GA207 Dornach, 14 de octubre de 1921 La Ciencia espiritual y el intelectualismo del hombre en la actualidad

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RUDOLF STEINER

LA CIENCIA ESPIRITUAL Y EL INTELECTUALISMO DEL HOMBRE EN LA ACTUALIDAD

Conferencia 9

Dornach, 14 de octubre de 1921

En las últimas observaciones les mostré que el hombre puede encontrar una relación con el mundo, buscando esta relación con lo espiritual, con lo anímico y con lo corporal. Y les mostré que si queremos seriamente traer a nuestra conciencia la naturaleza espiritual del hombre, no podemos hacerlo de otra manera que dirigiendo nuestra mirada hacia arriba, hacia los mundos espirituales. Porque los actos y las relaciones mutuas de esas Jerarquías que siempre hemos definido como la Jerarquía de los Ángeles, Arcángeles y Arcais, etc., realmente se desenvuelven en nuestro espíritu humano. Y tomar conciencia de los actos y relaciones de estas entidades es, al mismo tiempo, tomar conciencia de la propia espiritualidad del hombre.

En cuanto al alma, pude explicarles que el pensar tiene lugar entre el cuerpo etérico y el cuerpo físico, que el sentir tiene lugar entre el cuerpo etérico y su cuerpo astral, que la voluntad tiene lugar entre el cuerpo astral y el yo del hombre. Y luego les mostré que lo que el hombre de hoy denomina sus cuerpos debe, si es que ha de ser traído a la conciencia, ser comprendido ahora en su verdadera forma como el germen de los mundos futuros. De modo que, en realidad, lo que tomará forma en el ser del mundo futuro tiene sus gérmenes en los cuerpos humanos que llevamos con nosotros: en nuestro cuerpo físico, que depositamos aquí en la tierra, -pero al disolverse en el reino de la tierra, se convierte en el germen de aquello en lo que la tierra se convertirá después de haber desaparecido esta última como tal. Poco después de atravesar la puerta de la muerte, nuestro cuerpo etérico parece disolverse en el vasto universo, pero se convierte en la semilla de lo que será la Tierra en el futuro. Lo mismo ocurre con nuestro cuerpo astral y con la envoltura de nuestro yo. Pero esta envoltura del yo, tal como la tenemos aquí en la tierra como seres humanos, sólo se ha incorporado a nuestro ser durante esta existencia terrenal.

Ahora bien, en la actualidad vivimos, mejor dicho, vivimos desde hace mucho tiempo en una época intelectualista. Las personas comprenden lo que les rodea en el mundo tal y como se comprende hoy en día, mediante el intelecto, mediante el conocimiento intelectual. Todo lo que le llega a la gente hoy en día como educación, como civilización, está orientado hacia este conocimiento externo. E incluso cuando sentimos, el sentir permanece amortiguado y onírico. Lo que también se vuelve claro para el hombre en el sentir es precisamente lo que el mundo de hoy le transmite, desde su ciencia autorizada, como conocimiento externo. De modo que hoy, desde el momento en que el hombre es escolarizado, recibe dentro de nuestra civilización ordinaria como vida anímica interior, sólo lo que es dominio intelectual del entorno. Pero, ¿Hasta qué punto funciona eso que es dominio intelectual del medio? También podría decirlo así: ¿Hasta qué punto penetra en nuestra vida anímica lo que es dominio intelectual del entorno?

Tomemos una persona que hoy es escolarizada a la edad de seis años, en esas escuelas en las que las personas sólo son introducidas al mundo exterior mediante métodos externos. Supongamos que esta persona pasa luego por nuestras escuelas superiores. Luego puede incluso continuar aprendiendo algo, puede pasar por los niveles superiores de educación y absorber todo lo que hace de uno un líder de la humanidad en cualquier campo en términos espirituales. ¿Qué absorbe realmente en su alma una persona cuya vida anímica ha sido moldeada en el sentido de la educación de nuestro tiempo? Sólo absorbe lo que le llega a su yo. No absorbe más que lo que entra en su yo. Lo que le llega al yo no lo absorbe, sino que se lo devuelven aquellas partes de su ser humano en las que el yo está incrustado, pero a las que no se recurre para una actividad autoconsciente real. De ellos toma como reflejos sus pensamientos, sus imágenes de memoria, sus sentimientos, lo que sabe de sus impulsos volitivos. Todo lo demás que él experimenta está atenuado, paralizado. La vida de su alma sólo tiene lugar en el yo. Y todo lo que se le transmite sólo se transmite en la medida en que entra en su yo.

