GA060 Berlín, 17 de noviembre de 1910 -EL ESPÍRITU HUMANO Y EL ESPÍRITU ANIMAL

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EL ESPÍRITU HUMANO Y EL ESPÍRITU ANIMAL

Conferencia del Dr. Rudolf Steiner


Berlín, 17 de noviembre de 1910




Permítanme, en pocas palabras, recordar algunas de las cosas tratadas en la última conferencia. Fueron particularmente importantes para nosotros  las visiones que pudimos formarnos, desde la observación inmediata, sobre la diferencia entre la vida del alma humana y la de los animales. Nos dimos cuenta de que la vida del alma animal no puede distinguirse de la del hombre hasta el punto de justificar la afirmación de que el hombre es superior al animal con respecto a ciertos atributos espirituales. Para refutar tal punto de vista, sólo necesitamos señalar cómo determinados logros, obviamente alcanzados sólo por los esfuerzos del hombre por alcanzar una etapa definida de inteligencia, dentro del mundo animal son canalizados objetivamente hacia la construcción de sus guaridas, nidos, etc. y al conjunto de toda su vida. De modo que en cuanto a lo que el animal hace, lo que produce, o lo que crea, tenemos exactamente la misma actividad inteligente que muestra el hombre en las herramientas y productos que fabrica. Se podría decir realmente: En lo que hace el animal, fluye y luego se congela, la misma inteligencia que encontramos en el hombre. Por lo tanto, no podemos hablar de alma animal y alma humana simplemente diciendo que el animal está en un cierto grado  por detrás del hombre o el hombre en un cierto grado por delante del animal.
Cuando hablamos del alma y describimos la vida del alma como la vida interior, en contraposición con la vida espiritual vista pre eminentemente en la formación y el desarrollo, nos referimos al hecho de que descubrimos cuán íntimamente ligada, está  la vida del alma animal con su propio organismo; Y lo que el animal puede experimentar en su alma nos aparece como predeterminado por el conjunto de su estructura y por la disposición de sus órganos. Por tanto debe decirse así: la vida del alma del animal está determinada según el modelo de su organismo, y en su vida del alma el animal vive, por así decirlo, dentro de sí mismo. En cambio la característica esencial de la vida del alma del ser humano radica en que el alma humana está emancipada en alto grado del apremiante organismo y en el hecho de que -les pido que no me malinterpreten, me refiero a solo relativamente - independientemente del organismo corporal, él experimenta el espíritu como tal, de la manera que lo hemos entendido; En otras palabras, que el alma humana es capaz de entregarse directamente al espíritu
Si ahora nos elevamos a la consideración del espíritu en el hombre y en el animal, tendremos que partir de los conceptos e ideas desarrollados en nuestra consideración del alma en el hombre y en el animal; Tendremos que implicarnos más profundamente con un fenómeno que surge de lo que se dijo la última vez; A saber, que en el animal todos los logros espirituales que están inmediatamente conectados con sus órganos y que son experimentados en su alma, han sido implantados y ligados con lo que es hereditario en su especie. También podemos decir que en el alma del animal vive lo que pertenece a la especie, y por ser hereditario, el animal viene a la existencia con la predisposición hacia todas las actividades condicionadas por el espíritu que se pueden experimentar a través de la naturaleza de su alma. De este modo, el animal entra en la existencia completamente equipado y transfiere a sus descendientes raciales las características heredadas, lo que podríamos llamar un derramarse del espíritu animal. Es diferente con el hombre puesto que en su vida del alma se emancipa de su organismo corporal. Pero debido a que en el curso de la naturaleza éste (su organismo) se transmite por descendencia lineal, entra en la existencia indefenso, hasta cierto punto, por lo que se refiere a las funciones que le deben servir en la vida.
Por otra parte, sin embargo, esta indefensión es la única cosa que permite al hombre desarrollarse en alma y espíritu. Por lo tanto, encontramos que la cosa más importante para el hombre es que, cuando entra en la vida mediante el nacimiento, todas las predisposiciones desde el exterior deben permanecer indeterminadas. Con esto hemos indicado cómo tenemos que considerar la relación del espíritu con la naturaleza corporal en el animal y en el hombre - el alma que yace entre el espíritu y la naturaleza corporal. En la forma en que el animal nos aparece como miembro de una especie, alcanzando gradualmente sus metas instintivas en la vida, hallamos una actividad directa del espíritu en la naturaleza corporal orgánica. El cuerpo orgánico en el que el animal experimenta su vida del alma es, por decirlo así, el espíritu que ha penetrado en la realidad. En el animal existe una relación inmediata  entre el espíritu y el cuerpo. Y si miramos al animal, lo estudiamos superficialmente como un lego, o más profundamente con todas las facilidades que la anatomía comparada y la fisiología o cualquier otra ciencia pueden ofrecer-, vemos por todas partes en la forma animal, en las condiciones de la vida animal, el espíritu plasmado viviendo de este modo en las especies animales individuales. Y la forma exterior -igual que la vida externa- es para nosotros la huella directa de lo que llamamos el espíritu oculto detrás del animal, de modo que en el animal debemos buscar la relación más estrecha entre el espíritu y la naturaleza corporal.
Esto es muy diferente cuando llegamos al hombre. Y cuando tenemos que llamar la atención sobre las diferencias más importantes entre el hombre y el animal, es esencial no buscarlos demasiado lejos. Al considerar las cosas de la manera correcta, lo más importante está tan cerca que no hay necesidad de que entremos en toda clase de detalles estrechos en la investigación. Observando al hombre, encontramos algo que está entre el espíritu y la naturaleza corporal que no necesitamos tomar en consideración en el animal. Esto es importante. En la forma animal y en su organismo, el espíritu obra directamente. En el hombre no obra directamente; Un miembro intermedio se impulsa, lo que se puede observar muy fácilmente en la vida. Igual que afrontamos al hombre cuando lo observamos, este miembro intermedio que produce una conexión menos firme entre el espíritu y la naturaleza corporal tiene su expresión en lo que llamamos el ego autoconsciente. No quiero referirme ahora a la forma en que este ego autoconsciente toma forma en el cuerpo; Sólo deseo decir: en la manera en que el hombre se nos aparece, en la forma en que nos confronta como fenómeno del alma, este ego autoconsciente permanece entre su espíritu y su naturaleza corporal. Ciertamente, desde el punto de vista de aquellos que creen estar en el firme terreno de la ciencia natural, es un juego de niños encontrar objeciones a la expresión "ego autoconsciente". Pero, por el momento, queremos seguir la forma en que este ego autoconsciente se inserta entre el espíritu y la naturaleza corporal.
