GA145 La Haya 23 de marzo de 1913 El efecto del desarrollo oculto sobre el yo y las envolturas del hombre La experiencia diferenciada de lo etérico. Adquisición del sentido del tiempo en el cuerpo etérico

Rudolf Steiner


Conferencia IV
La Haya 23 de marzo de 1913


Cuanto más se altera el cuerpo etérico del estudiante bajo la influencia de su desarrollo esotérico, más obtiene lo que se puede llamar una sensación del tiempo. Por esta sensación del tiempo, se debe entender una sensación por las experiencias de hechos y eventos, ordenados consecutivamente en el tiempo. En la vida ordinaria, un hombre no suele poseer esta sensación diferenciada del tiempo. Ahora, ya he dado una pista de cómo se despierta esta sensación del tiempo, incluso a través de la alteración en el cuerpo físico, en que a través de un desarrollo esotérico o antroposófico, el estudiante se vuelve más sensible con respecto al verano y al invierno; pero a través de la alteración en el cuerpo etérico, se vuelve mucho más viva y sensible la percepción del progreso externo de los eventos. Y el estudiante que por algún tiempo haya tratado seriamente de llevar adelante su alma, percibirá una clara diferencia entre las diversas estaciones del año; de hecho, incluso entre parte de las estaciones; gradualmente aprenderá a sentir internamente una gran diferencia entre el verano y el invierno, entre la primavera, el verano y el otoño, y también sentirá otras divisiones más cortas de ellas en el transcurso del año. El tiempo en su progresión, se convierte en una sensación viviente. Poco a poco se da cuenta de que esa vida diferenciada puede percibirse en el transcurso del tiempo. Tal como los diversos órganos en el cuerpo físico, se diferencian, tal y como se vuelven más vivos interiormente y más independientes unos de otros, así también se vuelven, las diversas estaciones del transcurso del tiempo, hasta cierto punto, más independientes entre sí. Esto está relacionado con el hecho de que con el desarrollo de su propio cuerpo etérico, el estudiante experimenta la vida en el éter externo que nos rodea por todas partes. Estamos rodeados no solo por el aire, sino también por el éter; y este éter vive una vida real en el tiempo. El éter que lo rodea es, en cierto sentido, una especie de ser vivo, y vive con diferenciaciones consecutivas, así como la vida de un hombre es diversa según las diferentes edades. El alumno aprende a sentir la vida progresiva del éter externo. Adquiere cada vez más sentimiento de lo que es la vida del éter de vida cuando llega la primavera o cuando llega el verano, cuando el verano ha alcanzado su cenit, cuando el verano declina, cuando se acerca el otoño y cuando está realmente allí. Aprende a sentirse en armonía con este curso externo, nota una clara diferencia entre la vida de verano-primavera, verano-otoño y la verdadera vida de invierno.
Esta diferenciación se vuelve cada vez más claramente perceptible, por lo que a la larga puede decir: en este éter la tierra vive una vida independiente y en la medida en que un hombre vive en el tiempo, en realidad está inmerso y forma parte de la vida alternante del éter. A mediados de verano, el estudiante siente con mayor claridad que él, con su cuerpo etérico, está, hasta cierto punto, encerrado sobre sí mismo, y que él y la tierra viven vidas separadas, de modo que entonces la tierra lo afecta interiormente poco; después, como dijimos, su atención se dirige a sí mismo, por así decirlo, y gradualmente se forma una idea de lo que quiere decir el ocultista cuando dice: el verano es realmente el tiempo de dormir de la tierra. Llegamos aquí a un asunto que, a causa de la maya externa de la cual la humanidad está continuamente rodeada, se interpreta de forma bastante errónea. En la vida externa, que se ve afectada por maya, a las personas les gusta comparar la primavera con la mañana, el verano con el mediodía y el otoño con la tarde. Esta comparación es inexacta. Si realmente deseamos comparar el curso externo de la tierra con algo en nosotros mismos, debemos comparar la primavera, el verano y el otoño en su orden consecutivo con el tiempo en que la tierra duerme, y el otoño el invierno y la primavera en orden consecutivo con el período de vigilia de la tierra. Y cuando hablamos de un Espíritu de la Tierra, debemos concebir que en esa mitad del mundo donde reina el verano, el Espíritu de la Tierra está en ese momento en la misma condición, por así decirlo, tal como nosotros los seres humanos durante nuestro estado de sueño. Por supuesto, es diferente en el caso de la tierra: el hombre alterna absolutamente entre despertar y dormir; esto no es así con la tierra, donde la vigilia y el sueño pasan, por así decirlo, de una mitad del globo a la otra; fundamentalmente, el Espíritu de la Tierra nunca duerme, pero cuando la actividad de vigilia está latente en un hemisferio, se transfiere a la otra mitad. Pero no necesitamos prestarle mucha atención a esto ahora mismo. Consideraremos la experiencia que el hombre tiene en común con la tierra. Solo un hemisferio realmente entra en consideración aquí. Tenemos que concebir que durante el verano el Espíritu de la Tierra se separa de un cierto modo de su cuerpo físico, que en ese sentido es la tierra misma, y que en lo referente a su cuerpo físico terrenal, este Espíritu de la Tierra vive la misma vida en verano como un ser humano vive durante el sueño, en relación con su cuerpo físico. Durante el tiempo de sueño, el cuerpo físico y el cuerpo etérico se encuentran sobre la cama; viven una vida puramente vegetativa.
