GA060-11 Berlín, 9 de febrero de 1911 -¿Qué dice la geología sobre la formación del mundo?

 

Índice

¿QUÉ DICE LA GEOLOGÍA SOBRE 

LA FORMACIÓN DEL MUNDO?

Conferencia del Dr. Rudolf Steiner


Berlín, 9 de febrero de 1911


Podría pesar como una losa sobre la cosmovisión, -que la ciencia espiritual tiene como fundamento-, si esta cosmovisión entrara seria y verdaderamente en conflicto con los resultados justificados de la investigación científica, esa investigación que en el curso de los últimos siglos y especialmente en el curso del siglo diecinueve logró cosas tan grandes y tan beneficiosas no sólo en el campo del conocimiento sino en el campo del progreso general de la humanidad. En particular, sin embargo, parecería opresivo que esta ciencia espiritual entrara en conflicto con una rama de la investigación científica que es relativamente una de las más jóvenes, pero que, por su propia naturaleza y sus tareas especiales, no sólo es capaz de despertar el interés humano en el sentido más profundo de la palabra, sino que también abre perspectivas sobre lo que llamamos el desarrollo de nuestro planeta, así como el desarrollo y la transformación de las criaturas que pueblan este planeta.  Esta joven rama de la investigación científica natural es la geología, una ciencia que, sobre todo a partir del segundo tercio del siglo diecinueve, pero también antes, ha tomado un auge tan tremendo y, a pesar de las grandes cuestiones de las que tendremos que hablar, que se han estancado y siguen ahí hoy en día, ha logrado algo significativo. Hoy se tratará principalmente de poner ante nosotros la relación entre la ciencia espiritual y la geología, y de responder a la pregunta: ¿Qué tiene que decir la geología en el sentido de la ciencia espiritual, -esa rama del saber que siempre ha constituido la base de estas consideraciones aquí-, sobre la cuestión del origen, el desarrollo gradual y la evolución de la Tierra y de sus seres vivos?

Sin embargo, debemos recordar brevemente lo que realmente implican los métodos, la peculiaridad de la investigación geológica. Es bien sabido que la geología extrae sus conocimientos de la propia Tierra, y que extrae sus conclusiones de lo que allí encuentra con respecto a la forma en que nuestro planeta tal vez se haya desarrollado y cambiado en el transcurso del tiempo. Es bien sabido que cuando tenemos la oportunidad de estudiar las capas más profundas de nuestra tierra en lo que respecta a su roca y otros contenidos, por ejemplo, en la construcción de ferrocarriles, en las canteras, en la minería, estas capas se muestran diferentes de aquella sobre la que primero dirigimos nuestros pasos, diferentes de la superficie más externa. Pero incluso dentro de esta superficie el suelo se nos muestra diferente de las formas más variadas, si lo examinamos en cuanto a sus tipos de roca y su carácter mineral. Es bien sabido que entre las investigaciones más interesantes se encuentran las que se refieren a aquellos estratos de la superficie de nuestra Tierra que muestran claramente unas características tales que nos permiten afirmar que el material que cubre el suelo allí estuvo originalmente disuelto en el agua o estuvo de alguna otra forma bajo el poder del agua, fue una vez arrastrado por el agua, por así decirlo, en tiempos pasados. Todavía hoy podemos ver cómo los ríos arrastran los materiales rocosos que se acumulan en su contenido de agua y luego los depositan en otras zonas. Vemos cómo tales depósitos cubren el suelo. De la misma manera, en la antigüedad, tenemos que pensar en acumulaciones formadas sobre acumulaciones. Tenemos que pensar en otro depósito superpuesto al formado de tal manera que, cuando lo examinamos, muestra tener un carácter diferente al de la capa inferior. Así nuestra tierra nos muestra su material rocoso de carácter diferente capa por capa. Por supuesto, es fácil decir que los estratos que se encuentran más arriba deben ser los más jóvenes, que han sido depositados por los procesos más recientes de nuestra tierra, y que cuanto más y más profundamente tenemos ocasión de mirar en la parte inferior del suelo de la tierra, más nos encontramos con estratos que han sido depositados en épocas cada vez más antiguas y que terminan siendo cubiertos por los estratos más jóvenes. También se sabe que en estos estratos de nuestra tierra se encuentran toda clase de inclusiones que, según las opiniones de nuestra época, proceden del hecho de que los seres vivos animales y vegetales, por así decirlo, han encontrado la muerte, han sido arrastrados con el agua y con los estratos, han sido enterrados de manera natural, y luego se encuentran más o menos cambiados o inalterados dentro del material rocoso como restos de seres vivos prehistóricos. También es fácil imaginar que debemos suponer una cierta relación entre tal capa de material rocoso, tal como yace allí, y las inclusiones animales y vegetales que hay en ella.

Ahora bien, no hay que imaginar que los estratos más jóvenes se superponen tan convenientemente a los más antiguos en toda la superficie de la tierra, sino que hay que tener claro <que a veces estratos más antiguos -reconocibles por su carácter- se superponen hasta la superficie, que en el curso del desarrollo de la tierra se han producido las más variadas perturbaciones, desordenamientos, superposiciones, levantamientos, etc., de estos estratos, de modo que no es en absoluto fácil para el geólogo decir en casos individuales cómo un estrato ha llegado a superponerse a otro. Son cosas que aquí sólo pueden insinuarse. En cualquier caso, podemos hacer caso omiso de las irregularidades que acabamos de mencionar y suponer que los geólogos tienen a su disposición los estratos de la tierra con los depósitos a través de todos ellos, y que sacan sus conclusiones de ellos en cuanto a cómo se veía realmente en la tierra cuando la capa superior aún no se había depositado, o capas más profundas que se encuentran debajo de la capa superior aún no estaban allí, y así sucesivamente, - de modo que a partir de ahí se puede formar ideas en cuanto a cómo se veía en épocas pasadas en nuestra tierra.  

