GA068d Stuttgart, 8 de febrero de 1909 - Cuestiones de salud a la luz de la Ciencia Espiritual

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LA NATURALEZA HUMANA A LA LUZ DE LA CIENCIA ESPIRITUAL 

Rudolf Steiner

Cuestiones de salud desde la perspectiva de la Ciencia Espiritual

 Stuttgart, 8 de febrero de 1909


Cuando se pronuncia la palabra «cuestiones de salud», es posible que algunos de nuestros contemporáneos reflexionen sobre cómo influyen nuestras opiniones y puntos de vista, en la vida cotidiana, en la vida en general, en todo nuestro bienestar y nuestras desgracias, precisamente en relación con los hechos y las tareas de la vida a los que se refiere dicha expresión. Cuando se pronuncia la palabra «cuestiones de salud», sin embargo, conviene recordar aquí, en particular, un sentimiento que, de forma más o menos consciente o inconsciente, yace latente en el alma de cada ser humano: que el ser humano considera, con razón, la salud como un bien preciado en esta vida física.

No solo aquel que, con toda su mentalidad y todos sus intereses, se centra únicamente en esta vida física, considera la salud como un bien preciado, sino también aquel que dirige su mente hacia los ideales más elevados de la humanidad, que dirige su mente hacia lo espiritual, también él debe reconocer el bien que es la salud, incluso cuando se dice a sí mismo: Por encima de todo, esta salud me importa porque me permite cumplir mis tareas en el mundo, cuando las tengo, porque cuando de alguna manera se ve dañada, me impide cumplir con estos deberes, con tales tareas en la vida.

Lo que engloba la palabra «salud» está relacionado directa o indirectamente con nuestro destino más elevado, con nuestros objetivos como seres humanos. Por eso, puede que a algunos les resulte deprimente pensar en cómo la salud y la enfermedad se consideran de forma diferente y cambiante, dependiendo de cómo cambien las opiniones y los puntos de vista humanos; y quien sea un observador atento de las profundidades de la vida, habrá visto muchos cambios en esta relación, especialmente en las últimas décadas.

Lo que subyace a todos los esfuerzos relacionados con la salud y la enfermedad, con la curación del ser humano, es, a su vez, solo lo que debemos denominar ciencia de la vida, conocimiento de la vida. ¡Qué cambios se han producido en las últimas décadas en relación con el conocimiento de la vida, mucho mayores de lo que se suele suponer! Al observador de la vida le resultaría muy revelador contemplar la forma en que, a partir de los fundamentos científicos, del conocimiento científico del mundo, surgen las corrientes que conducen a una u otra visión de la enfermedad y la salud, si comparara estas corrientes y estos fundamentos con los de hace 20 o treinta o cuarenta años, tal y como era entonces y tal y como se nos presenta hoy.

Lo que se ha subrayado a menudo en relación con muchos otros ámbitos, es que nuestra época ha dado un paso importante y significativo hacia el materialismo, lo que se puede observar especialmente en el ámbito al que dedicamos nuestra reflexión actual.

Quien sea capaz de echar la vista atrás y contemplar los fundamentos científicos que sustentan el ámbito que hoy nos ocupa, tal y como se configuraban hace 20, 30 o 40 años, puede que, al encontrarse casualmente con este fenómeno, considere que se trata de una personalidad venerable. Yo mismo me topé en su día con esta venerable personalidad y, dado que me parece sintomática de lo que ha cambiado en las últimas décadas, me permito referirme precisamente a la peculiaridad de esta personalidad.

Quienes tuvieron la oportunidad de estudiar en Viena hace ya bastante tiempo pudieron conocer en la facultad de medicina de Viena los fundamentos científicos de nuestro campo de estudio actual y allí conocieron al entonces famoso y muy influyente anatomista Hyrtl, el hombre que sentó las bases para cientos y cientos de jóvenes médicos, los fundamentos que todo médico necesita: los fundamentos anatómicos. Cuando se presentaba ante su audiencia y construía al ser humano a partir de los componentes del organismo humano, que aparentemente debían expresarse en términos muy áridos para su consideración científica, cuando construía al ser humano a partir de los miembros anatómicos, al escucharlo, uno tenía la sensación de que detrás de esa descripción, de esa explicación de la estructura del organismo humano, vivía algo más, algo que provenía de una profunda comprensión de lo espiritual, que construye el maravilloso edificio del organismo humano... había algo... un... en la exposición de Hyrtl había algo que solo se puede expresar así: al igual que la naturaleza creadora misma, al igual que el espíritu de la naturaleza hace brotar de las estructuras individuales toda la construcción del organismo humano, este organismo humano se construía anatómicamente ante los oyentes.

Aquellos de ustedes que han escuchado con frecuencia estas conferencias saben que la ciencia espiritual nos dice que lo que llamamos corporalidad física externa, lo que ven los ojos, las manos pueden tocar y los oídos y los sentidos inferiores del ser humano pueden percibir, es solo una parte del ser humano, solo la parte sensorial externa, que todo lo que la ciencia externa puede ofrecer solo puede ocuparse, en el fondo, de este miembro externo. También saben que, como primer miembro superior de la naturaleza humana, realmente para aquellos que pueden contemplar al ser humano con capacidades superiores, lo que en la ciencia espiritual llamamos el cuerpo etérico o vital: el misterioso arquitecto que está ahí y que construye este organismo humano.

Este cuerpo etérico o vital es algo que, aunque el ojo físico externo no puede verlo, sí que puede verlo el «ojo espiritual» abierto del vidente, como un hecho tan real como los hechos sensoriales externos que ve el ojo externo.

Se podría decir que Hyrtl era un científico y un médico casto; no hablaba de este cuerpo etéreo o vital, pero cuando hablaba de cómo uno se desarrollaba a partir del otro, era como si en sus palabras viviera ese principio del cuerpo vital; y esto era suficiente, tenía un efecto enormemente estimulante, influía en sus oyentes de tal manera que algo cobraba vida en ellos desde las misteriosas profundidades de toda la naturaleza humana, que algo se encendía en ellos de ese anhelo que quiere comprender al ser humano cada vez más profundamente y que no se queda en la superficie...

