GA348 Dornach 27 de diciembre de 1922 - ciclo salud y enfermedad -¿Por qué nos enfermamos?

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RUDOLF STEINER

SALUD Y ENFERMEDAD VOL. I

Dornach 27 de diciembre de 1922

novena conferencia

¿Por qué nos enfermamos?


Señores, según dije la última vez, aún tenemos varios asuntos por debatir. Me gustaría considerarlos hoy. Es bastante elemental comprender por qué uno cae indispuesto si se rompe una pierna o sufre una conmoción cerebral debido a una caída. En estos casos, la lesión es externa y la causa se entiende fácilmente; La causa es visible externamente. Sin embargo, en el caso de las enfermedades internas, uno generalmente no se para a pensar realmente de dónde provienen ni cómo aparecen de repente. Esto pertenece a otra pregunta planteada anteriormente de por qué uno puede infectarse cuando está en contacto con ciertas personas. Aquí también parece estar presente una causa externa.

La ciencia ordinaria ofrece una explicación simple para ello. Los bacilos se transmiten de una persona enferma que tiene gripe, por ejemplo, y luego se inhalan provocando la enfermedad en otra. Es como si alguien hiriese a alguien golpeándolo con un pico. En este caso, la lesión es causada por un paciente que bombardea a otra persona con multitud de bacilos. Sin embargo, las cosas no son tan simples; Son mucho más complicadas. Comprenderán esto cuando se dén cuenta de que en la vida cotidiana un hombre constantemente se siente un poco indispuesto y luego debe auto-curarse. El punto es que todos estamos realmente un poco enfermos cuando tenemos sed o hambre, y nos curamos bebiendo y comiendo. El hambre es el comienzo de una enfermedad, y si ésta es prolongada, podemos morir de ella. Después de todo, podemos morir de hambre e incluso antes de sed. Ven pues que incluso en nuestra vida cotidiana llevamos algo así como el comienzo de una enfermedad. Cada acto de beber o comer es en verdad un acto de curación.

Debemos tener claro lo que en realidad sucede cuando tenemos hambre o sed. Verán ustedes, nuestro cuerpo está siempre activo internamente. A través de la ingesta de alimentos, el cuerpo recibe nutrientes.

Las sustancias externas se absorben a través de la boca y los conductos intestinales hacia alguna parte del cuerpo. Ahora bien, hay que comprender que el organismo humano se rebela inmediatamente contra estas sustancias nutricionales; porque no las tolera en sus formas originales y las destruye. Las sustancias alimenticias deben ser realmente desintegradas. De hecho, son aniquilados, y esto da comienzo en la boca. La razón de ello es que hay una actividad continua e incesante en nuestro cuerpo. Esta actividad debe observarse de la misma manera que los dedos o las manos. La ciencia ordinaria simplemente registra cómo se come un trozo de pan, se disuelve en la boca y luego se distribuye en el cuerpo, pero también debemos tener en cuenta que el cuerpo humano está continuamente activo. Aunque no se le ponga nada, aunque no entra nada en el cuerpo durante, digamos cinco horas, aún así su actividad no cesa. Incluso puede ser como un saco vacío, pero por dentro las cosas no están calmadas. Ustedes están en constante actividad interna, y en su interior las cosas todavía están bulliciosas. Solo cuando esta actividad interna puede ocuparse de algo está satisfecho. Ese es el caso especialmente después de una comida cuando puede disolver y desintegrar las sustancias alimenticias; entonces está satisfecho.

Esta actividad interna que poseemos es bastante diferente del hombre en su apariencia general, ya que el ser humano si que puede volverse perezoso. La actividad interna nunca es perezosa, nunca cesa. Aunque no coma nada, es como si tuviera un saco de harina vacío en el que hay actividad, aunque no tenga sustancia tangible. Esta actividad, por razones que les contaré más adelante, se identifica en la ciencia espiritual como el cuerpo astral. 

Nunca es perezoso, y él si puede mantenerse activo destruyendo y disolviendo las sustancias alimenticias, él está lleno de confort interno; por tanto siente una sensación de bienestar interior. Pero si no ingiero sustancias alimenticias, entonces el cuerpo astral no está satisfecho, y esta insatisfacción se expresa como hambre. El hambre no es algo en reposo dentro de nosotros; es una actividad, una actividad espiritual del alma que no se puede calmar. Realmente podemos decir que esta actividad interna está enamorada de las sustancias alimenticias, y si no las recibe, está tan insatisfecho como cualquier amante despechado. Esta insatisfacción es el hambre, y es, por supuesto, algo espiritual.

