GA104 Nuremberg 23 de junio de 1908 -apocalipsis de s.Juan 6º conferencia- El hombre en los tiempos de Lemuria y Atlántida. El Misterio del Gólgota


El hombre en los tiempos de Lemuria y Atlántida. El Misterio del Gólgota 

RUDOLF STEINER

Nuremberg 23 de junio de 1908

SEa conferencia

En la ciencia materialista se acostumbra - con la excepción de unos pocos círculos que en los tiempos modernos han llegado a una explicación diferente - a representar nuestro actual sistema solar como si se hubiera desarrollado a partir de una especie de nebulosa que abarcaba un espacio no mas allá de la órbita de Neptuno, es decir, tanto como la órbita del planeta más exterior de nuestro sistema solar. Y después, se supone, a través de un proceso de condensación, nuestro sol y los planetas que se movían alrededor de él se formaron gradualmente. Como hemos dicho, ahora hay unos pocos exponentes -que tienen una visión algo diferente; pero ellos tampoco aportan nada esencial para nosotros que tenemos una visión espiritual. De modo que se supone que nuestro sol y los planetas que lo rodean se han formado ellos mismos en globos. En relación con esto, en las escuelas siempre se ha utilizado una pequeña comparación, y todavía se emplea hoy en día, para mostrar mediante una demostración ocular cómo todo un sistema planetario puede originarse a través de la rotación. Se toma un líquido aceitoso que, al colocarlo en el agua, toma una forma globular. Luego se corta un pequeño disco y se inserta a través de la línea ecuatorial de esta bola aceitosa, de modo que se divide en dos mitades. Luego se rota por medio de un pivote clavado en el centro del disco, y se ve al principio que una gota se separa y gira como un cuerpo separado alrededor del gran globo, luego una segunda y una tercera gota, y finalmente una gran gota permanece en el centro alrededor de la cual giran muchas otras más pequeñas. "¡Un sistema planetario en miniatura!" dice el experimentador. Luego dice: ¿Por qué no debería nuestro sistema solar originarse en esa nebulosa primitiva de esta manera, si ahora podemos imitarlo en este sistema solar en miniatura? Usualmente esta comparación parece ser extremadamente esclarecedora y la gente ahora entiende como alguna vez Saturno, Júpiter, Marte, Tierra, Venus, Mercurio se separaron de esa nebulosa primitiva. Pero todo el asunto, no sólo la comparación sino la idea completa, procede del vacío de todo pensamiento actual, porque las personas en cuestión, por lo demás hombres muy eruditos, que se adelantaron a esta ilustración de manera tan iluminadora, sólo olvidan una cosa, a saber, que ellos mismos están presentes y son quienes giran el pivote. Ahora bien, el olvido de uno mismo es muy bueno en ciertos ámbitos de la vida, pero en este caso, si se olvida al experimentador, se olvida lo más importante, ya que sin él la gota de aceite no giraría en absoluto. El erudito que cree en tal superstición - esta superstición se llama el sistema de Kant-Laplace - debería al menos ser lógico en su pensamiento, debería al menos presumir que algún tipo de ser debe haberse sentado en un taburete gigante en el espacio en aquel tiempo y haber puesto un eje gigante en movimiento. Pero el pensamiento humano se ha acostumbrado gradualmente a considerar sólo lo material, de modo que la contradicción en tal comparación ya no se nota. De hecho, hay una cierta verdad en este llamado sistema de Kant-Laplace, aunque la verdad es diferente de la explicación materialista de la materia. Hay una cierta verdad en ella porque para la visión espiritual todo lo que contiene nuestro actual sistema solar aparece en realidad como si procediera de tal nebulosa primitiva; sólo para quien pueda realmente investigar históricamente está claro que lo bueno de la hipótesis de Kant-Laplace proviene de las tradiciones ocultas. Esto se olvidó cuando la palabra "ocultismo" se convirtió en algo de lo que se tiene miedo, como los niños lo tienen del deshollinador. Lo que realmente ocurrió no sucedió sin la influencia de seres y poderes espirituales. La materia no puede hacer nada a menos que haya seres espirituales detrás de ella.

Nos llevaría demasiado lejos hoy si, enlazando con lo que se dijo ayer, explicáramos todo nuestro sistema solar. Dejando los planetas como Júpiter, Saturno, etc., fuera de nuestro presente estudio, tengamos en cuenta sólo lo que es de especial importancia para la vida y la evolución humana.