Poco después se pudo ver que aquellos tiempos en los que se consideraba así esta base científica estaban pasando...

Hay que decirlo desde el principio: esto no se debía únicamente a que Hyrtl fuera un genio especialmente grande, sino a que había crecido en una época en la que, si bien no se tenía un conocimiento del mundo espiritual, al menos se tenía sensibilidad hacia él. Quien observa la vida sabe que hoy en día todo se compone de partes, que tal representación ya no existe en amplios círculos de la ciencia... por lo que debemos destacar aún más que es precisamente la ciencia espiritual la que se centra en el todo, en lo espiritual y vivo que hay detrás de lo sensorial, la que tiene la misión de fertilizar e iluminar lo que el ámbito exterior y sensorial puede ofrecer precisamente para los horizontes que nos interesan hoy en día, pues en el ámbito exterior y sensorial nuestra admirable ciencia está logrando realmente lo más extraordinario... porque no faltan las investigaciones individuales, no faltan los métodos que permiten comprender los hechos externos individuales de la existencia natural y sus conexiones...

Pero lo que la ciencia espiritual tendrá que aportar a esta investigación individual... es el espíritu que abarca la materia...

Ahora bien, precisamente el citado Hyrtl hizo una extraña afirmación, una afirmación que hoy puede ser nuestro leitmotiv y de la que podemos partir hoy. Quizás hoy en día suene extraña para muchos, pero fue pronunciada por un anatomista y médico genial:

Solo el médico puede reconocer las enfermedades, pero puede curarlas cualquiera que sepa qué remedio le sirve.

Una afirmación aparentemente bastante extraña; veamos cómo la ciencia espiritual puede posicionarse al respecto...

Ante todo, debemos ponernos de acuerdo en una cosa, ya que, dada la brevedad que debe caracterizar a la conferencia de hoy, —su tema podría dar para entre 20 y 40 conferencias sin agotar todo lo que hay que decir al respecto—, es necesario que lo que se diga se interprete de tal manera que se reconozca la actitud desde la que se dice. Esta actitud es, en el fondo, la misma que subyace a toda la ciencia espiritual; se puede caracterizar brevemente diciendo que la ciencia espiritual no tiene la función de dar la razón a una u otra tendencia partidista, sino que debe situarse en un plano superior y, precisamente por mirar en las profundidades de la existencia, de la vida, debe adquirir un punto de vista que pueda tener un efecto unificador... Quien observa la vida sabe que las matices partidistas que se enfrentan en el... no suelen ser tales que se pueda decir que uno tiene toda la razón y el otro está equivocado...

Por regla general, hay que decir que aquellos que luchan con consignas, que llevan una bandera, han adquirido sus ideas y opiniones en círculos sociales muy concretos; estos círculos sociales les han influido de forma sugestiva, por así decirlo, y en realidad solo dicen lo que se puede obtener de forma totalmente natural como una visión unilateral de la vida de su círculo social...

Pero la teosofía no debe agitar a favor de una u otra dirección, ni siquiera en el ámbito que nos interesa hoy, el ámbito de la enfermedad, la salud y los métodos de curación... Quizás precisamente el científico espiritual podría sentir la tentación de defender una u otra cosa... porque en cuántas divisiones partidistas vemos hoy dividido ese ámbito en el que el corazón humano quizás más desea intuir la unidad.

La teosofía tiene la tarea de decir lo que es, cómo se comportan las cosas en la vida... y entonces el teósofo confía en que el ser humano, cuando sabe por su conocimiento lo que es, llegará por sí mismo a comprender lo que debe hacer. El punto de vista que se presenta y dice: «Yo también quiero convencer de que se debe hacer esto o aquello, y no...».

La teosofía o la ciencia espiritual nunca deben tener que ver con el «deber», con la exigencia; deben contar objetivamente lo que es y confiar en que, cuando el ser humano sepa lo que es, encontrará en su propia alma la pauta para su «deber»...

Ahora bien, ¿quién podría negar que las corrientes partidistas más diversas, variadas y aparentemente opuestas se enfrentan precisamente en el ámbito de las cuestiones sanitarias... y con qué fuerza y agudeza luchan unos y otros por sus propias convicciones y con qué amargura combaten las convicciones ajenas? Y también hay que decir de antemano que, en particular, la teosofía nunca querrá actuar de forma absoluta contra las ciencias, contra la verdadera actividad científica. Dicho sin rodeos: la ciencia espiritual o la teosofía no pueden permitirse el diletantismo precisamente en este ámbito; lo ideal sería que trabajaran en armonía precisamente con aquellos que al menos tienen la oportunidad de ser expertos en este campo...

Por supuesto, no es posible enumerar aquí todas las corrientes de este ámbito, pero, aunque eso no sea posible, al menos conviene caracterizar algunas de ellas a grandes rasgos. En primer lugar, tenemos la medicina alopática, tan combatida por la llamada medicina natural y por lo que se denomina homeopatía... Habría mucho más que decir, pero debemos esbozar a grandes rasgos... Por el momento, no se trata tanto de lo que podrían aportar los conceptos de la ciencia espiritual, sino de lo que se dice, por así decirlo, de manera popular o científica como característica de las distintas corrientes. Oímos que la medicina parte de la base de que existen enfermedades, daños a la salud, y que hay remedios específicos, remedios de ciertos reinos de la naturaleza, que de alguna manera contrarrestan ciertos daños que llamamos enfermedades; para una enfermedad se indica este remedio, para otra, aquel otro, y la ciencia trabaja de forma cuidadosa y concienzuda para encontrar, a través de la experiencia en el ámbito sensorial, los remedios específicos para tal o cual forma de enfermedad...

