GA174 Dornach 6 de enero de 1917 Nacionalismo, imperialismo, espiritualismo

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RUDOLF STEINER


 EL KARMA DE LA FALSEDAD

Dornach 6 de enero de 1917

XV conferencia

Para llegar a una visión del mundo adecuada a la época actual, necesitamos horizontes más amplios que los que dispone la humanidad en esta época materialista. Esto se aplica especialmente en relación con la ciencia espiritual, y ya me he referido a esta necesidad en repetidas ocasiones en las conferencias precedentes. Por horizontes más amplios quiero decir que para comprender el mundo actual, y en particular los acontecimientos humanos, tendremos que recurrir a conceptos que tienen su origen en la ciencia espiritual. El hecho de que la mayor parte de la humanidad haya rechazado hasta ahora tales horizontes conceptuales más amplios en relación con todos los campos de la vida y del conocimiento está relacionado con el karma de la época actual.

Con estos conceptos más amplios como telón de fondo, podemos caracterizar un aspecto de nuestra vida diciendo que, objetivamente, la evolución ha superado a la humanidad en los siglos XIX y XX. Los acontecimientos de hoy demuestran esta situación de la manera más completa. Uno de los acontecimientos más destacados de la era del materialismo es el progreso material, es decir, el progreso que implica todas las cosas que pueden realizarse en el mundo por medios materiales. A este progreso material sirven las ciencias de la era del materialismo. Y es especialmente típico de estas ciencias que se interesen cada vez menos por el mundo espiritual; se esfuerzan cada vez más por convertirse en una mera suma de conceptos e ideas que puedan aplicarse a los fenómenos materiales externos.

El curso de este desarrollo encuentra su expresión más fuerte en el más externo de todos los asuntos materiales: los procedimientos mecánicos. Las fábricas, la industria, las máquinas, estas cosas han alcanzado el más alto grado de perfección durante esta era de materialismo. Y por su propia naturaleza, el progreso en estos campos no ha sido nacional, podría decirse que ha sido internacional; es un progreso mundial. En efecto, ya se construya un ferrocarril o algo parecido en Inglaterra, Rusia, China o Japón, las leyes que hay que tener en cuenta, los conocimientos necesarios, son los mismos en todas partes, puesto que todo se realiza según exigencias mecánicas desvinculadas del hombre. En estos campos se ha impuesto, en efecto, un principio internacional de la manera más amplia posible.

A lo largo de los años, durante nuestras conferencias sobre la ciencia espiritual, hemos dicho a menudo, en relación con uno u otro aspecto, que hay un cuerpo en la tierra, un cuerpo que se extiende por toda la tierra. Este cuerpo necesita un alma, y esta alma debe ser igualmente internacional. Esa alma no es otra cosa que la ciencia espiritual, ya que comprende conocimientos que no están ligados a ningún individuo o grupo de la Tierra, sino que pueden ser comprendidos por cualquier persona, esté donde esté, del mismo modo que pueden ser comprendidas las cosas físicas de la cultura exterior y material, como un ferrocarril o una locomotora. A menudo hemos subrayado que la bendición y la salvación para la evolución humana sólo pueden producirse si el desarrollo en el ámbito corporal va acompañado de un desarrollo en el ámbito anímico y espiritual. Para que esto tenga lugar sería necesario que las personas hicieran tantos esfuerzos por comprender los asuntos espirituales como los que las circunstancias externas les obligan a hacer, -preferirían con mucho que se les obligara a hacer uso de su libertad-, para comprender las exigencias del progreso material. Hasta ahora esto no ha sucedido, pero es evidente que tendrá que producirse a medida que avance la evolución humana. Por mucho que se retrase, al final tendrá que ocurrir. Por mucho karma desastroso que se conjure porque los seres humanos no quieren hacer el esfuerzo, al final sucederá, pues lo que ha de suceder suceder, efectivamente sucederá.

Debido a que el progreso material se ha adelantado a la buena voluntad de conocimiento espiritual, la humanidad ha sido superada por este progreso material y todo lo que contiene a modo de pasiones e impulsos en las almas humanas. Externamente, esto se muestra de la manera más enfática en el hecho de que no son las ideas que luchan por una convivencia armoniosa de los seres humanos en la tierra -es decir, no son las ideas cristianas- las que están por encima, sino aquellas que, en sumo exceso, dividen a la humanidad y la retrotraen a períodos culturales que uno podría suponer superados hace mucho tiempo. La monstruosa anomalía reside en la forma en que el nacionalismo pudo apoderarse con tanta fuerza de las naciones cuando convivían en el siglo XIX. Esto demuestra que en su desarrollo anímico los seres humanos no han seguido el ritmo del progreso material.

