GA222-5 Dornach, 18 de marzo de 1923 -La influencia sobre los pensamientos según el impulso espiritual que los sostiene

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 RUDOLF STEINER

El impulso del mundo espiritual sobre los acontecimientos históricos


Siete conferencias impartidas en Dornach del 11 y el 23 de marzo de 1923

 

QUINTA CONFERENCIA

Los seres humanos son llevados a desarrollar pensamientos libres a través de los Arcáis normalmente evolucionados, o a actitudes de pensamiento nacionalistas intempestivas a través de los Espíritus de la Forma que se han rezagado en su evolución.

Dornach, 18 de marzo de 1923

Mirando retrospectivamente lo que se ha presentado en las últimas conferencias sobre los sucesos, hechos y acciones en los mundos suprasensibles -todo ello era más o menos complementario de mi pequeño libro La Guía Espiritual del Hombre y de la Humanidad-, comprenderéis que es esencial darse cuenta de que en nuestra época se está produciendo un poderoso acontecimiento. Acontecimiento del cual dije que pertenece esencialmente al siglo IV d.C. y que consiste en que la administración de los pensamientos cósmicos fue transferida de los Espíritus de la Forma a los Espíritus de la Personalidad, los Archai o Fuerzas Primordiales. Si tenemos en cuenta toda la importancia, la importancia cósmica de este trascendental acontecimiento, podemos decir que consiste en darle a la humanidad, en el curso de su evolución, lo que debería ser suyo en nuestra actual Quinta época postatlante, la época de la evolución del Alma Consciente, es decir, la libertad interior, la posibilidad de que el individuo actúe desde su propio interior. 

Sabemos, por supuesto, que la evolución humana en la Tierra fue, en esencia, una especie de preparación para esta época, que debían establecerse primero los cimientos naturales en el individuo, para que, dentro de la esfera de lo que estos cimientos le han permitido llegar a ser, su alma pudiera progresar hacia la libertad. ¿Cómo se relaciona esto con el acontecimiento suprasensible anteriormente caracterizado?

Si nos hacemos una representación a grandes rasgos de este acontecimiento, podemos decir: por un lado, a partir de nuestro estudio del mundo suprasensible, nos damos cuenta de que los líderes espirituales destacados de la humanidad son los Seres que debemos llamar Espíritus de la Personalidad, Arcáis, pero que esos Arcáis han sido investidos por los Exusiai, espíritus de la forma, para administrar los pensamientos cósmicos. Estos Archais, a quienes el hombre debe en su evolución la posibilidad de formular pensamientos mediante los esfuerzos internos de su propia alma, se ven obstaculizados en su actividad por aquellos Seres que, como Exusiai, como Espíritus de la Forma, se han quedado rezagados en una etapa anterior de la evolución; son Seres que, como Espíritus de la Forma, no han cedido la administración de los pensamientos cósmicos. Y ahora, en esta época del Alma Consciente en la que vivimos desde el siglo XV d.C., el hombre se ve enfrentado a la gran elección en alguna de sus encarnaciones de decidirse definitivamente por la libertad o, lo que es lo mismo, de tener la posibilidad de esta libertad acudiendo a los legítimos Arcáis.

En efecto, vemos en nuestra época cómo los hombres se esfuerzan por liberarse de aquellos Seres espirituales que, como Exusiai, no quisieron ceder la administración de los pensamientos cósmicos. El papel que desempeñan estos Seres en la fase actual de la evolución de la humanidad nos resultará claro cuando nos demos cuenta del papel que, justificadamente, desempeñaron en épocas anteriores los Exusiai que entonces experimentaban un desarrollo normal.

En épocas anteriores los hombres no desplegaban sus pensamientos como tienen que hacerlo hoy. No desplegaban sus pensamientos mediante la actividad interior, el esfuerzo interior. Desplegaban los pensamientos dedicándose a la contemplación de la Naturaleza externa y, al igual que hoy percibimos los colores y los sonidos, percibían simultáneamente los pensamientos. Pero en épocas aún más antiguas, cuando los hombres se entregaban a la clarividencia instintiva e inconsciente, recibían, junto con las imágenes clarividentes, los pensamientos como un don de los mundos divino-espirituales. Los hombres no elaboraban sus pensamientos; los recibían. Era inevitablemente así en los tiempos antiguos.

