RUDOLF STEINER
Correspondencias entre el desarrollo del ser humano individual a lo largo de los siete años y de la humanidad entera a través de las épocas culturales post-atlantes
Berlín, 7 de noviembre de 1910
tercera conferencia
A menudo hemos considerado la evolución de la humanidad en el período post-atlante, o sea nuestro propio tiempo, de diversas maneras, evolución que ha tenido lugar desde la catástrofe atlante. Hemos indicado diferentes épocas, diferentes períodos de este desarrollo post-atlante. Nos hemos referido al antiguo período indio, al período proto-persa, al período egipcio-caldeo, al período greco-latino y luego a nuestra propia época, que es precisamente el quinto período del desarrollo post-atlante. A continuación hemos llamado la atención sobre el hecho de que transcurrirán otros dos períodos de tiempo antes del advenimiento de otra gran catástrofe, de modo que habrá entonces siete de tales períodos de la humanidad terrestre.
Es comprensible que hayamos descrito estas épocas de la humanidad terrestre de diversas maneras. Porque sólo podemos tener una idea del futuro al que nos acercamos si sabemos cómo nos situamos en estas distintas épocas.
Se subraya repetidamente y de diversas maneras que cabe distinguir entre el ser humano individual como un mundo pequeño, un microcosmos, y entre el mundo más grande, el macrocosmos. Y se subraya con razón que el pequeño cosmos, el ser humano, es una imagen del gran mundo, el macrocosmos, en todas direcciones. Aunque se trata de una verdad, inicialmente es una verdad bastante abstracta, y cuando se suele defender, no hay mucho que hacer con ella. Sólo cobra sentido cuando podemos entrar en detalles sobre hasta qué punto esto o aquello que encontramos en los seres humanos puede entenderse realmente como un pequeño mundo y relacionarse con otro mundo mayor.
Ahora bien, el ser humano del presente básicamente pertenece a las siete épocas del período post-atlante, pues ha estado y estará encarnado en todas estas épocas. En nuestras encarnaciones anteriores hemos pasado por los períodos pasados, y en las encarnaciones siguientes pasaremos por los períodos posteriores. En cada encarnación absorbemos lo que el período en cuestión puede darnos. Y al absorberlo, llevamos dentro de nosotros en cierto sentido los resultados, los frutos de los desarrollos anteriores, de modo que básicamente lo más íntimo que llevamos dentro será lo que hemos adquirido a lo largo de los períodos de tiempo que se han mencionado. Porque hay que decir que de lo que cada ser humano individual se ha apropiado en estos períodos, ya forma parte más o menos de la conciencia humana actual, mientras que en realidad, durante nuestras encarnaciones en el período atlante, de lo que generalmente nos apropiamos como seres humanos, tenía estados de conciencia bastante diferentes, de modo que ya ha sido más o menos empujado hacia el subconsciente y ya no retumba tanto como lo que nos apropiamos más tarde en el período post-atlante. En cierto sentido, en el período atlante el hombre estaba mucho más protegido de estropear tal o cual aspecto de su evolución, porque su conciencia aún no había despertado como en el período post-atlante. Por lo tanto, lo que llevamos dentro como fruto de la evolución atlante es mucho más correcto, mucho más adecuado al orden universal que lo que proviene de los tiempos en que nosotros mismos ya éramos capaces de desordenar algo en nosotros mismos. Ciertamente, las entidades ahrimánicas y luciféricas ya tenían influencia en el período atlante. Pero también tuvieron un efecto completamente diferente sobre el hombre de entonces. En aquel tiempo el hombre no era capaz de defenderse contra ellas.
El hecho de que estos se vuelvan cada vez más conscientes es la esencia de la cultura post-atlante. En este sentido, la evolución de la humanidad desde la catástrofe atlante hasta la siguiente gran catástrofe es, por así decirlo, también macrocósmica. A través de las siete épocas postatlantes, la humanidad entera se desarrolla como si se tratara de un gran ser humano. Y lo más importante que ha de surgir en la conciencia de la humanidad a través de estas siete épocas culturales, básicamente también atraviesa periodos similares a medida que el propio ser humano individual los atraviesa.
Hemos diferenciado las etapas de vida del ser humano, -y en la "Ciencia Oculta" se indica de nuevo,- que contamos los primeros siete años de vida desde el nacimiento hasta el cambio de dientes como la primera etapa. Hemos dicho que en esta etapa el cuerpo físico del hombre adquiere por fin sus formas y que con los segundos dientes estas formas quedan esencialmente establecidas. Luego el ser humano sigue creciendo dentro de estas formas, pero esencialmente las formas tienen sus direcciones. Lo que tiene lugar en los primeros siete años es el desarrollo de la forma. Debemos comprender correctamente estos ritmos en todas las direcciones. Por lo tanto, también debemos diferenciar entre los primeros dientes que le salen a una persona en los primeros años de vida y que luego se caen y son sustituidos por los segundos dientes. Estos dos tipos de dientes son algo completamente diferente en relación a las leyes del cuerpo: los primeros dientes son heredados, vienen, por así decirlo, como frutos de los organismos anteriores de los antepasados, y sólo los segundos dientes se forman a partir de las propias leyes físicas del cuerpo. Debemos darnos cuenta de esto. Sólo cuando entramos en tales detalles podemos darnos cuenta de que aquí hay realmente una diferencia. Obtenemos los primeros dientes porque nuestros antepasados nos los transmiten con el organismo; obtenemos los segundos dientes porque nuestro propio organismo físico está constituido de tal manera que podemos obtenerlos a través de él. La primera vez los dientes se heredan directamente; la segunda vez se hereda el organismo físico, y éste a su vez produce los segundos dientes.