Cuando la gente por fin acepte la ciencia espiritual a una escala más amplia, no sólo en teoría, sino como una satisfacción de la necesidad total de su alma, entonces, por necesidad, tendrán que llegar a conceptos diferentes. Y estos conceptos diferentes les ayudarán a comprender cosas que no pueden ser comprendidas mediante el pensamiento materialista actual. Algunas cosas sólo pueden comprenderse a partir de las ideas correspondientes. Pero, como cualquier otra cosa, las ideas deben vivir para crecer, lo que significa que necesitan un suelo en el que puedan florecer. Y el suelo en el cual las ideas pueden florecer no es otra cosa que una actitud anímica preparada por la ciencia espiritual. Si el progreso materialista siguiera desarrollándose como en el siglo XIX, los hombres serían cada vez más pobres en ideas. En pocas palabras: No se le ocurriría a la gente ninguna idea adecuada para comprender el mundo. Los pensamientos que pudieran tener sobre el mundo sólo podrían ser estimulados por medio de experimentos, o por lo que pudieran ver con sus propios ojos. La insistencia moderna en la experimentación no es otra cosa que escasez de ideas. Si la tendencia actual continuara, la humanidad sería cada vez más pobre en ideas. Pero como es necesaria cierta intensidad de vida espiritual, como el ser humano debe desarrollar cierto grado de intensidad en ciertos impulsos, tendrá que descubrir estos impulsos en otras fuentes si no puede encontrarlos en la sustancia de las ideas.


¿Cuándo hubo una época rebosante de ideas, una época en la que florecieran las ideas auténticas? Podría decirse que una época especialmente característica y fructífera fue el período que se extiende desde Lessing hasta el Romanticismo alemán, hasta Novalis, o incluso hasta los idealistas filosóficos, entre los que podemos contar a Schopenhauer además de Hegel y Schelling, así como a los que he citado en mi libro Vom Menschenrätsel como los filósofos que hicieron sonar una resonancia universal que desde entonces se ha extinguido durante la era del materialismo. Las ideas eran entonces verdaderamente abundantes. De ahí el desprecio que hoy se tiene por aquella época. Mírala, ¡tan rica y preñada de ideas, ideas que intentaban comprender la naturaleza y la evolución de la humanidad a lo largo de la historia! Hoy recogemos ideas del mundo espiritual sobre la evolución humana, sobre los diversos períodos post-atlantes y los impulsos correspondientes, conocimientos que sólo se han vuelto apropiados en la época actual. Sin embargo, fíjense lo cerca que está todo esto de aquella fértil idea aportada por Schelling, Hegel, Novalis, Franz von Baader -aunque se originó con Jakob Böhme. Ellos decían que la evolución humana pasó por un período de la historia, -esto era todo lo que podían ver sin la ayuda de la ciencia espiritual-, un primer período de la historia en el que gobernó el principio de Dios Padre. Este fue el período caracterizado en la Biblia por el Antiguo Testamento y las religiones paganas. Lo llamaron la Edad del Padre. Le siguió la Edad del Hijo, durante la cual la idea del Misterio del Gólgota debía arraigar en la humanidad. Por último, como ideal para el futuro, veían la Edad del Espíritu, el Espíritu Santo, a la que también llamaban la Edad de Juan, pues creían que sólo entonces se realizarían los grandes impulsos del Evangelio de Juan.

Cuán infinitamente significativa es una idea así, comparada con el desolado e infructuoso discurso sobre la evolución humana, que no es más que una idea abstracta, en la que lo que sigue después se añade a lo que vino antes como si fuera un eslabón más de una cadena. En comparación, ¡qué profunda es la "teosofía" de Schelling, que desarrolló a partir de Jakob Böhme! Esta "teosofía" de Schelling alcanza alturas tan elevadas que, en comparación, los pensamientos posteriores de los teólogos representan un pronunciado declive. Schelling se abre camino hasta comprender que lo importante en el cristianismo no es tanto su doctrina. Esta doctrina es aprovechada por la teología progresista moderna como si Cristo Jesús no fuera más que un maestro. Lo que importa para Schelling no es la doctrina, sino el hecho del Misterio del Gólgota. Debemos mirar al hecho del Misterio del Gólgota, el hecho de la vida, la muerte y la resurrección de Cristo Jesús.

