GA107 Berlín,12 de enero de1909 los ritmos en la naturaleza humana

 Índice

   GA107      LOS RITMOS-2  

(EN LA NATURALEZA HUMANA)

  



RUDOLF STEINER
Berlín,12 de enero de1909
13 ª Conferencia

Ya se ha mencionado aquí que en las reuniones de grupo de este invierno queremos reunir todos los hilos que eventualmente se enlazarán para formar una comprensión más profunda del ser del hombre y de otras cosas relacionadas con la vida y la evolución del hombre que profundizará más y más en los secretos del mundo. Hoy me gustaría recordarles la conferencia grupal antes de la última (21 de diciembre de 1908) y comenzar a partir de ahí. Recordarán que hablábamos de un cierto ritmo existente en los cuatro miembros del ser del hombre. Queremos comenzar hoy y encontrar una respuesta a la pregunta: ¿Cómo puede el conocimiento de estas cosas ayudarnos a comprender de una manera más profunda tanto la necesidad como el objeto del movimiento antroposófico?

Hoy tendremos que enlazar dos cosas aparentemente muy distantes entre sí. Recordarán que existen ciertas relaciones entre el yo del hombre, el cuerpo astral, el cuerpo etérico y el cuerpo físico. Lo que hay que decir sobre el cuarto miembro, el yo, se ve mejor si tenemos en cuenta los dos estados alternos de conciencia que experimenta el yo en el curso de las veinticuatro horas del día. Un día con sus veinticuatro horas, durante el cual el yo experimenta el día y la noche, dormir y despertarse, será visto como una especie de unidad. Por eso, cuando decimos que lo que el yo atraviesa en un día se basa en el número uno, tendremos que decir que el número que corresponde de manera similar a nuestro cuerpo astral es el número siete. Mientras que el yo tal como es hoy vuelve a su punto de partida en veinticuatro horas o un día, nuestro cuerpo astral hace lo mismo en siete días. Vamos a entrar en esto en mayor detalle.

Piensen que están levantándose por la mañana; es decir, se levantan de la oscuridad de la inconsciencia, (como la gente dice incorrectamente en la vida ordinaria) y los objetos del mundo de los sentidos físicos aparecen de nuevo a su alrededor. Experimentan esto por la mañana y nuevamente veinticuatro horas después, salvo alguna excepción ocasional. Este es el curso regular de los acontecimientos y podemos decir que nuestro yo vuelve a su punto de partida después de un día de veinticuatro horas. Si observamos de la misma manera el ritmo correspondiente al cuerpo astral, tenemos que decir que si la ordenada regularidad del cuerpo astral está presente, entonces el cuerpo astral regresa al mismo punto un vez transcurridos siete días. Osea, mientras el yo atraviesa su ciclo en un día, el cuerpo astral va considerablemente más lento y lleva a cabo su ciclo en siete días. El ciclo del cuerpo etérico, por otro lado, emplea cuatro veces siete días; transcurridos los cuales regresa al mismo punto. Y ahora, por favor, tengan en cuenta lo que se dijo hace un tiempo. En cuanto al cuerpo físico no es tan regular como los cuerpos astral y etérico. Sin embargo, podemos establecer una cifra aproximada y decir que atraviesa su ciclo en aproximadamente diez veces veintiocho días, y luego vuelve a su punto de partida. Por supuesto, ustedes saben que existe una gran diferencia y que el cuerpo etérico femenino es masculino y el cuerpo etérico masculino es femenino. De esto se desprende que, hasta cierto punto, tiene que haber una irregularidad en el ritmo de los cuerpos etéricos. Pero, en general, los números 1: 7: (4 x 7) :( 10 x 7 x 4) son las cifras proporcionales que, por así decirlo, especifican las "velocidades de rotación" para los cuatro miembros del ser humano. Esto, por supuesto, hablando en sentido figurado, ya que no son realmente rotaciones sino repeticiones de las mismas condiciones; relaciones de ritmo. Hace quince días tuve que señalar que los fenómenos de la vida diaria son comprensibles solo cuando conocemos cosas como esta que se encuentran detrás del mundo que percibimos con los sentidos. Y en una conferencia pública también indiqué un hecho notable que no puede ser negado ni por el científico más materialista ni por el médico o ser clasificado entre los 'espectros de la superstición', porque es un hecho indiscutible. Es algo que realmente debería hacer pensar a la gente, a saber, que en la neumonía se da un fenómeno especial en el séptimo día. Surge una crisis y el paciente debe ser sacado del apuro de este séptimo día. La temperatura baja repentinamente, y si el paciente no puede superar esta crisis, en determinadas circunstancias no hay recuperación. Este hecho es conocido por la mayoría de las personas, pero por lo general el punto de partida de la enfermedad no siempre se determina correctamente y si no sabes cuál es el primer día, entonces, por regla general, no sabes cuál será el séptimo día. Pero el hecho permanece así que tenemos que preguntar por qué la temperatura baja con la neumonía en el séptimo día. ¿Por qué ocurre un fenómeno especial en el séptimo día?

