GA066 Berlín, 22 de marzo de 1917 - La vida, lo mortal y lo inmortal del alma en el universo

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RUDOLF STEINER

LA VIDA, LO MORTAL Y LO INMORTAL DEL ALMA EN EL UNIVERSO


Conferencia 6

Berlín, 22 de marzo de 1917

Cualquiera que represente la ciencia espiritual en un sentido verdaderamente científico, tal como aquí se entiende, no puede sorprenderse realmente de las numerosas críticas y rechazos erróneos que todavía hoy se le hacen desde todas partes. Pues puede reconocer la importancia y el alcance de los resultados científicos del presente y del pasado reciente, que algunos creen que contradicen esta visión científica-espiritual del mundo. Sin embargo, quienes creen que, apoyándose en el firme terreno de los resultados de la investigación actual, pueden formarse una cosmovisión que no tenga en cuenta las ideas de la ciencia espiritual, es comprensible que aún no estén preparados para emprender un verdadero examen de lo que la ciencia espiritual tiene que decir a favor de sus resultados. Y así surge el hecho de que, en efecto, se puede mostrar que esta ciencia espiritual no sólo está en armonía con todos los resultados científicos justificados del presente, sino que también estos mismos resultados científicos, cuando se consideran adecuadamente, confirman lo que la ciencia espiritual tiene que decir; y, sin embargo, uno debe encontrar oposición, lo que se hace aún más comprensible cuando uno considera los caminos de la investigación científica en cosas más concretas y específicas.

No hace mucho, el profesor Dewar pronunció una conferencia en la Royal Institution en la que trató de hablar de un futuro estado final de la existencia terrestre, basándose en la visión que había obtenido de los resultados científicos del presente. Consideremos por un momento qué ideas tiene este físico, cuya investigación física está plenamente reconocida por mí, sobre un hipotético estado final de existencia en la tierra, estado en el que los habitantes humanos de la tierra que ahora caminan sobre ella, ya no pueden existir. El profesor Dewar intenta utilizar las ideas físicas de que dispone hoy en día, y descubre con cierta justificación unilateral que, según los procesos que el físico puede observar, hay que suponer que la tierra se está enfriando. Y calcula un estado final en el que la Tierra se habrá enfriado hasta, digamos, menos 200 grados centígrados. Él deja escapar la idea de que la Tierra en su evolución seguirá su curso hacia ese estado final. 

A continuación, deja bien claro sobre que todo lo que ahora es agua en el mar se habrá convertido, por supuesto, en sólido desde hace mucho tiempo; que el aire que hoy forma nuestra atmósfera también será líquido, y que a una altura de diez metros por encima de la superficie, la tierra estará cubierta por este aire que se ha vuelto líquido, en forma de mar. El frío que reinará entonces, dice, hará que gran parte de lo que hay hoy en la Tierra parezca diferente. Por supuesto, no sólo cambiará el estado de calor y con él los estados agregados de los cuerpos individuales, sino también muchas otras cosas en la apariencia de lo que entonces se encontrará en la Tierra. 

Así, el profesor Dewar concluye, de nuevo con bastante acierto basándose en ideas físicas, que la leche, que entonces será por supuesto sólida, brillará con luz azul. No sé cómo se producirá esta leche sólida, pero según las ideas físicas brillará con luz azul. Aún más: la clara de huevo será tan luminosa que se podrán leer los periódicos con esta luz, que se puede producir pintando las paredes de las habitaciones con esta clara de huevo. No sé quién leerá entonces el periódico, pues sospecho que la gente habrá muerto congelada hace tiempo, pero Dewar utiliza sin embargo esta confrontación para visualizar el estado anterior de nuestra Tierra según su visión del mundo, y muchas otras cosas. En el aire convertido en líquido, que entonces será el mar, sólo habrá cuerpos ligeros muy gaseosos, hidrógeno, helio, neón, criptón. Describe muy bien cómo uno se sentirá entonces de manera muy diferente, porque por supuesto la resistencia de estos gases ligeros no será tan fuerte como la resistencia del aire para el organismo actual.

Siguiendo las ideas de la física actual, se puede visualizar con gran detalle este estado final de la tierra, y por supuesto tal presentación es aceptada en nuestros días por la gente que «no cree en la autoridad», - hay que decir esto por educación, porque hoy por supuesto nadie cree en la autoridad-, como algo extraordinariamente significativo, lo que muestra finalmente cómo el «físico exacto» tiene que pensar en una visión válida del mundo.

Si ustedes recuerdan lo que yo enumeraba entre las condiciones más importantes necesarias para la investigación en la ciencia espiritual, era que mediante esos ejercicios interiores a los que tiene que someterse, el alma llega gradualmente a lo que he llamado, en palabras de Goethe, ver a través de los ojos del alma; que tiene que someterse, en particular, a una vida en las ideas que se modela en el pensar moral externo. No es que deba confundirse con este último, sino que todo el estado de ánimo que el investigador espiritual tiene que desarrollar en sí mismo debe ser tal que su propio yo se relacione con las concepciones saturadas de realidad por las cuales ha de esforzarse del mismo modo que el hombre se relaciona externamente con las cosas que considera moralmente buenas y con las que considera moralmente malas. Allí uno no está satisfecho con el hecho de que ciertas cosas puedan ser descritas como moralmente buenas y otras como moralmente malas, pero uno sabe que cuando el afecto humano habla a favor del bien, uno debe seguir los buenos impulsos, y cuando el afecto habla a favor del mal, uno debe suprimirlo. Y en la vida exterior uno se comporta en consecuencia, cuando ha desarrollado plenamente todos los poderes de su alma. Así, la relación del investigador espiritual con su propio mundo conceptual debe convertirse en una relación viva, no meramente lógica. Y en la vida de la idea, o representación, lo que ocurre es que ciertas ideas son acariciadas porque son capaces de penetrar en la realidad. Mientras que otras concepciones se anuncian de tal modo que pueden compararse con lo que debe abstenerse en el campo de la vida moral; deben, por así decirlo, alejarse del horizonte de la conciencia. En esta vida interior del alma se revela el surgimiento de los mundos espirituales que entonces han de ser vistos.

Personas como el profesor Dewar se apartan de esa búsqueda de ideas empapadas de realidad precisamente por sus prejuicios o, mejor dicho, «por sus ideas preconcebidas». Para el investigador espiritual, entonces queda claro dónde radica realmente el error en la construcción de tal cosmovisión. Al estilo de esta imagen del mundo con referencia al estado final de la Tierra, podría establecerse una comparación con alguien que calculara el desarrollo de, digamos, ciertos fenómenos metabólicos del hombre a partir de premisas físicas, químicas y fisiológicas bastante correctas. Se podrían interpretar determinados fenómenos metabólicos del cuerpo humano y calcular los estados futuros a condición de que este proceso metabólico se desarrollase uniformemente a lo largo del tiempo de la forma en que lo hace, por ejemplo, entre los 30 y los 40 años del ser humano. Uno observa los procesos individualizados y luego calcula cómo deben desarrollarse en 150 años según los supuestos bastante correctos de la ciencia. La única objeción es que después de 150 años las personas ya no estarán vivas, que ya se habrá producido el estado en el que el alma habrá abandonado el cuerpo y éste ya no está sujeto a las leyes que le impone el hecho de llevar un alma dentro de sí, sino que sigue las leyes físicas y químicas externas del entorno terrenal.

