GA145 La Haya 24 de marzo de 1913 El efecto del desarrollo oculto sobre el yo y las envolturas del hombre Transformación del juicio, el sentir y la voluntad. Transformación del sano poder del juicio en sano mirar. Adquisición de un concepto interior del tiempo.

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Rudolf Steiner

Conferencia V
La Haya 24 de marzo de 1913


Este ciclo de conferencias debe ser considerado, con razón, como una explicación de ciertas experiencias por las que atraviesa el estudiante, tales como los cambios producidos en él por su desarrollo esotérico, o, podríamos decir, Antroposófico; de modo que lo que se describe realmente debe considerarse como algo que realmente se puede experimentar durante tal desarrollo. Naturalmente, solo se pueden explicar experiencias excepcionales, experiencias típicas, por así decirlo; pero de la descripción de estas experiencias características podemos obtener una idea de muchas otras cosas que debemos notar en el curso del desarrollo.
En la última conferencia hablamos principalmente del hecho de que el estudiante adquiere una gran sensibilidad con respecto a lo que sucede en el éter de vida externo, o en el éter en su conjunto. Estas experiencias están relacionadas con muchas otras cosas, y una que debemos observar especialmente es la experiencia que tenemos con respecto a nuestra capacidad de juicio. Como seres humanos, estamos tan ubicados en el mundo que, en cierta manera, juzgamos las cosas con las que nos encontramos, nos formamos ideas sobre las cosas; consideramos que una cosa es correcta y otra incorrecta. La capacidad de una persona para juzgar depende de lo que se conoce como sagacidad, astucia o discernimiento. Esta sagacidad, esta astucia, este discernimiento, a lo largo de su desarrollo, gradualmente se va situando bajo una luz diferente. Esto ya fue brevemente indicado en la última conferencia. El estudiante encuentra cada vez más que para los asuntos reales de la vida espiritual superior, esta astucia o sagacidad carece del más mínimo valor, aunque debe traer la mayor cantidad de información posible al punto de partida en el plano físico si desea entrar en el camino hacia los mundos superiores. Y así, inevitablemente, se encuentra en una posición que puede fácilmente parecer insoportable a efectos prácticos; porque si bien necesita algo al principio para su desarrollo superior, cuando adquiere la cualidad necesaria, pierde su valor. Hasta cierto punto, el estudiante debe hacer todo lo posible por desarrollar una sólida capacidad de juicio aquí en el plano físico, que pondere los hechos cuidadosamente; pero una vez hecho esto, debe comprender claramente que durante su estadía en los mundos superiores esta capacidad de juicio no tiene el mismo valor que posee aquí abajo en el plano físico. Si el estudiante desea que sus sentidos superiores sean sólidos, deben proceder de una sana capacidad de juicio; pero para la visión superior, el juicio sano debe transformarse en una visión saludable.
Pero por mucho que podamos desarrollarnos, mientras tengamos que vivir en el plano físico, todavía somos seres humanos de este plano, y en este plano físico tenemos la tarea de desarrollar nuestra capacidad de juicio de una manera saludable. Por lo tanto, debemos tener cuidado de aprender a no mezclar la vida en los mundos superiores con la del plano físico. Quien desee hacer un uso directo en el plano físico de lo que experimenta en los mundos superiores se convertirá fácilmente en una persona visionaria e incompetente. Debemos acostumbrarnos a ser capaces de vivir claramente en los mundos superiores, y después, cuando salgamos de esa condición, retener de nuevo lo más firmemente posible lo que es adecuado para el plano físico. Debemos mantener cuidadosa y concienzudamente la doble actitud que demanda la doble naturaleza de la vida espiritual y física. Adoptamos la actitud correcta hacia el mundo a este respecto, si nos acostumbramos a no trasladar lo que pertenece a los mundos superiores al curso cotidiano de la vida; traer lo menos posible a los asuntos cotidianos, aquello que fácilmente puede tentarnos a decir, por ejemplo, cuando algo en una persona nos es antipático, que no podemos soportar su aura. En la vida ordinaria, cuando se habla de esto o aquello como antipático, es mejor seguir usando los términos ordinarios; es mejor a este respecto permanecer como nuestros semejantes en el plano físico, y ser tan respetuosos como sea posible en la vida ordinaria, en el uso de expresiones que solo tienen su aplicación verdadera cuando se usan para la vida superior. Debemos evitar cuidadosamente mezclar en las palabras de la vida cotidiana, ideas y concepciones que pertenecen a la vida