¿Cómo es cuando una persona es abordada por lo que llamamos ciencia espiritual antroposófica? Cuando una persona es abordada por lo que llamamos ciencia espiritual antroposófica, en realidad debe aprender a sentir algo que puede expresarse de forma similar a: reconocer al yo como una entidad que, con una fuerza contra la cual la gravedad es como el soplo de un copo de nieve, se esfuerza hacia un estado en el que nada de lo que la cultura moderna llama dones espirituales juega ya un papel.... . «Al acercarse a la ciencia espiritual antroposófica, el hombre debería realmente llegar a decirse a sí mismo: 

Esta ciencia espiritual antroposófica le plantea una demanda muy especial. Puedes entender cosas que tomas en tu alma como ideas, que otros que sólo viven en la educación de hoy, dicen que son fantásticas o locas, y a las cuales no pueden llegar con su cultura del yo aquellos que viven en la educación de hoy. El yo terrenal no puede comprender lo que la antroposofía dice como un concepto tras otro, lo que se dice sobre el desarrollo de Saturno, el sol y la luna, sobre la naturaleza anímico-espiritual, y física del ser humano. Piénsese que si se le pide a un verdadero filósofo de hoy, que no se haya vuelto loco o «cuerdo» hasta el punto de «considerar a Darwin como una comadrona y al mono como un artesano», si se le pide a un verdadero filósofo de hoy que comprenda que el espíritu del hombre, del que tanto habla, -pero sólo habla palabras, el filósofo de hoy-, sólo puede comprenderse en relación con las jerarquías superiores; que el alma del hombre sólo puede comprenderse según el pensar, el sentir, la voluntad, ¡y que para ello se ha de mirar entre los miembros cuerpo físico, cuerpo etérico, cuerpo astral y yo! Y ahora incluso cabe esperar que tal filósofo vea las semillas del futuro del mundo en las envolturas del cuerpo humano, ¡que ya considera fantásticas! Por supuesto, con lo que alcanza a ver el yo de hoy en día no se puede llegar a esta conclusión. Si ahora uno es capaz de conectar, de vincular algo de la vida anímica con estas ideas grotescas, -uno mismo no necesita ser clarividente, sino sólo aceptar las cosas del clarividente como ideas-, entonces uno no hace esto en el yo, sino en el cuerpo astral. Los pensamientos sombríos que uno recibe hoy en el yo como reflejo del cuerpo astral no sobrecargan el cuerpo astral.

Se puede tener esto con la cultura del yo. Porque si esto es el cuerpo astral (ver dibujo, rojo) y aquí el yo (verde), entonces todo lo que el hombre moderno experimenta está aquí en el yo, y sus pensamientos no son otra cosa que lo que el cuerpo astral arroja al yo como imágenes de sombra (amarillo). No hay necesidad de esforzarse. Uno se deja gobernar por el yo, que acaba de recibir a través de la organización terrenal. Realmente no hay necesidad de esforzarse. Uno construye un microscopio, coloca un espécimen bajo él, sigue a un espécimen, a un segundo espécimen, mira y compila las imágenes-sombra del pensamiento, realiza algunas operaciones de cálculo, que también tienen lugar en sí mismas, ya que se dan como operaciones-sombra. Puede ser completamente pasivo en relación con su co-experiencia interior del mundo. A continuación, se desarrolla aún más esta pasividad pasando del trabajo interior a la observación, pero no en el sentido goetheano. Ya no te gusta ir a conferencias en las que tienes que pensar a lo largo de ellas, sino a conferencias en las que se llevan a cabo muchos experimentos, y entre los experimentos, en el desagradable ruido a través del cual se explican los experimentos, te quedas dormido. O incluso puedes ir al cine. No hay necesidad de estar activo de ninguna manera.

