GA235-Dornach 16 de febrero de 1924 Relaciones Kármicas Vol. I -Condiciones y leyes del destino humano.

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Relaciones kármicas:
GA235 - Volumen I

Dornach 16 de febrero de 1924



I conferencia


Ahora deseo comenzar a hablaros de las leyes y condiciones del destino humano, que, como sabéis, se ha convertido en costumbre describir como karma. El karma, sin embargo, no puede verse claramente a menos que estemos preparados para aprender a conocer los diferentes tipos de leyes universales y la actividad universal. Por lo tanto, permitidme comenzar hablándoos de una manera más abstracta de los diferentes tipos de leyes y actividades universales, para luego cristalizar, por así decirlo, ese tipo especial de trabajo que puede ser llamado destino humano o karma.

Tanto cuando tratamos de comprender los fenómenos del mundo como cuando deseamos comprender los fenómenos de la vida humana, solemos hablar de "causas y efectos". Especialmente en la ciencia de hoy en día, la gente está acostumbrada a hablar de forma bastante general de "causas y efectos". Sin embargo, es precisamente este hábito el que conduce a las mayores dificultades, frente a la verdadera realidad. Porque si hablamos de esta manera, estamos dejando de lado la variedad de formas en las que "causa y efecto" se producen realmente en el universo.

Para empezar podemos observar la llamada Naturaleza sin vida, que tan claramente se nos presenta en el reino mineral. Hay formas maravillosas que a menudo se encuentran en las rocas y piedras de la tierra. También está todo lo que parece como si se hubiera molido en polvo y comprimido de nuevo en piedra amorfa.

Consideremos, para empezar, todo lo que se nos presenta como en el mundo sin apariencia de vida. Cuando consideramos lo inerte como tal, encontramos invariablemente que podemos buscar dentro de lo inerte cualquier causa que actúe en el reino de lo inerte. Dondequiera que haya algo sin vida como efecto, allí también - dentro del reino de lo sin vida - podemos buscar las causas. Y de hecho, sólo procedemos de acuerdo a la verdadera ciencia si hacemos esto - si buscamos dentro del reino sin vida las causas de todos los procesos sin vida.

Por muy hermoso que sea el cristal que tengáis ante vosotros, debéis investigar sus formas dentro del reino sin vida. Esto significa que el reino sin vida es realmente autónomo. No podemos decir, para empezar, dónde se encuentran sus límites. Pueden estar muy lejos en distancias cósmicas. Sin embargo, cualquier proceso o efecto sin vida que se nos presente, si buscamos sus causas, debemos buscarlas - una vez más - dentro del reino de lo sin vida.

Con ello, sin embargo, ya estamos colocando a lo inerte junto a algo más, y de inmediato se abre una cierta perspectiva para nosotros. Considerad al propio hombre, en su paso por la puerta de la muerte. Todo lo que trabajaba y vivía en él antes de pasar por la puerta de la muerte, ha desaparecido aquella forma tangible y visible que deja atrás cuando el alma la abandona. De hecho, decimos de esta forma humana que queda atrás, que no tiene vida. Así como hablamos de lo inerte cuando miramos las rocas y montañas con sus formas cristalinas, también debemos hablar de lo inerte cuando vemos el cadáver del hombre, desprovisto de alma y espíritu. Y sólo a partir de este momento podemos aplicar al cuerpo humano lo que se aplica al resto de la Naturaleza sin vida desde el principio.

Para aquellos efectos que se produjeron en y sobre la forma humana durante la vida - antes de que el alma hubiera pasado por la puerta de la muerte - no podíamos buscar las causas dentro del reino sin vida. Y no sólo eso, sino que cuando un ser humano levanta su brazo, buscaremos en vano dentro de los principios físicos sin vida de la forma humana las causas del levantamiento del brazo. Además, en las leyes físico-químicas que están presentes en la forma humana, buscaremos igualmente en vano las causas, digamos, de los latidos del corazón, la circulación de la sangre o cualquier otro proceso, incluso los procesos involuntarios.

Sin embargo, en el momento en que esta forma humana se ha convertido en un cadáver, en el momento en que el alma ha pasado por la puerta de la muerte, también observamos un efecto en el cuerpo humano. El color cambia en la piel, los miembros se vuelven inertes - en resumen, aparecen todos los efectos que estamos acostumbrados a presenciar en el cadáver. ¿Dónde buscaremos la causa? Dentro del propio cadáver - en las leyes químicas y físicas, sin vida del cadáver.