Para la mirada oculta parece que algo se despliega en el cuerpo humano dormido, algo como una vegetación delicada, comparable a un brote de vida puramente vegetal y cómo las fuerzas que durante el estado de vigilia se agotan son regadas nuevamente por esta vida vegetativa; de modo que mientras un hombre está dormido, realmente tiene su horario de verano. Y si tuviese que mirar la vida de su cuerpo físico dormido cuando con su cuerpo astral y su Ego esta fuera del cuerpo físico, vería cómo esta vida dormida del cuerpo físico va brotando y germinando, al igual que la vida vegetal en la tierra en primavera y verano. Observaría en su cuerpo físico durante el sueño una vida veraniega vegetativa brotando y germinando.
Pero como la parte de la tierra que habitamos tiene su tiempo de dormir durante el verano, el hombre mismo con su cuerpo etérico es por lo tanto, en cierto modo más dependiente de sus propios recursos y la consecuencia de esto es que en su desarrollo esotérico el estudiante - si ha adquirido la capacidad de percibir esto, puede percibir mejor y más claramente su propio cuerpo etérico durante el verano que durante el invierno. Percibe la independencia de su cuerpo etérico, por así decirlo, y, en nuestra época, sobre todo, la independencia de la parte etérica de la cabeza, esa parte etérica subyacente al cerebro. Es una sensación muy peculiar cuando, al sentir la vida del éter de la tierra en verano, el estudiante gradualmente comienza a adquirir una especie de sentimiento interior por esa parte particular del cuerpo etérico humano que subyace en su parte más importante, que es la cabeza , y sentir esta experiencia interna como diferente en primavera, diferente en verano y de nuevo diferente en otoño. Las distinciones en esta experiencia interna se sienten tan claramente que, al igual que hablamos de una diferenciación de sus partes, en el caso del cuerpo físico, asi mismo ahora podemos hablar realmente de las variadas vidas que vivimos en el curso del verano, claramente distintas las unas de las otras. La vida que se desarrolla internamente en primavera es diferente de la que se desarrolla internamente en verano y que en otoño vuelve a ser diferente. Al hablar del cuerpo etérico, debemos en realidad hacer una división, que hoy haremos; debemos, por así decirlo, dividir una parte etérica particular, que subyace en la cabeza.
Es esto lo que voy a esbozar con unos pocos trazos. Si imaginamos a un ser humano esquemáticamente (en líneas generales), podemos pensar que este cuerpo etérico del que acabo de hablar puede ser percibido de esa manera: hacia arriba, cada vez menos perceptible, perdiéndose en la indefinición, que es coincidente con el tiempo. E incluso podemos aprender gradualmente a sentir con bastante claridad que en esta parte de nuestro cuerpo etérico, ciertos seres estaban activos, creativos, reemplazándose unos a otros, por así decirlo, en el transcurso de las diversas estaciones desde la primavera hasta el otoño; se puede observar que las estaciones han trabajado sobre esta porción cerebral de nuestro cuerpo etérico, de modo que nuestro cerebro etérico es en ciertos aspectos un órgano complicado. Ha sido ajustado, por así decirlo, por diferentes seres espirituales que desarrollan sus poderes en períodos consecutivos de tiempo. Ahora obtenemos una idea de una enseñanza muy importante, y gradualmente aprendemos a percibir la verdad de esta enseñanza, una enseñanza cultivada especialmente en las escuelas zarathustrianas. Esta, sostenía que la parte etérica del cerebro humano fue gradualmente creada a partir del cosmos espiritual por seres espirituales llamados los Amshaspands. Estos Amshaspands obraron de tal manera que regulaban, por así decirlo, durante el verano: y de hecho todavía regulan hoy, sucesivamente, la primera regulación a principios de primavera, la segunda en primavera, etc., hasta la sexta y séptima. Siete - o relativamente hablando, seis - de tales seres Espirituales trabajan consecutivamente en el tiempo; y estos son los Espíritus creativos que, precisamente trabajando de forma consecutiva, de modo que cuando uno ha terminado su actividad el siguiente se pone a trabajar, construyen un principio tan complicado como el cuerpo etérico, y especialmente el cerebro humano. Así, en nuestro cerebro, están trabajando seis o siete seres espirituales consecutivamente, y el cerebro físico del hombre solo puede ser entendido cuando somos capaces de decir: "Ahi obra un Espíritu que se puede sentir especialmente en la primavera: que envía sus fuerzas que son principalmente fuerzas etéricas; luego en la primavera llega un segundo Espíritu que a su vez envía sus fuerzas ". (Ver dibujo)
Las fuerzas etéricas de este segundo Espíritu después fluyen al mismo espacio. El tercer Espíritu a su vez envía sus fuerzas etéricas, y así se desarrolla esta parte etérica del cerebro humano; los espíritus que se suceden en períodos consecutivos envían sus fuerzas etéricas al mismo espacio.