En el mismo sentido podríamos citar un gran número de ideas superiores y de largo alcance originadas en aquella época. ¿Con qué se relaciona la existencia de tales ideas trascendentales? Quienes se inspiraron en tales ideas tienen algo en común: no son nacionalistas de mente estrecha. Su punto de vista es el de alguien a quien habrían llamado "ciudadano del mundo". No sé si esto puede entenderse hoy, cuando tantas expresiones se han convertido en frases vacías. ¡Cuán alejado de todo nacionalismo estrecho de miras está, por ejemplo, un espíritu como el de Goethe! ¡Cuán lejos de todo nacionalismo estrecho de miras está una obra como el Fausto de Goethe! No importa cuáles fueran sus orígenes. Por supuesto, Fausto sólo puede provenir de la cultura de Europa Central. Pero en la forma que ha alcanzado como obra poética de la mano de Goethe sería absurdo pedirle a Fausto que mostrara su partida de nacimiento. Sin embargo, este absurdo se ha convertido en una realidad, en un hecho, en nuestro tiempo. Todo lo que sucede hoy, en el fondo, es una negación de las alturas que alcanzó la humanidad en una obra como el Fausto de Goethe. Sin embargo, esa obra nos muestra que la humanidad podría haber progresado más de lo que lo hace hoy, o de lo que lo hará en un futuro próximo.

Sin embargo, ya les he dicho que el alma humana necesita un cierto grado de intensidad en sus impulsos. Si no puede llegar hasta las ideas, tomará esta intensidad de otra parte, de fuerzas anímicas oscuras e inconscientes, de fuerzas que brotan del espíritu de la sangre. En el fondo, el nacionalismo no es más que una consecuencia de la falta de ideas. La primera necesidad que tiene ahora la humanidad es la voluntad de elevarse hacia las ideas. Pero hay que decirlo: para que esto tenga éxito, se necesitará también algo más: a saber, la comprensión del elemento de gracia que puede provenir del mundo espiritual. Porque no es posible llegar al mundo espiritual partiendo de una suma limitada de opiniones preconcebidas. Al mundo espiritual sólo se puede llegar manteniendo el alma abierta a lo que quiera entrar, deseando no sólo juzgar, sino también enriquecer día a día la propia capacidad de juzgar.

Así que, para empezar, es necesario ante todo que el discernimiento se apodere de los seres humanos. Vivimos en la era que debe apoderarse del alma consciente. Por lo tanto, esta era debe esforzarse por la comprensión. Pero la comprensión sólo puede producirse en las ideas que abarcan el mundo; para que se produzca la comprensión, la realidad debe estar llena de ideas. Sin embargo, especialmente en lo que respecta a los acontecimientos más recientes, nuestra época se muestra totalmente reacia a aceptar ideas. Un concepto abstracto, por lógico y convincente que sea, no es una idea. Una idea debe nacer de una realidad viva. Hoy en día apenas vemos nacer ideas. En cambio, estamos rodeados de una insistencia en los conceptos abstractos. Las ideas pueden, sin embargo, convertirse en eslóganes -aunque si lo hacen, no puede hacerse mucho daño, porque las almas humanas no pueden trabajar con eslóganes relacionados con ideas; su absurdidad se hace demasiado obvia. Pero los conceptos abstractos son diferentes. Los conceptos abstractos pueden convertirse en eslóganes de una forma muy intensa, y su significado es tan obvio porque se refieren básicamente a cosas que están cerca. Así que los seres humanos, que son tan cautelosos a la hora de asimilar algo de largo alcance, se apoderan de ellos con avidez. Pero los conceptos abstractos no se basan en la realidad. Hay un gran número de ellos a nuestro alrededor hoy en día, pero aquellos que pueden ver más allá de lo que es inmediatamente obvio saben que su impotencia es aún mayor.

Una de las muchas ideas abstractas que nos gobiernan hoy en día es la de la paz eterna. Se trata de un concepto totalmente abstracto que no surge de una comprensión viva de la realidad y que, sin embargo, a los que no desean ampliar sus horizontes les parece totalmente convincente. Estas personas dicen: Los distintos Estados -y no se preguntan si esta expresión "los distintos Estados" tiene alguna realidad- deberían crear una organización interestatal, algo que se extienda por todo el mundo y que esté construido según el modelo de un único Estado. Además, debe establecerse algo llamado "derecho interestatal". La idea es hermosa y por eso todo el mundo la encuentra convincente. Los distintos Estados deben comprometerse a mantener la paz y también deben crear normas jurídicas que puedan centrar sus distintos intereses mutuos. Todo muy bonito. Sería igual de bonito si, para calentar una habitación, sólo necesitáramos el concepto abstracto de calor en lugar de tener que encender la estufa. Es irrelevante que una idea sea bonita o convincente. Porque, ¿qué podría ser más convincente que pensar que nuestra necesidad de estufas y similares significa realmente que la naturaleza es un terrible déspota?