Al igual que el niño debe desarrollar primero su naturaleza física, debe sentar primero las bases de lo que sólo posteriormente podrá aprender en la vida, así la humanidad en su conjunto sólo pudo alcanzar el desarrollo interior y activo de un mundo de pensamientos cuando este mundo de pensamientos hubo antes penetrado desde el exterior en el conjunto de su naturaleza.

Este período de preparación tuvo que ser vivido. Pero durante él el individuo nunca pudo decir realmente que estaba capacitado para convertirse en un ser libre. Pues, como puede verse en mi Filosofía de la Libertad, la condición básica de la libertad humana es precisamente que el hombre despliegue él mismo sus pensamientos en la actividad interior, y que de estos pensamientos autodesarrollados que en mi libro he llamado "pensamientos puros", extraiga también sus impulsos morales.

Tales impulsos morales, que brotan desde lo mas íntimo del propio ser humano, no existían ni podían existir en las épocas anteriores de la evolución de la humanidad. Los impulsos morales por aquel entonces tenían que ser impartidos junto con los pensamientos, que eran, por así decirlo, otorgados por Dios, como mandamientos que obligaban incondicionalmente y hacían al hombre no libre. Este aspecto del tema se presenta en La Filosofía de la Libertad: el paso de la humanidad de la esclavitud por medio de mandamientos que excluyen la libertad, a la acción por medio de la intuición moral que incluye la libertad.

Ahora bien, los Espíritus de la Forma son Seres que actúan siempre desde el exterior cuando provocan algo en el ser humano. Todos los estímulos del exterior que hacen que el individuo trabaje en su propio ser son la expresión de las acciones de los Espíritus de la Forma. Y, en definitiva, mientras los Espíritus de la Forma inculcaban los pensamientos cósmicos en el ser humano, los pensamientos le llegaban desde las piedras, las plantas o los animales como percepciones, o bien surgían de los instintos e impulsos en su interior. En aquella época los seres humanos flotaban, por así decirlo, sobre las oleadas de la vida, y las oleadas de la vida eran agitadas -pero también calmadas en la medida en que traían pensamientos- por los Espíritus de la Forma. Por lo tanto, lo que el ser humano tenía en su alma más íntima le llegaba desde el exterior. Por eso, en aquellos tiempos antiguos, el sentimiento del ser humano por sus Dioses era tal que se dirigía principalmente a ellos cuando buscaba las causas de los sucesos del mundo y de su propia vida. Cuando un ser humano hablaba de los dioses, lo hacía como si buscara en ellos las causas de su propia existencia en la Tierra y de las manifestaciones de la naturaleza en la Tierra. Siempre se remontaba a los Dioses como las causas primarias de las cosas. ¿De dónde vino el mundo? ¿De dónde vengo yo mismo? Estas eran las grandes preguntas religiosas de una humanidad anterior.

Si estudiáis los mitos antiguos, encontraréis siempre, también en el relato bíblico de la Creación, referencias a los mitos del Génesis, porque los hombres buscaban principalmente el origen del mundo, pero en realidad se detuvieron en este punto de su búsqueda.

Todo el estado de ánimo y la actitud del alma humana se debían a que en el mundo de sus pensamientos el ser humano dependía de los Espíritus de la Forma. Hasta el siglo IV d.C. y en sus secuelas hasta el siglo XV, los Espíritus de la Forma estaban, por así decirlo, plenamente legitimados en el orden del mundo -si se me permite esta expresión- para gobernar y dirigir los pensamientos cósmicos y promover el pensamiento, el desarrollo de los pensamientos, en el hombre desde el exterior.