superior. Esto tal vez parezca una especie de requisito pedante para cualquiera que, desde un cierto entusiasmo por la vida espiritual, digamos, encuentre necesario impregnar todo su ser con ella. Y sin embargo, lo que de manera corriente en la vida ordinaria puede parecer pedante, es un principio importante de entrenamiento para los mundos superiores. Por lo tanto, incluso si pareciera más natural describir la vida ordinaria en palabras que pertenecen a la vida superior, permítannos traducirlas al lenguaje más apropiado para el plano físico. Se debe hacer hincapié una y otra vez que estas cosas no son solo frases sin consecuencias, sino que están llenas de significado y poseen poder activo. Habiendo admitido esto, también podemos hablar sin prejuicio de que, en lo que respecta a la vida en los mundos superiores, la capacidad de juicio ordinaria, deja de ser útil y aprendemos a sentir, en cierta medida, que el tipo de inteligencia que teníamos antes está ahora en su final. Y una vez más, el alumno advierte (esta es una experiencia que se hace cada vez más frecuente) que nota su dependencia sobre la vida etérica del mundo, es decir, sobre el tiempo. ¿Cuántas veces encontramos en nuestra época concretamente, que las personas, incluso las más jóvenes, se acercan a todo lo que se puede aprobar en el mundo y piensan que cuando han adquirido cierta capacidad de juicio pueden emitir opinión sobre todo lo que existe, y especular sobre todo lo posible. En el desarrollo esotérico, la creencia de que uno puede especular sobre todas las cosas es arrancada del alma de raíz; porque luego notamos que nuestras opiniones son capaces de crecer y sobre todo, que necesitan madurar.
El alumno aprende a reconocer que si desea llegar a una opinión con la que él mismo puede estar de acuerdo, debe vivir un tiempo con ciertas ideas que ha adquirido, para que su propio cuerpo etérico pueda llegar a un entendimiento con ellas. Aprende que debe esperar antes de poder llegar a una determinada opinión. Sólo entonces se da cuenta del gran significado de las palabras: "Permite aquello que está en la naturaleza del alma" . Se vuelve realmente más modesto. Pero este "volverse modesto" es un asunto muy especial, porque no siempre es posible mantener el equilibrio entre estar obligado a formarse una opinión y ser capaz de esperar la madurez para tener una opinión sobre un tema, aunque el engaño sobre estas cosas es posible en grado sumo y porque realmente no hay nada mejor que la propia vida para poder explicar estas cosas. Un filósofo puede discutir con una persona que haya alcanzado un cierto grado de desarrollo esotérico con respecto a algún misterio cósmico o ley cósmica; si el filósofo solo puede formarse una opinión filosófica, necesariamente se creerá con derecho en lo que concierne al asunto y podemos entender que deba tener esta creencia; pero la otra persona sabrá muy bien que la cuestión no puede decidirse por la capacidad de juicio que posee el filósofo. Porque él sabe que también usó en otros tiempos esos mismos conceptos sobre los cuales el filósofo basa su opinión, pero les permitió madurar dentro de si, cuyo proceso hace posible tener una opinión sobre el tema; sabe que ha vivido con ellos, por lo que se ha hecho lo suficientemente maduro como para formar la opinión que ahora pronuncia en una etapa superior de madurez. Pero un entendimiento entre estas dos personas está realmente fuera de discusión y en muchos casos no puede producirse directamente; solo puede suceder cuando en el filósofo surge la sensación de esa necesidad de permitir que ciertas cosas maduren en su alma antes de permitirse opinar sobre ellas. Las opiniones, los puntos de vista deben combatirse, deben ganarse con esfuerzo, esto el alumno reconoce cada vez más. Adquiere un sentimiento profundo e intenso de esto, porque afianza el sentimiento interno del tiempo que está esencialmente relacionado con el desarrollo del cuerpo etérico. De hecho, gradualmente nota una cierta resistencia surgida en su alma entre la forma en que juzgaba anteriormente y la forma en que ahora juzga después de haber alcanzado cierta madurez en este asunto en particular; y se da cuenta de que la opinión que se formaba en el pasado y la opinión que ahora tiene se enfrentan como dos poderes y entonces advierte en sí mismo una cierta movilidad interior de lo temporal dentro de él; nota que lo anterior debe ser superado por lo posterior. Este es el amanecer en la conciencia de una cierta sensación del tiempo, que surge de la presencia de conflictos internos, que se producen mediante una cierta oposición entre lo anterior y lo posterior. Es absolutamente necesario adquirir esta sensación interna, esta percepción interna del tiempo, ya