Así pues, la actividad que se ejecuta internamente consiste en desintegrar las sustancias alimenticias. Lo que es útil se transfiere a los vasos sanguíneos, y el resto se elimina a través de la orina o las heces. Esta es la actividad saludable, normal y regular del ser humano en la que el cuerpo astral actúa correctamente para disolver las sustancias alimenticias. Absorbe en el cuerpo lo que es útil y descarga lo que no es.

Debemos suponer, que esta actividad del hombre no es una actividad ordinaria; sino más bien, contiene algo inmensamente sabio. Acto seguido, las sustancias alimenticias disueltas y transformadas se transfieren constantemente a través de los vasos sanguíneos a los órganos internos, y los nutrientes que van a los pulmones son completamente diferentes de los que se dirigen al bazo. El cuerpo astral es mucho más inteligente que el ser humano. El hombre solo puede meter las provisiones en su boca, pero el cuerpo astral puede diferenciarlas. Es como clasificar dos sustancias, distribuyendo una en una dirección para ser usada allí y la otra en otra dirección. Esto es lo que realiza el cuerpo astral. Selecciona ciertas sustancias para enviarlas a los pulmones, el bazo, la laringe y otros órganos. Una sabia distribución está trabajando en nuestro interior. El cuerpo astral es inmensamente sabio, mucho más sabio que nosotros. Ni la persona más erudita de hoy sabría cómo enviar las sustancias adecuadas a los pulmones, la laringe o el bazo; ni tan siquiera sabría qué decir al respecto. Pero internamente el hombre puede hacer esto a través de su cuerpo astral.

Sin embargo, el cuerpo astral puede volverse estúpido, no en la misma medida que el ser humano, pero sí en comparación con su propia inteligencia. Pero asumamos que así fuera. El hombre nace con cierta predisposición y está internamente dotado de ciertas fuerzas. La actividad que desarrolla el cuerpo astral con respecto a las sustancias alimenticias es constante aunque alguien esté sentado todo el día, inmóvil como una estatua. Aún así su cuerpo astral permanece activo, pero eso no es suficiente. También debemos hacer algo externamente, y si no tenemos ninguna tarea que hacer, debemos darnos un paseo; El cuerpo astral exige que al menos caminemos. Esto difiere con cada individuo. Unas personas necesitan más actividad física que otras.

Supongamos ahora que alguien tiene ciertas predisposiciones desde el nacimiento que lo hacen ser una persona sedentaria. A su estúpida cabeza, o mejor dicho a su estúpido ego, le satisface mucho sentarse. Ahora bien, si él tiene esa predisposición a sentarse, pero su cuerpo astral tiene predisposición a caminar, entonces su cuerpo astral se volverá estúpido. Esto también sucederá si alguien se extralimita demasiado al caminar. En ambos casos, el cuerpo astral se volverá estúpido y ya no realizará las cosas correctamente. Ya no clasificará adecuadamente las sustancias alimenticias para transmitirlas a los órganos apropiados; en vez de eso lo hará todo torpemente. El cuerpo astral se vuelve demasiado desorganizado para enviar las sustancias correctas al corazón o la laringe. Las sustancias transferidas incorrectamente al corazón, por ejemplo, permanecerán en otro lugar del cuerpo. No se colocan en el órgano al que corresponden, pero, dado que tienen una utilidad de base, tampoco se eliminan con las heces. En cambio, se depositan en otro lugar del cuerpo. Pero un hombre no puede tolerar que se deposite algo en su cuerpo que no sea como consecuencia de una actividad adecuada; No puede soportar eso.

