GA098 Munich 4 de diciembre de 1907 -Los cuatro reinos del mundo sensorial. Los tres reinos elementales. Su relación con los planos superiores.

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RUDOLF STEINER

LOS REINOS ELEMENTALES, SU NATURALEZA Y SUS EFECTOS SOBRE EL SER HUMANO


Munich 4 de diciembre de 1907

Los cuatro reinos del mundo sensorial. Los tres reinos elementales. Su relación con los planos superiores. Esencia del mineral, la naturaleza del mineral, la planta, el animal y el ser humano. El ser humano de cuatro miembros. Desarrollo desde el antiguo Saturno. Sangre, nervios, glándulas, sentidos. El ser humano dormido. El yo consciente en el reino mineral hoy y en el reino vegetal en el futuro. Efectos del plano astral en el hombre durante la noche. Los siete reinos elementales.

Lo que estamos acostumbrados a denominar los reinos elementales desde la antigüedad no es tan fácil de entender como se suele pensar tras una observación superficial. Porque estos reinos elementales pertenecen a lo que está detrás del mundo de la percepción, detrás de lo que se impone directamente a los sentidos.

Podemos entender tales cosas de una forma óptima, si partimos de lo que podemos percibir a través de nuestros sentidos - del reino del mundo de los sentidos, que son accesibles a la observación humana. Aquí, en el mundo sensorial físico, se extienden ante nuestros sentidos cuatro reinos: el reino mineral, el reino vegetal, el reino animal y el reino del hombre. Este es el conocimiento común. Intentemos ahora formarnos una idea clara de la naturaleza exacta de estos cuatro reinos, ya que esto no está en absoluto claro para el hombre común. Y por esta misma razón, tampoco es tan fácil hacerse una idea de los reinos elementales primero, segundo y tercero. Precisamente cuando hablamos de asuntos tan difíciles, debemos tener mucho cuidado, desde el principio, de darnos cuenta de que no se puede alcanzar ninguna meta verdadera, si creemos que un concepto que hemos, por así decirlo, clavado como una estaca en el suelo, puede entonces quedar arraigado en este lugar. Esto todavía puede ser posible dentro del mundo físico de los sentidos, pues aquí las cosas están una al lado de la otra; hay una división entre ellas, al igual que este libro, este trozo de tiza, una rosa, etc., son distintos y están separados unos de otros. Es posible, en este caso, aplicar un pensamiento a un solo objeto, pues cuando hemos nombrado algo, podemos estar seguros de que tenemos ante nosotros algo distinto y limitado. Sin embargo, si nos referimos al plano astral, ese mundo que está inmediatamente más allá del nuestro, y lo impregna, como el más cercano, encontramos que esto ya no es cierto, pues, en el mundo astral, hay un movimiento eterno. Si observáis el cuerpo astral del hombre, que flota a su alrededor como su aura y es la expresión de sus pasiones, etc., veréis que este cuerpo astral del hombre está en continuo movimiento - es un flujo y reflujo, un subir y bajar de colores y formas, que cambian a cada momento, pues nuevos colores brillan y otros desaparecen, a cada instante. Esto es lo que encontramos en el caso del hombre. Pero hay otros seres que se mueven en el plano astral. Sus cuerpos astrales no forman parte del cuerpo físico, aunque -al mismo tiempo- son, sin embargo, cambiantes, pues en cada momento tienen una forma, un color o una fuerza luminosa diferentes. Todo en el plano astral es la manifestación continua de la naturaleza interior de estos Seres. En efecto, nos encontraríamos en una posición difícil si aplicáramos al plano astral los pensamientos rígidos e inmutables del mundo físico. Debemos aprender, en cambio, a adaptarnos a la movilidad de estas formas, debemos adquirir pensamientos móviles. Debemos ser capaces de utilizar un concepto, en una ocasión de esta manera, y en otra de aquella.

