GA023 Los puntos clave de la cuestión social - Al pueblo alemán y a la cultura

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APÉNDICE

RUDOLF STEINER

AL PUEBLO ALEMÁN  Y AL MUNDO DE LA CULTURA


El pueblo alemán creía que su estructura imperial, erigida medio siglo atrás, duraría un tiempo ilimitado. En agosto de 1914, creyó que la inminente catástrofe de la guerra demostraría que esta estructura era invencible. Hoy sólo quedan sus ruinas. Después de semejante experiencia, se impone la retrospección, ya que ésta ha demostrado que las opiniones de medio siglo, especialmente los pensamientos dominantes de los años de la guerra, eran trágicamente erróneas. ¿Cuáles son las razones de este pensamiento erróneo? Esta pregunta debe inducir una retrospección en la mente del pueblo alemán. Su potencial de vida depende de si tiene la fuerza para este tipo de autoexamen. Su futuro depende de si puede plantearse seriamente la siguiente pregunta: ¿Cómo hemos caído en el error? Si el pueblo alemán se hace hoy esta pregunta, se dará cuenta de que estableció un Imperio hace medio siglo, pero omitió asignar a este Imperio la misión que corresponde a la esencia interior de su pueblo.

El Imperio se estableció. Al principio se dedicó a armonizar su vida interior con las exigencias de la tradición y las nuevas necesidades que surgían de año en año. Más tarde, los esfuerzos se dirigieron a consolidar y ampliar la estructura de poder exterior, basada en la fuerza material. Al mismo tiempo, se emplearon medios dirigidos a las demandas sociales del momento -en algunos casos apropiados a las necesidades- pero que carecían del objetivo más amplio que debería haber resultado del conocimiento de las fuerzas evolutivas a las que debe dirigirse la humanidad. Por lo tanto, el Imperio se situó en el mundo sin un objetivo sustancial que justificara su existencia. La catástrofe bélica reveló este hecho de forma trágica. Antes del estallido de la guerra, quienes vivían en el mundo no alemán no veían nada en la conducción de los asuntos del Imperio que pudiera llevarles a pensar que sus autoridades estaban cumpliendo una misión histórica que no debía ser barrida. El hecho de que estas autoridades no se encontraran con tal misión engendró necesariamente una actitud en el mundo no alemán que fue, para quien tenga una visión real, la razón más profunda de la caída alemana.

Mucho depende del discernimiento objetivo de este hecho por parte del pueblo alemán. El discernimiento que ha permanecido oculto durante los últimos cincuenta años debería emerger en estos tiempos calamitosos. En lugar del pensamiento trivial sobre las necesidades inmediatas, debería aparecer ahora una visión más amplia de la vida, que se esfuerce con un pensamiento poderoso por reconocer las fuerzas evolutivas de la humanidad moderna y se dedique valientemente a ellas. Deben cesar los mezquinos intentos de neutralizar a todos aquellos que prestan atención a estas fuerzas evolutivas. Deben cesar la arrogancia y la soberbia de quienes se imaginan prácticos, pero cuya practicidad es la estrechez de miras disfrazada que de hecho ha inducido la calamidad. Hay que prestar atención a lo que tienen que decir sobre las necesidades evolutivas de los tiempos modernos quienes son tachados de idealistas, pero que en realidad son los prácticos.

Las personas "prácticas" de todas las tendencias han percibido durante mucho tiempo la aparición de nuevas exigencias humanas. Pero han querido hacer frente a estas demandas en el marco de los viejos hábitos de pensamiento e instituciones tradicionales. La vida económica moderna ha producido estas demandas. Satisfacerlas mediante la iniciativa privada parecía imposible. La transferencia de la empresa privada a la empresa comunitaria en algunos casos pareció necesaria a cierta clase de personas; y esto se llevó a cabo allí donde lo consideraron útil. La transferencia radical de toda la empresa individual a la empresa comunitaria era el objetivo de otra clase que no estaba interesada en conservar los objetivos privados habituales en la nueva economía.

