GA170-8 Dornach 13 de agosto de 1916-Las reflexiones de la duodécima, la séptima, la cuarta y la tercera.

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RUDOLF STEINER

Historia Cósmica & Historia humana Vol. 1

El misterio del ser humano - Trasfondo espiritual de la historia humana


Dornach 13 de agosto de 1916

OCTAVA CONFERENCIA : 

Las reflexiones de la duodécima, la séptima, la cuarta y la tercera. Sobre las experiencias morbosas del alma (Carl Ludwig Schleich). La imaginación retrospectiva como ejercicio de experiencia espiritual (Christian von Ehrenfels).

El tipo de verdades que ayer repasamos ante nuestras almas no puede absorberse con una comprensión abstracta y teórica. No se trata sólo de saber que las cosas son así o asá. Todas las consecuencias humanas de estas cosas deben ser comprendidas interiormente, pues son muy significativas. Hoy esbozaré sólo algunas de ellas. Por supuesto, se podrían decir muchas más cosas en este sentido, pero hay que empezar por algún sitio. Por lo menos, debemos considerar la dirección en la que tales presupuestos fácticos y científico-espirituales conducen nuestro pensamiento y nuestra voluntad.

Repasemos las conclusiones de ayer. Las zonas de los doce sentidos pueden verse como una especie de zodíaco humano. A través de todas estas zonas sensoriales fluyen los siete procesos vitales: respiración, calentamiento, nutrición, secreción, conservación, crecimiento y reproducción. (Véase el dibujo de la séptima conferencia).

Para comprender estas cosas en su totalidad debemos tener claro que la verdad real es muy diferente de lo que nos enseñan nuestras ciencias materialistas. Éstas creen, por ejemplo, que el sentido del gusto y el sentido del olfato, relacionado con él, están confinados a los estrechos límites de la lengua y de la mucosa nasal. Pero las cosas no son así en realidad. Los órganos físicos asociados a los sentidos son más bien las capitales que rigen los reinos de esos sentidos. Los reinos correspondientes a los sentidos son mucho más extensos. Creo que cualquiera que haya aplicado un poco de auto-observación al sentido del oído, por ejemplo, sabrá que la audición implica mucho más del organismo que sólo los oídos. Un tono vive en mucho más del organismo que sólo el oído, y los otros sentidos ocupan territorios igualmente extendidos. El hígado y el bazo, por ejemplo, intervienen de forma perceptible en el gusto y en el sentido del olfato relacionado con él; por tanto, implican una zona más amplia de lo que la ciencia materialista reconoce. Siendo este el caso, también podrán ver que las zonas sensoriales están íntimamente conectadas con los órganos vitales y con las fuerzas vitales que envían continuamente a través de todo el organismo. De ello se desprende que la relación entre las zonas sensoriales y los órganos vitales tiene una influencia múltiple sobre la constitución interior de la persona, sobre su estado en cuanto al espíritu, el alma y el cuerpo. Por lo tanto, está justificado hablar, digamos, de que las fuerzas de secreción están en la esfera del sentido de la vista, o de que interactúan con la esfera de la vista, o de que hay una interacción entre las esferas del crecimiento y del oído, al igual que en astronomía hablamos de que Saturno está en Aries o de que el Sol está en Leo. Además, cada zona de los sentidos puede entrar en relación con una u otra de las esferas de la vida, ya que las regiones de los sentidos y las regiones de la vida se relacionan de forma diferente en las distintas personas. Por lo tanto, existen realmente circunstancias en el mundo humano interior que reflejan cómo son las cosas ahí fuera, en los cielos estrellados del macrocosmos.

Por lo tanto, tendrán ustedes razón al suponer que las actividades suscitadas en nosotros por los sentidos son relativamente estáticas en comparación con lo que ocurre en los procesos vitales y sus órganos centrales. Recuerden que hemos descrito las regiones sensoriales como una parte comparativamente estable del ser humano. Se estabilizan por estar organizados en torno a un órgano físico concreto: el sentido de la vista en torno a los ojos -aunque implique más-, el sentido del oído en torno a los oídos, etc. Y recuerden también la movilidad de los procesos vitales, que circulan ininterrumpidamente por todo el cuerpo y llegan a todas sus partes. Los procesos vitales se mueven a través de nosotros.

Si consideramos lo que se dijo ayer acerca de cómo nuestras experiencias sensoriales en la Antigua Luna eran más parecidas a los procesos vitales, debemos concluir que la existencia humana en la Antigua Luna era totalmente más móvil que la de nuestra actual etapa terrestre. El hombre lunar era más móvil, más interiormente móvil. El hombre de la Tierra se relaciona realmente con lo que experimenta conscientemente del mismo modo que las constelaciones relativamente fijas del zodíaco se relacionan entre sí. Durante la etapa terrestre, la superficie exterior del hombre se ha vuelto inmóvil, quieta, así como las constelaciones del zodiaco están quietas. Durante la fase lunar, los sentidos humanos actuales contenían una vida y una movilidad como la que muestran los planetas de nuestro cosmos actual; pues la relación de nuestros planetas entre sí está en constante cambio.

