GA105 Stuttgart 6 de agosto de 1908 -el universo, el mundo y el ser humano 3 los reinos de la naturaleza y los reinos de los ángeles

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RUDOLF STEINER

Los reinos de la naturaleza - los yoes grupales- el centro del hombre – los reinos de los seres espirituales superiores


Stuttgart6 de agosto de 1908

conferencia 3
Si queremos visualizar las relaciones entre el mundo, la tierra y los seres humanos en los conflictos venideros, entonces será necesario que hoy pensemos en algunas cosas que nos proporcionen una especie de base. Debemos recordar que si solo hacemos uso de nuestros sentidos externos y el intelecto ligado a los sentidos, entonces básicamente podemos ver muy poco.

Esto es cierto tanto para la tierra como para el hombre y, en mayor medida, aún para el universo. Tenemos que tener claro el hecho de que gran parte de lo más esencial de los sentidos externos así como del intelecto externo permanece oculto. Por lo tanto, para empezar señalaremos algunas cosas que pertenecen a los seres que nos rodean, pero que están ocultas a la vista. Habrá que decir muchas cosas que muchos de vosotros ya sabéis, pero para captar bien nuestro vasto tema será necesario recapitular hasta cierto punto. Debemos en primer lugar considerar el planeta en el que vivimos, y que constituye el centro de nuestros estudios.

Ayer consideramos una parte de la evolución de la Tierra en relación con el conjunto.

Vimos cómo los seres han estado activos de varias maneras, desde el tiempo en que la tierra y el sol todavía formaban un único cuerpo hasta nuestros días. Vimos también que en las diversas épocas de la época Post-Atlante el hombre ha recapitulado en el conocimiento y en la conciencia religiosa todo lo que la tierra ha pasado en el curso de su evolución.

Ahora vamos a profundizar en las diversas condiciones de esta nuestra tierra. Estamos rodeados en primer lugar por los cuatro reinos de la naturaleza; los reinos mineral, vegetal, animal y humano. El hombre no es simplemente un ser físico material del que nos informan los sentidos externos y que el intelecto científico describe y explica, sino que es un ser complicado compuesto de cuerpo físico, cuerpo etérico, cuerpo astral y ego. Todo esto lo conocemos. Cuando permitimos que nuestra mirada se posa sobre los seres de los otros reinos de la tierra debemos ser plenamente conscientes de que las expresiones cuerpo físico, cuerpo etérico, cuerpo astral y ego no carecen en absoluto de significado también con respecto a ellos. Cuando se trata del mundo físico tenemos que atribuir que de todos los seres terrestres sólo el hombre posea una naturaleza de ego; sólo él en este mundo físico tiene un ego consciente de sí mismo. Con los animales es muy diferente; el ego de los animales no está en el mundo físico de la misma manera que el ego del hombre.

Si consideramos la diferencia entre los animales y el hombre debemos reconocer que mientras que cada ser humano tiene su "yo" individual encerrado como una sola individualidad dentro de su piel, no todos los animales tienen un "yo", sino que ciertos grupos de animales dotados de características similares tienen un "yo" o ego en común. Por ejemplo, todos los leones, o todos los osos, tienen un ego común, por lo que llamamos a tal ego perteneciente al reino animal -ego grupal-. El ego humano se encuentra en el mundo físico; aunque no lo veamos con nuestros ojos, está presente en la piel de todos los seres humanos. Este no es el caso de los animales. No encontramos su ego grupal en el mundo físico. Para que se formen una idea de tal ego grupal, imaginen que hay un tabique delante de mí, y en este tabique hay diez agujeros. Pongo mis diez dedos a través de los agujeros y los muevo. Veis mis dedos pero no a mí mismo, y sin pensarlo mucho decís que estos diez dedos no se mueven por sí mismos, sino que algo oculto debe estar causando el movimiento; en otras palabras, pensáis en hay un ser al que pertenecen los dedos. Esta comparación nos lleva a la naturaleza grupal o a la naturaleza del alma en el caso de los animales.