Esto es aplicable a los mundos superiores en un grado aún mayor. Si consideramos el mundo desde un punto de vista superior, encontramos que todo en el plano físico es una expresión de fuerzas que emanan de estos mundos superiores. En todo lo que vemos a nuestro alrededor, están ocultas tales fuerzas y seres. Es precisamente este hecho el que explica la gran variedad entre los seres del mundo físico. Obsérvese, por ejemplo, el reino mineral. Todos los seres aparentemente sin vida, todos los minerales, pertenecen a este reino. Se nos dice, para empezar, que estos minerales de la tierra no tienen cuerpo etérico propio, ni cuerpo astral, ni yo. Pero esto sólo es cierto dentro del mundo físico. Debemos saber esto, para llegar a una concepción clara de lo que realmente ocurre en el plano físico. Pero supongamos ahora que alguien dijera: "El mineral es algo que no tiene más que un cuerpo físico". Esta afirmación es exactamente tan falsa, como por otra parte - sería verdadera, si alguien dijera: "El reino mineral es algo que no tiene, en el plano físico, más que un cuerpo físico". Pues, a la luz de un auténtico método espiritual de observación, encontramos que aquí, en el plano físico, el mineral tiene un cuerpo físico, pero nada más. Si queremos encontrar su cuerpo etérico, debemos ascender al plano astral: allí se encuentra su cuerpo etérico. En el momento en que un ser humano se convierte en clarividente astral, es capaz de ver el cuerpo etérico del mineral - allí, en el plano astral - y aquí, en el plano físico, sólo ve su cuerpo físico. Si ampliamos aún más nuestras observaciones, encontramos que el mineral tiene también un cuerpo astral. Pero este cuerpo no se encuentra en el plano astral, sino que hay que buscarlo en las regiones inferiores del Devachán. Sólo en el plano mental superior, es decir, en el plano arupamental, encontramos el Yo del mineral - y es desde aquí, desde donde el mineral es dirigido por su Yo. Si quieren formarse una imagen aproximada de esto, deben decirse a sí mismos: Trataré de imaginar un ser humano, cuya clarividencia llega hasta el Devacán superior. Para tal clarividencia, que es capaz de ver en Arupa, los minerales aparecerán como las uñas del ser humano - uñas de Seres cuyo Yo mora en el Devahán superior. No es posible pensar en las uñas sin el ser humano; eso mismo debe aplicarse también a los minerales.

Supongamos que estamos observando un cristal de roca aquí en la tierra. Si ahora apartamos la vista un momento, nuestra mirada clarividente descubre el cuerpo etérico, que da vida al cuerpo físico, allí, en el mundo astral. Sin embargo, no sería posible percibir allí, que cualquier lesión causada al mineral, también le causa dolor. La alegría y el gozo, el dolor y el sufrimiento de los minerales sólo pueden encontrarse en el plano devacánico, pero de manera totalmente diferente a como solemos imaginarlo. La sensación de dolor de un mineral no es como la de un animal; no debemos pensar que un mineral siente dolor cuando lo martillamos y lo rompemos en pedazos. Cuando los obreros de una cantera rompen la piedra, esto da lugar a una sensación de placer en el plano devacánico, es un verdadero placer para los minerales. Así, en su caso, encontramos lo contrario de lo que ocurre en el reino del hombre y en el reino animal. En el plano devacánico, no es un solo mineral el que pertenece, por así decirlo, a una personalidad mineral, sino todo un sistema de minerales - al igual que, imaginariamente hablando, tus uñas no poseen cada una un alma separada. Si alguien imaginara que todo lo que es de naturaleza astral debe encontrarse en el plano astral, estaría bajo un engaño. Parece, por supuesto, natural buscar el elemento astral en el plano astral - sin embargo, la naturaleza interna de un Ser debe distinguirse del ambiente en que vive. Así como su Yo no tiene naturaleza física, y vive sin embargo en el plano físico, el cuerpo astral del mineral no vive en el plano astral, sino en el Devacán inferior. 

Mineral

Vegetal

Animal

humano


Despierto

dormido

yo





Devacán superior

Cuerpo astral

yo




Devacán inferior

Cuerpo etérico

Cuerpo astral

yo


yo

Cuerpo astral


Plano astral

Cuerpo físico

Cuerpo etérico

Cuerpo físico

Cuerpo astral

cuerpo etérico

cuerpo físico

Yo

Cuerpo astral

cuerpo etérico cuerpo físico

cuerpo etérico cuerpo físico

Plano físico

No se trata de tomar los conceptos de forma esquemática, sino que hay que llegar a la definición más precisa de las cosas.