Pensad hasta el final, en todas las direcciones, en lo que estoy indicando (porque no hago más que indicarlo), y os diréis a vosotros mismos: En cuanto a su cadáver, el hombre, cuando su alma ha pasado por la puerta de la muerte, se ha convertido en lo mismo que la naturaleza sin vida. De ahora en adelante debemos buscar las causas de los efectos en el mismo ámbito en el que se encuentran los propios efectos.

Esto es muy importante, pero precisamente cuando contemplamos esta característica del cadáver humano, encontramos otro hecho muy significativo. Al morir, el ser humano, por así decirlo, deja de lado su cuerpo. Observad con las necesarias facultades espirituales en qué se ha convertido el verdadero hombre, el hombre de alma y espíritu, y diréis: El cadáver ha sido abandonado. Para el verdadero hombre de alma y espíritu, habiendo llegado más allá de la puerta de la muerte, este cadáver ya no tiene importancia. Ha sido desechado.

Para la naturaleza exterior sin vida es muy diferente. Observad incluso superficialmente, y percibiréis la diferencia. Mirad un cadáver humano. Podéis observarlo mejor donde está enterrado, por así decirlo, en el aire. Ciertas comunidades solían usar cavernas subterráneas como lugares de enterramiento, y allí encontramos cadáveres humanos simplemente suspendidos en el aire. Se secan hasta que están completamente podridos; sólo hay que tocarlos ligeramente, y se vuelven polvo.

Lo "sin vida" que obtenemos de esta manera es diferente de lo que encontramos como Naturaleza sin vida a nuestro alrededor. Esta última contiene un proceso de formación y configuración que da lugar a formas cristalinas. Además, está en constante cambio. Aparte del elemento terrestre como tal, si observamos el agua y el aire, que también son inertes, lo encontramos todo en la movilidad, la metamorfosis y la transformación.

Sin embargo, dejemos que esto se presente ante nuestras almas desde el principio: la equivalencia del cuerpo humano en cuanto a su naturaleza sin vida, después de que el alma lo haya dejado de lado, con el mundo sin vida de la naturaleza fuera del hombre.

Y ahora daremos un paso más. Estudiemos el reino vegetal. Aquí entramos en la esfera de los seres vivos. Estudiad la planta de una manera real, y encontraréis que nunca somos capaces de explicar los efectos, atribuyéndolos únicamente a causas que se encuentran dentro del reino vegetal - en el mismo reino donde se producen los efectos. Sin duda, hay una ciencia hoy en día que trata de hacerlo, pero es en un callejón sin salida! Al final se ven obligados a decir: "Podemos investigar las fuerzas y leyes físicas y químicas que actúan en la planta. Pues algo queda en la planta..." Y en este punto se dividen, por así decirlo, en dos partes. Por un lado están los que dicen: "Lo que resulta es una mera síntesis, una especie de forma. Las leyes físicas y químicas son el único principio efectivo". "No", dicen los otros, "hay algo más, que la ciencia aún no ha descubierto, pero lo hará sin duda con el tiempo". - Seguirán hablando así durante mucho tiempo. Porque no es así. Si deseáis investigar el reino vegetal, no podéis entenderlo sin llamar a todo el universo en vuestra ayuda. Debéis percibir que las fuerzas para la actividad vegetal se encuentran en el amplio universo. Todo lo que ocurre en la planta es un efecto del gran universo. Antes de que cualquier efecto pueda tener lugar en la vida de las plantas, el sol debe llegar a una cierta posición en el universo. Y otras fuerzas también deben trabajar desde el amplio universo, para dar a la planta su forma, sus fuerzas internas de crecimiento y así sucesivamente.