Debemos entender claramente que solo podemos sentir ciertas relaciones de lo que en nuestro cerebro se relaciona con estos Espíritus que hoy desarrollan sus fuerzas etéricas fuera de nosotros; porque el Ocultismo nos enseña que lo que acabo de describir tuvo lugar durante el antiguo período lunar; de modo que no debemos pensar que tal vez estos Espíritus que, como si dijéramos, rigen el verano, sigan trabajando hoy y quizás sean fuerzas formativas. Los rudimentos que fueron realmente irradiados por estos Espíritus durante el período de la Antigua Luna, los trajo el hombre consigo a su existencia terrenal; pero aun cuando los lleva dentro de su propio cuerpo etérico, puede, incluso hoy, cuando estos seres espirituales ya no tienen una influencia directa en el cuerpo etérico interno de nuestro cerebro, rastrear su relación con ellos, y esto lo siente en verano. A principios de la primavera, se puede sentir al primero de estos espíritus, que hoy tiene una tarea diferente afuera en el éter; pero el estudiante siente que de él procede lo que lleva dentro de si y que lo recibió en el antiguo período lunar; lo que le hace consciente de tal relación.
Este es el estupendo descubrimiento que el alumno puede hacer en el curso de su desarrollo esotérico; que a medida que pasa el tiempo, él experimenta dentro de sí mismo algo así como una imagen de Seres Espirituales activos, que hoy tienen una tarea muy diferente de la que tenían en el pasado cuando estaban entre los Espíritus trabajando juntos creativamente en nuestro propio ser. Durante el desarrollo de la tierra, el cerebro físico apareció como imagen, como la impresión de lo que se había desarrollado como una especie de arquetipo etérico incluso durante el antiguo período lunar, a través de estas influencias cósmicas espirituales. He representado esta parte de nuestro cuerpo etérico como abierta arriba, porque esto es lo que realmente se siente que es. Tanto es así, que tan pronto como el alumno lo percibe dentro de sí mismo, tiene la sensación: "Tú te abres a los mundos espirituales; estás en relación con mundos espirituales que siempre están por encima de ti ".
Hay otro sentimiento que se desarrolla gradualmente en la vida esotérica con respecto a esta parte del cuerpo etérico. Por lo general, no es nada fácil discutir estos asuntos, pero espero que si intento expresarlos claramente, podamos comprenderlos. Cuando un estudiante comienza a sentir su cuerpo etérico, realmente se siente flotando en el fluir del tiempo. Pero por lo que respecta a esta parte etérica de la cabeza, el estudiante se siente, en cierto sentido, como si estuviese tomando el tiempo consigo, como si no solo flotara en el fluir del tiempo, sino que se lo llevase consigo. De hecho, se da el caso, que llevamos mucho con nosotros, en esta parte etérea de la cabeza, perteneciente a una época anterior, por ejemplo, llevamos dentro el período de la Antigua Luna; porque la parte más esencial de ella (de nuestra cabeza) surgió durante el período de la Antigua Luna, y en el cuerpo etéreo del cerebro llevamos con nosotros la corriente del tiempo de la antigua luna. Y cuando un estudiante comienza a sentir esto, es como un recuerdo del tiempo en la antigua luna. Quien se haya formado una idea de las experiencias internas de las que se habló en la última conferencia sobre las experiencias del temperamento, también puede entender cuándo se dice que el ocultista que aprende a sentir la naturaleza interna del cuerpo etérico de la cabeza, cuando se concentra especialmente en esta parte etérica, siempre siente esta concentración como conectada con un estado de ánimo melancólico que se apodera de él; siente en su desarrollo esotérico como si un humor melancólico se derramase en su cabeza: a partir de dicho humor gradualmente se desarrolla en su fuero interno la comprensión de las cosas presentadas a nuestros amigos en la descripción oculta de la Antigua Luna .