Si hoy se dice algo así, se corre el riesgo de ser acusado de decir algo bastante grotesco, algo bastante tonto. Sin embargo: Cualquiera que no siga al pie de la letra la investigación científica actual, sino que se interese por la forma en que se utilizan determinados supuestos para sacar conclusiones, sabe que lo que acabo de decir a modo de comparación está profundamente justificado. Porque es muy cierto que después de la época en que la leche brillaba tan maravillosamente con luz azul, en que se podían recubrir las paredes con clara de huevo para poder leer los periódicos, a la Tierra le pasaría lo mismo que al cuerpo humano después de 150 años.

Hoy en día está muy extendida la opinión de que la ciencia espiritual forma ideas a la ligera. Y debido a ello se presupone esta comparación de la ciencia espiritual con la ciencia natural, resulta naturalmente de tal manera que se dice: ¡Por un lado, está la ciencia natural, que llega a sus resultados de manera exacta y minuciosa; y por otro lado, está la investigación espiritual, que pretende estar en plena armonía con la ciencia natural, pero que obtiene sus conceptos mediante una especie de fantasía! Para que la ciencia espiritual siga siendo reconocida primero hay que superar los prejuicios de este tipo. Y no es tan fácil llegar a los resultados de la ciencia espiritual. Uno puede estudiar las dificultades que se interponen en el camino de los resultados reales de la investigación espiritual si considera a la gente estudiosa que dedica su vida a la lucha por el conocimiento real, que no se limita a repetir lo que el curso de la investigación externa da hoy, sino que, al estar familiarizada con todos los detalles de la investigación moderna, también lucha por el conocimiento de las condiciones espirituales del mundo.

Estos días, uno podría acordarse de una personalidad tan lúcida, porque el investigador del alma a quien recientemente mencioné aquí en un contexto diferente, Franz Brentano, falleció hace unos días. Los honorables oyentes que están aquí más a menudo saben que sólo muy raramente entro en cuestiones personales por iniciativa propia. Pero hoy quisiera permitirme una observación: que realmente he seguido el camino de investigación de Franz Brentano, el investigador del alma, desde sus comienzos hasta sus luchas posteriores. Y fue precisamente en él donde se pudo ver tan claramente cómo los prejuicios que se interponen en el camino dificultan a los que luchan por la realización del mundo espiritual abrirse paso hasta la plena potencia que es posible en cada época, incluida la actual. Franz Brentano fue obstaculizado de muchas maneras por el hecho de que vivió en los prejuicios de la era científica, mejor dicho no en la era científica, eso hubiera sido su buena fortuna, sino en los prejuicios de la era científica. Y así fue como Brentano, después de escribir algunos escritos intelectuales y profundos sobre Aristóteles, publicó en 1874 una «Psicología», un estudio del alma. Dicho escrito iba a ser el primero de varios volúmenes en los que quería ascender a una comprensión de la verdadera vida espiritual y anímica. El primer volumen permaneció, y Brentano sólo añadió algunas pinceladas más de lo que tenía que decir en escritos más pequeños.

Ciertamente, la vida exterior de Brentano fue accidentada; y cualquiera que sólo mire las cosas externamente quizá podría decir que esta accidentada vida exterior habría impedido a Franz Brentano lograr la recopilación que habría sido necesaria para completar su «Seelenkunde», (estudios del alma). Pero no fue así, sino que Brentano no logró resolver por sí mismo los enigmas del alma. Comenzó a presentarlos en el primer volumen de su «Psicología» de tal manera que el camino le hubiera conducido directamente a donde se encuentra la ciencia espiritual de la que aquí se habla. Pero no pudo avanzar debido a su adhesión a los prejuicios científicos. Y como no quería desarrollar meros conceptos, sino conceptos que contuvieran la realidad, abandonó todo el asunto. 

Cuando Brentano escribió su psicología, ya partía del principio de que podía percibirse la vida interior del alma, pero no observarse. Es una afirmación que parece lo más fundada posible por la sencilla razón de que nosotros mismos somos la vida anímica que desarrollamos. Por tanto, se puede decir: Si surge alguna idea, debemos tenerla; no podemos ponernos frente a ella y observarla. Si la observamos, ya ha pasado, así que primero hay que traerla de nuevo de la memoria. Estas y otras dificultades están presentes. Por eso Brentano piensa que se puede percibir la vida espiritual, pero no observarla. Pero no supo ver que nunca se llegaría a una ciencia del alma si se pudiera observar de la manera que él pretende explicar, a saber, que esta observación sería enteramente según el modelo de la ciencia natural. Si eso pudiera observarse de este modo, es decir, si su vida espiritual permaneciera quieta, no percibiría en esta vida espiritual más que imágenes especulares, imágenes reflejas de una realidad. Sería tan imposible, a partir de estas imágenes especulares, averiguar algo sobre la realidad como lo es captar las imágenes de un espejo o similares. La vida del alma no puede observarse en absoluto si sólo se la pretende observar en el presente inmediato. Por eso hace unas semanas tuve que decir aquí: en la observación de lo anímico-espiritual, no es importante que uno se enfrente a ello, por así decirlo, y luego lo observe como un objeto científico, sino que es importante que uno provoque procesos interiores como éste, por ejemplo: Uno se entrega, como se dice, meditativamente a una idea muy concreta, una y otra vez, pero luego observa también cómo actúa esta idea sin que uno esté presente; En cierto sentido, uno entrega lo que imagina al curso objetivo del mundo, -no hay necesidad de decidirlo desde el principio. Si esto es ahora empujado hacia abajo en el llamado subconsciente, o si es entregado a alguna otra esfera de la existencia del mundo, se hace evidente en el curso posterior de la imaginación. Se deja que lo que se ha traído a la conciencia surta efecto de tal manera que ya no se esté allí. Y cuando uno ha llevado a cabo las otras intensificaciones de la conciencia descritas en el libro «¿Cómo se alcanza el conocimiento de los mundos superiores?», entonces uno se encuentra, sin embargo, con que no puede observar, de la manera que quería Brentano, lo anímico-espiritual que rige en uno mismo sino que debe observarlo visualizándolo en su obrar en el tiempo. El alma sólo se revela cuando se observa en el curso de la vida de una persona; no enfrentándose a ella en el presente, sino observando cómo actúa esta alma entre el nacimiento y la muerte. Y tal observación del alma tiene lugar con la misma exactitud que la investigación científica externa.

Como ya he dicho, si se me permite mencionar algo personal, quizá pueda decir que en las dos últimas conferencias he hablado aquí de las relaciones del alma con el hombre neurosensorial, con el hombre respiratorio, con el hombre metabólico, y he tratado de mostrar, en plena armonía con la ciencia natural, un resultado que creo puede ser de inmensa importancia para la comprensión de la interrelación del mundo. Lo que les he dicho en las dos últimas conferencias, yo aún no lo había formulado de este modo, pero hace ahora exactamente treinta y cinco años que comencé la investigación cuando era muy joven en Viena, investigación que finalmente me llevó a decir lo que he dicho en las dos últimas conferencias. Y me dediqué constantemente a esta investigación. Intenté llevar a cabo esta investigación de la manera que describí el otro día: entregando las ideas a la objetividad para ver qué ocurre con las propias ideas cuando éstas actúan espiritualmente sin que uno esté presente. 