que debemos recordar que solo podemos aprender a experimentar lo etérico cuando adquirimos una idea interna del tiempo. Esto se desarrolla, teniendo siempre la sensación de que lo anterior se origina en nosotros mismos, en nuestro juicio, en nuestro conocimiento; pero que aquello que más tarde fluye hacia nosotros, por así decirlo, aquello que se derrama en nosotros, nos es concedido. Más y más claramente nos viene el sentimiento de lo que se describió en la última conferencia, a saber, que la astucia que brota de uno mismo debe separarse de la sabiduría que se adquiere mediante la entrega a la corriente que fluye hacia uno desde el futuro. Sentirnos llenos de pensamientos, en contraposición a nuestras experiencias anteriores de formar conscientemente los pensamientos por nosotros mismos - esto muestra el progreso. Cuando el estudiante aprende más y más a sentir que ya no forma pensamientos, sino que los pensamientos se piensan en él, cuando tiene este sentimiento es una señal de que su cuerpo etérico está desarrollando gradualmente el necesario sentimiento interior del tiempo. Todo lo que fue antes tendrá el atributo de ser algo formado egoístamente; todo lo que se logra madurándolo, tendrá la característica de quemar y consumir lo que el alumno ha hecho por sí mismo. Por lo tanto, el cambio gradual en su ser interno resulta ser una experiencia muy notable; se vuelve cada vez más consciente de que su propio pensar, sus propios procesos de pensamiento deben ser suprimidos porque son de poco valor, en comparación con su devoción a los pensamientos que fluyen hacia él desde el cosmos. La vida individual pierde, por así decirlo, una de sus partes, eso es extremadamente importante, pierde la parte que normalmente llamamos pensar personal, y solo queda el sentimiento personal y la voluntad personal. Pero estos también sufren un cambio al mismo tiempo que el pensar. El estudiante ya no produce sus pensamientos, sino que se piensan dentro de su alma. Con la sensación de que los pensamientos tienen su propio poder interno a través del cual ellos mismos piensan, surge una cierta fusión de sentimientos y voluntad. El sentimiento, podríamos decir, se vuelve más y más activo, y la voluntad se vuelve más y más aliada al sentimiento. La voluntad y el Sentir se relacionan más estrechamente entre sí de lo que estaban antes en el plano físico. Ningún impulso de la voluntad se puede formar sin el acompañamiento del desarrollo del sentir. Muchas de las acciones del estudiante producen dentro de él un sentimiento amargo, otras producen un sentimiento edificante. Con respecto a su voluntad, siente al mismo tiempo que sus propios impulsos de voluntad deben ajustarse de conformidad con sus sentimientos. Poco a poco descubre que los sentimientos que existen por el simple propósito del disfrute, dan lugar a una especie de reproche; pero los sentimientos que son percibidos como diciendo: "El alma humana debe proporcionar el campo de trabajo para tales sentimientos, deben experimentarse interiormente, de lo contrario no existirían en el universo"; tales sentimientos los encuentra gradualmente más justificables que otros. Se debe dar un ejemplo de inmediato, un ejemplo característico, para que lo que se quiere decir quede suficientemente claro; no es con el propósito de condenar nada, sino solo para expresar la naturaleza esencial de esta diferencia. Alguien puede encontrar placer teniendo buenas comidas. Cuando experimenta este placer, sucede algo dentro de él, esto es indiscutible. Pero no se experimenta ninguna consecuencia en el universo, en el cosmos, cuando un individuo experimenta este placer en una buena comida; no tiene mucha importancia para la vida general del mundo. Pero si alguien toma el Evangelio de San Juan y lee tan solo tres líneas de él, eso tiene una inmensa consecuencia para todo el universo; porque si de entre todas las almas de la tierra ninguna leyera el Evangelio de San Juan, toda la misión de la tierra no podría cumplirse; de nuestra participación en dichas actividades, fluyen espiritualmente las fuerzas que constantemente agregan nueva vida a la tierra en sustitución de la que muere dentro de ella. Debemos distinguir una diferencia entre experimentar el sentimiento egoísta ordinario y aquella otra en la cual estamos al menos proporcionando un campo para experimentar un sentimiento necesario para la existencia del mundo. Bajo ciertas circunstancias, un hombre puede hacer muy poco exteriormente, pero cuando en su alma desarrollada, sin perseguir ningún placer personal, es consciente de que a través de su sentimiento se da la oportunidad para que exista un sentimiento importante para la existencia universal; entonces él está haciendo una enormidad.