Los diversos leones en el plano físico son seres que, en cierto sentido, también tienen algo oculto trás de sí. Así como el ser central de los diez dedos está oculto por el tabique, también está oculto algo que es común a todos los leones. Está oculto porque no está presente en absoluto en el mundo físico. La misma naturaleza del ego que en el caso del hombre está presente en el mundo físico se encuentra en el caso de los animales en el mundo astral. El ego grupal de los animales está en el mundo astral. De cada animal individual se extiende una especie de prolongación de su ser en el mundo astral, allí estas prolongaciones se reúnen y forman la vestimenta o cubierta del ego animal. Estos egos grupales viven como individuos individuales en el plano astral, al igual que los egos individuales humanos lo hacen aquí en el plano físico. Cuando el clarividente entra en el plano astral se encuentra con los diversos egos animales como seres separados que extienden sus principios al mundo físico. Uno no debe simplemente imaginar este diagrama, sino que debe acostumbrarse a imaginar estos egos en su realidad. Debe entenderse claramente que no tenemos que ir a otra región para entrar en el mundo astral; el mundo astral impregna nuestro mundo físico. Sólo se trata de que podamos mirarlo con los sentidos astrales abiertos.

Ahora pueden preguntarse cómo son los egos grupales de los animales. El ego grupal de una de las órdenes superiores de animales se presenta al clarividente de la siguiente manera: A lo largo de la espina dorsal del animal ve lo que parece una línea brillante. De hecho, nuestra atmósfera está impregnada no sólo por las corrientes materiales generalmente reconocidas, sino también en todas las direcciones por las corrientes astrales, y en estas corrientes el clarividente reconoce los egos grupales de los animales.

Una segunda pregunta podría hacerse ahora: ¿Tienen los seres inferiores, como las plantas por ejemplo, un ego? Sí, tienen un ego. Cuando el clarividente examina una planta encuentra que la parte visible en el mundo físico no es más que una combinación de los cuerpos físico y etérico de la planta. Imaginen la superficie de la tierra en la que crecen las plantas, imaginen la raíz de una planta, el tallo, las hojas y las flores. Eso que crece no tiene en el mundo físico, como el hombre, un cuerpo físico, un cuerpo etérico, un cuerpo astral y el ego, sino sólo un cuerpo físico y etérico. Eso no significa que la astralidad de la que estamos llenos, y que está activa también en los animales, no esté activa también en la planta. Para los ojos abiertos del clarividente la planta está rodeada de un resplandor, y éste proviene de las sustancias astrales. Es esto también lo que coopera en el desarrollo de la flor. Mientras la planta crece de hoja en hoja por la influencia del cuerpo etérico, su crecimiento termina arriba en una flor por estar rodeada de sustancia astral.

El clarividente ve toda planta en crecimiento rodeada por la sustancia astral, pero hay algo más conectado con la planta, a saber, su ego. Si deseamos localizar el ego de una planta debemos buscarlo en el centro de la tierra. Allí se encuentra el ego de todas las plantas; esta es una verdad importante y esencial. Mientras que vemos los egos de los animales en la circunferencia de la tierra, debemos dirigirnos al centro de la tierra por los egos de las plantas. De hecho, cuando la visión clarividente ha alcanzado tal visión de la creación vegetal, la tierra, que de otra manera se enfrenta al hombre simplemente como una estructura material, se expande a un organismo que tiene su ego en el centro; este ego incluye todos los egos de las plantas.

La tierra está animada por un ego y de la misma manera que ustedes tienen la cabeza cubierta de pelos que crecen a partir de su ser, de la misma manera las plantas crecen a partir del ser de la tierra, y pertenecen a todo el organismo de la tierra. Cuando uno arranca una planta por las raíces, lastima a toda la tierra, el alma de la planta experimenta dolor. Esto es un hecho. Por otra parte, no hay que pensar que la tierra siente dolor cuando se arranca una flor; exactamente lo contrario. Por ejemplo, cuando en otoño un segador corta el maíz, el clarividente ve pasar sobre la tierra grandes corrientes de bienestar. Las objeciones a esto desde el punto de vista moral no son válidas. Por ejemplo, se podría preguntar: ¿Es entonces un pecado más insignificante cuando un niño arranca inútilmente toda clase de plantas que cuando un hombre las trasplanta cuidadosamente y con buena intención? El hecho sigue siendo el mismo: si una planta es desarraigada la tierra siente dolor; si una planta es cortada la tierra siente placer. Porque la tierra tiene el placer de dar lo que lleva en su superficie; también cuando los animales pasan sobre la tierra pastando sobre sus plantas la tierra tiene una sensación de placer; muy similar a la que tiene una vaca cuando su ternero saca leche. Este es un hecho absolutamente oculto. La sensación de la tierra cuando las plantas brotan de ella y son irradiadas por el cuerpo astral es la misma que la de los animales cuando dan su leche. No se trata de meras comparaciones, sino de hechos reales. Cualquiera que con visión clarividente pueda ver en el mundo astral, no ve nada del ego de las plantas; para ello se requiere una clarividencia superior, aquella por la cual es posible ver en el mundo devachánico.

