RUDOLF STEINER
LA VIDA, LO MORTAL Y LO INMORTAL DEL ALMA EN EL UNIVERSO
Conferencia 6
Berlín, 22 de marzo de 1917
Cualquiera que represente la ciencia espiritual en un sentido verdaderamente científico, tal como aquí se entiende, no puede sorprenderse realmente de las numerosas críticas y rechazos erróneos que todavía hoy se le hacen desde todas partes. Pues puede reconocer la importancia y el alcance de los resultados científicos del presente y del pasado reciente, que algunos creen que contradicen esta visión científica-espiritual del mundo. Sin embargo, quienes creen que, apoyándose en el firme terreno de los resultados de la investigación actual, pueden formarse una cosmovisión que no tenga en cuenta las ideas de la ciencia espiritual, es comprensible que aún no estén preparados para emprender un verdadero examen de lo que la ciencia espiritual tiene que decir a favor de sus resultados. Y así surge el hecho de que, en efecto, se puede mostrar que esta ciencia espiritual no sólo está en armonía con todos los resultados científicos justificados del presente, sino que también estos mismos resultados científicos, cuando se consideran adecuadamente, confirman lo que la ciencia espiritual tiene que decir; y, sin embargo, uno debe encontrar oposición, lo que se hace aún más comprensible cuando uno considera los caminos de la investigación científica en cosas más concretas y específicas.
No hace mucho, el profesor Dewar pronunció una conferencia en la Royal Institution en la que trató de hablar de un futuro estado final de la existencia terrestre, basándose en la visión que había obtenido de los resultados científicos del presente. Consideremos por un momento qué ideas tiene este físico, cuya investigación física está plenamente reconocida por mí, sobre un hipotético estado final de existencia en la tierra, estado en el que los habitantes humanos de la tierra que ahora caminan sobre ella, ya no pueden existir. El profesor Dewar intenta utilizar las ideas físicas de que dispone hoy en día, y descubre con cierta justificación unilateral que, según los procesos que el físico puede observar, hay que suponer que la tierra se está enfriando. Y calcula un estado final en el que la Tierra se habrá enfriado hasta, digamos, menos 200 grados centígrados. Él deja escapar la idea de que la Tierra en su evolución seguirá su curso hacia ese estado final.
A continuación, deja bien claro sobre que todo lo que ahora es agua en el mar se habrá convertido, por supuesto, en sólido desde hace mucho tiempo; que el aire que hoy forma nuestra atmósfera también será líquido, y que a una altura de diez metros por encima de la superficie, la tierra estará cubierta por este aire que se ha vuelto líquido, en forma de mar. El frío que reinará entonces, dice, hará que gran parte de lo que hay hoy en la Tierra parezca diferente. Por supuesto, no sólo cambiará el estado de calor y con él los estados agregados de los cuerpos individuales, sino también muchas otras cosas en la apariencia de lo que entonces se encontrará en la Tierra.
Así, el profesor Dewar concluye, de nuevo con bastante acierto basándose en ideas físicas, que la leche, que entonces será por supuesto sólida, brillará con luz azul. No sé cómo se producirá esta leche sólida, pero según las ideas físicas brillará con luz azul. Aún más: la clara de huevo será tan luminosa que se podrán leer los periódicos con esta luz, que se puede producir pintando las paredes de las habitaciones con esta clara de huevo. No sé quién leerá entonces el periódico, pues sospecho que la gente habrá muerto congelada hace tiempo, pero Dewar utiliza sin embargo esta confrontación para visualizar el estado anterior de nuestra Tierra según su visión del mundo, y muchas otras cosas. En el aire convertido en líquido, que entonces será el mar, sólo habrá cuerpos ligeros muy gaseosos, hidrógeno, helio, neón, criptón. Describe muy bien cómo uno se sentirá entonces de manera muy diferente, porque por supuesto la resistencia de estos gases ligeros no será tan fuerte como la resistencia del aire para el organismo actual.