Por supuesto, aquí no se pueden entrar en detalles, solo se debe señalar lo característico, como ya se ha dicho. Sin embargo, muchos otros, que defienden el punto de vista de la llamada medicina natural, afirman que todo lo que dice la llamada medicina alopática se basa, en el fondo, en un error... Porque no tiene suficientemente en cuenta las causas profundas de la enfermedad; se fija en la forma en que se manifiesta la enfermedad, pero hay que ir más allá, suponer que las causas son más profundas, que donde aparece una forma de enfermedad hay trastornos más profundos del organismo que solo se pueden remediar interviniendo en este organismo como lo haría la propia naturaleza si dirigiera y controlara el organismo de forma totalmente normal.

Allí escuchamos que, ante todo, lo importante no es tanto combatir las enfermedades individuales, sino investigar aquellas actividades del organismo, aquellas funciones que se han visto mermadas y que, como consecuencia, provocan la enfermedad, y que deben volver a encarrilarse mediante las medidas adecuadas. A continuación, se indican diversos métodos curativos, diversos remedios físicos y de otro tipo...

Por encima de todo, aquí se combate el remedio específico que, según la experiencia, existe para combatir esta o aquella enfermedad. Se lucha con amargura de un lado al otro...

Ahora vamos a caracterizar brevemente, independientemente de lo que piensen unos u otros o yo mismo, cómo piensa, por ejemplo, la medicina homeopática en sus principios fundamentales; ella dice: En lo que nos encontramos inicialmente en la enfermedad no tenemos lo que en un primer momento parece ser un daño, algo insalubre, sino que en los síntomas que se nos presentan tenemos ante nosotros una especie de fuerza que se activa en el organismo para combatir el daño real, que se encuentra más profundo. Así pues, en lo que se nos presenta como síntoma de la enfermedad, tenemos algo que el organismo pone en marcha para sacar a la luz el daño real, más profundo. Por lo tanto, debemos prestar atención a lo que provoca precisamente lo que se manifiesta como síntomas de la enfermedad, debemos investigar qué remedio podemos encontrar en los reinos de la naturaleza que provoque precisamente en las personas sanas los síntomas que se nos presentan en los enfermos. Entonces apoyamos lo que la naturaleza ha iniciado...

Lo que nos parece una enfermedad lo ha iniciado la naturaleza, y debemos ayudarla aplicando los medios que provocan los mismos síntomas en las personas sanas, para apoyar la lucha contra el daño real.

Se podría decir que, con todas estas matices partidistas, en lo que respecta a las teorías, a lo que se da como base lógica, se podría decir que se puede recorrer un largo, largo camino y que, al profundizar un poco en las cosas, pronto se reconoce lo poco acertadas que son en realidad las objeciones de los oponentes correspondientes; y, en realidad, podemos decir que, en todos estos ámbitos, los partidarios aportan argumentos de peso para defender sus convicciones. ¿O no es cierto que hoy en día la medicina científica señala, mediante estadísticas fáciles de elaborar, los grandes éxitos, especialmente en la atención sanitaria externa, como la mejora del estado de salud en las ciudades bajo la influencia precisamente de este método médico... y cómo se señala entonces lo beneficioso que ha sido, precisamente en este sentido, la investigación de muchos remedios específicos en las últimas décadas...

Se pueden señalar grandes éxitos; quienes compararan las condiciones sanitarias de las ciudades de hace aproximadamente un siglo con las actuales serían injustos si no reconocieran lo que ha logrado la ciencia médica en este ámbito. Por otro lado, sin embargo, oímos, y debemos admitirlo, que, aunque estas condiciones han mejorado, no se puede negar que ciertas enfermedades, como las cardíacas, las nerviosas y otras similares, están aumentando de forma alarmante... y esto también hay que admitirlo...

¿No puede entonces el profano decir en ocasiones que, aunque en cierto sentido es cierto que muchas condiciones han mejorado, se están produciendo diversas consecuencias sociales preocupantes?

Basta pensar, por ejemplo, que en el caso de una enfermedad que se ha descubierto relativamente en las últimas décadas, la rigidez del cuello, se señala un germen patógeno del que se dice con razón que pueden ser portadores precisamente las personas que se mantienen sanas y que luego contagian a otras......

¿A dónde se llegaría...?

Por ejemplo, es muy posible y es un hecho que escuelas enteras se hayan contagiado de tal o cual enfermedad transmisible y se haya descubierto que los portadores de los gérmenes eran profesores y profesoras que se mantuvieron completamente sanos; ellos mismos no se contagiaron. ¿Qué tiranía se produciría si se quisiera basar una legislación dogmática en tales casos?

... ¿Cómo crece lo que podríamos llamar el miedo a la enfermedad, el miedo a las misteriosas fuentes de la enfermedad, a través de una forma de pensar que se basa fácilmente en experimentos que no se pueden poner en duda?

Hay que ser realmente partidista para querer combatir esto o aquello con ciertas consignas...

Algunas consignas de la medicina natural, por ejemplo, son como si todos los remedios específicos tuvieran que ser erradicados, como si solo se pudiera llegar a las causas de la enfermedad mediante métodos físicos u otros, como si solo se tuvieran que apoyar las funciones... Hay una consigna que se repite una y otra vez: veneno; todos los remedios específicos son venenos, pero un veneno no puede ser útil bajo ninguna circunstancia. Y se puede observar cómo la palabra «veneno» tiene a veces un efecto tremendamente sugestivo en reuniones enteras. Basta con dejar que estas sugestiones surtan efecto para provocar convicciones que tienen un alcance extraordinariamente amplio. Pero quien sabe lo que es realmente el veneno, sabe que quienes utilizan estas palabras clave son los que menos se han dado cuenta de lo que es el veneno. ¿Qué es el veneno? Los fenómenos, los hechos de la naturaleza, especialmente los de la vida humana, son tan tremendamente complicados que responder a esta pregunta no es nada fácil. ¿Qué es el veneno en la naturaleza?

La belladona, por ejemplo, es venenosa para los seres humanos, pero los conejos pueden comerla sin problemas.