Podemos decir, por lo tanto, que el ego grupal de los animales está en el mundo astral, mientras que el ego de las plantas está en el mundo devachánico.

La siguiente pregunta que se presenta naturalmente es: ¿Cómo es con el mundo mineral? ¿Cómo es con los llamados minerales sin vida? ¿Tienen algo que se asemeje a un ego, o algún otro principio superior? Si observamos una piedra de forma clarividente encontramos que en el mundo físico sólo tiene un cuerpo físico; el cuerpo etérico de los minerales rodea y envuelve este por todos lados. Tomemos, por ejemplo, un cristal de roca; debemos imaginarnos toda esta forma como ahuecada, que se asemeja a un espacio hueco, y que sólo donde termina la sustancia física comienza lo etérico. Así como la parte superior de una planta está tejida alrededor de lo astral, el mineral está rodeado por lo etérico. Este etérico tiene su hogar en el mundo astral. Marque esto bien - tenemos algo etérico que tiene su hogar en el mundo astral.

Las cosas son realmente más complicadas de lo que se supone generalmente. En el mundo astral no todo lo que existe es astral, así como tampoco en el mundo físico todo es físico. Por ejemplo, en el mundo físico se tiene el cuerpo etérico, el cuerpo astral y hasta el ego del hombre; así pues, el clarividente también ve el cuerpo etérico de los minerales en el mundo astral.

Ahora, preguntémonos: ¿dónde está el cuerpo astral de los minerales? Este se parece como rayos formados de manera peculiar. Imagínense formas de luz, o rayos, que se amplían cada vez más y penetran en el cuerpo etérico del mineral. Los rayos astrales fluyen así de cada mineral. No tienen fin, sino que fluyen indefinidamente hacia el espacio. Cuando se observa un cristal de roca se ve primero el espacio que está lleno físicamente; clarividentemente se ve esta forma física rodeada por la luz del cuerpo etérico, y esto de nuevo como si estuviera atravesado por toda clase de formaciones de rayos que se extienden sin fin en todas las direcciones hacia el espacio. La visión es conducida desde cada punto del espacio que está lleno de alguna sustancia hacia el infinito. No hay ningún punto del espacio que no esté conectado con el Universo, es como si cada cosa en el mundo colgara de miles y miles de hilos de luz espiritual que se extienden en el espacio infinito, y puedes imaginar, si estos se extendieran más y más, cómo se mezclarían finalmente.

De hecho, cuando se examina un mineral de forma clarividente se presenta a la vista algo como lo siguiente: la parte física se ve envuelta en rayos por las formas de luz del cuerpo etérico, estos rayos de luz parecen ampliarse e irradiar continuamente hacia el espacio hasta que finalmente desaparecen como si se tratara de un globo hueco. Se puede pensar que cada mineral es el centro de un globo tan hueco, y que éstos están presentes en todas partes del mundo. Estos globos huecos se interpenetran entre sí, y si podemos imaginar el poder clarividente aumentado cada vez más hasta donde estos rayos se unen, llegamos a donde los egos de los minerales fluyen hacia nosotros desde todas las direcciones del espacio. Estos egos se revelan a la capacidad clarividente cuando entran en las regiones superiores del plano devachánico. Mientras que los rayos que componen el cuerpo astral están en las regiones inferiores, el ego está en el mundo devachánico superior.