Siguiendo las ideas de la física actual, se puede visualizar con gran detalle este estado final de la tierra, y por supuesto tal presentación es aceptada en nuestros días por la gente que «no cree en la autoridad», - hay que decir esto por educación, porque hoy por supuesto nadie cree en la autoridad-, como algo extraordinariamente significativo, lo que muestra finalmente cómo el «físico exacto» tiene que pensar en una visión válida del mundo.
Si ustedes recuerdan lo que yo enumeraba entre las condiciones más importantes necesarias para la investigación en la ciencia espiritual, era que mediante esos ejercicios interiores a los que
Personas como el profesor Dewar se apartan de esa búsqueda de ideas empapadas de realidad precisamente por sus prejuicios o, mejor dicho, «por sus ideas preconcebidas». Para el investigador espiritual, entonces queda claro dónde radica realmente el error en la construcción de tal cosmovisión. Al estilo de esta imagen del mundo con referencia al estado final de la Tierra, podría establecerse una comparación con alguien que calculara el desarrollo de, digamos, ciertos fenómenos metabólicos del hombre a partir de premisas físicas, químicas y fisiológicas bastante correctas. Se podrían interpretar determinados fenómenos metabólicos del cuerpo humano y calcular los estados futuros a condición de que este proceso metabólico se desarrollase uniformemente a lo largo del tiempo de la forma en que lo hace, por ejemplo, entre los 30 y los 40 años del ser humano. Uno observa los procesos individualizados y luego calcula cómo deben desarrollarse en 150 años según los supuestos bastante correctos de la ciencia. La única objeción es que después de 150 años las personas ya no estarán vivas, que ya se habrá producido el estado en el que el alma habrá abandonado el cuerpo y éste ya no está sujeto a las leyes que le impone el hecho de llevar un alma dentro de sí, sino que sigue las leyes físicas y químicas externas del entorno terrenal.
Si hoy se dice algo así, se corre el riesgo de ser acusado de decir algo bastante grotesco, algo bastante tonto. Sin embargo:
Hoy en día está muy extendida la opinión de que la ciencia espiritual forma ideas a la ligera. Y debido a ello se presupone esta comparación de la ciencia espiritual con la ciencia natural, resulta naturalmente de tal manera que se dice: ¡Por un lado, está la ciencia natural, que llega a sus resultados de manera exacta y minuciosa; y por otro lado, está la investigación espiritual, que pretende estar en plena armonía con la ciencia natural, pero que obtiene sus conceptos mediante una especie de fantasía! Para que la ciencia espiritual siga siendo reconocida primero hay que superar los prejuicios de este tipo. Y no es tan fácil llegar a los resultados de la ciencia espiritual. Uno puede estudiar las dificultades que se interponen en el camino de los resultados reales de la investigación espiritual si considera a la gente estudiosa que dedica su vida a la lucha por el conocimiento real, que no se limita a repetir lo que el curso de la investigación externa da hoy, sino que, al estar familiarizada con todos los detalles de la investigación moderna, también lucha por el conocimiento de las condiciones espirituales del mundo.
Estos días, uno podría acordarse de una personalidad tan lúcida, porque el investigador del alma a quien recientemente mencioné aquí en un contexto diferente, Franz Brentano, falleció hace unos días. Los honorables oyentes que están aquí más a menudo saben que sólo muy raramente entro en cuestiones personales por iniciativa propia. Pero hoy quisiera permitirme una observación: que realmente he seguido el camino de investigación de Franz Brentano, el investigador del alma, desde sus comienzos hasta sus luchas posteriores. Y fue precisamente en él donde se pudo ver tan claramente cómo los prejuicios que se interponen en el camino dificultan a los que luchan por la realización del mundo espiritual abrirse paso hasta la plena potencia que es posible en cada época, incluida la actual. Franz Brentano fue obstaculizado de muchas maneras por el hecho de que vivió en los prejuicios de la era científica, mejor dicho no en la era científica, eso hubiera sido su buena fortuna, sino en los prejuicios de la era científica. Y así fue como Brentano, después de escribir algunos escritos intelectuales y profundos sobre Aristóteles, publicó en 1874 una «Psicología», un estudio del alma. Dicho escrito iba a ser el primero de varios volúmenes en los que quería ascender a una comprensión de la verdadera vida espiritual y anímica. El primer volumen permaneció, y Brentano sólo añadió algunas pinceladas más de lo que tenía que decir en escritos más pequeños.