Desde ese período las cosas han cambiado. Desde entonces los Exusiai, los Espíritus de la Forma, han cedido el gobierno de los pensamientos cósmicos a los Archai. Pero, ¿cómo ejercen los Archai este gobierno? Ya no es como si ellos mismos gobernaran los pensamientos, como si los introdujeran en el ser humano desde fuera; hacen posible que él desarrolle por sí mismo estos pensamientos. ¿Cómo puede ser esto? Esto se hace posible por la razón de que todos los seres humanos hemos pasado por una serie de vidas en la Tierra. En aquellos tiempos antiguos, cuando era correcto que los Exusiai trajeran los pensamientos desde el exterior, los seres humanos no habían vivido tantas vidas en la Tierra como ahora. Todavía no podían, incluso cuando despertaban el impulso para ello en sí mismos, producir una actividad propia para engendrar el poder de los pensamientos en su interior. Nosotros vivimos hoy en tal o cual encarnación terrenal. Y con tan sólo tener la voluntad necesaria para ello -pues depende de la voluntad- podemos encontrar en nosotros mismos la fuerza para producir nuestro propio mundo de pensamientos, un mundo individual de pensamientos, tal como lo he descrito también en La Filosofía de la Libertad. Tal es el Progreso que consiste en la transferencia del gobierno de los pensamientos por los Espíritus de la Forma al gobierno por los Espíritus de la Personalidad.

Los Espíritus de la Forma extraían estos pensamientos desde la reserva cósmica de pensamientos, para inculcarlos a los seres humanos desde el exterior. El hombre acogía los pensamientos cósmicos en su interior y se sentía como una criatura impulsada hacia adelante en las mareas y oleadas producidas en el cosmos por los Espíritus de la Forma. El mundo de los pensamientos dentro del cosmos transmitía su armonía al propio hombre. Pero el hombre era un ser no libre dentro del cosmos. Hoy en día ha adquirido la libertad de elaborar sus propios pensamientos, pero todos estos pensamientos permanecerían ermitaños en el cosmos si no hubieran sido tomados y devueltos a la armonía cósmica. Y en nuestra época esto viene a pasar a través del Archai.

Aquí se sientan las bases para la solución de esa escisión histórica inmensamente significativa que se ha producido en los tiempos modernos y que ha sumido a las almas humanas en una confusión tan infinita. ¿No percibimos esta escisión? Desde otros puntos de vista os he dicho a menudo que el ser humano aprende, por un lado, que todo el cosmos está impregnado de un orden de la naturaleza, que este orden de la naturaleza también interviene en el propio ser humano, que hubo una vez una nebulosa arquetípica de la que tomaron forma el sol y los planetas, y luego el propio ser humano. ¿No vemos, por un lado, el sistema de leyes cósmicas de la naturaleza al que el ser humano se siente unido? Y por otro lado, ¿no vemos cómo el ser humano, para conservar su verdadera dignidad humana, se ve impulsado, en su calidad de ser surgido de la naturaleza, a avivar en sí mismo el pensamiento de un orden moral del mundo para que sus impulsos morales no vuelen y se dispersen en el universo, sino que tengan realidad?

