GA227 Penmaenmawr, 24 de agosto de 1923 El espíritu en la naturaleza

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    RUDOLF STEINER 

Conocimientos de Iniciación

EL ESPÍRITU EN LA NATURALEZA

 Penmaenmawr, 24 de agosto de 1923

sexta conferencia

Ayer traté de mostrarles cómo surge la confusión en los sueños debido al hecho de que mientras duerme el hombre cruza el llamado Umbral inconsciente  o semiconscientemente. Abandonando el mundo físico de los sentidos, entra en el mundo espiritual y allí se encuentra con tres mundos: un recuerdo del mundo físico ordinario, el mundo del alma y el mundo real del espíritu. Los acontecimientos internos y externos, experimentados en nuestra vida terrenal ordinaria, se juntan a partir de lo que revelan estos tres mundos. Pero se separan cuando al dormir entramos en el mundo suprasensible, y lo que experimentamos no se relaciona entonces con el mundo al que pertenece. Por eso, para la memoria consciente habitual, en los sueños surgen engaños e ilusiones. La conciencia imaginativa no ve el sueño sólo de este modo, sino que lo convierte en un objeto de observación, del mismo modo que miramos hacia un punto distante en el espacio físico, aunque ahora, con la imaginación, miramos hacia algo distante en el tiempo. No nos limitamos a recordar lo soñado; lo miramos, y de este modo llegamos por primera vez a una verdadera concepción de lo que es un sueño. Así encontramos cómo se interpreta correctamente un sueño sólo cuando no lo relacionamos con el mundo físico, naturalista, sino con el espiritual -sobre todo, en la mayoría de los casos, con el mundo moral. El sueño nunca dirá lo que está expresando si a su contenido se le da una interpretación física, sino sólo cuando la interpretación está de acuerdo con lo espiritual moral.

Para ilustrar esto, volvamos a la confusión del sueño del que les hablé ayer: el sueño en el que alguien que sale a pasear se siente repentinamente invadido por la vergüenza al encontrarse sin ropa en una calle abarrotada de gente. Les quise remarcar que todo el estado de ánimo del alma en la conciencia onírica se debe a que nos enfrentamos a tres mundos diferentes. Sin embargo, al observar correctamente un sueño de este tipo, vemos que, aunque su contenido parece pertenecer al reino de los sentidos, es lo espiritual-moral lo que trata de revelarse a través de este medio. Por lo tanto, quien tenga un sueño de este tipo no debe fijarse en el curso inmediato y simbólico que toma, sino que debe preguntarse: ¿No he tenido a veces una tendencia en la conciencia diurna a no ser completamente sincero sobre mí mismo con los demás? ¿No he sido tal vez demasiado aficionado a seguir la moda en lo que me pongo, demasiado propenso a refugiarme en las convenciones? ¿No es una característica mía dar a la gente una falsa impresión de lo que realmente soy?

Cuando alguien deja que sus pensamientos sigan este curso, poco a poco llega a la interpretación moral y espiritual del sueño. Se dice a sí mismo: Cuando mientras dormía estaba en el mundo suprasensible, me encontré allí con seres espirituales - ellos me dijeron que no debía presentarme con un manto de falsedad, sino como realmente soy interiormente, en alma y espíritu.

Cuando interpretamos los sueños de este modo, llegamos a su verdad moral, espiritual. Toda una serie de sueños puede interpretarse así.

Los pueblos de un período más antiguo de la historia, que incluso en el simbolismo onírico del sueño eran conscientes del Guardián del Umbral, se tomaban muy a pecho su advertencia de no llevar consigo lo que pertenece al mundo físico de los sentidos cuando entran en el mundo espiritual. Si aquellos hombres hubiesen soñado que no llevaban ropa en la calle, jamás se les habría ocurrido que debían avergonzarse; esto es algo que vale para el mundo físico, para el cuerpo físico del hombre. Habrían prestado atención a la advertencia de que lo que vale para el mundo físico no vale para el mundo espiritual, y que lo que aparece en el mundo espiritual son palabras de los dioses a los seres humanos. Un sueño, por lo tanto, tenía que ser interpretado como una expresión de los Dioses. Sólo en el curso de la evolución humana se ha llegado a interpretar los sueños en un sentido naturalista.

O tomemos otro sueño común. El soñador recorre un camino que le conduce a un bosque. Al cabo de un rato, se da cuenta de que ha perdido el camino y no puede seguir avanzando. Lo intenta, pero el camino llega a su fin y los árboles le impiden el paso. Comienza a sentirse inquieto.