¿Qué pasa entonces, con estos depósitos inadecuados debido al mal funcionamiento del cuerpo astral? ¿Qué nos pasa a causa de eso? Bien, supongamos que tenemos en nuestro cuerpo ciertos depósitos que deberían haber sido dirigidos a la laringe. Debido a que el cuerpo astral de alguien no funciona correctamente, lo que estaba "destinado a la laringe" se secreta en otras partes del cuerpo. Lo primero que sucede es que su laringe se debilita. El órgano no recibe suficiente sustento y, por lo tanto, la persona sufre de una laringe debilitada. Pero aparte de eso, su cuerpo contiene aquellos depósitos de la laringe, que se dispersan por todas partes. Como ya dije, el cuerpo humano es noventa por ciento de agua, y los desechos se disuelven en todo este organismo fluido. El fluido puro y animado que un hombre necesita dentro de él ahora está contaminado. Esto es lo que tan a menudo sucede dentro de nosotros mismos. Los depósitos destinados a ciertas partes del cuerpo se disuelven en nuestro organismo fluido, contaminándolo.

Digamos que el desecho de la laringe se disuelve en nosotros y entran en contacto con el estómago. Allí no pueden causar daño, porque el estómago tiene lo que necesita y no se ha visto privado de nada. Pero los fluidos corporales fluyen por todas partes en el organismo humano y penetran en el área de la laringe, que ya está debilitada. Ésta recibe este fluido contaminado, esta agua en la que se disuelve la basura de la laringe, y específicamente a partir de ahí el órgano se enferma. La basura de la laringe no afecta a los otros órganos, pero sí hace que la laringe se vea afectada.

Consideremos ahora un fenómeno simple. Una persona sensible encuentra agradable escuchar a otra persona hablar bellamente. Pero si alguien cacarea como un gallo o gruñe como un cerdo, no lo encontrará tan agradable de escuchar, aunque comprenda lo que esté diciendo. No es nada agradable escuchar a una persona cacareando o gruñendo. Escuchar a alguien que es rudo y áspero, es una experiencia particularmente incómoda y angustiosa. ¿Por qué experimentamos tales sensaciones mientras escuchamos a otro? Se basa en el hecho de que en realidad siempre repetimos inaudiblemente lo que el otro dice. Escuchar consiste no solo en oír, sino también en hablar débilmente. No solo escuchamos lo que el otro dice, sino que también lo imitamos con nuestros órganos del habla. Siempre imitamos todo lo que otra persona hace.

Ahora imaginen que están cerca de una persona que está enferma de gripe, y aunque no la estén oyendo ni imitando internamente su conversación, sienten lástima por ella. Esto despierta en ustedes cierta susceptibilidad y sensibilidad hacia ella. El propio organismo fluido del paciente con gripe contiene muchas sustancias disueltas, que contaminan el fluido puro y vivo del que antes hablaba y lo hacen poco saludable para él. Incluso describo la naturaleza de dicho organismo fluido contaminado: Imaginen que tienen un terreno donde siembran varias cosas. No todo prospera en cualquier tipo de tierra, pero supongan que quieren plantar cebollas y ajos en este lugar en particular. Si la tierra no fuera adecuada, las cebollas serían pequeñas y los brotes de ajo aún más pequeños, por lo que también deben agregar a este suelo algo que contenga azufre y fósforo. ¡Entonces tendrían las cebollas y los brotes de ajo más saludables, y también tendrían un olor fuerte!

Pues bien, cuando un hombre tiene desechos contaminados de gripe dentro de su cuerpo, las mismas sustancias que tuvieron que agregarse al suelo para producir mejores plantas de cebolla y ajo, son las que ahora se disuelven en su organismo fluido y en poco tiempo, la persona enferma comienza a oler como ellas. Pero ahora me veo afectado por eso, aunque puede que ni siquiera sea consciente de que estoy siendo impregnado con este olor a cebolla o ajo, porque no tiene por qué ser fuerte. El olor emitido por una persona que está enferma de gripe hace que la cabeza del paciente se sienta embotada, debido a que a cierto órgano en la cabeza, el "sensorium", no le llegan adecuadamente las sustancias que necesita. Como resultado de tener desechos contaminados de gripe dentro de nosotros, un órgano en la sección media de la cabeza no está debidamente nutrido. Este olor es siempre como el de las cebollas o el ajo y puede ser detectado por alguien con una nariz sensible. Así como entramos en sintonía e imitamos una voz estridente y áspera, también nos acoplamos a los efluvios de una persona enferma. Como consecuencia, nuestro propio cuerpo astral, nuestra propia actividad, se desorganiza. Este trastorno causa una base química que a su vez nos hace contraer la gripe. Es como si adecuáramos el terreno para cultivar ajos y cebollas. Por lo tanto, en principio la enfermedad no tiene nada que ver con las bacterias sino simplemente con la relación de una persona con otra.