Ahora bien, si fuéramos capaces - no como lo hizo Julio Verne, sino en realidad - de viajar, digamos a la luna o al sol, allí tampoco seríamos mucho más sabios en nuestra búsqueda de causas que en la tierra, si no adquiriéramos otras facultades de conocimiento que las que ahora poseemos. No alcanzaríamos nuestro objetivo diciendo simplemente: "Bien, bien: las causas de los efectos que se producen en el reino vegetal de la tierra no se encuentran en este reino en la propia tierra". Vayamos, pues, al sol; allí encontraremos las causas". No, en absoluto, allí tampoco las encontraremos con las facultades ordinarias del conocimiento. Las encontramos sin embargo cuando trabajamos en nuestro camino hacia la Cognición Imaginativa - es decir, cuando poseemos una nueva facultad de conocimiento. Pero entonces no necesitamos viajar al sol; las encontramos en el propio dominio de la tierra. Sólo que tenemos que pasar de "un mundo" a otro; de lo físico cotidiano a lo etérico, el mundo del éter. En los amplios espacios universales, el éter cósmico con sus fuerzas está actuando. Actúa hacia el interior desde los amplios espacios. El éter está actuando en todas partes, desde los amplios espacios.  

Por lo tanto, si queremos encontrar las causas de los efectos de la planta en este reino, debemos entrar en un segundo reino del universo.

Ahora bien, el hombre también participa en lo que la planta participa. Las fuerzas que actúan en las plantas desde el mundo etérico, actúan también en el hombre. El hombre lleva en sí mismo las fuerzas etéricas, y la suma total de estas fuerzas etéricas que lleva dentro de él, las describimos como el cuerpo etérico humano. Ya les he dicho que el cuerpo etérico se expande durante a los pocos días después de la muerte del hombre, y que al final se pierde, de modo que el ser humano sólo permanece en su cuerpo astral y en su ser-ego.

Lo que el hombre llevaba consigo etéricamente, se hace cada vez más grande y se pierde en las distancias mundiales.

Y ahora una vez más: comparad lo que podemos ver del hombre después de su paso por la puerta de la muerte, con lo que vemos en el reino vegetal. Del reino vegetal debemos decir: sus fuerzas causales llegan a la tierra desde el espacio. Del cuerpo etérico humano debemos decir: sus fuerzas van hacia afuera a lo ancho del espacio. Es decir, van al lugar de donde provienen las fuerzas del crecimiento de las plantas - tan pronto como el hombre ha pasado por la puerta de la muerte.

Aquí ya se vuelve más claro. Cuando observamos sólo el cadáver físico, aunque reconocemos que se vuelve inerte, no nos resulta fácil relacionarlo con el resto de la Naturaleza inerte. Cuando por el contrario consideramos el reino vivo de las plantas, cuando nos damos cuenta de cómo las causas, las fuerzas para el reino de las plantas vienen hacia adentro desde el éter del espacio cósmico, entonces - al entrar con la imaginación espiritual en el ser humano - percibimos que con el paso del hombre por la puerta de la muerte el cuerpo etérico humano va hacia allí, de donde vienen las fuerzas, las fuerzas etéricas, para el reino de las plantas.

Ahora hay otra característica. Las fuerzas causales que afectan a las plantas, trabajan comparativamente rápido. El sol de antes de ayer tiene poca influencia sobre la planta al brotar del suelo o recibir flores y frutos. El sol de antes de ayer puede tener poco efecto hoy con todas sus causas. Para tener efecto hoy, debe brillar hoy. Este punto es importante; marcadlo bien. Ahora veréis lo importante que es.

Ciertamente, las plantas con sus causas etéricas tienen sus verdaderas fuerzas fundamentales en el ámbito terrestre, pero las tienen en el universo simultáneamente con la tierra.

Y cuando el cuerpo etérico humano se disuelve después de que el ser humano ha pasado por la puerta de la muerte como un ser espiritual y del alma, esto solo dura muy poco tiempo, solo días. De nuevo hay simultaneidad, porque los días que dura son en realidad una insignificancia para el tiempo de los acontecimientos mundiales. Por lo tanto, cuando el cuerpo etérico humano se disuelve allí donde las fuerzas para el crecimiento de las plantas - las fuerzas etéricas - provienen de nosotros, podemos decir: Tan pronto como el hombre vive en el éter, su actividad etérica no se limita a la tierra (porque al contrario, abandona la tierra), sin embargo, se desarrolla simultáneamente. De ahí que pueda escribiros este esquema:

Reino mineral; Simultaneidad de causas y efectos dentro de lo físico.