Observemos ahora la planta, tal como la vemos ante nosotros. Aquí, en el plano físico, tiene su cuerpo físico y su cuerpo etérico. Ella tiene estos dos cuerpos en el plano físico - pero ¿Dónde vamos a buscar el cuerpo astral de la planta? Lo encontraremos en el mundo astral - y el yo, en el Devacán inferior. Vayamos ahora un paso más allá, al animal. El animal tiene, en el mundo físico-sensorial, un cuerpo físico, un cuerpo etérico y un cuerpo astral - pero su Yo está en el plano astral. Es decir: así como, aquí en la tierra, se define en el ser humano como una persona aislada, como una individualidad única, así encontrarán los Yoes de los animales, como personalidades completas y autocontenidas, en el plano astral. Pero debemos pensar en esto de la siguiente manera: Todos los grupos de animales que tienen una forma similar, tienen también un Yo común. El hombre, por lo tanto, se distingue de los animales, debido a que cada ser humano tiene un Yo individual. En el plano astral, encontramos, por ejemplo, que el Yo de los leones, el Yo de los Tigres, etc. Allí, son Seres individuales y auto-constituidos por sí mismos; las almas-grupo de animales individuales habitan el mundo de los sentidos físico. Pero en el caso del ser humano, debe reconocer el hecho de que el cuerpo físico, el cuerpo etérico, el cuerpo astral y el Yo han descendido hasta el plano físico. Sin embargo, esto es cierto sólo cuando el ser humano está despierto - cuando está dormido es distinto. Los cuerpos físico y etérico están entonces en el mundo físico, mientras que el cuerpo astral y el Yo están en el plano astral. Por tanto, durante el sueño, el ser humano de cuatro miembros se separa en partes, y se encuentra en parte en el plano físico y en parte en el que está directamente por encima de éste: el plano astral. En el plano físico, el ser humano tiene por consiguiente el mismo valor que una planta.

Ahora bien, ya hemos aprendido a conocer, en conferencias anteriores, las formas más próximas en que deben emplearse las expresiones "astral", etc. Pero sólo llegaremos a una verdadera penetración y comprensión de estas cosas, si nos damos cuenta claramente de que no podemos encasillarlas como los hombres en un tablero de ajedrez. Si estudiamos al ser humano, debemos observarlo con bastante precisión, de la siguiente manera: Encontramos en él el cuerpo físico, el cuerpo etérico, el cuerpo astral y el yo. A menudo se ha subrayado aquí lo importante que es formarse una concepción clara sobre la relación de estos cuatro miembros. Es muy fácil imaginar que el cuerpo físico es el más imperfecto y el más bajo de ellos. Sin embargo, desde cierto punto de vista, es el más perfecto de todos, pues ha pasado por cuatro etapas sucesivas de evolución: sobre el antiguo Saturno, el Sol, la Luna y la Tierra. El cuerpo etérico ha alcanzado su tercera etapa de perfección, pues sólo sobre el Sol se agregó al cuerpo físico. En el futuro, se elevará efectivamente a una etapa superior - aunque en la actualidad, todavía no es tan perfecto como el cuerpo físico. El cuerpo astral fue añadido a los otros dos cuerpos en la Luna, por lo que sólo ha alcanzado la segunda etapa de perfección. El yo es el bebé entre los cuatro miembros del hombre, ya que sólo fue añadido en la Tierra y, por lo tanto, sólo está al principio de su evolución; trabaja continuamente de forma correctora sobre los otros cuerpos. Cualquiera que estudie, desde el punto de vista anatómico, la maravillosa organización del cuerpo físico, debe llenarse de asombro por la perfección del corazón y del cerebro. En cambio, ¡qué imperfectos son los impulsos y las pasiones del Ego! El Ego anhela el vino, la cerveza, etc., cualquier influencia destructiva durante toda la vida - ¡sin embargo, el cuerpo físico soporta estos ataques durante décadas! Intentemos ahora aclararnos cómo se insertó el Yo, por así decirlo, dentro del cuerpo físico - cómo surgió por primera vez.

Para empezar, existió la antigua evolución de Saturno. Esta fue la primera etapa de la evolución del precursor de nuestro cuerpo físico actual. En aquella época el cuerpo físico del hombre tenía el valor cósmico de un mineral. Si observáis hoy un mineral, veréis en él un estadio de existencia retardado; se ha quedado atrás en el mismo estadio que el cuerpo físico había alcanzado en Saturno. Pero no debéis pensar por ello que el cuerpo físico tenía entonces la apariencia de un mineral de hoy. - Esto sería muy erróneo. Los minerales actuales son las formas más jóvenes de la evolución. En Saturno, el cuerpo humano no era tan denso; esta densidad del cuerpo físico del hombre era realmente muy tenue.