Ahora bien, es generalmente sabido que las capas superiores, es decir, las más jóvenes del material de nuestra Tierra, muestran inclusiones de las formas de vida animal y vegetal más perfectas, y que cuanto más profundizamos en las capas, permanecen las formas de vida más imperfectas, que ahora estamos acostumbrados a enumerar entre las especies y géneros inferiores de los reinos animal y vegetal. Llegamos entonces, por así decirlo, a los estratos más bajos de la superficie de nuestra Tierra, que han sido cubiertos una y otra vez por otros estratos, llegamos al llamado estrato Cámbrico de la evolución de nuestra Tierra, y allí vemos cómo de nuestros seres vivos animales en este estrato sólo hay inclusiones de aquellos animales que aún no poseían un esqueleto vertebral. Encontramos otros animales con esqueleto vertebral en los estratos superiores, que la geología puede considerar como estratos más jóvenes de la evolución de la Tierra.  

Así pues, la geología parece confirmar plenamente lo que la ciencia natural sabe hoy por otros presupuestos: que en el proceso de evolución de nuestra Tierra los seres vivos se han desarrollado lenta y gradualmente desde formas imperfectas a otras más perfectas. Si echamos un vistazo al estrato Cámbrico, por ejemplo, el depósito más bajo, e imaginamos que todos los demás estratos aún no se habían formado, tendríamos que pensar que en los tiempos más antiguos sólo estaban presentes las entidades animales más inferiores, que aún no poseían esqueleto y que fueron los primeros precursores de los animales imperfectos, que luego encontraron su tumba y se depositaron en el estrato más bajo del material rocoso. Tenemos que imaginar que estos seres tuvieron descendientes, tal vez cambiados bajo condiciones diferentes, que entonces se produjeron. En el estrato siguiente, que es más joven, vemos aparecer tales animales, que en cierto sentido ya tienen en ellos formaciones parecidas a esqueletos. Y a medida que nos acercamos a los estratos más jóvenes, vemos aparecer especies animales cada vez más perfectas, hasta que llegamos a los estratos terciarios, donde vemos que ya están los mamíferos, y luego, en los estratos que son aún más jóvenes que los terciarios, vemos aparecer al hombre.  

Ustedes saben que hoy (1911), existe un tipo de concepto que piensa simplemente que los animales inferiores que vivían en la época del Cámbrico tuvieron descendientes, de los cuales una parte permaneció estancada, otra parte se desarrolló más que mas tarde se convertirían en los animales fósiles y así sucesivamente; de modo que tendríamos que explicar la aparición de animales más perfectos en los estratos posteriores, más recientes, de tal manera que los seres vivos animales y vegetales más imperfectos, más simples, se hubieran perfeccionado gradualmente. Esto daría una imagen puramente gráfica del desarrollo gradual de la vida y también de los demás procesos en nuestra Tierra, aproximadamente tal y como aparecía a los ojos del observador que pudo haber observado durante los billones y billones de años que la geología ha calculado para este acontecimiento. Para recordar los métodos y tipos de investigación, se puede insinuar lo siguiente. Si se ve, por ejemplo, cómo ciertas capas se siguen depositando hoy en día por aluviones fluviales o similares en el transcurso de tantos y tantos años y se mide la altura de tal capa de modo que resulte una medida determinada y se pueda decir: en tantos y tantos años se ha depositado tal capa,- entonces se puede calcular cuánto tiempo transcurrió hasta que tales capas se depositaron tal como habíamos previsto, siempre que las condiciones fueran las actuales. Entonces salen las cifras más diversas, dependiendo de los distintos cálculos que hayan hecho los geólogos. No es necesario insistir en el hecho de que existen contradicciones, pues quienes las conocen sabrán que carecen de sentido, aunque a veces sean bastante flagrantes y las diferencias asciendan a muchos billones de años, que son registrados por cada uno de los investigadores. 

Si nos presentamos todo esto a nosotros mismos, no tendremos más que una imagen de <cómo> según los puntos de vista de la geología, -exactamente en el tono en que se ha descrito lo que ahora se ha dicho-, han tenido lugar los procesos en el desarrollo de nuestra tierra en los últimos billones de años. La geología nos obliga además a presuponer otros a todos estos procesos. Pues todos estos estratos, que contienen los restos de la vida animal, descansan, por así decirlo, sobre otros, que luego suben a la superficie rompiendo los estratos depositados sobre ellos y formando montañas, y así se hacen visibles, de modo que las ideas de la geología llevan a la conclusión de que todos los estratos de nuestra tierra que contienen los restos de los seres vivos descansan sobre otro estrato, que, por así decirlo, nos remite a una edad de nuestra tierra que precedió a toda la vida. En efecto, la composición de este estrato, el más antiguo y el más inferior de la superficie terrestre, nos muestra que, cuando éste se formó, la vida tal como es hoy no podía existir en nuestra Tierra, al menos según las ideas actuales. 

La geología se ve obligada a suponer que la capa más baja debe su formación a un proceso de fuego, dentro del cual es imposible pensar en vida alguna, de modo que la geología nos llevaría a retroceder en el curso del desarrollo de nuestra tierra hasta tiempos remotos, en los que, por así decirlo, los tipos más antiguos de roca y mineral se formaron a partir de un proceso de fuego. Sólo más tarde, sobre la base de esta capa inferior, se depositaron las capas más jóvenes, que contienen los restos de seres vivos, por procesos que tuvieron lugar cuando nuestra Tierra, a través de la radiación de su calor al espacio, ya se había enfriado hasta tal punto que la vida se hizo posible. Hay que pensar que todo esto va acompañado de procesos de naturaleza física y química que no pueden describirse en detalle. Si nos remontamos así, por así decirlo, a aquellos tiempos más antiguos de nuestra tierra, después de haberse producido ya un cierto enfriamiento -en geología se piensa en la tierra antes de la primera formación de rocas en un estado todavía ardiente-, encontramos nuestro globo terrestre, en cuanto a la superficie se refiere, afectado por una capa de base y vemos cómo sobre esta capa de base se extienden aquellas sucesivas capas que, en sus acumulaciones, proporcionan testigos vivos de que en nuestra tierra ha habido vida desde hace mucho tiempo. Cuando observamos estas capas más antiguas, sobre las que descansan las que dan vida, en relación con su material rocoso, que es esencialmente lo que se llama granito, estamos viendo una forma de nuestra tierra que todavía nos la muestra como una especie de estado sin vida en el sentido de nuestra geología actual. Aquí es donde las capas superiores están abiertas y el granito emerge y forma montañas: por así decirlo, como un testimonio de los tiempos más antiguos de nuestra tierra.  