Aquí se les ha dado una vista panorámica de los diferentes reinos. El ego del hombre está en el plano físico, el de los animales en el plano astral, el de las plantas en las regiones inferiores del mundo devachánico, y el de los minerales está en las regiones superiores del mismo mundo.

Por lo tanto, los minerales están en la posición opuesta al hombre. El hombre tiene su ego dentro de él, está encerrado dentro de su piel; cada ser humano es un centro en sí mismo, un "centro-hombre". Las plantas forman un centro más amplio; juntas forman un "centro terrestre"; y los egos de los minerales forman la circunferencia de la esfera terrestre. Dondequiera que se encuentre un hombre, el ego humano es siempre el centro; el ego de los minerales está siempre en la circunferencia - exactamente lo opuesto al hombre. Ahora lo encontraréis comprensible cuando os diga que el alma mineral está en una posición completamente diferente a la humana o a la animal.

Cuando un mineral se rompe no siente dolor, al contrario, siente placer, tiene una sensación de bienestar. De una cantera en la que se rompen las piedras en pedazos brotan grandes corrientes de sensaciones placenteras; por otra parte, si volvierais a juntar todos los pedazos rotos, causaríais un dolor muy grande. El mismo hecho puede ser observado en otro proceso. Imaginad que tenéis un vaso de agua caliente en el que tiráis un trozo de sal. Cuando la sal se disuelve no sólo se disuelve la sustancia, sino que el agua caliente se llena de sentimientos de bienestar, sentimientos de placer por parte del mineral al ser disuelto. De nuevo, si se enfría el agua para que la sal se cristalice, el proceso está conectado con una sensación de dolor. Los iniciados siempre han sabido estas cosas y se las han dicho al hombre; no tiene más que aprender a entender lo que dicen.

Un gran Iniciado hablaba de esto de una manera muy significativa.

Imaginemos cómo fueron las cosas en un tiempo del desarrollo de la Tierra. Hoy en día caminamos sobre la tierra sólida, pero no siempre fue así. Cuando rastreamos la evolución de la tierra hacia atrás encontramos que se vuelve cada vez más suave y blanda hasta que al final su condición es fluida o incluso vaporosa. Lo que es sólido hoy en día, es decir, la parte mineral, se ha cristalizado a partir de la antigua tierra fluida. Tuvo que volverse sólida para que el hombre pudiera caminar sobre ella. Era necesario para la existencia humana que la tierra, en lo que respecta a su naturaleza mineral, sufriera un dolor infinito, ya que el dolor infinito estaba relacionado con la solidificación de la tierra. Pablo dijo, refiriéndose a esto: "Toda la creación gime de dolor esperando el estado de adopción", lo que significa que la tierra tiene que soportar el dolor en relación con la solidificación, y la formación de la tierra mineral, a fin de que el hombre pueda ser adoptado como hijo de Dios.

Nunca debemos perder el respeto por los escritos de los verdaderos Iniciados cuando llegamos a comprenderlos; cada línea del registro bíblico inspirado nos llena de profundo asombro cuando aprendemos su significado con la ayuda de la Ciencia Espiritual. En el dicho de Pablo citado anteriormente se esconden secretos cósmicos. Es cierto que tales verdades sólo volverán a ser fructíferas para la humanidad cuando entren y afecten el sentimiento de los hombres. No sólo deben ser comprendidas intelectualmente, sino que deben encarnarse en el sentimiento si van a convertirse en el verdadero conocimiento.

Pasemos ahora a la consideración de las plantas; pensemos en cómo crece su cuerpo físico, cómo lo rodea el resplandor del cuerpo astral y cómo el ego está en el centro de la tierra. Permítanme señalar una vez más lo que es esencial en esto. ¿Qué hace realmente el cuerpo astral cuando desarrolla la flor desde el exterior? Hace algo de gran importancia en la vida de la planta, y lo comprenderemos si profundizamos un poco más en la estructura espiritual de nuestra tierra.