En el transcurso del siglo XIX, esta escisión se ha traducido una y otra vez en una cierta división filosófica. Piénsese en los conflictos religiosos que, dentro del protestantismo, se alían con la escuela de Ritschl. [nota 1] La mayoría de la gente no sabe nada de estos conflictos religioso-filosóficos como tales, ya que han tenido lugar dentro del estrecho marco de las escuelas teológicas o filosóficas. Sin embargo, lo que ocurre dentro de este estrecho marco no permanece dentro de sus límites. No es importante que vosotros o la humanidad en general sepáis lo que Ritschl pensaba sobre el orden moral-divino del mundo, o sobre la personalidad de Jesús. Pero lo que esas personas han pensado en el transcurso del siglo XIX sobre la personalidad de Jesús fluye y persiste en las enseñanzas impartidas a los niños de seis a doce años. Eso se convertirá, y de hecho se ha convertido, en una actitud universal del alma. Y aunque los hombres no se den cuenta de ello con total claridad, está presente en ellos como sentimientos vagos, como insatisfacción con la vida; y entonces pasa a la acción que debe traer eventualmente una era tan caótica como la que estamos viviendo ahora. Esta es la angustiosa cuestión que se plantea a la humanidad moderna; surge porque el hombre se ve obligado a decirse a sí mismo: Aquí está el mundo de la ley natural, habiendo salido de la nebulosa primigenia, alcanzando finalmente la entropía total, y por lo tanto dirigiéndose hacia una condición en la que todo lo de la naturaleza del alma y del Espíritu se habrá sumergido en un mundo que carece de toda movilidad y debe convertirse inevitablemente en un gran cementerio. Todos los ideales morales procedentes de la individualidad del hombre habrán perecido.

La gente no reconoce esto hoy en día porque no es lo suficientemente honesta para hacerlo. Pero todo lo que obtienen de la civilización moderna les llevaría inevitablemente a sufrir a causa de esta escisión inmensamente significativa en su visión del mundo, a sufrir -sólo que no se dan cuenta de ello- por estar sujetos a un mundo natural y también por estar obligados a suponer la existencia de un mundo moral, y sin embargo no tener ningún poder, a causa de la perspectiva moderna, para atribuir ninguna realidad a las ideas morales.

No era así para la humanidad de la antigüedad. Aquella humanidad más antigua consideraba que sus ideas morales provenían de los dioses. Eso era en los tiempos en que los Exusiai, los Espíritus de la Forma, inculcaban los pensamientos al hombre, incluyendo, por supuesto, las ideas morales. En aquella época el hombre sabía que, aunque la Tierra pereciera, los Seres divino-espirituales que extraen los pensamientos del mundo del cosmos estarían allí en el futuro. El hombre sabía que no era él quien elaboraba los pensamientos, que ellos estaban allí de la misma manera que están los procesos de la Naturaleza; por lo tanto, siempre debían existir, como los procesos externos de la Naturaleza.

Hay que tener muy claro que muchas personas, cada vez más numerosas, no pueden aceptar la vida. Algunos lo admiten ante sí mismos: posiblemente sean los mejores. Otros no lo admiten, y el caos mundial en el que hemos caído se debe a sus acciones.

Todo el caos, el desorden que existe hoy en día, es la consecuencia directa de esta escisión interior, de esta ignorancia de hasta qué punto el mundo moral tiene realidad. Los hombres prefieren obviar su comprensión de los grandes problemas del mundo, ya que no están dispuestos a obligarse a admitir dónde se encuentra realmente la escisión. Prefieren ignorarla.

Ahora bien, la brecha no puede ser sanada mediante lo que hoy llamamos civilización. Sólo se puede curar sobre la base de una visión espiritual del mundo que se busca a través de la Antroposofía. El hombre se da cuenta de la existencia de los Arcáis que ahora han recibido la tarea en el cosmos de vincular los pensamientos del hombre - que ahora surgen aisladamente en el alma - con los procesos del mundo en la debida disposición.

De una manera grandiosa e impresionante, el hombre vuelve a encontrar el fundamento del orden moral del mundo. ¿Cómo lo encuentra? No podría llegar a ser libre si fuera incapaz de sentir: La persona despliega sus pensamientos a partir de su propia individualidad; ella misma es la elaboradora de sus pensamientos.