Es irrelevante si una idea corresponde al sentimiento de que es agradable o, tal vez, humana. Lo que importa es si una idea surge de la realidad. Pero para aspirar a ideas que surjan de la realidad es necesario, en primer lugar, estudiar la realidad. Cualquier cerebro estrecho de miras -perdón por la expresión- puede idear bonitos programas para que los Estados los sigan con el fin de lograr la paz. Pero un cerebro así no puede llegar a ideas que correspondan a la realidad y nazcan de la realidad. Ni siquiera siente que el mundo espiritual sea una realidad con sus propias leyes, aunque esto se considere algo natural en lo que respecta al mundo material. La gente cree que el mundo se puede arreglar con unas pocas frases. No sienten el hecho de que el mundo es una realidad en la que todo tipo de impulsos reales funcionan en contraste unos con otros. Y al intoxicarse con programas compuestos de ideas abstractas, impiden que el mundo entre en las realidades.

A veces, una idea fecunda y auténtica se expresa con las mismas palabras que una idea viva; lo que importa es que nos conmueva su forma de vivir. Hoy en día, sin embargo, algo que está vivo aparece ante la gente como algo totalmente paradójico. Así, a lo largo del siglo XIX, y también en el siglo XX, en diversas partes del mundo nació la idea del desarme, la idea de limitar el militarismo. Es una buena idea, pero para que sea fructífera no debe permanecer abstracta. Debe tener en cuenta la realidad. Para ello, hay que estudiar la realidad. Está muy bien reunirse en algún sitio y decir: Todos los países deben desarmarse. Esto es muy fácil, sobre todo porque la idea es convincente. Pero, o bien ninguno de ellos lo hará realmente, o bien algunos de ellos no lo harán. E incluso si todos lo hicieran, muy pronto empezarían a rearmarse de nuevo si el impulso inicial no está realmente vivo. Pero si tratas de señalar sólo aquellos impulsos que son verdaderamente fructíferos, corres el peligro de que la mayoría de la gente te considere un completo insensato, ya que hoy en día lo más sensato se considera lo más insensato. Cuando digo "sensato" en este sentido, me refiero a lo que está más en sintonía con la realidad.

Como ya he dicho, la idea del desarme, la idea de que todo militarismo debe desmantelarse gradualmente, es una buena idea. Pero nunca será posible hacerla realidad llegando a una conclusión formal al respecto en algún comité de representantes de todos los estados. Sólo podrá hacerse realidad si una realidad correspondiente se apodera de ella. ¿A qué me refiero? ¿Cómo puede lograrse el desarme? Sí, es necesario ser muy concreto en las expresiones. Es un hecho que en algunos momentos del siglo XIX habría sido posible acercarse al pensamiento del desarme y transformarlo en una idea real. ¿Cómo, por ejemplo?

Supongamos que alguien hubiera tenido la idea antes del año 1870. ¿Cómo podría haberse realizado? Antes de 1870 se podría haber dado un paso hacia la idea del desarme, un paso que habría sido muy fructífero para la humanidad. Pero ahora tengo que decir algo que hoy se consideraría una completa tontería: ¡Ninguna aproximación a la idea del desarme podría haberse hecho mediante algún tipo de tratado entre los distintos Estados! Esto es totalmente infructuoso, por muy bonito que suene. Sin embargo, habría sido fructífero si un Estado en particular, uno que estuviera en condiciones de hacerlo, hubiera comenzado a desarmarse, hubiera hecho del desarme una realidad para sí mismo. Para ello, la gente tendría que haber sido capaz de enfrentarse a la realidad.

Fijémonos ahora en algunos Estados de Europa para señalar lo que es una realidad. ¿Puede Rusia desarmarse? Desde luego que no, porque más allá de Rusia está Asia, y si Rusia se desarmara no tendría defensas contra los pueblos invasores de Asia, que con toda seguridad no se desarmarían. Así que para Rusia el desarme está fuera de cuestión. Antes de 1870 no existía el Reich alemán, pero ¿qué hay de la entidad que sí existía entonces? ¿Podría haberse desarmado? En la frontera oriental habría habido un Estado que no estaba en condiciones de desarmarse, por lo que se deduce que también aquí el desarme habría sido imposible. Pero hay un Estado que podría haberse desarmado, dando así un magnífico ejemplo y, al mismo tiempo, haciendo realidad en los tiempos modernos lo que siempre pregona con palabras, y es Francia. Antes de 1870, Francia estaba en muy buena posición para desarmarse y, en consecuencia, la guerra de 1870 nunca habría tenido lugar. Incluso desde entonces, en lo que respecta a Europa -no a las colonias- Francia habría estado en condiciones de proceder al desarme en cualquier momento. Esto habría sido un comienzo, y la atención podría haberse dirigido entonces hacia el Este.