El desarrollo esotérico debe, por supuesto, ir mucho más allá si uno realmente describe todas las diversas condiciones sobre la Luna; pero a partir de esto verán el surgimiento de lo que puede llevar a tal descripción. Ven, que en el mismo estudiante aparece algo que puede describirse como la melancolía de su cabeza, y dentro de este estado de ánimo emerge gradualmente algo así como una visión de la memoria en un pasado primitivo, en el período de la Antigua Luna. Y sería deseable que, a partir de descripciones como las que acabamos de dar, se tuviera que juzgar cómo el desarrollo esotérico realmente avanza, cómo al comenzar con una experiencia particular, el estudiante primero aprende a reconocer esta experiencia (en este caso como un recuerdo de un primigenio pasado, que ha llevado a lo largo de la corriente de tiempo consigo hasta el presente), y aprende a desplegar de nuevo, por así decirlo, aquello que una vez se ha vivido. Juzguen según esto, que el ocultista verdaderamente no está hablando de fantasías visionarias cuando establece la construcción del universo que se remonta a los períodos de la Antigua Luna, Antiguo Sol y Antiguo Saturno, pero que si el oyente esperara pacientemente, podría - a través del análisis del descubrimiento de estas cosas - obtener una idea de cómo es posible vivir gradualmente en esas grandes y poderosas imágenes cósmicas que verdaderamente pertenecen a un pasado lejano, pero que pueden ser llamadas nuevamente desde la vida del presente; solo necesitamos alcanzar el punto de desarrollo en el que podemos experimentar y luego desplegar los pasados fenómenos del tiempo que están envueltos en nosotros.
La parte del cuerpo etérico que corresponde a la parte media del ser humano se experimenta de una manera diferente. El sentimiento externo anterior cesa; interiormente es percibido aproximadamente de tal manera que se puede decir: la porción del medio, que tiene una especie de forma ovalada, se siente separada del resto. Si tuviéramos que separar esta porción media del cuerpo etérico como una experiencia particular, deberíamos decir: Quien a través de su desarrollo esotérico también experimenta en sí mismo la vida diferenciada de esta porción media del hombre, tiene la sensación de que esencialmente esta parte de su cuerpo etérico flota exactamente con la corriente del tiempo. Y en esta parte del cuerpo etérico se siente claramente viviendo en armonía con la vida etérica de la tierra que se ha diferenciado en la secuencia del tiempo.
Un estudiante cuyo desarrollo esotérico haya avanzado aún más, siente en esta parte en particular, que a comienzos de la primavera otros Espíritus trabajan sobre él además de aquellos de mediados de verano o del otoño. Es una especie de vida en armonía con estos, como si realmente flotasen en su compañía. Esta parte de su cuerpo etérico está por lo tanto separada de la otra, y, si somos capaces de entrar en tales asuntos, el sentimiento que tenemos en esta porción media del cuerpo etérico se va alternando entre los estados de ánimo flemático y sanguíneo. Asume la mayor variedad de tonos entre ambas. Por ejemplo, esta parte del cuerpo etérico se siente acompañando la corriente del tiempo en primavera, en el cuerpo físico se expresa de forma muy diferente, y hacia el otoño se siente más como si resistiera y rechazara el flujo del tiempo.


La tercera parte de nuestro cuerpo etérico siente desvanecerse en lo indefinido y aunque se expande ampliamente, desaparece en la tierra. Estas son las tres partes del cuerpo etérico que ahora pueden sentirse, como desconectadas unas de otras; esto representa la sensación interna, el sentimiento interno del cuerpo etérico; no se presentaría de esta manera al vidente si observara el cuerpo etérico de otro ser humano, porque esta es una experiencia interna del cuerpo etérico. Esta experiencia nuevamente se modifica materialmente por la existencia de una cuarta parte del cuerpo etérico, claramente delineada como una especie de óvalo, que realmente incluye al ser humano dentro de ella. De los diversos sentimientos experimentados con respecto a esta parte del cuerpo etérico, se adquiere gradualmente un sentimiento, una impresión interna del cuerpo etérico, como de una forma externa.
