GA091 Landin, 4 de septiembre de 1906 - Luz en el sendero (I)

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 RUDOLF STEINER. 

NOTAS DE MATHILDE SHOLL 1904 - 1906   

LUZ EN EL SENDERO  I


 Landin,  4 de septiembre de 1906

 

Antes de que el ojo pueda ver, debe despejarse de las lágrimas.

Es decir, antes de que el mundo del alma se abra a nuestra mirada, debemos controlar nuestra propia alma de tal manera que se convierta en un medio por el cual podamos entender todo lo de naturaleza espiritual. Las lágrimas caen del ojo por su propio dolor. Mientras el alma se mueva por su propio dolor, no puede convertirse en el órgano del dolor de otros seres que está oculto al ojo físico. Pero primero el alma debe estar preparada por su propio dolor. El órgano del alma para dar debe desarrollarse a través de su propio dolor. Pero solo puede activarse cuando crece más allá de su propio dolor, cuando una persona puede sentir dolor sin ser sacudida por él, cuando ha adquirido una compostura completa. Entonces, la capacidad de sentir dolor se transforma en la capacidad de percibir el dolor de otros seres, de verlo como algo real. Cada dolor está ahí para elevar a las personas un nivel, para transformar sus sentimientos de uno humano, conmovedor y apasionado a uno divino, sereno e iluminado. Solo entonces el alma de sus semejantes puede reflejarse en su alma. Su ojo interior se abre; Aprende a ver en el mundo de las almas.

Antes de que el oído pueda oír, la sensibilidad debe desvanecerse.

Debemos aprender a no tomar lo que se dice en la voz, la palabra de otra persona, personalmente: ni lo agradable por vanidad ni lo desagradable por dolor. Lo que la otra persona nos dice no debe hacernos más daño que si se lo hubiera dicho a alguien que no nos importa. No debe tocarnos. Si hemos refinado nuestro alma hasta tal punto que está libre de toda vanidad, las vibraciones ásperas de la palabra hiriente no pueden dejar huella en nuestro oído. Pueden llegar a nuestra alma y ser escuchados, pero no pueden entrar y causar estragos. Superar toda vanidad personal, todo sentido de la importancia del propio ser en relación con los demás, eso es lo que nos permite escuchar las palabras de los seres superiores. Estos sonidos quedan ahogados por las vibraciones de la propia alma para el oído sensible.

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