Ciertamente, la vida exterior de Brentano fue accidentada; y cualquiera que sólo mire las cosas externamente quizá podría decir que esta accidentada vida exterior habría impedido a Franz Brentano lograr la recopilación que habría sido necesaria para completar su «Seelenkunde», (estudios del alma). Pero no fue así, sino que Brentano no logró resolver por sí mismo los enigmas del alma. Comenzó a presentarlos en el primer volumen de su «Psicología» de tal manera que el camino le hubiera conducido directamente a donde se encuentra la ciencia espiritual de la que aquí se habla. Pero no pudo avanzar debido a su adhesión a los prejuicios científicos. Y como no quería desarrollar meros conceptos, sino conceptos que contuvieran la realidad, abandonó todo el asunto.
Cuando Brentano escribió su psicología, ya partía del principio de que podía percibirse la vida interior del alma, pero no observarse. Es una afirmación que parece lo más fundada posible por la sencilla razón de que nosotros mismos somos la vida anímica que desarrollamos. Por tanto, se puede decir: Si surge alguna idea, debemos tenerla; no podemos ponernos frente a ella y observarla. Si la observamos, ya
Como ya he dicho, si se me permite mencionar algo personal, quizá pueda decir que en las dos últimas conferencias he hablado aquí de las relaciones del alma con el hombre neurosensorial, con el hombre respiratorio, con el hombre metabólico, y he tratado de mostrar, en plena armonía con la ciencia natural, un resultado que creo puede ser de inmensa importancia para la comprensión de la interrelación del mundo. Lo que les he dicho en las dos últimas conferencias, yo aún no lo había formulado de este modo, pero hace ahora exactamente treinta y cinco años que comencé la investigación cuando era muy joven en Viena, investigación que finalmente me llevó a decir lo que he dicho en las dos últimas conferencias. Y me dediqué constantemente a esta investigación. Intenté llevar a cabo esta investigación de la manera que describí el otro día: entregando las ideas a la objetividad para ver qué ocurre con las propias ideas cuando éstas actúan espiritualmente sin que uno esté presente.
Uno se dará cuenta de que la investigación espiritual es tan exacta como la investigación científica externa. Esto será tal vez necesario si se quiere ampliar el círculo de los que ven en esta ciencia espiritual lo que es necesario para el futuro desarrollo educativo de la humanidad. Sin embargo, resulta que en el camino de esta investigación espiritual los conceptos no discurren tan abstractamente en el alma como cuando uno lleva a cabo una investigación científica exterior, o cuando uno piensa como está acostumbrado a hacerlo con referencia a la vida exterior. Más bien, las representaciones proceden de tal manera que hacia el otro lado, diría yo, que hacia el mundo exterior sensorial, las representaciones, que así son rastreadas en su propio curso cuando uno ya no está personalmente presente, se conectan a través de su propio ser interior con la vida espiritual, con el acontecimiento espiritual, que sólo puede ser observado en su actividad, no en su reposo. El mundo espiritual sólo puede observarse cuando está en plena actividad, de la cual uno es partícipe.