En la última conferencia aprendimos que hubo un tiempo en que la tierra y el sol formaban un único cuerpo. El hombre ya estaba allí, aunque vivía en condiciones completamente diferentes a las de hoy. Poseía una tenue conciencia clarividente; y su organismo era tal que podía vivir en aquel cuerpo tierra-sol. Hoy en día está organizado de tal manera que, cuando un rayo de sol incide sobre sus ojos, "ve", es decir, ve el rayo de sol que le penetra desde el exterior, y ve por medio de este rayo de sol. Esto no era así en la época en que el hombre y la tierra eran uno solo, en el sol. Entonces los rayos de sol los veía desde dentro; veía las fuerzas del alma que impregnaban los rayos de sol. ¿Cuáles eran estas fuerzas del alma? Aquellas fuerzas que impregnaban los rayos de sol son las mismas fuerzas que hay en nuestros cuerpos astrales. La luz física no es más que el cuerpo externo de la luz astral que irradia el sol, y la astralidad que brilla en la parte superior del cuerpo de una planta está conectada interiormente con las efusiones astrales que provienen del sol. Gracias a que poseemos un cuerpo astral, tenemos deseos e impulsos de voluntad. En el caso de las plantas son el deseo, el sentimiento y la voluntad los que desempeñan una función en las flores.

¿Qué es lo que hace despertarse el deseo entorno a la planta? Desea absorber el alma del rayo de sol, y con el alma su parte más pura - su ego; y es esta parte más pura la que pasa a través de la planta hasta el centro de la tierra. La actividad del ego de la planta se expresa en la actividad del contenido espiritual del rayo de sol que pasa a través de ella al centro de la tierra. Así, la tierra, la planta y el sol actúan conjuntamente. Los poderes espirituales del sol son de hecho continuamente llevados a la tierra. ¿Y cómo? Por medio del cuerpo astral que envuelve las flores, éstas que anhelan absorber el alma de la luz solar, permiten que se hundan en la tierra a través de sus cuerpos. Lo que se produce en el mundo físico a través de los rayos del sol no es más que una parte de su actividad; la otra trabaja psíquicamente en la planta, que anhela el alma de la luz que fluye a la tierra en los rayos del sol.

Intentemos ahora entender el resultado práctico de estas cosas. Imaginen a un hombre de un futuro lejano que percibe en cada planta lo que acabo de decirles de su anhelo por absorber el alma del sol. Este hombre tendrá, en una etapa espiritual superior, algo que el animal tiene en una etapa inferior - cuando pasta en un prado elige las plantas que le son útiles y deja a los demás en paz - un instinto inconsciente, pero en realidad son los espíritus superiores los que guían al animal. El hombre del futuro se acercará conscientemente a las plantas que le son útiles; no como ahora, cuando reflexiona sobre cuáles son las mejores sustancias para su cuerpo; entonces tendrá una relación vital con cada planta, porque sabrá qué es lo que han absorbido y que de ellas pasa a él. Comer no será para él una ocupación mezquina, sino un acto consumado con el alma y el espíritu, pues sabrá que todo lo que come es la forma externa de algo espiritual. En nuestra época inmediata, cuando los hombres saben poco sobre las relaciones interiores vitales entre ellos y el mundo, se utilizan toda clase de sustitutos. ¿Por qué los Iniciados de todas las edades han instado a la gente a bendecir la mesa antes de comer? La gracia debe ser una muestra del reconocimiento de que, junto con la comida, algo espiritual entra en el hombre.

Hemos visto como la sensación y el sentimiento se alteran cuando el hombre adquiere la verdadera sabiduría. Con una certeza tan segura como el instinto de los animales en un estadio inferior, el hombre sabrá con brillante claridad lo que debe hacer; lo sabrá porque reconocerá el alma de lo que absorbe en sí mismo. Hasta los detalles cotidianos como estos podemos rastrear el valor práctico de la Ciencia Espiritual para el futuro.

Así podemos ahora considerar el mundo con sentimientos completamente diferentes; pues consideramos la tierra no sólo como un cuerpo iluminado por los rayos del sol, sino como un ser vivo que absorbe el alma del sol a través del manto astral de las plantas, y vemos todo el Universo impregnado por los egos de los minerales, vemos cómo todas estas cosas están dotadas de alma y llenas de espíritu.