Y luego el cuerpo etérico aparece como si tuviera varios matices, y en esta parte surge la impresión de estar en una especie de aura azulada o azul-violeta. Esta parte, que corresponde a la cabeza, es azulada o de color azul violeta según la naturaleza de la persona, pero gradualmente se desvanece por debajo y adquiere un color verdoso. La parte del medio es claramente de color rojo amarillento, cuando uno percibe el color, y la parte inferior tiene tonos claramente rojizos a rojo oscuro, pero se extiende y a menudo se extiende mucho.
Ahora las fuerzas que trabajan en estas cuatro partes difieren de forma evidente de modo que las sensaciones internas que producen no son muy definidas; pero al mirar este aura exterior clarividentemente desde afuera, las fuerzas en él parecen comprimir la parte superior; y mirándolo desde afuera, se da la impresión de que la parte etérica de la cabeza es exactamente de la misma forma, solo que un poco más grande. Esto se aplica también a la parte media. Cuanto más bajamos, menos se da el caso. Pero a través de las fuerzas que trabajan una sobre otra, visto desde afuera, la impresión es que el cuerpo etérico es una especie de cimiento-forma del cuerpo físico, pero que se proyecta hacia un cierto espacio más allá de él. En la parte inferior, la sensación de similitud entre el cuerpo físico y el cuerpo etérico se pierde gradualmente.
Por lo tanto, deben tener en cuenta que la experiencia interna del cuerpo etérico es diferente en carácter del cuerpo etérico manifestado externamente a la observación del vidente. Esto debe tenerse en cuenta claramente. Cuando más tarde en el desarrollo esotérico aprendan a considerar el estado de ánimo, de acuerdo con los temperamentos fundamentales basados en el cuerpo etérico y descritos en la última conferencia, parecerá que, con respecto a la parte más baja del cuerpo etérico, allí la sensación se percibe como de naturaleza colérica. Por lo tanto, los diversos temperamentos deben distinguirse en las diversas partes de nuestros cuerpos etéricos. La parte superior del cuerpo etérico es de naturaleza melancólica, la parte media alterna entre flemática y sanguínea, y la inferior tiene un tono colérico. Y les ruego definitivamente que noten que esta descripción se aplica al cuerpo etérico. No considerar esto cuidadosamente, lleva fácilmente a caer en el error si estos asuntos se toman externamente. Pero el estudiante que toma esto cuidadosamente en cuenta se sorprenderá enormemente por la concordancia de lo que se ha evidenciado con ciertos fenómenos de la vida. Estudiemos por un momento a una persona colérica; es muy interesante hacerlo.
De acuerdo con lo que acabamos de decir, en el caso de la persona colérica, la parte inferior del cuerpo etérico sería sobresaliente; predominaría sobre las otras partes. De esta manera, se muestra que la persona es colérica. Las otras partes también están desarrolladas, por supuesto; pero la parte inferior sería particularmente prominente. Pues bien,cuando la parte inferior del cuerpo etérico, como cuerpo etérico, está particularmente desarrollada y tiene allí sus vigorosas fuerzas, es siempre evidente algo más, es decir, el cuerpo físico la recibe en menor medida en estas partes, manifiesta una cierta falta de desarrollo en las partes que subyacen a esta porción del cuerpo etérico. El resultado de esto en casos coléricos pronunciados, aquellos, por ejemplo, que son fieles al patron característico, es que el estado anatómico de ciertos órganos que corresponden a esta parte del cuerpo etérico se desenvuelven mal. Por favor, lean acerca de la condición anatómica de Napoleón, y les sorprenderá la prueba que presenta de lo que les estoy diciendo. Solo cuando comencemos a estudiar estos lados ocultos de la naturaleza humana, realmente aprenderemos a comprenderlo.