Uno se dará cuenta de que la investigación espiritual es tan exacta como la investigación científica externa. Esto será tal vez necesario si se quiere ampliar el círculo de los que ven en esta ciencia espiritual lo que es necesario para el futuro desarrollo educativo de la humanidad. Sin embargo, resulta que en el camino de esta investigación espiritual los conceptos no discurren tan abstractamente en el alma como cuando uno lleva a cabo una investigación científica exterior, o cuando uno piensa como está acostumbrado a hacerlo con referencia a la vida exterior. Más bien, las representaciones proceden de tal manera que hacia el otro lado, diría yo, que hacia el mundo exterior sensorial, las representaciones, que así son rastreadas en su propio curso cuando uno ya no está personalmente presente, se conectan a través de su propio ser interior con la vida espiritual, con el acontecimiento espiritual, que sólo puede ser observado en su actividad, no en su reposo. El mundo espiritual sólo puede observarse cuando está en plena actividad, de la cual uno es partícipe.

Una observación como la que citaré a continuación, si se emprende sin la condición previa de una formación interior en la actividad de investigación espiritual, no conducirá a nada real, del mismo modo que, cuando se trabaja en un laboratorio químico, no conduce a nada para aquellos que no saben manejar las cosas; sólo después de que uno ha creado las cosas experimentales interiores, la materia se muestra bajo la luz adecuada. Se revela la verdadera forma de lo que algunos pensadores han formulado conjeturas, pero que en realidad apenas han ido más allá de una corazonada: Todo lo que desarrollamos en nuestra vida anímica al entrar en contacto con el mundo exterior, ya sea el mundo exterior inanimado o el mundo exterior vivo, toda esta vida anímica, que normalmente yace en nuestra conciencia, va acompañada de otra vida anímica. Y cualquiera que haya creado las condiciones interiores para observar tales cosas adecuadamente en su interior puede darse cuenta de cómo el alma, -Eduard von Hartmann la llamaría: en el inconsciente, pero este inconsciente al que me refiero aquí difiere del de Hartmann precisamente en que puede hacerse consciente-, está trabajando constantemente en este inconsciente. Junto a la corriente de la vida consciente del alma hay otra que, - esto se puede rastrear si se puede dirigir hacia ella la mirada del alma-, no está sujeta a las leyes a las que está sujeta la vida exterior del alma, y que coinciden naturalmente con el curso de los acontecimientos naturales. Esta vida anímica, a la que ahora me refiero, también está sujeta a leyes, pero estas leyes no coinciden con lo que prevalece como leyes en la vida consciente ordinaria del alma. Para el investigador espiritual, esta vida subconsciente del alma penetra hacia arriba. Para la vida ordinaria también penetra hacia arriba, sólo que uno no sabe que penetra hacia arriba. Uno a menudo cree, por ejemplo, que ha concebido esta idea, este pensamiento, y piensa que todo el proceso se encuentra en la vida consciente ordinaria del alma. No es así, sino que surge de una vida subconsciente del alma.

El investigador espiritual puede ahora rastrear cómo trabajan conjuntamente ambas corrientes de la vida anímica. Y en el fondo, si no se habla de clarividencia en el sentido supersticioso o teórico-místico, sino en el sentido exacto, entonces esta clarividencia no es otra cosa que la capacidad de elevar realmente esta vida anímica paralela y poder convencerse de que efectivamente está sujeta a sus leyes, pero que estas leyes son diferentes de las de la vida anímica consciente. No se desviará hacia ningún estado mórbido o patológico quien, de una manera sana, como se describe en mi libro "¿Cómo se alcanza el conocimiento de los mundos superiores?", se eleve a tales observaciones. Al contrario, ocurrirá lo que indiqué aquí en la última conferencia: hará que su vida anímica sea cada vez más sana si procede correctamente. Pero tal investigador espiritual adquirirá una cierta habilidad para cooperar entre la vida subconsciente del alma y la vida ordinaria del alma. Y mientras que en la vida cotidiana, por ejemplo cuando escuchas a alguien leerte algo, crees que ahora estás entregado con toda tu alma a lo que te están leyendo, como investigador espiritual verdaderamente entrenado ya no crees esto. Uno sabe que la vida subconsciente del alma continúa y a menudo va por caminos completamente diferentes a los caminos de las ideas que se leen en voz alta. Y si uno tiene suficiente virtuosismo para no perder la atención mientras escucha, entonces entre dos palabras que uno escucha, surgen cosas del subconsciente que están tan elaboradas anímicamente como las cosas de la vida consciente del alma, pero que corren paralelas a la corriente de la vida consciente del alma; cosas de una vida anímica completamente diferente.

Ciertos pensadores han sentido esto, por ejemplo, al señalar que una persona no sólo sueña mientras duerme, sino que la vida onírica en realidad continúa durante todo el día mientras está despierta, sólo para ser eclipsada por la vida anímica consciente ordinaria. Esto también es cierto y, sin embargo, a su vez, no es cierto. Sólo es algo parecido a la vida onírica. La vida onírica es solo una sombra caótica de lo que está sucediendo. En el subconsciente, hay una corriente paralela que es tan fugaz para la vida ordinaria del alma de hoy como lo son los sueños, y por lo tanto puede compararse con los sueños, pero que surge de una realidad espiritual.

Observando estas dos corrientes, -la anímico-espiritual y la anímica ligada a la naturaleza exterior-, en su cooperación, se aprende gradualmente a ascender a una concepción que en una única conferencia no puede ser fundamentada en sus detalles, pero que será citada según su resultado. Se aprende a reconocer que la vida anímica ordinaria, tal como la representan acertadamente los psicólogos fisiológicos actuales del tipo de Theodor Ziehen, por ejemplo, a quien mencioné el otro día, tiene como condición necesaria la vida física-corporal externa. Si ahora uno rastrea de nuevo esta vida físico-corporal externa con los medios de la investigación espiritual, entonces se llega a la conclusión de que esta vida físico-corporal externa y, por lo tanto, también la experiencia anímica de la conciencia ordinaria ligada a ella está conectada con aquellos efectos que tienen lugar entre la tierra y el sol. Efectos que sólo son de un tipo más refinado, pero que son similares a los efectos del entorno solar, digamos, sobre el mundo vegetal y similares. Uno aprende a distinguir la conexión real entre las herramientas de nuestra vida anímica consciente ordinaria y la tierra y el sol, también podría decir: todo nuestro sistema planetario, tal y como la astronomía o la astrofísica hablan de este sistema planetario. Pero también se aprende a reconocer que el curso de la otra corriente es fundamentalmente diferente de las leyes que están implantadas en lo físico y, por tanto, también en la vida anímica del hombre a través de la vida sol-tierra. Esta no está conectada en sus leyes con la legitimidad de los procesos conscientes anímico-corporales. Al contrario, a menudo los contradice. Donde en la vida anímica exterior se produce lo que el psicólogo llama una asociación, una reunión de ideas, allí esta vida anímica subconsciente interior lleva a cabo una separación, y viceversa.

Todo esto no son más que alusiones a diferencias de gran alcance entre la experiencia exterior y la interior. Y si uno reconoce así la interconexión entre el alma y el cuerpo, y a su vez entre el cuerpo del ser humano y toda la existencia solar y terrestre, entonces también le surgen ideas sobre un estado final de la propia existencia terrestre; ideas cuya formación es difícil de describir incluso en el lenguaje actual. Sólo puedo decir que todo el mundo sabe cómo puede el astrónomo calcular una constelación futura a partir de una constelación presente, cómo se pueden calcular futuros eclipses solares y lunares. Lo que ocurre aquí mediante el cálculo sucede cuando se encuentra la relación correcta con lo que se aprende sobre las dos corrientes que he indicado en su relación con el estado final de la Tierra. Lo que allí se calcula, aquí se observa interiormente. No se trata de vagas analogías en el sentido de Fechner, sino de una verdadera visión interior del estado final de la Tierra. Porque uno aprende a conocer que algo, que por supuesto no se puede explicar detalladamente en una conferencia, resulta ser un resultado necesario. Quiero llevar a este resultado a través de una comparación.