El hombre lunar era capaz de transformarse, de metamorfosearse. Ahora bien, a menudo he llamado su atención sobre el hecho de que, cuando una persona de hoy alcanza el nivel de iniciación que le da acceso al conocimiento imaginativo, su vida consciente se vuelve más móvil que la que permite la experiencia sensorial normal, ligada a la tierra. En tales casos, todo vuelve a ser móvil, pero la movilidad se experimenta a través de la conciencia suprasensible. Y así es como debe entenderse el conocimiento obtenido de esta esfera. A menudo he planteado la necesidad de hacer más móviles nuestros conceptos e ideas para poder entrar en lo que nos revela la conciencia suprasensible. Los conceptos apropiados para el mundo sensible están encerrados en sus propias cajitas y a todo el mundo le gusta tenerlos ordenados de forma bonita uno al lado del otro. Pero para la ciencia espiritual necesitamos conceptos móviles, conceptos que puedan transformarse y metamorfosearse, unos en otros. En esto ustedes pueden ver una de las consecuencias de los hechos que hemos estado describiendo.

Otra consecuencia es la siguiente: podrán ver que una vida sensorial tan imperturbable y quieta como el zodiaco sólo es posible para un ser humano que vive en la esfera terrestre. Las doce zonas sensoriales sólo tienen sentido en el contexto de la vida que se vive entre el nacimiento y la muerte en un cuerpo terrenal. Cuando se trata de la vida entre la muerte y el nacimiento, las cosas son muy diferentes. Una diferencia notable es que los sentidos que se consideran más elevados, en lo que respecta a la vida en la tierra, pierden su estatus superior cuando pasamos el umbral de la muerte a las esferas espirituales. Recordemos lo que dije en la Ciencia Oculta sobre cómo cambian las relaciones entre las personas durante el tiempo que transcurre entre la muerte y el nuevo nacimiento, y cómo están mediadas de una manera mucho más íntima que aquí en la tierra. Allí no necesitamos el sentido del yo que es esencial para nosotros en la tierra, ni necesitamos los sentidos del pensamiento y del habla como los necesitamos en la tierra. En cambio, necesitamos el sentido del oído transformado, pero en una forma realmente espiritualizada. El sentido del oído espiritualizado nos permite acceder a la armonía de las esferas. Que se haya espiritualizado es, sin embargo, ya evidente por el hecho de que allí oímos sin la presencia del aire físico, mientras que aquí el medio físico del aire debe estar presente para que podamos oír algo. Además, todo se oye a la inversa, retrocediendo hacia su principio. Precisamente porque nuestro sentido del oído terrestre depende del aire, nos resulta especialmente difícil imaginar cómo es oír las cosas al revés. Nos resulta difícil imaginar una melodía al revés. Para la percepción espiritual esto no presenta ningún problema.

Ahora bien, el sentido del oído es el sentido límite; en su forma espiritualizada es el sentido que más se asemeja a los sentidos del mundo físico. Cuando llegamos al sentido del calor tal como es en el mundo espiritual, ya tenemos un sentido muy alterado; la vista está aún más alterada; y los sentidos del olfato y del gusto aún más, pues juegan un papel importante en el mundo espiritual. Los mismos sentidos que aquí llamamos inferiores, juegan un papel importante en el mundo espiritual. Pero ese papel ha sido muy, muy espiritualizado. Los sentidos del equilibrio y del movimiento también desempeñan un papel importante. Pero cuando llegamos al sentido de la vida encontramos que es menos significativo. Y el sentido del tacto no tiene ningún papel especial.

Así que podríamos decir que cuando la muerte nos lleva al mundo espiritual el sol se pone en la región regida por el sentido del oído. Este sentido se encuentra en el horizonte del mundo espiritual. El sentido del oído está más o menos dividido por ese horizonte. Allá, el sol se levanta en el sentido del oído y luego pasa por los sentidos espiritualizados del calor, la vista, el gusto y el olfato; todos ellos son especialmente importantes para la percepción espiritual allá. Allí, el sentido del equilibrio no sólo nos revela nuestro estado de equilibrio interior, sino que también nos muestra cómo estamos equilibrados con respecto a los seres de las jerarquías superiores a cuyos reinos estamos ascendiendo. Así pues, el sentido del equilibrio desempeña un papel importante; nos guía a través de las extensiones del cosmos. Aquí, este sentido está escondido en nuestro organismo físico como uno de los sentidos menores, pero allí tiene el importante papel de permitirnos sentir si estamos en un estado de equilibrio entre un Arcángel y un Ángel, o entre un Espíritu de la Personalidad y un Arcángel, o entre un Espíritu de la Forma y un Ángel. Este es el sentido que nos muestra cómo estamos equilibrados entre los diversos seres del mundo espiritual. Y el sentido del movimiento espiritualizado, que ahora se dirige hacia el exterior, media entre nosotros y nuestros movimientos, pues en el mundo espiritual estamos en constante movimiento. El sentido de la vida, sin embargo, ya no es necesario porque estamos, por así decirlo, nadando en la totalidad de la vida. Como un nadador en el agua, el espíritu se mueve en el elemento de la vida.

Justo debajo del horizonte están los sentidos inferiores, los sentidos que conducen la percepción terrenal al mundo interno del organismo. Pero cuando morimos, el sol de nuestra vida desciende a las constelaciones que están por debajo del horizonte, al igual que el sol poniente entra en las constelaciones por debajo del horizonte. Y cuando nacemos de nuevo, nuestro sol sale en esas constelaciones -en los sentidos del tacto, de la vida, del habla, del pensamiento, del yo- que están sobre nosotros ahora y nos permiten percibir este mundo físico de la existencia terrenal.