Si desean plantar predominantemente cebollas y ajos en un huerto, y agregan sustancias que contengan fósforo y azufre a la tierra, entonces ya solo queda esperar y decir: “Bueno, yo ya he hecho mi parte. Quiero cosechar cebollas y ajos, para lo cual he agregado azufre y fósforo al huerto”. Pero sería una tontería pensar que esto es todo lo que se necesitaría para cultivar las cebollas. ¡Primero tendrían ustedes que plantar los bulbos! Del mismo modo, sería una tontería sostener que en el interior del hombre, las bacterias ya están creciendo en el ambiente que se está preparando.

Primero tienen que ser introducidos en él. Así como el bulbo de cebolla prospera en un suelo rico en fósforo y azufre, los bacilos prosperan dentro de un ambiente sulfúrico en el cuerpo. Los bacilos ni siquiera son necesarios para que una persona contraiga la gripe de otra. En cambio, al imitar con mi organismo fluido lo que está sucediendo en el organismo fluido del paciente, yo mismo produzco un ambiente favorable para los bacilos; Yo mismo los adquiero. La persona enferma no necesita bombardearme con ellos en absoluto.

Cuando vemos el asunto en toda su perspectiva, responderemos de una manera bastante específica a la pregunta, "¿Qué es lo que nos causa una cierta enfermedad?" Nos enfermamos cuando algo nos hiere, e incluso en el caso de enfermedades internas, algo nos está dañando. El fluido impuro, en el que se disuelven las sustancias que deberían haber sido digeridas, nos causa ese daño internamente.

Ahora podemos centrar nuestra atención en enfermedades como la fiebre del heno. La incidencia de la fiebre del heno depende mucho más de la época del año que del polen en el aire. Más que cualquier otra cosa, lo que hace que un hombre sea susceptible a contraer fiebre del heno es el hecho de que su cuerpo astral no está excretando adecuadamente; no está ejecutando adecuadamente su actividad que es dirigida más hacia la superficie externa. Como resultado, cuando se acerca la primavera y todo comienza a prosperar en el agua, una persona hace que todo su organismo fluido sea más sensible y, por lo tanto, susceptible a esta enfermedad al disolver ciertas sustancias en él. Al disolver varias sustancias en este organismo fluido, los fluidos en el cuerpo de un hombre siempre se diluyen un poco. El organismo fluido en un hombre que tiene tendencia a la fiebre del heno siempre es algo demasiado grande. Los fluidos se ven dispersados en todas las direcciones debido a lo que se encuentra disuelto en ellos. Así es como una persona se vuelve sensible a todo lo que hace su aparición en primavera, especialmente al polen, esas partículas de plantas que ahora son particularmente irritantes.

Si la nariz no estuviera cerrada, la fiebre del heno podría ser inducida mediante muchos otros irritantes. Sin embargo, el polen entra por la nariz y si ya se tiene fiebre del heno, es cuando se produce la intolerancia. El polen no causa fiebre del heno, sino que la agrava.

Nuestro remedio para la fiebre del heno se basa en corregir el estiramiento del organismo fluido en el conjunto del cuerpo para que se enturbie un poco y vuelva de nuevo a secretar lo que inicialmente se había disuelto. Es realmente bastante simple y se basa únicamente en contraer el organismo fluido a su tamaño normal. Al principio se vuelve un poco turbio, y hay que vigilar que lo que secreta el organismo fluido, más tarde no quede retenido en el cuerpo. Por eso es beneficioso para una persona transpirar un poco después de haber sido inoculada con el remedio; es bueno que se mueva y haga algo que provoque la transpiración justo después de ser inoculado. La inoculación siempre es algo problemática cuando se administra a una persona que sufre de estreñimiento, y primero se debe preguntar al paciente si está estreñido. De lo contrario, si el organismo fluido se contrae, las cosas se acumulan demasiado y no se eliminan de inmediato. Esto, por supuesto, no es bueno. Una persona con estreñimiento debe recibir un laxante junto con la inoculación.