Así es la cultura del yo. Irá cada vez más lejos. Pero ahí es donde entra la ciencia espiritual antroposófica: No se puede hacer así. Un teólogo contemporáneo ha dicho que no leería la «Crónica Akáshica» aunque yo se la diera en un espléndido ejemplar ilustrado. Pero él no debe temer que se le entregue la «Crónica Akáshica», porque uno debe apropiársela de tal manera que coopere de un modo interiormente formador. Si se pretendiera realmente simbolizar y fijar artísticamente lo que se encuentra en la «Crónica akáshica» - este teólogo, ni siquiera entonces podría hacer nada con tal «espléndida copia ilustrada» de la «Crónica akáshica», porque él daría el valor principal a lo "ilustrado".

Con la ciencia espiritual antroposófica, se tiene que cooperar interiormente, de lo contrario, por supuesto, sólo se oyen palabras, que se pueden considerar fantasía de la manera que se quiera. Pero tiene uno que aprender a amar esta cooperación interior. Tiene que decidir hacerlo. Es incómodo, pero cuando uno se decide a hacerlo, se da cuenta de que le refresca, de que le hace más fresco en cuerpo y alma.

Sé que algunas personas también se oponen a este refrescamiento. Pero les gustaría adquirir lo que se supone que deben adquirir mediante la cooperación activa del cuerpo astral en una comprensión difícil de desarrollar, mediante el mero pensar pasivo, del mismo modo que ese teólogo probablemente preferiría que le pusieran en el cine toda la «Ciencia Oculta en Esquema». Pues estos son aproximadamente los términos que emplea en el ensayo, donde habla de la « espléndida edición ilustrada» de la «Crónica Akáshica».

En resumen, a través de la ciencia espiritual antroposófica entra en actividad algo que no es el mero yo, sino el cuerpo astral. Sin embargo, también hay personas que sienten esto cuando leen un libro antroposófico. Sienten como si algo se arremolinara en su interior. Ahora están provistos para moverse interiormente sólo de forma pasiva, como una sombra del pensamiento. Ahora comienza a arremolinarse algo parecido a una mente activa. Sienten como si tuvieran piojos dentro, y entonces se ponen nerviosos por este torbellino interior, y entonces dicen: Eso no es saludable. Y luego se quejan de estas cosas difíciles que se presentan a la gente en la ciencia espiritual antroposófica. Y en particular los que luego pueden observar a personas tan extrañamente afectadas como hermanos, hermanas, tías y tíos, adoptan entonces la queja de que la antroposofía es algo que pone nerviosa a la gente.

Pero cómo están las cosas si ahora preguntamos: ¿Cuál es la relación entre la cultura del yo que el hombre absorbe inicialmente durante su estancia en la tierra y la cultura de la que puede apropiarse a través de la ciencia espiritual antroposófica? Un simple dibujo esquemático puede aclararlo. Supongamos que tenemos aquí la Tierra (véase el dibujo, en rojo). Estaría precedida por la luna, el sol y Saturno. Tendríamos a Júpiter (verde) como el siguiente planeta que se transforma de la Tierra después de que ésta se haya acercado a su desaparición. Esos miembros del ser humano que son, ahora como gérmenes, el cuerpo físico, el cuerpo etérico, el cuerpo astral, están ahora intensamente implicados en Júpiter; pero el yo sólo bajo cierta condición. Porque si el yo no absorbe más que lo que puede absorber a través de la cultura terrestre, entonces esta conciencia del yo también se acaba con la tierra, entonces el ser humano se habrá convertido en un yo terrestre, y dejará de ser un yo terrestre con la tierra. Debe desarrollarse en otras formas.