Sólo una persona que mira, más allá del escenario de la existencia, más allá de los fenómenos de los sentidos físicos, en el mundo espiritual, conoce estos ritmos, y las razones de que surjan fenómenos tales como la fiebre. ¿Qué es realmente la fiebre? ¿Por qué ocurre? La temperatura no es la enfermedad. Por el contrario, la temperatura es algo que el organismo pone en marcha para luchar contra el proceso real de la enfermedad. La temperatura es la defensa del organismo contra la enfermedad. Significa que hay algo dañado en el organismo, en los pulmones, pongamos. Cuando el ser humano está sano todas sus actividades internas están funcionando armoniosamente, pero si un órgano particular del cuerpo humano está alterado, estas actividades internas se ven empujadas a caer en el desorden. Entonces todo el organismo intenta recomponerse y desarrollar las fuerzas dentro de sí mismo para contrarrestar el desorden local. Realmente está sucediendo una revolución en todo el organismo, de lo contrario el organismo no necesitaría reunir sus fuerzas porque no habría enemigo contra el que luchar. La expresión de esta concentración de fuerzas en el organismo es la temperatura.

Ahora bien, la persona que mira mas allá del escenario de la existencia sabe, que los diversos órganos del cuerpo humano surgieron y se desarrollaron en períodos muy diferentes de la evolución humana. Lo que desde el punto de vista científico espiritual se llama "el estudio del cuerpo humano" es la materia más complicada imaginable, ya que el organismo humano es extremadamente complejo y sus órganos individuales surgieron en tiempos bastante diferentes. Los rudimentos de estos órganos iniciaron su desarrollo muchisimo antes que las últimas etapas de la evolución. Todo en el organismo físico es una expresión o resultado de los miembros superiores del hombre, de modo que cada órgano físico expresa la organización superior de los miembros superiores. Lo que hoy llamamos los pulmones tienen su origen en el cuerpo astral y en cierta medida, están relacionados con él. Eventualmente vamos a hablar sobre lo que los pulmones tienen que ver con el cuerpo astral, de cómo la primera base arquetípica de los pulmones entró en el hombre en el estadio evolutivo que precedió a nuestra Tierra, osea en la antigua Luna y cómo en aquél tiempo el cuerpo astral digamos, fue plantado en el hombre por seres espirituales superiores. Pero hoy quiero que reparen en el hecho de que los pulmones son una expresión del cuerpo astral. La verdadera expresión del cuerpo astral es, por supuesto, el sistema nervioso. Pero el hombre es complicado y el desarrollo de las diversas partes siempre se desarrolla paralelamente. La construcción de los pulmones comenzó al mismo tiempo que el desarrollo del cuerpo astral y que la incorporación del sistema nervioso actual. Esto de alguna manera incluye los pulmones en el ritmo del cuerpo astral, ritmo que se rige por el número siete. El fenómeno del aumento de temperatura está conectado con ciertas funciones del cuerpo etérico. Algo debe estar sucediendo en el cuerpo etérico si la temperatura sigue un curso determinado. La temperatura, por consiguiente, está de alguna manera dentro del ritmo del cuerpo etérico. Cuando se tiene temperatura, es el cuerpo etérico quien impone este ritmo, pero ¿De qué manera? Tendremos que tener claro lo siguiente:

El cuerpo etérico, que completa su ciclo en un período de cuatro veces siete días, se mueve considerablemente más lento que el cuerpo astral con su ritmo de siete días. Entonces, si relacionamos el curso rítmico del cuerpo etérico con el del cuerpo astral, podemos compararlos con las manecillas de un reloj. La manecilla de la hora del reloj gira una vez, mientras que la manecilla de los minutos, en el mismo lapso de tiempo, gira doce veces. Así obtenemos la relación de 1:12. Ahora supongan que miran el reloj al mediodía, cuando el minutero se encuentra sobre la manecilla de la hora. Las dos manecillas coinciden. Luego, la manecilla de los minutos gira alrededor del uno, y sucesivamente va pasando numero tras numero hasta que vuelve al doce donde ya no puede coincidir con la manecilla de las horas, puesto que mientras tanto ésta ha pasado al uno. Pasarán aproximadamente otros cinco minutos antes de que las dos manos puedan coincidir, por lo que el minutero no apunta al mismo lugar que la manecilla de la hora una hora más tarde, sino después de una hora y poco más de cinco minutos después. Ahí tienen una relación similar entre el movimiento del cuerpo astral y el movimiento del cuerpo etérico. Imaginen que su cuerpo astral, que está conectado con el cuerpo etérico todo el tiempo, estuviera en cierta posición en relación con el cuerpo etérico. Acto seguido el cuerpo astral comienza a rotar. Cuando después de siete días vuelve a su posición original, no coincide de nuevo con el cuerpo etérico, ya que, después de siete días, el cuerpo etérico se ha movido alrededor de un cuarto de su ciclo. Así pues, siete días después, la posición del cuerpo astral no coincide con la misma posición del cuerpo etérico, sino con una posición que está un cuarto de ciclo detrás de la posición original. Ahora imagine que tienen un caso de enfermedad en cuestión. Una posición definida del cuerpo astral está conectada con una posición definida del cuerpo etérico. Y en este momento, con la cooperación de estas dos posiciones trabajando juntas, aparece la temperatura, como una convocatoria para luchar contra el enemigo. Siete días después, el cuerpo astral cubre una parte completamente diferente del cuerpo etérico. Ahora bien, el cuerpo etérico no solo debe tener la capacidad de producir una temperatura alta, ya que en ese caso, una vez que realmente haya comenzado, nunca volverá a bajar; pues bien, siete días después, este punto del cuerpo etérico que ahora está cubierto por la parte del cuerpo astral que produjo la temperatura siete días antes, ahora tiene la tendencia a contrarrestar la temperatura y reducirla. Si el trastorno del paciente se ha superado en siete días, entonces todo va bien. Pero si el desorden no se ha superado y el cuerpo astral ahora no tiende a expulsar la enfermedad, el paciente entra en la inoportuna posición en la que el cuerpo etérico tiende a bajar la temperatura. Es importante prestar buena atención a estos dos puntos de coincidencia. Podríamos descubrir puntos como este para todo tipo de fenómenos en la vida humana. Y solo a través de estos ritmos, de estos misteriosos trabajos internos, podría ser entendido en su totalidad el ser del hombre. El cuerpo etérico realmente tiene una tendencia que se expresa en cuatro veces siete. En el caso de otras enfermedades, notarán ustedes que el decimocuarto día es de especial importancia; es decir, dos veces siete. Y definitivamente podemos decir que, con ciertos fenómenos, el paroxismo tiene que ser especialmente fuerte después de cuatro veces siete; La cosa es, que si el problema disminuye entonces, definitivamente se puede esperar la recuperación. Todas estas cosas están conectadas con ritmos del tipo que tocamos hace tres semanas y que hoy hemos abordado con mayor detalle. Con cosas como estas, que parecen difíciles pero que sin embargo pueden entenderse, podemos comenzar a penetrar un poco más allá de la superficie del mundo de los sentidos físicos. Y debemos penetrar aun más. Ahora vamos s investigar el origen de tales ritmos.