Y los procesos vitales están aún más espiritualizados que estos sentidos inferiores. No pocas personas que pretenden representar un punto de vista místico especialmente elevado hablan de los procesos vitales como algo "inferior". Ciertamente, aquí son bajos, pero lo que aquí es bajo es alto en el mundo espiritual, pues lo que vive en nuestro organismo es un reflejo de lo que vive en el mundo espiritual. Esta es una afirmación muy digna de mención. Fuera de nosotros, en el mundo espiritual, hay seres espirituales significativos cuya naturaleza se refleja dentro de nosotros, dentro de los límites del zodiaco de nuestros sentidos por los que se mueven los planetas de nuestros procesos vitales. Así que podemos decir: los cuatro procesos vitales de secreción, conservación, crecimiento y reproducción son reflejos de lo que existe en el mundo espiritual, al igual que los procesos de respiración, calentamiento y alimentación. El cuádruple proceso de secreción, conservación, crecimiento y reproducción refleja una región elevada del mundo espiritual. Esa región nos recibe después de la muerte y allí vivimos y tejemos, preparando espiritualmente nuestro organismo para la siguiente encarnación terrenal. Todo lo que en nuestro organismo físico es comparativamente bajo corresponde a algo que es alto y que sólo puede ser percibido a través de la facultad de la Imaginación. Hay todo un mundo que puede ser percibido a través de la Imaginación, a través del conocimiento imaginativo. Este mundo accesible a la imaginación se refleja desde más allá de las constelaciones del zodiaco en los sentidos del organismo humano. 

Para representar esto, imaginen que El Sol, Venus, Mercurio y la Luna son reflejos de lo que existe más allá de los límites del zodíaco: ellos tienen contrapartes espirituales que existen allí y los cuerpos astronómicos que podemos observar dentro de los límites del zodíaco son sólo reflejos de estas contrapartes.

Y existe aún otra región suprasensible. Está más allá de los límites de los sentidos humanos y sólo es perceptible a través de la facultad de la Inspiración. Este es el mundo de la Inspiración. Los procesos de respiración, calentamiento y alimentación son un reflejo de este mundo, al igual que Saturno, Júpiter y Marte son reflejos de sus homólogos espirituales de más allá de los límites del zodiaco. Además, existe una profunda relación entre lo que hay en el cosmos y lo que, como naturaleza inferior, está presente en el hombre. Estas contrapartes espirituales de los procesos vitales existen realmente. ...Y así es como debemos marcar los límites de los sentidos y los procesos vitales del hombre.

Ahora nos acercamos a lo que es más elevado que la vida, a esas verdaderas regiones del alma que son el hogar de la astralidad humana y de la egoidad humana, del yo. Ahora en la tierra, debido a que hay una cierta conexión entre las doce zonas de los sentidos y nuestro yo, es posible que nuestro yo viva en la conciencia sostenida por estas zonas de los sentidos. Por debajo de esta conciencia hay otra, una conciencia astral que, en la etapa actual del desarrollo humano, está íntimamente relacionada con los procesos vitales humanos, con la esfera de la vida. El yo está íntimamente relacionado con la esfera de los sentidos; la conciencia astral está íntimamente relacionada con la esfera de la vida. Así como nuestro conocimiento del zodiaco viene a través -o desde dentro- de nuestro yo, el conocimiento de nuestros procesos vitales viene de la conciencia astral. Se trata de una forma de conciencia que todavía es subconsciente en las personas de hoy: no es aparente en circunstancias normales, todavía se encuentra al otro lado del umbral. En la existencia física tal conocimiento consiste en una conciencia interior de los procesos vitales. A veces, en circunstancias anormales, la esfera de la vida se incluye en la esfera de la conciencia; se introduce en la conciencia normal. Pero para nosotros esto es un estado patológico. Es algo sorprendente para nuestros médicos y científicos naturales contemplar cuando el subconsciente se inmiscuye y permite que emerja lo que normalmente está oculto bajo nuestra conciencia de los doce sentidos - cuando las erupciones del subconsciente permiten a los planetas inmiscuir su vida en la esfera del zodiaco. Tal conciencia es apropiada cuando ha sido cultivada y desarrollada, realmente desarrollada de la manera que se describe en el Conocimiento de los Mundos Superiores. Pero si no se ha desarrollado adecuadamente, es patológica.

Recientemente, se ha publicado un libro escrito por un médico que se interesa por estas cosas. Como no conoce ninguno de los contenidos de la ciencia espiritual, su pensamiento sigue siendo totalmente materialista. Pero es tan libre en sus investigaciones que, sobre todo en los últimos tiempos, se ha abierto camino en este ámbito. Me refiero a Carl Ludwig Schleich  y a su libro "Los mecanismos del pensamiento" (Vom Schaltwerk der Gedanken). Veamos uno de los más sencillos: se trata de una mujer que acude a él para una consulta médica. Él le sugiere que se siente a esperarle. Justo en ese momento se mueve la rueda de la cubierta de un ventilador. Inmediatamente, ella exclama. Es una mosca enorme que me va a picar". Y casi inmediatamente después de decir esto, su ojo comienza a hincharse. Pronto la hinchazón alcanza el tamaño de un huevo de gallina. El médico la tranquiliza diciéndole que la herida no es tan grave y que pronto podrá curarse.