En una época hubo, en efecto, tal nebulosa; y en ésta todas las partes de nuestro sistema solar estaban como disueltas. Pero, unidos a esta nebulosa, de modo que pertenecían a ella, estaban todos los seres mencionados en el curso de nuestras observaciones de ayer. Por ejemplo, todos los seres que pasaron por la etapa humana en las veinticuatro Rondas estaban conectados con esta nebulosa cósmica. Otros seres también estaban vinculados a ella. Todos ellos habitaban en esta nebulosa que, si no se piensa en conexión con estos seres, es una abstracción fantástica. La forma en que el químico materialista imagina esta nebulosa es imposible, sólo existe en el pensamiento, no hay realidad. En realidad, la nebulosa sólo existe porque está habitada por un número de seres espirituales. Porque cuando esta nebulosa se hizo visible de nuevo, estaban conectados con ella todos los seres que una vez habitaron el antiguo Saturno, que luego pasaron por las diversas etapas de la evolución a través del Sol y la Luna hasta llegar a la Tierra, cuando después de una larga pausa intermedia surgió la nebulosa de la Tierra, por así decirlo. Los otros seres con los que nos familiarizamos en el Sol, estaban conectados con esta nebulosa. Todo el coro de estos seres, que llenaban la nebulosa, era el que producía los movimientos. Porque son los seres los que crean su campo de trabajo.

Por ejemplo, había seres que necesitaban una morada muy diferente a la del hombre si iban a experimentar la evolución adecuada para ellos. Los hombres que vivieron en la antigua Luna como los antepasados de los hombres actuales sólo tenían cuerpo físico, etérico y astral. Con estos tres miembros de su ser salieron del llamado pralaya de nuevo lo mismo que una planta sale de la semilla. Así, cuando todo el sistema comenzó, era inadecuado para los seres que habían traído consigo los gérmenes para el hombre actual. Si se hubiera mantenido la velocidad de desarrollo que tuvo nuestro sistema solar al principio, cuando salió del crepúsculo cósmico, el hombre no habría podido encontrar el camino de su evolución. Habría sido como si ahora fuera a nacer y luego en muy poco tiempo envejecer. Si se hubiera mantenido la velocidad de la evolución natal al Sol, el hombre habría envejecido rápidamente; sería incapaz de tomar el curso lento a través de las décadas que ahora emplea; después de un corto tiempo tendría el pelo blanco, sería viejo casi antes de ser un niño.

Pero esto no iba a ser así. Había seres que necesitaban un ritmo más rápido. Estos sólo coincidieron con el hombre en una parte de la evolución, luego sacaron el cuerpo celeste que ahora es como el sol en los cielos y lo convirtieron en su morada. Extrajeron la sustancia del sol junto con su propio ser. Porque el sol que nos envía su luz hoy en día está habitado por seres espirituales, al igual que nuestra tierra. Con cada rayo de sol que desciende a la tierra vienen las acciones de aquellos seres espirituales que en el curso de las evoluciones de Saturno, Sol y Luna han progresado tanto que han podido participar en el rápido desarrollo que tiene lugar en el sol actual. Seres elevados y excelsos se conectaron con esta existencia del sol al comienzo del desarrollo de nuestra tierra. Estos se separaron de la tierra; y lo que quedó entonces hay que imaginarlo como si se hubieran mezclado la luna y la tierra actuales en un gran caldero, y esta mezcla de tierra y luna girase alrededor del sol durante un tiempo.

Así, antes de llegar al punto descrito ayer como encarnación humana, tenemos que reconocer primero la separación del sol de la tierra, es decir, la tierra actual más la luna actual. Sobre el sol permanecieron los seres que son los directores espirituales de los acontecimientos terrenales. Cuando vinieron de la antigua Luna había siete de estos seres; en el Génesis se les llama Elohim, Espíritus de la Luz. Durante un tiempo pasaron por su evolución junto con la tierra, luego sacaron el sol para poder trabajar ahora sobre la tierra desde el sol. Estos Elohim, estos Espíritus de Luz, eran siete en número. Seis de ellos unieron su existencia con el sol cósmico real, y uno, conocido en el Antiguo Testamento como Jehová, se separó de ellos y permaneció al principio unido a la tierra. Él guió y dirigió la evolución terrestre desde el interior, mientras que los otros trabajaron en ella desde el exterior. Esa fue la posición durante un tiempo. Pero después de lo que se señaló ayer con respecto a la antigua Luna, comprenderán que con la retirada del sol se conectó una condensación de todo lo que surgió como tierra más luna. Llegó un período en la evolución de la Tierra en el que no sólo la sustancia, sino todos los seres, sufrieron un endurecimiento. Por ejemplo, los seres que más tarde se convirtieron en hombres, que en ese tiempo eran muy suaves y delicados, sufrieron un endurecimiento al asumir instintos horribles. Se produjo un endurecimiento de toda la vida.