Tenemos que mirar una vez más hacia las grandes relaciones cósmicas para encontrar el origen de tales ritmos. A menudo hemos llamado su atención sobre el hecho de que lo que llamamos los cuatro miembros del hombre, cuerpo físico, cuerpo etérico, cuerpo astral y yo han evolucionado a través de la existencia de Saturno, Sol, Luna y Tierra. Si volvemos la mirada a nuestra antigua Luna, descubrimos que también se separó del sol por un cierto período de tiempo, aunque una gran parte de lo que hoy en día es la luna entonces era parte de aquél planeta. Pero afuera había un sol y cuando tales cuerpos celestes se juntan, sus fuerzas, que son la expresión de los seres que allí habitan, siempre influyen en la regulación de la vida de sus criaturas. La órbita de un planeta alrededor de su sol o de un satélite alrededor de su planeta no es una mera casualidad, ni está desconectada de la vida; por el contrario, está regulada por aquellos seres sobre los que hemos de aprender en las jerarquías espirituales. Hemos visto que es absolutamente falso que los cuerpos celestes giren solos por medio de meras fuerzas sin vida. Hemos señalado cuán grotescamente la física moderna explica la teoría de Kant-Laplace por medio de su experimento con la masa de grasa. Se inserta un disco de cartón a través de la mancha flotante de grasa en la dirección del ecuador atravesado con una aguja desde arriba y luego todo se la hace girar, con lo cual se desprenden pequeñas gotas de la gota grande que a su vez también giran. Así, el experimentador muestra cómo surge un sistema planetario en miniatura y los físicos en general sacan la conclusión de que así es como debe haber surgido el gran sistema planetario. Aunque generalmente es bueno olvidarse de uno mismo, en este caso particular no lo es. Porque por lo general la buena gente olvida que el sistema planetario en miniatura no podría surgir si "alguien" no hace girar el disco. Es perfectamente permisible hacer tales experimentos y son muy útiles, pero no deben olvidar la parte más importante. ¡Cuan infinita cantidad de personas son víctimas de tales sugerencias! Pasan por alto el hecho de que es el profesor quien lo estaba haciendo girar. Allá afuera, por supuesto, no hay un profesor gigantesco, son las jerarquías de seres espirituales las que regulan los ritmos de los cuerpos celestes y en realidad promueven todo el orden de la materia en el cosmos, de modo que los cuerpos planetarios individuales giran uno alrededor del otro. Y si pudiéramos entrar en los movimientos de las esferas planetarias que forman un sistema correlacionado, - y llegará un momento para esto - deberíamos reconocer los ritmos de nuestros propios miembros humanos. Por el momento, sin embargo, solo necesitamos señalar una cosa.

El hombre moderno, con su modo materialista de pensamiento, se ríe de la idea de que en tiempos anteriores se organizaban ciertas condiciones en la vida del hombre en relación con las cuatro fases de la luna. Ahora bien, solo con la luna en particular, hay de manera maravillosa un reflejo cósmico de la relación existente entre el cuerpo astral y el etérico. La luna se mueve alrededor de su ciclo en cuatro veces siete días. Esas son las posiciones del cuerpo etérico, y estas cuatro veces siete posiciones del cuerpo etérico se reflejan exactamente en las cuatro fases de la luna. De ninguna manera es una tontería buscar una conexión entre el fenómeno de la temperatura ascendente que describimos y solo estas fases de la luna. Solo piensen, realmente hay una fase diferente de la luna al final de los siete días, así como hay otra cuarta parte del cuerpo etérico y el cuerpo astral cubre una cuarta parte diferente del cuerpo etérico. Originalmente la relación del cuerpo astral humano con el cuerpo etérico estaba de hecho regulada por seres espirituales stuando a la luna a la correspondiente órbita de la tierra. Y se puede ver cómo las cosas están en cierta medida conectadas, por cómo incluso la medicina moderna reconoce como de una herencia antigua el conocimiento rítmico. Así como el ritmo del cuerpo es diez veces veintiocho y el cuerpo físico vuelve al mismo punto diez veces veintiocho días más tarde, hay aproximadamente diez veces veintiocho días entre la concepción de un ser humano y su nacimiento, diez meses lunares. Todas estas cosas están conectadas con la regulación de las grandes relaciones cósmicas. El hombre como microcosmos es una verdadera imagen de las grandes relaciones cósmicas, porque a partir de ellas fue creado.