Es cierto que tal como el hombre pasa por el mundo como un ser corporal, sólo es posible por el hecho de que el alma, -no diré que lo impregna, para que no crean que estoy haciendo hipótesis-, se muestra eficaz en él. Si ya no puede mostrarse eficaz, entonces este cuerpo sigue otras leyes que las que sigue entre el nacimiento y la muerte. Sigue entonces las leyes que debe seguir debido a su relación con el medio físico terrestre exterior. Se funde completamente con su propia legitimidad en la legitimidad terrestre circundante. Con esto quiero comparar el resultado que surge con respecto a la vida de nuestra tierra. Nuestra tierra avanza en su desarrollo, pero en este proceso experimenta transformaciones interiores. Uno no puede enterarse de estas transformaciones si no sabe que en el curso de nuestra tierra desempeña un papel real lo que todos los seres anímicos perciben y desarrollan en su subconsciente tal como se ha indicado. Así como no se puede comprender una planta en su desarrollo si no se puede formar una idea de cómo en la planta de este año, en todas sus leyes de crecimiento, se prepara el germen de la planta del año siguiente, si no se ve en todo el brotar de las hojas y así sucesivamente el desarrollo del germen del fruto de la planta siguiente, así tampoco se puede comprender nuestra tierra si sólo se le aplican las leyes físicas, como hace el geólogo.

Pues lo que experimentamos en nuestro subconsciente se muestra como algo germinal en nuestra existencia terrenal. Si se me permite una expresión que no es del todo correcta, nos entenderemos: Es algo que actúa y vive con nosotros, pero es algo que no tiene nada que ver con la relación entre la tierra y el sol. Y por eso resulta que, al igual que para el ser humano físico llega un momento en que su experiencia espiritual se separa de su experiencia física y lo físico pasa al entorno terrenal exterior, para la tierra llega un momento en que cesan los efectos tierra-sol. Así como los efectos del alma en el cuerpo cesan desde adentro, así los efectos del sol en la tierra cesan desde afuera. Así como el cuerpo y el alma, cuando están separados, no pueden mezclarse, sino disolverse, a partir de cierto momento la tierra se convierte en un cuerpo imposible en el universo. Y del mismo modo que el cuerpo humano se funde en el entorno de la tierra, en sus leyes físicas y químicas, así la tierra, a partir de cierto momento se funde en las leyes que ahora nos rigen en la corriente indicada.

Como pueden ver, con la tierra es al revés que con el hombre. El cuerpo humano pasa al medio terrestre. Lo que es terrestre en la tierra pasa a lo espiritual. Entonces, cuando llega este momento, en este cuerpo terrenal, que entonces habrá muerto de la manera que he descrito, prevalecen esas leyes que podemos percibir en la corriente paralela, que no se corresponden en absoluto con las leyes exteriores de la naturaleza. Y ahí es donde sale a la luz la peculiaridad, que hoy sigue pareciendo una paradoja demencial: que las leyes que hoy llamamos leyes de la naturaleza sólo se cumplen hasta el fin de la Tierra. Y si alguien intenta, a la manera del profesor Dewar, aplicar estas leyes más allá del fin de la tierra, comete el mismo error que si alguien calcula las leyes del metabolismo más allá de la muerte corporal, a lo largo de 150 años. La tierra ya no existirá en el momento que el profesor Dewar calcula, porque se ha transformado en algo espiritual. Y todo lo anímico-espiritual que se puede observar en la segunda corriente, tal como la he descrito, está incluido en lo anímico-espiritual de la tierra, que vive en otras formaciones del universo, en futuras formaciones del universo que no es posible describir ahora. Pero estamos mirando hacia un futuro estado final de nuestra tierra en el que esta tierra habrá pasado por su muerte de tal manera que se habrá fundido en un esencia espiritual. Ni siquiera la leche que se ha vuelto sólida brillará azulada y la clara de huevo servirá de vela, sino que todo lo que ahora está en la tierra bajo la ley tierra-sol, bajo lo que hoy llamamos leyes naturales, vivirá un día bajo leyes muy diferentes, bajo leyes anímico-espirituales, que surgirán de nuestra propia vida interior de la manera que he descrito. Porque hoy ya estamos conectados con aquello en lo que la tierra se va a convertir, a través de lo cual la tierra es inmortal, como un germen. Por eso lo que vive ahí abajo, en la vida del alma, parece estar ensombrecido como un sueño. Es precisamente el germen de los mundos futuros, y somos inmortales en la medida en que vivimos con esa inmortalidad del espíritu universal.

De este modo, sin embargo, se llega a una visión mucho más concreta del mundo espiritual que si se utilizan las abstractas palabras de moda de «panteísmo místico» y demás, con las que tanta gente se siente todavía hoy mucho más cómoda. Lo que aquí se quiere decir, no es que haya que buscar en la ciencia espiritual, un panteísmo vago y nebuloso, sino resultados concretos que se basan en una observación anímico-espiritual exacta.

El ideario educativo general de la época sigue siendo reacio a tales ideas saturadas de realidad, hacia las cuales debe avanzar el investigador espiritual para llegar a una cosmovisión que abarque toda la realidad que podamos alcanzar, no sólo la física externa. Cualquiera que haya participado conscientemente en el proceso educativo de las últimas décadas ha podido notar que a la gente básicamente no le gusta sumergirse en la realidad con sus conceptos, esto se basa en las leyes del desarrollo. La gente de las últimas décadas no se ha tomado el tiempo para captar la vida espiritual viva queriendo llegar a conceptos que viven ellos mismos en un mundo espiritual, sin estar personalmente presentes, sino sólo mirando la vida interior. De ahí estas numerosas personas, a las que me gustaría llamar los «meticulosos» de la ciencia espiritual. Me gustaría llamarlos «obsesionados por los detalles triviales» por la siguiente razón: si has crecido conscientemente con lo que muchas personas han tratado en las últimas décadas como conceptos importantes, ciertamente puedes entender que haya sucedido así, pero también tienes que entenderlo. Desde hace varios siglos hasta nuestros días, algunas personas han reflexionado sobre la convivencia social de las personas. Algunos han llegado a concepciones más individualistas, otros a concepciones más sociales. En los últimos tiempos, el individualismo y el socialismo han protagonizado las más diversas variaciones en la consideración de la convivencia humana, que debe pensarse imbuida del espíritu. Para quienes están acostumbrados a conceptos saturados de realidad, este fluctuar de todos los socialistas e individualistas de los últimos tiempos y hasta nuestros días, si se siguen las corrientes de pensamiento por las que se llegó a ser individualista o socialista, realmente no parece tener ningún fundamento espiritual más profundo, sino más bien como si se tomaran decisiones como quien cuenta botones: Individualista - socialista, individualista - socialista - y contando en qué botón se detiene; sólo que cuando este conteo de botones se hace en el pensamiento no es tan conspicuo. Se fluctúa en tales términos que no son en absoluto adecuados para llegar a la verdadera realidad, como esas sombras conceptuales que tanto se han idolatrado como individualismo y socialismo en las últimas décadas.