La evolución no podría permanecer así si el hombre quería alzarse. Se habría producido un endurecimiento, todo se habría vuelto cada vez más denso y los seres humanos se habrían convertido en momias, se habrían momificado. Y muy pronto habría habido un planeta en el que se habrían reunido estatuas no exactamente hermosas, sino momias similares a las humanas. La Tierra se habría convertido en momificada. Un evento diferente tenía que ocurrir. A través de la guía de Jehová, como espíritu cósmico, lo que ahora se ve como la luna como la escoria lunar quemada en los cielos, se separó de toda la masa de la tierra más la luna. No sólo se separaron las sustancias más groseras, sino también los seres más groseros. Por lo tanto, sólo a través de la retirada del sol se logró que el hombre no procediera demasiado rápido en su evolución, y a través de la retirada de la luna se logró que no se desarrollara hacia una condición de desecación, densificación o momificación.

Por lo tanto, la tierra fue separada de toda la masa, y ahora el curso de la evolución humana fue guiado en la tierra bajo la influencia de estos dos cuerpos celestes - es decir, por supuesto, de sus seres, los seis Espíritus del sol y el Espíritu de la luna, que se había separado para la salvación del hombre. Y fue guiado de tal manera que en conjunto estas dos fuerzas se equilibraron. Gracias a la salida de las fuerzas del sol y de la luna, se alcanzó exactamente el ritmo adecuado para el desarrollo humano.

Para entender esto más claramente, imaginen cómo si un hombre estuviera influenciado sólo por el sol. Ustedes saben que el hombre pasa por su evolución en la tierra en muchas, muchas encarnaciones. El hombre comenzó con su primera encarnación, luego tomó un nuevo cuerpo una y otra vez, hasta que pasa por su última encarnación. Pasa por una serie de encarnaciones, como resultado de las cuales se desarrolla lentamente y se eleva de una encarnación a la siguiente. Los hombres pisan la superficie de nuestra tierra como verdaderos niños espirituales. Desde la separación del sol y la luna de nuestra tierra se han elevado a la etapa actual. Todas estas almas regresarán en diferentes cuerpos hasta el final de la evolución de la tierra. Ahora bien, si el hombre estuviera influenciado sólo por el sol, tendría que pasar en una sola encarnación todo lo que ahora pasa en tantas. El ritmo correcto entra en las muchas encarnaciones a través del equilibrio de las fuerzas entre el sol y la luna desde el exterior.

El hombre moderno se formó gradualmente durante el período que siguió a la retirada del sol y la luna; entonces se crearon los primeros gérmenes del hombre actual. Eso fue en un tiempo en que el hombre se movía sobre esta tierra de una manera muy diferente a la que se mueve ahora. No deben imaginar que cuando la luna acababa de salir el hombre se movía sobre esta tierra en una forma carnal como lo hace ahora. Aparecen de nuevo todas las formas que habían existido anteriormente, como una repetición; y cuando la tierra se liberó del sol y de la luna, se parecía aproximadamente a la antigua luna, incluso más suave. Y si un ser con ojos organizados como los de hoy en día hubiera mirado a la tierra no habría podido ver al hombre. Por otro lado, había otros seres que no eran lo suficientemente maduros para esperar un tiempo posterior. Estos debían tomar forma corporal mientras la etapa de la evolución estaba todavía incompleta; de modo que algún tiempo después de la salida de la luna de la tierra ya se podían ver físicamente condensadas ciertas formas de los animales inferiores. El hombre aún no había descendido, ni tampoco los mamíferos superiores. El hombre era todavía un ser espiritual. Flotó como un espíritu alrededor de la tierra y tomó en sí mismo las sustancias más finas del entorno de la tierra. Luego, gradualmente, se densificó hasta que pudo descender a donde la tierra ya se había convertido en sólida y se habían formado islas.