No es posible llegar tan profundamente a la esfera de la vida como para que algo allí cambie realmente, no si uno emplea la conciencia que está contenida en el zodiaco humano de los doce sentidos. Pero sí afectamos a la esfera vital cuando el subconsciente irrumpe en nuestra conciencia diurna habitual. Los conceptos e ideas que ocupan nuestra conciencia normal no se hunden aún lo suficiente en nosotros como para alcanzar las profundidades de los procesos vitales. Sin embargo, de vez en cuando, los procesos vitales se agitan y, en ocasiones, la ola resultante es muy fuerte. Pero con la conciencia actual, adecuada y normal, orientada hacia el exterior, no es posible -¡gracias a Dios! - que una persona afecte a los procesos vitales, porque de lo contrario la gente se haría un verdadero lío con algunos de los pensamientos que tiene. Los pensamientos humanos no son lo suficientemente fuertes como para tener este tipo de efecto. Pero si algunas de las ideas que la gente alberga hoy en día salieran de su inconsciente a la esfera de la vida, como lo hicieron las ideas de la mujer que estábamos describiendo, entonces verías a algunas personas caminando con caras extremadamente hinchadas y algunas con problemas mucho peores, también. De este modo se ve que debajo de nuestra superficie, que está conectada con el zodiaco, hay un mundo subconsciente que está íntimamente conectado con los procesos de la vida y puede afectarlos profundamente en circunstancias anormales. Por ejemplo, Schleich relata un caso en el que una joven acude al médico y le dice que ha sido agredida sexualmente. Sigue insistiendo en ello, incluso después de que el examen médico demuestre que no ha podido ser así. No quiere decir quién la ha agredido. Pero en los meses siguientes empieza a mostrar todos los signos externos e internos de una futura madre. Más tarde, en el momento oportuno, cuando se examina a la cuasi-madre gestante, se perciben los latidos de un niño junto a los suyos. Todo transcurre con normalidad, salvo que en el noveno mes no llega ningún niño. Llega el décimo mes y, finalmente, se da cuenta de que algo más está ocurriendo. Por fin deciden que deben operar. Cuando lo hacen, no hay nada, nada en absoluto, y nunca lo ha habido. Era un embarazo histérico con todos los síntomas físicos de un embarazo normal. Los médicos de hoy en día ya describen este tipo de cosas, y es bueno que lo hagan, porque estas cosas obligarán a la gente a pensar en el ser humano en términos diferentes a los que están acostumbrados a pensar.

He aquí otro caso: un hombre llega a Schleich diciendo que se ha clavado un bolígrafo mientras trabajaba en su oficina. Hay un pequeño rasguño. Schleich lo examina y no encuentra nada de qué preocuparse. Pero el hombre le dice: "Sí, pero ya noto la sangre envenenada en el brazo y sé que moriré de ello si no me amputan el brazo". Schleich responde: "No puedo quitarle el brazo si no hay ningún problema. Es seguro que no morirás por envenenamiento de la sangre". Como precaución, limpia la herida y luego despide al hombre. Pero el hombre seguía en tal estado que Schleich, que es un hombre de buen corazón, decide visitarlo esa noche. Encuentra al hombre todavía lleno de la idea de que está destinado a morir. Cuando se le hace un análisis de sangre más tarde, sigue sin haber signos de envenenamiento de la sangre. Schleich vuelve a tranquilizarle, pero esa misma noche el hombre muere. Muere de verdad. Una muerte por causas puramente psíquicas.

Ahora bien, puedo asegurar que un hombre no puede morir como resultado de los pensamientos que se forma bajo la influencia de su zodíaco interior; ciertamente, no puede morir de tales pensamientos. Los pensamientos no penetran tan profundamente en los procesos vitales. Y el otro caso que acabo de mencionar -me refiero al embarazo histérico- no puede ser el resultado de meros pensamientos, como tampoco es posible morir por el mero pensamiento de que se tiene una intoxicación sanguínea.

Cuando se trata de este último caso, en el que circunstancias imaginadas, pero falsas, parecen haber conducido a la muerte, nuestra ciencia actual debe buscar la aclaración en la ciencia espiritual. Tal vez podamos analizar un poco este caso y considerar lo que realmente sucedió. Tenemos a un hombre que se rasca con su pluma mientras escribe y luego muere como resultado de lo que imagina alrededor de este evento. En realidad, ocurrió algo muy diferente. Ese hombre tenía un cuerpo etérico, y la muerte ya estaba presente en su cuerpo etérico antes de que se rascara. La muerte, por lo tanto, ya se expresaba en su cuerpo etérico cuando entró en su oficina aquella mañana, En otras palabras, su cuerpo etérico había empezado a aceptar en sí mismo los procesos que conducen a la muerte. Pero éstos sólo se transmitieron a su cuerpo físico muy gradualmente. Y el hombre no habría actuado de forma tan extraña si la muerte no se hubiera instalado ya en él. Por casualidad se rascó mientras esto ocurría en su interior, y el rasguño era insignificante en sí mismo. Pero a través de él, el pensamiento de que iba a morir pudo salir de su esfera vital subconsciente. Los acontecimientos externos eran sólo los adornos, sólo el espectáculo exterior. Pero como el espectáculo externo estaba allí, todo el asunto pudo llegar a su conciencia despierta. Así que su muerte no tuvo nada que ver con los procesos habituales de formación de la imaginación que forman parte de nuestra conciencia diurna, absolutamente nada; la muerte ya estaba presente en él.

Cosas como éstas obligarán gradualmente a nuestros científicos naturales a entrar cada vez más profundamente en la sustancia de la ciencia espiritual. Ya estamos tratando con algo complicado cuando consideramos la relación entre las esferas planetarias y los procesos vitales, o el zodiaco y las zonas de los sentidos. Pero las cosas se complican aún más cuando pasamos a considerar los procesos de conciencia que se relacionan de diversas maneras con estas esferas: el yo relacionado con el zodíaco y el cuerpo astral relacionado con las esferas planetarias dentro del hombre, esa esfera vital móvil dentro del ser humano. Pero si continuamos pensando como lo hacemos en el mundo físico cotidiano, utilizando los poderes del zodíaco dentro de nosotros, no podremos acercarnos a los asuntos que conciernen a la esfera de vida móvil del ser humano, ni tampoco podremos acercarnos a la relación del yo con el zodíaco. Esas cosas sólo podrán abordarse cuando nos hayamos acostumbrado a pensar de formas totalmente nuevas.

