GA105 Stuttgart 7 de agosto de 1908 -el universo, el mundo y el ser humano 4- Su conexión con el hombre. El mito de Osiris.

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RUDOLF STEINER

Las manifestaciones externas de los seres espirituales en los elementos. Su conexión con el hombre. El mito de Osiris.


Stuttgart 7 de agosto de 1908

conferencia 4
En nuestra última conferencia hemos hablado de varios Seres Espirituales que complementan a los diferentes Reinos de la naturaleza que nos rodean en el mundo físico. Aprendimos que los minerales y las plantas tienen un ego así como un cuerpo astral; y nuestra visión Espiritual se ha visto ampliada para incluir una plenitud de realidades además de las que nuestros ojos físicos pueden ver y que pueden ser comprendidas por medio de nuestro intelecto físico. Aprendimos, además, que en la evolución del hombre en la tierra participan elevados Seres Espirituales; y que en lo que respecta a los hombres individuales un grado aún más elevado de ser participa en ello.


La Ciencia Espiritual sostiene que cada ser humano individual es completamente responsable de su mundo interior, el mundo de sus actos y de su voluntad, entre el nacimiento y la muerte; pero sabemos que el ser interior esencial del hombre ha pasado a través de muchas encarnaciones, y que en su actual desarrollo normal el hombre es incapaz de trabajar más allá de una encarnación. Las fuerzas superiores deben cooperar para dar la fuerza directriz necesaria que sea capaz de trabajar, no sólo entre el nacimiento y la muerte, sino también más allá de la muerte, de una encarnación a otra. En el esoterismo cristiano estos Seres Espirituales se llaman Ángeles, y en la terminología antroposófica Espíritus del Crepúsculo; también pueden, de acuerdo con el ocultismo rosacruz, llamarse Hijos de la Vida - todas estas designaciones se les aclararán más adelante. También hemos oído cómo las comunidades de hombres - razas y pueblos - son guiadas por una orden de Espíritus llamados Arcángeles, o Espíritus del Fuego; y, por último, cómo lo que va más allá de los límites de una comunidad de personas - lo que encuentra expresión en el "Espíritu de la Era", o Zeitgeist - es guiado por los Archai, también llamados Espíritus de la Personalidad o Fuerzas Originales, o, en la terminología Teosófica, Asuras. Los Seres Espirituales están trabajando en todas partes del mundo, y debemos darnos cuenta de que hay que añadir tres reinos más a los que nos rodean. Ahora intentaremos dar una idea de cómo es con respecto a las manifestaciones más externas de estos Seres.

Cuando consideramos la tierra desde el punto de vista físico ordinario vemos que está compuesta de lo que llamamos tierra, agua, aire y fuego. Estas son las cuatro condiciones primarias de la materia externa. Aquello a lo que la Ciencia Espiritual da el nombre de "tierra" se llama "sólido"; todo lo fluido (no sólo el agua sino el mercurio, por ejemplo) se llama "agua"; todo lo que tiene forma de gas, "aire"; todo lo que se puede percibir como que tiene algún grado de calor se piensa que está impregnado con una sustancia más fina, esto lo llamamos "calor sustancial".

Pues bien, los Seres Espirituales de los que hemos hablado viven en estos diversos elementos materiales, como si estuvieran en cuerpos externos. Para cualquiera que pueda observar el mundo con visión clarividente, lo que se conoce como elemento fluídico, especialmente el agua, no sólo está habitado por los Seres que conocemos como criaturas acuáticas, como los peces, sino que, a pesar de la sustancia siempre cambiante, a pesar de que en este elemento acuático no perdura ninguna forma sólida, los Seres Espirituales viven en él, y de hecho se encarnan en él en formas continuamente cambiantes, aunque no sea posible distinguirlos con la visión externa. En este elemento viven los Seres que hemos descrito como Ángeles, o Espíritus del Crepúsculo. Su cuerpo físico no está representado por ninguna corporación sólida y claramente definida; y cuando los antiguos mitos y leyendas hablan de tales seres acuáticos no es una fantasía, sino que está totalmente de acuerdo con la realidad.

Además, en lo que conocemos como "aire", y particularmente en nuestro aire, viven esos Seres a los que llamamos Arcángeles. No es un cuento de hadas cuando en las corrientes de aire, en la tormenta, vemos la manifestación corporal de este Reino Espiritual. (Cuando dije que los Seres Angélicos habitaban en el agua es preferentemente esa forma de agua que impregna el aire como vapor acuoso - fugitivo y fugaz y disperso en átomos separados, pero en la que la visión clarividente ve la encarnación de los Ángeles).