La cicuta... Sócrates tuvo que beber la copa de cicuta para cumplir la sentencia de muerte, pero para las cabras la cicuta no es venenosa en absoluto...

El sulfuro de hidrógeno es sin duda algo muy tóxico para el organismo en cierto sentido; sin embargo, hay pequeños organismos, las llamadas bacterias sulfúricas, un tipo de algas que viven casi exclusivamente de esta sustancia: a partir del azufre construyen su organismo de una manera muy curiosa... y si se les priva del sulfuro de hidrógeno, mueren. Este hecho es un ejemplo de cómo lo material puede encajar en los fenómenos de la vida...

Por lo tanto, la palabra clave «veneno» no debe utilizarse como algo que nos diga qué es lo que realmente hay que combatir...

En el fondo, solo avanzaremos si intentamos acercar cada vez más toda la observación a la ciencia espiritual...

¿Cuál es realmente la diferencia entre los métodos médicos y la medicina natural... en cuanto a sus principios? Aquí vemos una gran diferencia, que el científico espiritual puede caracterizar con bastante precisión desde su punto de vista, sin tomar partido por una u otra dirección...

Para quien conoce las cosas, es simplemente una tontería decir que no hay remedios específicos para tal o cual enfermedad. Pero, ¿en qué consiste la curación con ellos?

Que exista un daño en la enfermedad y que el remedio combata ese daño, que eso pueda suceder, no hay nada que objetar al respecto. Objetar lo positivo, lo que se ha ganado por experiencia, es precisamente estrechez de miras y no sería ciencia espiritual. Pero, ¿con qué se se está tratando en el ser humano cuando se cura combatiendo con medios externos cualquier daño a la salud mediante un remedio? Se está tratando con el cuerpo físico del ser humano, el miembro externo de la naturaleza humana. Dado que el ser humano tiene este cuerpo físico, no hay duda de que también puede ser tratado con un remedio externo de este tipo.

La medicina natural tiene cierta intuición de que hay algo misterioso y sobrenatural detrás del cuerpo físico humano, que lo que compone el cuerpo físico está dominado por el cuerpo etérico o vital... El médico no tiene por qué creerlo, pero se posiciona desde el punto de vista de que hay algo que actúa y teje como algo vivo detrás del aparato físico. El médico naturista tiene una idea de este cuerpo etérico o vital y trata, por así decirlo, de no dar tanta importancia a lo que se puede constatar externamente con medios físicos, sino que se remonta a lo que hay detrás de lo físico, de lo constatable. Esto es muy importante, pero la presión del pensamiento materialista es demasiado fuerte como para que pueda ascender al verdadero conocimiento espiritual de la naturaleza humana. Sería espantoso que alguien que se jactara de ser científico quisiera hablar de que lo visible tiene su origen en lo invisible, lo sensual en lo suprasensorial.  Por lo tanto, solo se puede intuir que existe algo así, pero no se puede hablar de ello como si fuera una realidad. Si se habla de ello y se ha obtenido la convicción a partir de la ciencia espiritual, si se han reconocido las razones internas que conducen a este miembro suprasensible de la naturaleza humana, entonces no se puede detenerse ahí, sino que se pasa a otros miembros de la naturaleza humana... entonces, con la ciencia espiritual más pura, se entra en los misterios de lo invisible, que sin embargo es muy real y verdadero.

Luego se avanza y se aprende que en este cuerpo físico humano no solo existe un cuerpo etérico o vital que distingue al ser humano de todo lo que nos rodea y que aparentemente carece de vida... Este cuerpo etérico o vital lucha constantemente contra el cuerpo físico para que este no siga sus sustancias físicas y fuerzas químicas durante la vida. Porque cuando este cuerpo vital se retira del cuerpo físico, el cuerpo físico del ser humano sigue a las sustancias y fuerzas físicas, pero entonces se convierte en un cadáver. Sin embargo, durante la vida, el cuerpo etérico o vital lucha constantemente contra la descomposición del cuerpo físico...

Así pues, en el cuerpo etérico tenemos al creador, al arquitecto del cuerpo físico del ser humano o de cualquier ser vivo, que se encuentra detrás de este cuerpo físico.

A continuación, pasamos a lo que llamamos el cuerpo astral. Este es el portador del placer y el dolor, la alegría y la tristeza, de todas las sensaciones e ideas fluctuantes, de todo lo que son los impulsos, los deseos y las pasiones, los instintos. Pero además de esto, llegamos a un cuarto miembro, el portador de la autoconciencia propiamente dicha, el portador del yo.

Estos cuatro miembros conforman al ser humano en su totalidad, y si queremos contemplar al ser humano en su totalidad, no podemos hacerlo de otra manera que considerando que los miembros superiores, los suprasensibles, son los verdaderos creadores de los miembros inferiores, los más sensoriales. Todo lo que ocurre en los miembros inferiores proviene de lo que ocurre en los miembros superiores...

Por lo tanto, no solo hay que avanzar hasta la intuición de un cuerpo etérico o vital, sino que hay que tener en cuenta que deben existir causas más profundas, mucho más profundas, precisamente en el cuerpo astral y en el alma y el espíritu del ser humano, si se quiere llegar a comprender la enfermedad y la salud. Aquí no es tan fácil encontrar las causas de las enfermedades. Este portador de placer y dolor, instinto, deseo y pasiones, expresa lo que hay en él en el cuerpo etérico y en el cuerpo físico. Si en el cuerpo astral vive algo malsano, como pasiones, impulsos e instintos erróneos, esto tiene que afectar al cuerpo etérico y al cuerpo físico:

Sí, pero, nos dice alguien, consideremos a un ser humano; ¡qué contradicción puede existir entre sus sensaciones sanas, sus instintos sanos, y las enfermedades que padece a pesar de ello! Entonces hay que seguir completamente la ciencia espiritual y tener claro que lo que llamamos la esencia más íntima del ser humano, la verdadera individualidad del ser humano, es algo que está envuelto por la envoltura física, pero que sigue caminos completamente diferentes en su desarrollo a los de esta envoltura física. Cuando se observa el núcleo del ser humano, se dice: este ser humano es la confluencia de dos corrientes...