Consideremos ahora la relación entre las diversas etapas de la materia. El primero es lo que llamamos Tierra, es decir, todo lo que hoy puede llamarse cuerpo sólido: hierro, cobre, estaño, etc. Todo lo sólido es la Tierra. En segundo lugar, todo lo líquido es el agua, por ejemplo, el azogue. Incluso el hierro, en estado licuado, sería Agua. En tercer lugar, si se convierte el agua en vapor, se convierte en Aire. El ocultismo, aquí va aún más lejos, pues muestra que el aire puede volverse aún más enrarecido - puede volverse más tenue aún. En este caso, hay que trascender lo que es físico, en el sentido moderno - y aquí el ocultista habla de Éter calórico, o de Fuego. Para el ocultista, el fuego es algo distinto en sí mismo, al igual que la tierra, el agua y el aire, mientras que la ciencia moderna sólo considera el fuego o el calor como un estado, una condición de trabajo de la materia.

En Saturno, el calor era la sustancia del cuerpo físico del hombre. En el Sol, el cuerpo físico del hombre se condensó en aire; al mismo tiempo, un cuerpo etérico, o vital, entró en él, transformando este cuerpo físico. Ahora tenemos un cuerpo físico, con un cuerpo etérico que consta de un miembro, y el cuerpo físico de dos miembros. En el caso del cuerpo físico sobre este Sol, debemos distinguir una parte más perfecta que la menos perfecta, es decir, una parte no estaba todavía impregnada por el cuerpo etérico. Al imaginarnos al cuerpo físico sobre el Sol, deben darse cuenta de que la parte interna de este cuerpo físico no ha recibido nada del cuerpo etérico; tiene todavía el mismo valor que tenía el cuerpo físico sobre Saturno. Así pues, tenemos una parte que ya ha alcanzado el estadio de planta, y esta parte está al mismo tiempo impregnada por otra parte, que todavía está en el estadio de mineral: sin embargo, estas dos partes se impregnan completamente la una a la otra. (fig. 1)

fig. 1

Consideremos ahora el cuerpo físico en la Luna. Aquí, ya está condensado en agua, y el cuerpo astral está incorporado dentro de los cuerpos etérico y físico. Así pues, debemos distinguir ahora tres partes diferentes: Una parte está impregnada por los cuerpos etérico y astral; otra parte está impregnada sólo por el cuerpo etérico; y una tercera parte ha permanecido en el estadio mineral. (fig. 2)

fig. 2
Y ahora, consideremos el cuerpo físico en la Tierra. (fig. 3).Aquí se añade el Yo. En la Tierra, cuatro miembros están entrelazados. Una parte del cuerpo físico está impregnada por el cuerpo etérico, el cuerpo astral y el Yo; una segunda parte, por el cuerpo etérico y el cuerpo astral; una tercera parte, por el cuerpo etérico solamente; y una cuarta parte permanece en el estadio mineral. Tiene el mismo valor que el mineral, y sigue en el estadio de Saturno. Estas cuatro partes pueden distinguirse claramente en el cuerpo físico. La primera parte, que contiene los cuatro miembros, consiste en los glóbulos rojos. 

fig. 3
Dondequiera que encontremos sangre roja, estos cuatro miembros se posibilitan mutuamente.

Los nervios en la segunda parte, o miembro. Allí donde se encuentran los nervios, los cuerpos físico, etérico y astral se impregnan mutuamente. Allí donde se encuentran las glándulas, los cuerpos físico y etérico se compenetran. Todos los instrumentos de los sentidos, todos los órganos que tienen el carácter de un aparato físico, han alcanzado simplemente el estadio del mineral. Siguen exactamente las mismas leyes que los minerales. El ojo y el oído, por ejemplo, pertenecen a estas partes minerales; también en el cerebro, encontramos tales partes minerales. Así podéis ver por vosotros mismos con qué facilidad uno puede estar tentado a veces a convertirse en materialista - por algo mineral que realmente impregna todo el cuerpo. Si un materialista declara que el cerebro es mineral, tiene en parte razón - es decir, si considera solamente un aspecto del cerebro. En particular, en ciertas partes del cerebro frontal -aunque éstas están, en efecto, impregnadas por otras- sólo actúan fuerzas minerales. Y si estudiáramos los huesos y los músculos, la competencia sería aún mayor. Cuando el yo humano entró en el hombre, comenzó a trabajar sobre el alma sensible, el alma racional y el alma consciente; y al mismo tiempo, formó los huesos y los músculos. Si queremos observar estas cosas con exactitud, necesitamos años de estudio, sólo para poder mantenerlas distintas y separadas. Debemos rastrear una cosa tras otra, con paciencia.

