GA109 Viena, 14 de junio de 1909 -Teosofía y Ocultismo Rosa-Cruz - Buda y Cristo

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Buda y Cristo

RUDOLF STEINER

 
Viena, 14 de junio de 1909 

Hoy en día, surgen a menudo preguntas en la Asociación Teosófica, y especialmente entre sus miembros jóvenes, que merece la pena examinar con más detalle. Una de estas preguntas, que se plantea muy a menudo, es la siguiente: ¿Por qué debemos dedicar tanto tiempo al estudio profundo de la Teosofía? ¿Por qué agobiarnos con todo el lastre de las teorías sobre el origen del cosmos, desde el principio primordial hasta la construcción del hombre con sus diversos cuerpos y principios? -Además: la doctrina de las múltiples encarnaciones que el hombre tiene que vivir y la doctrina de la ley de causas y efectos, ¿Para qué necesitamos todo esto? ¿No llegaremos mucho más lejos si absorbemos el lado ético de la enseñanza teosófica para desarrollarnos mejor y convertirnos en buenos seres humanos? Después de todo, ¿No es esto lo principal? Entonces, ¿Para qué tanto estudio?

Efectivamente, eso es también lo principal, ¡que nuestra alma se desarrolle! Pero para llegar a esto, primero es necesario abrazar las altas enseñanzas de la Teosofía. Podremos desarrollarnos y trabajar sobre nosotros mismos más rápido y mejor si sabemos cómo está compuesto el ser humano, cómo está conectado con el cosmos, si aprendemos que toda la evolución del mundo, al igual que la nuestra, está influenciada y guiada por seres superiores. Pero ahora podemos preguntar a su vez: ¿De dónde proceden todas estas ciencias y teorías? ¿No es la Teosofía una visión del mundo, una filosofía tan buena como cualquier otra, digamos la de Haeckel, Kant y Schopenhauer? - No, la Teosofía no lo es. Aquéllas están incorporadas, moldeadas en ciertas formas, digamos dogmas; visualizan un cierto sistema. Pero con la cosmovisión teosófica es muy diferente: se trata de la vida fluyente que penetra en la humanidad desde los mundos superiores, y Su sabiduría nos es anunciada por seres iluminados, iniciados, que por su poder clarividente ven el mundo espiritual tan claramente, incluso mucho más claramente, de lo que nosotros vemos el mundo de los objetos que nos rodea. Los iniciados tienen el deber de enseñar a la humanidad; durante los últimos treinta años ellos han recibido a su vez este mensaje de los seres superiores que ya se han elevado por encima del desarrollo del hombre, de los maestros de la armonía de las sensaciones, de estos seres sublimes que influyen realmente en todas las corrientes espirituales de nuestra tierra y permiten gradualmente que fluya más y más de su sabiduría en el mundo a medida que el hombre se eleva más y más en su desarrollo. Ahora la pregunta podría hacerse de nuevo: ¿Es suficiente para nosotros, la gente corriente, que sólo aprendamos a comprender estas enseñanzas? ¿No tendríamos que convertirnos todos en iniciados para comprender la Teosofía?

En efecto, todas las personas que se encuentran en una cierta etapa de desarrollo deben esforzarse por convertirse en iniciados a través de los métodos proporcionados, los cuales, sin embargo, sólo pueden favorecer un desarrollo exitoso de los poderes latentes en el alma, a través de la fuerza moral. Pero incluso aquellos que aún no están preparados para desarrollar estos poderes, que sólo pueden absorber y aprender a comprender las sublimes enseñanzas de la Teosofía mediante el estudio y la ayuda de su maestro, también ellos gozan ya de un gran privilegio. Cuando se encuentran en el reino astral después de la muerte, están en el mismo nivel que su maestro; él no tiene nada por adelantado, ha devuelto a sus discípulos todo lo que había ganado para sí mismo, no ve más que sus discípulos, no ha dado por egoísmo para elevarse más alto él mismo. No hay egoísmo en los mundos superiores ni entre los verdaderos iniciados; sólo dan para ayudar a la humanidad.

Probablemente también surge otra pregunta en los teósofos cuando se dicen a sí mismos: "Si después de todo tengo que pasar por tantas encarnaciones, entonces puedo esperar con mis estudios hasta la próxima encarnación; ahora tengo tantas otras cosas que hacer, que también estoy demasiado acomodado para ello". Esto sería como si el lirio del valle dijera: Soy demasiado perezoso para florecer ahora, quiero refugiarme en la tierra por un tiempo, prefiero esperar hasta octubre. Pero en octubre ya no encontraría las condiciones para florecer. Y lo mismo sucederá con el hombre: si en esta vida rechaza la oportunidad de recibir las verdades espirituales que se le ofrecen, por razones de conveniencia o de otro tipo, puede estar seguro de que en esta vida ya está creando las condiciones que le impedirán poder aceptarlas en absoluto en la vida siguiente.

El acontecimiento del Gólgota proporcionó el impulso para que el hombre pudiera asimilar estas verdades. En él reside la semilla de que pueda llevarse a cabo la realización espiritual de la evolución humana.