Observemos al ser humano que se nos presenta en la vida. En primer lugar, es el resultado de la herencia, el resultado de lo que proviene del padre, de la madre y de los antepasados...

Pero en todo lo que se transmite de generación en generación, en todo ello vive algo muy diferente, algo que ahora tiene que ver con el cuerpo astral y el yo. Y cuando nos encontramos con una persona, no solo vemos lo que hemos heredado de la cadena generacional, sino también lo que ha descendido del mundo espiritual como esencia espiritual. Contemplamos lo que se denomina reencarnación, el núcleo más íntimo del ser, que se prolonga de una vida a otra. Esto se une con lo que hay en la línea hereditaria, impregna y fortalece lo que se hereda del padre y de la madre. Y aunque hoy en día no veamos cómo los instintos y los impulsos de la individualidad afectan al cuerpo físico de forma enfermiza o saludable, lo veríamos si miráramos lo que el ser humano ha sido en su vida anterior.

Si reconocemos esto, podemos aprender a ver en nuestra vida actual las pasiones, los instintos y los deseos que provienen de lo que hemos traído de nuestras vidas anteriores y que actúan como causas de enfermedad en esta vida actual, aunque no los hayamos adquirido en ella.

Y aquí comienza lo que el conocimiento de la esencia del ser humano puede proporcionar como base adecuada para evaluar el método de curación.

¿Podemos ver de alguna manera cómo el cuerpo astral indica lo que tiene que decir en relación con lo que hace que el cuerpo físico esté sano o enfermo?

Un ejemplo: alguien tiene que educar a un niño... Se tiene la idea estereotipada de que tal o cual cosa es buena para la naturaleza infantil. En lugar de una estricta individualización, también en lo que respecta a la salud, se tiene la opinión de que hay muchas enfermedades, pero solo una salud. Sin embargo, en realidad hay tantas saludes como personas hay. Cada persona tiene su propia salud, sus propias condiciones para estar sana. Sin embargo, con conceptos estereotipados se puede estropear todo lo posible en un niño. Por ejemplo, el niño no quiere comer tal o cual comida. Naturalmente, se piensa que es una mala educación. Pero sería mucho más correcto decir: eso es una prueba de que la simpatía y la antipatía no son más que lo que siente el cuerpo astral: necesito esto si quiero actuar de la manera correcta sobre mi cuerpo físico, y lo que el niño rechaza es porque no lo necesita.

Lo que el paladar del niño rechaza o exige expresa lo que es saludable para él. Por lo tanto, es correcto observar cuidadosamente lo que el niño demanda, lo que le apetece. ¿Cuándo el cuerpo astral siente placer, especialmente en la infancia? Cuando lo que disfruta tiene en sí mismo, por así decirlo, una predisposición que se incorpora de manera favorable al organismo. Solo cuando algo ya está corrompido en el orden de la naturaleza humana sana, el placer deja de ser una guía adecuada... Que lo que es saludable para él también le guste y que lo que le enferma no le guste es, en general, la única medida adecuada para la salud, que exista una sensación adecuada para todo lo que ingerimos en nuestro organismo. Se trata, pues, de que hagamos lo más viva posible en nosotros la conciencia de lo que nos hace bien, de que hagamos que nuestro cuerpo astral, portador del placer y el deseo, sea sensible a lo que es saludable para nuestro organismo...

Ahora hay medios para lograr mucho en esta relación... La naturaleza humana es diferente en cada persona, porque una individualidad diferente impregna y atraviesa el exterior.

Un caso que ocurrió: había una persona que desde su más tierna infancia sentía una terrible aversión por cualquier tipo de carne; no podía ni olerla, por así decirlo. Simplemente no podía olerla, no la comía. Al principio se encontraba en un entorno tolerante. Pero llegaron tías y tíos que pensaban que era algo muy extraño no comer carne... Y entonces el buen hombre se dejó convencer, primero para empezar al menos con un poco de caldo, luego para pasar a la ternera y así sucesivamente... pero luego también llegó a la carne de cordero... y pronto terminó con una grave encefalitis, porque para esta persona era absolutamente imposible que su organismo pudiera realizar, con las fuerzas que tenía, lo necesario para digerir la carne. Estaba tan bien preparado que desde muy joven sabía perfectamente lo que era bueno para su salud...

Sin embargo, si se le diera a otra persona la misma comida que era la única adecuada para esta persona, esta podría sufrir un gran daño...

Todas las personas deben ser consideradas como individuos. Y hay innumerables personas que, si quieren seguir viviendo como viven, nunca podrán pasar fácilmente al vegetarianismo.

Se ha dicho que la naturaleza humana no es capaz de realizar el trabajo necesario para transformar lo que obtenemos de las plantas en lo que el organismo humano necesita. En el caso de la alimentación vegetal, el ser humano tendría que realizar en su interior un trabajo que no es capaz de realizar. El trabajo que hay que realizar se le ahorra en parte al obtener su alimento del reino animal, donde parte de ese trabajo ya está hecho y ahora tiene que realizar menos trabajo. Pero esto no se aplica a todos, solo a muchas personas. Para muchos sería perjudicial para la salud tener que emplear las fuertes fuerzas de digestión y procesamiento necesarias para digerir los alimentos vegetales si no pudieran aplicar estas fuertes fuerzas...

Para comprender esto, hay que aceptar la diferencia radical entre el reino vegetal y el reino humano... el reino animal se encuentra en medio.

Existe una contradicción entre el ser humano y la planta... podemos caracterizar esta contradicción, en primer lugar, por el hecho de que algo que existe puramente en la naturaleza física...