Pero el asunto tiene un trasfondo muy serio y está conectado con muchas cosas que son extremadamente importantes para ciertas condiciones del presente. Pues el hombre no siempre necesita saber cómo están conectadas la vida cotidiana ordinaria y la vida social con la representación general del mundo, que surge de sus ideas, sentimientos e impulsos de la voluntad. Pero causará un inmenso daño si, especialmente cuando ocupa un puesto importante, parte de ideas y sensaciones que no están impregnadas de realidad. Si teoriza sobre conceptos puramente científicos de una cosmovisión, como hace el profesor Dewar, estos conceptos aparecen para la ciencia espiritual como delirios que impone a sus oyentes.  Para tal consideración científica de una cosmovisión seguirá funcionando, pero si alguien está animado por el mismo espíritu en la actividad social y transfiere el mismo tipo de espiritualidad a este exterior, entonces tiene un efecto altamente destructivo, y a menudo se busca lo que realmente falta en la vida en puntos completamente diferentes de donde se debería buscar. Porque lo que ocurre en la tierra está conectado. Y del mismo modo que a veces el médico tiene que indicar un tipo de mal completamente distinto del que uno cree desde el principio basándose en una observación superficial, así también el que tiene una visión de conjunto de la cuestión debe a veces buscar los orígenes de algunos males y de algunos efectos devastadores en un lugar completamente distinto del que parece basándose en una observación superficial. Me gustaría citar un ejemplo de ello; pero ¿cómo citarlo en el momento actual, en el que podría parecer influenciado en mi juicio por los acontecimientos de la época que tan dolorosamente nos afectan a todos? Pero con respecto a este ejemplo en particular, tengo una manera de evitar esta apariencia. En 1913, antes de esta guerra, di una serie de conferencias en Helsingfors (GA158), sobre un tema bastante diferente, en el curso de las cuales tuve que hacer una alusión a Wilson, por ejemplo, y voy a leer lo que dije en aquel momento con referencia a Wilson en un contexto diferente. También verán por lo que dije en aquel momento que no dejé de reconocer cierta importancia, cierto espíritu que puede atribuirse a Wilson, pero también verán que no era necesario, para llegar a un juicio sobre este hombre, dejar primero que los acontecimientos de los últimos años o semanas tal vez incluso, -como era necesario para algunos-, tuvieran un efecto sobre ustedes. Ya lo dije en su momento: 

«Hay ensayos muy notables que han aparecido recientemente del Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Woodrow Wilson. Hay un ensayo sobre las leyes del progreso humano».

Por supuesto, Woodrow Wilson también habló entonces de las leyes del verdadero progreso humano.

«Explica muy bien e incluso con ingenio cómo la gente se ve realmente influida por el pensamiento dominante de su época. Y explica muy ingeniosamente cómo en la época de Newton, cuando todo estaba lleno de pensamientos sobre la gravedad, se sentía que las teorías de Newton, que en realidad sólo se aplicaban a los cuerpos del mundo, tenían un efecto sobre los conceptos sociales, de hecho sobre los conceptos del Estado. Los pensamientos sobre la gravedad en particular se pueden sentir en todo. Esto es realmente muy ingenioso, pues basta con leer sobre el newtonismo para ver que palabras como atracción y repulsión, etc., se acuñan en todas partes. Wilson lo subraya con mucho ingenio. Dice lo inadecuado que es aplicar conceptos puramente mecánicos a la vida humana, aplicar conceptos de mecánica celeste a las condiciones humanas, mostrando cómo la vida humana en aquella época estaba prácticamente inmersa en estos conceptos, cómo estos conceptos influían en todas partes en la vida estatal y social. Wilson critica con razón esta aplicación de leyes puramente mecánicas en una época en la que el newtonismo ha sometido, por así decirlo, todo el pensamiento a su yugo. Hay que pensar de otro modo, dice Wilson, y ahora construye su concepto de Estado de tal manera que el darwinismo asoma ahora por todas partes, después de haber demostrado esto de la época del newtonismo».

Lo que yo quería decir entonces era que Wilson ve ahora mirando a una época anterior: Newton se ha incorporado a los conceptos del estado, y ahora nos hemos orientado según él. ¿Qué es lo que hace? Ahora retoma el darwinismo, porque es camarada de la época de Darwin, igual que los hombres eran entonces contemporáneos de Newton. Hace exactamente lo mismo, pero es lo suficientemente ingenuo como para no darse cuenta de ello.

Si todo tipo de personas han estado jugando con los conceptos de individualismo y socialismo, y se han quedado jugando, bueno, eso puede estar bien; pero si ese pensamiento defectuoso, como quise decir en su momento, se utiliza con fines económicos desde una posición importante, entonces tiene un significado completamente diferente. Si quieren conocer nuestra época, entonces tendrán que aprender qué conceptos irreales, que no son más que sombras de algo, dónde se justifican estos conceptos, como en el caso de Wilson estos conceptos sociales, cómo se utilizan tales conceptos sombríos e irreales. Puede que aún estemos muy lejos de tal comprensión; pero no entenderemos la realidad y ni llegaremos a una visión del mundo que corresponda a esta realidad si no somos capaces de ver a través del tipo de envoltorios conceptuales que se utilizan hoy en día en la ciencia y en los campos sociales. De ahí que las personas sean menos capaces de obtener una visión cuando se trata de entrar en el mundo espiritual real y obtener una visión del mundo a partir de él o a través de él. Hay personas que, ya sea por su desarrollo interior vivo o por circunstancias externas, se ven embargadas por el anhelo de reconocer lo espiritual. Pero, ¿dónde suelen buscarlo? Debido a una cierta comodidad interior de pensamiento, no pueden decidirse a buscar lo espiritual allí donde realmente puede encontrarse: en el camino del propio espíritu. Porque eso es difícil, aunque es muy posible, aunque las cosas hayan tardado 35 años, encontrarlas inmediatamente plausibles cuando los resultados salen a la luz. Esto requiere, sobre todo, llevar el alma interior a tal estado de ánimo y condición, a la que los investigadores exactos del presente son a menudo reacios a llevarla. Esto se puede ver más claramente cuando un investigador exacto, que con razón tiene una reputación en el campo de la investigación natural externa, entra en el mundo espiritual.