Aquí encontramos sobre todo - llamamos la atención sobre esto la última vez - que el hombre depende en la vida, de su entorno, del mundo exterior, en relación con su lenguaje, su modo de pensar y también en la medida en que ha desarrollado una conciencia de sí mismo. Es un hecho generalmente reconocido que el hombre, si está excluido de todo contacto con la humanidad, si está obligado a crecer solo, nunca llegaría a hablar, ni a un pensar definido, ni a una conciencia del yo; Se vería obligado a permanecer en el estado de indefensión en que nació. Así mismo vemos que en el caso del animal todas las actividades necesarias para la vida animal, para la existencia animal, le llegan a través de la herencia. Y vemos que las actividades humanas surgen de tal manera que no se les puede buscar en la línea de la herencia, eso sería como buscar dentro del huevo de una gallina, digamos, el calor original necesario para eclosionarlo; Tiene que venir de afuera. Por consiguiente, encontramos que las cosas de las cuales el hombre tiene necesidad para su desarrollo tienen que ser adquiridas a través de algo dentro de él; Mientras que en el caso del animal le ha sido imprimido por el espíritu.
De este modo, quedan abiertas para el hombre ciertas posibilidades de desarrollo en las que asume fuerzas organizativas definidas a través de su ego autoconsciente. Porque, naturalmente, nadie dudaría de que los cambios en el organismo están ligados a la adquisición gradual del hombre, del habla, el pensamiento, la conciencia del yo y las actividades relacionadas con éstos; De modo que las tendencias que posee el animal desde el principio a través de las actividades hereditarias, en el caso  del hombre son absorbidas del medio ambiente, del mismo modo que el huevo de la gallina que está incubando absorbe el calor; En otras palabras, se introduce desde el exterior. De este modo, las posibilidades de desarrollo permanecen abiertas para el hombre en lo que respecta a la interrelación con el medio ambiente. Naturalmente, la Ciencia Espiritual no adopta la opinión de que el hombre puede lograr algo sin los órganos. Así que debemos tener claro que todo lo que obra en el hombre produce cambios en su organismo.
Si investigamos de cerca el organismo humano, vemos que este organismo es realmente cambiado por fuerzas procedentes del exterior, que tienen que alcanzar al hombre a través de su ego. Y entonces vemos otra cosa - si consideramos al hombre por como él se sitúa en el mundo, para llegar a ser lo que es capaz de llegar a ser a través del habla, a través de su forma de pensar y de la conciencia de sí mismo, lo captamos por decirlo así en una vertiente, en un extremo. Sin embargo, debemos captarlo también en la otra vertiente. Si quisiéramos introducirnos con el pensar, no sería un asunto fácil. Pero, de hecho, es necesario captar el otro extremo del hombre.
El hombre realmente llega al mundo como un ser indefenso. Es perfectamente fácil ver lo que estamos tratando aquí, pero no es tan fácil hacerlo objeto de observación. Durante el transcurso de su vida el ser humano tiene que hacer algo, de lo que el animal se salva. Esto lo hace el ser humano cuando aprende a caminar, o, más bien, cuando aprende a ponerse de pie. En relación con este aprendizaje de ponerse en pie, mucho en la vida humana se  esconde; A saber, mejorar el control sobre lo que podríamos llamar nuestro equilibrio corporal. Si estudiamos cuidadosamente el diseño del organismo del animal, la organización de su estructura, encontramos que el animal está organizado de tal manera que le imprime un cierto equilibrio que le permite llevar su vida. Está tan formado que su cuerpo está dotado de un firme equilibrio. La indefensión del hombre constituye , tanto desde un punto de vista, como de otro, su ventaja sobre el animal, al tener que hacer el esfuerzo de adquirir el equilibrio con la ayuda de su ego.
No se trata aquí de comparar al hombre con los animales más cercanos a él. En lo concerniente a la anatomía comparada de todos los órganos individuales, sería infantil que la Ciencia Espiritual asumiera un abismo entre el hombre y los animales más cercanos a él. Pero mientras que en el diseño del organismo animal hay un equilibrio predeterminado, para los seres humanos la posibilidad queda abierta para poder adquirir este equilibrio después del nacimiento; y aún están abiertas muchas más posibilidades para ellos. La dirección de su movimiento se establece para el animal a través de la organización predeterminada impresa en él - si se puede utilizar la palabra impresa; Mientras que para el hombre la posibilidad está abierta para desarrollar, dentro de unos límites, su propio sentido del movimiento. Otras cosas también están abiertas en el ser humano, y volveremos a las diversas manifestaciones de esto. Está abierto en el hombre el estar en disposición de imprimir la vida misma en su organismo. Ciertamente es posible hablar de esta estampación de la vida en el ser vivo. ¿Quién con un cierto ánimo para estas preguntas no notaría que el organismo de un pato se manifiesta en forma plástica, o que éste es también el caso por lo que al elefante se refiere? ¿Quién no vería cómo el esqueleto, si uno lo mira, como inconfundible de la simple especie animal, pone al descubierto enigma tras enigma ; Cómo la vida sderrama -por así decirlo,-  en la forma, está atrapada en la forma, apareciéndonos como si estuviera congelada allí? Aquí, también, el hombre ha venido en cierta manera, para verter vida en su propia forma.