El ser humano respira, inhala el oxígeno del aire y exhala el dióxido de carbono. La planta absorbe el dióxido de carbono, separa la conexión, extrae el carbono que contiene y construye su organismo a partir de carbono inerte, meramente físico, y devuelve el oxígeno. Así es la interacción entre el ser humano y la planta. Esto nos expresa, en una parábola externa, una interacción espiritual. Detrás de la planta está su espiritualidad, detrás del ser humano está su espiritualidad. Ustedes saben que una planta no puede prosperar si se le priva de la luz. Miren cómo se marchita. Lo que la planta construye a partir de sustancias inanimadas, lo construye bajo la influencia de la luz... ¡La luz! Cuánto le debemos... de ella tomamos todo lo que necesitamos...

Pero no debemos limitarnos a ver, incluso con la luz, solo lo físico. En lo que es físico en la luz, también hay algo espiritual. Detrás de la luz física también hay algo espiritual. Este aspecto espiritual, que nos llega con los rayos de luz del sol a la Tierra, es lo mismo que vive en nuestro cuerpo astral, esa luz interior que actúa y crea en nosotros, en la luz espiritual, en el aura espiritual. No son más que el espíritu del cuerpo físico, la luz invisible que actúa en nosotros como el cuerpo astral. ¡Eso actúa en nosotros! Y fuera, la luz física del sol actúa sobre las plantas. Y esa es la relación peculiar entre la luz física exterior, que actúa sobre las plantas para que crezcan y florezcan... y la luz espiritual que está en nosotros como nuestro cuerpo astral. Esa es la relación, que son opuestas entre sí...

Lo que las plantas construyen es desgastado, descompuesto y destruido por el proceso que la luz espiritual enciende en nosotros. Y nuestra vida en el cuerpo físico como seres espirituales no podría existir si no estableciéramos, por así decirlo, procesos de destrucción en todo lo que absorbemos. Volvemos a desgastar lo que las plantas han construido. Continuamos de manera opuesta lo que las plantas han comenzado... Así, espiritualmente nos oponemos a las plantas. Y lo que se nos da como alimento del reino vegetal, en realidad lo destruimos...

Nuestro pensamiento es, en su expresión física, un proceso de destrucción. Lo que absorbemos debe ser eliminado, debe ser destrozado. De este modo obtenemos una vida interior...

Lo que nos viene del reino vegetal como alimento nos llega en estado virgen. Lo que nos viene del reino animal no nos llega tan virgen... Al situarse entre la planta y el ser humano, el animal realiza hasta cierto punto lo que el ser humano tiene que realizar... Ya realiza hasta cierto punto lo que el ser humano tendría que realizar por sí mismo... y el ser humano solo puede comenzar con su propia actividad allí donde se encuentra lo que ha recibido. Solo obtiene lo que el animal ya ha hecho de ello...

Veamos al ser humano; es realmente un microcosmos, un resumen de todo lo que ocurre fuera...

Su proceso de alimentación es lo que eleva lo que se extiende en el reino vegetal y lo transforma de tal manera que el cuerpo humano puede convertirse en un instrumento de la conciencia. En este sentido, es un todo, una totalidad. Para el científico espiritual, el animal no es más que una formación unilateral de las cualidades humanas. Cada animal, cada especie animal, representa para el científico espiritual ciertas cualidades especialmente desarrolladas...

Todas estas cualidades, resumidas en una armonía, se compensan unas a otras, y así se obtiene al ser humano...

El animal lleva a cabo el proceso natural hasta cierto punto de unilateralidad... Nosotros adquirimos esta unilateralidad cuando tomamos el alimento ya no virgen del reino animal...

Supongamos ahora que realmente estamos organizados de tal manera que pudíeramos reunir las fuerzas necesarias para procesar los nutrientes vegetales, que tuviéramos en nuestro interior esa gran reserva de energía que solo se utiliza cuando ingerimos alimentos vegetales. ¿Qué ocurre si no lo hacemos, si no llevamos a cabo esa transformación de lo vegetal a lo humano? Entonces, las fuerzas que quedan sin utilizar buscan otras actividades en nuestro organismo.

El abad francés del que les he hablado tenía precisamente esas fuerzas en su interior. Están ahí y tienen que actuar, y si no encuentran una forma saludable de hacerlo, acaban volcándose en otro campo de actividad. El abad murió a causa de esas grandes fuerzas que se manifestaron de forma incorrecta.

Tomemos, por el contrario, a otra persona, por ejemplo, un director de banco, que no conoce nada más que su profesión. Si quisiéramos exigirle que se alimentara de forma vegetariana, no podría hacerlo. No podría sobrevivir así. No puede llevar las sustancias vegetales hasta el punto en que le sirvan para el funcionamiento de su organismo; tiene que dejar que otra parte haga parte del trabajo.

Vemos así una diferencia y una contradicción importantes entre el efecto que tiene la alimentación vegetal y el efecto que tiene la alimentación animal en el ser humano. ¿Qué debe desarrollar quien quiere digerir la alimentación vegetal? ¿Qué hace en ese caso cuando disfruta de la alimentación vegetal? Debe reunir ciertas fuerzas que actúan desde abajo, desde la planta. Son fuerzas que están más en el centro de su ser que las que necesita para procesar los alimentos de origen animal. Son fuerzas que están en él, cuyo trabajo nadie puede hacer por él. Al realizarlo en su interior, también tiene una fuente interna de independencia y fuerza. Su vida interior se vuelve más activa e intensa. Lo que disfruta del reino vegetal hace que su vida interior sea más activa. Sin embargo, esto presupone una vida espiritual más amplia, orientada a la contemplación y al reconocimiento de las grandes conexiones de la vida... Cuando el ser humano se alimenta del reino animal, esto solo es correcto si no tiene precisamente esas fuerzas de independencia. Para los alimentos que el ser humano obtiene del reino animal, utilizará fuerzas internas que le hacen menos independiente, ya que deja que otros hagan parte del trabajo por él...

En relación espiritual, lo que proviene del reino animal estimula lo que hace al ser humano fuerte y vigoroso sin su intervención.