Goethe, que no sólo era un gran poeta, sino también un gran pensador natural y un gran científico natural, sentía especialmente cuando se encontraba con esta formación rocosa más antigua de nuestra tierra, el granito, cómo este material rocoso granular es algo sobre lo que se eleva todo lo demás, por así decirlo, como sobre el esqueleto de la tierra>. Esto infundió en Goethe algo que era como el eco de una calma primordial de nuestro planeta, y contemplaba esta roca con asombro. Una persona así no podía dejar de contemplar los procesos del desarrollo de nuestra tierra no sólo con la mente, sino también con el corazón, lo que estos restos nos revelan sobre el devenir de la tierra. Las palabras que pronunció Goethe a la vista de este "hijo mayor de la naturaleza", como él mismo dijo, a la vista del granito, son profundamente conmovedoras y nos adentran aún más en los secretos que todo pensamiento abstracto: 

".. . Con estos sentimientos me acerco a vosotros, antiquísimos monumentos dignos del tiempo. Sentado en una alta cumbre desnuda y dominando una vasta región, puedo decirme a mí mismo: Aquí descansáis directamente sobre un suelo que llega hasta los lugares más profundos de la tierra, ningún estrato reciente, ningún escombro amontonado se ha interpuesto entre vosotros y el suelo sólido del mundo primigenio, no camináis sobre una tumba persistente como en esos valles fértiles y hermosos, estas cumbres no han producido nada vivo ni han engullido nada vivo, son anteriores a toda vida y están por encima de toda vida. En este momento, cuando las fuerzas interiores de atracción y movimiento de la tierra tienen un efecto directo sobre mí, por así decirlo, cuando las influencias del cielo se ciernen a mi alrededor, me pongo en sintonía con las contemplaciones más elevadas de la naturaleza, y como el espíritu humano lo anima todo, así también se agita en mí una semejanza a cuya sublimidad no puedo resistirme. Tan solo, me digo, mientras contemplo este pico bastante desnudo y apenas vislumbro a lo lejos un musgo que crece bajo a su pie, tan solo, me digo, se siente el hombre que sólo quiere abrir su alma a los primeros y más profundos sentimientos de la verdad."

Este es el estado de ánimo que se apoderó de Goethe cuando miró esta roca, que muestra por toda su constitución que no podía contener nada vivo en su interior, por lo tanto no podía haber devorado nada vivo como las capas situadas por encima de ella. 
Por muy esquemático que sea lo que he podido presentar hasta ahora, no deja de mostrar -a grandes rasgos, por así decirlo- la imagen <que uno puede formarse hoy a partir de la geología sobre el curso de la Tierra y sus seres vivos. Pero la gente no siempre ha pensado de esta manera, y esta forma de pensar sólo se ha desarrollado muy gradualmente. Por ejemplo, en la época en que Goethe se ocupaba de la geología, se libraba en cierto modo una disputa sobre el origen de nuestra tierra, que se llama la disputa de los plutonistas y los neptunistas. Uno de los principales representantes de estos últimos era el geólogo "Werner", a quien Goethe también conocía. Él era de la opinión de que esencialmente todas las estratificaciones que tenemos que observar dentro de nuestro suelo terrestre no pueden remontarse a ningún efecto del fuego, sino que todo lo que puede investigarse apunta al hecho de que la tierra básicamente sólo se ha formado a partir de un elemento acuoso, una formación acuosa de nuestro planeta. Que incluso los estratos más antiguos son depósitos de agua, que el granito tampoco se formó por fuego hirviente, sino que también se depositó a partir del agua, y que sólo mediante procesos posteriores cambió con el paso del tiempo de tal manera que hoy su origen acuático ya no parece tan claro.  Los neptunistas, y especialmente Werner, consideraban que todo procedía del agua. En contraste con esto estaba el punto de vista de los plutonistas, que suponían que nuestra tierra con todo nuestro sistema planetario se había formado a partir de una nebulosa gaseosa, de alta temperatura planetaria, que se había separado por enfriamiento y se había enfriado aún más por la radiación de calor en el espacio planetario. Que entonces se dieron las condiciones en las que, por efecto del calor, pudo formarse el granito y quizá tipos similares de roca, pero que por la radiación de calor sólo se había enfriado la superficie de la Tierra, mientras que el interior seguía siendo ardiente-líquido, y que las erupciones volcánicas y la aparición de terremotos eran testigos vivos de que el suelo de la Tierra contenía restos de un estado ardiente-líquido en su interior. Los seguidores de la escuela neptuniana, por el contrario, sólo veían en todos los fenómenos volcánicos procesos subyacentes que, por así decirlo, a través de la presión o de las condiciones químicas en el interior de la tierra, que ellos no consideraban en absoluto ardientes, hacían posible que se produjeran enormes catástrofes internas que se descargaban hacia el exterior, de modo que sólo ahora tenemos tales procesos que actúan hacia arriba de tal manera que empujan macizos montañosos enteros fuera del interior de la tierra. En resumen, en la primera mitad del siglo XIX todavía nos encontramos con una disputa muy interesante entre el punto de vista que se puede describir brevemente con la palabra que Goethe utiliza en "Fausto": "Todo surgió del agua", y el punto de vista según el cual, básicamente, los procesos de los efectos del fuego subyacen a todas las formaciones de la tierra. Por tanto, cabe pensar que algo sucedió en la parte superior de la cáscara más externa, que se relaciona con el interior como la cáscara del huevo con la yema, debido a lo cual ha quedado una capa muy fina como capa de enfriamiento, que por así decirlo rodea la tierra como capa de cobertura del poderoso volcán terrestre, que es nuestro planeta tierra sobre el que andamos.

 Ahora debemos hacernos la pregunta: ¿Qué tiene que decir esta investigación exterior, y qué tiene que proclamar la ciencia espiritual sobre el devenir de la tierra con los medios que se han descrito en las conferencias dadas hasta ahora? - Sobre las etapas de la tierra en cuyo estado se encuentra ahora y por los que ha pasado antes, también pueden informarse más detalladamente por mi "Ciencia Secreta en Esquema". -¿Hasta dónde nos lleva básicamente la geología? Resumámoslo ahora en palabras claras. 