Por lo tanto, sólo necesitamos hacer el comentario preliminar de que al estudiar una forma animal con mente abierta, estamos mucho más interesados en lo universal, en lo general, en lo que tiene que ver con las especies, prestando menos atención a las formas individuales. Lo que nos interesa en el esqueleto del hombre es el órgano más noble, la estructura de su cráneo, sobre todo, su belleza plástica. Y en cada ser humano esta estructura es diferente, porque está abierta a lo que yace en la base del ego humano - a lo que es individual; Mientras que en el animal se manifiesta lo que pertenece a la especie . Así, cuando nos aferramos al hombre por su otro extremo, descubrimos que durante ciertos períodos de la vida tiene plena capacidad para imprimir en sí mismo su sentido del equilibrio, el sentido de su propio movimiento y todo su sentido de la vida. Lo interesante aquí es que al comienzo de la vida humana podemos observar este funcionamiento del espíritu en el hombre, esta impronta del espíritu en forma y movimiento; Cómo en la lucha por el andar erguido, en la lucha por adquirir un sentido del propio movimiento, en la estampación de la forma corporal, estas fuerzas están realmente activas y están empezando a mostrarse. Después, a cierta edad, sin embargo, cesa la posibilidad para la ulterior labor de las fuerzas que en la infancia tuvieron libre desempeño. En un cierto período de la vida, en relación con la actividad que hemos estado describiendo, estas fuerzas se cierran. Pero cuando realmente están dentro del hombre individual, habiendo terminado su trabajo en una esfera particular, no pueden desaparecer inmediatamente; Vienen a nuestro encuentro en un tiempo posterior de la vida, y en este tiempo posterior debemos ser capaces de demostrar que estas fuerzas están presentes en la vida humana como realidades.
Ahora, de hecho, encontramos estas fuerzas apareciendo claramente en el hombre otra vez de una manera bastante característica para el progreso del espíritu. Las fuerzas empleadas  por el hombre cuando desarrolló su sentido del equilibrio, las encontramos de nuevo en su vida posterior, cuando aplica esas mismas fuerzas al desarrollo de su expresión gestual. El gesto es algo que realmente nos conduce a las partes más profundas del organismo humano, en la medida en que el espíritu vive en el hombre. Y al hacer salir lo que hay dentro de él para ser expresado en el gesto, el hombre recurre a la misma fuerza que aplicó al esfuerzo por obtener el sentido del equilibrio, para el establecimiento de un ponderado equilibrio. Lo que el hombre desarrolló manifiestamente a través del aprendizaje de ponerse en pie y caminar, aparece en la edad adulta en una forma más fina, más profunda e íntima, cuando en lugar de llegar a la expresión física, se expresa más a través del alma, en el gesto. Por lo tanto, nos sentimos íntimamente dentro del hombre cuando lo afrontamos y podemos dejar que sus gestos y todo lo que está dentro de él se exprese en el movimiento exterior, trabajando sobre nosotros. A este respecto cada hombre es en realidad más o menos un artista dotado. Pues si penetrásemos la mirada en las influencias psicológicas más finas que pasan de persona a persona, deberíamos ver qué depende de una cantidad infinita -sin que se seamos conscientes de ello- sobre cómo los gestos tomados en conjunto actúan sobre el hombre. Estos no necesitan salir a la clara luz de la conciencia externa, sino que entran en el alma y llegan a la expresión cuando la conciencia externa resume una serie de profundos detalles, asentados bajo la superficie de la conciencia, en palabras cotidianas tales como " No me gusta él "," No me gusta ella ". o" Me gusta ella ", "Me gusta él "
También podemos ver cómo trabajan las fuerzas que organizan el movimiento individual en la vida posterior. Esto se ve cuando, pasando desde el gesto expresado en movimiento, nos dirigimos más hacia donde podemos encontrar al ser interior del hombre vertido en la forma externa, pero todavía en movimiento, en mimetismo y en la fisonomía. Ahí, de hecho, lo que comienza como sentido individual del movimiento funciona más adelante, dando ámbito al ser humano para seguir desarrollándose a partir de la indefensión, y luego manteniendo esta indefensión en jaque. Cuando notamos cómo el hombre, en su semblante y en el actuar de su fisonomía, mantiene su yo externo en continuo movimiento a través de su yo interior, encontramos cómo lo que realmente aparece primero en el organismo más como mera expresión de la actividad corporal, después aparece mas bien vertiéndose en la naturaleza del alma e intensificándose. Aquello que más directamente trabajó  durante los primeros días del ser humano, es atrapado hacia dentro de él, en el ego autoconsciente, para después derramarse desde dentro hacia fuera en las regiones corporales; Mientras, para empezar, el ego autoconsciente  y el espíritu concuerdan -por decirlo así-.
Si ahora vemos que lo que justificadamente nos interesa en el hombre es la forma particular de su cráneo, debemos decir: En la forma particular del cráneo del hombre también se expresa algo de su ser más íntimo. Todo el mundo sabe que generalmente este es el caso,  en la forma de la frente, en la forma del cráneo, de cada ser humano, siempre encontraremos diferencias individuales en la naturaleza interior de los hombres. Huelga decir que no estamos hablando aquí de aquellas esferas de la vida espiritual que están emancipadas de las ataduras entre alma  y cuerpo. Existe, sin embargo, como un cierto trabajo de fondo, que puede describirse como una expresión del espíritu que se ha convertido en alma, lo que erróneamente se desarrolla en las ciencias con los nombres de frenología, craneología y cosas de ese tipo. Es sobre todo esencial para nosotros dejar claro que las formas que se plasman en el cráneo humano no son generales sino individuales para el hombre, tal como él se nos muestra como ser moral, intelectual. Cuando empezamos a generalizar, eso nos impide entender toda la conexión. Desde este aspecto, toda la frenología practicada de esta manera es materialismo malicioso. Nunca debe ser tenida en cuenta como ciencia en su sentido legítimo, porque eso no puede ser. Lo que nos muestra la formación del cráneo humano es individual, diferente en cada hombre.
Y la forma en que buscamos formar una opinión de cada hombre de acuerdo con estas características también debe ser individual, precisamente como nuestra actitud es individual ante la contemplación de una obra de arte. Como no hay reglas universales y fijas, ya que tenemos que asumir nuestra propia actitud ante cada obra de arte, eso también es una obra de arte, si lo consideramos según reglas universales, lo que en sentido artístico yace oculto en el hombre, Llegaremos a algún tipo de criterio, pero un criterio muy diferente del corriente. Y lo siguiente que se sentirá: que al observar el cráneo humano veremos cómo el espíritu obra en relación directa con la forma, cómo las fuerzas del espíritu, del ego, desde dentro empujan hacia fuera contra la forma del cráneo que encierra aquello que trabaja desde fuera hacia adentro. Sólo cuando tenemos un sentimiento por este obrar desde fuera hacia adentro y desde adentro hacia afuera, podemos introducirnos en lo que hallamos en la forma del cráneo humano que envuelve al cerebro.