Después hay que distinguir una segunda etapa de la vida, que va desde el cambio de dientes hasta la madurez sexual, es decir, hasta los catorce o quince años. Esta etapa significa la formación del cuerpo etérico. La tercera etapa, que dura hasta los veintiún, veintidós años, representa la formación del cuerpo astral. Luego sigue la formación del yo, pasando del desarrollo del alma sensible a la formación del alma racional y del alma consciente. De este modo distinguimos las distintas etapas del hombre. Dentro de estas etapas, como bien saben, sólo lo que se refiere a los primeros tramos de la vida es realmente regular. Esto debe ser así y también es correcto para el ser humano actual.
Tal regularidad en la diferenciación como la que tiene lugar en las tres primeras etapas de la vida, no tiene lugar después en las siguientes ni tampoco son en absoluto tan precisas en su duración. Y si nos preguntamos por qué, debemos darnos cuenta de que siempre hay una especie de zona intermedia, por así decirlo, en la evolución del mundo después de los tres primeros períodos culturales del total de siete períodos. Hemos entrado ahora en la época post-atlante, tenemos los frutos de las cuatro primeras épocas, es decir, en cierto sentido los frutos de las tres primeras épocas y de la cuarta, ya dentro de nosotros, vivimos actualmente en la quinta y nos encaminamos hacia la sexta.
Ahora podemos encontrar con toda razón una especie de similitud entre el desarrollo de las épocas post-atlantes y el desarrollo del ser humano individual, de modo que aquí también podemos distinguir bastante bien lo macrocósmico de lo microcósmico.
PRIMER PERÍODO CULTURAL
Tomemos en particular lo que caracteriza a la primera época post-atlante, que llamamos la antigua época india, porque el carácter del desarrollo post-atlante era particularmente pronunciado entre los pueblos indios. En esta primera época, -como se verá documentado por varias cosas que ya he dicho-, había sobre todo un conocimiento antiguo elevado, completo y ampliamente ramificado, una sabiduría antigua. Lo que los siete santos rishis enseñaban en la India era en principio lo que los videntes naturales y también una gran parte del pueblo veían realmente en el mundo espiritual en aquella época. Este antiguo conocimiento estaba presente en los tiempos de la India como herencia de épocas anteriores. En los tiempos de la Atlántida se había experimentado clarividentemente. Ahora se había convertido más en una sabiduría antigua, heredada, que fue preservada y proclamada por aquellos que ascendieron de nuevo a los mundos espirituales a través de la iniciación, por los Rishis. Esencialmente, lo que entraba en la conciencia humana era definitivamente un bien heredado. Por lo tanto, no tenía el carácter de nuestro conocimiento actual.
Uno se hace una idea muy equivocada si trata de expresar las cosas más importantes que fueron proclamadas por los santos rishis en el primer período cultural post-atlante en formas tales como las que expresamos nuestro conocimiento en la ciencia de hoy. Esto es difícilmente posible. Porque las formas científicas que tenemos hoy sólo surgieron en la propia cultura post-atlante. El conocimiento de los antiguos rishis era de un tipo completamente diferente. Era tal que quien lo impartía sentía constantemente cómo actuaba en su interior, cómo fermentaba en él, cómo surgía en el momento. Y hay una característica sobre todo que debemos tener en cuenta si queremos comprender cómo era el conocimiento en aquella época. Este conocimiento no se basaba en la memoria. La memoria no jugaba ningún papel. Les ruego que lo tengan en cuenta. Hoy en día, la memoria desempeña el papel más importante en la comunicación del conocimiento. Cuando un profesor universitario toma la cátedra o un orador público sube al estrado, debe haberse asegurado de que sabe de antemano lo que quiere decir y luego lo repite de memoria. Hoy en día hay gente que dice que no lo hace, que sigue a su genio, pero no es así. Hoy en día, la comunicación del conocimiento se basa en gran medida en la memoria.