Entre los libros que, -aparte de la literatura bélica-, más sensación han causado en el mundo anglosajón en los últimos meses figura el escrito por el naturalista Sir Oliver Lodge como su último libro. Este libro tiene una causa especial. Fue impulsado por el hecho de que el hijo del naturalista Lodge, Raymond Lodge, muriera en combate en el Frente Occidental en agosto de 1915. Pues bien, Oliver Lodge siempre tendió hacia una cierta ciencia sobre el mundo espiritual. La muerte de su hijo aumentó su anhelo de penetrar en el mundo espiritual. Y así sucedió, -sólo puedo relatar estas cosas brevemente, pues muchas cosas serán inexplicables, pero relataré el caso para confirmar lo que está relacionado con la corriente de pensamiento que acabo de mencionar-, sucedió de esta manera: Incluso antes de que el hijo cayera, Sir Oliver Lodge había sido informado desde América de que algo le había sucedido a este hijo. <Cuando se lee lo que se ha escrito a la familia Lodge desde América a través de un médium, -como se denomina a estas personalidades-, se tiene la impresión como persona científicamente pensante, -lo que es Oliver Lodge-, o digamos, como persona que piensa en términos de ciencia espiritual: Sí, lo que se le ha escrito podría significar cualquier cosa; en el mejor de los casos puede interpretarse de tal manera que Frederick Myers, el editor de un panfleto sobre la investigación científica de la vida del alma, fallecido hace mucho tiempo, se ocupara del hijo de Sir Oliver Lodge. Pero el asunto podía interpretarse de cualquier manera. Si Raymond Lodge no hubiera muerto, podría interpretarse en el sentido de que Myers le protegería de la muerte en la batalla; después de muerto, podría interpretarse en el sentido de que sería un ayudante, un guía para él en la otra vida. No voy a entrar en lo que hay detrás de esas cosas; no son tan inofensivas como podría pensarse. Ahora Raymond Lodge cayó. Y Sir Oliver Lodge, -que se negaba rotundamente a penetrar en el mundo espiritual en las formas que se propugnan en la ciencia espiritual que aquí se trata para llegar al alma inmortal-, entró en contacto con lo que él consideraba médiums perfectos, y muy pronto resultó para él que a través de estos médiums el alma de Raymond Lodge se daba a conocer, comunicaba realmente toda clase de cosas a través de los médiums: cómo vive ahora, qué deseos tiene con respecto al padre, la familia, etcétera. Ahora bien, yo no mencionaría el asunto si sólo quisiera relatar lo que informan los espiritistas ordinarios, porque no son críticos; incluso cuando Lombroso y Richet están presentes, no son críticos. Pero Oliver Lodge es realmente un hombre que conoce los métodos exactos, que por lo tanto también procede exactamente en tal asunto, de modo que también el que ha gozado de una educación en su pensamiento científico y en su investigación en los métodos de la ciencia natural, y que ha aprendido a entrenar la verdadera conciencia en la ciencia natural, que en el fondo también debería tener el investigador espiritual, podría tener un cierto respeto por la exactitud con que Oliver Lodge procede en la descripción de las cosas que comunica en su grueso libro. Y mientras que en el caso de los informes ordinarios uno siempre ve inmediatamente, por supuesto, si uno está de alguna manera sólo un poco familiarizado con las cosas donde los observadores no han visto nada, donde falta la información sobre los preparativos y demás, con Sir Oliver Lodge uno ve que está informando un hombre que realmente sabe cómo utilizar y describir los métodos científicos.

Ahora bien, una cosa en particular, que Sir Oliver Lodge declara, causó una gran y profunda impresión. No relataré las demás cosas, porque, aunque están expuestas con exactitud, siguen el modelo de otras reuniones. Pero lo que causó una impresión particularmente grande fue esto: Sir Oliver Lodge nos cuenta que a través de los impecables medios de comunicación, -me permito contarles todo esto, porque saben que no represento a esta dirección-, ha salido a la luz que Raymond Lodge se hizo fotografiar con camaradas antes de caer en el Frente Occidental. Y ahora el alma de Raymond Lodge describe la imagen a través del medio, a saber, tres tomas realizadas por el fotógrafo una tras otra, en las que, cuando se fotografía a un grupo, el mismo grupo se sienta allí, y sólo a veces uno, mientras pone las manos sobre las rodillas en una toma, luego las pone sobre la silla o sobre el hombro de su vecino. Este médium, digamos, describe estas fotografías con gran precisión. Si bien se podría, -Oliver Lodge también lo admite-, encontrar algunas conexiones con las otras cosas de tal manera que hubiera tenido lugar alguna sugestión silenciosa, como suele ocurrir con estas cosas, o algún otro proceso que todo investigador espiritual conoce, para transferir al médium lo que estaba vivo en la memoria, en las reminiscencias, especialmente en las reminiscencias subconscientes del difunto Raymond Lodge, -si bien esto fue posible con todo lo demás que había allí, no fue posible con este incidente, porque nadie podía saber nada de estas fotografías. Estas fotografías fueron tomadas en los últimos días antes de la muerte de Raymond Lodge y aún no habían llegado a Inglaterra. Nadie sabía nada, ni la familia ni la médium. Y, en efecto, quince días o tres semanas más tarde, llegaron las tres fotografías, exactamente como las había descrito el médium. Ahora, por supuesto, esto se convirtió para él en un experimentum crucis, una prueba crucial, porque aquí era inmediatamente demostrable: nadie podía saber nada al respecto, algo había llegado de un mundo que no era el mundo en el que Raymond Lodge había vivido antes de atravesar la puerta de la muerte.

Esto no sólo causó una gran impresión en Sir Oliver Lodge, que tenía una gran inclinación por estas cosas, sino también en todo el público interesado en estas cosas. En efecto, Oliver Lodge quedó completamente convencido y pudo convencer también a los miembros de su familia, que hasta entonces se habían mostrado escépticos; el círculo se amplió entonces cada vez más. Es extraño cómo la gente de hoy en día está tan satisfecha de no tener que cargar con la inconveniencia de penetrar en la realidad, cómo se forma conceptos sobre el mundo espiritual de forma desenfadada.

El investigador espiritual sabe que si de estas cosas surge algo de esta manera, ciertamente no es una manifestación de un mundo verdaderamente espiritual. Por eso en la última conferencia llamé a lo que surge de este modo precisamente lo más desalmado, aquello de lo cual aún es más expulsado el espíritu aunque a veces puede imitar al espíritu. Cuando surge algo así, se comporta con el espíritu como la concha muerta del mejillón se comporta con la ostra viva cuando la ostra está fuera. Sale la concha, lo más material, lo más sensual, el vestigio más sensorial, que sólo en sus formas imita a veces lo espiritual. Pues el espíritu debe buscarse por medios espirituales. ¿Pero cómo pudo Oliver Lodge entregarse a tal diletantismo, -se puede decir esto si se conoce la verdadera investigación espiritual? Porque simplemente carece de los conceptos saturados de realidad para juzgar tales cosas. Si él sólo hubiera leído un poco en la rica literatura alemana sobre estas cosas, que naturalmente hoy se tiene poco en cuenta, pero que está ahí, sobre todo desde la primera mitad del siglo XIX, habría sabido que no se trataba de otra cosa que de lo que en la primera mitad del siglo XIX se denominaba deuteroscopia en la vida intelectual alemana. Se citaban fenómenos, como el tantas veces mencionado, en el que alguien, por una condición anímica especial, -incluso Schopenhauer lo citaba-, llega a la conclusión en una especie de conciencia onírica: Entonces y entonces tendrás un accidente allí y allá. Algunos sonámbulos describen tales accidentes en un futuro no muy lejano con tanta precisión que, cuando se caen de un caballo, por ejemplo, describen la escena con exactitud. No se trata aquí de nada que pueda ampliar la percepción humana del mundo espiritual real, sino de una mera expansión de la percepción que se relaciona con la realidad sensorial. Se trata de la transgresión, dentro de ciertos límites, de las fronteras habituales de la percepción del espacio y del tiempo. Ahora bien, en el caso de Raymond Lodge no hubo evidentemente nada distinto de lo que ocurre en tales casos. ¿Qué le indicó el médium a Oliver Lodge? Nada más de lo que ocurrió después. Es cierto que las fotografías no existían todavía en el momento en que el médium las describió, sino que llegaron más tarde. La mirada de Oliver Lodge y su familia está fija en él. Fue un acontecimiento que sucedió; igual que un sonámbulo sueña que dentro de quince días se caerá del caballo. Así que para alguien que sea realmente un investigador espiritual, no es algo que señale el camino hacia un mundo espiritual real, sino algo que se relaciona con el mundo espiritual real como una concha de ostra con una ostra. Lo imita. ¿Pero se puede conjeturar algo en lo que sale a la luz si se toman las cosas en serio? Pero como es más cómodo que entrar realmente en el mundo espiritual, a algunas personas les gustará más explorar algo del mundo espiritual de esta manera. Pero se trata de algo mucho más propio de la materialidad en un fantasma espiritualista que del ser humano físico real. Esta es precisamente la peculiaridad con respecto a la forma en que la verdadera investigación espiritual debe establecerse en la vida educativa de los seres humanos, que esta investigación espiritual se derivará de las aberraciones a las que incluso los grandes pensadores están expuestos, personas que están bastante familiarizados con los métodos exactos de la investigación natural externa.