Vemos pues, que los primeros seres humanos aparecieron comparativamente tarde en la evolución de la Tierra y que en esa época tenían una constitución muy diferente a la del ser humano actual. No puedo describirles las formas de aquellos hombres que primero cristalizaron, por así decirlo, a partir del espíritu. Aunque ya habéis oído muchas cosas difíciles de creer, os sorprenderíais mucho si os describiera las formas grotescas de los cuerpos en los que vuestras almas se encarnaban entonces. No seríais capaces de soportar tal descripción. Sin embargo, más adelante, cuando estas cosas que sólo ahora comienzan a llegar a la conciencia del hombre a través de la Antroposofía, cuando penetren cada vez más en la conciencia de los hombres, esto tendrá que ser dado a conocer, y tendrá un resultado tremendo, será extremadamente importante para toda la vida del hombre. Porque sólo cuando el hombre aprenda cómo se ha desarrollado su cuerpo, cómo los órganos que ahora posee se han desarrollado gradualmente de formas totalmente diferentes, sentirá esa notable relación existente entre los órganos del cuerpo humano que hoy en día están aparentemente muy separados. Entonces verá la correspondencia entre ciertos órganos, por ejemplo, entre el apéndice y la tráquea, que en su forma anterior crecieron conjuntamente en esos seres notablemente formados. Todo lo que hoy es el hombre es la forma anterior desenrollada por así decirlo, la forma anterior desplegada de las más variadas maneras. Los órganos que hoy están separados, antes crecieron juntos. Sin embargo, han mantenido su relación, y muy frecuentemente esta relación se manifiesta en enfermedades. Se ve que cuando un cierto órgano está enfermo, otro está necesariamente involucrado. De ahí que los que estudien realmente la medicina tendrán que hacer muchos descubrimientos, de los cuales la actual era médica, que es sólo una colección de notas, no sueña; sólo entonces los médicos aprenderán realmente algo sobre la verdadera naturaleza del hombre. Todo esto es sólo para señalar cuán completamente diferente era la forma anterior del hombre.

Las partes sólidas sólo han sido construidas en esta forma humana gradualmente. Originalmente no había huesos en el cuerpo humano, incluso cuando ya había descendido. Los huesos se desarrollaron a partir de estructuras cartilaginosas blandas que atravesaban el cuerpo humano como cuerdas. Éstas a su vez se originaron a partir de sustancias bastante blandas, y estas sustancias blandas a partir de sustancias fluidas, éstas de lo aireado, lo aireado de lo etérico y lo etérico de lo astral que se habían densificado a partir de la sustancialidad espiritual. Si lo rastreamos, encontraremos que todo lo material se ha originado en lo espiritual. Todo es en arquetipo en el mundo espiritual. Fue sólo en la época atlante cuando los huesos, antes sólo indicados, se desarrollaron realmente en el hombre.

Ahora debemos examinar más de cerca a la humanidad lemurica para entender mejor al escritor del Apocalipsis. Sólo tengo que indicar que después del primer período, cuando la luna se había separado de la tierra y el hombre descendió, era de una naturaleza muy diferente en cuanto a su fuerza de voluntad de lo que fue después. En aquella época, la voluntad del hombre actuaba de forma mágica, por su voluntad podía trabajar en el crecimiento de las flores. Cuando ejercía su voluntad podía hacer que una flor brotara rápidamente, una capacidad que sólo puede ser adquirida hoy en día por un proceso anormal de desarrollo. Por lo tanto, en aquel tiempo, el entorno natural dependía de cómo se constituía la voluntad del hombre. Si era bueno, funcionaba bien sobre las aguas corrientes, sobre la tormenta y sobre las estructuras ardientes que había entonces por todas partes, porque la tierra era en gran medida de naturaleza volcánica. El hombre trabajó tranquilamente sobre todo esto con buena voluntad y destructivamente con toda la mala voluntad. Islas enteras podían ser destruidas por la mala voluntad. Así, la voluntad humana estaba en completa correspondencia con su entorno. Las extensiones de tierra en las que el hombre vivía entonces fueron destruidas esencialmente por la mala voluntad del hombre, y sólo una pequeña parte de la humanidad se salvó (tenemos aquí que distinguir entre el desarrollo de la raza y el desarrollo del alma) que vivió en la época que podemos describir en la medida en que las palabras pueden expresar la percepción clarividente.

Después de esta catástrofe por incendio, llegamos a la época atlante, cuando la raza humana se desarrolló esencialmente en un continente que ahora forma el lecho del Océano Atlántico, entre la actual Europa y América. En esa época el hombre vivía en condiciones físicas muy diferentes. Al principio de la época atlante era una estructura que percibía de manera muy diferente al hombre actual; ya lo hemos indicado en la primera conferencia y de nuevo más tarde; hoy volveremos a señalar este tipo diferente de visión del hombre de aquella época. Todavía tenía una especie de visión espiritual, porque la construcción del cuerpo del iris era diferente de como es ahora. El cuerpo etérico no estaba todavía tan firmemente ligado al cuerpo físico. El cuerpo etérico de la cabeza sobresalía mucho más allá del cuerpo físico. Sólo hacia el último tercio de la época atlante el cuerpo etérico proyectado se ciñó y tomó la forma de la actual cabeza humana física. Como la forma de la antigua Atlántida era tan diferente de la del hombre actual y sus miembros estaban unidos de forma tan diferente, toda su vida de conciencia, toda su vida de alma era también diferente. Y aquí, si queremos entender al Apocalipsis, debemos tocar un capítulo muy importante, pero muy misterioso.