En lo que conocemos como calor se refleja la encarnación de Seres conocidos como los Espíritus de la Personalidad o Archai. Así como el hombre está compuesto de estos cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego, en su interior ha mezclado no sólo los cuatro elementos, sino también los Seres que acabamos de nombrar; éstos llenan su cuerpo hasta cierto punto, entran y salen de su cuerpo físico tal como lo hacen las sustancias materiales.

La serie de Seres relacionados con el hombre no termina con los que he mencionado. Seres aún más elevados tienen que ver con la tierra, el universo y el hombre, Seres que se encuentran en una etapa más alta incluso que los Espíritus de la Personalidad. Hay Seres, por ejemplo, que fluyen hacia nosotros en la luz, porque la luz para nosotros es una condición aún más sutil que el calor. Dondequiera que haya algo que emita luz reconocemos en esta luz la vestimenta de Seres sublimes, aquellos a los que el esoterismo cristiano da el nombre de Exusiai, o Potestades, o Espíritus de la Forma. Son ellos los que dan forma a todo lo que nos rodea. Dondequiera que las cosas se vean con una forma distinta esto se debe a la actividad de estos Espíritus.

Vemos pues, que lo que está activo en la evolución de nuestra tierra como los "Espíritus de las diferentes Edades, o Zeitgeists", está controlado por los Espíritus de la Personalidad. La tarea de los Espíritus de la Forma es aún más elevada. Comprenderemos mejor lo que es esto si reflexionamos que desde el principio de la evolución humana, es decir, desde el momento en que el hombre experimentó su primera encarnación, el "Zeitgeist" ha cambiado continuamente, que de entre los muchos Espíritus de la Personalidad diferentes han sido los directores de las edades sucesivas; pero más allá de todo lo que se logra por el "Zeitgeist" hay algo más activo que atraviesa toda la humanidad terrestre. Desde que la misión de la humanidad comenzó en la tierra, los Seres Espirituales han tomado parte en el trabajo sobre la humanidad, y es a ellos a quienes debemos agradecer el hecho de que podamos ser activos como seres humanos. Los Espíritus, como si proviniesen de un reino superior, han gobernado desde el principio de la tierra sobre lo que apareció como Espíritus de la Personalidad en el Zeitgeist; como Arcángeles en comunidades separadas; y como Ángeles con respecto a los hombres individuales; son los principales guías y directores de todos estos Seres Espirituales. Estos Espíritus de la Forma tienen la tarea de trabajar en la tierra como un todo, la suya es una actividad planetaria. Por lo tanto, cuando vamos más allá del "Zeitgeist" al Espíritu de toda la humanidad nos encontramos con los Espíritus de la Forma.

Ahora son conscientes de que nuestra Tierra, como planeta, está bajo la ley de la reencarnación, al igual que el hombre. Antes de su actual encarnación, nuestra Tierra era lo que se llama la antigua Luna. Lo que ahora consideramos como la misión de la Tierra no existía entonces. La misión de la Luna era diferente; cada condición planetaria tiene su propia misión que cumplir dentro del poderoso todo; nada se repite, todo está bajo la ley de la evolución. Durante la encarnación de la Tierra, que llamamos Antigua Luna, ciertos Seres tenían un deber similar al de los Espíritus de la Forma en la Tierra, y éstos son llamados, según el esoterismo cristiano, Espíritus del Movimiento, o Virtudes, o Dinamis.

Si retrocedemos aún más en la evolución, llegamos a una condición planetaria de nuestra Tierra que precedió a la de la Antigua Luna; esto es, la condición del Antiguo Sol, que como sabéis no tiene nada que ver con el globo que vemos ahora en los cielos como el sol. Un principio muy sublime regía en el Antiguo Sol, como los Espíritus de la Forma rigen en la tierra, y como los Espíritus del Movimiento regían en la Luna, este principio se llama en el esoterismo cristiano la jerarquía de los Espíritus de la Sabiduría, llamada también Kyriotes, o Dominaciones. Estos seres estaban al mando durante la condición del Sol. Ahora llegamos a una condición planetaria aún más anterior, la del antiguo Saturno y los Seres que en aquel tiempo supervisaban la guía del mundo que llamamos Tronos, o Espíritus de la Voluntad.