Obviamente, aquellos cuyo pensamiento es abstracto objetarán: ¿Debía Francia exponerse al peligro de un ataque de Alemania? No habría habido tal peligro, porque si un país se ve envuelto en una guerra, la causa es invariablemente el hecho de que es capaz de hacer la guerra, es decir, que practica el militarismo. Se le puede obligar a practicar el militarismo. Pero ningún país que no practique el militarismo sería atacado si sus vecinos no tuvieran interés en atacarlo. Suiza, por supuesto, nunca ha estado en condiciones de prescindir del militarismo. No se pueden aplicar las condiciones de una situación a las de otra. Tampoco se puede decir en abstracto que Alemania habría codiciado en cualquier caso Alsacia-Lorena. Eso no tiene sentido. ¿Por qué habría codiciado Alsacia-Lorena en cualquier circunstancia? Bismarck dijo que anexionarse Alsacia-Lorena por el mero hecho de que parte de la población fuera alemana era una teoría académica imposible y descabellada. La única razón que ha existido es la de la seguridad militar. Mientras Francia sea una potencia militar en posesión de Alsacia, se puede llegar a Stuttgart más rápidamente desde Francia que desde Berlín. La única razón que ha existido para unir Alsacia al Reich alemán es la de conseguir protección militar en la frontera occidental. Esto puede parecer a primera vista una idea paradójica, pero para nuestro pensamiento abstracto, hermano gemelo del materialismo, las realidades parecen efectivamente paradojas.

Si se imaginan que Francia empezó a desarmarse antes de 1870, empezarán a darse cuenta de lo mucho que se podría haber dejado de lado, si tan sólo el pensamiento de entonces se hubiera basado en la realidad. Al considerar tales ideas, un pensamiento basado en la realidad podría ampliarse enormemente. Naturalmente, las ideas basadas en la realidad no siempre fructifican, por la sencilla razón de que otros impulsos pueden ser más fuertes. Pero esto no dice nada en contra de la realidad. Una flor crecerá de acuerdo con sus propias leyes reales. Pero si una rueda de carro la aplasta, no podrá desarrollarse. Nuestro pensamiento debe ser verdadero, y si una idea no llega a cuajar en algún momento, esto no es en sí mismo prueba de que no estuviera basada en la realidad.

Esto es lo que quería decir sobre saturar las ideas de realidad. Es tan inútil tener una idea maravillosa sobre alguna máquina, si se carece de los conocimientos mecánicos con los que construirla, como lo es tener toda clase de ideas sobre estados y cosas por el estilo si se es incapaz de llegar a comprender los impulsos reales, que en este caso podrían alcanzarse mediante la comprensión del reino espiritual, del mundo espiritual. Este es, pues, uno de los puntos a tratar: la saturación de las ideas con la realidad.

El otro se refiere a la amplitud del horizonte, a la voluntad de extender la propia visión a horizontes más amplios. En la última conferencia les leí algunos de los juicios sobre la naturaleza del pueblo alemán expresados por alguien que es, después de todo, una personalidad importante, juicios que expresó en una larga novela sobre los últimos tiempos, que causó un revuelo muy considerable. Pero todos estos juicios derivan de un horizonte estrecho, de una actitud de no querer mirar más allá de unos pocos centímetros más allá de la punta de la nariz. Vivir con horizontes tan estrechos produce desarmonía en el mundo. Puedes tener las ideas más bellas sobre la cooperación pacífica de las naciones, pero si tus horizontes son estrechos, esas bellas ideas no servirán para nada o, como mucho, serán destructivas. Porque lo que realmente piensas, tiene el efecto contrario de lo que dices con tus bellas ideas. Lo importante es la realidad. Una realidad a la que nos enfrentamos en este momento es lo que -en nuestra ociosa forma de expresarnos- llamamos la guerra actual. En realidad, ya no es una guerra, aunque en cierto modo todavía puede compararse con acontecimientos que en el pasado fueron calificados de guerras. Esta guerra surgió, por supuesto, como resultado de los más variados impulsos, pero para comprenderlos simplemente tenemos que formarnos ideas que se basen en la realidad.

El tiempo que debería emplearse en elaborar ideas basadas en la realidad se emplea hoy, en cambio, para demostrar que el mundo de los últimos tiempos ha olvidado todo lo que ocurrió durante la historia de la humanidad hasta el momento en que comenzaron los trágicos acontecimientos de hoy. Por supuesto, es razonable hablar en relación con tales acontecimientos de todo tipo de horrores y atrocidades. Pero éstas deben darse por sentadas si se consideran las experiencias de la humanidad a lo largo de la historia. En realidad, estas cosas no deberían utilizarse para ensordecernos en relación con asuntos más profundos a los que nos enfrentamos y cuyo reconocimiento podría por sí solo llevar a la gente a un punto de vista fructífero.

