GA314 Dornach, 9 de octubre de 1920 - Fisiología-Terapéutica, sobre la base de la Ciencia Espiritual. - Procesos de degradación y segregación

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 RUDOLF STEINER

 Fisiología-Terapéutica, sobre la base de la Ciencia Espiritual.

 Procesos de degradación y segregación

Conferencia III

Dornach, 9 de octubre de 1920

Por supuesto, en el poco tiempo disponible para esta parte terapéutica de nuestro encuentro, sólo será posible dar una indicación general sobre métodos curativos concretos. Por otra parte, también es algo dudoso, me gustaría decir, tener que dar información detallada sobre las particularidades de la medicina Maxime cuando no se está ante un público puramente profesional, como fue el caso aquí en primavera, por ejemplo. Porque, por un lado, será necesario para el futuro del desarrollo humano que los círculos más amplios tengan que adquirir una comprensión de los factores generalmente rectores de la curación, de las consecuencias de la medicina, por así decirlo, para que pueda existir una relación de confianza entre el médico y el paciente, basada en el asunto que nos ocupa. Y así como será necesario que en los círculos más amplios se logre tal comprensión de la dirección de la medicina para la higiene social, es igualmente indeseable por otra parte que el juicio diletante y aficionado juegue un papel demasiado importante en la medicina, lo que desgraciadamente ha sucedido mucho en los últimos tiempos debido al estado de la profesión médica. Hay que subrayar que al menos no puede ser mi intención promover de alguna manera la mala praxis médica, sino que dentro de nuestra ciencia espiritual de orientación antroposófica debe haber un esfuerzo muy definido por promover la verdadera ciencia médica basada en un estudio metódico fiel como arte médico, por llevar el conocimiento científico espiritual a este arte médico real. Así que no debemos estar del lado de aquellos que, se podría decir, por una ignorancia ilimitada de lo que realmente están hablando, se levantan en armas contra todo lo que llaman medicina ortodoxa y similares. Verdaderamente, aquí no hay que ponerse del lado de estas personas. Además, cuando se habla de asuntos como los que hoy nos ocupan, hay que tener en cuenta otra cosa. En tiempos más recientes ha penetrado algo en la medicina, en verdad, en cierto sentido ha estado ahí durante mucho tiempo, pero en tiempos más recientes se ha hecho sentir con toda la vehemencia con la que ahora se hacen sentir las cosas en nuestro caótico orden social: se trata de la formación de partidos incluso dentro del ámbito médico. Y los partidos enfrentados apenas se diferencian entre sí en este terreno de los partidos políticos, diría yo. En general es fácil ver que esto no puede trasladarse al ámbito médico, y la disputa entre los alópatas y los homeópatas, entre los llamados médicos ortodoxos y los naturópatas y así sucesivamente, ha traído ahora una gran confusión en lo que necesitamos como comprensión del ámbito médico en círculos más amplios de nuestra humanidad. He tenido que decir todo esto de forma preliminar para que lo que tengo que decir hoy no se ponga sobre una base equivocada.

Ya he llamado su atención sobre el hecho de que dentro del proceso organizativo humano, existe por una parte lo anímico-espiritual, que en los procesos de enfermedad física hasta cierto punto se desborda, de modo que lo anímico-espiritual no actúa de la manera correcta separado del órgano físico y por lo tanto prolifera dentro de él. Entonces tenemos que ocuparnos de todas las enfermedades que impulsan nuevas formaciones en el organismo. Por otra parte, tenemos que ocuparnos de tales enfermedades en las que lo anímico-espiritual se desarrolla de tal manera, que interviene demasiado poco en el organismo físico, dejando así ciertas partes del organismo físico a merced de los procesos, que no están cubiertos por la organización humana, sino a los procesos subordinados del ser natural, es decir, de modo que los órganos, -si se me permite la palabra-, se fisicalizan hasta un grado abrumador en lugar de impregnarse anímico-espiritualmente. Por consiguiente, lo anímico-espiritual se desborda sin poder ser abarcado de manera correcta con la conciencia del yo, y surgen todas esas formas de enfermedad que en realidad no se llaman enfermedades mentales.