Si tuvieran que entrar en esta antigua Atlántida, encontrarían que estaba rodeada no por un aire tan puro como el de la tierra actual, sino por aire saturado con volúmenes de niebla, con agua. Este aire se hizo más claro y transparente cuanto más se fue desarrollando la Atlántida, pero las nieblas eran más densas donde se desarrollaba la civilización atlante más avanzada. Las nieblas más densas estaban allí, y a partir de ellas se desarrollaron los cimientos de las civilizaciones posteriores. La Atlántida estaba cubierta a lo largo y ancho por esas nieblas. Una alternancia entre la lluvia y el sol como la que tenemos hoy en día no existía entonces. Por lo tanto, en la antigua Atlántida no podía aparecer lo que conocemos como el arco iris. Podrían buscar en toda la Atlántida y no lo encontrarían. Sólo cuando la condensación del agua produjo la inundación, cuando la gran inundación se extendió sobre la tierra, el arco iris pudo originarse físicamente. Y este es un punto en el que desde la Ciencia Espiritual se ganará el mayor respeto por los registros religiosos. Porque cuando se nos dice que después del diluvio, Noé, el representante de los que entonces salvaron a la raza humana, ve aparecer por primera vez el arco iris, esto es realmente un acontecimiento histórico. Después del diluvio la humanidad vio el primer arco iris; antes no era físicamente posible. Aquí verán cuán profundos, cuán literalmente verdaderos son los registros religiosos. Hoy en día muchos se angustian cuando uno dice que los registros religiosos son literalmente verdaderos. Muchos citan un dicho que es cierto; sin embargo, es citado por los perezosos, no como una declaración verdadera sino por la indolencia. Es el dicho: "La letra mata pero el espíritu da vida". De esto deducen el derecho a no tomar en cuenta en absoluto lo que está en los registros, a no tener ya la voluntad de reconocer lo que realmente está allí, porque es la "letra muerta" que dicen. Y así les gusta dejar que su espíritu brille y urdir todo tipo de fantasías. Estas personas pueden ser muy inteligentes en sus explicaciones, pero ese no es el punto; el punto es que debemos ver realmente en los registros lo que está contenido en ellos. "La letra mata pero el espíritu da vida" tiene el mismo significado en el lenguaje místico que el dicho de Goethe, "El que no tiene esto, esto de morir y llegar a ser, no es más que un triste huésped en la tierra oscura". Este dicho no significa: "Si deseas llevar a alguien a un conocimiento más elevado debes matarlo", pero significa que sólo a través de la cultura del mundo físico el hombre debe elevarse a la espiritualidad. Así que también la letra es el cuerpo del espíritu, y primero debemos tenerla y entenderla, luego podemos decir que podemos encontrar el espíritu en ella. La letra, la letra entendida, debe morir para que el espíritu pueda resucitar de ella. Este dicho no es un mandato para imaginar cualquier cosa que se quiera sobre lo que está contenido en los registros religiosos. Cuando reconocemos el verdadero significado de este arco iris tal como lo hemos representado, algo como un profundo respeto por los registros religiosos invade nuestra alma, y nos hacemos una idea de cómo, a través de la profundización de la comprensión por las enseñanzas de la Antroposofía, el hombre alcanza primero los sentimientos verdaderos y reales y avanza hacia una verdadera comprensión de los registros religiosos por un acto de voluntad.

Ahora echaremos la vista atrás a la antigua Atlántida. Ya hemos dicho que el hombre vivía entonces en un estado de conciencia diferente y que su memoria era diferente de la que tiene ahora; pero la diferencia es mucho más considerable. Si nos remontamos no sólo al último período de la Atlántida, sino al principio, encontramos la conciencia humana muy diferente de la que poseemos hoy en día.