Ahora pueden hacerse la pregunta: ¿Cómo concuerda lo que se dijo en la última conferencia con lo que se ha dicho hoy? Concuerda perfectamente. Luego hablamos de los cuatro temperamentos; estos están predeterminados por las fuerzas del cuerpo etérico. Y, de hecho, la vida del cuerpo etérico está relacionada con el tiempo de la misma manera que la división en miembros, la diferenciación, está relacionada con el espacio. El cuerpo físico se vuelve más penetrantemente vivo en el espacio, diferenciando a sus varios miembros por así decirlo; el cuerpo etérico se vuelve más vivo, ya que sus partes se diferencian en el tiempo; es decir, dado que la vida temporal en su orden consecutivo es comprensivamente experimentada en sus partes y miembros independientes. La característica fundamental de la persona melancólica es que siempre lleva dentro de sí algo que ha experimentado en el tiempo, un pasado. Quien es capaz de comprender el cuerpo etérico del melancólico encuentra que siempre tiene dentro de sí las vibraciones posteriores de lo que experimentó en tiempos pasados. Ahora no me refiero a lo que aquí se menciona en el caso del cerebro humano, que se refiere a los tiempos primitivos, sino a lo que generalmente se llama melancolía; la vida etérica de la cabeza se remueve particularmente en un tiempo definido, en la juventud, digamos; y luego de haber sido así removida, está tan fuertemente influenciada, que en el curso posterior de la vida el melancólico todavía lleva consigo en su cuerpo etéreo las vibraciones que se imprimieron en su juventud, mientras que con el no melancólico estas vibraciones pronto cesan. En el caso de una persona flemática o sanguínea, hay una especie de flotación con el tiempo; pero en la persona flemática hay, por así decirlo, una flotación perfectamente uniforme con la corriente del tiempo, mientras que la persona sanguínea oscila entre una experiencia interior más rápida o más lenta con respecto a la corriente del tiempo que fluye externamente. Por otro lado, la persona colérica se resiste, y esa es la peculiaridad, el tiempo que se aproxima y que nos llega, por así decirlo, desde el futuro. La persona colérica en cierto sentido rechaza el tiempo y rápidamente se libera de las vibraciones que el tiempo provoca en su cuerpo etérico. En tanto, la persona melancólica lleva dentro de sí el mayor número de vibraciones posteriores de experiencias pasadas, la persona colérica es justo al revés. Si toman la ilustración algo grotesca de la pelota bien inflada, que se comparó con el cuerpo etéreo del colérico, también pueden usar esa ilustración aquí. El balón solo queda impresionado con dificultad por los eventos consecutivos; los rechaza, y por lo tanto no permite que los eventos que vienen en la corriente de tiempo dejen fuertes vibraciones dentro de él. Por lo tanto, el colérico no los lleva por mucho tiempo dentro de si. La persona melancólica que permite que los eventos trabajen muy profundamente en su cuerpo etérico, durante mucho tiempo debe soportar las vibraciones del pasado que lleva consigo hacia el futuro.
Para comprender el cuerpo etérico y el cuerpo físico, es bueno concebir que el cuerpo físico sea preeminentemente un cuerpo espacial, y el cuerpo etérico sea preeminentemente un ser temporal. No entendemos en absoluto el cuerpo etérico si lo consideramos solo como un ser en el espacio. Y un dibujo como el que está ante ustedes es realmente solo una especie de representación pictórica en el espacio de la vida del cuerpo etérico, fluyendo en el tiempo y teniendo su existencia en el tiempo. Como la vida del propio cuerpo etérico sigue su curso en el tiempo y es una vida temporal, por esta razón también sentimos el tiempo con nuestro cuerpo etérico, es decir, experimentamos la corriente externa de eventos en el tiempo.
Cuando un hombre pasa por un desarrollo oculto, también experimenta otra corriente de eventos en el tiempo. En la vida ordinaria, esta corriente de eventos apenas se percibe; pero pronto se percibe a medida que el alma se desarrolla más. Es decir, el transcurso del día. Porque de alguna manera los Espíritus del curso anual también trabajan con fuerzas menores en el transcurso del día. ¡Es el mismo sol el que condiciona el curso del año y el del día! Aquel que ha pasado por un desarrollo esotérico pronto encontrará que existe una relación entre su cuerpo etérico y lo que sucede en el éter externo que su actitud hacia los Espíritus de la mañana, los Espíritus del mediodía y los de la tarde es diferente en cada caso. Los espíritus de la mañana nos afectan tanto que nos sentimos estimulados en nuestro cuerpo etérico a una actividad que se inclina más hacia el intelecto, hacia la razón, que puede pensar sobre lo que se ha experimentado, lo que puede trabajar más con el juicio sobre lo que ha sido observado y aún permanece en la memoria. A medida que se acerca el medio día, estos poderes de juicio declinan gradualmente; entonces un hombre siente los impulsos de la voluntad más activos interiormente. Aunque hacia el mediodía el alumno comienza a ser menos capaz de trabajar en lo que respecta a sus fuerzas externas que en la mañana, las fuerzas de su voluntad, por dentro, son más activas. Y hacia la noche llegan las fuerzas productivas que están más conectadas con la imaginación. Por lo tanto, los seres espirituales que envían sus fuerzas en las condiciones del éter de vida de la tierra difieren en cuanto a los deberes que deben realizar.