Si ahora tenemos ante nosotros a un ser humano dormido, su cuerpo físico y su cuerpo etérico yacen sobre la cama. Pero este cuerpo físico es muy complicado. Cuando el ser humano está despierto, el cuerpo astral y el yo actúan dentro de su sangre. Pero, ¿Qué sucede cuando el cuerpo físico yace sobre el lecho, cuando el ser humano está dormido? Las funciones del cuerpo etérico continúan, en efecto, pero no puede haber sangre, a menos que un cuerpo astral y un Yo estén activos dentro de él. Por lo tanto, cada noche, la sangre estaría condenada a la muerte, ya que depende del yo y del cuerpo astral. Pero éstos, como sabemos, abandonan el cuerpo, lo abandonan sin piedad. También todo el sistema nervioso es abandonado sin piedad, pues el sistema nervioso depende del cuerpo astral. Así, tenemos ante nosotros el extraño hecho de que, en realidad, la sangre y el sistema nervioso tendrían que morir cada noche - serían presa de la muerte, si se vieran obligados a depender enteramente del ser humano. Otros Seres deben venir en su ayuda; otros Seres deben hacerse cargo del trabajo del hombre. Desde otros mundos, otros Seres deben verter su actividad en el hombre, para preservar lo que éste abandona tan traicioneramente. No trataremos de explicar la naturaleza de estos Seres que se activan cuando el hombre está dormido, y que hacen posible que conserve su sangre intacta.

Podemos formarnos una idea de estos Seres, si nos preguntamos: ¿Dónde vive realmente el Yo humano, cuando vive aquí, en el plano físico? ¿En cuál de los tres reinos vive? Y debemos preguntarnos además: ¿Cuánto podemos saber realmente, sin la percepción clarividente? - Sin la clarividencia, en realidad sólo podemos conocer el reino mineral. Esta es la característica peculiar del ser humano: que ni siquiera puede captar completamente la planta, mientras no sea clarividente astralmente. Los materialistas declaran que las plantas no son más que un conglomerado de procesos minerales - sólo porque pueden ver sólo la naturaleza mineral de la planta. Cuando los seres humanos hayan progresado, en su trabajo sobre sí mismos, hasta el primer estadio de la clarividencia, la vida de las plantas y las leyes de la vida les aparecerán entonces tan claramente como lo hacen ahora las leyes del mundo mineral.

Si desean construir una máquina, o edificar una casa, deben hacerlo de acuerdo con las leyes del mundo mineral. Los iniciados construyen según estas leyes del mundo mineral; pero no podéis construir una planta de esta manera. Si queréis tener una planta, debéis dejar este trabajo a los Seres que forman los cimientos de la Naturaleza. En el futuro, será posible producir plantas en el laboratorio, pero sólo cuando los seres humanos consideren esto como un sacramento, como un rito sagrado. Sólo cuando el hombre se haya vuelto tan honesto y purificado, que considere la mesa del laboratorio como un altar, se le permitirá producir sustancia viva. Sin embargo, hasta que llegue este momento, no se le revelará ni el más mínimo detalle sobre la forma en que están constituidos los seres vivos. En otras palabras: El yo vive, como ser cognoscente, en el reino mineral, pero ascenderá, en el futuro, al reino vegetal, y aprenderá a conocer este reino, tal como hoy conoce el reino mineral. Más tarde, aprenderá a conocer también las leyes del reino animal y, finalmente, las del reino humano. Todos los seres humanos aprenderán a conocer y a captar la naturaleza interna de las plantas, de los animales y del hombre: estas son las perspectivas para el futuro. Todo lo que entendemos realmente, también lo podemos producir - por ejemplo, un reloj. Pero el ser humano de nuestros días nunca podrá producir nada que pertenezca a la esfera de la Naturaleza viviente, sin la ayuda de los Seres que están detrás de la naturaleza, mientras tal obra no se haya convertido para él en un rito sacramental. Sólo entonces podrá ascender del reino mineral al reino vegetal. El ser humano ya es un ser humano, en la actualidad; pero su conocimiento está restringido al reino mineral. El Yo del hombre vive dentro de una forma humana, pero cuando este Yo humano mira hacia el mundo, su conocimiento se limita al reino mineral. El Yo, por lo tanto, sólo posee la capacidad de vitalizar la sangre de manera mineral - es incapaz de hacer más. Aunque el Yo vive dentro de la sangre, durante el día - habitando dentro de ella y vitalizándola - sin embargo, lo hace meramente de una manera mineral.