Diréis vale, pero seguramente las causas de algunas cosas que ocurren en lo físico son anteriores en el tiempo. No, no es así en la realidad. Para que surja algún efecto en lo físico, las causas deben seguir actuando. Tan pronto como las causas dejen de actuar, no se producirán más efectos. Así podemos escribir verdaderamente:


Reino mineral; Simultaneidad de causas, dentro de lo físico.


Y cuando lleguemos al reino vegetal (y lo mismo que se aplica a la naturaleza de la planta se puede aplicar al propio hombre), allí tenemos simultaneidad en lo físico y en lo suprafísico, por lo que podemos escribir:


Reino vegetal; Simultaneidad de causas en lo físico y en lo suprafísico.

Ahora vamos a acercarnos al reino animal. En el reino animal investigaremos en vano dentro del propio animal los efectos que se producen durante la vida de la criatura. Si no hace más que arrastrarse en busca de comida - en los procesos físicos y químicos que se encuentran dentro de su cuerpo, buscaremos en vano las causas de estos efectos. También buscaremos en vano en los amplios espacios del éter, donde encontramos las causas de la naturaleza vegetal. Allí también buscaremos en vano las causas del movimiento y las sensaciones de los animales. Para todo lo que es similar a una planta en el animal y en sus procesos, encontraremos las causas en los espacios etéricos. Y cuando muere, el cuerpo etérico del animal también sale al amplio éter universal. Pero para la sensación nunca encontraremos las causas dentro de los reinos de lo físico terrestre, ni de lo suprafísico y etérico. No las encontraremos allí.

Aquí, además llegamos a un punto en el que la idea moderna sigue un camino equivocado. De hecho, hasta cierto punto tienen que admitirlo. Para muchos fenómenos que se producen en el animal - todos los fenómenos de sensación, movimiento, etc., - debemos admitir: que si investigamos las fuerzas físicas y químicas dentro del animal, no podemos encontrar las causas. Y en los espacios cósmicos - en los espacios etéricos del universo - allí tampoco podemos encontrar las causas. Si quisiera explicar una flor debo salir a los espacios del éter cósmico. Desde el universo etérico seré capaz de explicar la flor. De la misma manera, seré capaz de explicar muchas cosas que son similares a las plantas en el animal. Pero nunca podré explicar, ni siquiera desde el universo etérico, lo que ocurre en el animal como movimiento y sensación.

Supongamos que observo un animal el 20 de junio. Para sus procesos sensoriales, no encontraré las causas el 20 de junio - ni siquiera buscando a través de todos los reinos del espacio dentro y fuera de la tierra. Y si voy más atrás, allí tampoco las encontraré, ni en mayo, ni en abril...

La ciencia moderna incluso siente que es así. Por lo tanto, explica al menos algo de lo que es inexplicable, refiriéndose a la "herencia", es decir, con una palabra. Es "heredado". Viene de los ancestros. No todo, por supuesto (eso sería demasiado grotesco), pero mucho de ello - es simplemente "heredado".

¿Cuál es el significado de esta frase? En última instancia, el concepto de herencia equivale a esto: Todo lo que nos encontramos en el animal, con todas sus múltiples configuraciones, estaba potencialmente contenido en la célula germinal de la madre del animal. Tal es el esfuerzo de la ciencia moderna: estudiar al buey externamente, en la incalculable variedad de sus formas, y luego decir: El buey proviene de la célula germinal. Ya existían las fuerzas que en su pleno crecimiento y desarrollo han dado origen al buey. En consecuencia, la célula germinal es un cuerpo extremadamente complejo ... En efecto, tendría que ser terriblemente complejo, esta célula germinal del buey. Porque tendría que contener todo lo que presiona y moldea y gira y trabaja para que la pequeña célula germinal se convierta en el buey con sus múltiples formas.

Sin embargo, usted puede torcer y girar (y hay muchas teorías - la evolución, la epigénesis, y así sucesivamente ...) sin embargo usted puede torcerlo, se llega a esto. En última instancia, debes concebir la célula germinal, el óvulo diminuto, como algo terriblemente complicado. Y donde todas las cosas se refieren a las moléculas, supuestamente construidas en gran complicación a partir de los átomos, algunos científicos son propensos a representar el primer rudimento de la célula germinal como una molécula compleja. Pero esto, mis queridos amigos, ni siquiera concuerda con la observación física.

