos a el, es viejo en cuanto a las fuerzas mediante las cuales se forma durante la concepción o el nacimiento. Ya es viejo cuando comenzamos nuestra vida física. Entonces ya está formado y cincelado, tiene una gran cantidad de formaciones internas (son movimientos, pero formaciones internas); Estas son tomadas de él a medida que la vida avanza. Pero, por otro lado, su fuerza vital aumenta; Es joven cuando envejecemos. Si bien decimos del cuerpo físico, estamos envejeciendo, del cuerpo etérico debemos decir que nos estamos rejuveneciendo. Y está bien usada la expresión. Realmente rejuvenecemos en cuanto a nuestro cuerpo etérico, ya que en nuestro nacimiento todas sus fuerzas están dirigidas a todo lo que está encerrado dentro de la piel. Cuando a cierta edad pasamos por la muerte, el cuerpo etérico entra en cierta relación con todo el Cosmos. Recupera las fuerzas que se le han quitado. En el momento en que nos convertimos en niños, su conexión con el cosmos se rompe. Entonces todas sus fuerzas las envía al pequeño espacio encerrado dentro de la piel humana. Queda comprimido, por así decirlo, a un punto del Cosmos. Luego el cuerpo etérico revive, y gradualmente va ocupando su lugar en el Cosmos proporcionalmente a la edad del cuerpo físico. Aunque algo exagerado, podemos decir que cuando nos vamos arrugando, el cuerpo etérico se va vigorizando y, de nuevo, se convierte en una imagen de la fuerza externa, la fuerza creativa y abundante, de la misma manera que el cuerpo físico es una expresión de esta fuerza al comienzo de la infancia. Rejuvenecemos con respecto a nuestro cuerpo etérico. Por lo tanto, gradualmente será necesario acuñar palabras con las que realmente poder captar las relaciones absolutamente diferentes del mundo espiritual. Es importante que nos familiaricemos con esta diferencia radical en la percepción global del mundo espiritual, en oposición al mundo físico. Comenzaremos nuestras consideraciones la próxima vez desde este punto.

Del coraje de los luchadores.
De la sangre de las batallas,
Del sufrimiento de los dolientes.
Del sacrificio del pueblo,
De allí madurarán los frutos del espíritu.
Si conscientemente el alma
Vuelve su pensamiento a los Reinos Espirituales

Traducida por Julio Luelmo enero 2017

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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919