¿Cómo lo hace? Si ustedes observan el mundo, sus fuerzas cognitivas les revelarán las leyes del reino mineral. Traten de observar por sí mismos la cualidad peculiar de esta actividad humana. Ustedes miran el mundo a través de sus sentidos; captan las leyes minerales, y durante sus horas de vigilia, imprimen estas leyes en su sangre - las obligan a entrar en toda la sustancia de su sangre, vitalizándola así de manera mineral. Este es el proceso peculiar que tiene lugar durante el acto de la cognición. Ahora imagínense al ser humano, de acuerdo con el siguiente diagrama (diagrama 1)  las leyes del mundo mineral fluyendo en él desde todos los lados. Sin embargo, no permanecen sólo dentro de sus órganos sensoriales, sino que, mientras el ser humano está despierto, fluyen, junto con la sangre, por todo el cuerpo humano.

diagrama 1
Ahora, ¿Qué hace el mundo vegetal? Comprenderéis lo que ocurre en el caso de una planta, si tenéis en cuenta el siguiente hecho: Se os ha dicho a menudo que el yo trabaja sobre los otros cuerpos del hombre y transforma el cuerpo astral en el yo Espiritual. En el mismo grado en que esto tiene lugar, las leyes del reino vegetal fluyen en el sistema nervioso humano. Cuando el ser humano haya alcanzado la siguiente etapa de clarividencia, las leyes del reino animal impregnarán su sistema glandular, y finalmente, cuando sea capaz de trabajar en la transformación de su cuerpo físico, las leyes del propio reino humano fluirán hacia el cuerpo humano. Todo esto debe considerarse como aplicable al estado de vigilia y a las diversas etapas de una conciencia clarividente superior. Así, podemos decir que el ser humano ha alcanzado, en la actualidad, una etapa en la que el yo permite que las leyes del reino mineral fluyan hacia la sangre. Pero sólo puede hacerlo durante el estado de vigilia, pues las leyes minerales sólo pueden entrar en la sangre cuando el hombre está despierto. Sin embargo, mientras duerme, la sangre también debe ser cuidada. Y como esta sangre ha sido trabajada, a lo largo de cuatro etapas sucesivas de evolución, otras tres potencias deben intervenir ahora con su actividad. El primero de ellos es un poder que está más estrechamente relacionado con la forma en que el yo ha trabajado sobre la sangre - pero es un poder que no ha descendido hasta el plano físico. La sangre sería entregada a la muerte, si otro yo no trabajara sobre ella, mientras el ser humano está dormido... otro yo que ha permanecido en el plano astral, y que ahora interviene asumiendo el trabajo sobre la sangre. Si observamos la sangre humana, este "fluido peculiar", encontramos que mientras el ser humano está despierto, el Yo del hombre está activo en ella, aquí en el plano físico. Sin embargo, durante la noche, la sangre es trabajada por un Yo que mora en el plano astral. Porque hay tales Yoes.

Recientemente me he referido a los yoes que viven en el plano astral, es decir, a las almas colectivas de los animales. Pero en este caso se trata de otra especie de Yoes que habitan en el plano astral, que trabajan sobre el ser humano y vitalizan su sangre, cuando el Yo del hombre lo ha abandonado. ¿Por qué medios logran esto? ¿Y qué es lo que traen a la sangre? Traen a la sangre lo que, desde los tiempos de Saturno, debe estar siempre presente en el cuerpo humano: el fuego, el calor. Son espíritus que nunca han descendido hasta el plano físico, seres espirituales que viven en el plano astral y tienen cuerpo de fuego. En el reino mineral, todo nos parece dotado de un cierto grado de calor. El calor se encuentra como una cualidad de los cuerpos sólidos, líquidos y gaseosos. Pero ahora, tratad de pensar por un momento en el calor, en la calidez, de forma independiente, por sí misma... no existe como tal en el plano físico. Pero en el plano astral, os encontraríais con ese calor, o calor, fluyendo allí y allá - calor como un ser independiente - y dentro de él, descubriríais Seres encarnados, tal como éramos nosotros mismos en el antiguo Saturno. Estos Seres entran en la sangre durante la noche, y la vitalizan con su calor. Pero también debe ocurrir algo más, pues el cuerpo astral también abandonó la sangre, y este cuerpo también es indispensable para ella. Por lo tanto, no es suficiente que estos seres del Yo se acerquen al hombre durante la noche y trabajen sobre él con sus cuerpos de calor, sino que se necesitan también otros seres que trabajen sobre la sangre de la misma manera que lo hace el cuerpo astral. Estos seres tienen su yo en el plano devacánico, y este yo posee un cuerpo aún más elevado, que ni siquiera está condensado en cuanto al calor. El Yo que describí primero, no descendió ni siquiera hasta el plano astral - pues ha permanecido en el Devacán. Penetra en la sangre y realiza en ella una actividad que corresponde a la del cuerpo astral durante el día.