Para la curación de una enfermedad, no basta solo con aplicar un medicamento, sino que también hay que reajustar la vida en consecuencia, para que el cuerpo humano reaccione de manera adecuada a lo que se le ha dado. Esto, naturalmente, es de enorme importancia; de lo contrario, la persona puede enfermarse aún más. Si ustedes inoculan a alguien con un remedio que es bastante efectivo, e incluso excepcionalmente bueno, pero no se dan cuenta de que la digestión del paciente funciona correctamente y que todo lo que el remedio produce es eliminado de forma natural, provocarán que persista la enfermedad.

Con remedios realmente efectivos, es importante que el médico sepa no solo para qué enfermedad es cada medicamento, sino también qué preguntas hacerle al paciente. El mayor arte médico radica en hacer las preguntas correctas y en estar familiarizado con el paciente. Esto es extremadamente importante. Sin embargo, es extraño, por ejemplo, encontrarse con médicos que con frecuencia ni siquiera le han preguntado al paciente su edad, aunque esto es significativo. Si bien puede usar los mismos remedios, un médico puede tratar a una persona de cincuenta años de una manera completamente diferente a cómo trata a una persona de cuarenta años, por ejemplo. No deben ser tan esquemáticos como para decir: "Este medicamento está indicado para tal enfermedad". Por ejemplo, hace una gran diferencia si desea curar a alguien que padece diarrea constantemente o alguien que tiene estreñimiento crónico. Tales remedios podrían ser testados, y aquí los experimentos con animales serían mucho menos censurables que en otras áreas. Con respecto al estreñimiento o la diarrea, pueden aprender fácilmente cómo reacciona un remedio en el organismo físico general que los hombres tienen en común con los animales al administrar el mismo medicamento tanto a un perro como a un gato. El perro sufre regularmente de estreñimiento y el gato de diarrea. Puede adquirir un conocimiento maravilloso al observar el grado de diferencia en el efecto del medicamento en el perro o el gato. El conocimiento científico realmente no se alcanza mediante la capacitación universitaria sobre cómo hacer esto o aquello con ciertos instrumentos. La verdadera ciencia resulta, más bien, cuando se aplica un poco de sentido común; entonces las personas saben cómo deben realizar sus experimentos.

En resumen, es de suma importancia darse cuenta de que en una enfermedad hay que tener en consideración al organismo humano completo. El órgano concreto que se ve afectado, es porque la actividad del cuerpo astral dirige sustancias hacia él que han sido precipitadas desde adentro. El desarrollo de ciertas enfermedades internas como la gripe, la fiebre del heno e incluso la fiebre tifoidea se vuelve comprensible cuando entendemos cómo las sustancias depositadas incorrectamente en nuestros cuerpos se dispersan en nuestro organismo fluido.

El hombre no es solo su parte "sólida" sino que también hay una parte "liquida" y, como ya les he explicado, también somos una parte "de aire", cuya forma cambia constantemente. En un instante el aire está afuera, y al siguiente está adentro.

Así como las sustancias sólidas que tenemos dentro de nuestros cuerpos como desechos se disuelven en el agua, también dentro de nosotros la propia agua se evapora constantemente. Dentro de los músculos de su dedo meñique, por ejemplo, hay evaporaciones diminutas de agua. El agua se evapora constantemente en todo el cuerpo. Además, lo que se evapora en el organismo fluido penetra en lo que se inhala como oxígeno, que también es un vapor o gas. Lo mismo que cuando el agua que hay sobre el terreno se evapora, elevándose hacia la atmósfera, así también el agua que se evapora constantemente mediante delicados procesos dentro del hombre fluido, penetra en el aire que inhalamos. No podemos tolerar que las sustancias sólidas se dispersen en los fluidos, ni tampoco que los fluidos se evaporen en el organismo de aire.

Tomemos el caso de una persona cuyos pulmones se han visto afectados porque ha ocurrido algo parecido al proceso que acabo de describir. Esta persona puede verse afectada por una enfermedad pulmonar, que puede curarse si se debe a las sustancias incorrectas que se depositan en el agua. Pero supongamos que la afección pulmonar no es lo suficientemente pronunciada como para hacerse evidente. Después de todo, los órganos humanos son sensibles. La condición no llega hasta el punto de que los pulmones se vean tan fuertemente afectados que se inflamen, pero sí se ven un poco indispuestos. La persona puede sobrellevar esta ligera indisposición, pero mas tarde entran en su organismo fluido las sustancias que se supone que deberían penetrar en los pulmones. En este caso, los fluidos dentro de los pulmones tienen los tipos incorrectos de sustancias disueltas en ellos; y estas sustancias se evaporan, especialmente si los pulmones no están bien del todo.