Por extraño que pueda parecer, también se puede decir lo siguiente: Hubo una vez un filósofo griego llamado Platón. Escribió muchos libros. Todo el tiempo que una persona solo viva con su alma en el plano físico, leerá estos libros para su propia instrucción. Tal instrucción externa tiene su significado para el plano físico, y es muy bueno hacer uso de todos los medios de instrucción en el plano físico, porque de lo contrario seguiríamos siendo estúpidos. Los logros obtenidos en el plano físico están ahí con el propósito de instruirnos. Pero cuando un alma se ha desarrollado esotéricamente y luego toma a Platón, podríamos decir, y lo lee de nuevo por una razón diferente; es decir, porque Platón y sus obras solo tienen un significado en la existencia terrenal si lo que ha escrito también es experimentado por otras almas; y el alumno lee no solo para instruirse a sí mismo, sino porque de ese modo se cumple un propósito.
Debe agregarse algo a nuestro sentimiento, permitiéndonos reconocer una diferencia entre el sentimiento egoísta, que se inclina más hacia el disfrute y el sentimiento desinteresado, que se nos presenta como un deber espiritual interno. Esto puede extenderse incluso a la vida externa y a la concepción externa de la vida; y aquí venimos a hablar sobre un punto que brilla, podría decirse, partiendo de lo individual a la experiencia social.
Cuando una persona familiarizada con los secretos del esoterismo observa lo que sucede en el mundo (cuantas personas desperdician su tiempo libre en lugar de ennoblecer sus sentimientos con lo que entra en la existencia terrenal desde las creaciones espirituales) podría llorar por la estupidez que ignora todo que en la vida humana fluye a través del sentimiento humano. Y a este respecto, debe observarse que cuando estas experiencias comienzan, aparece un egoísmo más delicado en la naturaleza humana. En las siguientes conferencias escucharemos cómo se asume este egoísmo más sutil con el propósito de superarse a sí mismo; pero al principio simplemente aparece como un egoísmo más sutil, y durante nuestro desarrollo antroposófico, descubriremos que aparece una especie de sed de gozar más alta, una sed de gozar de las cosas espirituales. Y, por más grotesco que parezca, es cierto que una persona que está experimentando un desarrollo esotérico puede en cierta etapa declarar, aunque no permita que esta conciencia se convierta en orgullo y vanidad, que todo lo que se encuentra ante él en la tierra en el camino de las creaciones espirituales debe ser disfrutado; está allí para su disfrute, por lo tanto le pertenece. Y gradualmente desarrolla un cierto impulso hacia tales disfrutes espirituales. En este sentido, el esoterismo no causará ningún daño en el mundo, porque podemos estar bastante seguros de que cuando aparezca tal deseo por las creaciones espirituales de la humanidad, no supondrá un inconveniente.



Como resultado de esto, aparece algo más. Gradualmente, el alumno siente en cierto modo el despertar de su propio cuerpo etérico, al darse cuenta de que siente que su propio pensar tiene menos valor, y al sentir la afluencia del pensamiento desde el cosmos, que está entrelazado con lo Divino. Él siente cada vez más cómo la voluntad y el sentimiento surgen de él mismo; comienza a sentir el egoísmo solo en su voluntad y en su sentimiento, mientras percibe los dones de la sabiduría, que siente fluir a través de ellos, como si lo conectara con todo el cosmos.