Una observación como la que citaré a continuación, si se emprende sin la condición previa de una formación interior en la actividad de investigación espiritual, no conducirá a nada real, del mismo modo que, cuando se trabaja en un laboratorio químico, no conduce a nada para aquellos que no saben manejar las cosas; sólo después de que uno ha creado las cosas experimentales interiores, la materia se muestra bajo la luz adecuada. Se revela la verdadera forma de lo que algunos pensadores han formulado conjeturas, pero que en realidad apenas han ido más allá de una corazonada: Todo lo que desarrollamos en nuestra vida anímica al entrar en contacto con el mundo exterior, ya sea el mundo exterior inanimado o el mundo exterior vivo, toda esta vida anímica, que normalmente yace en nuestra conciencia, va acompañada de otra vida anímica. Y cualquiera que haya creado las condiciones interiores para observar tales cosas adecuadamente en su interior puede darse cuenta de cómo el alma, -Eduard von Hartmann la llamaría: en el inconsciente, pero este inconsciente al que me refiero aquí difiere del de Hartmann precisamente en que puede hacerse consciente-, está trabajando constantemente en este inconsciente. Junto a la corriente de la vida consciente del alma hay otra que, - esto se puede rastrear si se puede dirigir hacia ella la mirada del alma-, no está sujeta a las leyes a las que está sujeta la vida exterior del alma, y que coinciden naturalmente con el curso de los acontecimientos naturales. Esta vida anímica, a la que ahora me refiero, también está sujeta a leyes, pero estas leyes no coinciden con lo que prevalece como leyes en la vida consciente ordinaria del alma. Para el investigador espiritual, esta vida subconsciente del alma penetra hacia arriba. Para la vida ordinaria también penetra hacia arriba, sólo que uno no sabe que penetra hacia arriba. Uno a menudo cree, por ejemplo, que ha concebido esta idea, este pensamiento, y piensa que todo el proceso se encuentra en la vida consciente ordinaria del alma. No es así, sino que surge de una vida subconsciente del alma.
El investigador espiritual puede ahora rastrear cómo trabajan conjuntamente ambas corrientes de la vida anímica. Y en el fondo, si no se habla de clarividencia en el sentido supersticioso o teórico-místico, sino en el sentido exacto, entonces esta clarividencia no es otra cosa que la capacidad de elevar realmente esta vida anímica paralela y poder convencerse de que efectivamente está sujeta a sus leyes, pero que estas leyes son diferentes de las de la vida anímica consciente. No se desviará hacia ningún estado mórbido o patológico quien, de una manera sana, como se describe en mi libro "¿Cómo se alcanza el conocimiento de los mundos superiores?", se eleve a tales observaciones. Al contrario, ocurrirá lo que indiqué aquí en la última conferencia: hará que su vida anímica sea cada vez más sana si procede correctamente. Pero tal investigador espiritual adquirirá una cierta habilidad para cooperar entre la vida subconsciente del alma y la vida ordinaria del alma. Y mientras que en la vida cotidiana, por ejemplo cuando escuchas a alguien leerte algo, crees que ahora estás entregado con toda tu alma a lo que te están leyendo, como investigador espiritual verdaderamente entrenado ya no crees esto. Uno sabe que la vida subconsciente del alma continúa y a menudo va por caminos completamente diferentes a los caminos de las ideas que se leen en voz alta. Y si uno tiene suficiente virtuosismo para no perder la atención mientras escucha, entonces entre dos palabras que uno escucha, surgen cosas del subconsciente que están tan elaboradas anímicamente como las cosas de la vida consciente del alma, pero que corren paralelas a la corriente de la vida consciente del alma; cosas de una vida anímica completamente diferente.
Ciertos pensadores han sentido esto, por ejemplo, al señalar que una persona no sólo sueña mientras duerme, sino que la vida onírica en realidad continúa durante todo el día mientras está despierta, sólo para ser eclipsada por la vida anímica consciente ordinaria. Esto también es cierto y, sin embargo, a su vez, no es cierto. Sólo es algo parecido a la vida onírica. La vida onírica es solo una sombra caótica de lo que está sucediendo. En el subconsciente, hay una corriente paralela que es tan fugaz para la vida ordinaria del alma de hoy como lo son los sueños, y por lo tanto puede compararse con los sueños, pero que surge de una realidad espiritual.