Por lo tanto, en el caso de las enfermedades internas bastante obvias, el organismo fluido recibe algo inapropiado de las sustancias sólidas, y en este caso algo inapropiado llega al punto de evaporación y se mezcla con el oxígeno que se inhala. El hecho de que el agua se evapore de manera inapropiada y se una con el oxígeno daña el sistema nervioso en particular, porque los nervios requieren oxígeno saludable, no oxígeno que tenga evaporaciones del fluido contaminado del organismo fluido. El líquido contaminado se evapora dentro de los pulmones, y este líquido puede ser responsable de su ligera indisposición. Algo que no debería evaporarse sí lo hace, y esto es perjudicial para el sistema nervioso. La persona no se enferma radicalmente, sino que se vuelve loca.

Se puede decir que las enfermedades físicas internas se basan en algo que hace que en el hombre se dispersen sustancias inadecuadas en su organismo fluido. Pero las llamadas enfermedades mentales en realidad no son mentales en absoluto, porque la mente o el espíritu no se enferman. Las enfermedades mentales se basan en que los fluidos corporales se evaporan de manera inadecuada en el oxígeno y, por lo tanto, perturban el sistema nervioso. Esto puede suceder cuando algún órgano está tan levemente afectado o indispuesto que no se puede detectar externamente. Pueden ver pues, que el hombre debe procesar continuamente las sustancias correctamente para que nada inapropiado se disperse en sus fluidos y que sus fluidos a su vez no se evaporen incorrectamente. Pero incluso en la vida cotidiana hay un proceso que causa la evaporación inadecuada del agua, y esto se nota cuando tenemos sed. Curamos la sed bebiendo; reemplazando el agua, por así decirlo, que se ha evaporado inadecuadamente en ella y quitamos lo que es incorrecto.

Por tanto, podemos decir que en el hambre late una tendencia a la enfermedad física, y en la sed una predisposición a la enfermedad mental. Si un hombre no se alimenta adecuadamente, forma la base de enfermedades orgánicas, y si no calma su sed correctamente, puede provocar algún tipo de enfermedad mental. En algunas circunstancias, apagar la sed inadecuadamente es difícil de detectar, especialmente si se produce en la infancia. En esta etapa no se puede distinguir claramente entre calmar la sed y el hambre, ya que ambos se satisfacen con la leche materna. Por lo tanto, si por medio de la leche materna o de una enfermera nodriza entra algo nocivo en el organismo, esto puede causar que el organismo líquido se evapore de forma incorrecta y, por lo tanto, provoque algún trastorno mental. O digamos que una persona haya estado mal vacunada. Una vacuna mal elegida con una u otra linfa de vaca o linfa humana enferma puede afectar los órganos que trabajan a base de agua, a pesar de que el agua en sí no se enferma directamente. Como resultado de una vacuna inadecuada, los procesos de evaporación de una persona pueden no funcionar correctamente, y más tarde puede tener predisposición a algún tipo de enfermedad mental.

Habrán notado, que hoy en día muchas personas se ven afectadas por la demencia precoz, la llamada "locura juvenil", que, sin embargo, va mucho más allá de los años jóvenes. Esta enfermedad, en la cual las personas comienzan a deteriorarse mentalmente en su juventud, se origina en gran por culpa de una alimentación incorrecta durante los primeros años de la infancia. No basta con examinar simplemente la composición química de la leche del bebé; hay que mirar en aspectos completamente diferentes. Debido a que en nuestra época, las personas han dejado de prestar atención a la alimentación, esta enfermedad surge con tanta vehemencia.

De todo ello, se habrán dado cuenta de que no basta con capacitar a los médicos para que sepan que cierto remedio es bueno para una determinada enfermedad. Se debe más bien, intentar hacer que la totalidad de la vida sea más saludable, y para ello primero debemos descubrir todo lo que está relacionado con una vida sana. La antroposofía puede proporcionar esta comprensión. Su objetivo es ser eficaz en el campo de la higiene y busca comprender correctamente las cuestiones de salud.


Traducido por Julio Luelmo noviembre 2019

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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919