La geología puede decirnos: <Observen los estratos que encuentran en la superficie de la tierra. La forma en que están dispuestos estos estratos, les muestran que se han producido depósitos, al menos en tiempos recientes, que los seres animales han encontrado su tumba a lo largo de ellos, cuyos descendientes están ahora todavía en la tierra, pero también aquellos que se han extinguido, y a los que sólo llegamos a conocer como habitantes de la tierra desenterrando sus restos en la tierra. Allí se nos conduce a una capa más profunda de la superficie terrestre, que aún pertenece a lo que se relaciona con todo el planeta como la cáscara del huevo con la yema, y que nos muestra que bien podría deber su origen a un efecto del fuego. Los que miran más profundamente, sin embargo, como Goethe, hablan con más cautela, incluso cuando quieren pensar en términos geológicos. Y es interesante oír a Goethe hablar de esta capa inferior. 

".. . En las entrañas más recónditas de la tierra descansa -este tipo de piedra- inamovible, elevándose sus altas crestas, cuyas cimas nunca alcanzaron el agua que lo rodea todo. Eso es todo lo que sabemos de esta roca y poco más. Pero al estar compuesta de elementos conocidos, de manera misteriosa, no permite deducir su origen ni del fuego ni del agua." 

Así pues, Goethe ya señala que posiblemente tanto el fuego como los efectos del agua no podrían ser la causa que nos indique la misteriosa formación de este hijo más antiguo de nuestra tierra, el granito. Si junto a la investigación geológica, que en el fondo no puede llevarnos más allá, colocamos simplemente lo que dice la ciencia espiritual, lo que se ha obtenido de la investigación clarividente, queda algo así. 

Si contemplamos con mirada espiritual, -que puede agudizarse para nosotros mediante los métodos que a menudo se han mencionado en el curso de estas conferencias-, los tiempos prehistóricos de nuestro planeta, entonces se nos aparece, en cierto sentido, lo que podría presentarse a la mirada sensorial aproximadamente en ese tiempo y secuencia temporal que nos presenta la investigación geológica. En cierto sentido, también estamos mirando hacia atrás, ya que la investigación geológica en realidad tuvo que construir la visión retrógrada en la imaginación. Vemos a partir de esos seres que ahora llamamos perfectos en nuestros términos humanos, retrocediendo la búsqueda, a seres vivientes cada vez más imperfectos e imperfectos sobre la tierra, y vemos mezcladas en ellos formas a veces grotescas que están contenidas, por ejemplo, en las diversas formas de dinosaurios, en el Ichthyosaurus, Plesiosaurus, Dinosaurus, Archaeopteryx. Luego encontramos seres que carecían de esqueleto vertebral, y así sucesivamente, y en efecto, por medio de la visión clarividente, llegamos a un período de nuestra Tierra en el que no podemos ver seres como los que viven actualmente en nuestra Tierra. Por tanto, debemos admitir que la investigación en las ciencias espirituales puede ver este aumento gradual de perfeccionamiento a partir de sus propias fuentes. Si ahora retrocedemos de este modo y llegamos, por así decirlo, al punto en el tiempo con la investigación clarividente, que la geología fija para el granito, que, en el sentido de la geología actual, se forma a partir del ya enfriado, pero todavía bajo los efectos de fuego, debemos preguntar: ¿Qué tiene que asumir ahora la geología? ¿Qué tiene que asumir ahora la ciencia espiritual como prerrequisitos de un tiempo anterior?

Si nos mantenemos en un terreno realmente seguro dentro de la geología -de hecho, ningún naturalista debería dudar de lo que se dice ahora-, entonces la geología sólo tiene conjeturas sobre lo que hay más allá del granito hacia la prehistoria. También puede tener tales conjeturas sobre cómo era el interior de la tierra, ya que las perforaciones que se han hecho en la tierra mediante sondeos sólo profundizan hasta tal punto que hay que calificarlas de diminutos pinchazos. Conjeturas e hipótesis, nada más, ¡a lo sumo corazonadas sobre lo que precedió al remolino y a los cambios de la formación granítica! 

La Ciencia Espiritual investiga el desarrollo de la tierra retrocediendo hasta los tiempos prehistóricos, y encuentra, en el ámbito que se puede ver con los ojos, a seres cada vez más imperfectos que los predecesores de nuestra vida terrena actual. Pero descubre que la Tierra, si la investigamos en retrospectiva, se presenta de manera muy diferente a como se presenta en la actualidad. Así como en la actualidad se presenta como la base mineral sobre la que caminamos, rodeada de aire, donde se encuentran las nieblas, las formaciones de nubes, etc., así no es como se nos presenta en absoluto cuando retrocedemos a la prehistoria. Un gran número de sustancias que ahora se encuentran en las profundidades de la Tierra estaban todavía en el entorno terrestre en épocas anteriores y sólo gradualmente se fueron asentando. La geología también debe admitirlo. Pero cuanto más retrocedemos, más descubrimos que nuestra tierra en general como planeta se convierte en una estructura muy diferente, en algo muy distinto, por así decirlo, de lo que ahora es la circunferencia de aire, y a medida que retrocedemos, muestra cada vez más el carácter de un ser vivo en sí mismo. Que no sólo encontramos tal aire mineral y tal formación de nubes minerales en la circunferencia de nuestra tierra como tenemos ahora, sino que dentro de lo que pertenece a nuestra tierra encontramos en los tiempos más antiguos algo así como miembros vivos de un gran ser viviente. 

Cuando retrocedemos así, nos sentimos  como si pudiéramos situarnos como seres muy diminutos en un organismo humano, como si estuviéramos dentro de ese organismo en el terreno sólido de un hueso y pudiéramos mirar hacia fuera y ver el sistema sanguíneo, el sistema nervioso y así sucesivamente como un entorno. Por lo que alguien en la antigüedad, de pie sobre la tierra y mirando hacia fuera, no habría visto tejido mineral y aire mineral, sino vida viva y palpitante. Cuanto más retrocedamos, más se daría este caso, de modo que podríamos remontarnos a la época que llamamos de la formación del granito. Y podríamos decir para nosotros mismos: Aquí está la tierra básicamente un poderoso ser viviente, que contiene una vida numerosa y múltiple, que todavía no está animada por los seres vivientes que hoy caminan sobre ella o habitan en el agua, etc., pero que viven en ella - como si fueran parásitos de todo el organismo viviente de la tierra, que nadan en su sangre, como hoy las masas de lluvia en el aire y similares. 