Así pasamos a grados cada vez más grandes de Seres Espirituales, a Seres que no son meramente directores de algo que cambia - como el "Zeitgeist" - sino que se preocupan por la misión de las condiciones planetarias que sólo cambian de planeta en planeta como los Tronos, los Espíritus del Movimiento, y los Espíritus de la Forma. Todas estas Jerarquías están continuamente en algún tipo de conexión con nosotros, aunque no en una conexión tan cercana y directamente perceptible como las Jerarquías inferiores. Trataremos de mostrar con un ejemplo cómo funcionan en nuestra evolución terrestre, pero para ello será necesario considerar primero la evolución de los Ángeles, Arcángeles y Arcáis.

Estos Seres son todos más elevados que el hombre de hoy, pero en la próxima encarnación de la Tierra, que llamamos la condición de Júpiter, él hombre será tan elevado como lo son ahora los Ángeles; y se expandirá continuamente a grados cada vez más elevados de perfección. Lo mismo sucede con la evolución de los demás Seres; no siempre fueron lo que son ahora, también han pasado por etapas de desarrollo más inferiores.

Tomemos por ejemplo a los Ángeles. En tiempos anteriores éstos pasaron por su etapa humana como lo estamos haciendo ahora en la Tierra; esto ocurrió en la Antigua Luna, y fue debido al trabajo que realizaron sobre sí mismos en aquel tiempo, por lo que se han convertido en los Seres superiores que son ahora. De la misma manera los Arcángeles pasaron por su etapa humana en el Antiguo Sol; en aquel tiempo eran Seres como nosotros; hoy han avanzado dos etapas por encima de nosotros. Los Archai pasaron su etapa humana en el Antiguo Saturno. Ellos estaban en una etapa más alta que los Seres que pasaron a través de su humanidad en el Sol, y cerca de tres etapas más altas que el hombre hoy en día. Pero esos Seres a los que llamamos los Espíritus de la Forma, a los que miramos y reverenciamos como Seres muy excelsos, pasaron por su etapa humana en un pasado que nos es imposible concebir. Ellos ya habían dejado atrás su evolución humana cuando comenzó la encarnación de la tierra, cuando la tierra era Saturno.

¡Qué exaltación debe llenar nuestras almas cuando concebimos mentalmente a estos Seres! Pero incluso ellos están bajo la ley de la evolución, y aunque en Saturno eran más grandes de lo que es la humanidad de hoy, se elevaron a través de etapas cada vez más altas de desarrollo durante los períodos del Sol y de la Luna, y en el tiempo de la Tierra, hasta que por fin han alcanzado tal grado de expansión y tienen un campo de actividad tan grande que ya no tienen necesidad de un planeta para, encontrar en él, las sustancias a través de las cuales poder existir.

Otros seres tienen en cierto modo necesidad de nuestra tierra; los ángeles tienen necesidad de agua, los arcángeles del aire y los espíritus de la personalidad del fuego; pero los espíritus de la forma ya no necesitan nuestras condiciones planetarias, por lo que para ellos fue necesario encontrar, cuando nuestra tierra comenzó su desarrollo, otra morada, y por eso se separaron de ella. No se trataba de una simple división mecánica de la materia, sino que los cuerpos celestes se separaban unos de otros para proporcionar una morada a los Seres Espirituales.

Los Espíritus de la Forma arrancaron de la tierra sus sustancias más sutiles; de esta manera se originó el sol y ahora envía su luz a la tierra desde el exterior. Con la luz del sol, la naturaleza espiritual de los Espíritus de la Forma fluye hacia nosotros, es por eso que dije que la luz es la vestimenta de esos Espíritus. Cuando vemos la luz brillante del sol descendiendo hacia nosotros vemos en ella la vestimenta de estos Espíritus que envían sus fuerzas de guía y dirección a la tierra desde el sol, controlando así la misión de la tierra.

Tenemos que pensar en la Antigua Luna como un cuerpo celeste similar a nuestra tierra, que hacia el final pasó por un proceso de espiritualización. Lo que se había dividido en dos se mezcló una vez más, y se convirtió en una condición indiferenciada. Pasó entonces por una especie de sueño cósmico después del cual emergió del vientre del cosmos esa nebulosa esfera etérica que es el renacimiento de la Luna Antigua. Para nosotros esto no es una masa material, pero dentro de este globo moran todos esos poderosos Seres que hemos designado como los Espíritus del Movimiento, de la Forma, etc. Sólo el germen del hombre habitaba en este globo, todavía no tenía ego; pero todos aquellos Seres Espirituales que ya tenían un cierto grado de desarrollo tras de sí, estaban íntimamente conectados con esta nebulosa.