Pero en el momento en que se pasa de una fisiología sana a una patología y una terapia sanas este punto de vista debe cambiarse, es decir, debería desarrollarse de forma aún más precisa. Debe integrarse con esa visión de la naturaleza del hombre que ya se ha expuesto repetidamente aquí, aunque en un contexto  completamente distinto al que hoy la necesitamos. Se trata de la visión de la triple estructura del organismo humano. Por una parte, se trata de una triple organización del alma en los impulsos de la imaginación, del sentimiento y de la voluntad. Pero esta triple división del ser espiritual se corresponde exactamente con una triple división del ser físico-corporal en una especie de sistema cefálico o sistema nervioso-sensorial, en un sistema rítmico y en un sistema metabólico-motor o de las extremidades. Insisto expresamente en que esta división del organismo humano no debe ser intelectual, sino visual. Pues quien entendiera por sistema cefálico el que se extiende hasta el cuello, y luego por sistema circulatorio o rítmico el que comprende el tronco, y el que comprende el sistema digestivo mas el sistema de las extremidades, sistema sexual, no daría, si hiciera tal subdivisión externa, en absoluto con lo apropiado. La cuestión es que el sistema nervioso-sensorial se localiza principalmente en la cabeza, pero que se extiende como tal por todo el resto del organismo. De modo que en cierto sentido, si hemos de hablar aquí en términos antroposóficos del sistema nervioso-sensorial, debemos decir que es ese sistema de funciones en el organismo humano, -pues no se trata de la delimitación del espacio, sino de la delimitación de funciones-, que está esencialmente localizado en la cabeza, pero que extiende su actividad principal sobre todo el ser humano, de modo que en cierto sentido todo el ser humano es a  su vez cabeza. Lo mismo ocurre con los demás sistemas. Y por eso fue una mera tontería cuando un frívolo profesor de medicina, que no tenía intención de entrar en estas cosas, pero sí de calumniarlas ante el mundo, habló del «sistema abdominal» para desacreditar lo que en realidad se entiende por sistema metabólico. Acaba de demostrar que no entiende en absoluto el hecho de que esta división depende de lo funcional y no de lo delimitado espacialmente.

Si se comprende entonces esta estructura del ser humano, sobre la que se podrían dar muchas conferencias para describirla en todos sus detalles, se llega a ver claramente las diferencias que existen entre el sistema de la cabeza, es decir, el sistema nervioso-sensorial por un lado, el sistema metabólico y de las extremidades por otro, y el sistema medio, el sistema rítmico, que está llamado esencialmente a lograr el equilibrio entre los otros dos sistemas. Si queremos abarcar todo el ser humano, tenemos ante nosotros lo siguiente: la actividad imaginativa y perceptiva actual del ser humano tiene como base, ni siquiera se puede decir como herramienta, sino como base física todo lo que tiene lugar físicamente en el sistema nervioso-sensorial. No es cierto, como pretenden la psicología y la fisiología recientes, que los procesos relacionados principalmente con el sistema emocional y volitivo también tengan lugar en el sistema nervioso-sensorial. No, eso no resiste un estudio más detallado de la cuestión. Este estudio más preciso, por lo menos en sus directrices, lo encontrarán ustedes insinuado en mi libro«Von Seelenrätseln», (los enigmas del alma); pero todavía habrá que hacer un gran trabajo detallado en esta dirección. Por consiguiente lo que la ciencia espiritual hoy tiene que decir con certeza desde su lado, surgirá también desde el otro lado, desde el lado físico-empírico, entonces surgirá que el sentimiento del ser humano no está primariamente conectado con el sistema nervioso-sensorial, sino con el sistema rítmico, que así como el sistema nervioso-sensorial corresponde a la percepción imaginativa, el sistema rítmico corresponde al sentimiento. Y que sólo a través de la interacción del sistema rítmico con el sistema nervioso-sensorial, de un modo indirecto a través del ritmo del humor cerebral, que pulsiona el sistema nervioso-sensorial, se enciende el sistema nervioso-sensorial como portador de la vida imaginativa cuando elevamos nuestros sentimientos a imaginaciones, con lo cual la vida emocional embotada y soñadora es percibida e imaginada por nosotros mismos de un modo interior. 