Volvamos hoy a algo que puede ser fácilmente reconocido por cualquiera que comprenda las cosas externamente, en el plano físico, pero que se ilumina más claramente si se considera en conjunción con las ideas expuestas en el ciclo de conferencias sobre las almas populares. Entre las diversas causas que han conducido a los trágicos acontecimientos de hoy, hay varias que podrían resultar cada vez más claras -también para quienes consideran el mundo externo por sí mismo- si tan sólo las personas estuvieran dispuestas a ampliar sus horizontes. El Imperio Británico posee una cuarta parte de toda la superficie terrestre del globo. El Imperio Británico y Francia y Rusia juntos poseen la mitad. Una coalición entre Rusia, Francia, el Imperio Británico y Estados Unidos representaría aproximadamente tres cuartas partes de la superficie terrestre. Por tanto, sobraría una cuarta parte. Esta cifra debería decir mucho a quienes trabajan con la realidad. Veamos, sin embargo, esa cuarta parte que contiene el Imperio Británico.

Aquí tenemos, para empezar, el territorio bastante pequeño que abarcan Inglaterra, Escocia e Irlanda. Inglaterra, Escocia e Irlanda por sí solas no constituyen en modo alguno el Imperio Británico. Hablar de estos tres territorios es hablar de una región del mundo que dio a luz a ese gran hombre que es Shakespeare y también a pensadores incomparables y, en épocas anteriores, a grandes estadistas. Sólo se encuentran aspectos buenos. Todo lo que encontramos aquí es supremamente apto para desempeñar un gran papel en el quinto periodo postatlante. Lo que no encontramos es el Imperio Británico: a saber, esas tres regiones insulares unidas a Europa, junto con todo lo que puede llamarse sus colonias en el sentido más amplio. Especialmente en las últimas décadas, el impulso para todo el desarrollo de este Imperio Británico proviene de la relación de la madre patria con las colonias. Puedes descubrir qué esfuerzos se están haciendo para dar forma a la relación entre la madre patria y las colonias.

Lo que el Imperio Británico se esfuerza por conseguir es una relación estrecha entre la madre patria y las colonias. Les he hablado de la aplicación de fuerzas ocultas, y son estas fuerzas las que se están utilizando para lograr este objetivo. Si a estas fuerzas se les permitiera trabajar en su propia región, ningún daño posible podría derivarse de ellas. Pero si el objetivo es algo egoísta, ya sea para un individuo o para un grupo, entonces sus efectos no pueden sino ser perjudiciales. No es nada fácil lograr esta relación entre patria y colonias. Quienes imaginan que la paz mundial puede lograrse mediante programas y una organización interestatal obviamente no tienen ni idea de las fuerzas que hay que utilizar en realidad para lograr una soldadura de la madre patria británica con sus colonias de manera que se cree el tipo de totalidad que conviene al Imperio Británico. En la base de este esfuerzo está lo que allí llaman imperialismo. Esto es lo que se ha intentado siempre en los últimos tiempos, aunque por impulsos totalmente materialistas, pero esto es lo que se ha intentado. Todos los medios que pudieran servir a esta idea han sido considerados aceptables desde cierto punto de vista. Era necesario que el Imperio Británico estableciera vínculos más estrechos con sus colonias. Para que esto fuera posible, se necesitaba un impulso que penetrara en los corazones de la gente y orientara sus mentes hacia algo que, de otro modo, no habrían considerado aceptable. Es con esto con lo que la guerra en Europa está conectada, porque del estado de ánimo de esta guerra surgirán ciertos impulsos que el Imperio Británico necesita para crear una uniformidad entre la madre patria y sus colonias. Para los que estudian los procesos del plano físico, no sólo es interesante sino sumamente importante observar cómo todos los que piensan según líneas abstractas se han equivocado con respecto a lo que estoy diciendo.

Lean lo que estas personas "inteligentes" escribieron mientras se acercaba la guerra; me refiero a inteligentes en el sentido en que suelo utilizar esta palabra. Todos contaban con una deserción aquí y una revuelta allá y otra allá, si estallaba la guerra. Pero no ha ocurrido nada de eso, sino todo lo contrario. Si los pensamientos de la gente se hubieran basado en la realidad habrían dicho: Si el Imperio Británico quiere acercar a sus colonias, si quiere generar allí impulsos que tiendan a unirse con la madre patria, entonces necesita una guerra, y esta guerra es el medio para ese fin superior, así llamado, deseado por el Estado. Y dondequiera que se piense así, el fin santifica los medios.

Ahora es el momento en que este hecho debe hacerse particularmente evidente para la gente. Hablando actualmente de la evolución del Imperio Británico, deberíamos tener siempre en cuenta dos corrientes significativas. La primera es la corriente más o menos puritana -esta palabra sólo describe un elemento de ella, aunque probablemente de forma correcta- que se manifiesta en todo lo que es excelente en la nación británica. Esta corriente puritana dominó en gran medida la política británica hasta los años noventa del siglo XIX. Pero durante los años noventa se produjo un cambio, cuando la corriente imperialista se hizo más fuerte e importante que la puritana.