¿Cómo explica la hipótesis materialista el surgimiento del sistema solar a partir de esta masa nebulosa? Hay un experimento que se hace frecuentemente en las escuelas para demostrar el curso de este desarrollo. Se coloca una pequeña cantidad de aceite en medio de un líquido más pesado y se hace girar mediante un simple dispositivo mecánico. Se puede entonces observar cómo este glóbulo se vuelve oblicuo, cómo las gotas se desprenden de él, cómo éstas se forman de nuevo en globos y giran alrededor del glóbulo más grande; por este medio vemos, en pequeño, cómo algo parecido a un sistema planetario se origina a través de la rotación. Esto actúa de la manera más sugerente. ¿Por qué no deberíamos imaginar que lo mismo ocurrió con el mundo? Podemos ver demostrado ante nosotros cómo, a través de la rotación, se origina el sistema planetario, lo tenemos ante nuestros ojos. ¡Sólo que se nos olvida una cosa! A veces es bueno olvidar esta única cosa, pero no en este caso; ¡aquí uno se ha olvidado de sí mismo! En este experimento, si no hay una persona que haga girar el eje, no se puede producir ningún sistema planetario. Si se pensara correcta y lógicamente habría que suponer un gigantesco ser humano en el espacio cósmico que pusiera el eje en movimiento con una poderosa manivela!. Ahora bien, es obvio que no hay ningún gigante en el espacio; sino que hay algo más, la nebulosa no es meramente materia, está inspirada e impregnada por los Seres que ya hemos mencionado y que tienen ciertos requisitos y aspiraciones.

Cada uno de estos tipos de Seres animaba una clase de materia y otros otra, y eran éstos los que, cuando alcanzaban cierto grado de madurez, se comprometían a provocar la separación, de modo que los seres superiores se fueron con el sol, y los que tenían necesidad de materiales y fuerzas terrestres se quedaron atrás sobre la tierra. Dentro de este cuerpo primitivo en ebullición, todos estos Seres Espirituales estaban activos y formaron gradualmente lo que hoy conocemos como nuestro sistema planetario.

Había algunos, por ejemplo, que no habían alcanzado del todo la meta prevista para los Espíritus de la Forma; se quedaron atrasados en su desarrollo. Estos seres habían progresado demasiado para hacer de la tierra su morada, pero no estaban lo suficientemente maduros para ir junto con las sustancias más sutiles al sol. Había dos clases principales de estos seres, y más tarde nos familiarizaremos con su efecto sobre la tierra. Porque de la misma manera que las Potencias perfeccionadas y maduras brillaban a la luz del sol sobre la tierra como Espíritus de la Forma, y la guiaban desde el sol, así también estos Seres intermedios dirigían la tierra, pero desde un horizonte más pequeño por así decir, que era, sin embargo, un horizonte excelso comparado con el punto de vista humano. Así fue como Venus y Mercurio se originaron entre el sol y la tierra; éstos están habitados por seres que se encuentran en una etapa intermedia. Los otros planetas de nuestro sistema se han separado de la misma manera a través de otros Seres que tienen necesidad de ellos como campo de actividad.

Recordemos ahora de nuevo el tiempo (en el período terrestre) en que el sol salía con sus Seres; la tierra quedaba atrás con todas sus potencialidades, la humanidad presente entre ellos, que no había alcanzado entonces su etapa actual. Había también otros Seres pertenecientes a los reinos animal y vegetal que ya habían pasado por cierto desarrollo en las anteriores encarnaciones de la tierra, y éstos reaparecieron ahora germinalmente.

Empecemos por considerar al hombre solamente. Anteriormente, cuando el sol era todavía uno con la tierra, fuerzas poderosas que procedían de seres solares excelsos se unían a la tierra y trabajaban sobre el hombre desde su interior. Al principio el hombre era tal como venía de la antigua luna, acababa de evolucionar a partir de la semilla, como se podría decir, y debía comenzar con un cuerpo físico, etérico y astral. El cuerpo físico no era tan denso como ahora, era más etérico y más sutil, y el ego aún no estaba formado.