En consecuencia, la observación directa nos muestra cómo en realidad el espíritu vive por si mismo en las formas animales. Y puesto que la vida del alma del animal está inmediatamente ligada a su organismo, y que la vida instintiva, es la expresión de este organismo, siempre será posible ver por qué debe aparecer algún instinto o impulso particular en el animal como parte de su vida del sentir. Por otra parte, se puede decir del hombre que en él también vemos el espíritu obrando en su organismo, pero desde dentro; Vemos también, sin embargo, que lo que yace en la base del ego autoconsciente está en oposición al organismo y fuerza su camino hacia el, forzando al mismo tiempo su camino en la obra del espíritu.
Ahora consideremos al hombre de una manera bastante diferente. En él vemos la capacidad de hablar, lo cual es bastante obvio; Después una forma definida de pensar y una cierta conciencia de sí como resultado de la educación. Estas capacidades surgen a través del contacto del hombre con el mundo exterior. Pero no es suficiente asumir las cosas simplemente con confianza; Debemos darnos cuenta de que algo mucho más profundo está en la base de la palabra, de la forma de pensar y de la conciencia de sí ocasionada a través del entorno. Lo que está en su base es el hecho de que el hombre posee tres sentidos que no se encuentran en el animal. El sentido de la palabra tiene que ser tomado literalmente, pero atengámonos a los hechos y no a las palabras. En el ámbito del habla-sonido, del concepto y de lo que llamamos ser del yo, el animal se muestra completamente incapaz de tomar las cosas, de la misma manera que los seres humanos. De todos los sentidos, el animal llega todo lo mas hasta el tono. Para la percepción externa esto es para el animal una especie de cenit. Su facultad sensorial se eleva al tono.
Pero más allá de eso, su organismo general no le ofrece ninguna posibilidad  para la comprensión del habla-sonido, el concepto o el ser del yo en otros seres. El animal reconoce su propia especie, el perro al perro, el elefante otro elefante, y así sucesivamente. Pero ningún investigador espiritual atribuiría a los animales ninguna percepción de su propio ser yo. Y la investigación materialista nunca llegará a producir ninguna prueba de una percepción del ser del yo en el organismo animal; Por lo tanto ni la investigación científica ni la investigación espiritual deberían tener dudas sobre esto. - Así vemos en el hombre que las posibilidades de desarrollo permanecen abiertas por lo que se refiere a la percepción de la naturaleza interna del sonido, la naturaleza interna del concepto y la idea, y la naturaleza interna del ser del yo . Si la posibilidad de desarrollo en estas tres actividades estuviera cerrada al hombre, las otras fuerzas que nombré no tendrían sustento que fluyera desde dentro y serían incapaces de encontrar expresión.
Los animales no tienen órganos que les permitan desarrollarse de estas tres maneras. Por todo ello, el hombre muestra en la vida, como superioridad sobre el sentido del oído de los animales, la huella de lo que está dentro de él como capacidad para expresarse, su concepción del sonido, su concepción de los conceptos y su concepción del yo, de la conciencia del yo. Mientras tanto, encontramos en el animal la expresión de cómo el espíritu se vierte en la forma; Por lo tanto vemos en los gestos animales y en la fisonomía, que están determinados por la naturaleza de la especie. Todo esto muestra cómo el espíritu puede estar activo hasta que al final, se queda, por así decirlo, congelado directamente en la forma. En el hombre encontramos que cada individuo tiene su gesto característico, su propia fisonomía y expresión facial particular; En esto se muestra muy claramente que, por otra parte, está en marcha la capacidad de desarrollar el habla-sonido, el concepto o idea, y la conciencia de sí mismo. En realidad, la capacidad para este desarrollo se derrama en el gesto, la fisonomía, la expresión facial y en todas las formas en que se manifiesta la conciencia de sí mismo. Aquí vemos fluir desde dentro hacia fuera, expresándose en el ser humano, lo que sólo se puede experimentar a través del contacto directo del yo autoconsciente con el espíritu.
Si experimentamos las cosas de esta manera, podemos decir: Si no nos acercamos al hombre con conceptos abstractos, secos y prosaicos, sino que los percibimos de una manera viva, vemos cómo el ser del yo, el ser en la idea y el ser en el habla sonido, trabajan directamente sobre la forma externa y el movimiento. Es como si, como cristalógrafos, estudiáramos las fuerzas formadoras de un cristal, descubriendo que tenemos delante de nosotros un cubo en sal de roca, un octaedro en el azufre y en el granate un rombo dodecaedro. Tal como allí vemos cómo las fuerzas interiores vierten sus actividades en la forma, así también, cuando percibimos al hombre de una manera viva vemos inmediatamente viviendo en su forma externa todo lo que realmente es, aquello de su ser que nos causa una fuerte impresión - lo que encontramos como idea congelada del ego, concepto congelado o concepción y como congelado sentido del sonido. De hecho, deberíamos ser capaces de representar de manera muy vívida este congelado sentido del sonido que nos acompaña.
Por esa relación con el espíritu que el hombre aprecia quizá de la manera más íntima, que todo hombre, artista o no, es capaz de apreciar, que obra en este ser como los mas finos tejidos de su alma, esta relación es experimentada por el hombre de un modo característico, cuya importancia para la vida del hombre no debe pasarse por alto. No nos atrevemos a pasarlo por alto en su contenido, en su naturaleza interior -no estoy hablando aquí del contenido de la palabra- en la naturaleza interna del "cómo" en el contenido de la palabra, en la naturaleza interior del carácter del sonido o en el Alma del lenguaje. El lenguaje no sólo tiene el espíritu expresado en el contenido de las palabras; El lenguaje también posee un alma. Y mucho más de lo que pensamos, un lenguaje funciona sobre nosotros en la naturaleza de su sonido.