Ahora bien, del mismo modo que hay que decir que las leyes de la naturaleza, tal como las abstraemos de los fenómenos naturales y las aplicamos al mundo, no son aplicables al estado final de la tierra, en la forma que se ha descrito, puesto que la tierra se transformará sin más con toda la vida anímica y espiritual humana, también se puede decir lo mismo del estado inicial. Allí, sin embargo, hay que aprender que la memoria, -es decir, la vida de las ideas que ya viven en nuestra alma por sí mismas de tal manera que ya no estamos presentes-, se relaciona realmente con la vida corporal. Y si se estudia esto exactamente de la misma manera que he indicado para esa vida anímica que se necesita para el estado final de la tierra, entonces se encuentra que no se puede calcular un estado inicial de la tierra de la misma manera que lo hacen los geólogos actuales, los cuales simplemente toman las leyes físicas y luego calculan cómo podría haber sido la tierra según estas leyes físicas hace tantos y tantos millones de años. También se podrían tomar las leyes del estómago y calcular qué aspecto podría haber tenido un niño de siete años como ser físico hace cuarenta años. Utilizaríamos el mismo método que utiliza hoy el geólogo cuando calcula el estado de la Tierra hace millones de años. En realidad, el cálculo es bastante correcto, del mismo modo que se aplican correctamente los métodos físicos cuando se calcula a partir del metabolismo de un niño de siete años el aspecto que éste podría haber tenido hace cuarenta años, sólo que entonces ni siquiera estaba vivo. Y por lo tanto la única cosa que no es correcta es que en el período de tiempo para el cual el geólogo augura cosas tan hermosas, -como mencioné antes, que el profesor Dewar augura para el estado final de la tierra-, la tierra todavía no estaba allí. Todavía no había surgido de la vida solar diferenciada, todavía no había surgido, todavía no se había elevado. Y para el estado inicial de la tierra, -sólo puedo decir esto brevemente ahora-, el asunto es como sigue: Así como en el estado final de la tierra es necesario que la tierra material, que se encuentra dentro de las leyes de la tierra-sol, se eleve a un estado anímico-espiritual, para que con la unión con este estado nosotros mismos llevemos nuestra inmortalidad-supersensible a través de los futuros cursos del mundo, así también en el comienzo de la evolución de la tierra es necesario que se produjese un descenso, -si se quiere usar la expresión, que no es muy agradable-, de lo anímico-espiritual; pero de tal manera que no se vuelve más espiritual, sino que es abarcado, por así decirlo superado, por aquello que proviene de lo solar. De modo que dentro de lo material se concreta lo que viene de lo espiritual, ya se puede decir: incorporado.  Aquí nos encontramos con el proceso inverso: con el origen de una sustancia espiritual a partir de una sustancia espiritual que se rodea a sí misma, se envuelve - «se envuelve», se podría decir, en contraste con «se desarrolla»- en una sustancia material del mundo del espacio, del mundo del tiempo. Y aquí, también, uno se da cuenta de que las leyes que he mencionado antes para la corriente paralela del subconsciente se aplican al comienzo del desarrollo de la tierra, que las leyes habituales de las matemáticas dejan de aplicarse aquí.

Por grotesco que suene, no deja de ser cierto. Y me gustaría decir: Kant captó una cuarta parte de verdad de esto, mostrando en sus antinomias cómo pueden ser pensados de una o otra manera ciertos estados iniciales y finales; sólo porque él encontró una cuarta parte de verdad, todo el asunto tuvo un efecto paralizante sobre la cosmovisión de la realidad en lugar de ser capaz de promoverla. Pues Kant no sólo habría tenido que creer que el espacio y el tiempo están ligados a la facultad humana de percepción, sino que, si él hubiera penetrado en la verdadera investigación espiritual, habría podido reconocer que la parte anímico-espiritual que vive en el hombre, está estrechamente enlazada a los acontecimientos de lo anímico-espiritual de toda la existencia exterior, en primer lugar de la existencia terrena, y que una investigación de lo anímico-espiritual da como resultado una imagen del mundo verdaderamente científico-espiritual, de modo que se puede decir: nuestro mundo de espacio y tiempo está ligado a la relación del hombre con la tierra.  Por lo tanto, lo que podemos deducir a través de ellas sólo es válido desde el principio hasta el final de la Tierra. Y si se quiere hablar del principio y del fin de la tierra, hay que conocer las otras leyes que están en la otra corriente, de tal manera que surja una imagen verdadera y real del mundo. Entonces, sin embargo, se sabe que el alma del hombre es más antigua que la tierra; que el alma del hombre ya estaba presente en esa espiritualidad que se ha envuelto, que se ha implicado en esas leyes terrestres que surgen de la relación de la tierra con la vida solar.

Por consiguiente, la ciencia espiritual trasciende esa cosmovisión que, según dije el otro día, causaba una impresión tan repulsiva en Herman Grimm, quien, por supuesto, no conocía estas relaciones. He compartido las palabras de Herman Grimm antes, las he compartido muchas veces, pero en el fondo son tan interesantes que siempre se puede dejar que vuelvan a trabajar en el alma. Porque en ellas uno encuentra palabras que prueban cómo debe comportarse un alma cabal ante tales imágenes del mundo como las que el profesor Dewar, por ejemplo, impuso al mundo de la manera descrita, y que se adhieren tan firmemente a la educación del presente que uno, por supuesto, sigue siendo considerado hoy un tipo bastante loco si está de acuerdo con palabras como las pronunciadas por Herman Grimm. A Herman Grimm se lo dejaron pasar. Decían: oh, es un investigador de arte, es... bueno, en general no está familiarizado con las reglas de la ciencia exacta, con sus resultados; eso no es importante. Es una buena razón. Pero al investigador espiritual serio no se le perdonará que cite las palabras de Grimm, que dijo en relación con la visión del mundo de Goethe: 

"Durante la juventud de Goethe, la gran fantasía de Kant-Laplace sobre la formación y anterior desaparición del globo terráqueo, ya hacía tiempo que se había impuesto. De la nebulosa giratoria del mundo, -los niños ya la traen a casa de la escuela-, se forma la gota central de gas, de la que posteriormente se convierte la Tierra y, como esfera solidificándose, atraviesa todas las fases en periodos de tiempo incomprensibles, incluido el episodio de convertirse en la morada de la raza humana, para finalmente volver a sumergirse en el sol como una ceniza calcinada: un proceso largo, pero para el público actual completamente comprensible, para cuyo cumplimiento no fue necesaria más intervención externa que los esfuerzos de alguna fuerza exterior para mantener el sol a la misma temperatura de calentamiento.»