¿Es la célula germinal realmente una molécula o un organismo tan complicado? Su cualidad peculiar no radica para nada en la complicación, sino al contrario: lanza toda la materia de nuevo al caos. La célula germinal de todas las cosas, en el cuerpo de la madre, no es una estructura complicada, sino un material completamente disperso - caótico. No está organizado en absoluto. Es algo que se repliega en una condición completamente desorganizada y dispersa. Nunca podría tener lugar la reproducción si no fuera por esto. Precisamente en el huevo, la materia desorganizada y sin vida, que tiende a la formación cristalina, se repliega en un completo caos. La albúmina no es el cuerpo más complicado, sino el más simple, completamente exento de determinación inherente. De este pequeño caos con el que la célula germinal debe comenzar, ningún buey podría surgir... no, ni en toda la eternidad. Porque es realmente un caos.

¿Por qué entonces se convierte en el buey? Porque en esta etapa todo el universo procede a trabajar sobre la célula germinal en el organismo materno. Precisamente en la medida en que se ha convertido en un caos - vacío de determinación en sí mismo - el universo entero puede trabajar sobre él. La fecundación no tiene otro objetivo en el mundo que reducir la materia de nuevo al caos, al vacío indeterminado, de modo que ninguna otra entidad trabaje sino el universo puro.

Pero ahora, si miramos dentro del cuerpo de la madre, no hay causas. Si miramos fuera, en el éter universal, allí en lo que tiene lugar de forma simultánea, tampoco están las causas. Debemos retroceder, a antes de que el animal naciera, si queremos encontrar las causas de lo que está germinando allí como el principio de una criatura capaz de sensación y movimiento. Debemos retroceder, antes de que la vida de la criatura comenzara. Para todo lo que es susceptible de sensación y movimiento, el mundo de las causas no se encuentra en lo simultáneo, sino antes del origen de la criatura.

Cuando lo que observo es una planta, debo salir a la simultaneidad, aunque sea en el lejano y amplio universo. Allí encontraré la causa. Pero si quiero encontrar la causa de todo lo que actúa como sensación o capacidad de movimiento en el animal, ya no puedo ir al universo simultáneo. Debo entrar en lo que precede a la vida de la criatura. En otras palabras, la constelación de las estrellas debe haberse modificado. Lo que influye en la naturaleza específicamente animal no es la constelación en el universo simultáneo con el animal, sino la constelación de las estrellas que precede a la vida del animal.

Una vez más, volvamos nuestros pensamientos al hombre después de su paso por la puerta de la muerte. Cuando haya pasado la puerta de la muerte, cuando haya dejado a un lado su cuerpo etérico que va a los amplios espacios cósmicos - a todos los lugares de donde provienen las fuerzas étericas del crecimiento de las plantas - el hombre debe retroceder, como os he dicho, hasta su nacimiento. Cuando lo haya hecho, entonces habrá experimentado en su cuerpo astral todo por lo que ha pasado durante su vida. Por tanto, con su cuerpo astral después de la muerte, no tiene que entrar en lo que es simultáneo, sino que debe regresar a la etapa prenatal. Debe ir allí, al lugar de donde provienen las fuerzas que proporcionan al animal las facultades de movimiento y de sensación. No provienen del espacio, sino de las constelaciones que son simultáneas; provienen de las constelaciones anteriores de las estrellas. Por lo tanto, si hablamos del reino animal, ya no podemos hablar de simultaneidad de causas en lo físico y en lo suprafísico; debemos atribuir los efectos actuales de lo físico a causas suprafísicas pasadas. Así, para el reino animal: Causas suprafísicas pasadas - efectos presentes.

Una vez más, entramos en el concepto de tiempo. Para decirlo de forma trivial, debemos ir a dar un paseo en el tiempo. En el mundo físico, cuando buscamos las causas de las cosas que suceden allí, nos movemos en lo físico. No necesitamos salir de lo físico. Y si estamos buscando las causas de cualquier cosa que se produzca en el reino vivo de las plantas, debemos ir muy lejos. Debemos recorrer el mundo etérico, y sólo al final del mundo etérico, donde, como en el lenguaje de los cuentos de hadas, llegamos al final del mundo, encontramos las causas del crecimiento de las plantas. Pero podemos vagar por allí tanto como queramos; pues no encontraremos allí las causas de las facultades de sensación o de movimiento. Para ello, debemos emprender un peregrinaje en el tiempo. Debemos retroceder en el tiempo. Debemos salir del espacio y entrar en el tiempo.