En el Conocimiento de los Mundos Superiores se aconseja imaginar las cosas al revés de vez en cuando, para revisar las cosas hacia atrás. Una revisión hacia atrás implica imaginar los acontecimientos como si procedieran en la dirección opuesta a la que proceden en nuestro mundo normal. Entre otras cosas, esta imagen al revés construye gradualmente las fuerzas espirituales que hacen que uno sea capaz de entrar en un mundo que está al revés en comparación con el mundo físico. Así es el mundo espiritual. Invierte muchos aspectos del mundo físico. A menudo les he señalado que no se trata simplemente de dar la vuelta en abstracto a lo que hay en el mundo físico; entre las facultades que hay que desarrollar están las relacionadas con la capacidad de imaginar al revés. ¿Cuál es la consecuencia de esto? Las personas que no quieren que la cultura humana se agote y que intentan alcanzar una visión del mundo espiritualmente iluminada se ven obligadas a imaginar un mundo al revés. Porque la conciencia espiritual sólo comienza cuando los procesos vitales o los procesos de los sentidos se invierten y funcionan al revés. Por lo tanto, la gente debe prepararse para el futuro acostumbrándose a pensar al revés. Entonces comenzarán a apoderarse del mundo espiritual a través de este pensamiento al revés, al igual que se apoderan del mundo físico por medio del pensamiento hacia adelante. Nuestra capacidad de imaginar el mundo físico es el resultado de la dirección de nuestro pensamiento.

Así que, ahora que les he guiado a través del zodiaco humano de las doce zonas sensoriales y a través de las siete esferas de vida planetarias, sólo puedo seguir adelante si introduzco una forma completamente diferente de ver las cosas: una forma de pensar que procede hacia atrás.

Ahora bien, ustedes saben que nuestros contemporáneos no están particularmente inclinados a dedicarse a la ciencia espiritual y a absorberla realmente. La rechazan porque están acostumbrados al pensamiento materialista. Pero para alguien que sólo ha ido un poco más allá del umbral del mundo espiritual, es tan insensato afirmar que el mundo sólo va hacia adelante, nunca hacia atrás, como decir que el sol sólo va en una dirección y nunca puede volver. Por supuesto que vuelve por este camino aparente al otro lado. (Steiner lo ilustró con un dibujo).

Es fácil imaginar que alguien que está bien anclado en los modos de pensamiento contemporáneos podría encogerse de horror al pensar al revés e imaginar el mundo al revés. Y sin embargo, sin este mundo al revés no habría ninguna conciencia. Porque la conciencia es ya una especie de ciencia espiritual, aunque los materialistas lo nieguen. En consecuencia, este imaginar al revés horroriza especialmente a nuestros contemporáneos. Podríamos imaginarnos a uno de ellos preguntándose: "¿Es ilógico imaginar el curso del mundo tanto hacia atrás como hacia delante? Y también podría llegar a la conclusión de que no es realmente ilógico seguir un drama hacia atrás a partir de su quinto acto, y que tampoco es ilógico seguir el drama del desarrollo del mundo hacia atrás. Sin embargo, es terrible enfrentarse a los hábitos de pensamiento contemporáneos. Alguien que vive completamente en los hábitos de pensamiento actuales, cree que pensar el mundo hacia atrás es un hecho que no puede hacerse, y que es un hecho que el mundo no se mueve hacia atrás. Tan pronto como tal persona tropieza con esta cuestión, siente que hay algo especial en ella. Se puede imaginar a un pensador solitario luchando con el problema de pensar al revés y sacando conclusiones filosóficas particulares de la imposibilidad de pensar al revés.

Uno puede hacer una suposición más. Ya he llamado la atención sobre el hecho de que pensar hacia atrás es especialmente difícil de imaginar en la constelación en la que se pone el sol, en el sentido del oído. A lo largo del tiempo, el sentido del oído ha sufrido algunos cambios, sobre todo en relación con la música. Los historiadores no suelen reparar en estos cambios sutiles, pero son más importantes para la vida humana interior que los cambios más burdos descritos en los relatos históricos. Por ejemplo, es de gran importancia para la transformación del oído -que ya es un sentido relativamente espiritual en lo que respecta al mundo físico- que la octava se experimentara como una combinación de tonos singularmente agradable y simpática durante el periodo grecorromano, y que la quinta fuera especialmente querida durante los siglos XI, XII y XIII. En aquella época se le llamaba el "tono dulce". Durante los siglos XI, XII y XIII, el quinto se experimentaba como se experimenta hoy el tercero. Así que ya ven cómo cambia nuestra constitución interna en periodos de tiempo relativamente cortos.

En el plano físico, un oído musical escucha con profunda satisfacción las cosas que van en una dirección. Así que alguien con un oído especialmente musical bien podría sentirse repelido por la idea de ir hacia atrás, ya que la música es una de las cosas más profundas que tenemos en el plano físico. Por supuesto, esto sólo podría aplicarse a una época en la que el materialismo está en su apogeo. Los que no son tan musicales no sentirán este conflicto tan fácilmente. Pero una persona musical cuyo pensamiento es fundamentalmente materialista puede llegar fácilmente a la conclusión de que pensar hacia atrás está simplemente fuera del alcance de nuestra cabeza humana. De este modo, se resistirá al mundo espiritual. Por lo tanto, podemos suponer que en algún lugar o en otro hay un pensador de este tipo.