¡Cómo no iban a creerlo los niños, cómo no iban a entregarse a esta fantasía científica! Es tan fácil de demostrar. Sólo tiene uno que plantarse allí como profesor, tomar una gotita formada a partir de una determinada sustancia, coger una pequeña hoja de cartulina y empujarla hacia el plano ecuatorial, hacia el círculo acuatorial de la gotita, clavar una aguja en la parte superior, acercarla al agua; luego girarla y así podrá mostrar cómo se forman tan bellamente las pequeñas gotitas, cómo se forman los pequeños sistemas del mundo. ¿Cómo podría haber algo más probatorio que esto de que la gran estructura del mundo también fue creada según la teoría de Kant-Laplace? Desgraciadamente, -a veces es bueno olvidarse de uno mismo, pero en este caso, cuando se experimenta científicamente, no hay que olvidarse de uno mismo-, el maestro se olvidó de sí mismo. Porque si él no hubiera girado, no habría salido nada del sistema mundial. Si quisiera describir correctamente este proceso, tendría que imaginarse a un enorme profesor erguido en el universo.

teoría Kant-Laplace
En resumen, el asunto es tal, aunque hoy sea generalmente científico, que Herman Grimm puede decir:

«No se puede imaginar una perspectiva de futuro más infructuosa que la que se nos quiere imponer hoy en esta expectativa como científicamente necesaria. Un hueso de carroña, en torno al cual se divirtiera un perro hambriento, sería una pieza refrescante y apetitosa en comparación con este último excremento de la creación, con el que nuestra tierra volvería a caer finalmente al sol, y es el afán con el que nuestra generación acepta y cree tales cosas, un signo de imaginación enferma, que los eruditos de épocas futuras gastarán algún día mucho ingenio para explicar como un fenómeno histórico de la época. Goethe nunca consintió que tal desolación entrara en su mente...».

Así pues, la ciencia espiritual proporciona una imagen diferente del mundo, que permite incluir lo anímico-espiritual tanto en el estado inicial como en el final de la tierra, de tal manera que esta inclusión está realmente tan respaldada como cualquier otro hecho científico, con la salvedad de que estas cosas deben ser investigadas anímico-espiritualmente, no pueden ser hiladas externamente sobre la base de lo que sólo se aplica a los procesos materiales de la tierra, mientras la tierra sea este cuerpo material que es.

Hoy en día, la gente ni siquiera es consciente de las sombras conceptuales en las que vive. Sólo a veces alguien piensa un poco más agudamente; no se libra de esas sombras conceptuales, pero piensa un poco más agudamente y a veces llega a afirmaciones bastante extrañas. Por ejemplo, Eduard von Hartmann, que no podía librarse de los conceptos físicos, pero que era capaz de pensar. Hartmann llegó a pensar más allá de las ideas físicas. Pensaba en términos de estas ideas físicas y tenía el valor de decir lo que se le ocurría. Tomen ustedes un dicho muy agradable:

« El hecho de que exista una naturaleza real, y de que las leyes establecidas por la física sean válidas en esta naturaleza real, no es en sí mismo más que una hipótesis.»

¿Qué hay realmente detrás de esto? Es decir: la física establece leyes; si realmente las piensa uno, toda la naturaleza no es más que una hipótesis. Y es realmente sólo una hipótesis, porque no se puede llegar a la realidad con conceptos físicos. Y si aquellos que se forman una imagen del mundo a partir de conceptos físicos no vieran, -gracias a Dios-, la naturaleza real, el sol que brilla sobre ellos, también seguiría siendo una hipótesis. Sólo les valdría la realidad exterior.

En el terreno espiritual eso hay que hacerlo realidad irrumpiendo activamente en él. Eso no es tan fácil. No viene a uno por sí mismo, como la naturaleza externa. Pero una afirmación como la de Eduard von Hartmann muestra ciertamente que los conceptos que prevalecen son impotentes para alcanzar la naturaleza real, incluso en el terreno físico. Pues quien puede pensar de verdad sabe que la naturaleza está ahí fuera, pero lo que el físico quiere tomar de ella es sólo una naturaleza hipotética.

Es un pensamiento significativo el que expresa Hartmann, aunque, es por supuesto, un pensamiento completamente descabellado. Puesto que se dan las condiciones para ello, llegará un tiempo en que la ciencia espiritual entrará en la vida educativa de la humanidad. Pero habrá que volver a comprender algunas cosas que hoy ya no se comprenden, que sólo se reciben como si fueran palabrería. A menudo me he referido aquí al primer estadio de percepción, como la representación imaginativa que se alcanza al considerar esta segunda corriente de la vida anímica humana, que puede llegar a ser consciente. Hay que penetrar en esta representación imaginativa, que no es una representación imaginaria, sino una vida en la realidad espiritual, para poder captar la realidad. A su vez, uno tendrá que comprender tales representaciones que pueden animar interiormente esta irrupción en la realidad espiritual. 

Es sabido que, durante un tiempo, hubo que desviar la atención del mundo espiritual para poder avanzar en los campos científicos externos. Pero el hombre no debe aislarse del mundo espiritual. Debe encontrarse de nuevo la conexión con la verdadera investigación espiritual.

No hay que creer que haya que romper con todo lo sensato, con todo lo sano, si no se cede a las ideas que una persona como el profesor Dewar da a partir de una falsa interpretación de la física. Sin embargo, hay un cierto aspecto moral en el asunto. Y con respecto a muchas cosas, primero tendrá que imponerse una actitud científica diferente de la que a menudo domina a los científicos hoy en día, si uno quiere acercarse a la exploración de los mundos espirituales de la manera correcta, para encontrar esa paz interior del alma que hace posible experimentar el mundo espiritual de tal manera que el mundo espiritual se haga tangible, que el mundo espiritual esté realmente ahí ante los ojos del alma, no como un panteísmo o misticismo borrosos. También habrá que desarrollar ciertas cosas con respecto a la mirada interior del alma, sobre todo una cierta serenidad y humildad con respecto a la experiencia interior. No lo digo en el sentido sentimental de algunas personas que se llaman a sí mismas místicas, porque no creo mucho en todas estas plantillas de etiquetado. Pero será necesario adoptar un cierto estado de ánimo. Porque el estado de ánimo también se ha vuelto similar a esos conceptos que sólo se aferran a la superficie, y la gente cree que está desarrollando un idealismo especial cuando utiliza los conceptos ensombrecidos habituales para abstraerse un poco de la realidad sensorial externa. Será necesario desarrollar una actitud diferente, porque la actitud de la ciencia también se ha entregado a un mero apego a la vida externa, una actitud que ahora quiero resumir en pocas palabras al final. No deberían ser mis palabras, sino las palabras que utilizó una inteligente personalidad alemana cuando tradujo un libro sobre humanidades: el inteligente Matías Claudio. Permítanme terminar con sus palabras, ya que me gustaría mostrar, en cierto sentido, el poder del alma que debe surgir como una disposición del alma en el estado de ánimo interior si uno quiere ir más allá de esos engaños científicos como los he caracterizado también hoy. Matías Claudio dijo en esta ocasión, al traducir un libro del campo de la ciencia espiritual, -como correspondía a la época en aquel entonces, no como correspondería a la época actual-, que en su prefacio decía:

«... pues si uno es engreído y tonto por un bigote o por la metafísica y la Henriada, si odia y envidia una calabaza más grande» -se refiere a la cabeza- “o la invención del cálculo diferencial e integral, en fin, si uno se deja sujetar y entorpecer por sus cinco yugos” -se refiere a los cinco sentidos- “o por su polihistoria” -es decir, por su erudición externa- »eso parece ser básicamente una cosa y no dos.»

Y como la vida anímica interna está realmente muy ligada a la actitud anímica, será necesario que una actitud, como la expresada en estas bellas palabras de Matthias Claudius, se derrame sobre el anhelo de una exploración del mundo espiritual. Pues cuando el hombre se ha aplicado a sí mismo lo que se indica en estas palabras, entonces, con su sentimiento se encuentra realmente en una relación con el mundo espiritual. Y esto es una preparación para despejar todas las nieblas que se levantan ante el mundo espiritual, sobre todo si uno se deja influir por todas las diversas clases de arrogancia y presunción que están presentes en la formación actual del espíritu.

Traducido por J.Luelmo feb.2025

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