Entonces llegamos a una época de la que debemos decir: En el suelo de la tierra, sin embargo, hay una temperatura tan grande que la vida no puede desarrollarse, pero en sus inmediaciones se desarrolla la vida, una vida que quiere descender, pero no puede. ¿Por qué no puede descender? Allí abajo, mediante el proceso del fuego, el proceso del elevado calor, lo que los seres vivos de nuestra tierra segregan de sí mismos de la misma manera que nuestro organismo vivo segrega los componentes sólidos, los huesos, de las partes blandas. Y ahora observamos la formación del granito y decimos: El material que contiene el granito -cuarzo, feldespato y mica- estaba disuelto originalmente en el gran "ser" vivo: Tierra. Para desarrollarse necesita el hecho de poder deshacerse de estas sustancias, las separa, las deja caer a la tierra. Lo que está abajo recoge lo que ha sido separado, forma un macizo básico, un esqueleto en el ser vivo Tierra. Y si retrocedemos aún más, debemos buscar las causas por las que toda la tierra viviente ha segregado fuera de sí las sustancias que, como sustancias químicas, forman ahora nuestra tierra y no son al mismo tiempo las que están en el organismo animal, vegetal o humano. Estas sustancias fueron entonces segregadas gradualmente de manera similar por la acción del fuego o del agua y luego se transformaron en el esqueleto de nuestra tierra.

Si ahora volvemos a preguntar cómo es que las sustancias se han separado ahora de la vida terrestre y han formado una base a partir de la cual la vida ha surgido, y preguntamos por las causas por las que esto ha podido ocurrir, entonces nos encontramos con algo, que, si hablamos de ello como un proceso dentro del desarrollo de nuestra Tierra, sigue despertando molestias en el círculo más amplio, no entre los pensadores científicos, -ellos deberían reconocerlo-, sino especialmente entre aquellos que quieren construir una concepción del mundo sobre la base de unas pocas ideas que han adquirido. Pero debemos señalar lo que la ciencia espiritual muestra a partir de sus observaciones, que ésta es la verdad. Pues muestra que estos procesos, por así decirlo, de separación de los materiales rocosos, estuvieron precedidos en el interior del ser vivo terrestre por un proceso como el que ahora podemos llamar actual, si nos referimos a nuestro propio proceso interior, que al fin y al cabo es poco conocido por la ciencia externa, Pero ya ha sido descrito en cierta medida por la ciencia espiritual en estas conferencias -sólo puedo insinuarlo- a ese proceso que tiene lugar durante todo el día en nuestro propio cuerpo cuando ejercitamos nuestra musculatura, las herramientas de nuestro cerebro, todo nuestro cuerpo, mediante el trabajo, mediante los conceptos que crea el espíritu. Ahí es donde tiene lugar el proceso que llamamos fatiga. Se trata esencialmente de una especie de proceso de destrucción del organismo. 

Por lo tanto, podemos decir: Mientras llevamos nuestra vida cotidiana despiertos de la mañana a la noche, pensando, sintiendo y queriendo, tienen lugar en nuestro interior procesos de destrucción, que luego sentimos como fatiga. Tales procesos de naturaleza anímica espiritual, que, sin embargo, tienen un efecto sobre la materia, ciertamente no serán fácilmente admitidos como efectos externos de la naturaleza por una cosmovisión científica. Pero estaban presentes en aquel gran y poderoso organismo que una vez fue la Tierra. Y cuando la tierra se acercó al momento en que el granito y similares se separaron, fue presa de todos esos procesos de destrucción, que actuaban de tal manera que sobre la materia trabajaba un alma espiritual. En aquel organismo, en el que previamente se habían trabajado no sólo las sustancias que hoy tiene el organismo vegetal, animal y humano, sino también las sustancias que hoy componen nuestra masa terrestre, se vertió todo lo que había de tales procesos de destrucción provocados por procesos del alma espiritual.  Estos procesos de destrucción iniciaron en el gran ser viviente tierra lo que luego provocó la expulsión -por así decirlo mediante un proceso de separación- de lo que hoy tenemos en la estructura de nuestra tierra en forma de sustancias químicas que no encontramos en los cuerpos orgánicos.  

Así, a través de la ciencia espiritual, somos conducidos de nuevo a la tierra como organismo, -no a un estado primigenio de nuestra tierra, en el que era, por así decirlo, masa muerta, sino en el que la tierra era originariamente un gran organismo. Pues en el sentido de la ciencia espiritual hay que dar prácticamente la vuelta a una pregunta que hoy en día se plantea de forma bastante errónea. Ninguna ciencia, -si ésta parte de la base de que nuestra tierra fue una vez una esfera muerta en la que sólo tenían lugar procesos químicos y físicos-, podrá explicar cómo pudo surgir la vida de esta esfera muerta. Esta es una gran cuestión de controversia, pero suele plantearse de forma bastante errónea.  Porque se suele preguntar: ¿Cómo fue posible que la vida se desarrollara a partir de lo inanimado? -Pero no es así: lo inerte no precede a lo vivo, sino al revés, lo vivo precede a lo inerte. El mineral sin vida es un producto de secreción, igual que nuestros huesos son una secreción de nuestro organismo. 

Así que toda roca es un producto de secreción de nuestro organismo terrestre, y son procesos anímico-espirituales, -aunque al principio sean procesos de destrucción-, los que han hecho que nuestro organismo terrestre llegue a tales secreciones. Si retrocediéramos más, veríamos que este curso nos llevaría mucho más lejos. Nos llevaría desde lo que ocurre en nuestro mundo mineral hasta la Tierra como organismo. De hecho, ya podemos ver que retrocediendo aún más llegamos no sólo a un organismo, sino a una estructura de nuestro planeta que está impregnada de efectos espirituales. No sólo no remontamos de la vida a lo sin vida, sino que remontamos lo sin vida a procesos de separación de lo vivo, y aceptamos lo vivo como el estado resultante de lo anímico-espiritual. 