Un lenguaje con muchos sonidos "ah" trabaja sobre nosotros de una manera; Un lenguaje que en el carácter de sus palabras es más propenso a "ee" o "o" de muy distinta manera. Porque en el timbre del carácter sonoro, se derrama en el inconsciente, algo como el alma que fluye sobre toda la humanidad. Esto nos modula, trabaja sobre nosotros, y se manifiesta en la vida como un tipo especial de gesto. Porque el habla del hombre es un tipo especial de gesto -no en cuanto a las palabras sino en cuanto que tiene alma- en la forma en que el hombre vive en el habla con su alma y se expresa a sí mismo. En todo eso, de hecho, deberíamos ser capaces de mencionar diferencias significativas.
Todo el mundo sabe que, contrariamente a lo que se dice, pertenece a lo que destella de hombre a hombre, en esa peculiar manera indefinible de la cualidad interior, de la manera en que se dice. Si tomamos esto en consideración, diremos: Aprendemos infinitamente mas de lo que está en lo más profundo de los seres humanos, sólo por el modo en que hablan. En la vida ordinaria, a menudo tenemos que ignorar esto, debido a que puntos de vista más elevados pueden dejarlo en segundo plano. Sin embargo, hay algo en nosotros que está muy vivo ante la dureza o el tono agradable de una voz. aquellos que realmente observan el alma saben que la dureza de la voz es mucho más desagradable en un hombre que en una mujer, por la simple razón de que esta parte está estrechamente relacionada con nuestro organismo y que el tono de la voz en un hombre está más íntimamente, mucho más profundamente relacionado, con la vida del alma que en el caso de la mujer.
Es cierto, pero no se puede probar. Sólo puede ser indicado, y si ustedes son observadores pronto verán que es así. Cualquiera que sea capaz de entender tales cosas, si quiere dar expresión a algo importante, tendrá por consiguiente, que transmitir en su discurso lo que acaba de ser referido, y no meramente el contenido de las palabra. Para darles un ejemplo de lo que quiero decir, realmente no por inmodestia, me gustaría referirme a la obra del Misterio Rosa-cruz que escribí: "El Portal de la Iniciación". En todos los pasajes más importantes de él, está claro, que lo que no se puede expresar en el contenido se pone de manifiesto en el uso del lenguaje, en los sonidos de las vocales. Ustedes encontrarán que cuando se encuentran el sonido "oo" después de "ah", "ee" no puede seguir "ah". Es de gran importancia que tengamos en mente, que este terreno es el "gesto" del habla, reconociendo cómo el poder del espíritu está trabajando en el organismo; Y que prestemos atención a este trabajo directo del espíritu sobre el alma que contiene el ego autoconsciente. Y después miramos hacia atrás sobre cómo el alma humana se derrama en la naturaleza corporal. Estoy llegando ahora, es cierto, a un lenguaje que obviamente para muchos de ustedes debe ser hipotético; Hablar de ello puede parecer audaz para algunos de ustedes y para otros incluso hasta ofensivos. Eso, sin embargo, está fuera de lugar.
Vemos cómo en el hombre el ser del yo, al que el sentido de formar ideas puede ceder y someterse, y que el sentido del sonido puede experimentar, se derraman en el gesto, la fisonomía y la expresión facial, también en la forma, dentro de los límites que he indicado. De modo que en el hombre, en ese período de su vida entre el nacimiento y la muerte, cuando el yo se inserta entre el espíritu y la naturaleza corporal, vemos la actividad directa del espíritu. Ahora consideremos lo siguiente; Y porque la materia es más o menos sutil, hablaré figurativamente. Imaginemos que lo que el hombre logra conseguir con su ser yo, su poder de conceptuar y su sentido del sonido, en la forma en que éste fluye más o menos en equilibrio, su movimiento individual y la conciencia de sí mismo, y más tarde en la libertad de gesto, la expresión facial y fisonomía, que revela lo que hay dentro de él -imaginemos todo esto trabajando conjuntamente por necesidad, de modo que ningún yo consciente intervenga entre estos dos o tres aspectos.
Imaginemos, pues, que el yo sea eliminado, permitiendo que los dos lados de la naturaleza humana trabajen uno sobre otro, de modo que a través de un sentido del sonido que no entra en la conciencia sino que vive en el ser más íntimo, ahí se lleva a cabo desde el principio, en la experiencia, el establecimiento de un equilibrio que no es promovido por el yo; Entonces tendríamos algo que permanece libre para el hombre, establecido sin la intervención del yo. Esto es lo que desde el principio determina el equilibrio en el animal. Imaginemos el concepto a través de la cual el hombre aprehende sus leyes y las especies animales -en otras palabras todo el organismo en cuanto movimiento individual, fisonomía y expresión facial expresada en todo movimiento animal, expresada también en instintos animales, pasiones, etc. - y ustedes tienen, enlazado en el animal mediante la necesidad de las leyes naturales, lo que el hombre tiene en su vida por la intervención del yo. Nosotros también tenemos enlazado desde el principio con el animal, mediante la necesidad de la ley natural, lo que en el hombre se expresa directamente sólo en la vida. En el hombre la fuerza formativa de la vida trabaja directamente en su forma.Pero imagínense que ya no estuviera reservada para la vida individual, sino que desde el principio adquiriese su forma a través de la actividad de la Naturaleza, y además la tuvieran de acuerdo con la especie, y en la manera que ésta se presenta plásticamente en las diversas especies animales. - Así, vemos en el hombre un ser con un mundo sensorial situado entre dos polos. Tiene su mundo sensorial, el mundo de la percepción, el mundo del sonido, el del gusto y el del olfato y así sucesivamente, situado entre, por un lado, la forma en que, consciente de sí mismo, encuentra una relación con su sentido del equilibrio en las diferentes direcciones espaciales, en la forma en que siente su existencia en su propio cuerpo; Y por otro lado, su sentido del sonido, su comprensión del concepto y su concepción del yo. Como en el caso de la necesidad interior, la vida interior se sitúa en relación con el sentido intervenido, por lo que para el animal la vida interior se relaciona como algo que interviene, que por necesidad forma toda la organización.