Pero esto implica de inmediato que hemos arrancado nuestros pensamientos del cosmos. En la antigüedad era así:

Si dibujo el océano de los pensamientos cósmicos (amarillo) y el hombre en forma de diagrama (rojo), debo indicar lo que se ha depositado en cada hombre como su parte del mundo de los pensamientos cósmicos. El hombre se aferraba al mundo de los pensamientos cósmicos - éste descendió en él. El hecho de que esto pudiera tener lugar se debió a la acción de los Espíritus de la Forma.
En el curso de la evolución esto ha cambiado. Tenemos aquí el océano de los pensamientos cósmicos (amarillo), pero su gobierno ha pasado a los Arcáis. Si indico a los hombres individuales (abajo, rojo), sus pensamientos están desligados; ya no están conectados con los pensamientos cósmicos. Esto es inevitable, porque el hombre nunca podría ser un ser libre si no arrebatara su mundo de pensamientos al cosmos. Tiene que separar sus pensamientos para llegar a ser un ser libre, pero luego tiene que volver a unirlos con el cosmos. Lo que es necesario pues, es que el gobierno de estos pensamientos -que no es un asunto directo de la vida humana (verde) sino del cosmos- sea ejercido por los Arcáis, los Espíritus de la Personalidad.

Pero ahora, si pasamos al aspecto moral de estos pensamientos nos diremos: Cuando entremos en el mundo espiritual - ya sea a través de la puerta de la muerte o en el futuro de la Tierra o cuando sea - cuando entremos en el mundo espiritual nos encontraremos con los Espíritus de la Personalidad, los Arcáis. Entonces podremos percibir lo que les ha sido posible hacer con nuestros pensamientos que, al principio, en aras de nuestra libertad, estaban aislados dentro de nosotros mismos. Reconoceremos entonces nuestro valor y dignidad como hombres por lo que los Espíritus de la Personalidad han podido hacer con nuestros pensamientos. Y el pensamiento cósmico se convierte directamente en sensibilidad moral, en impulso moral.

Partiendo de la Antroposofía, el impulso moral puede surgir hoy en cualquier lugar si se capta correctamente, sólo que debe ser captado por todo el ser humano.

Si captamos este pensamiento, el pensamiento de la responsabilidad ante el Arcái debidamente evolucionado, si captamos realmente nuestra función espiritual en el cosmos, entonces también encontraremos el lugar que nos corresponde en nuestra época; seremos verdaderos humanos de nuestro tiempo. Y entonces miraremos de forma correcta lo que, de hecho, siempre está a nuestro alrededor: no únicamente un mundo de los sentidos, sino también un mundo espiritual. Consideraremos a los Arcáis como los Seres espirituales ante los cuales debemos ser responsables si, como miembros de la humanidad, experimentamos correctamente nuestra evolución en el curso del tiempo terrenal. Nos daremos cuenta de que, en la época actual, a lo que antes era el orden mundial necesario, todavía se opone todo lo que ha quedado de aquellos Espíritus de la Forma que siguen intentando gobernar los pensamientos cósmicos a la antigua manera. Y esta es la preocupación más importante de la civilización en nuestro tiempo. Las discusiones más profundas del hombre de hoy consisten en esto: a través de una actitud correcta hacia los Arcáis, los Espíritus de la Personalidad, llegar a ser verdaderamente libre para que también pueda adoptar la actitud correcta hacia los Espíritus de la Forma que hoy no están legitimados para ejercer el gobierno sobre los pensamientos cósmicos como antiguamente, pero que una vez fueron los gobernantes legítimos. Por un lado, encontraremos lo que dificulta la vida en el mundo, pero también encontraremos en todas partes caminos para salir de estas dificultades. Sólo que debemos buscar estos caminos como individuos libres. Porque si no tenemos voluntad para lograr un desarrollo libre de los pensamientos, ¿Qué podrían hacer de nosotros los Arcáis?

Lo importante en nuestra época es que el ser humano tenga la voluntad decidida de querer ser un ser libre. En la mayoría de los casos todavía no lo desea y por eso tiene que ir adaptándose a la idea. Todavía hoy es difícil que la gentee quiera ser un ser libre. Lo que preferiría sería desear lo que le gusta y que los Espíritus adecuados estuvieran allí para llevar a cabo sus deseos de forma invisible y suprasensible. Entonces quizás se sentiría libre, ¡sentiría su dignidad de humano! Sólo hay que esperar una o dos encarnaciones - un tiempo no demasiado largo, hasta el año 2800 o 3000 aproximadamente - y entonces, en nuestra próxima encarnación, al recordar la anterior, ¡nunca podremos perdonarnos el haber confundido la libertad humana con el fomento de la comodidad humana por parte de Dioses indulgentes!