El modo de transmitir el conocimiento en la antigua India puede visualizarse correctamente diciendo: En el momento de transmitirlo, el conocimiento surgía primero en la mente de la persona que lo transmitía. En el pasado, el conocimiento no se preparaba de la misma manera que se prepara hoy. El antiguo Rishi no lo preparaba memorizando lo que tenía que decir. Se preparaba a sí mismo poniéndose en un estado de ánimo santo, poniéndose en un estado de ánimo piadoso, por así decirlo; asumiendo que lo que estaba diciendo significaba: ¡primero debo hacer que mi alma sea piadosa, infundirle estados de ánimo santos! Él preparaba el estado de ánimo, los sentimientos, pero no lo que tenía que decir. Y entonces, en el momento de la comunicación, era como si leyera de una fuente invisible. Los oyentes que tomasen notas habrían sido impensables en aquella época. Era algo absolutamente impensable, porque se habría entendido que haciéndolo de ese modo, lo que se llevaba no tenía el menor valor. Sólo tenía valor en el sentido del tiempo que uno llevaba en el alma, y que le estimulaba a reproducir la cosa después de forma similar a como la había reproducido el que la había traído. Habría sido una profanación de lo que se había comunicado si se hubiera escrito algo. ¿Por qué? Porque, en el espíritu de la época, se sostenía con razón que lo que está escrito en un papel no es lo mismo que lo que se ha comunicado, ¡no puede serlo!
Esta tradición sobrevivió durante mucho tiempo, porque esas cosas permanecen en los sentimientos de la gente mucho más tiempo que en su entendimiento. Y cuando el arte de la imprenta se añadió al arte de la escritura en la Edad Media, al principio fue percibido por la gente como magia negra, porque los antiguos sentimientos todavía retumbaban en la mente popular; porque existía el sentimiento de que aquello que debía vivir de alma en alma no debía conservarse de una manera tan grotescamente profana, como ocurre cuando se pinta con tinta de imprenta sobre hojas blancas, de modo que primero se transforma en algo muerto, por así decirlo, y luego se revive, tal vez de una manera poco edificante. Así que debemos entender este flujo directo de alma a alma como una característica de la época. Esto fue enteramente una tendencia del primer período postatlante, y hay que entenderlo en su justa medida si se quiere comprender cómo, por ejemplo, los antiguos rapsodas en la época griega e incluso en la antigua época germánica viajaban de un lado a otro y recitaban sus larguísimos poemas. Si hubieran necesitado su memoria, no habrían podido recitarlos una y otra vez. Pues era la cualidad del alma, la fuerza del alma, lo que subyacía en ellos, una cualidad mucho más viva. Cuando alguien recita un poema hoy en día, es porque lo ha aprendido de antemano. Pero aquella gente experimentaba lo que recitaba, y en ese preciso momento se producía una especie de recreación. Además, los elementos más espirituales pasaban a primer plano en una medida completamente distinta a como sucede hoy en día. Hoy en día, -con cierta justificación para nuestro tiempo-, se suprime todo lo espiritual. Si hoy se recita algo, se trata del significado; se elabora el sentido de la palabra. Ni siquiera era así cuando el cantante medieval interpretaba el Cantar de los Nibelungos. Seguía sintiendo el ritmo interior; incluso zapateaba, marcando el compás de las subidas y bajadas, subiendo y bajando.
Pero incluso esto no eran más que ecos de lo que existía en la antigüedad. Sin embargo, si ustedes creyeran que ellos no transmitieron fielmente los antiguos conocimientos atlantes, se formarían una idea equivocada de los antiguos rishis indios y de sus discípulos. Los estudiantes de nuestros colegios, aunque hayan escrito todo el cuaderno del colegio, no reproducen lo dicho con la misma fidelidad con que los antiguos conocimientos eran reproducidos por los rishis indios de entonces.
Los períodos siguientes se caracterizan por el hecho de que los antiguos conocimientos atlantes dejaron esencialmente de tener efecto. Hasta la desaparición del antiguo período cultural indio, lo cierto es que los conocimientos que la humanidad había recibido como herencia siguieron creciendo y creciendo. Seguía habiendo un crecimiento del conocimiento. Pero esto concluyó esencialmente con el primer período post-atlante, y después del período indio apenas se pudo sacar nada nuevo de la naturaleza humana que no hubiera estado ya ahí. Así pues, el aumento del conocimiento sólo fue posible en el primer período; después cesó.
SEGUNDO PERÍODO CULTURAL (desarrollo del cuerpo etérico)
Y en el período Proto-Persa, aquellos que fueron influenciados por el Zaratustrismo comenzaron, con respecto a la ciencia externa, lo que ahora puede compararse con la segunda etapa de la vida humana y que también se entiende mejor de esta manera. Pues el antiguo período cultural indio puede compararse realmente con la primera etapa de la vida del hombre, con el tiempo que va desde el nacimiento hasta el séptimo año, cuando se configuran todas las formas, mientras que todo lo posterior no es más que un crecimiento dentro de las formas establecidas. Lo mismo ocurrió con lo espiritual en el primer período post-atlante. Y lo que ahora siguió en la época Proto-Persa puede compararse a una especie de aprendizaje. Al igual que el hombre en su segunda etapa de la vida prosigue su aprendizaje escolar, el período Proto-Persa también puede compararse con un tipo de aprendizaje. Pero tenemos que darnos cuenta de quiénes eran los alumnos y quiénes los maestros. Me gustaría decir una cosa.