Ahora bien, en la conciencia ordinaria este sueño se toma fácilmente al pie de la letra. Pero si al reflexionar sobre él olvidamos todas las asociaciones naturalistas, el mundo espiritual nos dirá: Esta confusión que has encontrado está en tus propios pensamientos. En la conciencia despierta, sin embargo, la gente a menudo se resiste a admitir lo confuso que es su pensamiento y con qué facilidad llega a un punto en el que no puede progresar, sino sólo dar vueltas en círculo. Esta inclinación es particularmente característica de nuestra civilización actual. Las personas se consideran pensadores ilustrados, pero en realidad bailan en círculo con sus pensamientos, ya sea sobre trivialidades convencionales o sobre átomos, que son construcciones intelectuales propias. En la conciencia ordinaria, naturalmente, no están dispuestos a admitirlo.

El sueño muestra la verdadera naturaleza del hombre en una serie de imágenes simbólicas, y son los seres espirituales los que hablan a través de ellas. Cuando alguien toma su experiencia onírica de la manera correcta, su autoconocimiento se verá enormemente potenciado.

Otra característica humana común es que las personas se dejan llevar por sus instintos e impulsos para hacer lo que les resulta más agradable. Por ejemplo, encuentran placer en hacer una cosa u otra, pero no están dispuestos a admitir que lo hacen para su propia satisfacción. Inventan alguna manera de interpretarlo de forma diferente para su conciencia ordinaria - dicen quizás que lo hacen por razones antroposóficas u ocultas o esotéricas, relacionadas con una misión elevada o algo por el estilo. Con este tipo de autojustificación encubren, -y esto ocurre con extraordinaria frecuencia-, un sinfín de todo lo que rige y hace estragos en las profundidades de nuestra vida animal. Un sueño, -que quiere revelar a través de imágenes simbólicas las fuerzas que realmente dominan incluso en el alma y el espíritu del soñador-, puede presentar una imagen del hombre perseguido por bestias salvajes y tratando vanamente de escapar. Interpretaremos verdaderamente el significado moral de tal sueño, no mirando sus acontecimientos exteriores, sino aceptando el conocimiento de nosotros mismos que nos ofrece. Tenemos que reconocerlo como una advertencia para buscar la verdad interior sobre nuestra propia naturaleza y considerar si ésta no se parece, -aunque sólo sea un poco-, más al instinto animal que a lo que idealmente suponemos.

De ahí que los sueños puedan advertir a las personas de innumerables maneras y corregirlas. Cuando un sueño se relaciona de la manera verdadera con el mundo superior, puede tener una influencia orientadora en la vida del hombre, y entonces, cuando se alcanza la etapa de la Imaginación consciente, se puede ver cómo el sueño, que al principio ofrece naturalmente incluso al conocimiento Imaginativo imágenes extraídas del mundo de los sentidos, se metamorfosea enteramente en sucesos morales-espirituales.

Así vemos cómo puede decirse que el sueño encamina a la conciencia ordinaria hacia el mundo espiritual, si tan sólo se toma de la manera correcta. Pero he dicho también que al elevarnos por medio de la Imaginación al mundo espiritual, no nos encontramos en el mismo estado de alma que durante nuestra vida aquí en la Tierra. En esta vida, estoy de pie aquí, la mesa está ahí fuera de mí; hay un espacio físico entre la mesa y yo. En el momento en que entro en el mundo espiritual, esta separación cesa. Ya no estoy aquí con la mesa allí; es como si todo mi ser se extendiera sobre la mesa y la mesa me acogiera en sí misma. En el mundo espiritual nos sumergimos en todo lo que percibimos. De ahí que nuestra experiencia, ya sea en sueños o conscientemente en la Imaginación, no deba relacionarse meramente con nuestra vida interior, sino que podemos hablar en un sentido espiritual-científico si decimos con el poeta que el mundo entero está tejido de sueños. Ciertamente, no está tejido con el juego de los átomos, que es un sueño de los científicos, sino con lo que he descrito como el "caos" de los griegos, con el tejido de nuestros sueños y de nuestra imaginación consciente. Lo he llamado subjetivo y objetivo, porque el mundo no se teje puramente subjetivo; pero tenemos que explicar ciertos aspectos del mundo como si estuvieran tejidos a partir de sueños.