En cuanto a la causalidad, por lo tanto, podemos colocar el cuerpo físico humano en su condición sin vida al lado de la naturaleza sin vida externa. Y podemos colocar el cuerpo etérico humano - tanto en su vida como en su paso exterior después de la muerte a los espacios etéricos - al lado de la vida etérica de las plantas; porque esto también viene de los espacios etéricos, aunque de las constelaciones simultáneas, de lo que está más allá de lo físico, por encima de la tierra. Además, podemos relacionar el cuerpo astral humano con el mundo animal exterior.

Ahora bien, al progresar de la naturaleza mineral a la vegetal y animal, cuando llegamos al reino humano propiamente dicho, tal vez diréis: "Ya lo hemos considerado". Sí, pero no del todo. Lo hemos considerado en la medida en que el ser humano tiene un cuerpo físico; después, en la medida en que tiene un cuerpo etérico; y en tercer lugar, en la medida en que tiene un cuerpo astral. Pero reconocerán que si el hombre sólo tuviera su cuerpo físico, sería un cristal, aunque uno muy complicado. Y si además sólo tuviera su cuerpo etérico, sería una mera planta, no importa, lo hermosa que sea. Y aunque tuviera el cuerpo astral añadido, que fuera a cuatro patas, que tuviera cuernos o algo parecido, en una palabra, que fuera un animal. Todo esto, no lo es. Él tiene la forma que tiene y la figura que tiene como ser que camina erguido, porque también posee la organización del Ego, más allá de lo físico, etérico y astral. Sólo a este ser, que también posee la organización del Ego, podemos aplicarle el nombre de: reino humano.

Observemos una vez más lo que ya hemos visto. Si buscamos las causas de lo físico, podemos permanecer dentro de lo físico. Si buscamos las causas de la naturaleza vegetal, debemos adentrarnos en los amplios reinos del éter. Todavía podemos permanecer dentro del espacio - aunque, como dije, este "espacio" se convierte en un poco hipotético, de modo que recurrimos a conceptos de cuento de hadas, como cuando decimos "el fin del mundo - el borde del mundo". Sin embargo, es así. Incluso aquellos que sólo piensan en la línea de la investigación actual están empezando a adivinar que en cierto sentido existe algo así como el fin del mundo - "en la frontera del mundo".  Es por supuesto una expresión infantil y burda. Pero sólo necesitamos recordar la forma infantil en que la gente suele pensar: Está el sol, que envía sus rayos, una y otra vez. Los rayos se debilitan cada vez más, es cierto, pero la luz viaja y se proyecta constantemente hacia el infinito.

Aquellos que han asistido a estas conferencias durante años, les he explicado hace tiempo que creer que la luz viaja y se proyecta de esta manera, en el vacío sin fin, es un sinsentido. A menudo he dicho y repetidamente que la expansión de la luz está sujeta a una especie de elasticidad. Si se tiene una bola de goma india y se hace una hendidura aquí - se puede seguir presionando hasta cierto punto; luego vuelve a saltar. Hay un final para la presión elástica; a partir de la cual entonces retrocede. Lo mismo ocurre con la luz: no viaja y se proyecta en el vacío infinito. Cuando ha alcanzado un cierto límite, vuelve de nuevo.

Esta misma idea - que la luz no viaja indefinidamente, sino hasta cierto límite, del cual regresa - ha sido recientemente sostenida, por ejemplo, en Inglaterra, por el físico Oliver Lodge. Por consiguiente, incluso la ciencia exterior ha llegado al punto de mantener en este caso lo que se declara por la ciencia espiritual; como en efecto, en el tiempo venidero, llegará con todo detalle a las cosas que la ciencia espiritual expone.