¿No han notado ya cuán extrañamente diferente se presenta ante nosotros Zaratustra, el verdadero guía de la segunda época cultural post-atlante, respecto a los Rishis indios? Mientras que los Rishis se nos presentan como personalidades consagradas por la antigüedad sagrada, en las que se vierte el antiguo conocimiento atlante, Zaratustra aparece como la primera personalidad que se inicia con el conocimiento postatlante. Se produce entonces una novedad. Zaratustra es, en efecto, la primera personalidad post-atlante, -como personalidad histórica-, que fue iniciada en esa forma de conocimiento de los Misterios que es realmente post-atlante, en la cual el conocimiento se prepara de tal manera que básicamente se hace comprensible por primera vez a la razón y al entendimiento de la humanidad post-atlante. Es cierto que en las escuelas de Zaratustra de la primera época se alcanzó un conocimiento eminentemente suprasensible. Pero en estas escuelas de Zaratustra apareció por primera vez de tal manera que comenzó a moldearse en conceptos humanos.
Mientras que el antiguo conocimiento Rishi no puede ser reproducido en las formas de nuestra ciencia actual, esto es más posible con el conocimiento Zarathustra. Este es, en efecto, un conocimiento completamente suprasensible, y también trata del conocimiento del mundo suprasensible, pero está revestido de conceptos que son similares a los conceptos e ideas del período post-atlante en general. Y sus seguidores están desarrollando ahora principalmente lo que puede llamarse el sistema conceptual de la humanidad. En otras palabras, se toma aquella misma antigua sabiduría sagrada que se desarrolló hasta el final de la época india y que ha continuado de generación en generación. No se añade nada nuevo, sino que se elabora lo antiguo. Y podemos visualizar la tarea de los misterios del segundo período cultural post-atlante, comparándola, por ejemplo, con la publicación de un libro oculto hoy en día. Por supuesto, cualquier libro oculto que esté realmente basado en la investigación en los mundos superiores podría estar revestido enteramente de argumentos lógicos, podría ser llevado al plano físico enteramente en argumentos lógicos. Eso podría suceder. Pero entonces, por ejemplo, mi «Ciencia Oculta» tendría que haberse convertido en una obra de cincuenta volúmenes, y cada volumen tan grande como el propio volumen. De este modo, sería posible separar cada área con gran precisión y organizarla en formas lógicas.
Todo eso está ahí y puede hacerse. Pero también se puede pensar de otra manera: dejando algo para que el lector intente pensar. Pues esto debe intentarse ya hoy, de lo contrario no se avanzaría en absoluto en la empresa del ocultismo. Hoy, en el quinto período post-atlante, el hombre ya tiene la posibilidad de abordar y procesar tal conocimiento oculto con los conceptos de la razón que la humanidad ha desarrollado. Pero durante la época de Zaratustra, primero hubo que encontrar los términos que definieran estos hechos. Allí se elaboraron poco a poco. Entonces no existían las ciencias que existen hoy en día. Había algo así como un remanente de la época del antiguo conocimiento de los Rishi, y se introdujo algo que podía revestirse de conceptos humanos.
Pero primero había que encontrar los propios conceptos humanos; primero se moldeó en ellos lo suprasensible. Este matiz de poner lo suprasensible en conceptos humanos surgió primero. Por lo tanto, se puede decir: Los Rishis todavía hablaban de una manera en la que sólo se puede expresar el conocimiento suprasensible. Hablaban en un lenguaje pictórico variable, en un lenguaje imaginativo. Ellos vertían su conocimiento de alma a alma, por así decirlo, verbalizando imágenes plenas de contenido que surgían una y otra vez a medida que compartían su conocimiento. No se hablaba de causa y efecto, ni de otros conceptos como los tenemos hoy en día, o de cualquier tipo de lógica. Todo esto surgió más tarde. En cuanto al conocimiento suprasensible, comenzó en la segunda época cultural post-atlante. Fue entonces cuando se sintió por primera vez la resistencia de la existencia material, por así decirlo, y se sintió la necesidad de expresar lo suprasensible de tal manera que adoptara formas que el hombre pudiera pensar en el plano físico. Esta fue también esencialmente la tarea de la época cultural Proto-Persa.
TERCER PRÍODO CULTURAL (desarrollo del cuerpo astral)
Luego vino el tercer período post-atlante, la cultura egipcio-caldea. Ahora la gente tenía conceptos suprasensibles. Esto ya es difícil para la gente de hoy. Imagínense: todavía no había ciencia física, pero sí conceptos de lo suprasensible, que también se habían adquirido de forma suprasensible. Se sabía lo que pasaba en los mundos suprasensibles, y podían ser expresados en las formas de pensamiento del plano físico. Ahora, en el tercer período cultural, empezamos a aplicar al plano físico propiamente dicho, lo que habíamos adquirido del mundo suprasensible. Esto puede compararse a su vez con la tercera etapa de la vida del hombre. Mientras que en la segunda etapa de la vida el hombre aprende sin pasar a aplicar lo que ha aprendido, en la tercera etapa de la vida la mayoría de la gente tiene que aplicarlo a su vez al plano físico. En la segunda época cultural post-atlante, los discípulos de Zaratustra eran estudiantes de la sabiduría celestial. Justo ahora la gente comenzó a aplicar lo que habían adquirido al plano físico. Digamos, para visualizarlo: Ahora los hombres habían aprendido, a partir de las visiones de lo suprasensible, que todo lo suprasensible puede ser captado expresándolo en un triángulo, -el triángulo como imagen de lo suprasensible; que la naturaleza humana suprasensible, que se vierte en lo físico, puede ser captada como una trinidad. Y así se aprendieron otros conceptos, de modo que las cosas físicas se aplicaron a lo suprasensible. La geometría, por ejemplo, se aprendió primero como concepto simbólico. Ahora estaban ahí, y se aplicaban: los egipcios en la medición del terreno a su agricultura, los caldeos al curso de las estrellas fundando la astrología y la astronomía. Lo que antes sólo se consideraba algo sobrenatural, ahora se aplicaba a lo que los sentidos veían físicamente. Comenzaron a elaborar en el plano físico lo que había nacido del conocimiento suprasensible, de modo que en el tercer período cultural, si queremos decirlo así, la adquisición del conocimiento suprasensible comenzó a aplicarse al mundo sensorial. Esto sólo empezó a producirse en el tercer período.