Esta experiencia está relacionada con otra. Comienza a sentir una actividad interna del sentir y de la voluntad, entretejida con simpatía y antipatía interior. Un sentimiento más sutil y delicado le dice que cuando él mismo hace esto o aquello es una falta de gracia, ya que tiene dentro de sí una cierta cantidad de sabiduría. De algunas otras, puede sentir que es correcto hacerlas, de acuerdo con su sabiduría. Aparece en los sentimientos una experiencia de auto control que surge naturalmente. Nos invaden sentimientos de amargura cuando sentimos un impulso de la voluntad que surge desde adentro, impulsándonos a hacer algo que no nos parece correcto, en vista de la sabiduría con la que ahora hemos aprendido a compartir. Este sentimiento amargo se percibe más claramente con respecto a las cosas que hemos dicho; y es bueno para quien se está desarrollando antroposóficamente que no pase desapercibido darse cuenta de cómo la totalidad de la vida interna del sentimiento puede ser refinada en este aspecto. Mientras que en el caso de una persona en la vida exotérica, cuando ha pronunciado ciertas palabras, cuando ha dicho una cosa u otra, ese asunto queda zanjado ; en el caso de una persona que ha experimentado un desarrollo antroposófico, se produce una sensación posterior clara con respecto a lo que ha dicho; siente algo así como una vergüenza interior cuando ha expresado lo que no está bien en un sentido moral o intelectual; y algo así como una especie de agradecimiento, no satisfacción consigo mismo, cuando está en condiciones de expresar algo que está en conformidad con la sabiduría que ha alcanzado. Y si siente, y por esto, también, adquiere una delicada sensibilidad, que algo así como una auto satisfacción interior, una auto complacencia consigo mismo surge cuando ha dicho algo que es correcto, eso es una señal de que todavía posee demasiada vanidad, lo cual no es bueno en su desarrollo. Aprende a distinguir entre el sentimiento de satisfacción que sigue cuando ha dicho algo con lo que puede estar de acuerdo, y la auto complacencia que no tiene valor. Debe tratar de no permitir que surja este último sentimiento, sino solo desarrollar el sentimiento de vergüenza cuando ha dicho algo falso o no moral, y cuando ha logrado decir algo apropiado para la ocasión, desarrollar un sentimiento de gratitud por la sabiduría en la que ahora tiene parte y a la que no reclama como suya, sino que recibe como un regalo del universo.
Poco a poco el alumno siente de esta manera con respecto a su propio pensar. Como ya se ha dicho, debe seguir siendo un hombre en el plano físico; y aunque no atribuya demasiado valor a los pensamientos auto-formados, aún debe formarlos; pero este auto pensar ahora cambia, tanto que lo mantiene bajo el auto control que acabamos de describir. Con respecto a un pensamiento, del cual puede decir: 'Lo he pensado y está en consonancia con la Sabiduría'; con respecto a este pensamiento, desarrolla un sentimiento de gratitud hacia la Sabiduría. Un pensamiento que surge como un pensamiento incorrecto, feo y no moral conduce a un cierto sentimiento interno de vergüenza, y el estudiante siente: "¿De verdad puedo seguir siendo así? ¿Es posible que todavía tenga egoísmo suficiente para pensar esto, frente a la Sabiduría que ha entrado en mí? "Es extremadamente importante para él sentir este tipo de auto control en su ser interior. La peculiaridad de este auto control es que nunca llega a través del intelecto crítico, sino que siempre aparece en el sentimiento, en la percepción. Prestemos gran atención a esto, mis queridos amigos: un hombre que es solo inteligente, que solo posee el juicio de la vida exterior, que es crítico, nunca puede llegar a lo que ahora estamos hablando; para esto debe aparecer como sentimiento. Cuando ha adquirido este sentimiento, cuando surge como si fuera de su propio ser interior, se identifica con este sentimiento de vergüenza o agradecimiento, y siente que su propio ser está relacionado con este sentimiento. Y si tuviera que hacer un diagrama de lo que se experimenta así, es como si uno sintiera la sabiduría fluyendo desde arriba, viniendo hacia uno desde arriba, entrando en la cabeza por delante y luego llenándonos desde arriba hasta abajo. Por otro lado, un estudiante siente que, como si procediera de su propio cuerpo, fluye hacia esa sabiduría un sentimiento de vergüenza, de modo que se identifica con este sentimiento y se dirige a la sabiduría como algo dado desde el exterior; y siente dentro de sí una región en la que este sentimiento, que ahora es el ego, se encuentra con la sabiduría inherente otorgada.