Hoy queremos dirigir nuestros pensamientos a la evolución de mediados los tiempos de la Atlántida. Ese fue un punto muy importante para la evolución de la tierra. Antes de ese tiempo podemos distinguir tres razas en la evolución humana; la raza Polar, Hyperborica y Lemurica. Luego viene la raza atlante. Ahora estamos en la quinta raza y nos seguirán dos razas mas, por lo que la época de la Atlántida se encuentra justo en el medio. A mediados de la época Atlánte es el punto más importante en la evolución de la tierra. Si tuviéramos que retroceder antes de este tiempo, incluso entonces encontraríamos un reflejo exacto de las relaciones cósmicas en las relaciones externas de la vida humana. Habria tenido un efecto muy perjudicial en el hombre si hubiera hecho el tipo de cosas que ahora hace. Hoy en día el hombre no se ajusta mucho a la situación cósmica. En la vida de ciudad, las cosas a menudo tienen que organizarse de tal manera que hay personas que están despiertas cuando deberían estar dormidas y dormidas cuando deberían estar despiertas. Si algo como estar despierto por la noche o dormir durante el día hubiera ocurrido en la época Lemurica y el hombre no hubiera prestado atención a los fenómenos externos que pertenecen a ciertos procesos internos, no habría sobrevivido. Por supuesto, tal cosa era completamente imposible entonces, porque era una cuestión de rutina que el hombre en su ritmo interior se adecuara con el ritmo externo. El hombre vivía en consonancia, por decirlo así, con los ciclos del sol y la luna y modulaba el ritmo de sus cuerpos astral y etérico acorde a tales ciclos solar y lunar.

Ahora volvamonos al reloj. En cierto sentido, este también se ajusta al gran ciclo cósmico, cuando las manecillas de las horas y los minutos coinciden a las doce en punto, es porque existe una cierta constelación del sol y las estrellas. Configuramos nuestros relojes de acuerdo con esto y un reloj no es fiable si las dos manecillas no coinciden la siguiente vez que esta constelación de estrellas se vuelva a producir. En Berlín, los relojes se sincronizan a diario mediante electricidad desde el observatorio Enckeplatz. Por lo tanto, podemos decir que los movimientos o ritmos de las agujas del reloj se establecen todos los días de acuerdo con el ritmo del cosmos. Nuestro reloj es correcto si se sincroniza con el reloj central que, a su vez, se sincroniza con el cosmos. En la antigüedad, el hombre no tenía necesidad de un reloj, porque él mismo era un reloj. El curso de su vida, que él claramente podía sentir, se ajustaba absolutamente a las relaciones cósmicas. El hombre realmente era un reloj. Y si no se hubiera ajustado con la situación cósmica, le habría sucedido exactamente lo mismo que a un reloj si su movimiento no corresponde con la situación exterior: que va mal, y por consiguiente el hombre también iría mal. El ritmo interno tenía que corresponderse con el exterior. Y la parte esencial de la evolución del hombre en la tierra es que, desde mediados los tiempos de la Atlántida, la situación externa no coincide en absoluto con la interna. Algo más ha sucedido. Imagínense a alguien encaprichado en que no puede soportar las dos manecillas de su reloj coincidiendo al mediodía. Supongamos que las altera a las tres en punto, por consiguiente cuando es la una en punto para otras personas su reloj marca las cuatro p.m., a las dos en punto, (hora oficial) a él le marcará las cinco p.m., y así sucesivamente. El funcionamiento interno de su reloj no habrá cambiado, solo se habrá desplazado en comparación con la situación exterior. Veinticuatro horas más tarde volverá a marcar las tres en punto; puede que el movimiento de su reloj no coincida con la situación cósmica, pero su ritmo interior aún estará de acuerdo con él, ya que solo ha sido desplazado. El ritmo del hombre también ha sido desplazado. El hombre nunca se hubiera convertido en un ser independiente si toda su actividad hubiera permanecido dentro de los parámetros cósmicos principales. La base de su libertad radica en que ha preservado su ritmo interior mientras se ha separado del ritmo externo. Externamente se ha convertido en un reloj cuyas manecillas ya no coincide con las acontecimientos cósmicos, pero internamente está en armonía con ellos. Por lo tanto, en un pasado lejano, un ser humano podría ser concebido en una concreta constelación estelar y nacer diez meses lunares después. Esta coincidencia de la concepción con una situación cósmica ha cesado pero el ritmo ha permanecido, así como un reloj mantiene su ritmo aunque a mediodía hayamos establecido que sean las tres en punto. Las circunstancias del hombre no son lo único que se ha desplazado, por supuesto, también se han desplazado los tiempos. Incluso si ignoramos el último desplazamiento cósmico mencionado, algo muy especial ha ocurrido en la vida interior del hombre, en el sentido de que se ha elevado como si dijeramos, por encima de la situación cósmica y ya no es un "reloj" en el verdadero sentido de la palabra. Es más o menos como un hombre que ha adelantado tres horas el (su) reloj y luego, olvidándose de lo mucho que lo ha adelantado, ya no puede resolverlo. Esto es lo que le ha sucedido al hombre en la evolución terrenal una vez que se liberó de la situación en la que él era como un reloj en el cosmos. En ciertos aspectos, provocó el desorden en su cuerpo astral. Cuantas más condiciones de la vida humana estaban reguladas por lo físico, más se conservaba el viejo ritmo; pero cuanto más influenciadas por el pensamiento se volvían las condiciones de su vida, mayor era el desorden que entrañaba. Me gustaría aclarar esto desde otro ángulo.