CUARTO PERÍODO CULTURAL (desarrollo del Yo humano)
En el cuarto período, el greco-latino, es especialmente importante que el hombre llegue a darse cuenta de que eso había pasado ya a ser un hecho. Antes lo hacía, pero no se había dado cuenta de que era así. Los antiguos rishis no necesitaban llegar a ello, pues tenían el conocimiento que fluía directamente del mundo espiritual. En la época de Zaratustra, sólo procesaban el conocimiento espiritual y sabían exactamente cómo se forma el conocimiento suprasensible. En el período egipcio-caldeo, los conceptos procedentes de lo suprasensible se revestían con lo que se había obtenido de lo físico. Y en el cuarto período se dijo: ¿Tiene uno derecho a aplicar al mundo físico lo que se ha formado en el mundo espiritual? ¿Lo que se ha obtenido en el mundo espiritual se aplica realmente a las cosas físicas? -Sólo en el cuarto período cultural pudo el hombre plantearse a sí mismo esta pregunta, después de haber aplicado inocentemente durante un tiempo conocimientos suprasensibles a experiencias físicas y observaciones físicas. Entonces tomó conciencia de sí mismo y se preguntó: ¿Qué derecho hay a aplicar conceptos suprasensibles a acontecimientos físicos, a hechos físicos?
Ahora bien, en realidad siempre hay una personalidad presente en un período de tiempo que lleva a cabo alguna tarea importante de este período de una manera muy especial y que es particularmente consciente de que algo así está ahí. Fue esa personalidad la que se percató de ello: ¿Tiene uno derecho a aplicar conceptos suprasensibles a hechos físicos? A continuación se puede ver realmente cómo se desarrolla lo que acabo de indicar. Por ejemplo, se puede ver cómo Platón todavía tiene una referencia muy viva al mundo antiguo y todavía aplica los conceptos al mundo físico en la forma antigua. Su discípulo Aristóteles es el que pregunta: ¿Podemos hacer eso? - De ahí que sea el fundador de la lógica.
Quienes no se interesan en absoluto por las ciencias espirituales deberían plantearse la siguiente pregunta: ¿Por qué la lógica no surgió hasta el cuarto periodo? ¿Acaso la humanidad, si había estado desarrollándose durante un periodo de tiempo indefinido, no tenía motivos para plantearse la cuestión de la lógica en un momento determinado? -Si se observan las cosas en términos reales, se pueden identificar puntos nodales importantes en el desarrollo en un momento determinado. Por ejemplo, un punto importante en el desarrollo es entre Platón y Aristóteles. Así que a uno le gustaría decir:
Realmente, en el período descrito tenemos ante nosotros algo que todavía está relacionado en cierto modo con la antigua conexión con el mundo espiritual, tal como todavía estaba presente en el período atlante. El conocimiento vivo se extinguió con el período indio. Pero con él había descendido uno nuevo. Ahora, sin embargo, la gente se había vuelto crítica en cierto modo: ¿Cómo se puede aplicar lo suprasensible a las cosas físicamente sensibles? Es decir, el hombre sólo ahora había tomado conciencia de que él mismo realiza algo cuando observa el mundo externamente; de que traslada algo al mundo. Ese fue un período importante.
Adivinamos (spüren) que los conceptos y las ideas son cosas suprasensibles cuando, por su naturaleza, comenzamos a percibir en ellas una garantía para el mundo suprasensible. Pero muy pocas personas lo perciben. Para la mayoría de la gente, lo que hay en los conceptos y en las ideas es algo bastante delgado y endeble. Y aunque haya en ellos algo que pueda proporcionar una prueba plena de la inmortalidad del hombre, no sería posible convencerle de ello, porque los conceptos y las ideas son realmente una maraña muy delgada comparada con la dura realidad que el hombre exige. Conceptos e ideas son lo más sutil que el hombre ha ido hilando desde el mundo espiritual después de haber descendido al mundo físico. Lo más sutil, el último hilo del mundo suprasensible siguen siendo los conceptos y las ideas. Y en este momento, cuando el hombre había descendido hasta el último tejido, para él ya inconcebible, porque se había desprendido completamente del mundo espiritual, ahora tenemos que registrar el impacto más poderoso del mundo suprasensible: el impulso Crístico. Así, la realidad espiritual más fuerte entra en nuestro tiempo post-atlante y aparece en un momento en que el propio hombre esta menos dotado espiritualmente, porque sólo tiene la dotación espiritual para los conceptos y las ideas.