Dejen que los dos lados en el hombre se unan sin la intervención del yo y tendrán el trabajo directo del espíritu en el cuerpo sin la intervención del alma. En el hombre tenemos lo que se puede describir así: según el lado espiritual y físico que se está, se desenvuelve en el espacio, gestos, etc., que ambos lados están abiertos a la acción del espíritu. Y con esto debemos reconciliarnos con el hecho de que por medio de el, de cierta manera se establece un fundamento para la total comprensión del hombre y de la vida espiritual humana en conjunto, en la medida en que desempeña su papel en la historia del espíritu. Vemos que no podemos confundir lo que el hombre experimenta conceptualmente con lo que experimenta cuando realiza y desarrolla el concepto mismo. En una cierta relación el hombre se encuentra en una situación muy diferente por lo que se refiere a la realización de un concepto  desde su situación con respecto a entenderlo. El desarrollo de un concepto es completamente diferente del modo de entenderlo. A este respecto, me gustaría referirme a un hecho real.
En el año 1894, Laurenz Müllner, un gran admirador de Galileo, al ser nombrado Rector de la Universidad de Viena, dio su discurso inaugural, y en él llamó la atención sobre un hecho notable que es verdaderamente muy interesante. Señaló que en Galileo tenemos un espíritu capaz de captar las leyes físicas de la mecánica, las leyes de la oscilación, del movimiento de los proyectiles, de la velocidad de los cuerpos que caen, del equilibrio, que tal vez -dijo el profesor Müllner- se expresan de la forma más grandiosa en la maravillosa obra de Miguel Ángel: la cúpula de San Pedro en Roma. Esto es cierto y debe ser admitido por cualquiera a quien la obra de arte en cuestión haya causado una impresión. Así se podría decir: Laurenz Müllner prosiguió: En el intelecto de Galileo estas leyes surgen primero en forma de conceptos, que luego vemos en Roma elevándose a los cielos en la simetría y el equilibrio de la gigantesca cúpula de San Pedro. En Galileo el hombre ha aprendido a comprender en conceptos lo que se presenta en San Pedro como la creación artística de Miguel Ángel. A esto se suma el hecho de que el día del nacimiento de Galileo y el día de la muerte de Miguel Ángel cayó en el mismo año. En 1564 Miguel Ángel murió el 18 de febrero y en el mismo año, casi el mismo día - el 15 de febrero - nació Galileo, Galileo que descubrió para la humanidad las leyes físicas de la mecánica.

Eso es realmente un hecho extraordinariamente interesante. Pues demuestra que el hombre causa de manera directa la relación con el espíritu mediante la cual es capaz de imprimir sobre las cosas las leyes descubiertas mas tarde; No lo hace posible en absoluto con su comprensión, ni con los conceptos, ni con la inteligencia . Pero esto nos indica algo más; A saber, que en su organismo el hombre está en contacto con el espíritu antes de que la inteligencia haya trabajado interiormente sobre su alma. Por lo tanto, de cierta manera se puede decir: El hombre está constituido de tal manera que él mismo es capaz de incorporar en su sustancia lo que vive en él como efusión del espíritu, que ha estado obrando sobre él antes de ser capaz de captarlo con su inteligencia . Esto es así en la creación de cualquier obra de arte. Este hecho es de interés porque nos permite ver que el hombre en la vida física con respecto a todo lo que él vive, y todo lo que se plasma claramente en sus órganos, antes de comprender las leyes de funcionamiento de éstos, tiene algo dentro de él que lleva a cabo estos leyes plásticamente, les da forma plástica.
De modo que si seguimos este pensamiento está muy claro que el sentido de estas leyes del espíritu, expresadas, por ejemplo, en una obra de arte, estaban allí - debían estar allí - en el alma antes de que las leyes tomen forma corporal . Por lo tanto, en el extremo espiritual del hombre, por así decirlo, también tenemos el reverso - si usamos la palabra en su mejor sentido, elevándola a la esfera espiritual apropiada. Pues entonces se nos muestra claramente que a través de un instinto ennoblecido y purificado el hombre crea lo que solo más tarde descubre. A medida que los animales crean instintivamente, en la forma en que las abejas, por ejemplo, organizan su maravillosa colmena, el hombre crea directamente fuera del mundo espiritual, antes de que el mundo espiritual se refleje en esta inteligencia.
Así vemos que incluso en esta dirección todo apunta al encuentro del yo autoconsciente con el obrar del espíritu. A través del instinto, el animal llega incluso en su vida del sentir a reflejar en su inteligencia lo que pone en sus construcciones, y demás. Tomemos, por ejemplo, el castor y lo que construye. Entre los castores nos encontraremos siempre Michelangelos, pero nunca un Galileo que entienda las mismas leyes a las que el castor da forma en sus construcciones. En el hombre hay algo que enfrenta su yo autoconsciente, algo creado por el espíritu cuando entra en el organismo.
Hemos visto, en nuestro estudio del desarrollo humano,  que entre el espíritu y el organismo corporal interviene la manifestación del yo autoconsciente, que el organismo purificado del ser humano tiene una experiencia inmediata del espíritu, tal como se ve en las creaciones imaginativas del artista; Y que un ser autoconsciente vive en él que puede oponerse a la ordenación del espíritu en el cuerpo. Por lo tanto, no se trata de dar al hombre preferencia sobre el animal o no; Esta no sería la manera correcta de abordar el asunto. Sin embargo, debemos darnos cuenta de que en el animal el espíritu entra en contacto directo con el organismo corporal y el alma pasa su vida en concordancia con este organismo corporal; Mientras que en el hombre el yo viviente que se encuentra en el alma se abre paso entre el espíritu y el organismo corporal, estableciéndose como mediador - trabajando allí entre el espíritu y el organismo corporal.
A través de este el yo humano tiene contacto directo con lo que vive en el mundo espiritual. Y vive este contacto directo principalmente mediante arduos esfuerzos para establecer condiciones espirituales en su entorno que el animal sólo instintivamente es capaz de establecer. Vemos fuertemente marcada una cierta vida de derechos, una vida moral entre los animales. Pero entendemos la vida de los derechos, la vida del Estado y todo el curso de la historia del mundo, sólo cuando vemos en el hombre la emancipación del espíritu de la naturaleza corporal por la intervención del yo entre el espíritu y la naturaleza corporal, a través de la cual, el yo entra en contacto inmediato con el mundo espiritual.