Así puedes ver cómo somos cuidados y protegidos durante la noche por Seres superiores que no viven en el reino mineral. El yo humano ha descendido hasta el reino mineral, y más tarde ascenderá al reino vegetal, etc. Estos otros Yoes han permanecido detrás del reino humano durante las sucesivas etapas de la evolución; forman los reinos ocultos, los Reinos Elementales, que se encuentran detrás de nuestro mundo físico, y que trabajan hacia abajo en él. El primer Ser que trabaja en nuestra sangre durante la noche, como cuerpo de calor - al igual que nosotros tenemos un cuerpo físico; impregna la sangre que calienta - y al mismo tiempo, vive en el plano astral con su cuerpo de calor. A través de este cuerpo de calor, pertenece al tercer Reino Elemental. Estos Seres, pertenecientes al tercer Reino Elemental, son los compañeros de los Yoes grupales de los animales - pertenecen a la misma región. ¿Y cuáles son las capacidades de estos Yoes? No tienen por qué tener las mismas capacidades que un Yo humano, que ha descendido hasta el mundo de los sentidos físicos; pero son capaces, sin embargo, de actuar como sustituto del Yo humano, desde el plano astral. Estos Yoes actúan desde el plano astral, de la misma manera que los Yoes-Grupo animales actúan sobre los animales; Almas de los animales. En otras palabras, llenan el cuerpo astral del hombre de impulsos, deseos y pasiones. Si tenemos ante nosotros un cuerpo astral, ¿Qué vive dentro de este cuerpo astral? Además del Yo, viven en él Seres cuyo Yo habita en el plano astral. Estos Seres impregnan el cuerpo astral como los gusanos viven en el queso. Este es el tercer reino elemental: es el reino que forma los impulsos y las pasiones de naturaleza animal.

Pero detrás de este reino se encuentra otro, el segundo Reino Elemental. Este reino es activo dentro de un elemento más puro, pues moldea y configura las formas de las plantas. Pero su actividad se extiende también al ser humano - a sus muchos elementos que tienen un carácter vegetal - uñas, cabello, etc. Estos no están impregnados por el cuerpo astral, sino simplemente por el cuerpo etérico; por esta razón no sienten dolor. El cabello y las uñas son productos de los que el cuerpo astral ya se ha retirado - es posible cortarlos, sin causar dolor. Sin embargo, en un tiempo anterior, el cuerpo astral también estaba dentro de ellos. Muchas cosas en el ser humano son de naturaleza vegetal, y dentro de todos estos elementos vegetales están activos los Seres del segundo Reino Elemental. Por lo tanto, lo que construye el cuerpo de una planta consiste en las fuerzas que pertenecen al segundo Reino Elemental. Dentro de la planta están activos tanto el Yo vegetal, que impregna los cuerpos etérico y astral, como estos Seres del segundo Reino Elemental. Mientras que el Yo de las plantas trabaja sobre la planta desde dentro, estos otros Seres trabajan sobre ella desde fuera, formándola, haciéndola crecer y florecer. Toda la planta está impregnada de un cuerpo etérico. Pero no posee un cuerpo astral propio, sino que todo el cuerpo astral de la Tierra forma el cuerpo astral común de las plantas. El yo de las plantas se encuentra en el centro de la tierra. Esto es válido para todas las plantas. Por esta razón, si arrancas una planta de raíz provocas dolor a la tierra; pero, si coges una flor, la tierra tendrá una sensación de bienestar, al igual que una vaca tiene una sensación de bienestar cuando su ternero mama su leche. 