Por ejemplo, si observamos una semilla, no debemos contentarnos con explicarla mediante las leyes de la física y la química. Un científico que no ve más que esas leyes en una semilla o en un embrión, no puede explicarlos, porque la naturaleza está soñando en la semilla y el embrión, su propia esencia es la vida tejida de un sueño. Tomemos la semilla de una planta: en ella vive y se teje un sueño. Nunca se puede entrar en esto con el intelecto, ya que está limitado a las leyes de la naturaleza; al contrario, hay que acercarse con la facultad humana que vive en un sueño o en la Imaginación consciente.

El mismo tipo de sueño que vive así en la semilla está activo también en todo nuestro organismo a lo largo de nuestra vida en la Tierra. De ahí que no debamos buscar en nuestro organismo únicamente el funcionamiento de las fuerzas químicas y físicas. Cuando un hombre está ante nosotros físicamente, tenemos que considerarlo en su forma física externa como un ser que vive sólo por un tiempo en el mundo físico de los sentidos. Detrás de él vive otra cosa, invisible a los ojos, inaudible al oído, en la medida en que éstos son físicos. Pero puede ser percibido en la Imaginación, y también en lo que puede ser experimentado en la Imaginación inconsciente de un sueño. En todo el cuerpo del hombre la naturaleza está soñando. La forma de pensar de la naturaleza no es como el pensamiento intelectual del hombre - es un sueño. Las fuerzas de nuestra digestión y de nuestro crecimiento son guiadas desde este sueño, y a todo se le da forma.

Cuando miramos hacia atrás en la existencia terrenal, por lo general partimos de esta edad - ¿Cómo llamaremos a esta edad nuestra? Podríamos tomar uno de sus síntomas y llamarla la era de la máquina de escribir. Así nos remontamos desde esta era de la máquina de escribir hasta la época en que se introdujo por primera vez la imprenta; y yendo aún más atrás llegamos quizás a la época de los romanos, a la época de los griegos, y entonces llegamos a la era en Oriente de la que proceden los registros védicos. Entonces nos quedamos sin documentos externos. Muchos tesoros han sido excavados de las tumbas de los reyes egipcios, pero aun así llegamos al final a una época sin registros, donde tenemos que confiar en el conocimiento espiritual imaginativo e inspirado. Allí nos encontramos con una frontera más allá de la cual, para la conciencia ordinaria, el pasado es vago, así como el sueño (traum) es subyacente al dormir (schlaf). Retrocediendo de este modo a través de la evolución temporal del mundo, llegamos de hecho a ese velo onírico que podemos experimentar cada noche.

Si llegamos a ese punto con la Imaginación consciente, el pasado más lejano se ilumina de forma espiritual. Pero parece diferente del mundo que conocemos intelectualmente y por los registros antiguos. Este pasado remoto en la evolución del mundo, que subyace tras el velo de los sueños, revela al hombre en conexión directa con los Espíritus divinos. Él mismo es todavía un ser-alma divino; y los Seres divino-espirituales, cuyo destino no incluye entrar en un cuerpo terrenal, se reúnen con él mientras espera su encarnación en la tierra.

Por consiguiente, cuando miramos hacia atrás a través de la historia hasta este velo del caos, hasta el velo del sueño del que hemos estado hablando durante los últimos días, vemos a los Espíritus divinos reuniéndose con las almas todavía espirituales de los hombres destinados a morar en la Tierra.

Además, veremos cómo estas cosas, conectadas como están con la evolución humana, están al mismo tiempo conectadas con la evolución cósmica. Donde en un pasado remoto aparece este velo a la Imaginación Inspirada, vemos también cómo dentro de la evolución cósmica -de la que tendremos que hablar con más precisión- la Luna, antes unida a la Tierra, se desprende y sale al espacio cósmico, para desde allí dar vueltas alrededor de la Tierra. Así, volvemos la mirada sobre un velo de sueño, un velo de Imaginación, y mirando a través de él encontramos la Tierra unida a la Luna, y a los seres humanos en contacto directo con los Seres divino-espirituales. Cuando este velo onírico aparece a la mirada retrospectiva de la Imaginación, percibimos el trascendental acontecimiento cósmico de la Luna, en una forma muy diferente, deslizándose fuera de la Tierra y saliendo al espacio cósmico como un cuerpo separado. Así que miramos más atrás, a la evolución de la Tierra, de la humanidad y del mundo, cuando todos ellos estaban unidos a la Luna. El hombre ya estaba allí, pero sólo como un ser anímico-espiritual.