Ahora bien, a través del sol que brilla sobre la tierra desde el exterior, y los seres solares que también trabajan en ella desde el exterior, las condiciones en la tierra cambiaron completamente. Se puede pensar de esta manera: mientras la tierra había estado unida al sol, los sublimes seres (que más tarde salieron con él) se vieron obstaculizados en su propio desarrollo, y por lo tanto también en sus poderes, y en su poder para gobernar - a causa de las fuerzas toscas de la tierra. Pero ahora que se habían liberado, podían continuar su evolución a un ritmo muy diferente del que tenían antes, cuando tenían que llevar consigo el pesado peso de la masa terrestre. Se liberaron de la tierra en lo que se refiere a su propia evolución, y así ganaron poder para trabajar en el hombre con más fuerza desde el exterior. Debido a ello, la evolución se habría acelerado enormemente, y la vida humana habría sido llevada a un grado de extrema rapidez, si no hubiera ocurrido algo más. El hombre no pudo proceder a este ritmo de desarrollo, por lo tanto de la totalidad de los Espíritus que existían anteriormente, uno, con sus huestes, se separó del resto, y permaneció unido a la tierra.

La tarea de este Espíritu de la Forma fue la de retener y limitar lo que las fuerzas del sol habían logrado con su enorme aceleración, de modo que estos Espíritus solares no trabajasen solos. Si este Espíritu de la Forma hubiera permanecido unido a la tierra y continuado trabajando en ella, toda la tierra se habría vuelto rígida y dura, su influencia habría sido demasiado poderosa; por lo tanto, tomó los materiales y las fuerzas más toscas y las sacó de la tierra; aquello que sacó de la tierra constituye nuestra luna actual. Así pues, este Espíritu, que había asumido el deber de retrasar y frenar el desarrollo demasiado rápido de la humanidad, se unió ahora a la luna.

La evolución tanto en los seres de la tierra como los seres de la luna se habían separado. En esta época los seres terrestres estaban principalmente bajo la influencia de dos fuerzas, una procedente del sol y la otra de la luna. Si el hombre hubiera estado sólo bajo la influencia de las fuerzas del sol, pronto habría envejecido, casi desde su nacimiento; mientras que, sólo bajo la influencia de la luna, se habría endurecido y momificado. Sólo podía desarrollarse correctamente a través del equilibrio de las fuerzas del sol y de la luna; él fue puesto sobre la tierra y, en un sentido espiritual, seres y fuerzas actuaron sobre él desde el exterior para que pudiera pasar por su actual evolución.

Hemos visto cómo el hombre es conducido de encarnación en encarnación por los Seres que llamamos Ángeles; pero estos Ángeles no tienen independencia en el vasto cosmos, tienen directores superiores que son los moradores del sol. Bajo la sola influencia de estos Espíritus del Sol, todo el desarrollo del hombre se habría comprimido en una sola encarnación; mientras que solamente bajo la influencia de la Luna, no habría ocurrido nada en absoluto. Por la cooperación de estos dos conjuntos de Seres, lo que da forma al hombre lo recibe de las fuerzas de la luna, lo que destruye la forma y guía la parte eterna de él a través de sus varias encarnaciones lo recibe del sol. Así, si consideramos todo espiritualmente, vemos que todo en el mundo tiene su tarea asignada.

Ahora consideraremos por un corto tiempo algo más concreto lo que ocurrió en aquel tiempo en la tierra. Sabemos que cuando el hombre vino de la antigua Luna, sólo poseía su cuerpo físico, etérico y astral. En el momento de la separación del sol, el cuerpo físico no había progresado lo suficiente como para que los órganos sensoriales pudieran percibir los objetos externos. Éstos habían existido desde la época de Saturno, pero el hombre no podía percibir los objetos externos por ellos. En la antigua Luna, el hombre poseía órganos que evocaban imágenes dentro de él. La posición en ese tiempo era aproximadamente la siguiente. Imaginen que un ser humano se acercara a otro, no podría haber percibido la forma externa del otro, sino una especie de imagen de sueño se elevaría dentro de él; y por la forma y el color de la imagen sabría que un enemigo se acercaba, y que debía huir de él. Esta era la conciencia en imágenes, y tenía una relación real con las cualidades del alma de los Seres que estuvieran en la proximidad de un hombre.

La conciencia objetiva sólo llegó al hombre gradualmente en la tierra. Aunque el sol como cuerpo celeste estaba fuera de la tierra, el hombre no podía verlo al principio, sólo lo percibía en imágenes a través de una luz interior. Es cierto que veía en cierto sentido, de manera espiritualmente psíquica, las actividades beneficiosas que le enviaban los Espíritus del Sol - las percibía irradiando en imágenes áuricas, pero no tenían nada que ver con la percepción sensorial actual. Así pues, hubo un tiempo en que las fuerzas del sol enviaban su luz al hombre, aunque éste no podía ver el sol exterior.