Y al igual que la vida emocional está directamente conectada con el sistema rítmico e indirectamente mediada por él, la vida de la voluntad está directamente conectada con el sistema metabólico. Y esta conexión es entonces a su vez de tal índole que de una manera secundaria, porque el metabolismo por supuesto también tiene lugar en el cerebro, el sistema metabólico en sus funciones está conectado con el sistema nervioso-sensorial y de esta manera hacemos surgir interiormente las ideas de nuestros impulsos de voluntad, que de no ser así, intervendrían en una apagada vida dormida dentro de nuestro organismo.

Pueden ver que en el organismo humano tenemos tres sistemas diferentes, que llevan la vida del alma de diferentes maneras. Ahora bien, estos sistemas no sólo son diferentes entre sí, sino que también se oponen, -como ya he dicho, hoy sólo puedo esbozar estas cosas-, de modo que, por un lado, tenemos el sistema nervioso-sensorial, y por otro, todo lo que constituye las funciones del sistema metabólico, el sistema metabólico de las extremidades (véase el dibujo). Pueden visualizar la conexión entre el metabolismo y las extremidades si consideran simplemente los efectos de las extremidades en movimiento sobre el metabolismo. 

Este efecto es mucho mayor de lo que se suele pensar dentro de la conciencia exterior. Pero estos dos sistemas, yo diría el sistema nervioso-sensorial y el sistema metabólico-motor, son también polos opuestos en cierto modo. Y esta oposición polar debe ser considerada a fondo para una patología y una terapia sanas, especialmente para tal patología que conduce completamente orgánicamente a la terapia, y debe ser estudiada cuidadosamente para todos los detalles individuales, de los cuales hay, por supuesto, innumerables. Porque si se profundiza detalladamente en los efectos, entonces surge lo siguiente. Resulta que lo que ya indiqué ayer está presente en un alto grado. Dentro de todo lo que está relacionado con el sistema de la cabeza o sistema nervioso-sensorial se producen procesos de degradación, de modo que durante el funcionamiento de nuestra imaginación en el estado de vigilia, mientras percibimos e imaginamos, esta percepción e imaginación no está ligada a procesos de crecimiento y desarrollo, sino a procesos de degradación, a procesos de eliminación. Y si uno observa de manera muy sana, llegará realmente a esta conclusión lo que la ciencia empírico-fisiológica ofrece ya hoy en esta dirección. Hoy en día ya existe básicamente una prueba empírica de esto, o mejor podría decir una confirmación empírica de lo que la ciencia espiritual proporciona a través de la observación. Basta con seguir lo que ciertos fisiólogos espirituales son capaces de enseñar sobre los procesos físicos en el sistema nervioso que tienen lugar como fenómenos paralelos de la imaginación y la percepción. 