Observando estas dos corrientes, -la anímico-espiritual y la anímica ligada a la naturaleza exterior-, en su cooperación, se aprende gradualmente a ascender a una concepción que en una única conferencia no puede ser fundamentada en sus detalles, pero que será citada según su resultado. Se aprende a reconocer que la vida anímica ordinaria, tal como la representan acertadamente los psicólogos fisiológicos actuales del tipo de Theodor Ziehen, por ejemplo, a quien mencioné el otro día, tiene como condición necesaria la vida física-corporal externa. Si ahora uno rastrea de nuevo esta vida físico-corporal externa con los medios de la investigación espiritual, entonces se llega a la conclusión de que esta vida físico-corporal externa y, por lo tanto, también la experiencia anímica de la conciencia ordinaria ligada a ella está conectada con aquellos efectos que tienen lugar entre la tierra y el sol. Efectos que sólo son de un tipo más refinado, pero que son similares a los efectos del entorno solar, digamos, sobre el mundo vegetal y similares. Uno aprende a distinguir la conexión real entre las herramientas de nuestra vida anímica consciente ordinaria y la tierra y el sol, también podría decir: todo nuestro sistema planetario, tal y como la astronomía o la astrofísica hablan de este sistema planetario. Pero también se aprende a reconocer que el curso de la otra corriente es fundamentalmente diferente de las leyes que están implantadas en lo físico y, por tanto, también en la vida anímica del hombre a través de la vida sol-tierra. Esta no está conectada en sus leyes con la legitimidad de los procesos conscientes anímico-corporales. Al contrario, a menudo los contradice. Donde en la vida anímica exterior se produce lo que el psicólogo llama una asociación, una reunión de ideas, allí esta vida anímica subconsciente interior lleva a cabo una separación, y viceversa.
Todo esto no son más que alusiones a diferencias de gran alcance entre la experiencia exterior y la interior. Y si uno reconoce así la interconexión entre el alma y el cuerpo, y a su vez entre el cuerpo del ser humano y toda la existencia solar y terrestre, entonces también le surgen ideas sobre un estado final de la propia existencia terrestre; ideas cuya formación es difícil de describir incluso en el lenguaje actual. Sólo puedo decir que todo el mundo sabe cómo puede el astrónomo calcular una constelación futura a partir de una constelación presente, cómo se pueden calcular futuros eclipses solares y lunares. Lo que ocurre aquí mediante el cálculo sucede cuando se encuentra la relación correcta con lo que se aprende sobre las dos corrientes que he indicado en su relación con el estado final de la Tierra. Lo que allí se calcula, aquí se observa interiormente. No se trata de vagas analogías en el sentido de Fechner, sino de una verdadera visión interior del estado final de la Tierra. Porque uno aprende a conocer que algo, que por supuesto no se puede explicar detalladamente en una conferencia, resulta ser un resultado necesario. Quiero llevar a este resultado a través de una comparación.
Es cierto que tal como el hombre pasa por el mundo como un ser corporal, sólo es posible por el hecho de que el alma, -no diré que lo impregna, para que no crean que estoy haciendo hipótesis-, se muestra eficaz en él. Si ya no puede mostrarse eficaz, entonces este cuerpo sigue otras leyes que las que sigue entre el nacimiento y la muerte. Sigue entonces las leyes que debe seguir debido a su relación con el medio físico terrestre exterior. Se funde completamente con su propia legitimidad en la legitimidad terrestre circundante. Con esto quiero comparar el resultado que surge con respecto a la vida de nuestra tierra. Nuestra tierra avanza en su desarrollo, pero en este proceso experimenta transformaciones interiores. Uno no puede enterarse de estas transformaciones si no sabe que en el curso de nuestra tierra desempeña un papel real lo que todos los seres anímicos perciben y desarrollan en su subconsciente tal como se ha indicado. Así como no se puede comprender una planta en su desarrollo si no se puede formar una idea de cómo en la planta de este año, en todas sus leyes de crecimiento, se prepara el germen de la planta del año siguiente, si no se ve en todo el brotar de las hojas y así sucesivamente el desarrollo del germen del fruto de la planta siguiente, así tampoco se puede comprender nuestra tierra si sólo se le aplican las leyes físicas, como hace el geólogo.