A quien no pueda obtener por sí mismo la energía y el vigor para la vida, la alimentación vegetal no le servirá de nada, solo le debilitará, y tendrá que obtener su fuerza y su energía, por así decirlo, preparadas por los animales.

A partir de estos contextos, ahora podremos comprender fácilmente por qué los pueblos que se alimentan de plantas llevan una vida más dedicada a la contemplación, mientras que los que se alimentan de animales muestran características más belicosas.

Así pues, lo que debe considerarse, por así decirlo, una cuestión de salud y de alimentación está estrechamente ligado a la individualidad del ser humano, a las fuerzas que este puede desarrollar interiormente. Y vemos en el ser humano si, gracias a una alimentación vegetal, adquiere en parte fuertes fuerzas de independencia de su ser interior...

A través de la alimentación vegetal, vemos cómo adquiere todas las fuerzas que necesita para convertirse, por así decirlo, en un ser humano completo, en un ser humano capaz de abarcar diferentes aspectos de la vida. A través de lo que adquiere de la alimentación animal, vemos cómo se encamina hacia áreas especializadas...

Así vemos, a partir de la interacción... a través de lo que... se regulan las grandes cuestiones existenciales para todos los detalles de la vida... Vemos, por así decirlo, cómo se manifiesta la naturaleza interior del ser humano, que hay fuerzas poderosas en él... o que debe dejarse llevar por estas fuerzas poderosas... Vemos, por así decirlo, cómo actúa en él el cuerpo astral... y cómo debe ser esta acción para que se establezca el equilibrio en el organismo humano...

Y cuando hayamos comprendido esto, ya no dudaremos de que mucho, mucho depende de cómo somos capaces de actuar precisamente sobre el cuerpo astral... pero no solo sobre este, sino también de cómo podemos actuar físicamente sobre el cuerpo físico y etéreamente sobre el cuerpo etérico...

Una visión materialista solo querrá actuar sobre lo físico... Tomemos el caso de un enfermo. El pensador materialista observará los síntomas de la enfermedad y calculará: en tal o cual zona hay tal o cual aire, hay tales o cuales condiciones que actúan como un físico sobre otro físico, así sobre el organismo enfermo...

Quien se base en las ciencias espirituales sabrá que, en muchos casos, esta es una conclusión bastante errónea. Sabrá que el efecto debe ser más radical y profundo cuando el ser humano es trasladado a un lugar donde sus experiencias internas pueden estimularse de manera adecuada, donde puede ser verdaderamente feliz y alcanzar la armonía interior. Especialmente en ciertas formas de enfermedad, concretamente en las enfermedades nerviosas, lo más importante será que actuemos directamente sobre el cuerpo astral y, a través de aquello que puede estimular fuerzas poderosas en el cuerpo astral...

Así, si alguien desarrolla en sí mismo esas fuerzas poderosas que se desarrollan a través de la alimentación vegetal, puede ser un buen remedio para compensar incluso daños graves en el organismo. Lo que actúa en el interior cuando se despiertan las fuerzas internas que deben transformar los nutrientes vegetales vírgenes puede eliminar daños graves.

Se puede ver en una persona si se esfuerza por convertir en grasa, mediante sus propias fuerzas internas, los nutrientes vegetales que contienen poca grasa, o si prefiere perder peso disfrutando de la grasa animal... esas fuerzas poderosas que le hacen independiente en su interior... en otras palabras, si la persona es demasiado cómoda como para contribuir un poco a su propia formación de grasa... esto se ve a simple vista, si ocurre o no...

El que no se sobrealimenta con grasas animales, encontrará a su vez en sí mismo la posibilidad de desarrollar las fuertes fuerzas que hay en él, y estas se inclinan cada vez más hacia lo mental, hacia lo espiritual...

Y ahora hay una gran ley general... que dice: todo lo que el ser humano disfruta y contempla solo como sensual, actúa sobre las fuerzas marchitas y moribundas que hay en él... y todo lo que contempla como espiritual, como espiritual, actúa sobre las fuerzas vivificantes y sanadoras del ser humano... y, a la inversa, quien quiera ayudarse en este sentido, puede hacerlo consumiendo, además de carne, suficiente comida vegetal, lo que le ayudará a despertar su interés por el mundo suprasensible...

Quien se moleste en preparar su propia grasa a partir de alimentos vegetales bajos en grasa podrá volverse mucho más espiritual que quien se limita a consumir toda la grasa de los animales...

El siguiente suceso constituye una confirmación grotesca de esto. En Berlín existe una llamada «cultura nudista». Alguien acudió allí inicialmente por puro interés artístico, quería verlo y dejó que el público y luego también lo que se presentaba allí le impactara. Entonces, esta persona salió corriendo rápidamente. Era un público extraño, casi todo ancianos...

Allí donde se parte de la base de que lo sensual actúa sobre lo sensual, existe una atracción por lo que está muriendo en la vida. Y quien busca lo sensual como sensual, podrá ver que se ejercen efectos especiales sobre las partes moribundas de su ser... mientras que el interés espiritual... tendrá un efecto especial sobre las partes germinales y crecientes del ser humano.

La investigación espiritual comienza a dar al ser humano algo que, sin embargo, no es tan cómodo como lo que simplemente se describe... y tampoco tan cómodo como escuchar una conferencia en la que se proyectan imágenes en la pared. Para ello, no es necesario colaborar mucho interiormente.

La ciencia espiritual habla de lo suprasensible, y eso no puede ser tan cómodo. Apela a algo en la naturaleza humana con lo que hay que colaborar, con lo que hay que poner en marcha las fuerzas más activas de nuestro interior... Esta ciencia espiritual se dirige directamente a lo espiritual... a los caminos del alma... No es algo visible... Y nadie afirma que los conceptos, las representaciones y las ideas de la ciencia espiritual sean reales en el sentido de que sean tangibles. En este sentido, no deben ser verdaderos. Pero lo que hoy en día apenas se conoce en amplios círculos, estas llamadas ideas irreales, ¿qué son? Son precisamente las ideas sanas, las ideas fuertes que, si actúan lo suficiente en la naturaleza humana, son al mismo tiempo las ideas fuertes, las ideas vigorosas y sanadoras que actúan hasta en el cuerpo etérico.