También es una experiencia maravillosa cuando se mueve el maíz en otoño, ver cómo grandes olas de bienestar fluyen sobre la tierra. Los Seres que trabajan sobre las plantas, desde el segundo Reino Elemental, y las ayudan a tomar forma, vuelan hacia la planta desde todos los lados, como mariposas. La renovación y la repetición de las hojas, las flores, etc., es su trabajo. Esto es lo que actúa sobre las plantas desde el segundo Reino Elemental.

Del mismo modo, hay un primer Reino Elemental que confiere su forma a los minerales. Los animales recibieron su forma, determinada por los instintos y los deseos, de los seres pertenecientes al tercer reino elemental. Las hojas, etc., de las plantas son formadas por el segundo Reino Elemental; este trabajo consiste principalmente en repeticiones. Pero las fuerzas de ejecución y de formación de los minerales, que trabajan del elemento sin forma, se encuentran en el Devacán superior, en el Arupa-Devacán. Estos tres Reinos Elementales se compenetran entre sí, fluyen los unos en los otros. Aquel que se imagina todo distinto y separado, nunca alcanzará una comprensión viva. En el reino vegetal, los reinos vegetal y mineral se impregnan mutuamente. En el reino animal, los reinos animal, vegetal y mineral se compenetran. Y en el ser humano, el yo se suma a estos. Porque, con los ingresos del Yo, el reino humano surgió por primera vez sobre la tierra. Es la sangre la que primero hace del hombre un ser humano; todos los reinos están contenidos en ella. Pero el Yo sólo puede, por el momento, penetrar con sus fuerzas cognoscitivas en el reino mineral; debe dejar los otros reinos a los Seres de los Reinos Elementales. El reino mineral contiene, además de este reino mineral propiamente dicho, también el primer Reino Elemental; por esta razón, adquiere una forma claramente definida. La planta debe su forma enteramente al segundo Reino Elemental, ya que, sin él, sería esférica. Y el animal está dotado de instintos, etc., debido a la actividad añadida del tercer Reino Elemental. Nuestro mundo se compone de regiones que se interpenetran; sólo si somos capaces de hacer que nuestros pensamientos sean móviles y fluidos, podremos gradualmente comprender tales cosas.

Si deseamos formarnos un concepto de cómo el tercer Reino Elemental está conectado con el reino animal, el siguiente ejemplo puede ser útil. Todos ustedes conocen las migraciones de los pájaros. Los pájaros toman cursos bastante definidos en sus migraciones; del noreste al suroeste y del suroeste al noreste. ¿Pero quién dirige estas migraciones? Es el alma grupal de los pájaros. En estas migraciones se expresa el instinto. En esencia, son vuelos nupciales, pues los pájaros emprenden el vuelo para reproducirse en mejores climas. Son dirigidas por las Almas de las Especies, o Alma-Grupo, del reino animal.

Por otra parte, los animales reciben su forma, que le permite tener ciertos instintos, y que es la portadora de estos instintos, por los Seres del tercer Reino Elemental - los compañeros de las Almas-Grupo animales. Si queremos expresar esto de una manera algo trivial, podemos decir: Esos yoes que constituyen las almas-grupo animales forman una compañía, en el plano astral; y los seres del tercer reino elemental forman otra. Sin embargo, deben trabajar juntos en armonía. El uno suministra los instintos, el otro los cuerpos, formándolos y moldeándolos, para que los instintos puedan vivir en ellos.

Las formas físicas de las plantas se originan en los Seres del segundo Reino Elemental. Y en todo lo que moldea y trabaja sobre los minerales, se encuentran los Seres del primer Reino Elemental. Las fuerzas de los minerales, activas como la atracción y la repulsión, las fuerzas atomísticas, proceden de los grupos de minerales. Pero son los Seres del primer Reino Elemental los que forman los minerales.

Así obtenemos una perspectiva que nos revela dónde podemos buscar las actividades de los diversos reinos dentro de nuestro mundo. Sin embargo, debemos observar estas cosas con mucha precisión. Podemos decir a una planta: Tú eres un ser vivo; esto se lo debes al Yo-Planta. Sin embargo, tu forma, tu figura, te la dan los Seres del segundo Reino Elemental.

Traducido por J.Luelmo jun.2022



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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919