Pues lo que experimentamos en nuestro subconsciente se muestra como algo germinal en nuestra existencia terrenal. Si se me permite una expresión que no es del todo correcta, nos entenderemos: Es algo que actúa y vive con nosotros, pero es algo que no tiene nada que ver con la relación entre la tierra y el sol. Y por eso resulta que, al igual que para el ser humano físico llega un momento en que su experiencia espiritual se separa de su experiencia física y lo físico pasa al entorno terrenal exterior, para la tierra llega un momento en que cesan los efectos tierra-sol. Así como los efectos del alma en el cuerpo cesan desde adentro, así los efectos del sol en la tierra cesan desde afuera. Así como el cuerpo y el alma, cuando están separados, no pueden mezclarse, sino disolverse, a partir de cierto momento la tierra se convierte en un cuerpo imposible en el universo. Y del mismo modo que el cuerpo humano se funde en el entorno de la tierra, en sus leyes físicas y químicas, así la tierra, a partir de cierto momento se funde en las leyes que ahora nos rigen en la corriente indicada.
Como pueden ver, con la tierra es al revés que con el hombre. El cuerpo humano pasa al medio terrestre. Lo que es terrestre en la tierra pasa a lo espiritual. Entonces, cuando llega este momento, en este cuerpo terrenal, que entonces habrá muerto de la manera que he descrito, prevalecen esas leyes que podemos percibir en la corriente paralela, que no se corresponden en absoluto con las leyes exteriores de la naturaleza. Y ahí es donde sale a la luz la peculiaridad, que hoy sigue pareciendo una paradoja demencial: que las leyes que hoy llamamos leyes de la naturaleza sólo se cumplen hasta el fin de la Tierra. Y si alguien intenta, a la manera del profesor Dewar, aplicar estas leyes más allá del fin de la tierra, comete el mismo error que si alguien calcula las leyes del metabolismo más allá de la muerte corporal, a lo largo de 150 años. La tierra ya no existirá en el momento que el profesor Dewar calcula, porque se ha transformado en algo espiritual. Y todo lo anímico-espiritual que se puede observar en la segunda corriente, tal como la he descrito, está incluido en lo anímico-espiritual de la tierra, que vive en otras formaciones del universo, en futuras formaciones del universo que no es posible describir ahora. Pero estamos mirando hacia un futuro estado final de nuestra tierra en el que esta tierra habrá pasado por su muerte de tal manera que se habrá fundido en un esencia espiritual. Ni siquiera la leche que se ha vuelto sólida brillará azulada y la clara de huevo servirá de vela, sino que todo lo que ahora está en la tierra bajo la ley tierra-sol, bajo lo que hoy llamamos leyes naturales, vivirá un día bajo leyes muy diferentes, bajo leyes anímico-espirituales, que surgirán de nuestra propia vida interior de la manera que he descrito. Porque hoy ya estamos conectados con aquello en lo que la tierra se va a convertir, a través de lo cual la tierra es inmortal, como un germen. Por eso lo que vive ahí abajo, en la vida del alma, parece estar ensombrecido como un sueño. Es precisamente el germen de los mundos futuros, y somos inmortales en la medida en que vivimos con esa inmortalidad del espíritu universal.