Cuando la ciencia espiritual nos guía... despierta en nosotros ideas que, en el sentido más eminente, tienen un efecto sanador desde dentro... sustancia orgánica de tal manera que, por así decirlo, ya ha abandonado sus orígenes y no puede ser reparada por sí misma... Cuanto más ascendemos en la cadena de los organismos...

Cuando se deben desarrollar fuerzas internas para la curación, la fuerza más poderosa es la que emana del espíritu del ser humano, la que se dirige hacia lo rejuvenecedor y lo creciente, y quien apela a estas fuerzas también se encuentra en una buena base en términos de salud... las fuertes fuerzas internas se desatan hasta llegar a los ámbitos más elevados de la cuestión de la salud... Sin embargo, apenas se ha dado un primer paso...

Apenas se comprende algo más que un efecto físico sobre el ser humano... Aquí es donde la ciencia espiritual tiene la misión de abordar las cuestiones relacionadas con la salud de tal manera que se encuentren y existan remedios que no solo actúen sobre lo físico, sino directamente sobre lo espiritual, es decir, sobre lo astral; y que, a través del astral, tengan un efecto curativo sobre lo físico. Aquí, de hecho, la teosofía tendrá una gran tarea. Podrá resolverla, porque puede penetrar profundamente en la vida que nos rodea a diario, en la vida de las personas sanas y enfermas.

Y es realmente muy satisfactorio que se haya logrado un buen comienzo en el campo de la investigación teosófica, gracias a que el Dr. Peipers aplica en Múnich una especie de terapia con colores que se basa completamente en la visión teosófica, en la ciencia espiritual... que ha descubierto los secretos del color, sus fundamentos espirituales más profundos.

Aquí no se piensa en los efectos físicos... no es la luz la que actúa en estas cosas, el color primero debe convertirse en idea, primero debe brillar e iluminar en el cuerpo astral... como idea de color, a través del cuerpo astral, actúan en la periferia... Aunque al principio solo se pueda utilizar para ciertas formas de enfermedades, se ha dado un primer paso...

Y esta corriente teosófica, al penetrar en las profundidades de las cosas, creará en estas y en muchas otras muchas cosas que la mentalidad materialista actual ni siquiera puede soñar. Se diga lo que se diga... la verdad, la verdad de lo espiritual, se impondrá. Así pues... algunos puntos de vista relacionados con este tema. Se les habrá mostrado cómo, por un lado, la ciencia espiritual nunca puede ser unilateral...

Supongamos que alguien tiene migraña. ¿Qué toma? ¿Migrainina? ¡Eso no sirve para nada! O le recetan algún otro medicamento. Pero quizá no tenga tiempo para hacer todo lo que le prescriben... Es posible que una persona sea tan fuerte que soporte bien que se trate físicamente su organismo en determinados ámbitos.

Pero, en realidad, el problema solo se puede resolver de forma individualista. A través de un conocimiento más profundo de la naturaleza humana, se llegará a la conclusión de que en la ciencia espiritual se encuentra la base para despertar impulsos e instintos saludables... que la vida espiritual es lo que...

Detrás de toda la materia se encuentra el espíritu... y lo que se manifiesta como contenido... en la materia es solo una expresión de procesos espirituales... Lo mismo ocurre con la comida: debe saber bien, porque el hecho de que sepa bien es la expresión de que se integra de forma sana y armoniosa en el organismo.

Así, a través de la ciencia espiritual, se llegará a estimular los sentimientos y los instintos de manera saludable, y el resultado será que aquellos que se ocupan de los conocimientos espirituales se volverán saludables...

Así como los animales pastan en el prado y encuentran lo correcto gracias a su instinto... así, en un nivel superior, la espiritualidad y la ciencia espiritual volverán a inculcar al ser humano aquello que le muestra con plena conciencia lo que le sirve, lo que le es saludable... de modo que la ciencia espiritual misma sea para él un gran remedio, un gran remedio para la salud... ya que le aporta el conocimiento adecuado de lo que necesita individualmente en cada caso concreto.

Reconocer la enfermedad en su relación con el ser humano en su conjunto nos llevará a saber también en este ámbito qué es lo que ayuda... y así lo expresó Hyrtl, que dijo algo muy bonito basándose en su experiencia: ... Solo el médico puede reconocer las enfermedades... y se refería a que lo otro es más difícil, quería decir que no siempre se puede ayudar aunque se puedan reconocer las enfermedades, solo puede curar quien sabe lo que ayuda... Solo puede saber lo que ayuda quien es capaz de mirar profundamente, muy profundamente, en los fundamentos de la naturaleza humana.

Respuestas a preguntas [Extractos]

Pregunta: [No se ha transmitido.]

Respuesta: Hay que distinguir estrictamente entre las irregularidades causadas por daños externos, que él puede corregir como mucho con las fuerzas internas del ser humano, y las enfermedades internas... un daño externo, por ejemplo, una fractura de pierna... Lo mismo ocurre cuando, por ejemplo, un alimento inadecuado causa algún daño en el interior del estómago. ... al igual que en el caso de una fractura de pierna, en este tipo de daños externos no se debe actuar desde el cuerpo astral ... Sin embargo, es importante hablar más sobre la curación desde el interior del ser humano que sobre las formas de enfermedad ... más sobre los caminos hacia la curación que sobre las enfermedades.

Pregunta: [No transmitida].

Respuesta: [...] Feuerbach dijo: El ser humano es lo que come. Esto es cierto si, por el tipo de alimentos que consume, se priva de los medios para elevarse... Debe comer de tal manera que, precisamente por ello, no sea lo que come.

Traducido por J.Luelmo nov.2025

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