Tomemos como ejemplo un órgano que nos puede mostrar cómo un ser puede depender de dos maneras. En realidad, hasta cierto punto, también se puede considerar que un órgano humano es independiente, por ejemplo, el ojo. Es más noble que el ser humano en su conjunto, está más desarrollado. El ojo descansa como un cuerpo redondeado dentro de la cuenca ocular. Si pudiéramos sacarlo y hacer un corte, veríamos lo siguiente: en la parte delantera, la pared del ojo es transparente; la luz puede penetrar en el ojo a través de la pupila. [Detrás] está el cristalino, hecho de material vivo, donde se refracta la luz; atraviesa el líquido que lo llena y se forma una pequeña imagen en la pared posterior. Hasta aquí, el ojo es un aparato físico; lo mismo ocurre en cualquier aparato fotográfico.
Hasta aquí, el ojo es un cuerpo físico, Sthula Sharira. Llega hasta la generación de la imagen. Pero esta imagen nunca sería mi imagen si el ojo fuera solo un cuerpo físico. Para ello, el ojo debe estar conectado de alguna manera con la persona en cuestión, debe ser parte de su organismo, debe estar vivo. Esto se consigue gracias a que el ojo es mantenido continuamente con vida por el cuerpo. La circulación sanguínea irriga el ojo, en su interior está recubierto de pequeños vasos sanguíneos, revestidos por la coroides. A través de ella forma parte del cuerpo, vive, se mantiene como miembro del cuerpo vivo a través de la coroides. Ese es el yo inferior del ojo.
Pero no sabríamos nada de la imagen si no fuera porque el ojo está vivo. Debe ponerse al servicio de algo superior, que es la retina, una fina membrana nerviosa conectada con el cerebro. La imagen se transforma en conciencia y se transmite al cerebro. El ojo se entrega a un yo superior. Así, crece a partir de una base, toma forma y entrega lo que crea a un ser superior. Así ocurre con todos los seres, también con los humanos. Al igual que el ojo tiene sus raíces en el ser humano, todo el ser humano tiene sus raíces en la Tierra física y obtiene de ella sus medios de subsistencia. Y al igual que el ojo tiene un cuerpo físico, también lo tiene el ser humano y, a su vez, se entrega a un ser superior. En todo el universo se encuentra lo mismo; se ve cómo todo está interrelacionado.
Ahora se trata de que tomemos conciencia de que un ser puede ser un cuerpo físico en particular, sin relación con otro; pero que no puede ser un ser vivo sin relación con otros. Por eso hablamos de un Brahma general y no de uno particular.
Tal como hemos considerado el ojo, así es el ser humano actual. Pero no siempre fue así. En los animales inferiores podemos observar una especie de punto ocular que se expresa, que busca primero llegar a existir; ahí reside el deseo. Antes de que el ojo se convirtiera en un órgano tan desinteresado, en él se desarrollaba el deseo, su aspecto kármico, el deseo de llegar a la luz. Si observamos este ojo, vemos lo siguiente:
Primero: lo físico, que se forma.
Segundo: una especie de fuerza que hace que el ojo surja precisamente en ese punto.
Tercero: el deseo de llegar a la luz.
Es exactamente igual que en los seres humanos: cuerpo físico, cuerpo etérico y cuerpo astral. El deseo debe estar presente, pero en el ojo ya ha dado paso al altruismo, se ha entregado a fines superiores. A través del deseo se llamó a sí mismo a la existencia, y más tarde, en lugar del deseo, surgió la entrega. Así es el cuerpo astral, tiene el significado de llamar a la existencia, de crear, y cuando el ser humano está ahí, debe transformarse en entrega. Todo el ser humano debe llegar tan lejos como el ojo, en lugar del deseo debe surgir la entrega.
Cuando se vuelve a reflexionar sobre esto, surge entonces la pregunta: sí, ¿qué percibe realmente el ojo? Para que pueda percibir, primero debe crearse una imagen del objeto. Entre lo que percibe y el objeto en sí se interpone una imagen, por lo que hay que distinguir entre objeto, imagen y percepción.
Consideremos ahora el oído. Un observador superficial podría creer que es lo mismo, pero no es así. El oído tiene primero un conducto auditivo externo. En él se encuentra el tímpano, que cierra el oído hacia el interior. A continuación comienza el órgano auditivo propiamente dicho. Tiene pequeños cartílagos y tres arcos, que están recubiertos por una red que se une al [nervio cerebral]. Hay una gran cantidad de pequeñas fibras en el oído, cada una de las cuales está sintonizada con un tono específico. Cuando llega un sonido del exterior, por ejemplo «, la fibra que está sintonizada con ese tono comienza a vibrar, pero las demás no. En el oído tienen algo parecido a un piano de verdad, el órgano de Corti.
La diferencia entre ver y oír es la siguiente: al ver, se crea una imagen del objeto; al oír, esto desaparece por completo, se percibe directamente el objeto. Así, se establece una relación mucho más íntima con lo que ocurre en el mundo. El oído es, por tanto, más amplio que el ojo, se sumerge mucho más en el objeto, no se interpone ninguna imagen. El ojo también eliminará la imagen, a un nivel mucho más elevado, y entonces el ojo no percibirá solo imágenes, sino directamente objetos. Pero entonces serán objetos más elevados y más sutiles que los que percibe el oído, objetos etéreos.
Como ya he dicho, el ser humano es, por así decirlo, la planta transformada, la cabeza es la raíz, firmemente arraigada en la tierra. En el oído, como órgano más avanzado, debería verse cómo ha crecido a partir de los objetos y cómo vuelve a crecer hacia ellos. Los tres arcos no están colocados al azar, sino en tres direcciones diferentes. Si alguno de estos canales está dañado, el ser humano comienza a tambalearse, no puede mantenerse erguido; por lo que el ser humano debe su orientación a los tres arcos. Están colocados verticalmente en tres direcciones del espacio, y solo así el ser humano puede orientarse.
¿Qué mantiene al ser humano en la Tierra? La gravedad. Mientras la Tierra mantenía al ser humano en posición vertical, este no necesitaba órganos especiales para la gravedad. Desde que la Tierra ha dejado de sostener al ser humano, este tiene precisamente en el oído, el órgano más avanzado, los órganos necesarios para mantenerse erguido en el sentido de la gravedad. De modo que tenemos dos sentidos en el oído: el sentido de la gravedad u orientación, que es el sentido más profundo e inferior, y el más elevado, el sentido del oído.
Así podemos ver lo complicada que es la vida. En el ojo, cuando la imagen se desactive, también tendremos dos sentidos. Esto es algo que permite tener una perspectiva de la evolución.
Traducido por J.Luelmo nov.2025
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