Hoy en día la gente hace exactamente eso: confunde la libertad y la indulgencia de los Dioses benévolos con su amor por lo fácil y sus deseos de comodidad. Todavía hay mucha gente hoy en día que preferiría que hubiera Dioses benévolos que llevaran a cabo sus deseos sin mucha ayuda de ellos mismos. Pero, como he dicho, sólo hay que esperar al año 2800 o 3000 y en una encarnación posterior despreciaremos por completo tal actitud. Hoy en día, si desarrollamos una actitud mental verdaderamente moral, ésta debe estar aliada con una cierta fuerza moral, con un genuino deseo de libertad -libertad interior en primer lugar; la libertad exterior pronto seguirá en la forma correcta si la voluntad de libertad interior está presente. Pero para ello es esencial percibir exactamente dónde actúan los Espíritus no autorizados de la Forma.

Pues bien, están activos en todas partes. Podría imaginarme - el intelecto humano tiene una tendencia tan fuertemente luciférica - que pueda haber gente que diga: Sí, ciertamente sería mucho más sensato para el orden divino del mundo si estos Espíritus rezagados de la Forma no estuvieran causando estragos, ¡de hecho que no estuvieran allí en absoluto! Aconsejo a los individuos que piensan así que también consideren como personas sensatas si podrían alimentarse sin tener que llenar al mismo tiempo sus intestinos con sustancias desagradables. Un proceso no es posible sin el otro. Del mismo modo, tampoco es posible en el mundo que las cosas de las que dependen la grandeza y la dignidad del hombre existan sin sus correlativas que las complementan.

¿Por tanto, dónde vemos en acción a los Espíritus de la Forma rezagados? Hoy, en particular, los vemos activos en los chovinismos nacionales que se han extendido por todo el mundo allí donde los pensamientos de los hombres surgen, no directamente del núcleo más íntimo de la naturaleza humana, sino de la sangre, de lo que proviene de los instintos.

En este sentido, hay dos actitudes frente a la nacionalidad Una es ésta: el hombre se desentiende del Archai normal y se presta simplemente a lo que los Espíritus rezagados de la Forma consiguen a través de las nacionalidades. Por consiguiente crece simplemente como nacional, presumiendo en estilo chauvinista de lo que ha llegado a ser por haber nacido con sangre nacional en sus venas. Su discurso es un producto de su nacionalidad, sus pensamientos vienen a él en el lenguaje de su nacionalidad, la forma misma de sus pensamientos también viene de la forma particular de este lenguaje. Crece de ese suelo que los Espíritus de la Forma han hecho de las nacionalidades.

Ahora supongamos que haya alguien dispuesto a dejarse llevar por los espíritus retrógrados de la forma y que al mismo tiempo sea un individuo extremadamente ambicioso, colocado por el destino en una posición especial, entonces -con un ojo puesto en los chovinismos nacionales- puede componer "Catorce Puntos". Entonces encuentra seguidores que consideran los Catorce Puntos de Woodrow Wilson como un espléndido regalo para el mundo.

Visto de verdad, ¿qué eran esos Catorce Puntos? Fueron algo lanzado al mundo como un aliciente para complacer lo que los Espíritus rezagados de la Forma se proponían inculcar en las diferentes naciones. Los Catorce Puntos se inspiraron directamente en esa fuente.

Se puede hablar de todas estas cosas en muy diferentes niveles. Exactamente lo que estoy diciendo hoy en un nivel al caracterizar a los Archai y a los Exusiai, lo dije hace años para subrayar la importancia de los Catorce Puntos de Woodrow Wilson, porque han adormecido al mundo en una sarta de ilusiones, han causado un desastre y un caos indecibles.