Curiosamente, recientemente se ha publicado un libro: Kosmogonie, de Christian von Ehrenfels. Su primer capítulo se titula "La "reversión", una paradoja del conocimiento". Allí, mirando desde muchos lados, a la manera de la filosofía actual, Ehrenfels se pregunta cómo sería ver el curso de los acontecimientos del mundo al revés, desde el otro lado, el lado asimétrico, por así decirlo. De hecho, se le ocurre la idea de pensar las cosas al revés, realmente al revés. Trata de abordar esta paradoja. Intenta pensar en algunos casos particulares al revés. Me gustaría mostrarles uno de ellos como ejemplo. Comienza con una serie de eventos que van hacia adelante, en lugar de hacia atrás:

"En el mundo vertical de las altas montañas, la humedad y la escarcha desprenden un trozo de una masa compacta de roca. Cuando el hielo se descongela, el trozo se libera. Se desprende de la pared del acantilado, choca contra una superficie pedregosa y se rompe en muchos pedazos. Siguiendo uno de estos trozos, lo vemos descender furiosamente por una ladera más baja desprendiendo más astillas de piedra al chocar con otras piedras, hasta que finalmente se posa en un talud. Por fin ha cedido toda su energía cinética en forma de calor transmitido a los lugares donde chocó con la tierra y la piedra, y al aire que resistió su movimiento. - Ahora bien, ¿Cómo se vería este acontecimiento, ciertamente no infrecuente, en el mundo del revés?

Una piedra se encuentra en una pendiente. De repente es golpeada por ráfagas de calor aparentemente caóticas que provienen de la tierra que está debajo de ella. Éstas se combinan de forma tan extraordinaria que impulsan la piedra en diagonal hacia arriba. El aire no ofrece ninguna resistencia. Al contrario, se producen una serie de transacciones extraordinarias: el aire transmite una parte de su propio calor a la piedra y le deja así el paso libre, abriéndole paso y animándola, con su acumulación de pequeños pero bien dirigidos regalos de calor, en su camino ascendente en diagonal. La piedra choca con una piedra que sobresale. Pero esto no le hace perder ningún fragmento de sí misma, ni le hace perder nada de su entusiasmo por el movimiento. De hecho, ocurre lo contrario. Otra piedrita llega por casualidad al mismo lugar del impacto, impulsada por un conjunto de ráfagas de calor de la tierra. Y, ¡he aquí! - siempre bajo la influencia de los impulsos de calor, esta pequeña piedra choca con nuestra piedra original. Sus superficies irregulares, aparentemente formadas de forma accidental, encajan tan perfectamente, y se encuentran con tal fuerza, que los poderes de cohesión surten efecto y las dos crecen juntas hasta formar una masa compacta. Otras ráfagas de calor procedentes de la montaña colgante con la que han chocado las dirigen más allá en su trayectoria ascendente y diagonal, que siguen con mayor velocidad.

Los trozos de piedra que antes estaban rotos se vuelven a unir. Toda la piedra se une, yendo a parar al acantilado de la montaña. Las energías se equilibran de nuevo, todo vuelve a su lugar original, y así sucesivamente".

Esto lo describe con gran exactitud, pensando en todo el evento al revés. Describe otros ejemplos, que también piensa al revés.

 Se puede ver que realmente se atormenta con esto; realmente se esfuerza en el yugo:

"En un soleado día de invierno, una liebre se abre paso a través de la nieve, dejando sus huellas tras de sí. En muchos lugares, el viento las arrastra inmediatamente, pero se conservan en los tramos de camino del sur, donde la nieve se descongela con el sol durante el día y se congela de nuevo por la noche. Allí permanecen visibles durante muchas semanas hasta que desaparecen con el deshielo primaveral. En el "mundo al revés", las huellas de liebre serían lo primero en aparecer, pero sólo un poco cada vez, no todas a la vez. Al principio aparecerían en la nieve congelada (más exactamente, en el hielo que se está descongelando y convirtiendo en nieve de nuevo), y luego, después de semanas, durante las cuales las huellas se vuelven gradualmente más profundas y se convierten en copias más exactas de las patas de la liebre, las huellas también comienzan a aparecer en las partes de conexión del camino cuando las ráfagas de calor persiguen los copos de nieve sueltos juntos - y todo el rastro está completo. Entonces aparece la liebre, con la cola por delante y la cabeza hacia atrás, y no se mueve a lo largo de la línea del camino, sino que es arrastrada en dirección contraria a los impulsos de sus músculos por el impacto de las ráfagas de calor (siempre es a través del calor) y esto se hace de manera tan ingeniosa que sus patas siempre caen en las huellas de las pistas. Las maravillas tampoco cesan aquí: cada vez que una pata sale de una huella, ráfagas de calor bien dirigidas la llenan de nieve suelta. Esto se consigue tan bien que la huella rellenada se funde exactamente con el campo de nieve circundante, cuya superficie impecablemente lisa cubre las antiguas huellas de la liebre como si nunca hubiera sido de otra manera".