Para el observador de la evolución de la humanidad a gran escala existe una combinación bastante interesante que, aparte del hecho de que puede, me gustaría decir, tener un efecto similar al de una tormenta eléctrica sobre el alma, también puede ser realmente extraordinariamente interesante desde el punto de vista científico: pues si se coloca la espiritualidad infinita de ese ser que irrumpe en la humanidad con el principio Crístico junto al hecho de que el hombre se ha preguntado poco antes cómo está conectada con la espiritualidad su último entretejido espiritual, es decir, si se coloca junto a ella la lógica aristotélica, esta maraña de conceptos e ideas más abstractos a la que finalmente ha descendido el hombre. No puede imaginarse mayor distancia que entre la espiritualidad que descendió al plano físico en el ser de Cristo y la espiritualidad que el hombre retuvo para sí. Por eso les parecerá comprensible que en los primeros siglos del cristianismo no fuera posible en absoluto comprender la espiritualidad de Cristo con la maraña de conceptos que existía en el aristotelismo. Y poco a poco surgió el empeño de comprender los hechos del mundo y los acontecimientos humanos de tal manera que la lógica aristotélica pudiera aplicarse a los procesos del mundo. Esta fue la tarea de la filosofía medieval.
Lo importante, sin embargo, es que el cuarto período cultural post-atlante puede compararse en las etapas de la vida humana con el desarrollo del yo humano; que el yo de toda la humanidad misma entra en la evolución de la humanidad y que el ser humano como tal es el que más se ha alejado del mundo espiritual. Esta es también la razón por la cual el hombre fue inicialmente incapaz de recibir al Cristo de otra manera que no fuera a través de la fe. Por tanto, el cristianismo tuvo que ser al principio una cuestión de fe y sólo poco a poco está empezando a convertirse en una cuestión de conocimiento. Se convertirá en una cuestión de conocimiento. Pero sólo ahora hemos empezado a impregnar los Evangelios de conocimiento. El cristianismo ha sido una cuestión de fe durante siglos y milenios, tenía que serlo, porque el hombre había llegado a lo más bajo de los mundos espirituales.
La evolución del mundo no es del todo sencilla. Cuando una pelota empieza a rodar en una dirección determinada, tiene inercia para seguir rodando. Y si ha de seguir rodando en otra dirección, debe venir otro impulso que la empuje en la otra dirección. De ese mismo modo, la cultura precristiana tendía a mantener el sentido descendente en el mundo físico y a prolongarlo hasta nuestros días. Y la tendencia ascendente no ha hecho más que empezar, y además necesita continuos impulsos ascendentes. Especialmente en el pensar humano, por ejemplo, podemos ver que la tendencia sigue precipitándose hacia abajo. Y una gran parte de lo que hoy se llama filosofía no es más que la bola rodando hacia abajo. En realidad, Aristóteles aún tenía la idea de que la realidad espiritual se capta con la maraña de los conceptos humanos.
QUINTO PERÍODO CULTURAL
Unos siglos después de él, sin embargo, la gente ya no era capaz de saber cómo está conectado con la realidad lo que se observa en la mente humana. Y lo más árido, lo más seco en el desarrollo de lo antiguo es el kantianismo y todo lo relacionado con él. Pues el kantianismo plantea la cuestión principal de tal manera que corta toda conexión entre lo que el hombre desarrolla como concepto, entre la imaginación como vida interior y lo que son los conceptos reales. Todo esto es moribundo, vetusto, y por lo tanto no está en absoluto predispuesto a dar la revitalización para el futuro. Ahora ya no se sorprenderán de que la conclusión de mis conferencias psicosóficas tuviera un trasfondo teosófico. Les hice hincapié sobre el hecho de que en todo lo que hacemos, especialmente en lo que se refiere al conocimiento del alma, tenemos la tarea de volver a consagrar a los altares de los dioses el conocimiento que anteriormente fue dado al hombre por los dioses y que fue transmitido de tal manera que nos dejamos inspirar por él. Sólo nosotros debemos reapropiarnos de tales conceptos que provienen de la espiritualidad.
No es por falta de modestia cuando digo que la enseñanza sobre el alma debe ser necesariamente una enseñanza científica, que debe alzarse de nuevo del estado congelado en el que ha caído. Ha habido muchos psicólogos en el pasado y todavía hay muchos hoy en día, pero las ideas que utilizan están desprovistas de vida espiritual. Es una señal significativa que a un hombre como Franz Brentano se le permitiera aparecer el primer volumen de su libro de psicología en 1874. Aunque gran parte de su contenido está distorsionado, en general es correcto. El segundo volumen estaba listo, y debía haberse publicado ese año, pero no pudo completarlo, se quedó en él. Todavía podía dar un bosquejo de su enseñanza, pero faltaba el impulso espiritual necesario para que la obra llegara a su fin.