Consideremos una vez más la conciencia actual. Durante el día una persona usa sus sentidos. Por la noche se duerme. En el lecho se encuentran el cuerpo físico y el cuerpo etérico; el cuerpo astral y el yo se retiran. La esfera de la conciencia se oscurece. El hombre de hoy no ve ni oye nada. Por la mañana, cuando el cuerpo astral y el "yo" vuelven a entrar en el cuerpo físico y en el cuerpo etérico, los objetos físicos vuelven a enfrentarse a él. ¿Cómo era en los primeros tiempos de la época atlante? Tomemos el momento en que por la mañana el hombre se sumergía en el cuerpo físico y en el cuerpo etérico; en aquella época no tenía un mundo físico a su alrededor como el que tenemos hoy en día. Todos los objetos actuales que se ven ahora con contornos claros se veían entonces como si estuvieran rodeados de un aura, con bordes coloreados, bastante indefinidos. En la antigua Atlántida el aspecto era algo similar a lo que se ve ahora cuando al atardecer hay una densa niebla y no se pueden ver claramente las farolas, pero rodeadas de bordes de color. Así era en los primeros tiempos de la Atlántida. Todos los objetos se veían indiferenciados, no con contornos y superficies claras como hoy en día, todo era como si estuviera envuelto en una niebla de color. Sólo gradualmente se fueron desarrollando los contornos claros. Si miramos una rosa en los primeros años de la Atlántida, es como si una estructura nubosa se levantara y en el medio algo rojo. Sólo gradualmente el color externo apareció en la superficie; sólo más tarde los objetos obtuvieron contornos nítidos.

De ahí que el mundo físico que rodea al hombre fuera muy diferente en la antigua Atlántida. También era diferente cuando por la noche salía de su cuerpo físico cuando - digamos - se dormía. En realidad no era sueño en el sentido actual. Sin embargo, todo el mundo de las brumosas formaciones físicas permanecía abajo, y un mundo espiritual surgía. Al no tener un perfil definido, el hombre vivía en un mundo espiritual. Los seres espirituales eran sus compañeros. En la primera parte de la época atlante el día y la noche se alternaban de tal manera que cuando el hombre se sumergía en su cuerpo físico sólo tenía imágenes borrosas e indistintas del mundo físico; pero cuando por la noche abandonaba el cuerpo físico podía vivir espiritualmente, aunque de manera algo indefinida, entre espíritus; se movía entre espíritus. Y, sobre todo, la vida entera de sentimientos del hombre era también diferente en la época atlante. En aquella época, cuando salía de su cuerpo físico y de su cuerpo etérico, no sentía fatiga ni necesidad de descanso. Tampoco encontraba descanso. Tuvo que entrar en el mundo espiritual; esa era entonces su esfera de actividad. Por otro lado, cuando llegaba la mañana, sentía la necesidad de descansar y buscaba su lugar de descanso, que era su propio cuerpo. Allí yacía pacíficamente. Se deslizaba dentro de su propio cuerpo y descansaba durante el día.

Por lo tanto, en el primer período de la Atlántida era completamente diferente de lo que es ahora. Durante la época atlante, el hombre pasaba gradualmente de las condiciones opuestas a las del período posterior. Esto ocurrió más y más a medida que el cuerpo etérico se introducía en el cuerpo físico. Esto ocurrió durante el último tercio de la época atlante. Antes de este acontecimiento el hombre se sentía como un ser despierto arriba en el mundo espiritual; pero aún no se decía a sí mismo "yo", no poseía conciencia de sí mismo. Cuando se retiraba del cuerpo físico y del cuerpo etérico para entrar en el resplandor de la noche, se sentía miembro de la espiritualidad que estaba arriba, se sentía al abrigo, por así decirlo, de su alma grupal. Siempre se iluminaba a su alrededor durante la noche; pero se sentía dependiente. Así como nuestro dedo pertenece a nuestro "yo", el hombre sentía que pertenecía al grupo de almas que se ven espiritualmente como las cuatro cabezas del León, el Águila, el Toro y el Hombre, descritas en el Apocalipsis de Juan. El hombre se sentía transpuesto en una de esas almas grupales. Y sólo cuando, como un caracol, estaba en su caparazón corporal, sentía que poseía algo propio. La circunstancia de que el hombre se convirtiera en un ser independiente fue el resultado de su capacidad de envolverse en su cuerpo. Sin embargo, tuvo que pagar por este confinamiento en su cuerpo con el gradual oscurecimiento del mundo espiritual, hasta que se retiró por completo. En su lugar, el mundo que veía abajo cuando estaba en el cuerpo físico se volvió más brillante y claro. De esta manera, gradualmente se dio cuenta de que era un "yo", que tenía conciencia de sí mismo dentro de él. Aprendió a decirse "yo" a sí mismo. Si queremos caracterizar lo que ocurrió en aquel tiempo, debemos imaginar al hombre saliendo de su "caracol", por así decirlo, en el mundo espiritual. Allí él está entre seres espiritualmente divinos. Allí resuena para él el nombre de lo que es. Un grupo escuchaba la palabra que en el idioma original era la palabra para ese grupo; otro grupo escuchaba una palabra diferente. El hombre no podía nombrarse a sí mismo desde dentro; su nombre sonaba en él desde fuera. Cuando salió de la "concha de caracol" de su cuerpo, supo lo que era, porque este conocimiento fue depositado en su alma. Ahora, cuando en su cuerpo aprendió a percibir el entorno físico, aprendió a sentirse como "yo", aprendió a sentir dentro de sí mismo el poder divino que previamente fue vertido en él, aprendió a sentir a Dios dentro de sí mismo. El Dios más cercano a él, que señalaba su "yo", lo llamaba Jehová. Este Dios era el líder del "yo", y el hombre sentía el poder de este Dios surgiendo dentro de su "yo". Los eventos externos estaban conectados con esto. Cuando el primer atlante descendió así a su cuerpo físico y miraba al espacio, no veía un verdadero arco iris; en el lugar donde el sol emergía más tarde, puede ser algo así como un círculo formado de color; el sol no penetraba aún en potencia, sino que actuaba a través de la niebla; aunque obstaculizado y retenido por la niebla, sus fuerzas influían en la tierra. Apareció muy gradualmente. Todo lo que hemos descrito como el despertar de la conciencia externa estaba conectado con la aparición del sol de la niebla. Aquello que estaba arriba, donde tenían su morada los otros seis espíritus, que junto con Jehová tenían que guiar la evolución de la tierra, fue surgiendo gradualmente y brilló sobre la tierra en hechos.