Cuanto más retrocedemos, más nos acercamos a aquello de lo que realmente surgió lo que hoy tenemos ante nosotros como minerales, formaciones vegetales, etc.: Nos acercamos a lo espiritual y dejamos que la ciencia espiritual nos diga que lo que hoy se nos presenta en la variedad de fenómenos terrestres no sólo no se formó a partir de una niebla primigenia ardiente y sin vida, sino que todo se ha formado a partir de lo espiritual, que originalmente nuestra tierra era puro espíritu. El progreso fue tal que, por un lado, de lo espiritual se separaron aquellas formaciones que tendían más hacia lo mineral, y que, por otro lado, se dio la posibilidad de que surgieran ciertas formaciones nuevas que pudieran asumir una nueva forma de efectos espirituales. Pues si ahora tomamos el camino opuesto y decimos: En los materiales rocosos antiguos tenemos algo que se ha segregado del organismo terrestre original, y luego pasamos a nuestro propio tiempo, esta segregación se produce constantemente. 

El granito no es más que la segregación más antigua. Pero los procesos que forman las segregaciones serán cada vez menos procesos vitales, y cada vez más serán meros procesos químicos, mecánicos, de modo que en nuestra época sólo tendremos finalmente los efectos del agua que pueden observarse cuando, por ejemplo, un río lleva el material rocoso de un lugar a otro. Pero lo que allí encontramos como procesos mecánico-químicos es sólo el último producto, lo que se ha convertido en el mineral legítimo, lo que se ha producido como resultado de lo que originalmente tuvo lugar como efectos vitales.

Vemos, pues, cómo, en efecto, en el curso de la evolución de nuestra tierra, en relación con aquello que forma el suelo sobre el que caminamos, tiene lugar algo que tenemos de modo similar en el organismo individual humano o animal. Allí vemos cómo este ser humano vive hasta cierto punto, cómo luego pasa por la puerta de la muerte, deposita su cuerpo como cadáver y ve cómo continúan los procesos, que son meramente minerales. Sin embargo, durante la vida del cuerpo, estos procesos químicos y físicos estaban incluidos en los procesos anímico-espirituales. Por lo tanto, también volvemos a una época de la existencia de la Tierra en la que los procesos que ahora vemos que tienen lugar como químicos y mecánicos estaban atrapados y entremezclados con procesos orgánicos, incluso anímico-espirituales. Pero lo que tiene lugar en el suelo de nuestra tierra es, por así decirlo, sólo la corriente que ha quedado de los procesos anteriores, que al principio eran más vivamente orgánicos y luego espirituales. Este suelo tuvo que nacer, tuvo que formarse, para que ahora pudiera tener lugar un tipo diferente de vida en su suelo: aquella vida que poco a poco se convirtió en nuestra vida, con el fin de que, por así decirlo, tales instrumentos cerebrales pudieran desarrollarse gradualmente en los seres vivos, por medio de los cuales ahora pueden visualizar interiormente el espíritu, pueden formar interiormente pensamientos y sensaciones que, por así decirlo, repiten los procesos exteriores de una manera reconocible y sensible. Por tanto, primero hay que "cribar" toda la masa de materia de nuestra Tierra, separar las sustancias meramente minerales de hoy y retener aquellas que hoy pueden formar los organismos que sólo están entremezclados con una parte de la antigua masa de materia. Éstas son las partes que sólo ahora pueden formar, por ejemplo, lo que hoy es el hombre. El espíritu que vive en la cabeza humana, en el corazón humano, que vive en un ser que está, por así decirlo, más finamente organizado que todo el ser del planeta Tierra, este espíritu sólo pudo surgir en tal ser que primero recibió de sí mismo la otra masa de materia que hoy no pertenece a la vida orgánica. Toda la masa de materia de nuestra tierra ha sido tamizada, y lo que se ha desprendido se ha convertido en la base que ha sido entregada a la vida puramente mineral, para que sobre ella pudiera desarrollarse una nueva vida, que ahora vemos entrar en su forma más baja en el momento en que desde el tiempo siguiente los seres más simples en la forma cámbrica nos son presentados por la geología.  

 Si consideramos la vida que existe hoy en el sentido de la ciencia espiritual, tendremos que decir: Esta vida estaba originalmente en la esfera de la tierra, luego descendió, por así decirlo, de esta esfera, pero no pudo poner el pie en el suelo de la tierra sin antes haber enviado por delante lo que necesitaba en masas de materia para poder caminar sobre ella. El proceso de descomposición, que fue provocado por procesos espirituales, es el inicio de dos corrientes que han tenido lugar desde entonces: una corriente ascendente que desarrolló una vida más refinada y superior -que sólo necesitaba una parte de las masas de materia- y otra corriente que continúa la descomposición y se ofrece como base para los organismos más refinados que luego se desarrollan hasta el hombre. Estos organismos más sutiles tienen un desarrollo ascendente. ¿Por qué? Porque al separar el material más grosero como en un poderoso proceso de excreción, a través del cual se formó la superficie de la tierra, han llegado a la posición de aislarse más o menos de la tierra y de sus efectos internos, y ahora están entregados a cualquier efecto mundial que fluya sobre la tierra desde el exterior. Ahora están expuestos a los procesos más espirituales de los efectos del universo y a ello deben su ascenso de seres vivos imperfectos a seres humanos. 

Cuando contemplamos el desarrollo de la tierra de esta manera, vemos el suelo sobre el que caminamos, sin tener en cuenta los procesos individuales, y nos decimos: Posamos nuestros pies sobre él, el cual contiene, -en el granito y en lo que se ha depositado sobre él-, aquello que los reinos de los seres vivos no pudieron utilizar, que sólo pudieron utilizarlo de tal manera que lo separaron como suelo para poder caminar sobre él. Y lo que existe como continuación de esto es un proceso de destrucción y disolución. Ahí es donde básicamente tenemos que familiarizarnos con la idea siguiente: Si hoy en día el geólogo nos presenta la tierra tal y como está formada por valles y montañas y  construyéndose capa a capa, tendría que ser algo así como un cadáver en descomposición que continúa un antiguo proceso de destrucción y descomposición. Entonces estaríamos caminando sobre tal proceso de destrucción en el sentido de la ciencia espiritual, de modo que tendríamos un fundamento y un suelo, que debemos tener cuando consideramos las fuerzas florecientes que apuntan hacia el futuro, que van por otro lado que las fuerzas que nos confrontan en el suelo de la tierra. Pues estas fuerzas que apuntan hacia el futuro son algo que penetra en las almas humanas, en los espíritus humanos, independientemente de la tierra, por así decirlo, quizá también en aquellos seres que están fuera de lo humano, que sólo se elevan sobre la base de la tierra. Pero en la tierra misma tendríamos algo en descomposición.  