Así también podemos decir: Ahí fuera, si pensamos con la suficiente amplitud, tarde o temprano debemos recapacitar. No debemos asumir un mero espacio interminable lo cual es una fantasía y además, una que no podemos comprender. Algunos de ustedes recordarán lo que relaté en mi autobiografía sobre la profunda impresión que me causó, cuando asistí a las clases de Geometría Sintética moderna, y cuando por primera vez se me mostró a través de la propia Geometría que una línea recta no debe ser concebida como si saliera al vacío sin fin y nunca cesara. La línea que sale en esta dirección, en realidad regresa desde el lado opuesto. La Geometría lo expresa diciendo que el punto infinitamente distante a la derecha es idéntico al punto infinitamente distante a la izquierda. Esto se puede encontrar por cálculo exacto, no por la mera analogía de un círculo, donde, si se sale de aquí, eventualmente se regresa de nuevo al mismo punto, y si entonces se imagina el diámetro infinitamente largo el círculo se convertirá en una línea recta. Eso sería una mera analogía, de poco o ningún valor para alguien que puede pensar con exactitud. Me impresionó, no por esta trivial analogía, sino por la posibilidad de una prueba aritmética real, de que el punto infinitamente distante de un lado - a la izquierda - es el mismo que el punto infinitamente distante de la derecha. De modo que aquel que comienza a correr desde aquí y sigue corriendo a lo largo de la línea no correrá hacia el vacío infinito; pues si sigue corriendo durante el tiempo suficiente, volverá a encontrarse con nosotros desde el otro lado. Para el pensar físicamente puede parecer grotesco. El momento en que dejamos de lado el pensar físicamente es una realidad. El mundo no es interminable. Como mundo físico, tal y como está ante nosotros aquí, es limitado.

Una vez más entonces, podemos decir: Que para tratar con la naturaleza vegetal y con la naturaleza etérica del hombre, debemos adentrarnos en los límites del éter. Pero si queremos explicar la naturaleza animal, y lo astral en el hombre, debemos salir justo fuera de todo lo que existe en el espacio. Debemos trasladarnos, en el tiempo - más allá de todo lo que es contemporáneo; debemos avanzar en el tiempo. Y sólo así llegamos al reino humano.

Cuando procedemos a trasladarnos en el tiempo, ya estamos trascendiendo lo físico de una manera doble. Para describir al animal hay que avanzar en el tiempo. Pero en esta etapa no debéis seguir la línea de pensamiento en abstracto; debéis continuar en concreto. Os ruego que observéis ahora cómo continuamos la línea de pensamiento de forma concreta.

La gente cree que cuando el sol envía su luz, la luz viaja y se proyecta sin cesar. Oliver Lodge, sin embargo, muestra que este tipo de pensamiento ya está empezando a quedar atrás. Comienzan a darse cuenta de que se llega a un cierto límite y de ahí se regresa de nuevo. El sol recibe su luz enviada de nuevo a él desde todas las direcciones - aunque en otra forma, en una forma transmutada, sigue recibiéndola de nuevo.

Ahora apliquemos el mismo tipo de pensamiento a la progresión que acabamos de seguir. Nos quedamos, para empezar, en el espacio. Luego, el espacio terrestre se ha quedado ahí dentro, mientras que nosotros debemos salir al universo. Pero ni siquiera eso ha sido suficiente, ya que en la siguiente etapa salimos al tiempo. Ahora, alguien podría decir que debemos seguir aún más lejos, una y otra vez. No, al contrario, ahora volvemos de nuevo. Al igual que cuando seguimos y seguimos en el espacio: llegamos a un límite y de ahí regresamos; así también aquí volvemos de nuevo. Después de haber buscado en las distancias de tiempo las causas suprafísicas pasadas, debemos volver de nuevo a lo físico.


¿Qué significa esto en la realidad? Significa que fuera del tiempo debemos volver a bajar a la tierra. Si buscamos las causas que se aplican al hombre como tal, debemos buscarlas una vez más en la tierra. Sólo que hemos retrocedido en el tiempo, y no hace falta decir: cuando, retrocediendo en el tiempo, volvemos a la tierra, entramos en una vida anterior del hombre. Llegamos a una vida anterior. Para el animal tenemos que seguir y seguir. Se disuelve en el tiempo, así como nuestro cuerpo etérico se disuelve hasta el límite... El hombre, en este punto no se disuelve, debemos volver de nuevo, incluso a su vida anterior en la tierra. Por lo tanto, en el caso del hombre, podemos decir: Causas físicas pasadas, para los efectos presentes dentro de lo físico.