Echemos un vistazo a las fases de desarrollo de la humanidad retrocediendo seiscientos años antes de la aparición de Cristo Jesús en nuestra tierra y hasta seiscientos años después de este acontecimiento. Seiscientos años antes de Cristo, el elevado ser de Buda se encarnó en la personalidad de Siddharta Gautama, que aportó una maravillosa enseñanza a millones de personas a través de su sabiduría. Era hijo de un rey, protegido y resguardado desde una edad temprana de toda miseria, vicio y sufrimiento que el mundo comporta. Cuando maduró y logró cruzar los límites del jardín de su palacio, se enfrentó por primera vez a la vida en toda su realidad. Se encontró con un mendigo envuelto en harapos y con un enfermo, y finalmente vio un cadáver; de ello aprendió que todo en la tierra no es más que sufrimiento. El nacimiento es sufrimiento, la muerte es sufrimiento, estar separado de los seres queridos es sufrimiento, no recibir lo que uno desea es sufrimiento, estar unido a los que uno no ama es sufrimiento, no recibir lo que uno desea es sufrimiento, y recibir lo que uno no desea es sufrimiento. Por eso dice: Todo lo terrenal es vano, por eso el hombre debe negar la vida, desprenderse de todo lo terrenal; la sed de existencia debe extinguirse, pues todo es maya. Él ya no regresó a su palacio real, sino que se internó en el desierto.

¿Cómo había progresado el desarrollo humano seiscientos años después del suceso de Palestina? Buda había dicho: Todo es sufrimiento, la vida es sufrimiento, la muerte es sufrimiento, por lo tanto suprime tu afán de existir. Cristo, en cambio, nos mostró que podemos superar todo sufrimiento a través del amor precisamente profundizando en la vida, que al superar el materialismo a través del espíritu, también salvamos el espíritu en un mundo superior y así también superamos la muerte. Seiscientos años antes de Cristo Jesús, Buda había alcanzado la certeza de que la muerte es sufrimiento a través de la visión del cadáver y así enseñó al mundo; Cristo mostró al mundo seiscientos años después, a través de su propio cadáver en la cruz, que la muerte no es sufrimiento sino vencedora del sufrimiento del mundo, que no trae destrucción sino nueva vida. Tras su muerte, Cristo trajo la luz al mundo astral. Y desde que la sangre fluyó en el Gólgota, el aura de la Tierra también ha cambiado, y es este nuevo principio en el aura de la Tierra el que infundió el impulso Crístico en la humanidad. Veamos más de cerca la afluencia de esta elevada individualidad que trajo el impulso Crístico a la tierra.

oAl remontarnos a tiempos lejanos, cuando los santos rishis proclamaban la alta sabiduría de Vishva-Karman, el gran dios sol, descubrimos que hablan de la misma individualidad que más tarde proclama Zaratustra, a la cual denomina Ormuzd y cuya forma física ve en Ahura Mazdao, la gran aura solar. Y esta gran entidad es también la misma que se le aparece a Moisés en la zarza ardiente del monte Sinaí, la misma individualidad solar espiritual que se inclinaba cada vez más hacia abajo desde el sol, que se acercaba cada vez más a la tierra, y que, cuando Moisés preguntó:  ¿Qué le diré al pueblo cuando me pregunte quién eres? Aquel ser respondió: "¡Yo soy el yo soy, el que era y el que seré!" y que le anunció que cuando llegara el tiempo de que la tierra lo recibiera, moraría entre nosotros en carne y hueso. ¿Cuándo se produjo ese momento? Este momento se produjo cuando nació un cuerpo puro que podía servir de portador de aquel elevado ser. Y este portador fue el cuerpo de Jesús de Nazaret, en el que habitó durante tres años. Este gran misterio: la vida del ser divino en un cuerpo terrenal, su muerte en el Gólgota, subyace al desarrollo que ahora sigue como sustancia e impulso de poder.

No fueron sólo las enseñanzas de Cristo las que propiciaron la difusión del cristianismo; otros fundadores religiosos ya habían proclamado las mismas enseñanzas. Durante la vida de Cristo, el pequeño grupo de cristianos era tan poco conocido que incluso había muchos países en los que la gente no sabía nada de la existencia de Cristo. Entonces, ¿Qué fue lo que más tarde hizo que se extendiera el cristianismo?  Fue la gesta de Cristo Jesús la que se materializó en la tierra. Sólo a través de él se depositó en nosotros el impulso cristiano. Pablo se convirtió en el verdadero propagador y fundador del cristianismo sólo después del suceso de Damasco. Incluso él, que había recibido y asimilado las enseñanzas de Cristo Jesús, no podía llegar a creer y confesar a Cristo Jesús, porque no podía creer que una deidad tuviera que tomar sobre sí la ignominia de la muerte en la cruz. ¿Qué fue lo que le llevó a creer en él? No fue otra cosa que de repente se volvió clarividente y que vio la imagen del Cristo vivo en el mundo astral, en el aura terrestre. Entonces se dio cuenta de que el Cristo Jesús no había muerto, sino que seguía conectado con el mundo. La humanidad sólo se dará cuenta de lo que es el Cristo en un futuro lejano. El Cristo es el espíritu planetario de nuestra tierra, el espíritu que descendió a nosotros desde el sol desde el principio, que, abandonando las altas regiones, descendió cada vez más profundamente en las esferas hasta materializarse en Jesús de Nazaret, para despertar en nosotros el impulso Crístico mediante este gran sacrificio, cuyo más alto despliegue es la meta de nuestro desarrollo terrestre, que sólo habrá cumplido su propósito cuando todos los hombres hayan llegado a ser como era el maestro.