De este modo, sin embargo, se llega a una visión mucho más concreta del mundo espiritual que si se utilizan las abstractas palabras de moda de «panteísmo místico» y demás, con las que tanta gente se siente todavía hoy mucho más cómoda. Lo que aquí se quiere decir, no es que haya que buscar en la ciencia espiritual, un panteísmo vago y nebuloso, sino resultados concretos que se basan en una observación anímico-espiritual exacta.
El ideario educativo general de la época sigue siendo reacio a tales ideas saturadas de realidad, hacia las cuales debe avanzar el investigador espiritual para llegar a una cosmovisión que abarque toda la realidad que podamos alcanzar, no sólo la física externa. Cualquiera que haya participado conscientemente en el proceso educativo de las últimas décadas ha podido notar que a la gente básicamente no le gusta sumergirse en la realidad con sus conceptos, esto se basa en las leyes del desarrollo. La gente de las últimas décadas no se ha tomado el tiempo para captar la vida espiritual viva queriendo llegar a conceptos que viven ellos mismos en un mundo espiritual, sin estar personalmente presentes, sino sólo mirando la vida interior. De ahí estas numerosas personas, a las que me gustaría llamar los «meticulosos» de la ciencia espiritual. Me gustaría llamarlos «obsesionados por los detalles triviales» por la siguiente razón: si has crecido conscientemente con lo que muchas personas han tratado en las últimas décadas como conceptos importantes, ciertamente puedes entender que haya sucedido así, pero también tienes que entenderlo. Desde hace varios siglos hasta nuestros días, algunas personas han reflexionado sobre la convivencia social de las personas. Algunos han llegado a concepciones más individualistas, otros a concepciones más sociales. En los últimos tiempos, el individualismo y el socialismo han protagonizado las más diversas variaciones en la consideración de la convivencia humana, que debe pensarse imbuida del espíritu. Para quienes están acostumbrados a conceptos saturados de realidad, este fluctuar de todos los socialistas e individualistas de los últimos tiempos y hasta nuestros días, si se siguen las corrientes de pensamiento por las que se llegó a ser individualista o socialista, realmente no parece tener ningún fundamento espiritual más profundo, sino más bien como si se tomaran decisiones como quien cuenta botones: Individualista - socialista, individualista - socialista - y contando en qué botón se detiene; sólo que cuando este conteo de botones se hace en el pensamiento no es tan conspicuo. Se fluctúa en tales términos que no son en absoluto adecuados para llegar a la verdadera realidad, como esas sombras conceptuales que tanto se han idolatrado como individualismo y socialismo en las últimas décadas.
«Hay ensayos muy notables que han aparecido recientemente del Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Woodrow Wilson. Hay un ensayo sobre las leyes del progreso humano».
«Explica muy bien e incluso con ingenio cómo la gente se ve realmente influida por el pensamiento dominante de su época. Y explica muy ingeniosamente cómo en la época de Newton, cuando todo estaba lleno de pensamientos sobre la gravedad, se sentía que las teorías de Newton, que en realidad sólo se aplicaban a los cuerpos del mundo, tenían un efecto sobre los conceptos sociales, de hecho sobre los conceptos del Estado. Los pensamientos sobre la gravedad en particular se pueden sentir en todo. Esto es realmente muy ingenioso, pues basta con leer sobre el newtonismo para ver que palabras como atracción y repulsión, etc., se acuñan en todas partes. Wilson lo subraya con mucho ingenio. Dice lo inadecuado que es aplicar conceptos puramente mecánicos a la vida humana, aplicar conceptos de mecánica celeste a las condiciones humanas, mostrando cómo la vida humana en aquella época estaba prácticamente inmersa en estos conceptos, cómo estos conceptos influían en todas partes en la vida estatal y social. Wilson critica con razón esta aplicación de leyes puramente mecánicas en una época en la que el newtonismo ha sometido, por así decirlo, todo el pensamiento a su yugo. Hay que pensar de otro modo, dice Wilson, y ahora construye su concepto de Estado de tal manera que el darwinismo asoma ahora por todas partes, después de haber demostrado esto de la época del newtonismo».