Entonces verán que esta afirmación de que se trata de procesos de eliminación y descomposición, y no de procesos de construcción, mientras pensamos y percibimos estando despiertos, ya está hoy muy bien sustentada. En cambio, allí donde los procesos de la voluntad intervienen en el sistema metabólico de las extremidades, se trata de procesos de acumulación. Aunque sin embargo, todas las funciones individuales del ser humano interactúan entre sí. Y si miramos bien el asunto, tenemos que decir: Los procesos constructivos de abajo trabajan hacia arriba en los procesos degradantes, los procesos degradantes de arriba trabajan hacia abajo en los procesos constructivos. Y si se sigue esto por analogía, entonces se tiene, como sistema equilibrador, como funciones que provocan el equilibrio, los procesos rítmicos entre los procesos degradantes y los procesos constructivos, que impulsan la degradación hacia la construcción, la construcción hacia la degradación. Y si estudiamos la sustancia, no puramente externa, sino aquella que tiene lugar en la llamada circulación sanguínea del corazón, en la respiración del cuerpo humano, tenemos por todas partes en ella, quisiera decir, procesos especiales, de alguna manera interrumpidos. No puedo entrar en esta interrupción, cumple su cometido; pero tenemos en todas partes especialización de esta curva rítmica, que he dibujado aquí (ver dibujo). El curso de la respiración es un caso especial de esta curva, el proceso que ustedes dibujan cuando trazan el curso de la sangre desde el corazón hacia arriba, a la cabeza o respectivamente a los pulmones y hacia abajo al cuerpo, tienen especializaciones de este proceso. En resumen, cuando es estimulado lo que aquí se indica, no se está penetrando en el tejido funcional del organismo humano de una manera muerta, como suele ser el caso, sino de una manera viva. Sin embargo, es necesario dar vida a las propias ideas. Debe ser posible, por así decirlo, imaginar una imagen plástica del organismo humano. 

El organismo humano no puede ser captado con las concepciones abstractas estáticamente, tales como la fisiología y la patología actuales pretenden captarlo, sino que debe ser captado con concepciones dinámicas, con concepciones tales que realmente intervengan a su vez en el efecto de lo que tiene movimiento interior, que no son en modo alguno meras interacciones mecánicas entre órganos estáticos. Así es como nos damos cuenta de que en el organismo humano existe básicamente una interacción constante entre los procesos de descomposición, los procesos de muerte y entre los procesos de construcción, crecimiento, proliferación, etcétera. Sin esta actividad no se puede entender el organismo humano.

¿Pero qué hay en realidad? Simplemente observen el asunto más de cerca. Cuando el proceso de descomposición de la organización nervioso sensorial actúa a través del ritmo en el sistema metabólico de las extremidades, entonces está presente algo que el propio sistema metabólico de las extremidades contrarresta, que es veneno para este sistema metabólico de las extremidades. Y viceversa, lo que está presente en el sistema constructor, si por medio del ritmo, actúa en el sistema de la cabeza, es veneno para el sistema de cabeza. Y puesto que los sistemas, como he indicado, se extienden por todo el resto del organismo, en todas partes del organismo humano nos encontramos con un continuo envenenamiento y desintoxicación, que es equilibrado por el proceso rítmico. Por lo tanto, no nos encontramos ante un proceso tan natural, como normalmente nos gustaría imaginarlo, que procede unilateralmente, -con perspicacia, me gustaría decir-, de modo que uno puede simplemente describir los procesos sanos como los normales, sino que nos encontramos ante dos procesos opuestos, uno de los cuales es definitivamente un proceso perjudicial para el otro. Y no podemos vivir en el organismo físico sin exponer continuamente nuestro sistema metabólico de los miembros a las causas de enfermedad del sistema de la cabeza, y el sistema de la cabeza a las causas de enfermedad del sistema metabólico. Y del mismo modo que la balanza, si no está equilibrada, oscila de tal manera, según las leyes de la naturaleza, que la barra de equilibrio no queda horizontal, así, como la vida es móvil en sí misma, simplemente no hay un estado de equilibrio en reposo, sino un estado de equilibrio que puede oscilar irregularmente hacia ambos lados. Y curar no significa otra cosa que, por ejemplo, cuando el sistema de la cabeza tiene un efecto envenenador demasiado fuerte sobre el sistema metabólico, aliviarlo de su efecto envenenador, quitarle su efecto envenenador. O a la inversa, si el sistema metabólico de los miembros tiene un efecto venenoso demasiado fuerte sobre el sistema de la cabeza, es decir, si tiene un efecto prolífico, hay que quitarle su efecto venenoso. Pero sólo se llega a una visión completa en este campo si ahora se extiende lo que se es capaz de observar en el hombre a la observación de la naturaleza en su conjunto, si ahora se es capaz de comprender esta naturaleza en el sentido espiritual-científico. Por ejemplo, si se considera el proceso de formación de las plantas, entonces se tiene con toda claridad, quiero decir de la manera más macroscópica, con toda claridad un esfuerzo ascendente del proceso de formación de las plantas, un esfuerzo que se aleja del centro de la tierra, y se pueden estudiar estos esfuerzos de formación metamorfoseantes de las plantas, al menos según las primeras líneas, las líneas básicas, de la «Metamorfosis de las plantas» de Goethe.