Además, hoy en día vemos cómo se hace sentir la influencia proveniente de estos Espíritus de la Forma rezagados en la visión unilateral y materialista del mundo de las ciencias naturales, donde existe un verdadero horror -o, mejor dicho, un pavor impío- a emprender una verdadera actividad de pensamiento. Imaginaos la terrible escena que montaría un profesor ortodoxo si un estudiante en el laboratorio mirara al microscopio con el objetivo de producir algún pensamiento. ¡Eso nunca lo haría! Uno debe registrar cuidadosamente sólo lo que presenta la percepción sensorial externa. La gente no es consciente de que esto presenta sólo la mitad de la realidad - la otra mitad se produce a través de la propia actividad creativa del pensamiento del hombre. Pero la misión actual del Archai normalmente desarrollado debe ser conocida y comprendida. En la ciencia que ha sido viciada por los Espíritus de la Forma rezagados, es esencial que la verdadera misión de los Espíritus de la Personalidad se haga sentir. Y hoy existe el mayor temor posible ante esta perspectiva.

Seguramente habréis oído la conocida anécdota de cómo obtienen los conocimientos científicos las distintas naciones en función de su carácter fundamental. ¿Qué ocurre cuando se trata hoy de aprender en zoología ortodoxa sobre un camello? ¿Cómo se ponen a trabajar las distintas naciones? 

El inglés hace un viaje al desierto y observa al camello. Puede tardar dos años en observar al camello en todas las circunstancias, pero de esta manera llega a conocer su naturaleza a fondo, lo describe, omitiendo todo pensamiento -como es de esperar-; lo describe todo sin formular ningún pensamiento propio. 

El francés va a una casa de fieras en la que se expone un camello, lo mira y describe al animal tal y como se ve en la casa de fieras. Al igual que el inglés, no llega a conocer al camello en situaciones naturales de su vida, sino que lo describe tal y como está en la casa de fieras. 

El alemán no va ni al desierto ni al zoológico, sino que se sienta en su estudio, reúne todas las ideas que puede extraer de lo que ha aprendido, construye el camello a priori y, sobre la base de esta construcción a priori, lo describe. - Así es como se narra generalmente la anécdota. Además, es casi, del todo correcta; pues en todas partes se tiene la sensación de que, ya sea que se describa un camello, o el propio hombre, o cualquier otra cosa, la descripción se ha originado de las maneras indicadas. Sin embargo, se omite una cosa. Sólo esto habría dado la respuesta correcta: podría haber un cuarto participante en esta triple anécdota. No importa si este hipotético cuarto va al desierto o si, no teniendo oportunidad de ir al desierto o a un zoológico, estudia los libros. Incluso puede ir a un pintor de animales y mirar cuadros en los que los animales son retratados con genio. Pero no importa si ve el camello en el desierto o en un zoológico o si toma las descripciones a priori de los libros, es capaz, a partir de lo que aprende, de plantear esta pregunta al propio orden divino-espiritual del mundo: ¿Cuál es la verdadera naturaleza de un camello? El individuo que ha hecho este esfuerzo interior ve al camello en el zoológico y también cómo se comporta en el desierto; también percibe lo que se puede deducir de la lectura de diferentes libros, tal vez incluso libros que contienen descripciones horriblemente caricaturescas, filisteas y pedantes. Sin embargo, si es capaz de discernir la naturaleza esencial de un camello, también puede recoger los puntos importantes de los tratados pedantes y de todo tipo de construcciones a priori.

Lo que la humanidad necesita hoy, por encima de todo, es encontrar el camino hacia lo espiritual, no excluyendo, por supuesto, sino incluyendo la experiencia del mundo obtenida a través de los sentidos.