Ciertas personas tenían un buen instinto para el enfoque del imperialismo; de hecho, es notable lo bueno que era este instinto. Permítanme llamar su atención sobre un curioso incidente que muestra con bastante claridad cómo se relacionan estas cosas. Mientras estábamos en Londres, poco antes de la fundación de la Sección Alemana de la Sociedad Teosófica, la Sra. Besant no era entonces en absoluto la persona en que se convirtió más tarde. Como ustedes saben, ella siempre tuvo la tendencia a ser quien tenía que ser, dependiendo de las influencias que la dominaban. Era extremadamente popular en el círculo de los llamados teósofos de Londres en aquella época. De todos modos, tenía varias facetas. En aquella época, a principios de siglo, dio una conferencia sobre teosofía e imperialismo. Los impulsos imperialistas se estaban desarrollando rápidamente. La línea argumental de la Sra. Besant era más bien contraria al imperialismo. Y pudimos ver cómo, a partir de ese momento, fue acabada en Londres, incluso entre los que entonces eran teósofos. Unos pocos amigos personales la apoyaron, pero todos los demás acabaron con ella porque se había atrevido a decir algo contra el imperialismo. En tales cosas se revelan las fuerzas que, si puedes penetrarlas, te llevan al punto en el que puedes ver cómo las cosas están interconectadas a un nivel superior.

Hasta hace muy poco, un remanente del elemento puritano seguía actuando en Inglaterra. Aunque la política estaba dirigida por títeres, marionetas, había sin embargo algo puritano en esas marionetas, en Asquith y Grey. Esto tenía que ser eliminado para que los impulsos de los que hablaba pudieran surgir; y lo que ahora surgió fue la marioneta más dispuesta de todas con respecto a todo lo que les he descrito. Pero ya no queda nada de puritano. Veamos primero el lado negativo: el rechazo cínico de la idea de paz con la hipócrita justificación de que se rechaza porque lo que se quiere es la paz. Hoy en día se pueden decir las mayores locuras impunemente y sin que se tomen a mal. Este es el lado negativo. En el lado positivo tenemos un acontecimiento de la mayor importancia imaginable: la reunión de ministros coloniales, que es una de las primeras acciones de este hombre que ha sido colocado por un milagro negativo en uno de los puestos más altos del mundo. Por fin el público empieza a darse cuenta de lo que ocurre. Pero el público no se ha dado cuenta hasta que se lo han restregado por la nariz, mientras que los que viven de ideas basadas en la realidad lo han visto claro desde hace tiempo.

Es imposible orientarse en el ámbito de la realidad si no se está dispuesto a aceptar ideas auténticas. Sólo entonces puedes ver el mundo de esa manera: Ves algo que consideras insignificante; luego lo vuelves a ver, y otra vez más y sigues considerándolo insignificante; pero en la cuarta y quinta ocasión te das cuenta de que es importante porque es un síntoma significativo de acontecimientos futuros. No todo tiene la misma importancia, pero hay que tener un sentido de lo que es importante, y este sentido sólo puede adquirirse si se llevan al alma esos impulsos que sólo pueden surgir sobre la base de la ciencia espiritual.

En los últimos días alguien me entregó un ensayo muy interesante de un escritor británico muy popular que ahora es periodista. Está relacionado con el ejército, y en todo lo que escribe revela cómo está vinculado con los hilos que se están tejiendo. El ensayo que escribió recientemente en The London Magazine es bastante significativo. Me llegó, como suele decirse, por casualidad. Pero no hay casualidad en tales acontecimientos. Es muy interesante lo que este autor militar, vinculado como está a los hilos que guían los acontecimientos, tiene que decir sobre la situación actual:

"Nuestro pueblo tenía, y tiene, voluntad de conquista... Con ese gran espíritu se ha librado la guerra, y el recuerdo de nuestra insaciable determinación de conquistar será la herencia más noble que legaremos a nuestros sucesores, los hijos e hijas de Inglaterra y de sus gloriosos Dominios .... Tendremos un millón de millas cuadradas de territorio colonial alemán en nuestras manos. Tendremos muchos millones de oficiales y hombres veteranos. Tendremos mayor predominio naval que antes. El mundo tendrá pruebas indudables de que nuestro Imperio es uno e indivisible, de que su espíritu es inconquistable y de que las cualidades marciales de la raza son dignas de su glorioso pasado... Tenemos todos los atributos morales y materiales del poder en una escala hasta ahora inimaginable... Pero la guerra terminará un día, y entonces ¿cómo nos mantendremos? Teniendo en cuenta el ejército, la marina y los recursos, seremos la primera potencia militar del mundo".