La separación de la luna de la tierra tuvo lugar algo más tarde, y sólo en la etapa de la retirada de la luna el hombre fue capaz de adquirir los primeros rudimentos de una conciencia del ego, sólo entonces comenzó a sentirse como un ser separado; con esto vino también el poder de percibir el primer débil vislumbre de objetos físicos. Se puede entender fácilmente que la vista está conectada con la conciencia del ego, ya que mientras no se pueda percibir un mundo exterior no se es un ego. Por lo tanto, el primer destello de la conciencia del ego coincidió con la primera apertura de los ojos del hombre a los objetos externos. Esto también estaba conectado con la salida de la Luna. Anteriormente, cuando la luna era todavía una con la tierra, dirigía las fuerzas de crecimiento del individuo entre el nacimiento y la muerte - lo hace todavía, pero ahora desde el exterior. Pero para que la vida del hombre no se encerrara entre el nacimiento y la muerte, otras fuerzas tenían que acercarse a él desde el exterior; estas eran las fuerzas del sol. Una interacción continua entre las fuerzas de la Luna que trabajaban desde el interior y las fuerzas del Sol que trabajaban desde el exterior, se asoció con el desarrollo terrestre.

Trate de imaginar vívidamente y exactamente lo que sucedió después. Mientras el sol estaba fuera, pero la luna seguía dentro de la tierra, el hombre percibía el efecto beneficioso de las fuerzas del sol en imágenes interiores; sentía la virtud de las fuerzas del sol, ya que éstas estaban siempre asociadas con las fuerzas de la luna dentro del cuerpo terrestre, y tenían un efecto sobre la constitución del hombre aunque no pudiera verlas. Luego llegó el tiempo en que la luna también salió de la tierra. Los sentidos del hombre se abrieron, y debido a esto perdió el poder de percibir la parte anímico-espiritual de las fuerzas del sol. Imaginad el momento en que la percepción espiritual desapareció y comenzaron los primeros comienzos de la visión real con una vista exterior del sol, aunque en realidad el hombre no podía ver todavía el sol, ya que la tierra estaba cubierta de un denso vapor. En contra de su antigua y tenue percepción clarividente, el hombre era ahora capaz - aunque sólo gradualmente - de ver el sol externamente, aunque estaba velado por la densidad de la atmósfera. Los efectos benéficos del sol se retiraron del hombre debido al avance de su desarrollo.

Cuando los antiguos sacerdotes egipcios recordaron esta condición le dieron el nombre de Osiris a las fuerzas del sol, esos rayos puros que el hombre había percibido en un tiempo por su tenue clarividencia. Ahora ya no percibía a Osiris, y debido a la envoltura nublada que rodeaba la tierra, la percepción externa del sol no era posible todavía; lo que el hombre había visto anteriormente estaba muerto. "Tifón el opositor había matado a Osiris", decían, y las fuerzas que estaban activas entre el nacimiento y la muerte, y como la luna había dejado la tierra, ahora buscaban a ese antiguo Osiris con anhelo.

Lenta y gradualmente la niebla retrocedió - había soportado durante períodos muy, muy largos, incluso hasta la última parte de la época atlante; los hombres ahora empezaron a ver el sol, pero no como antes, cuando toda la humanidad tenía una conciencia común, los rayos del sol ahora incidían en cada ojo individual cuando los hombres miraban al sol: "el desmembrado Osiris".

Estamos aquí ocupándonos de un poderoso evento cósmico y cuando estuvimos encarnados como antiguos egipcios reconocimos una repetición de este evento cósmico. Los sabios sacerdotes egipcios tenían esto en mente, y lo describían pictóricamente de la siguiente manera: "En el momento en que la luna y el sol salieron de la tierra el hombre permaneció en el medio, equilibrado entre las fuerzas solares y lunares". Hasta ese momento no había habido reproducción sexual, había lo que podría llamarse reproducción virginal. Las fuerzas que gobernaban nuestra tierra pasaron del signo de la Virgen, a través de la Balanza, al signo del Escorpión. Por lo tanto, los sacerdotes de Egipto dijeron: "Cuando el sol estaba en el signo del Escorpión, y la tierra en la Balanza, sus rayos actuaban como un aguijón, picando los órganos sensoriales a la actividad; así Osiris fue asesinado." El surgimiento de la objetividad externa es el aguijón del Escorpión, y vino como algo nuevo; estaba en contradicción con la antigua reproducción virginal.

Entonces comenzó la búsqueda, el anhelo de la humanidad por su antiguo poder, por la visión de Osiris.



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