A medida que miramos más y más atrás, no encontramos ninguna época en la evolución cósmica en la que el hombre no estuviera allí, al menos en alguna forma primigenia. De modo que, desde el punto de vista de la Ciencia Espiritual, no podemos decir que durante millones de años la Tierra estuviera evolucionando meramente de forma inorgánica o con criaturas de orden inferior, y que el hombre surgiera sólo después. Encontramos al hombre en una forma diferente conectada en cada etapa con esa evolución cósmica a la que miramos hacia atrás cuando, detrás del velo del caos y el sueño, podemos elevarnos a través de la Imaginación consciente a lo que se nos aparece como la esencia divino-espiritual del mundo.

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Como ya he dicho, cuando observamos una semilla o cualquier cosa en estado embrionario, la cognición imaginativa revela en ella el tejido de un sueño. Vemos que algo real, aunque expresado en imágenes oníricas, domina la parte material de la semilla. Cualquiera que sea capaz de percibir lo espiritual en el mundo, lo encontrará en todas partes, aunque en una gran variedad de formas. Es precisamente lo espiritual lo que atraviesa las más variadas metamorfosis. Y cuando hayamos comprendido a fondo cómo en la semilla de una planta, en el embrión de un animal, prevalece este verdadero tejido de sueños, estaremos justificados para preguntar: ¿Cómo es, entonces, con el mundo aparentemente muerto de los minerales? Si aquí miramos por la ventana o vamos por la calle, vemos las colinas desnudas, un mundo que parece enteramente sin vida, y la pregunta surge de inmediato: Si en cualquier semilla de planta que recojamos rige una imagen onírica, ¿cómo ocurre con estas masas montañosas rocosas y con toda la sustancia sin vida que forma el suelo que pisamos en el mundo físico? Si en las plantas vemos el imperio del espíritu, que en el tejido de un sueño se apodera con relativa facilidad del elemento material, del mismo modo a través de la cognición imaginativa encontramos lo espiritual en estas masas rocosas, pero aquí lo espiritual consiste en seres espirituales individuales.

Estos seres espirituales, sin embargo, no están en un estado de sueño, sino de sueño profundo. Cuando observen estas rocas y colinas no deben pensar que están impregnadas de una niebla amorfa adormecida; deben pensar en seres espirituales individuales que duermen allí. A continuación veremos cómo estos seres espirituales han llegado a existir por haberse escindido de seres superiores con una conciencia superior. Veremos cómo ellos mismos, teniendo en su estado actual sólo una conciencia de sueño, son el resultado de esa separación, y cómo estos seres elementales están dormidos por todas partes en el mundo inanimado. Cuando caminamos sobre esta masa montañosa de roca, debemos ser conscientes de que a nuestro alrededor dormita el tejido creador del espíritu en forma concreta. Y cuando nos adentramos más en el sueño de las formas tejidas por el espíritu en el mundo sin vida, nos damos cuenta en estos seres elementales de un cierto estado de ánimo. La imaginación nos muestra estos seres, pero es la Inspiración la que nos enseña su estado de ánimo. En estos elementales de las montañas, las rocas y el suelo, vive lo que podemos descubrir en nosotros mismos cuando esperamos algo con justificada expectación. El tejido y la creación anímica y espiritual en las rocas aparentemente sin vida están impregnados de este mismo estado de ánimo expectante.

De hecho, estos seres están esperando despertar de un sueño profundo a un estado de ensoñación. Aprendemos esto a través de la Inspiración, y más particularmente cuando entramos directamente en estos seres a través de la Intuición. Todo lo que se nos presenta ahí fuera, en esas colinas, espera poder soñar algún día, y así, con la conciencia del sueño, apoderarse de la sustancia terrenal que está molida hasta convertirse en materia sin vida, y de estas rocas y colinas conjurar de nuevo como embriones, como semillas, plantas vivas. En efecto, son estos seres los que traen ante nuestras almas una maravillosa magia de la naturaleza, una creación desde el espíritu.

Y así, cuando vamos por aquí entre estas rocas y las miramos a la luz física que reflejan, pueden revelarnos, no en ningún sentido simbólico sino como conocimiento real, cómo están durmiendo ahora, cómo en el futuro estarán soñando, y cómo, más tarde aún, llegarán a la vida totalmente despierta de seres elementales de la naturaleza, que un día se convertirán en seres de puro espíritu.