Las palabras pronunciadas por Cristo: "Quien come mi pan me pisa" deben tomarse literalmente, pues Cristo es el espíritu de nuestra tierra, la tierra es su cuerpo físico. A través del acontecimiento del Gólgota, cuando el espíritu de la gran individualidad solar divina abandonó el cuerpo de Jesús de Nazaret, y en el momento en que la sangre brotó de las heridas, sucedió algo significativo para la humanidad. Supongamos que un clarividente hubiera observado el aura de nuestra Tierra desde otro planeta en este formidable momento, habría percibido un gran cambio en ella: habría descubierto en el aura un nuevo color, algo así como otro elemento que antes no había estado en ella, y que a partir de ese momento fertilizó a la humanidad para que pudiera absorber en sí misma el principio cristiano del amor y la abnegación.  Si ahora tratamos de hacer nuestras estas verdades mediante el estudio profundo de las enseñanzas teosóficas, aprendiendo a comprender que toda la evolución cósmica y humana en todos sus detalles está enlazada con la intervención de poderes superiores, con el trabajo de las jerarquías espirituales, y que todo nuestro desarrollo espiritual está guiado por ellas, Sólo cuando esto se haya convertido en una certeza para nosotros, sólo entonces la alta sabiduría sublime obrará en nosotros de tal manera que la ética de las enseñanzas teosóficas reciba su verdadera consagración, que calienta nuestra alma desde dentro a través de su propia constatación de las verdades, de modo que también sea capaz de llevar los verdaderos frutos de la teosofía o ciencia espiritual a la vida práctica. Sólo cuando aprendamos a comprender al Cristo y con ello todo su significado para nuestro desarrollo en la tierra, como nos enseña la antigua sabiduría de la Teosofía, que nos conduce a los secretos de la idea de la creación y nos revela el propósito de nuestra existencia, sólo entonces podremos captar la maravillosa ética de la enseñanza teosófica con toda nuestra alma, tal como debe ser captada.

Los más bellos sermones morales y consideraciones éticas ayudan muy poco al hombre. A menudo veremos en el mundo que sólo se convierten en un hábito piadoso, pero sirven de muy poco. Es como si uno le dijera a esa estufa: Querida estufa, cumple con tu deber moral de buena estufa y calienta mi habitación. Esperará un rato, pero no se calentará. Sin embargo, si le das a esta estufa material de calefacción, extenderá un calor acogedor al cabo de poco tiempo. Lo mismo ocurre con las personas. Predícale moral y ética todo lo que quieras, que de poco te servirá. Pero si le das material de calefacción para su espíritu, éste se calentará en su interior y cumplirá con su deber en el mundo desde su alma, no porque tenga que hacerlo como persona moral, sino porque no puede hacer otra cosa según su naturaleza interior. Si llevamos la ciencia espiritual a la vida, sea cual sea la profesión que emprendamos, se producirá un cambio en todas partes. Piensen: ¡qué manera diferente de pensar produciría en la profesión jurídica, por ejemplo, especialmente en la era del derecho, donde el abogado a menudo no sabe cómo ayudarse a sí mismo frente a una masa de párrafos y artículos legales! Cada caso se trata y se considera sólo como un número, categorizado de una determinada manera. Si el abogado creyera en la ciencia espiritual, miraría a toda la naturaleza que le rodea, a toda la humanidad, a cada persona con ojos completamente diferentes, aprendería a comprender mejor a su cliente porque se sentiría uno con él. Su pensamiento, que, como todo pensamiento forzado a ciertas formas, esquemas y dogmas sin ciencia espiritual, se volvería rígido, en cambio se volvería más flexible, más fluido, se expandiría, y por lo tanto, si tuviera un pensamiento espiritual, contribuiría a la salvación de la humanidad. Y tomemos al médico: se le abriría un campo completamente diferente, mucho más amplio. Aquí ya estamos bien encaminados, pues ya hay muchos médicos que, gracias a la iluminación de la ciencia espiritual, trabajan en esta dirección. Por todas estas razones, una vez que hayamos estudiado y comprendido diligentemente las enseñanzas de la ciencia espiritual, debemos llevar sus frutos a la vida práctica para beneficio y salvación de la humanidad.

Traducido por J.Luelmo dic,2023

El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919