Los psicólogos que tenemos hoy, Von Wundt y Lipps por ejemplo, no son realmente psicólogos, pues trabajan sólo con ideas preconcebidas; Desde el principio fueron incapaces de producir nada. La psicología de Brentano estaba preparada para hacer esto, pero permaneció incompleta. Este es el destino de todo el conocimiento que está muriendo. La muerte no entra tan rápidamente en el dominio de las ciencias naturales. Aquí la gente puede trabajar con ideas, porque los hechos que han acumulado hablan por sí mismos. En la Ciencia del Espíritu esto no sucede tan fácilmente. Todo el sustrato se pierde inmediatamente si la gente emplea ideas ordinarias. Los músculos del corazón no dejan de latir inmediatamente, aunque se analizan como un producto mineral sin ningún reconocimiento de su verdadera naturaleza; Pero el alma no puede ser analizada de esta manera.
De este modo, la ciencia muere de arriba hacia abajo, y los hombres llegarán gradualmente a un punto en el que ciertamente podrán apreciar las leyes naturales, pero de una manera completamente independiente de la ciencia. La construcción de máquinas, instrumentos, teléfonos y similares, es algo muy diferente a entender la ciencia de la manera correcta o llevarla un paso más allá. Cualquiera puede hacer uso de un aparato eléctrico sin necesidad de entenderlo. La verdadera ciencia está muriendo poco a poco. Ahora hemos llegado a un punto en el que la ciencia externa debe recibir nueva vida de la ciencia espiritual. Nuestro quinto período de cultura es aquel en el que la bola de la ciencia rueda lentamente cuesta abajo.
Si la pelota no puede ir más lejos, simplemente se atasca, como con Brentano. Al mismo tiempo, sin embargo, el ascenso ascendente de la humanidad debe ser cada vez más animado. Y lo hará. Esto sólo puede lograrse continuando tales esfuerzos que consisten en fertilizar el conocimiento adquirido incluso externamente con lo que ofrece la investigación espiritual y oculta.
Nuestro quinto período post-atlante tomará cada vez más un carácter tal que, como ya he subrayado, el antiguo período egipcio-caldeo aparecerá como una especie de repetición dentro de nuestro propio período. Me gustaría llamar su atención sobre una cosa. En esta repetición no estamos todavía muy lejos, sino sólo muy al principio. Lo poco que hemos avanzado en este ámbito también podría hacerse evidente para ustedes si han considerado con reflexión lo que ha sucedido en diversas esferas durante nuestra Asamblea General. Por ejemplo, ustedes oyeron la conferencia del Sr. Seiler sobre astrología, y al menos pudieron formarse la sensación de que ustedes, como científicos espirituales, están en condiciones de conectar ciertas ideas con los conceptos astrológicos, mientras que esto es imposible con los conceptos de la astronomía física de hoy, sin todo lo que dice la astrología debe ser considerado como una tontería. Esto no es una consecuencia de la ciencia astronómica como tal. La ciencia astronómica es la que tiene la mejor oportunidad de ser conducida de vuelta a la espiritualidad. Lo más probable es que esto sea posible con ella. Pero la actitud de la gente está muy lejos de volver a lo espiritual. Por supuesto, fácilmente habría un método para volver de lo que la astronomía ofrece hoy a lo que son las verdades básicas de la astrología, que es tan despreciada hoy en día. Sin embargo, todavía pasará un tiempo antes de que se construya un puente entre ellos. Mientras tanto, sin embargo, se elaborarán todo tipo de teorías que, por ejemplo, explicarán los movimientos planetarios y demás de una manera puramente materialista. Las cosas son más difíciles en el campo químico y en el que se relaciona con la vida. Será aún más difícil construir un puente.
Será más fácil en el campo del conocimiento del alma. Para ello sólo será necesario darse cuenta de lo que constituyó la conclusión de mi «Psicosofía»: que la corriente de la vida anímica fluye no sólo del pasado al futuro, sino también del futuro al pasado, que tenemos dos corrientes temporales: la etérica, que va hacia el futuro, mientras que la que tenemos como astral, por otra parte, fluye de vuelta del futuro al pasado. Puede que hoy en día no haya nadie en la tierra que encuentre tal cosa a menos que tenga un impulso espiritual. Sólo cuando uno se da cuenta de que algo viene constantemente hacia nosotros desde el futuro, ascenderá a una comprensión real de la vida del alma. No hay otra manera. Este único término será necesario. Para hacer esto, sin embargo, uno tendrá que salir del hábito de pensar que sólo cuenta con el pasado cuando habla de causa y efecto en alguna parte. No se nos permitirá hacer esto, simplemente considerar el pasado, pero debemos hablar del futuro como algo real, que viene a nuestro encuentro con la misma realismo que arrastramos el pasado.