La materia física en una planta está todavía en condiciones accesibles al tejido onírico del espíritu. En las rocas, la materia se está desmoronando. Mirando hacia atrás con Imaginación e Inspiración, nos damos cuenta de cómo todo lo que carece de vida ha surgido de lo vivo. Es cuando lo vivo se queda sin vida cuando la espiritualidad dormida puede hundirse en él. Este espíritu dormido espera en lo inerte hasta que puede despertar en sueños y conducir lo inerte a la vida embrionaria cósmica.

Ahora bien, las diversas partes de la Tierra muestran de diferentes maneras este sueño de los seres espirituales en las montañas, en la corteza firme de la Tierra. Se podría decir: El sueño de los seres que esperan su futuro es diferente en regiones como ésta del de otras partes de la Tierra. Aquí en Penmaenmawr encontramos que la configuración particular de la Tierra, y el carácter histórico de las rocas, permiten a estos seres dormidos elevarse a lo aeriforme, entretejerse incluso con la luz, mientras que en otras partes de la Tierra esto ha dejado de ser así desde hace mucho tiempo. Así pues, si consideramos que el tejido no se debe únicamente a la atmósfera aérea, sino a la atmósfera anímica predominante, que impregna el aire del mismo modo que el alma humana impregna el cuerpo del hombre, en Penmaenmawr nos encontramos con que este elemento anímico de la atmósfera es diferente del de otros lugares. Daré sólo un ejemplo para que esto quede claro.

Supongamos que en una determinada región la cognición imaginativa se esfuerza por invocar una imaginación de lo que realmente sucede allí. Esta imaginación puede ser más o menos fácil o difícil de retener, ya que la posibilidad de retener una imaginación en la conciencia varía según las regiones. Aquí nos encontramos en una región en la que las imaginaciones se mantienen durante mucho tiempo y pueden llegar a ser muy vívidas.

Los sabios druidas, u otros por el estilo, buscaban regiones para sus templos y santuarios donde las condiciones permitieran que las imaginaciones permanecieran y no se desvanecieran inmediatamente como las nubes. Por lo tanto, podemos entender cómo fue que tales centros para los lugares sagrados de los druidas todavía se buscaban hasta tiempos comparativamente recientes. En esta región siempre se ha sentido que la dificultad de mantener la imaginación no es tan grande como en otros lugares. Todo, por supuesto, tiene un lado de luz y un lado de sombra. Cuando se mantiene una Imaginación, la Inspiración se hace más difícil, aunque gana en fuerza. Por eso, todo lo que el mundo espiritual tiene que decir en este lugar fluye con -podría decirse- mayor intensidad, pero en palabras más pesadas y difíciles.

Por lo tanto, incluso cuando se trata de lo espiritual, se encuentran diferencias en toda la Tierra. Se podría trazar un mapa indicando los lugares donde, para la conciencia Imaginativa, no hay dificultad en mantener las Imaginaciones. Aquellas regiones en las que éstas desaparecen pronto podrían tener un color diferente, y obtendríamos un mapa de la Tierra extraordinariamente interesante. Para el carácter predominante de la atmósfera del alma aquí, necesitaríamos un color particularmente fuerte - un color chispeante, brillante, lleno de vida.

Por eso creo que los participantes en esta conferencia podrán percibir algo de lo que yo llamaría el estado de ánimo esotérico de los elementales. Se nos muestra a través de las ventanas, nos sale al encuentro en nuestros paseos, de hecho, está presente en todas partes de una manera muy especial. Estoy especialmente agradecido a los organizadores del curso por haber elegido un lugar en el que lo esotérico sale a nuestro encuentro a cada paso. Lo hace en otros lugares, pero no con la misma facilidad y franqueza. Así que estoy especialmente agradecido por la elección de este lugar, entre los muchos posibles para la celebración de un curso como éste. Desde el punto de vista de los temas tratados, puede decirse que este curso ocupa su lugar, de un modo maravillosamente bello, en toda la evolución del Movimiento Antroposófico.

De las descripciones que les he venido dando se desprende claramente que entre el mundo físico de los sentidos y el mundo espiritual, suprasensible, existe una barrera que con cierto acierto llamamos el Umbral del mundo espiritual.