Reino mineral: Simultaneidad de causas, dentro de lo físico.

Reino vegetal: Simultaneidad de causas, en lo físico y suprafísico.

Reino animal: Causas suprafísicas pasadas, correspondientes a los efectos presentes.

Reino humano: Causas físicas pasadas, correspondientes a los efectos presentes en lo físico.

Veréis, nos ha costado algunos dolores hoy, a modo de preparación, entrar en estas abstracciones. Pero eso era necesario. Quería mostraros que también hay una lógica para estos reinos - los reinos realmente espirituales de la vida. Esta lógica no es sólo coincidente con la lógica cruda que sólo se abstrae de los fenómenos físicos, y en la que sólo la gente comúnmente cree.

Procediendo de forma puramente lógica, investigando toda la serie de causas, incluso en el puro curso del pensamiento llegamos a las repetidas vidas del hombre en la tierra. Debemos estar atentos a este hecho: nuestro pensamiento debe ser diferente si queremos comprender lo espiritual.

La gente se imagina que no se puede entender lo que se revela desde el mundo espiritual. Se puede, pero hay que extender la lógica. Después de todo, incluso para entender una pieza de música o cualquier otra obra de arte, uno debe tener en su interior las condiciones para salir a su encuentro. Si no tienes las condiciones, pasarás de largo sin apreciarla - como un mero ruido, si es música; o si es arte plástico, "no verás nada en ella" salvo las formas crudas y obvias. Y así para las comunicaciones del mundo espiritual: debéis encontrarlas con un pensar adecuado al mundo espiritual. Y esto ya se puede encontrar en el pensar lógico puro. Buscad las posibles variedades de causas, y podréis llegar a comprender las repetidas vidas terrenales, incluso en consecuencia lógica.

Ahora nos quedamos con la gran pregunta que se abre cuando consideramos el cadáver. El cadáver se ha convertido en algo sin vida. La naturaleza externa sin vida está ante nosotros en sus cristales y múltiples formaciones. Aquí surge la gran pregunta: ¿Cómo se relaciona la naturaleza sin vida con el cadáver del hombre?

Quizás descubráis que os llevará un poco en una dirección que tiende a la respuesta, si primero os apoderais del asunto en la segunda etapa. Deciros a vosotros mismos: Observo el mundo de las plantas a mi alrededor. Desde los amplios espacios del universo del éter, lleva en su interior las fuerzas a las que mi propio cuerpo etérico ha de regresar después de mi muerte. Allá arriba, en los espacios del éter, está el principio causal que proporciona a las plantas su origen. Está el reino al que va mi cuerpo etérico cuando haya cumplido con mi vida. Me voy allí donde, desde los espacios etéricos, brota toda la vida de las plantas. Allí voy, es decir, soy similar a él. De hecho, puedo incluso decir que hay algo allí, allá arriba. Allí va mi cuerpo de éter. De ahí viene el mundo verde, primaveral y brotante de las plantas. Sin embargo, hay una diferencia. Renuncio a mi cuerpo etérico; las plantas en cambio reciben el éter para su vida y crecimiento. Yo, después de mi muerte, entrego mi cuerpo etérico; lo entrego como una cosa que se deja atrás. Ellas, por otro lado, las plantas reciben este cuerpo etérico como algo que les proporciona vida. Tienen su principio en el reino donde yo voy con mi final. El principio de las plantas se une al final del cuerpo etérico humano.

Esto te acercará a la pregunta: ¿No podría ser así también para lo mineral, para todas las múltiples formaciones cristalinas? ¿No puedo preguntar: quizás esto también es un comienzo, en contraste con el final que, de mí mismo, dejo atrás como cadáver físico? ¿Quizás aquí también, el principio y el final están unidos?

Con esta pregunta cerraremos por hoy, mis queridos amigos. Mañana comenzaremos a entrar de lleno en la cuestión del destino humano, el llamado karma. Continuaré con el karma. Ya no tendrán que encontrar su camino a través de tal jungla de abstracciones; pero también percibirán que para un cierto desarrollo del pensamiento esto era una preparación necesaria.

1 comentario:

Ormusnu dijo...

gracias! la antroposofia despierta a la resignificacion de contenidos paara dar orden y sentido al universo! todo lo que haga en esta vida es preparacion para la siguiente!

El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919