La forma en que este yo entra en relación directa con el mundo espiritual constituye la condición normal del ser humano. Pero como la intervención de ese yo autoconsciente entre la naturaleza espiritual y la corporal, significa progresar más allá de la evolución animal, es posible que el hombre avance más en este camino desarrollando de nuevo en él el espíritu que le libere de la naturaleza corporal desarrollándola en la relación libre experimentada. Las posibilidades de esto se encuentran en la conferencia "La Naturaleza del Sueño", y su pleno significado aparece en el Conocimiento de los Mundos Superiores. Allí vemos cómo en los seres humanos normales la emancipación del espíritu de la naturaleza corporal ha llegado a una cierta etapa, pero puede ser llevada más lejos desarrollando fuerzas de germinación latentes en el hombre, a través del despliegue de las cuales puede avanzar hacia la visión directa en el mundo espiritual.
Primero debemos sentar las bases de lo que estamos en disposición de cultivar como real contemplación del mundo espiritual, buscando el verdadero significado del ser humano en esta intervención del yo entre el espíritu y la naturaleza corporal. Pero de nuevo, esto también nos es dado de una manera externa al cuerpo, puesto que el yo autoconsciente tal como se nos muestra en la vida lo hace en el ser interior del hombre, enteramente en su fisonomía y en consonancia con sus gestos. Algunos de ustedes quizás recordarán que no sólo lo he mencionado, sino que también lo he sostenido, que el viejo dicho "La sangre es un fluido muy especial" [Una conferencia llamada: "El significado oculto de la sangre"] se basa en una verdad profunda. Esto es realmente así, y en el que queda de manifiesto simplemente, como un trabajo directo del alma en la circulación sanguínea, nos permite adivinar algo de ese funcionamiento del yo autoconsciente en la naturaleza corporal, en el organismo. Es decir, la puerta más cercana para el yo, fecundada por el espíritu, para entrar en la naturaleza corporal y trabajar sobre ella.
Esto lo vemos  observando cómo trabaja el alma sobre la circulación sanguínea. En los fenómenos de sonrojo y palidez, a menudo les he dado ejemplos comunes para el trabajo directo de lo que sucede en el alma y de cómo se expresan físicamente; Puesto que el miedo y la vergüenza son procesos reales del alma. Cualquiera que pretenda negar esto no podría ser menos que  un materialista inconsciente, como, por ejemplo, William James: A pesar de que quiere ser espiritual, es realmente materialista al querer defender la afirmación: "El hombre no llora porque está triste, sino que él está triste porque llora ". Según esto debemos imaginar que el hombre experimenta la tristeza en su alma porque algún tipo de influencia material tiene un efecto sobre el organismo y éste segrega una sustancia en forma liquida (lágrimas): y entonces el ser humano al notar esto - dice William James - se pone triste. Si no reconocemos lo insostenible que es esta conclusión, no estaremos en condiciones de comprender que asuntos como la risa y el llanto, y también en el rubor, en los cuales se produce una corriente de sangre desde el centro hacia la periferia, tenemos que verlos como procesos físicos que están directamente bajo la influencia del alma y el espíritu.
Si pensamos en esto, podremos admitir que en el hombre lo perteneciente al alma se manifiesta verdaderamente en la circulación de la sangre. Lo que decimos aquí sobre el hombre; Es decir, que en la sangre y en la circulación sanguínea, tiene el yo consciente su vida, no podemos aplicarlo directamente al animal, porque en él un yo autoconsciente no puede obrar en la circulación sanguínea y, -lo que es mas esencial-, Porque el animal no se abre directamente a la influencia del mundo espiritual que obra en él; Mejor dicho, necesariamente. Mientras que en la circulación sanguínea del animal tenemos ante nosotros algo en lo cual la vida del alma del animal encuentra expresión inmediata, en la circulación sanguínea del ser humano se ve algo del modo en que el espíritu trabaja en el yo.
Si algún día la gente comienza a pensar un poco en lo que está aquí en cuestión; A saber, la importancia para la vida humana, en cuanto que el hombre no debe estar previamente organizado desde el comienzo para recibir una impresión precisa, el equilibrio, el movimiento individual y el sentido de la vida, sino que debe esforzarse por alcanzarlos, cuando pueden descubrir cuan verdadero es, que tenemos que ver con las realidades,- en el sentido de la dirección en el espacio,- ya sea que la columna esté en una relación horizontal o vertical con el espacio, o si la sangre circula en tal o cual dirección, entonces verán lo esencial que es la forma en que tales organismos están insertadas en el conjunto de la conexión cósmica.
Deberíamos vernos obligados a ver en la realidad, por ejemplo, en la dirección espacial de una cierta línea, algo de importancia esencial. Cuando esto es entendido, podemos juzgar cuán grande es el significado de la posición y de todos los procesos de la sangre, en el sistema circulatorio humano. Hoy se cree que la teoría de la circulación sanguínea se completa en sí misma. No es así en absoluto. Sólo estamos empezando a aprender algo de los secretos de la circulación sanguínea. Y no para hacer  dogmáticamente afirmaciones huecas, señalaré lo siguiente.
No hace más de veinticinco años, un investigador científico en estas materias, el criminólogo Moritz Benedict, celebre por sus calificaciones matemáticas en este ámbito, fue primero en llamar la atención sobre el hecho importante - generalmente ignorado hoy - de que los latidos correspondientes en la arteria derecha y la izquierda son diferentes - un hecho importante para el conocimiento de las conexiones en el ser humano. Y es de especial relevancia algo hallado en esta materia, no por alguien famoso, sino por un hombre muy simple, el Dr. Karl Schmidt. Fue publicado por él en 1892 en el Vienna Medical Weekly en su artículo "Heartbeat and Pulsation", en el que se indicaban observaciones muy importantes. Sólo cuando estas cosas, aún en su infancia, se estudian hasta cierto punto, se iniciará un conocimiento de la conexión entre el yo autoconsciente y la circulación sanguínea, por un lado, y, por otro lado, la conexión entre el espíritu animal que actúa en el animal y la circulación sanguínea animal.
La última vez les señalé que nosotros, de hecho, podemos entrar en detalles en las ciencias de los órganos y sus funciones individuales, y podemos mostrar evidencias de las diferentes maneras en que el espíritu se muestra en el hombre y en el animal. En este sentido, es bastante comprensible que las investigaciones modernas sobre la relación de la sangre del hombre con la de los simios, dicen poco, -porque se limitan sólo a las sustancias externas, a la sustancia puramente física, a las reacciones químicas, etc.-, no a la cuestión verdadera. Si sólo fuera una cuestión de materia física, sería necesariamente insignificante, el que una rueda sea usada como juguete de un niño o para el mecanismo de un reloj. Pero siempre depende de cómo un miembro o un órgano es usado dentro del conjunto de un ser o de una cosa. No tiene nada que ver el cómo, la sangre del hombre, está relacionada con la sangre del simio, o similar, sino el cómo los órganos en cuestión se ponen al servicio del organismo en su conjunto.