Hemos hecho un breve repaso de los cuatro reinos de la naturaleza, el mineral, el vegetal, el animal y el humano, pero la serie no termina aquí, sino que va más allá. Estos son sólo los reinos que el hombre puede ver en su desarrollo normal. Ya hemos señalado, sin embargo, que en la época atlante el hombre era el compañero de los Seres cuyo cuerpo más denso que poseía era el cuerpo etérico. Aquellas figuras que han quedado como recuerdo en las leyendas de diversos pueblos, las figuras de Zeus, Apolo, etc., eran reales para los antiguos atlantes; moraban entre ellos durante el sueño. Por todas partes se encontraban tales seres que no habían descendido hasta encarnarse en la carne.

Mirando desde el hombre hacia arriba a los reinos superiores, tenemos que empezar con tres reinos que nos interesan. De acuerdo con el esoterismo cristiano, llamamos al reino inmediatamente vecino al humano, osea el reino de los Ángeles; también llamados Espíritus del Crepúsculo. Luego hay un segundo reino, más elevado que el de los Ángeles, el reino de los Arcángeles; también llamados Espíritus del Fuego. Por último, hay un reino aún más alto, el de los Archai (Fuerzas Originales o Principios primordiales), llamados también Espíritus de la Personalidad. Estos son los tres reinos que están por encima del hombre.

Intentaré contarles un poco sobre la vida de estos reinos; desempeñan un papel muy positivo en nuestra vida. Así como el hombre desempeña un papel en la vida de las plantas cuando labra la tierra, estos reinos superiores influyen en el reino humano. Entenderemos mejor esto si consideramos lo siguiente: El hombre tiene en la actualidad un ego, un cuerpo astral, un cuerpo etérico y un cuerpo físico. ¿Cómo se produce el desarrollo posterior? Trabajando continuamente sobre uno mismo. Hoy en día el ego del hombre es todavía en muchos aspectos impotente para afectar a los otros principios de su ser, es en muchos aspectos incapaz de controlar sus pasiones, pero por lo tanto se rige por ellas, es decir, por su cuerpo astral. Hay una gran diferencia entre los seres humanos a este respecto. Compare un salvaje que se come a sus semejantes con un europeo y piense en un alto idealista como Schiller o Francisco de Asís. Aquí se ve un desarrollo avanzado que consiste en que el hombre aprenda cada vez más a controlar su cuerpo astral por su ego. Llegará un tiempo en que el ego logrará esto plenamente; irradiará el cuerpo astral completamente. El hombre entonces habrá formado un principio superior, este principio que llamamos Manas, o el Yo Espiritual. Que no es otra cosa que el cuerpo astral, que ha sido transformado por el ego.

Cuando observamos a un hombre de hoy en día de manera clarividente vemos que su cuerpo astral realmente consiste en dos partes, a saber, la parte que ya está bajo el control del ego y la parte que aún no es capaz de controlar. Esta última está todavía llena de fuerzas e impulsos inferiores, y cuando el ego las expulsa se añaden toda clase de poderes al cuerpo astral. Para que el cuerpo astral no sea destruido por las fuerzas inferiores, debe ser siempre permeado y bañado por seres superiores que lo controlen, de la misma manera que el hombre lo controlará en el futuro cuando haya alcanzado la meta de su evolución. Los seres cuya tarea es controlar esa parte del cuerpo astral que aún no está controlada por el hombre y que están una etapa más alta que él, son los Ángeles o Espíritus del Crepúsculo. En realidad, uno de estos Espíritus vela por cada ser humano, y este Espíritu tiene poder sobre el cuerpo astral; por lo tanto, no es una idea infantil, sino una profunda sabiduría, hablar de ángeles guardianes. Estos ángeles guardianes tienen un gran deber que cumplir.

Consideremos el curso de una vida humana en su totalidad. Sabemos que pasa por muchas encarnaciones. En un momento dado, en un cierto punto de la evolución terrestre, el hombre comenzó a vivir como un alma, como un ego, en su primera encarnación en la tierra. Luego murió, hubo un intervalo, luego una nueva encarnación, y así ha ido de encarnación en encarnación; y éstas sólo terminarán en un período lejano de la evolución humana. El hombre habrá pasado entonces por todas sus encarnaciones, y también habrá alcanzado el poder de controlar perfectamente su cuerpo astral. Esto no puede hacerse hasta que haya pasado por todas sus encarnaciones, al menos no en la evolución normal.