Desde un punto de vista espiritual-científico-geológico, nuestra tierra se nos aparecería como un cadáver cada vez más en descomposición, y las leyes geológicas serían al mismo tiempo leyes del cadáver terrestre en desintegración. Y el ser humano en la tierra sería algo que se yergue del cadáver terrestre, del mismo modo que el alma humana, cuando atraviesa la puerta de la muerte, se yergue del cadáver y lo deja para aquellas fuerzas que lo descomponen y destruyen. Decir esto puede resultar sombrio. Pero sólo presentará un panorama sombrío si se desespera, por así decirlo, del espíritu y se considera al espíritu meramente ligado a la materia y se cree que con la apostasía del hombre de la forma terrenal viva ha llegado en absoluto el fin del hombre. Pero si miramos las cosas desde el punto de vista sano de la naturaleza, debemos decir que, en cierto modo, debe suceder que no sólo el ser humano individual, sino toda la raza humana, se desprenderá gradualmente del cuerpo terrenal para poder ascender poco a poco a otras regiones de desarrollo. Así pues, desde el punto de vista espiritual-científico-geológico, nos encontramos más allá de la mitad de la evolución terrestre desde que el "hijo mayor de la tierra" fue apartado, y los seres que forman un futuro comienzo seguirán desarrollándose sobre la base así formada.

¿Qué tiene que decir la geología moderna sobre esa visión espiritual-científico-geológica? Si se consideran palabras, teorías, hipótesis, visiones del mundo, que se forman fácil y rápidamente por corrientes partidistas y demás, entonces es muy fácil construir cómo tal ciencia espiritual entra en contradicción con el pensamiento científico natural. Pero si se considera esta ciencia espiritual, que funciona de forma tan estricta y metódica como cualquier otra ciencia, en relación con la ciencia natural, es necesario examinar lo que la ciencia natural tiene que decir realmente, es decir, plantear la cuestión en relación con lo que se ha dicho hoy: ¿Qué dice la geología sobre el devenir de la Tierra? Hoy en día, en los escritos de divulgación científica y en las cosmovisiones populares, a menudo se traen a colación cosas que tienen un carácter muy secundario, y luego se dice que "la ciencia" lo ha establecido. Si luego se compara esto con lo que dicen los investigadores espirituales "tramposos y medio locos", a algunos les resultará algo que "no hay por donde cogerlo". <Porque eso dirán muchos que tal vez sepan poco más de la ciencia espiritual que lo que les llega de todo tipo de fuentes remotas.  Pero hay que acudir a lo que la verdadera ciencia y la verdadera ciencia espiritual tienen que decir. Pues la ciencia espiritual no debe ser considerada como las cosmovisiones populares, que sólo aparentemente se derivan de la ciencia, sino con el rigor con que toda ciencia verdadera debe ser considerada por los verdaderos investigadores de las fuentes.  Esto trae a colación algo que no puedo describirles de otro modo que remitiéndoles a una obra que tuvo su origen en uno de los geólogos más importantes de nuestro tiempo y que un geólogo muy conocido de nuestra época ha denominado la epopeya geológica del siglo XIX: la "Antlitz der Erde" (Cara de la Tierra) de Eduard Sueß. Puede decirse que en esta obra, en la que Sueß trabajó no durante años, sino durante décadas, -y de la forma más meticulosa que cabe imaginarse-, confluyen las investigaciones geológicas que esta jovencísima rama de las ciencias naturales ha producido en el transcurso de unas pocas décadas. ¿Qué se revela allí? 

Eduard Sueß fue quien dijo una vez: "Prescindamos de todos los prejuicios de los neptunistas, de los plutonistas y de todas las demás teorías acumuladas por los geólogos del siglo XIX.  No construyamos, sino miremos lo que se presenta como la fisonomía, como la imagen de la superficie terrestre". - Eduard Sueß partió de esta visión sensorial pero pura, que no estaba empañada por ninguna teoría o hipótesis. Llegó a conclusiones diferentes de las que habían sido práctica común durante muchas décadas. Llegó a la conclusión de que las montañas, que se nos aparecen como macizos imponentes, parecen arrugas en la piel de una manzana y no pueden explicarse de otro modo que suponiendo que en el planeta Tierra actúan determinadas fuerzas de naturaleza puramente físico-química, a través de cuya actividad surgen nuestros desniveles, nuestros valles y montañas, las distintas capas, etc; De modo que, esencialmente, la distribución del agua y de la tierra, la formación de los continentes, etc., se explican por el hecho de que se forman pliegues, de que ciertas fuerzas empujan los macizos terrestres entre sí, de que ciertas masas de tierra se amontonan para formar montañas. Y son estas fuerzas las que hacen que las masas apiladas se desplomen, y así es como se forman los mares. Así, por derrumbes, por vuelcos y plegamientos, etc., explica, por ejemplo, el macizo montañoso de los Alpes. De un modo espiritual se muestra así que toda la faz de la tierra ha surgido a través de tales derrumbes, colapsos, plegamientos y demás. La formación de los mares y la formación de los continentes, por ejemplo, se explican por el hecho de que se producen ciertos derrumbes, de que las aguas fluyen en una dirección, y donde antes había agua, así queda expuesta la tierra, y así sucesivamente. Se trata, pues, de una superficie terrestre en la que se producen procesos basados en la agitación de las masas terrestres por fuerzas mecánicas y en hundimientos. Y al tratar de hacerse una idea general de lo que está ocurriendo en el suelo que pisamos, Sueß llega a un resultado peculiar: que lo que está teniendo lugar en la superficie de nuestra tierra es básicamente un proceso de destrucción, y que en realidad el suelo por el que hoy conducimos el arado sobre el campo, del que proceden nuestros frutos, sólo ha llegado a existir porque de algún otro lugar han surgido pliegues, hundimientos -en resumen: han actuado procesos de destrucción. Sólo necesito citar algunas palabras de esta obra importantísima de la geología contemporánea, y podrán ver a partir de ella adónde le ha llevado el enfoque geológico puramente sensorial del concienzudo naturalista Eduard Sueß.