La forma en que la verdad real es tratada por la investigación externa se demuestra mejor en las relaciones de Goethe con las ciencias naturales. En los días de Goethe, por lo que respecta a las cosas de la naturaleza, prevalecía ya un materialismo rígido, e incluso los científicos más eminentes que deseaban mantener las diferencias entre el hombre y el animal fundaban sus pretensiones sobre algo puramente material. Ellos eran de la opinión de que esta diferencia se basaba en el hecho de que en la mandíbula superior del animal hay un hueso intermedio no encontrado en el hombre. Decían: Lo que distingue al hombre del animal es que el animal posee un hueso intermaxilar para acomodar los incisivos superiores, ¡y este hueso no se encuentra en el hombre! Para Goethe esto era inadmisible. Su preocupación no era encontrar la diferencia entre el hombre y el animal en detalles anatómicos, sino en la forma en que el espíritu en el hombre y el espíritu en el animal hacían uso de los órganos.(Por cierto, sólo me referiré a la "Teoría de la Metamorfosis" de Goethe en la que se puede encontrar información sobre todos los órganos humanos individuales). Así, desde el principio Goethe nunca pudo reconciliarse con la idea de que la superioridad del hombre hacia el animal debía ser buscada en un detalle material. Por lo tanto, su único deseo fue probar que esta aserción era incorrecta, que este abismo no existía; Y se puso a trabajar para encontrar este hueso intermaxilar en el hombre. Si Goethe nunca hubiese logrado otra cosa que esta sola acción, si no hubiese descubierto nada más que la presencia en el hombre del hueso intermaxilar, aunque ya no estaba en un estado desarrollado y no era manifiesto, solo por esto para la evolución humana seguiría siendo un poderoso genio. S dijo Goethe a sí mismo - y no lo cuento porque lo hizo, sino porque salió a la luz a través de su experiencia:
Con Herder, y con otros que están empeñados en comprender al hombre espiritualmente, he dirigido la atención principalmente a cómo el hombre se eleva sobre el animal porque el animal está ligado a su organismo; Pero el hombre se ha emancipado de él y entra en contacto inmediato con el espíritu, pudiendo así volver a trabajar sobre sus órganos. Goethe dice esto, como he indicado, pero en las siguientes palabras: "Los animales son enseñados por sus órganos, dijeron los ancianos. A esto agrego: el hombre también es enseñado por sus órganos; Sin embargo, él tiene la ventaja de enseñarles a su vez. "Goethe no podía dejar de admitir que los órganos son los mismos pero formados desde diferentes lados. De ahí su gran alegría cuando finalmente encontró el hueso intermaxilar en el hombre. En este punto escribe a Herder: "... He encontrado - ni oro ni plata, sino algo que me da infinita alegría - el 'intermaxilar' en el hombre! Con Loder comparé el cráneo del hombre con el del animal y me puse tras su pista- ¡cuándo! Allí estaba. Pero te ruego que calles, porque este asunto debe ser manejado con cautela. Esto, sin embargo, debe hacer que usted también se regocije, porque es una especie de piedra angular del hombre; No le falta, está allí - realmente allí. Lo he imaginado en relación con su "todo", lo espléndidamente que encajará ... "(Carta del 27 de marzo de 1784.)
La diferencia entre el hombre y el animal no se puede encontrar en ningún detalle en particular. Tiene que encontrarse enteramente en la forma en que el espíritu hace uso de las cosas. Porque a través de esto advertimos la relación del hombre con el espíritu, cómo se ha emancipado de lo que pertenece al cuerpo y es capaz de entrar en contacto directo con el espíritu. De ahí la diferencia en la sensación que experimentamos al contemplar algo espiritual frente a lo que experimentamos contemplando algo físico y material. Buscamos usar las palabras de maneras muy diferentes conforme a si miramos lo espiritual o lo físico.
¡Una contradicción completa! ¿Cómo podemos explicarlo? Y Goethe lo ha puesto tan descaradamente en dos poemas uno junto al otro. En verdad, si contemplamos el espíritu en la existencia material, en nuestro corazón podemos hacer surgir el sentimiento: si el espíritu continuara en el ser material, si no fuera a romper toda forma, tendría que desmoronarse en la nada. En el momento en que vemos el espíritu en la naturaleza corporal, tenemos que decir: Tenemos que ver con el ser eterno, inmortal, con el espíritu con el que podemos unirnos en el alma emancipada del hombre. Entonces podemos decir:

"En todas las cosas está el pasado eterno,
Porque todo debe finalmente llegar a nada
Si lo fuera, seguiría siendo. "

"El eterno continúa moviéndose en todo:
Porque todo debe caer en nada,
Si quiere persistir en ser. "

¡Ningún ser puede llegar a nada finalmente!
En todo el pasado de lo eterno.
Si te conoces a ti mismo, entonces bendito. "

"¡Ningún ser puede caer a nada!
El eterno continúa moviéndose en todo,
¡Sé feliz con tu ser! "


Si tenemos en cuenta lo inmortal, lo eterno, en un ser. Si vemos el alma, si vemos el espíritu en la naturaleza corporal, debemos decir: Si se viviera por completo en el cuerpo, si uno se aferrase al cuerpo, entonces tendría que caer en la nada. 

Así, el estudio del espíritu del animal y del espíritu humano nos lleva gradualmente a una premonición de lo que en realidad se puede llamar el espíritu. Pero antes de que se desee encontrar la forma en que el conocimiento sobre el espíritu puede ser adquirido, es necesario conocer la forma en que el espíritu brilla en el alma humana que lo libera del cuerpo para poder vivir una vida independiente del organismo corporal, una vida en su propia esfera.





























*******fuente******
www.rsarchive.org


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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919