Se puede ver cómo se esfuerza Schleich. Ahora va más allá, diciendo: si es difícil con la liebre, cuánto más difícil será con toda una cacería:

"Es fácil ver que ocurre el mismo tipo de cosas increíbles que en el ejemplo de la naturaleza inorgánica, sólo que intensificadas hasta el punto de ser grotescas y extrañas. Y el presente ejemplo orgánico de las huellas de la liebre es relativamente sencillo. Imagínense las huellas dejadas en la nieve, no por una sola liebre, sino por toda una partida de caza invernal con todos sus cazadores, conductores, sabuesos, y numerosos ciervos, zorros y alces -imagínense cómo estas huellas se entrecruzan y se cubren unas a otras, y cómo a veces una pisa la huella de otra, dejando parches sin pisar entre ellas, y así sucesivamente. Ahora hay que dar la vuelta a estos acontecimientos y observar cómo el mismo tipo de ráfagas de calor parecen guiar a cada criatura viva a través de este caos de huellas aparentemente fragmentarias, de modo que cada pie o pata o pezuña cae en una huella que coincide exactamente con ella: el ciervo en una, el alce en otra, el zapato de cada cazador encontrando una huella que coincide exactamente, y siempre movido, deslizado, presionado en ella por estas extraordinarias ráfagas de calor que salen de la tierra, del aire y del interior de las propias criaturas, de modo que todo coincide perfectamente. Después de todo esto, uno empieza a tener una mínima noción del alcance de nuestro concepto de "dejar huellas", tal como se aplica a nuestro mundo de derecha a derecha".

Se ve cómo el hombre se esfuerza por llegar a los conceptos que necesita. Este esfuerzo arrastra algunas cosas de las que la gente hoy no es consciente. Podéis ver con qué naturalidad puede surgir la ciencia espiritual, pues los hombres la anhelan en sus almas. Schleich realmente se esfuerza por llegar a algún grado de comprensión de estos procesos que corren hacia atrás. Realmente se preocupa por el asunto, espiritualmente hablando. Realmente hay un pensador en él, un pensador que no será negado. Declara que es totalmente lógico imaginar las cosas de esta manera -lógico, pero increíble. Para nosotros, esto significa simplemente que va en contra de su propio pensamiento habitual y, en definitiva, que es completamente incapaz de concebir el mundo espiritual.

Ehrenfels concluye: "Vayamos aún más lejos. Imaginemos que se nos impone un mundo al revés -¡que la fuerza implacable de nuestra experiencia nos obliga realmente a enfrentarnos a una situación real como nuestro "mundo al revés"! De este modo, imagina que puede ver realmente a su liebre o a su grupo de caza avanzando hacia atrás en el mundo físico, el mundo que, para él, es la única realidad. Se nos pide que imaginemos que nos hemos visto obligados a entrar en un mundo físico en el que todo está realmente al revés:

"¿Cómo responderíamos a un mundo así, cómo podríamos intentar interpretarlo? Incluso si nuestra experiencia nos obligara repetidamente a pensar, como hemos intentado pensar en las páginas anteriores, en un mundo en el que las formas del futuro son aspiradas hacia atrás, tendríamos que rechazarlo por absurdo".

Esto, dice, sería terrible. Nos enfrentaríamos a un mundo en el que no podríamos ni deberíamos pensar. Y este mundo terrible es el que Ehrenfels tendría que ver realmente si entrara en el mundo espiritual. Se imagina que sería terrible si se le impusiera algo así en el mundo físico.

"Las formas tomarían forma con aparente espontaneidad. Pero no tendríamos más remedio que considerarlas sólo aparentemente espontáneas, y que en realidad son el resultado de combinaciones teleológicas, intencionadas y preconcebidas de partículas materiales y sus movimientos. Y lo mismo ocurriría con la extraordinaria interacción de sus trayectorias cuando convergen y nos dejan fenómenos cada vez más reducidos y decrecientes".

De este modo, piensa que todo se remonta a los inicios de la tierra en un estado de unidad darwiniana.

"¿Cuál puede ser el objetivo de esta potencia creadora que ve y planifica por adelantado? ¿Puede ser el objetivo final la aparición repentina de una forma y su transición gradual a la falta de forma? No, ¡y otra vez no! El objetivo del todo debe ser precisamente lo contrario".

Entonces se pregunta: "¿Qué se sentiría al enfrentarse a un mundo así, al ver un mundo así?". A lo que responde: "Este mundo de la experiencia sólo podría ser la broma grotesca de un poder demoníaco y cósmico al que debemos entregar todo menos el conocimiento".

En este punto se detiene; no puede profundizar más en el asunto. Porque el conocimiento al que se aferra consiste simplemente en sus viejos hábitos de pensamiento. No puede ir más allá. Siente que un mundo que tiene que ser visto al revés debe ser la producción grotesca de algún demonio cósmico, del diablo; sería el mundo del diablo. Y tiene miedo cuando se enfrenta a lo que inevitablemente debe parecerle obra del diablo. Aquí tenéis un ejemplo de cómo un alma experimenta algo que he descrito a menudo: el miedo es lo que nos aparta del mundo espiritual. Y Ehrenfels lo expresa abiertamente: si viera un mundo físico similar al espiritual, lo vería como la obra paradójica de algún ser diabólico. Por eso se repliega temeroso.

"Tiene que haber alguna otra ley integral y universal que trascienda los límites de nuestro mundo de la experiencia. En otras palabras: aunque el mundo del revés existiera, en última instancia no utilizaríamos los principios del revés para comprenderlo.

¿Qué haría el buen Ehrenfels si se viera transportado a un mundo invertido que se le manifestara físicamente? Diría: "No, no lo creo; no permitiré que sea así; me lo imaginaré al revés". Y esto es justo lo que la gente hace con el mundo espiritual; realmente no quieren admitir la existencia de cosas que parecen diferentes de lo que tienen delante.

"Consideraríamos esto como una excepción, como un enclave especial, como una corriente contraria a la gran corriente de toda la evolución cósmica - y sin embargo seguiríamos atribuyendo a la evolución del mundo aquellos rasgos fisonómicos que nos parecen creíbles".