Podemos estar convencidos de que cuanto más superemos los sentimientos materialistas que pertenecen a nuestra época, más nos daremos cuenta de que debemos aprender a tener en cuenta la adaptación del cuerpo etérico a la secuencia del tiempo. Llegará un tiempo en que se considerará curioso que en la escuela deba ser estudiado un tema en la mañana, que hace afirmaciones especiales sobre los poderes de la imaginación. En el futuro, esto se considerará tan extraño como lo sería hoy si alguien se pusiera un abrigo de piel en agosto y una prenda ligera a mediados de invierno. Es cierto, todavía estamos muy lejos de este día; pero llegará antes de lo que la gente realmente piensa. Llegará un día en que será la costumbre habitual (habrá una vez más una diferencia entre el verano y el invierno), llegará un momento en que las personas verán que es una tontería organizar las horas de clase que hace que se dispongan durante varias horas trabajar en la mañana, para dejar varias horas libres a la mitad del día y luego dedicar varias horas nuevamente a trabajar por la tarde. Tal vez esto no se considere práctico de acuerdo con nuestra división actual del tiempo: pero vendrá el día en que se preste atención a los requisitos de la naturaleza humana. Las horas de la mañana se dedicarán a las matemáticas, las horas de la tarde a la poesía. Ahora estamos viviendo en una época en la que, en razón de la visión materialista que ahora está en su apogeo, la comprensión de estas cosas está completamente desbordada; de modo que en la actualidad, aquello que un día, cuando se tiene en cuenta la naturaleza completa del hombre, nos parecería lo más razonable, ahora parece ser lo más necio.
Otro resultado será que durante el invierno, a través del desarrollo esotérico, sentiremos más y más que no estamos tan encerrados en nosotros mismos, en nuestro cuerpo etéreo interno, como lo estamos durante el verano, sino que estamos más conectados con el Espíritu directo de la tierra. La diferencia es tan sentida que durante el verano decimos: 'Ahora estamos viviendo con los Espíritus que han obrado en nosotros desde tiempos inmemoriales, cuyo trabajo llevamos dentro, mientras que el Espíritu directo de la Tierra está más lejos de nosotros. En invierno, las vibraciones internas, que desde la antigüedad hemos llevado con nosotros, especialmente en la cabeza, se volverán más silenciosas; nos sentiremos conectados con el Espíritu de la Tierra; aprenderemos a entender que el Espíritu de la Tierra está despierto en invierno. Así como en verano duerme, por consiguiente en invierno despierta. Durante el verano, el Espíritu de la Tierra ve brotar la vida vegetal, de la misma manera que el hombre durmiente ve las fuerzas vegetativas brotar en su propio cuerpo. Durante el invierno se retiran, justo igual que cuando el hombre está despierto, estas fuerzas vegetativas en el cuerpo humano se retiran. En invierno, el Espíritu de la Tierra está despierto; la tierra está unida, por así decirlo, con el Espíritu que despierta, así como un ser humano durante su período de vigilia se une con su Espíritu despierto. La consecuencia es que cuando a través de una vida esotérica el alumno se vuelve sensible a ella, aprende a sentir que en verano debe pensar, debe elaborar sus pensamientos, pero no sus inspiraciones. Estos provienen de lo que está dentro, del cuerpo etérico independiente. En invierno uno, sin embargo, se inspira más fácilmente en los pensamientos que en verano, de modo que el pensamiento humano en invierno funciona más como una inspiración que en verano. En un sentido particular, el pensamiento humano fluye tan fácilmente en el invierno que proviene de sí mismo, en cierto modo. Por supuesto, estas condiciones se combinan de diversas maneras. Pueden tomar una forma bastante individual en ciertas personas, de modo que si una persona está más inclinada a tener pensamientos que tienden a lo suprasensible, esto puede revertirse. A través del hecho de que durante el verano es más fácil producir estos pensamientos de lo suprasensible, puede ocurrir exactamente lo contrario. Pero en lo que respecta a la experiencia del cuerpo etérico, lo que acabo de decir es válido.