Ya he señalado de diversas maneras lo necesario que es que podamos cruzar este Umbral, y aún tenemos que hablar de ello con más detalle. Pero ya habréis deducido de mis conferencias que en los períodos más antiguos de la evolución humana este cruce del Umbral era un asunto bastante diferente de lo que es en la actualidad. En aquellos tiempos antiguos la gente podía cruzar de otra manera porque incluso de día su conciencia era onírica, pero por esa misma razón más viva para lo suprasensible. Así, de la manera que he imaginado, pasaban al Guardián del Umbral medio conscientes, soñadoramente, tanto al dormirse como al despertarse.

Aquí podemos ver una transición de hombres de un tipo más antiguo, con poca libertad, a aquellos que se estaban volviendo cada vez más libres. Este determinismo anterior estaba ligado al hecho de que, al dormirse y al despertarse, los hombres tenían cierta percepción del Guardián del Umbral, que permanecía allí dando advertencias. Ahora, en lugar de esta situación de falta de libertad, tenemos la incapacidad de la conciencia actual para ver el mundo espiritual, lo que significa una libertad cada vez mayor: aquí reside un principio del progreso humano.

De ahí que podamos decir que, mirado desde el mundo espiritual, el hombre ha perdido mucho precisamente porque en el curso de su evolución ha tenido que ser encaminado hacia la libertad. Lo que se ha perdido, sin embargo, debe recuperarse, tal como lo demostraría, por ejemplo, la Antroposofía. Y ahora es el momento histórico en que debe comenzar el esfuerzo por recuperar lo perdido.

Pero en todas partes, entre personas de muy diversa índole, todavía se levanta algo heredado de una época anterior, cuando la relación del hombre con el mundo espiritual era diferente. De modo que hoy, en la conciencia de los entregados al intelectualismo, se establece, por regla general, una frontera estricta entre lo que experimentan en el mundo de los sentidos y lo que hay más allá, en el mundo espiritual. De hecho, la frontera se mantiene tan rigurosamente que incluso los espíritus iluminados no están dispuestos a admitir la posibilidad de cruzarla.

En mi breve esbozo del camino hacia el mundo suprasensible, he indicado que es posible cruzar la frontera y entrar en ese mundo con plena conciencia. Pero como reliquia de la época en que el hombre entraba en el mundo espiritual de un modo más instintivo, inconsciente, e incluso en su conciencia diurna tenía más en él del mundo espiritual, todavía hoy se eleva en su evolución cierta herencia del pasado. Y esto es algo que debemos comprender imperativamente a través de la cognición espiritual consciente. Porque, si no se comprende correctamente, se manifiesta de muchas maneras engañosas, y en estos asuntos tales errores pueden llegar a ser muy peligrosos. Por lo tanto, en el curso de estas conferencias, destinadas a describir la evolución del hombre y del mundo, debo hablar sobre esta cuestión de un límite, donde lo que era natural y se daba por sentado entre los pueblos de épocas pasadas reaparece hoy en día, y puede conducir a ilusiones peligrosas en aquellos que no tienen el conocimiento claro necesario para tratar con ello.

Entre estos fenómenos, situados para la conciencia ordinaria en la frontera entre el mundo de los sentidos y lo suprasensible, se encuentran las visiones. Me refiero a las visiones en las que, en un estado de alucinación más o menos controlado por la persona afectada, surgen imágenes que tienen formas y colores bastante definidos, -incluso puede parecer que hablan-, pero que no corresponden a nada externo. Para la percepción normal, el objeto está fuera; la imagen, de una manera ensombrecida, dentro; y la persona es perfectamente consciente de cómo la imagen ensombrecida y conceptual se relaciona con el mundo exterior. La visión surge por sí misma, pretendiendo ser una realidad por cuenta propia. Una persona sujeta a tales visiones se vuelve incapaz de determinar correctamente qué realidad hay en las imágenes que aparecen ante ella sin su iniciativa.

¿Cómo se producen entonces las visiones? Se producen porque el ser humano todavía posee la capacidad de trasladar a su mundo de vigilia lo que experimenta durante el sueño, y de darle forma conceptual al igual que hace con sus percepciones sensoriales. Tanto si, después de percibir un reloj que existe físicamente para los sentidos, me hago una imagen interna de él, como si, después de experimentar en sueños la forma y la realidad interna de un objeto externo, me despierto y me hago una imagen de mi experiencia, la única diferencia entre ambos procesos es que yo controlo uno de ellos -de ahí que su imagen resulte más borrosa y plana-, mientras que el otro proceso escapa a mi control. En este último caso, no llevo nada del presente real a mi vida conceptual, sino algo experimentado cuando el alma estaba fuera en un sueño pasado -quizás muy pasado-, y a partir de esta experiencia onírica construyo una visión.