Ahora, un Ángel acompaña a lo más profundo del ser del hombre y lo guía de encarnación en encarnación, para que pueda cumplir verdaderamente su misión en la tierra. En efecto, es como si el ser humano hubiera podido, desde el principio de su vida en la tierra, mirar hacia un Espíritu sublime como su prototipo, el cual podía controlar completamente su cuerpo astral, y que le decía: "Debes ser como yo cuando en el futuro salgas de esta evolución terrestre." La tarea de los ángeles es guiar las encarnaciones de los hombres y si decimos que él mira hacia su ser superior, al que debe llegar a parecerse cada vez más, o que mira hacia su ángel como su gran modelo, es exactamente lo mismo en un sentido espiritual.

A medida que el hombre vaya trabajando más sobre sí mismo, transformará el cuerpo etérico en Buddhi, o Espíritu de la Vida; un día lo hará conscientemente, aunque ahora esté trabajando en ello inconscientemente. Así que incluso los Seres Espirituales más elevados tienen que trabajar hoy en día en todos los cuerpos etéricos humanos; esta es la tarea de los Espíritus del Fuego. Ahora bien, los cuerpos etéricos humanos no son individualmente tan diferentes como los cuerpos astrales humanos. Cada hombre tiene su propia virtud o vicio particular, pero en las cosas relacionadas con el cuerpo etérico hay una cierta similitud. Esto se puede ver en las cualidades peculiares de una raza o nación. Debido a esto vemos que cada ser humano individual no tiene un Arcángel en conexión con su cuerpo etérico, sino que naciones y razas enteras son guiadas por Espíritus de Fuego superiores o inferiores. Los pueblos y las razas de la tierra son en efecto guiados en su conjunto por los Arcángeles. Aquí nuestra visión se expande a algo que para muchas personas es completamente abstracto, pero para aquellos que son capaces de ver en el mundo Espiritual es plenamente concreto. Si alguien hoy en día menciona un espíritu nacional, o un alma nacional, esto se considera una abstracción. Pero para el observador oculto no es así. Para él, la nación entera está como incrustada en la sustancia espiritual y esta sustancia espiritual es el cuerpo de un espíritu de fuego. Desde la vieja antigüedad hasta ahora nuestra evolución ha sido dirigida y guiada de pueblo en pueblo, de raza en raza, por los Espíritus del Fuego, cuyos cuerpos son las almas de las naciones, y cuya misión es guiar el curso de la evolución humana a través de las diversas razas de la tierra.

Hay, sin embargo, algo más que es independiente de la tribu, la nación y la raza. Al estudiar nuestra época actual encontramos mucho que es independiente de tales comunidades, pero que se manifiesta simultáneamente en muchas. Por ejemplo, si miramos hacia atrás al siglo XII vemos cómo ciertas tendencias espirituales similares ocurrieron en todos los pueblos de Europa, algo que va más allá del espíritu nacional. Para ello se ha acuñado una palabra, se le ha llamado "Espíritu de la Era". Este Espíritu de la Era existe realmente, éste forma el cuerpo de Seres aún más elevados, a saber, los Espíritus de la Personalidad, o Archai.

De todo lo que se ha dicho se puede apreciar que nuestra tierra está incrustada en una atmósfera espiritual. De una base mineral brotan las plantas, y los animales y los seres humanos caminan sobre ella; envolviendo todo esto están los sublimes Seres Espirituales que guían a los hombres individuales, y otros espíritus que son los líderes de las comunidades de personas y razas; y, además, hay otros Seres que guían al "Espíritu de cada Era" de una época a otra.

En esta conferencia hemos tratado de dar una visión panorámica de nuestra tierra, de lo que es también en un sentido espiritual, y de la conexión del hombre con todo ello. Al mismo tiempo, se ha establecido un fundamento sobre el cual podemos construir útilmente lo que tenemos que decir en las siguientes conferencias sobre la relación entre el Universo, la Tierra y el Hombre.



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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919