La «Metamorfosis de las plantas» de Goethe contiene inicialmente sólo el primer esbozo, los primeros elementos de lo que se va a estudiar sobre la planta en esta dirección. Pero la dirección de este estudio debe desarrollarse más. Hay que seguir las líneas básicas, entonces obtendremos una vívida visión de todo lo que ocurre en el crecimiento de la planta cuando, enraizada en la tierra, la planta comienza a crecer en dirección negativa, iniciándose el empuje hacia arriba en la raíz, luego crece hacia arriba, superando la atracción de la tierra, que sigue siendo predominantemente activa en la raíz, luego pugna para abrirse camino a través de otras fuerzas para llegar finalmente a la floración y fructificación y germinación.

Durante esta trayectoria suceden muchas cosas. En esta trayectoria, por ejemplo, interviene una fuerza opuesta. Pueden observar esta fuerza opuesta que interviene si por ejemplo, -pueden escoger cualquier ejemplo-, digamos el abedul común, el abedul blanco, Betula alba, y siguen más de cerca el proceso que tiene lugar desde la formación de la raíz a través de la formación del tallo, a saber, luego a través de la formación de la corteza, cómo, sobre la base de todo lo que trabaja conjuntamente en la formación del tallo y de la corteza, se forma lo que luego da lugar a la formación de la hoja. Pueden estudiar esto particularmente bien desde un punto de vista científico espiritual si estudian las hojas jóvenes del abedul que todavía aparecen parduscas en primavera. Si se estudia todo esto vívidamente, se tiene una idea de una metamorfosis de las fuerzas que actúan en el interior de la planta, y se tiene una idea de cómo, por un lado, en el proceso de formación de la planta actúa una dirección de fuerza desde abajo hacia arriba. Pero también se obtiene aquello que todavía tiene un efecto retardador, que al principio, diría yo, todavía actuaba fuertemente como gravedad en la raíz, pero que luego, a medida que la planta se desprende de la sustancia tierra, a medida que trabaja a partir del aire, coopera de otra manera con la fuerza ascendente. Y entonces tenemos una etapa interesante, pero también ahora una etapa apropiada, para ver en esta formación de la planta en, este proceso de fuerza ascendente en la corteza del abedul, cómo se depositan ciertas sales, sales de potasio, que son simplemente el resultado de las fuerzas que actúan hacia abajo, que interactúan con las fuerzas que actúan hacia arriba y, me gustaría decir, tienden hacia la formación de proteínas, hacia lo que me gustaría llamar formación de fuerza albuminizante. Así es como se penetra, por ejemplo, en el proceso de formación de las plantas. Aquí apenas puedo insinuarlo. Nos adentramos de este modo observando cómo se depositan las sales de potasio en la corteza del abedul, cómo de esta fuerza de atracción se escapa algo hacia abajo, -me gustaría decir el proceso que podría compararse a cuando una sal de este tipo se precipita a partir de una solución, Entonces llegamos al proceso que tiene lugar cuando la solución se precipita de la sal, llegamos, captando esto vívidamente, al proceso de formación de proteínas, a lo que me gustaría llamar el proceso  de albuminización. Ahí tenemos una forma de estudiar, de estudiar vívidamente, lo externo que rodea al ser humano.