El alumno puede experimentar internamente la región donde se encuentran ambos. Sentir este encuentro, evidencia una experiencia interior correcta del mundo etérico; experimenta los pensamientos que pulsan desde el mundo etérico externo, porque es la sabiduría que fluye hacia él desde el mundo etérico externo la que presiona y la que se percibe por medio de los dos sentimientos: ese es el mundo etérico percibido correctamente. Y cuando él lo percibe así, por consiguiente, asciende hasta los Seres superiores que solo descienden hasta un cuerpo etérico y no a un cuerpo físico humano. Por otra parte, puede experimentar este mundo etérico erróneamente, en cierto sentido. El mundo etérico se experimenta correctamente entre el pensar y el sentir, de la manera que acabamos de describir. La experiencia es puramente un proceso interno en el alma. El mundo elemental o etérico puede experimentarse erróneamente si se experimenta en el límite entre la respiración y nuestro propio cuerpo etérico. Si el alumno realiza ejercicios de respiración demasiado pronto, o de forma incorrecta, gradualmente se convierte en testigo de su propio proceso de respiración. Con el proceso de respiración del cual es entonces consciente (el acto de respirar normalmente pasa desapercibido), puede adquirir una respiración que se perciba a sí misma. Y este sentimiento puede estar asociado con una cierta percepción del mundo etérico. Por medio de todo tipo de ejercicios de respiración, una persona puede obtener el poder de observar ciertos procesos etéricos que realmente están en el mundo externo, pero que pertenecen a los procesos psíquicos externos más bajos y que, si se experimentan demasiado pronto, nunca pueden dar la idea correcta del verdadero mundo espiritual.
Por supuesto, hasta cierto punto en la práctica esotérica también puede iniciarse un proceso de respiración regulado; pero este debe ser dirigido adecuadamente. En ese momento tiene lugar que percibimos el mundo etérico, como se ha descrito, en el límite entre el pensar y el sentir, y lo que así aprendemos a reconocer se fortalece solo cuando también llegamos a conocer los procesos etéricos más burdos que tienen lugar en la frontera. entre el mundo etérico y nuestros procesos de respiración. Porque el asunto es el siguiente: - Hay un mundo de genuina Espiritualidad superior, este lo alcanzamos a través de la interacción que tiene lugar -como hemos descrito- entre el saber y el sentir, allí llegamos a las obras realizadas en el mundo etérico por los seres que pertenecen a las jerarquías superiores. Pero hay un gran número de todo tipo de seres elementales buenos, malos, hostiles, horribles y peligrosos los cuales, si nos familiarizamos antes de tiempo, se entrometen con nosotros como si realmente fueran un mundo espiritual valioso, mientras que ellos no son más que, en cierto sentido, los residuos más bajos de los seres del mundo espiritual. Quien desee penetrar en el mundo espiritual debe familiarizarse con estos seres, pero no es bueno familiarizarse con ellos de buen principio. Porque la peculiaridad es esta: que si una persona se familiariza con estos seres al principio, sin atravesar el difícil camino de su propia experiencia interna, se encariña con ellos, tiene un asombroso apego por ellos; y entonces puede ocurrir que un hombre que así se eleva al mundo espiritual de una manera incorrecta, especialmente a través de un, (se puede llamar) entrenamiento físico, un cambio en los procesos de respiración, describiría ciertas cosas pertenecientes a este mundo espiritual, como se le aparecen a él. Los describiría de tal manera que muchas personas podrían pensar que son extremadamente bellos, mientras que para el ocultista que los percibe en la experiencia interna, pueden ser horribles y repugnantes. Tales cosas son bastante posibles en la experiencia del mundo espiritual.
No necesitamos hablar aquí de otros procesos que una persona puede practicar como entrenamiento, y mediante los cuales puede entrar en mundos malignos, porque en el Ocultismo es costumbre no hablar de lo que uno llega a conocer como la escoria del mundo espiritual. . No es necesario que entremos espiritualmente en ese mundo; por lo tanto, no resulta práctico hablar de los métodos que van aún más abajo que los procesos de respiración. Incluso el proceso de respiración, cuando no se hace de la manera correcta, realmente conduce hacia esos seres de escoria, que de hecho debemos llegar a conocer, pero no al principio, ya que entonce nos enamoramos de ellos, lo que no debería ser. Solo obtendremos un punto de vista verdadero y objetivo con respecto a su valor cuando hayamos penetrado en el mundo espiritual desde el otro lado.
