Cuando se pretenden describir los mundos superiores, hay que servirse de palabras que resultan insuficientes, ya que están destinadas al mundo sensible. Sin embargo, hay ciertas características comunes a todos los mundos: colores, sonidos, ciertas fuerzas. Hablemos primero de ciertos colores; en el mundo físico solo los conocemos en objetos espaciales. Incluso allí donde están presentes sin objeto, solo se perciben a través de los objetos. Solo en los casos límite de la vida física se pueden ver colores sin objeto, por ejemplo, el arco iris. Los colores en el mundo astral no están confinados a un límite espacial fijo. Siguen siendo espirituales, son la expresión del ser en el que se alojan. Una pasión sensual se expresa de manera diferente a un pensamiento elevado. Aquí hay una armonía inmediata. El color flota libremente, pero está conectado con lo que expresa. No es un color externo, sino interno. A la campana, por ejemplo, le da igual ser amarilla o verde, eso no afecta a su sonido.
Cuando se traspasa el mundo astral, también hay colores, pero no son solo colores internos, sino que son creativos, se autoproducen; son colores radiantes. Cuando el ser humano se eleva al espacio mental, pierde en un primer momento la capacidad de percibir los colores mentales de la misma manera. Por eso se habla del mundo sonoro. En cambio, aparece la capacidad de percibir el sonido, el tono. Solo cuando se asciende aún más se perciben los colores radiantes. Cuando el ser humano vuelve a decantarse por el color, se encuentra en el Arupa.
Si pudiéramos tomar un poco de color de un objeto físico, llevarlo con nosotros como una pequeña capa y llevarlo al Devachan, el color brillaría allí. Por eso al Devachan también se le llama «el mundo de los colores radiantes». Cuando aquí queremos comunicar algo a un semejante, se lo decimos mediante el sonido. En el Devachan brillaría en el color correspondiente. A un mundo así, donde todos los seres viven en colores radiantes, se le llama el «primer reino elemental». Cuando la materia de estos seres se vuelve algo más densa, desciende al reino rupico, y comienzan a hacerse notar a través de sonidos. Ese es el «segundo reino elemental». Los seres que viven en él son muy móviles. En el «tercer reino elemental» se añade la forma. El color interior se configura; la pasión se manifiesta en forma de relámpagos, los pensamientos elevados en forma de plantas. En las regiones superiores son chispas y destellos, aquí son formas de un mundo monocromático y sonoro.
Todos nuestros seres han pasado por tres reinos elementales. El oro, el cobre y demás han pasado ahora al reino mineral. El oro no tenía el mismo aspecto en la luna que ahora: una estrella que brillaba en diferentes direcciones y a través de la cual se podía atravesar la mano. Mediante un proceso similar, el agua, cuando se congela y se convierte en nieve, se transforma en un pequeño cristal. Los metales son las formas condensadas del tercer reino elemental. Por eso el metal no es uniforme en su interior, sino que está configurado internamente: figuras sonoras de Chladni. Todo el reino mineral está animado por líneas y figuras, y en el tercer reino elemental estaba coloreado. Al solidificarse las formas, se crea una superficie y ahora los colores surgen en la superficie.
Así pues, tenemos:
1. Primer reino elemental: reino de los colores radiantes.2. Segundo reino elemental: reino de los sonidos libres.3. Tercer reino elemental: reino de las formas coloreadas.4. Reino mineral: reino de los cuerpos coloreados.
El mundo físico contiene los tres reinos elementales como si estuvieran coagulados en él. El sonido está mucho más relacionado con el interior de un ser que el color. Este último es más superficial. Los colores radiantes están aún más relacionados con el interior. [Lo que irradia por sí mismo del primer reino elemental].
Traducido por J.Luelmo nov,2025
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