Y entonces volvemos la vista al ser humano y vemos cómo el ser humano básicamente, digamos, si consideramos su proceso de descomposición trabajando de arriba abajo, tiene dentro de sí la misma forma de fuerzas que trabajan en la planta de abajo arriba. Vemos, por así decirlo, en las fuerzas que actúan desde el sistema de la cabeza hacia abajo, hacia el sistema metabólico de los miembros, cómo, por así decirlo, actúa en su interior un sistema vegetal invertido, cómo, de hecho, las fuerzas que vemos enviadas hacia arriba en el crecimiento vegetal actúan hacia abajo. Por ejemplo, si el ser humano detiene este proceso de formación vegetal, quiero decir, que actúa en su interior, de forma errónea, de modo que no es penetrado de forma correcta por lo que actúa en la cabeza, -el astral, el ser del yo. Pero esta penetración se expresa dentro del cuerpo, entonces nos encontramos con algo que se sostiene allí, algo que debe proceder en el organismo humano, descubrimos que se nos presenta un fenómeno patológico, por ejemplo, en los casos donde se produce reumatismo, donde se producen afecciones gotosas. Estudiamos lo que se produce en el organismo humano a causa de este proceso anabólico, en el cual se sustenta de cierta manera, estudiamos esto y lo encontramos de nuevo en el proceso del reumatismo, en el proceso de la formación de la gota y así sucesivamente. Y ahora a su vez dirigimos nuestra mirada desde el interior del organismo, digamos, a tal proceso de formación de plantas como el que encontramos en Betula alba; entonces obtenemos lo siguiente. A continuación miramos por un lado lo que tiene lugar allí en la formación de sales, por otro lado en la formación de proteínas. Y si entendemos este proceso de la formación de la proteína correctamente, encontramos en él el proceso opuesto de lo que es retenido. El proceso que debería tener lugar en el organismo se detiene de forma similar al proceso que tiene lugar como proceso correcto de albuminización en las hojas de abedul, y así obtenemos una conexión entre esos procesos que tienen lugar en las hojas de abedul, por ejemplo, y los procesos del organismo. En eso procesamos lo que hay en las hojas de abedul en remedios que enseñamos a la gente, y a través de los cuales, por ser opuestos de la manera correcta a este proceso de congestión que se da en el reumatismo, en la gota, logramos de esta manera un efecto curativo. En otras palabras, observamos de este modo lo que ocurre fuera en la naturaleza junto con lo que ocurre dentro del organismo y obtenemos una idea de cómo debemos dirigir las fuerzas curativas. Por otra parte vemos que, cuando los procesos de degradación proceden de tal manera que el organismo no puede detenerlos, por así decirlo, que se extienden hacia abajo, y que el sistema rítmico no los combate de la manera correcta, por consiguiente éstos salen entonces hacia la periferia del cuerpo, impulsando hacia la piel, por así decirlo. Se producen condiciones inflamatorias en el exterior de las personas, erupciones en la piel y cosas por el estilo. Y de nuevo volvemos la vista a nuestra planta, Betula alba, y encontramos el proceso opuesto en la deposición de sales de potasio en la corteza de abedul, ganando así la oportunidad de ver cómo podemos combatir este proceso de erupción cutánea en el ser humano, que conduce a la sobreexudación, preparando un remedio a partir de la corteza de abedul.