Por grotesco que suene, no deja de ser cierto. Y me gustaría decir: Kant captó una cuarta parte de verdad de esto, mostrando en sus antinomias cómo pueden ser pensados de una o otra manera ciertos estados iniciales y finales; sólo porque él encontró una cuarta parte de verdad, todo el asunto tuvo un efecto paralizante sobre la cosmovisión de la realidad en lugar de ser capaz de promoverla. Pues Kant no sólo habría tenido que creer que el espacio y el tiempo están ligados a la facultad humana de percepción, sino que, si él hubiera penetrado en la verdadera investigación espiritual, habría podido reconocer que la parte anímico-espiritual que vive en el hombre, está estrechamente enlazada a los acontecimientos de lo anímico-espiritual de toda la existencia exterior, en primer lugar de la existencia terrena, y que una investigación de lo anímico-espiritual da como resultado una imagen del mundo verdaderamente científico-espiritual, de modo que se puede decir: nuestro mundo de espacio y tiempo está ligado a la relación del hombre con la tierra. Por lo tanto, lo que podemos deducir a través de ellas sólo es válido desde el principio hasta el final de la Tierra. Y si se quiere hablar del principio y del fin de la tierra, hay que conocer las otras leyes que están en la otra corriente, de tal manera que surja una imagen verdadera y real del mundo. Entonces, sin embargo, se sabe que el alma del hombre es más antigua que la tierra; que el alma del hombre ya estaba presente en esa espiritualidad que se ha envuelto, que se ha implicado en esas leyes terrestres que surgen de la relación de la tierra con la vida solar.
"Durante la juventud de Goethe, la gran fantasía de Kant-Laplace sobre la formación y anterior desaparición del globo terráqueo, ya hacía tiempo que se había impuesto. De la nebulosa giratoria del mundo, -los niños ya la traen a casa de la escuela-, se forma la gota central de gas, de la que posteriormente se convierte la Tierra y, como esfera solidificándose, atraviesa todas las fases en periodos de tiempo incomprensibles, incluido el episodio de convertirse en la morada de la raza humana, para finalmente volver a sumergirse en el sol como una ceniza calcinada: un proceso largo, pero para el público actual completamente comprensible, para cuyo cumplimiento no fue necesaria más intervención externa que los esfuerzos de alguna fuerza exterior para mantener el sol a la misma temperatura de calentamiento.»
En resumen, el asunto es tal, aunque hoy sea generalmente científico, que Herman Grimm puede decir:teoría Kant-Laplace
«No se puede imaginar una perspectiva de futuro más infructuosa que la que se nos quiere imponer hoy en esta expectativa como científicamente necesaria. Un hueso de carroña, en torno al cual se divirtiera un perro hambriento, sería una pieza refrescante y apetitosa en comparación con este último excremento de la creación, con el que nuestra tierra volvería a caer finalmente al sol, y es el afán con el que nuestra generación acepta y cree tales cosas, un signo de imaginación enferma, que los eruditos de épocas futuras gastarán algún día mucho ingenio para explicar como un fenómeno histórico de la época. Goethe nunca consintió que tal desolación entrara en su mente...».
« El hecho de que exista una naturaleza real, y de que las leyes establecidas por la física sean válidas en esta naturaleza real, no es en sí mismo más que una hipótesis.»
«... pues si uno es engreído y tonto por un bigote o por la metafísica y la Henriada, si odia y envidia una calabaza más grande» -se refiere a la cabeza- “o la invención del cálculo diferencial e integral, en fin, si uno se deja sujetar y entorpecer por sus cinco yugos” -se refiere a los cinco sentidos- “o por su polihistoria” -es decir, por su erudición externa- »eso parece ser básicamente una cosa y no dos.»
Traducido por J.Luelmo feb.2025
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