Esta vida particular en simpatía con el principio etérico externo se vuelve más perceptible cuanto más progresa el estudiante en su desarrollo esotérico. Y si desea desarrollar su cuerpo etérico de la manera correcta, debe gradualmente, de la misma manera que primero tuvo que suprimir la percepción sensible, también cerrar sus pensamientos; debe cerrar especialmente su pensar abstracto y pasar gradualmente al pensamiento concreto y pictórico; del pensar debe pasar al pensamiento, y luego debe dejar de pensar en absoluto. Pero cuando presenta una conciencia vacía, y permite que cese todo pensamiento, de la manera descrita en la segunda parte de mi libro, La ciencia oculta un bosquejo, siente que el pensamiento que vive dentro de él desaparece, y lo que ha producido previamente por su esfuerzos como su pensar se desvanece; y en su lugar se siente maravillosamente animado por pensamientos que fluyen hacia él como procedentes de mundos desconocidos para su beneficio especial. Es una transición en la vida del alma humana que puede describirse diciendo, "Ruego que no malinterpreten la expresión", que el alumno deja de ser inteligente y comienza a hacerse más sabio. Una idea muy definida puede relacionarse con esto. La astucia, que se adquiere interiormente a través del poder del criterio, la habilidad, (una posesión terrenal), desaparece. La actitud interna del alumno es tal que no la valora especialmente, ya que poco a poco siente brillar en él una sabiduría dada por Dios. "Ruego nuevamente que no malinterpreten la expresión"; porque esta experiencia le permite a uno usar la expresión sin arrogancia, usarla con toda humildad y modestia. Con respecto a la sabiduría dada por Dios, el estudiante constantemente se vuelve más y más humilde. Realmente solo podemos sentirnos orgullosos y arrogantes por la astucia propiamente adquirida, y por la llamada habilidad, pero cuando uno pasa por esta experiencia uno gradualmente siente como si esta sabiduría, esta sabiduría dada por Dios, fluyese hacia el cuerpo etérico de uno y lo llenase. Es muy importante tener esta experiencia, ya que afecta al estudiante de una manera peculiar; luego siente que la vida se va, flotando en el fluir del tiempo. Y la corriente de la sabiduría es algo que viene hacia él, algo que, se derrama en él como una corriente que avanza; y realmente siente esta afluencia -como se describe pictóricamente- como corrientes, pero corrientes que fluyen contra el curso del tiempo, que entran por la cabeza y se vierten en el cuerpo y son atrapadas por él.
Lo que acabo de describir se desarrolla gradualmente en una experiencia muy definida. El estudiante ya no se siente en el espacio; porque aprende a sentir el cuerpo etérico, que es un ser temporal; aprende a avanzar en el tiempo y a encontrarse continuamente, por así decirlo, con los Seres Espirituales que vienen hacia él desde el otro lado del cosmos, que vienen hacia él desde el futuro y le otorgan sabiduría. El sentimiento de recibir esta sabiduría solo puede alcanzarse cuando el desarrollo esotérico u oculto ha sido dirigido de tal manera que uno ha desplegado un sentimiento que el alma pone en juego de manera especial sobre todos los eventos futuros; cuando uno ha desarrollado la compostura con respecto a lo que el futuro puede traernos, es decir, lo que la experiencia constante nos trae. Si todavía nos acercamos a lo que la experiencia nos trae con fuertes dosis de simpatía y antipatía, si aún no hemos aprendido a tomar el Karma con seriedad; es decir, si no hemos aprendido a aceptar lo que el Karma trae y lo soportamos con paciencia, entonces todavía no podemos tener esa perceptividad especial para la sabiduría que fluye hacia nosotros; porque solo de la experiencia que se experimenta con calma allí es diferenciada en nuestro ser la corriente de sabiduría brillante y entrante. Esta perceptividad marca un punto muy definido en nuestra experiencia esotérica, el punto al que venimos, y que realmente solo podemos alcanzar cuando, con devota gratitud y tranquilidad, recibimos cada experiencia que nos llega. El cambio de nuestro cuerpo etérico que tiene lugar en un verdadero desarrollo esotérico nos permite hacer esto, porque, entre otros requisitos para el desarrollo, también se espera que adquiramos tranquilidad y una verdadera comprensión de nuestro Karma, de modo que no atraigamos mediante la simpatía y antipatía lo que está por venir, o nos resistamos a lo que nos concierne, sino que aprendamos a soportar nuestro Karma como una corriente constante de experiencia. Este aprendizaje de llevar nuestro Karma forma parte de nuestro desarrollo esotérico, y es esto lo que nos permite transformar nuestro cuerpo etérico de modo que gradualmente aprenda más y más a percibir la vida etérea externa que lo envuelve.
Traducido por Julio Luelmo ago, 2015

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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919