Y así podemos estudiar cómo funcionan los procesos vegetales y minerales, y obtenemos una conexión entre lo que hay en la naturaleza externa y lo que funciona dentro del ser humano. En otras palabras, obtenemos el ascenso del empirismo médico, del empirismo terapéutico, hacia lo que Goethe, en su sentido, -no ahora en el intelectual, sino en su sentido racional-, llama el estadio de la ciencia, obtenemos una ciencia como terapia que realmente ve a través de las conexiones. Las cosas no son tan fáciles, pues hay que estudiar realmente las cosas en detalle al menos según ciertos tipos, en primer lugar según tipos secretos de la personalidad humana y según secretos de la existencia natural. No hay que suponer que si se ha estudiado el proceso en un ejemplo como la betula alba, ya se ha alcanzado una visión de conjunto de lo que hay que considerar. En cada proceso diferente de formación de plantas, -por ejemplo, en el castaño de Indias o en cualquier otro-, estos procesos formativos se manifestarán de manera esencialmente distinta. Lo que aquí se ha indicado no debe conducir en modo alguno a una cháchara generalizada, sino a un estudio muy serio y extenso.

Pero, -y quiero dirigirme en particular al honorable alumnado-, este estudio, si se prosigue de manera racional, no tendrá por qué llevarles a temer su alcance. Porque puedo asegurarles que si se suprime todo lo que es lastre de examen, -por decirlo en este sentido paracelsiano-, y en su lugar se persigue todo lo que conduce de este modo a una visión racional de la patología terapéutica y de la terapia patológica, entonces los estudiantes de medicina no tendrán que estudiar más, sino menos. Y este estudio, porque lo vivirán, sólo despertará en ellos mayor entusiasmo que el que hoy les acerca al ser humano, y que esencialmente no les proporciona otra cosa que ver órganos que no están en absoluto dormidos, sino que sólo pueden ser comprendidos si se les capta en su función viva y en su interacción con otros órganos, si se estudia esta organización, si se tiene este completo impulso hacia lo funcional y, además, una ciencia natural externa que también impulsa a su vez hacia lo  funcional. Siempre será necesario estudiar paralelamente ese proceso interior en el ser humano, esa peculiaridad que allí tiene lugar como envenenamiento y efectos venenosos que se han desequilibrado, y aquellos otros procesos que no tienen lugar en el orden natural y que, debido a que lo exterior es polar a lo interior, también han de utilizarse en cierto modo polares, y que, por tanto, pueden conducir ciertamente a la patología, o más bien a una patología terapéutica y a una terapia patológica.

Por tanto, sólo he podido indicarles aquello que, podríamos decir, debe guiar los pasos que debe dar una recuperación del estudio médico, y sólo he podido indicarles cómo la ciencia espiritual quiere trabajar en este estudio médico. Voy a darles algunos otros ejemplos esta tarde, cuando vuelva a estar aquí media hora después del final de la representación de euritmia para todos ustedes, ejemplos que les mostrarán cómo puede, -esta combinación intuitiva de los efectos externos de la naturaleza con los efectos del organismo interior-, conducir a lo terapéutico y al reconocimiento de lo patológico. A continuación, me gustaría pasar a las sustancias particulares.

En el poco tiempo de que dispongo aquí, sólo he podido dar el principio, por así decirlo, utilizando el ejemplo de Betula alba, y daré algunos otros ejemplos esta tarde, pero me limitaré a sugerir lo que debería formar parte de la comprensión general de la gente. Porque partiendo de esto, el médico a su vez debe seguir construyendo específicamente. Debe ir a lo específico, porque tratar lo específico también requiere un juicio individual en todas partes. Y ahí es necesario que a partir de la comprensión de todos los profanos gracias a las indicaciones médicas, gracias a los principios médicos, crezca una comprensión, una forma de comprensión de lo que el médico tiene que hacer dentro del mundo exterior. 

Y si observan de forma correcta el curso que la ciencia espiritual de orientación antroposófica quiere realmente dar a la medicina, -tendré más que decir sobre esto esta tarde-, ya se dirán: Verdaderamente, esta ciencia espiritual de orientación antroposófica no quiere conducir a la curación, al amateurismo, al diletantismo, sino que sobre todo quiere trabajar por una recuperación de la ciencia, de la ciencia genuina y seria en sí, que a su vez ya tendrá su propio efecto social.

Traducido por J.Luelmo sep,2024

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