Pasará mucho tiempo antes de que tengamos estos términos. Pero hasta entonces, tampoco habrá psicología. En el siglo XIX se ha acuñado un término bastante bonito: psicología sin alma. Uno está muy orgulloso de este término y quiere decir algo como lo siguiente: Uno debería simplemente estudiar las expresiones del alma humana, pero no hablar de ninguna alma, que es la base de esto: ¡enseñanza del alma sin alma! Metódicamente, esto todavía sería posible. Pero lo que ha salido de ello, si se quiere usar una comparación burda, no es más que una comida sin comida; Eso es psicología. Ahora bien, es cierto que la gente no está muy satisfecha cuando se le da una comida con platos vacíos, pero la ciencia del siglo XIX está maravillosamente satisfecha cuando se le sirve una psicología en la que las negociaciones se llevan a cabo sin alma. Esto comenzó relativamente muy pronto. Y la vida espiritual tendrá que entrar en ella en todas partes.
Por lo tanto, tenemos el comienzo de una vida completamente nueva. Lo viejo se ha secado, por así decirlo, y una nueva vida debe desarrollarse. Debemos sentir esto. Debemos sentir que una antigua sabiduría nos fue dada desde el antiguo tiempo atlante, que ésta se ha secado gradualmente, y que nos enfrentamos a la tarea de comenzar en nuestras encarnaciones actuales a reunir más y más sabiduría nueva que estará disponible para la humanidad de tiempos posteriores. El impulso Crístico está ahí para hacerlo posible. Continuará desarrollando una eficacia viva. Y tal vez se obtenga el máximo provecho del impulso Crístico cuando se haya extinguido toda tradición y todo lo que ha estado históricamente vinculado a ella, cuando se haya llegado al Cristo real, genuino e histórico.
Así podemos ver que la evolución del periodo postatlante también puede compararse realmente con una vida humana individual; que también es una especie de macrocosmos que se opone al microcosmos del hombre. Pero el ser humano individual se encuentra en una situación muy especial. ¿Qué le queda en la segunda mitad de su vida sino procesar lo que ha adquirido en la primera? Y cuando se agota, sobreviene la muerte. Sólo puede vencer a la muerte el espíritu, que en una nueva encarnación desarrolla aún más aquello que poco a poco empieza a morir cuando hemos pasado la mitad de nuestra vida. Tenemos un desarrollo ascendente hasta los treinta y cinco años, después comienza un desarrollo descendente. El espíritu, sin embargo, sólo asciende realmente. Y lo que ya no puede desarrollar en el cuerpo en la segunda mitad, puede hacerlo florecer en una encarnación posterior. Así, vemos cómo el cuerpo va muriendo poco a poco y el espíritu va floreciendo gradualmente.
El macrocosmos de la humanidad nos muestra un cuadro muy similar. Hasta el cuarto período cultural post-atlante tenemos un desarrollo cultural juvenil ascendente, a partir de entonces una verdadera agonía. Muerte por todas partes en lo que respecta al desarrollo de la conciencia humana, pero al mismo tiempo el amanecer de una nueva vida espiritual. Ésta se encarnará de nuevo como vida espiritual de la humanidad en el período de tiempo que sigue al actual período cultural. El hombre debe trabajar conscientemente en lo que va a encarnar de nuevo. La otra está muriendo, está muriendo de verdad. Y vemos proféticamente hacia el futuro: muchas ciencias han surgido y están surgiendo, para bendición, por supuesto, del periodo cultural post-atlante, pero pertenecen al moribundo. Esa vida inmediata que se vierte en la vida humana bajo la influencia directa del impulso Crístico revivirá en el futuro de la misma manera que el conocimiento atlante revivió en los santos Rishis.
En la ciencia externa actual sólo se conoce la parte del copernicanismo que pertenece a lo moribundo. La parte del copernicanismo que ha de seguir viviendo, la que ha de fructificar, -no sólo aquella a través de la cual ya ha surtido efecto a lo largo de los cuatro siglos, sino la que ha de seguir viviendo-, debe ser conquistada primero por la humanidad. Pues la enseñanza de Copérnico no es tan verdadera como se presenta hoy. Sólo la investigación espiritual lo revelará. Lo mismo sucede con lo que la humanidad considera hoy como lo más verdadero, incluso en astronomía. Y así será con todo lo demás que hoy se considera conocimiento entre la gente. Y lo que hoy se considera ciencia es cierto, puede ser útil, en eso radica su utilidad. En la medida en que la ciencia actual se convierte en tecnología, está justificada. En la medida en que quiere aportar algo al conocimiento humano, es un producto muerto. Es útil para el oficio inmediato de la humanidad. Sirve para eso y no necesita ningún contenido espiritual. En la medida en que quiere revelar algo sobre los secretos del universo, pertenece a la cultura moribunda. Y para enriquecer el conocimiento de los misterios del universo, tendría que avivar todo lo que hoy se ofrece como ciencia externa con lo que proviene de la ciencia espiritual.
Esto debería servir de preparación para las reflexiones sobre el Evangelio de Marcos, con las que ahora comenzaremos. Antes, sin embargo, tenía que señalar la necesidad del mayor impacto espiritual en una época en la que a la humanidad sólo le quedaba realmente el último y más fino hilo de espiritualidad.
Traducido por J.Luelmo feb.2025
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