Todos los esfuerzos relacionados con los nuevos requisitos que se han hecho hasta ahora tienen una cosa en común. Aspiran a la socialización del sector privado y cuentan con que sea asumido por las comunidades (estado, municipio), que se han desarrollado a partir de condiciones que no tienen nada que ver con los requisitos actuales. O bien, cuentan con nuevos tipos de comunidades (cooperativas, por ejemplo), que no están totalmente en armonía con estos nuevos requisitos, ya que se han copiado de las viejas formas utilizando hábitos de pensamiento tradicionales.

La verdad es que ninguna forma de comunidad que corresponda a estos viejos hábitos de pensamiento puede hacer frente a tales exigencias. Las fuerzas de la época presionan por el conocimiento de una estructura social para la humanidad que es completamente diferente de lo que comúnmente se concibe. Hasta ahora, las comunidades sociales han estado formadas, en su mayor parte, por instintos humanos. Penetrar en sus fuerzas con plena conciencia es una misión de la época.

El organismo social se forma como el organismo natural. Al igual que el organismo natural debe proveer al pensamiento por medio de la cabeza y no de los pulmones, la formación del organismo social en sistemas -ninguno de los cuales puede asumir las funciones de los demás, aunque cada uno debe cooperar con los demás manteniendo siempre su autonomía- es necesaria.

La economía sólo puede prosperar si se desarrolla, como miembro autónomo del organismo social, según sus propias fuerzas y leyes, y si no introduce confusión en su estructura dejándose drenar por otro miembro del organismo social: el políticamente activo. Este miembro políticamente activo debe funcionar, de forma totalmente autónoma, junto a la economía, como el sistema respiratorio funciona junto al sistema craneal en el organismo natural. La cooperación sana no puede lograrse mediante un único órgano legislativo y administrativo, sino que cada sistema debe tener su propia legislatura y administración que cooperen mutuamente. El sistema político, al absorber a la economía, la destruye inevitablemente; y el sistema económico pierde su fuerza vital cuando se convierte en político.

A estos dos debe añadirse un tercer miembro del organismo social, en plena autonomía y formado a partir de sus propias potencialidades: el de la producción espiritual, al que pertenecen las partes espirituales de los otros dos sectores, suministradas a éstos por este tercer sector. Debe tener sus propias reglas y administración legítimas y no ser administrado o influenciado por los otros dos, excepto en el sentido de que los miembros del organismo natural se influencian mutuamente.

Ya hoy se puede fundamentar científicamente y desarrollar en detalle lo que aquí se ha dicho sobre las necesidades del organismo social. En esta presentación sólo se puede dar una indicación general para todos aquellos que deseen profundizar en ellas.

El Imperio alemán se fundó en un momento en que estas necesidades convergían en la humanidad. Sus administradores no comprendieron la necesidad de establecer la misión del Imperio en consecuencia. Tener en cuenta estas necesidades no sólo habría dotado al Imperio de la estructura interna correcta, sino que también habría dado justificación a su política exterior. El pueblo alemán habría podido convivir con los pueblos no alemanes gracias a una política de este tipo.

Ahora se debe madurar desde la calamidad. Hay que desarrollar la voluntad de crear el mejor organismo social posible. No una Alemania que ya no existe debería enfrentarse al mundo, sino que un sistema espiritual, uno político y uno económico deberían proponerse tratar como delegaciones autónomas, a través de sus representantes, con aquellos que aplastaron aquella Alemania que se convirtió en una estructura social imposible debido a la confusión de sus tres sistemas.

Uno puede anticiparse a los expertos que se oponen a la complejidad de estas sugerencias y encuentran incómodo incluso pensar en tres sistemas cooperando entre sí, porque no quieren saber nada de los requisitos reales de la vida y lo estructurarían todo de acuerdo con los cómodos requisitos de su pensamiento. Esto debe quedarles claro: o la gente acomoda su pensamiento a las exigencias de la realidad, o no habrán aprendido nada de la calamidad y provocarán innumerables nuevas en el futuro.


Rudolf Steiner

Traducido por J.Luelmo sept, 2019

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