No da una impresión peculiar el que alguien crea tan urgentemente que debe luchar contra el "militarismo" y luego afirme ¡qué noble ideal es ser la fuerza militar predominante en el mundo!

"Seremos reconocidos como el pilar de la Alianza".

Esto debería leerse en Francia.

"Hemos tomado la iniciativa en la Alianza, y el liderazgo de Europa nos pertenece por derecho".

Ahora toma las palabras de Kipling, "Tenemos los barcos, el dinero y los hombres", y las hace suyas.

... y si el Parlamento votara suministros durante un par de años y luego levantara la sesión sine die, la mayoría de nosotros estaríamos contentos".

Tales cosas son una expresión de esos impulsos e instintos que están conectados con los hilos de los que se está tirando. Pueden observarse con toda objetividad, sin tomar partido como sin duda tienden a hacerlo los patriotas bienintencionados, aunque miopes. ¿Por qué no observar estas cosas? Son hechos objetivos. Los impulsos que viven en la humanidad son hechos objetivos que los acontecimientos históricos ponen de manifiesto.

Aunque es esencial que evitemos a toda costa tomar partido, es igualmente importante, sobre todo en las conferencias, que nos esforcemos por hablar con la mayor objetividad. Como verán, en cuanto se habla con la máxima objetividad, los propios hechos aportan pruebas.

Es imposible comprender el mundo sin estar dispuesto a tomar nota de los hechos. Esta llamada nota de respuesta de la Entente, este regalo de Nochevieja al mundo, mis queridos amigos, es poco probable que se vuelva a encontrar un documento redactado como éste por mucho que se busque en la historia, y esto se aplica tanto a la base sobre la que está escrito como a la forma en que está expuesto y redactado. Lo que está escrito en él tendrá las peores consecuencias, y sin embargo la mejor manera de leerlo es saltarse cada una de las frases y darse cuenta: Nada de lo que aparece por escrito en este documento importa. Lo que importa es que detrás de él está lo que les he estado describiendo, y que ése es el objetivo. Por supuesto, a nadie se le ocurriría decirlo en una nota. Y si preguntan si puede lograrse por medio de negociaciones, la respuesta es, obviamente, no. Sólo puede lograrse creando garantías, y las garantías están contenidas en el dominio. Las garantías significan que el que quiere las garantías es el único que puede decretar cuáles han de ser y que todos los demás ya no tienen nada que decir al respecto, y todo esto se produce por las interrelaciones de poder. En la actualidad queda mucho camino por recorrer antes de que esto pueda lograrse. Pero vivir bajo la ilusión de que ese no es el objetivo significaría una gran falta de responsabilidad hacia el sentido de la verdad que debe tener el ser humano.

Que nadie suponga que lo que he dicho va dirigido contra el pueblo británico, pues hago una distinción entre este pueblo británico y los que mueven los hilos -si se me permite esta expresión-, los que están detrás de los acontecimientos en la forma que he descrito con frecuencia. Tampoco es necesario identificarse con tales impulsos, aunque obviamente no puede ser mi tarea impedir que alguien lo haga. Tampoco prohibiré, ni en pensamiento ni en sentimiento, que nadie dentro de nuestro Movimiento se identifique con tales impulsos. Pero que diga lo que es verdad y no que se identifica con el ideal de los derechos de las pequeñas naciones y cosas por el estilo. Que diga claramente que desea dominar el mundo. Entonces nos entenderemos en el terreno de la verdad, y eso es lo que importa. Avanzaremos si los seres humanos son verdaderos. Si dicen lo que es realmente cierto, progresaremos. Por terrible que sea la verdad, nos llevará más lejos que lo que no es verdad. Esto es lo que debemos grabar en nuestros corazones. Avanzamos más con esto que con lo que no es verdad.

Evidentemente, sería insensato imaginar que una potencia mundial podría ser movida por todo tipo de persuasión o por todo tipo de proposiciones a renunciar a sus objetivos. Obviamente, sería insensato adoptar una actitud de moral prepotente y aplicar todo tipo de varas de medir morales. Les he contado la historia de las Guerras del Opio expresamente para alejarles de los criterios morales. Lo que importa es decir la verdad, decir lo que es cierto. Sería mucho mejor para el mundo -aunque no para los que mueven los hilos- si todos pudiéramos decir sin rodeos y cínicamente: Esto es lo que se quiere.

Este es, pues, el significado, en este ámbito concreto, de nuestra línea directriz y nuestro objetivo: "La sabiduría reside únicamente en la verdad".

Traducido por J.Luelmo ago.2023

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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919