En una época anterior de la evolución humana, cuando la relación de las personas tanto con el mundo físico como con el espiritual estaba regida por el instinto, tales visiones eran perfectamente naturales; es el progreso humano el que las ha convertido en las cosas incontroladas e ilusorias que son hoy en día. Por lo tanto, debemos tener muy claro que al hombre moderno le falta algo: cuando tiene alguna experiencia en el mundo espiritual durante el sueño y está regresando al mundo físico, ya no oye la advertencia del Guardián del Umbral: "Todo lo que has experimentado en el mundo espiritual debes anotarlo bien y llevarlo de vuelta al mundo físico". Si lo lleva, sabrá lo que contiene la visión. Pero si la visión sólo se le presenta en el mundo físico, sin que se dé cuenta de que la ha traído del mundo espiritual, de modo que no comprende lo que realmente es, entonces está sin guía y a merced de la ilusión en lo que se refiere a su experiencia visionaria. Así que podemos decir: Las visiones se producen porque el hombre traslada a su vida de vigilia, sin darse cuenta, sus experiencias del sueño, y en su vida de vigilia se forma conceptos de las experiencias -conceptos que son mucho más ricos en contenido que los vagos conceptos ordinarios, y los construye en vívidas visiones llenas de color y sonido.

Otra cosa que ocurre es la siguiente. Un hombre lleva a su vida durmiente los sentimientos y percepciones del tipo que tiene en la vida física. Entonces, cuando está en el acto de llevar esto al mar abierto de la vida del dormir, se le advierte que tenga cuidado de no hacer ninguna tontería. Si el dormir es muy ligero - una condición mucho más común en la vida ordinaria de lo que se cree, porque a menudo estamos un poco dormidos cuando caminamos normalmente, y deberíamos ser más conscientes de ello - podemos entonces, sin darnos cuenta, traspasar el Umbral de nuestra facultad cotidiana de percepción. Entonces surgen esos sentimientos vagos, como si uno estuviera observando interiormente algo que va a suceder en el futuro, ya sea a uno mismo o a otra persona, y tenemos una premonición. Así, mientras que una visión se produce cuando la experiencia durante el dormir se traslada a la vida de vigilia y se cruza inconscientemente el umbral, la premonición se produce cuando estamos en un sueño ligero sin darnos cuenta y, pensando que estamos despiertos, traspasamos el Umbral, ignorando de nuevo al Guardián, nuestra experiencia diurna. Esto, sin embargo, se encuentra tan profundamente en el subconsciente que pasa desapercibido. Estamos, por supuesto, en todo momento conectados con el mundo entero; y si pudiéramos sacar este conocimiento del subconsciente, seríamos capaces de sacar también muchas otras cosas.

Ahora verán cómo, debido a que estos legados del pasado evolutivo todavía pueden experimentarse, surgen visiones a un lado del Umbral, premoniciones al otro. Pero un hombre también puede detenerse en el Umbral y aún no notar al Guardián. Entonces puede haber momentos en los que interiormente, en su alma, esté como hechizado. Pero la palabra " hechizado " no se ajusta del todo al caso, porque no está hechizado en el sentido que generalmente asociamos con el término - es más bien que su actitud de alma experimenta un cambio. Cuando llega al Umbral de tal manera que sigue percibiendo lo que hay en el mundo físico al tiempo que ya percibe lo que hay en lo suprasensible, experimenta algo que está muy extendido en ciertas regiones de la Tierra: la segunda visión, una experiencia semiconsciente en el Umbral. Así pues, para resumir estos legados del pasado, estos fenómenos en la vida de un hombre cuando su conciencia está atenuada, tenemos los que aparecen a este lado del Umbral como visiones; los que aparecen más allá del Umbral como premoniciones; los que están realmente en el Umbral como segunda visión.

Mañana tendré que hablar más detalladamente de las características de estas tres regiones, y a partir de ellas describir los mundos tenuemente indicados por la visión, la premonición y la segunda visión, mundos que el nuevo conocimiento tendrá que traer a la plena claridad de la conciencia acrecentada.

Traducido por J.Luelmo ago,2023

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