Pero cuando el ser humano se ha desarrollado en su cuerpo astral, cuando ha puesto su cuerpo astral en actividad, entonces esta actividad también irradia hacia su yo. El ser humano tiene entonces una entidad en la que el yo y el cuerpo astral están activos interiormente. No se siente como si, como he dicho antes, tuviera piojos en su interior, sino como si estuviera impregnado interiormente por fuerzas vitales fuertes y sanas, por tales fuerzas vitales que ahora lo conectan con lo que ya está saliendo de las envolturas de su cuerpo como germen hacia futuras metamorfosis terrestres, para desarrollarse aún más en futuras metamorfosis terrestres.

La ciencia espiritual antroposófica debe considerarse definitivamente como algo vivo. No se limita a dar al hombre una teoría o una visión teórica del mundo, sino que le da la fuerza vital que puede llevarle más allá de la mera existencia terrenal.

En particular, si tomamos muy en serio el tipo de conocimiento que hemos dejado que se despliegue ante nuestras almas en las tres últimas conferencias, si situamos al ser humano según espíritu, alma y cuerpo en el devenir del mundo entero y sentimos algo del contenido humano interior, nos enriquecemos con ello, entonces incorporamos a este ser humano algo que lo lleva más allá de la existencia terrena. Pues bien podría darse el caso, -aunque esperemos que no sea así-, de que la gente, por cansarse de ella en la forma antes caracterizada, rechace la ciencia espiritual antroposófica. Entonces, sin embargo, la envoltura humana también seguiría desarrollándose, pero sería ocupada por seres distintos de los hombres, y éstos se hundirían en una existencia inferior a aquella a la que están destinados.

Eso, al fin y al cabo, es lo que hace que unos pocos en el presente se inquieten por el futuro cósmico del hombre, lo que hace que unos pocos sospechen que el hombre podría perderse en el universo por su propia culpa. Por lo tanto, deben venir otros cuya visión se extienda más allá de la suposición de que "Darwin es una partera y el mono una obra de arte", que no se limiten a creer que en última instancia se habla "bajo la guía de la medicina estándar" sobre "nervios débiles, fatiga, debilidades psicológicas". y así, que no llegan al punto de decirse a sí mismos: "No escribiré más, porque habría que escribir con lombrices intestinales. No leeré más. ¿Quién está ahí para leer? ¿Los antiguos y honestos Titanes envueltos en papel de sándwich?».

Pues bien, a pesar de las carcajadas infernales que se levantan en algunos sectores, hay que decir que quienes ya no creen en las «Titánides con alas de Ícaro en papel de sándwich», quienes se dan cuenta de que en realidad sólo hay que «escribir con lombrices» sobre todo lo que está germinando en nuestra cultura de la decadencia, quienes entonces se preguntan: ¿Qué más hay que leer, en qué hay que ocuparse? - que entonces puede preguntarse: ¿Seguimos vivos? - Como ya he dicho, habría que darles literatura antroposófica, a pesar de las risas infernales que se levantan en algunos sectores en la actualidad, y darles un remedio espiritual de alguna manera, si es posible, para que puedan deshacerse de las inhibiciones causadas por la cultura contemporánea, que les impiden absorber lo que el alma necesita absolutamente hoy.

Hoy en día hay muchas personas en el mundo que no saben qué hacer consigo mismas, para las que su cuerpo es demasiado pesado e interiormente demasiado tullido. Es precisamente a estas personas a las que a menudo hay que hacer conscientes con toda seriedad de los impulsos fortalecedores y sanadores que se encuentran en el trabajo real a través de los pensamientos y las ideas de la ciencia espiritual antroposófica. Sólo puedo decir una y otra vez que estas cosas deben tomarse muy en serio. Incluso hoy en día debemos ser capaces de darnos cuenta un poco de cómo están las cosas en nuestro tiempo con respecto a las consecuencias de las direcciones que ha tomado la cultura materialista.

Que ahora también se sienta cuán necesario es que hoy se produzca una renovación de nuestra cultura a partir de fuentes originales.

Más información mañana.

Traducido por J.Luelmo feb.2025


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