Por lo tanto, uno pondría el pie en el suelo y diría: 'No, aunque este mundo nos conjure un demonio, no creeremos en él. Pensaremos en él de la manera en que estamos acostumbrados a pensar". Ahí se ve toda la historia: de cómo un filósofo se resiste a lo que tiene que venir. Es útil notar tales momentos en la evolución humana. Lo que la ciencia espiritual nos muestra debe venir, y eso, mis queridos amigos, vendrá con toda seguridad. Y aunque la gente hoy en día se resiste a lo espiritual en su conciencia normal, como hemos discutido a menudo aquí, en niveles más profundos de su conciencia están empezando a volverse hacia lo espiritual. Sólo que la gente todavía finge; todavía niega que esté ahí. No pasará mucho tiempo antes de que sea imposible seguir negando el espíritu. Los pensamientos de los hombres se están volviendo con una virtual compulsión hacia el tipo de cosas que uno puede observar en la Kosmogonie de Christian von Ehrenfels.

He querido hablar de este libro porque acaba de aparecer y seguramente se hablará de él con frecuencia en un futuro próximo. Aunque está escrito en un lenguaje filosófico difícil de entender, se discutirá con frecuencia. Es probable que las discusiones sean muy grotescas porque es difícil comprender las implicaciones del libro. Por eso he querido hablarles aquí de la Kosmogonie de Christian von Ehrenfel, para que por una vez se hable con precisión de lo que hay que decir sobre ella. Se trata de un filósofo que es profesor universitario y que ha dado clases de filosofía en la Universidad de Praga durante muchos años. Este libro apareció en 1915. En el prólogo habla de su propio camino de desarrollo, reconociendo puntos en los que es deudor de ciertos filósofos anteriores con los que está más o menos de acuerdo. Al final de este prólogo, tras citar su deuda por una y otra cosa con los filósofos anteriores, Franz Brentano y Meinong, dice lo siguiente:

"Por otra parte, mi mayor carga de agradecimiento se encuentra en una dirección muy alejada de lo que generalmente se reconoce como ámbito de la filosofía. - A lo largo de mi vida he dedicado mucha más energía física a conocer interiormente la música alemana que a asimilar la literatura filosófica. (¡Como profesor de filosofía nos presenta esta confesión!) Tampoco me arrepiento de ello, mirando hacia atrás desde la mitad de la sexta década de mi vida, (Así que ya ven, está muy por encima de sus cincuenta años) más bien atribuyo a esto una de las fuentes de mi productividad filosófica. (¡Y sólo ha sido productivo como filósofo!) Pues, aunque probablemente haya que rechazar el relato de Schopenhauer sobre la música como única objetivación del mundo de la voluntad, me parece, sin embargo, que sus intenciones fundamentales van al fondo de la cuestión. De todos los seres mortales, las revelaciones del músico verdaderamente productivo le acercan al espíritu del cosmos. Aquellos otros "mortales" que pretenden entender este lenguaje metafísico de la música experimentan como un deber de primer orden el traducir este significado recibido a una forma conceptual que sea accesible a la comprensión de sus semejantes.

Si se entiende la religión como una posesión espiritual que lega a su poseedor confianza en el mundo, fuerza moral y poder interior, entonces hay que decir que la música alemana ha sido mi religión en una época en la que la humanidad se ha visto acosada por el agnosticismo, la pérdida de la metafísica y la pérdida de la creencia. Esto se aplica desde el día -en el año 1880- en que me separé definitivamente de los dogmas del catolicismo, hasta aquellas semanas de la primavera de 1911 en que las enseñanzas metafísicas expresadas en este libro comenzaron a revelarse ante mí".

 Y esta metafísica toma como punto de partida la paradoja de la reversibilidad, la imposibilidad de revertir nuestras ideas.

"Sí, hoy en día la música alemana sigue siendo mi religión en el sentido de que, aunque se demostrara que todos los argumentos de mi obra son falsos, no caería en la desesperación. La confianza en el mundo en el que se originó esta obra no me abandonaría y seguiría convencido de que estoy esencialmente en el camino correcto. Seguiría convencido porque la música alemana seguiría existiendo, y el mundo que puede producir algo así debe ser sin duda esencialmente bueno y digno de respeto.

La música de la Misa en Si Menor, de la visita de la estatua en Don Giovanni, las sinfonías Tercera, Quinta, Séptima y Novena, la música de Tristán, El Anillo, Parsifal... esta música no puede demostrarse falsa, porque es una realidad, un manantial de vida. Gracias a sus creadores. Y un saludo a todos los que han sido designados para saciar la sed de eternidad de sus maravillosos manantiales. Lo mejor que he tenido la suerte de crear -y considero que esta obra actual es la mejor- no es más que una insignificante calderilla de las riquezas que he "recibido" de esa fuente: de la música".

Y estoy convencido, mis queridos amigos, de que la forma especial de relacionarse con el mundo espiritual de este filósofo sólo podría encontrarse en una persona que tenga el parentesco espiritual de Ehrenfels con la música de nuestra época materialista. Hay profundas relaciones internas entre todo lo que ocurre en el alma humana, incluso entre cosas que parecen estar en ámbitos muy diferentes. Aquí quería dar un ejemplo de la forma especial en que alguien que es un creyente -no sólo un oyente, sino un verdadero creyente- en los elementos de la música moderna debe relacionarse con los hábitos del pensamiento materialista y cómo debe permitir que fluyan por su alma. Es diferente para alguien que no es tan creyente en la música. Porque si queremos acercarnos gradualmente a los enigmas de la vida y a los enigmas humanos, debemos investigar esas misteriosas relaciones en el alma humana que introducen tantas armonías y desarmonías en su vida.

Traducido por J.Luelmo abr.2022 

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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919