Si el estudiante ahora comienza de esta manera a sentir que fluyen de sí mismo, por así decirlo, sentimientos receptivos hacia la sabiduría, el sentimiento de vergüenza y el sentimiento de gratitud; si estos sentimientos receptivos surgen, por así decirlo, de su propio organismo, entonces se familiariza así por primera vez de la manera más elemental con algo de lo que debe aprender más en el curso de su desarrollo oculto posterior. En la última conferencia señalamos que en el curso de nuestra experiencia gradual de lo etérico tomamos conciencia de lo que está activo en la parte etérica de nuestro cerebro, los Amshaspands, a los que se hace referencia en las enseñanzas de Zaratustra. En cuanto a nuestras ideas, podemos decir también: allí aprendemos al principio a formarnos una idea de los seres arcángeles activos y lo que tienen que hacer en nosotros. A través de lo que está aquí almacenado, a través de lo que aquí surge dentro de nosotros como sentimiento de agradecimiento o vergüenza, que tiene un carácter personal porque proviene de nosotros mismos, a través de esto obtenemos la primera concepción primaria elemental de lo que se llama el Archai o Fuerzas primarias; porque experimentamos de la primera manera más elemental de la manera descrita lo que las fuerzas Primarias producen en nosotros. Mientras que el estudiante -cuando comienza a experimentar en el etérico- primero experimenta a los Arcángeles en su cabeza de manera vaga, uno podría decir que, en sus actividades, en su labor etérica, experimenta en aquello con lo que la sabiduría entra en contacto con él, y que reacciona a él, las fuerzas Primarias impregnadas con algo parecido a la voluntad, no del todo de su naturaleza, sino de las fuerzas Primarias que han entrado en él y trabajan en la personalidad humana. Cuando aprende a sentir de esta manera, gradualmente obtiene una idea de lo que los ocultistas quieren decir cuando dicen: En aquella encarnación primigenia de nuestra tierra, el Antiguo Saturno, lo habitaban las Fuerzas Primarias o los Espíritus de la Personalidad en su etapa humana, por así decirlo. En aquel tiempo, estas Fuerzas Primarias o Espíritus de la Personalidad eran humanos. Ahora se han desarrollado más y, al hacerlo, han alcanzado la capacidad de trabajar desde el mundo suprasensible. ¿Y cómo se manifiesta en el tiempo presente, en nuestro período terrestre, este poder que han adquirido a través del progreso de su evolución hasta la tierra? Han alcanzado la capacidad de poder trabajar desde lo suprasensible sobre nuestra propia naturaleza corporal, y así trabajar en nuestra envoltura, que producen fuerzas en nuestro cuerpo etérico manifestándose de la manera descrita. Han puesto estas fuerzas en nosotros, y si hoy en día sentimos, si estamos tan organizados que podemos desarrollar en nosotros mismos los sentimientos de gratitud y vergüenza antes mencionados como un proceso natural interno (y esto puede convertirse en nuestra propia experiencia), debemos admitir: que esto puede convertirse en una experiencia interna, que nuestro cuerpo etérico debería palpitar de esta manera, y responder de esta manera a la Sabiduría; con esta finalidad las fuerzas Primarias han derramado fuerzas en el cuerpo etérico. De la misma manera, el hombre mismo en encarnaciones futuras de nuestra tierra alcanzará la capacidad de imprimir capacidades como estas en las envolturas correspondientes de otros seres, que estarán por debajo de él; imprimiéndoselas en su ser interior. Lo que el hombre debe saber con respecto a los mundos superiores se obtendrá gradualmente mediante la experiencia interna, al ascender, al pasar de la experiencia física a la etérica.