Aquí tenemos de nuevo la indicación de lo que, en cada dominio de nuestro esfuerzo por el conocimiento, nos llevará a comprender cómo los Espíritus de la Forma rezagados pueden engañarnos, y cómo una verdadera comprensión de la misión de los Espíritus de la Personalidad puede darnos, como hombres, el lugar que nos corresponde en la época en que vivimos. Y lo más importante de todo es informarnos sobre el crecimiento de los niños, para lograr un verdadero arte de la educación. Pues un defecto flagrante en toda la educación actual es que la gente se aferra a lo que el hombre ha llegado a ser en el curso de la evolución a través de los Espíritus de la Forma rezagados; se supone que todo es como debe ser.

Ahora bien, la naturaleza del niño se rebela contra esta actitud - gracias a Dios, podemos decir. El adulto se contenta con este estado de cosas, pero la naturaleza del niño se rebela contra eso; la juventud, sobre todo, se rebela contra eso.

Aquí tenemos de nuevo uno de los rasgos característicos del Movimiento Juvenil moderno y uno de los puntos en los que la educación moderna debe, digamos, volverse clarividente -o al menos debe dejarse fecundar por los hallazgos de la clarividencia- para que se reconozca que cuando un ser humano nace hoy en día la semilla de la actividad interior de los pensamientos nace con él. Por tanto, si esta semilla de la actividad interior de los pensamientos está presente, aprendemos una cosa esencial que los hombres de hoy son en su mayoría incapaces de lograr. ¿Sabéis qué es? Es que no pueden volverse viejos. Y la juventud querría tener como líderes a hombres que se han hecho viejos en el verdadero sentido. Los jóvenes no quieren ser dirigidos por los jóvenes -aunque insistan en ello, se están engañando a sí mismos-; les gustaría tener como líderes a hombres que hayan comprendido cómo envejecer en el sentido genuino y que hayan traído consigo a la vejez la semilla viva del desarrollo de los pensamientos. Si la juventud puede percibir esto, seguirá a tales líderes, sabiendo que los hombres tienen algo real que decir si han sabido envejecer de la manera correcta. Pero, ¿Qué encuentra la juventud hoy en día? Su propia semejanza. Los hombres no han entendido cómo envejecer y han permanecido infantiles. No saben más de lo que ya saben los de quince y dieciséis años. No es de extrañar que los de quince y dieciséis años se nieguen a seguir a los de sesenta y setenta que no han envejecido más que ellos mismos. Los otros no han entendido cómo llevar la actividad a sus cuerpos viejos. La juventud quiere personas que se hayan hecho viejas de verdad, personas que puedan ser viejas en apariencia, con arrugas, pelo blanco y cabelleras calvas, pero que, a pesar de los corazones viejos, son fundamentalmente tan jóvenes como ellos mismos. La juventud quiere seres humanos que hayan entendido cómo envejecer, que por lo tanto al envejecer hayan aumentado en sabiduría y fuerza interior.

El problema del Movimiento Juvenil se solucionaría fácilmente si se comprendiera en su significado cósmico, si, por ejemplo, se dieran conferencias fundamentales sobre el tema: ¿Cómo es posible en el mundo actual no seguir siendo infantil en la edad madura? Ahí está el verdadero problema.

Con aquellos que se han hecho viejos en el sentido real, que no han permanecido infantiles, la juventud se aliará, se armonizará con toda naturalidad. Pero de aquellos que son exactamente como ella misma, la juventud no puede aprender nada. A un joven, que tal vez sólo tenga dieciocho años y que posiblemente no haya aprendido mucho -por supuesto que ha aprendido algo-, cuyo cabello es todavía bastante oscuro o rubio, que no tiene arrugas, que todavía tiene una cara regordeta, que todavía no tiene barba, le parece grotesco tener que seguir a alguien que interiormente no es más viejo que él, que tiene un aspecto tan gracioso con sus canas y su calva, que no ha aprendido más que él mismo... ¡pero sin embargo todo parece diferente! Ese es fundamentalmente el núcleo de la desarmonía manifiesta entre la juventud y la edad.

Si se toma muy en serio, en todo su significado, lo que he tratado de expresar de forma humorística, también se podrá percibir con claridad mucho de lo que constituye una gran y candente cuestión en la civilización moderna.

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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919