".. . Lo que estamos presenciando es el colapso del planeta. El cual comenzó hace mucho tiempo, por supuesto, y la corta vida de la raza humana nos permite seguir siendo optimistas. Las huellas no sólo están presentes en las altas montañas. Grandes terrones se han hundido a cientos, incluso en algunos casos a muchos miles de metros de profundidad, y ni el más mínimo paso por la superficie, sino que sólo la diversidad de tipos de roca o la profunda explotación minera delatan la existencia de la cantera. El tiempo lo ha nivelado todo. En Bohemia, en el Palatinado, en Bélgica, en Pensilvania, en numerosos lugares, el arado traza tranquilamente sus surcos sobre las fracturas más formidables." 

Aquí tienen el resultado de una ciencia cuidadosa sobre el terreno que pisamos. Ahora piensen lo que la ciencia espiritual tiene que decir sobre el inicio de este proceso a través de un proceso destructivo anímico-espiritual, cuya continuación por un lado significa el proceso destructivo físico-mecánico que ocurre en la superficie de la tierra <y que la geología se ve obligada a afirmar por sí misma a través de cuidadosas investigaciones>. Es así en todos los campos. Si ustedes consultan la verdadera investigación, los hechos, lo verán por todas partes: Aquí está la ciencia espiritual con lo que tiene que decir a partir de la investigación clarividente, y allí la ciencia natural, que sólo debe ser pensada sin ser influenciada por prejuicios monistas, materialistas o de otro tipo, que se alza sobre el terreno puro y sólido de los hechos. En todas partes, verán cómo la ciencia espiritual fluye en la ciencia natural de tal manera que la ciencia natural, por lo que tiene que aportar desde el terreno puro de los hechos, aporta una prueba amplísima de lo que la ciencia espiritual tiene que decir de sí misma. Nunca hay contradicción entre la ciencia espiritual y la verdadera ciencia natural. Las contradicciones sólo existen entre la sana ciencia espiritual, que parte de la realidad, y las teorías de los fantasiosos y de los que dicen estar en el terreno firme de la ciencia, pero que pierden inmediatamente su firmeza cuando no entran en lo que dicen los hechos, sino en lo que ellos mismos quisieran decir sobre los hechos. La ciencia espiritual se deja decir por los hechos espirituales lo que éstos tienen que decir sobre los misterios del mundo. La ciencia natural mira con sus métodos lo que le ha sido revelado y lo que tiene que decir. Ambas están en plena armonía. Y si no se toman esas obras populares que dicen: "esto y aquello está científicamente establecido", sino que se va a las fuentes, entonces se puede encontrar, especialmente en el campo de la geología, cómo los geólogos de todas partes penetran hasta cierto punto y luego ponen allí signos de interrogación. Cuando ustedes hayan llegado a estos signos de interrogación, pueden partir de ellos mirando ahora la investigación científica espiritual. Esta nos dice entonces: Si lo que muestra la clarividencia es correcto, también el material fáctico externo debe configurarse de tal o cual manera. En el caso geológico se ha demostrado: Si lo que la ciencia espiritual tiene que mostrar es correcto, entonces nuestro globo debe estar ahora en colapso como la continuación del actual proceso de descomposición. ¡La geología, que va a los hechos, muestra a partir de las leyes que es así! Los resultados de la ciencia natural son en todas partes las consecuencias de la investigación científica espiritual. Si tenemos en cuenta todo el espíritu y el sentido de este argumento, no nos entristeceremos en absoluto por el hecho de que caminemos sobre un suelo que es un cadáver en descomposición. Pues nos damos cuenta de que sobre este suelo se ha desarrollado lo que a su vez contiene en sí gérmenes del futuro.

Las conferencias siguientes nos mostrarán también cada vez más que así como el hombre mira su espíritu, así también lo espiritual, que una vez preparó el suelo bajo sus pies, se acerca a épocas futuras que lo mostrarán en alturas cada vez más elevadas. Si ya el geólogo Sueß, -porque al ocuparse de la naturaleza se adentra en toda la belleza de ésta incluso en los procesos de destrucción-, sabe admirar la faz de la tierra, diciendo en su gran obra monumental las palabras dignas de tomarse a pecho: "Ante estas cuestiones abiertas nos regocijamos en el sol, en el firmamento estrellado y en toda la diversidad de la faz de nuestra tierra, que ha sido producida por estos mismos procesos, reconociendo al mismo tiempo hasta qué punto la vida está regida por el carácter y los destinos del planeta", cuando ya el geólogo. -Si el geólogo, elevándose por encima de todo pesimismo, siente esta perspectiva en su alma, entonces el científico espiritual, que sabe que la palabra de Goethe es cierta -la naturaleza inventó la muerte para tener mucha vida- y que también sabe que es cognitivamente cierto decirlo, dice tanto más: La naturaleza inventó la muerte para tener una vida cada vez más elevada y espiritual, el científico espiritual que sabe esto dice: "Aunque tengamos que mirar lo que una vida superior ha separado, como a un cadáver en proceso de destrucción, seguimos viendo en todo lo que camina sobre este suelo gérmenes brillantes de lo que puede despertar esperanza y seguridad en nuestros corazones. Pero esto nos dice: caminamos sobre el suelo que nos ha dado el mundo anterior, que en su descomposición, en su destrucción, se ha convertido en el suelo bajo nuestros pies. Caminamos sobre este suelo, previendo, -al elevarnos en nuestro espíritu a las alturas del cielo-, que en el curso del desarrollo futuro tendremos que abandonar este suelo en el momento oportuno para ser recibidos en el seno del mundo espiritual con el que, si lo comprendemos bien, nos sentimos tan íntimamente unidos.

Traducido por J.Luelmo mar.2023


No hay comentarios:

El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919