¿Qué había ocurrido en el hombre? Cuando antes se levantaba de su cuerpo, cuando era de noche, por así decirlo, su alma y su espíritu entraban en el brillo astral interior para el cual el sol exterior no es necesario. Este brillo lo rodeaba. Era la misma luz que más tarde brilló físicamente desde el sol, procedente de poderosos seres espirituales. A medida que se encerraba gradualmente en su conciencia física, la puerta de la visión interna se cerraba. La oscuridad le rodeaba cuando por la noche dejaba sus cuerpos físico y etérico y entraba en el mundo espiritual. En la medida en que se encerraba, en esa misma medida surgía la luz externa que representaba las acciones de los seres espirituales del sol; la luz de los seres espirituales brillaba externamente sobre la tierra. El hombre se preparó para ver la luz externa como algo material. La luz brilló en su entonces oscuro ser interior, pero la luz no fue entonces comprendida por su oscuridad. Este es un acontecimiento histórico mundial. El hombre compró su autoconciencia en aquel tiempo a cambio del oscurecimiento espiritual. De esta manera el hombre creció a partir de la brillantez conectada con las almas grupales. Pero fue sólo el primer amanecer de la individualidad. Pasó un largo, largo tiempo antes de que realmente creciera en posesión de ella. La última parte de la época atlante pasó y llegó el diluvio.

La época post-Atlante comenzó. La antigua civilización india murió. La verdadera autoconciencia aún no se había desarrollado. Luego vinieron las épocas persa y egipcio-babilónica. El hombre maduró gradualmente para desarrollar la autoconciencia en su interior. Finalmente llegó la cuarta etapa. En esta etapa ocurrió algo de tremenda importancia para lo cual todo lo que había pasado antes no era más que la preparación. Imagínense ustedes mismos ahora llevados de la tierra a una estrella distante y dotados de visión espiritual, mirando hacia abajo a la tierra desde esa estrella distante. Entonces verían que esta tierra como cuerpo físico no es sólo un cuerpo físico, sino que un cuerpo etérico y un cuerpo astral la complementan, al igual que al hombre. La Tierra también tiene todo esto. Verían la tierra rodeada por su aura y desde esa estrella podrían seguir el desarrollo del aura de la tierra durante miles de años. Verían esta tierra rodeada de todo tipo de colores; en el centro el núcleo físico y alrededor de él el aura flotando en varias formas y colores; y en esta atmósfera espiritual de la tierra verían las más variadas estructuras. Estos colores y formas cambian de varias maneras en el curso de miles de años; pero llegará un tiempo, un tiempo de gran importancia, en el que toda el aura asumirá una forma y un color diferentes. Visto desde el exterior, la tierra aparece entonces con una nueva luz; y esto ocurre muy rápidamente, por lo que hay que decir: A partir de este instante una transformación fundamental de la tierra ha tenido lugar; su aura ha cambiado completamente. ¿Cuándo es esto? Es el momento en que en el Gólgota fluyó la sangre de las heridas del Redentor. Este instante es extremadamente importante, ¡el momento más importante de toda la evolución de la Tierra! El instante en que la sangre fluye de las heridas del Redentor es el mismo en que el aura de la tierra se forma de nuevo. Entra una fuerza completamente nueva, la fuerza que da el impulso más importante a la evolución de la tierra, para la cual todo lo que hemos considerado hasta ahora era sólo la preparación.