Tratemos de dejar estos temas aún más claros. En el antiguo Saturno, como ustedes saben, el calor era la condición física más densa, por así decirlo, la única condición física que se había alcanzado hacia la mitad del período de Saturno. Y pueden leer en mi libro, La ciencia oculta un bosquejo, que las actividades de Saturno en lo físico eran corrientes de calor y frío. También podemos hablar de estas corrientes de calor y frío desde el aspecto psíquico del alma, y decir: el calor fluía en las corrientes, pero este calor era la gratitud fluyendo de los Espíritus de la Personalidad; o este flujo de calor que se movía en una dirección diferente era la sensación de vergüenza de los espíritus de la personalidad. Lo que gradualmente debemos adquirir es la capacidad de relacionar lo físico con la actividad moral; porque cuanto más nos adentramos en los mundos superiores, más estrechamente están relacionadas estas dos cosas: el acontecimiento físico, que luego deja de ser físico, y la moral, que luego fluye a través del mundo con el poder de las leyes de la naturaleza.
Todo lo que acaba de describirse como algo que aparece en la experiencia interna a través del cuerpo etérico alterado, produce algo más en el alma humana. Este alma humana gradualmente comienza a sentir desazón por ser este hombre absolutamente individual, este ser humano único y personal. Es importante para nosotros aprender a notar esto; y es bueno notarlo como norma. Mientras menos interés se haya desarrollado previamente en esta etapa de desarrollo esotérico en lo que concierne a la humanidad en general, en lo que es común a la humanidad, más angustiado se encuentra uno al avanzar. Una persona que no ha desarrollado ningún interés en la humanidad en general, y sin embargo desea experimentar un desarrollo esotérico, se sentiría más y más como una carga. Por ejemplo, una persona a la cual le es posible ir a través del mundo sin empatia y camaradería ante lo que otro puede sufrir y disfrutar, que no puede identificarse con los otros, ni ponerse en el lugar de las almas de otros seres humanos, una persona así cuando progresa en el desarrollo esotérico, se siente como una especie de carga. Si a pesar de permanecer impasible ante la tristeza y la alegría humanas experimenta un desarrollo antroposófico, el estudiante arrastra consigo como un fardo pesado; y podemos estar bastante seguros de que su desarrollo teosófico simplemente permanecerá externo, un tema meramente intelectual, que tal persona simplemente está tomando la antroposofía como quien aprende un libro de cocina o alguna ciencia externa, a menos que sienta que es un mero peso, si a pesar de su desarrollo, no puede desarrollar un corazón que realmente sienta como propia, toda la tristeza y toda la alegría humana. Por lo tanto, es muy bueno si, durante un desarrollo antroposófico y oculto, ampliamos nuestros intereses humanos; y realmente no hay nada peor, que durante este progreso esotérico no tratemos de obtener una comprensión de cada tipo de sentimiento humano, sensación humana y vida humana. Por supuesto, esto no postula el principio, debe recalcarse una y otra vez, de que debamos pasar por alto todo los errores que se cometen en el mundo, sin críticas, porque eso sería una injusticia para el mundo; sino que postula algo más; mientras que antes del desarrollo esotérico podíamos sentir cierto placer al encontrar errores por algunos defectos humanos, este placer de encontrar defectos en otras personas cesa por completo en el curso del desarrollo esotérico. ¿Quién no conoce en la vida a personas a quienes les gusta hacer críticas muy pertinentes sobre los defectos de otras personas? No es que lo pertinente del juicio sobre los fallos humanos deba cesar, no, bajo ninguna circunstancia, debe tolerarse un acto como el cometido, digamos, por Erasmo de Rotterdam cuando escribió su libro El elogio de la locura; puede ser bastante justificable ser severo contra los errores cometidos en el mundo; pero en el caso de alguien que experimenta un desarrollo esotérico, cada palabra de censura que pronuncia o pone en marcha, le daña y le prepara cada vez más y mas dolor. Y el dolor por estar obligado a encontrar los defectos es algo que también puede actuar como un barómetro del desarrollo esotérico. Mientras más placer podamos sentir cuando nos veamos obligados a encontrar defectos o cuando descubramos que el mundo es ridículo, menos preparados estamos para progresar; y debemos obtener gradualmente una especie de sensación de que hay, desarrollándose más y más dentro de nosotros, una vida que nos hace ver estas locuras y errores en el mundo con ambos ojos, uno de los cuales sea crítico, y el otro lleno de lágrimas, uno seco y el otro mojado Esta división interna en partes, que se vuelve más independiente, por así decirlo, de lo que previamente estaba entremezclado, también forma parte del cambio experimentado por el cuerpo etérico humano.

Traducida por Julio Luelmo ago. 2015

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