Para el químico la sangre del Gólgota es la misma que cualquier otra sangre, pero en realidad es bastante diferente. Significa que la sustancia de la sangre fluye hacia la tierra, y que el espíritu correspondiente a ella llena el aura de la tierra con nuevos impulsos y nuevas fuerzas que tienen importancia para la futura evolución de la humanidad. Desde allí las fuerzas que cambian la tierra fluyen, desde allí fluyen a través del hombre. Sólo una pequeña parte de lo que fluyó en ese instante se ha realizado hasta ahora. Cada vez más el hombre aprenderá a comprender en qué se ha convertido la tierra a través de ese momento del Gólgota, y hacia qué puede desarrollarse el hombre en esa conciencia que ha ganado desde la Atlántida. Entonces, ¿qué ha ganado el hombre desde la Atlántida? Dos cosas: la conciencia del yo y la facultad de ver en el mundo exterior. Lo que antes estaba abierto para él, el mundo espiritual, se ha cerrado. En verdad, estos antiguos hombres veían lo que los mitos posteriores relatan: Woden, Mercurio, Júpiter, Zeus. Veían a todos estos seres por la noche; entonces estaban entre ellos. Esta puerta a los seres espirituales se ha cerrado. En su lugar el hombre obtuvo el mundo que ahora lo rodea. Los espíritus se han retirado de él; todo lo que podía ver en aquellos tiempos ha desaparecido. Antes veía la Divinidad cuando se escabullía de la concha de caracol de su cuerpo físico. Ahora tenía que ver a la Divinidad dentro del cuerpo si se le presentaba. Esto no significa nada más que debemos recibir la Divinidad en forma corporal visible porque la conciencia humana se ha adaptado a la visión física, y por esta razón la Divinidad misma tuvo que asumir la forma física corporal. Por lo tanto, la Divinidad apareció una vez en la tierra en un cuerpo carnal. Tuvo que aparecer en esta forma porque el hombre había avanzado a esta etapa de percepción tuvo que ser presentado de esta manera a su percepción para que pudiera entenderlo. Y todas las apariciones que habían tenido lugar anteriormente en otras etapas de la evolución tenían que unirse en ese acontecimiento más grande de la historia de la tierra, que arrojará luz sobre todo el futuro y que ahora desvelaremos desde el Apocalipsis; en ese acontecimiento que físicamente parece como si las gotas de sangre bajaran a la tierra, pero espiritualmente como si se levantara algo que cambiara el aura de la tierra. La fuerza que fluyó entonces trabajará junto con la tierra durante todo el futuro. El alma de la tierra, el espíritu de toda la tierra, fue entonces inoculado con algo nuevo. El principio de Cristo se unió con la tierra en ese instante y la tierra se ha convertido en el cuerpo de este principio de Cristo. De modo que la afirmación es literalmente cierta, "El que come mi pan me pisotea". Cuando el hombre come el pan de la tierra, come el cuerpo de la tierra y éste es el cuerpo del espíritu de la tierra que, como el Espíritu de Cristo, desde el acontecimiento del Gólgota, está unido a la tierra. Y el hombre camina sobre el cuerpo de la tierra, pisa este cuerpo bajo los pies. Todo puede ser entendido literalmente si sólo somos capaces de comprender el texto de la manera correcta.

Para un hombre como el escritor del Evangelio de Juan, todo lo que sabía, todo lo que podía captar con visión espiritual, era una llamada a comprender el mayor acontecimiento de la evolución de la tierra. De todo lo que fue capaz de transmitir a través de la visión espiritual dijo, "Debo usarlo para entender a Cristo y su trabajo." Fue la intención del escritor del Apocalipsis usar todo su conocimiento oculto para explicar el acontecimiento del Gólgota. Todo lo que pudo aprender de la ciencia oculta fue considerado por él como un camino hacia la sabiduría, ayudándole a comprender este evento que ha puesto ante nosotros de manera tan maravillosa, y respecto del cual veremos lo que significó para él.



Traducción de Julio Luelmo 07/2020

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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919