Los hombres no son los únicos seres que conocemos, también sabemos de seres que son superiores al hombre de hoy en día. Conocemos a los hijos de la vida o los ángeles y sabemos que atravesaron su etapa humana en la antigua Luna. Sabemos de los espíritus del fuego o los arcángeles, que pasaron por su etapa humana en la condición del antiguo sol de la tierra y también sabemos de las fuerzas primordiales, que pasaron por su etapa humana en el antiguo Saturno. Estos seres van por delante del hombre en su evolución cósmica. Si los estudiáramos hoy, descubriríamos que son seres de naturaleza mucho más espiritual que el hombre. Por lo tanto, viven en mundos superiores. Pero con respecto a las cosas concretas que hemos mencionado hoy, su situación es totalmente diferente a la del hombre. En asuntos espirituales se ajustan absolutamente al ritmo cósmico. Un ángel no pensaría de una manera tan desordenada como el hombre, por la simple razón de que su proceso de pensamiento está regulado por los poderes cósmicos que lo guían. Está fuera de toda duda que un ser como un ángel no pensase en armonía con los grandes procesos espirituales del cosmos. Las leyes de la lógica para los ángeles están escritas en la armonía universal. No necesitan libros de texto. El hombre necesita libros de texto porque ha provocado el desorden en sus procesos de pensamiento interno. Él ya no sabe cómo seguir la guía de la gran escritura de las estrellas. Los ángeles conocen el curso del cosmos, y el curso de su pensamiento se corresponde con el ritmo ordenado. Cuando el hombre llegó a la tierra en su forma presente, quedó fuera de este ritmo, de ahí la falta de orden en su vida de pensamiento y sentimiento. La regularidad todavía influye en aquello en lo que el hombre tiene menos influencia en sus cuerpos astral y etérico, pero en las partes que han sido dejadas en manos del hombre, es decir, su alma sensible, su alma intelectual y su alma consciente, han ingresado el desorden y la falta de ritmo. No es un asunto de gran importancia que el hombre convierta la noche en día en nuestras ciudades. Lo que es de mucha mayor importancia es, que en su vida interior del pensamiento, el hombre se haya despegado del gran ritmo universal. La forma en que el hombre piensa todo el día está, en cierto sentido, en contradicción con la vida del gran universo.

Pero no vayan a imaginarse que todo esto se dice para fomentar el concepto mundial de hacer que el hombre vuelva a este tipo de ritmo. El hombre tuvo que alejarse del antiguo ritmo; su progreso dependía de ello: cuando ciertos profetas van hoy predicando 'Back to Nature', quieren llevar la vida en dirección inversa en lugar de ayudarla a avanzar. Toda esta charla sobre volver a la naturaleza no comprende la evolución real. Cuando un movimiento de hoy recomienda a las personas comer ciertos alimentos solo en ciertas épocas del año porque la naturaleza misma así lo indica haciendo que los alimentos crezcan solo en ciertos momentos, esta es la conversación abstracta del aficionado. Lo esencial de la evolución es que el hombre avanza cada vez más independientemente del ritmo exterior. Pero debemos saber el terreno que pisamos. Para el progreso y la salvación del hombre, lo mejor no es volver al antiguo ritmo y preguntarse cómo hacer para vivir en armonía con las cuatro fases de la luna. Porque eso en los tiempos antiguos era esencial para el hombre, ser como una impresión del cosmos. Pero también es importante que el hombre no crea que puede vivir sin ritmo. Así como su vida interior se formó desde afuera hacia adentro, ahora debe crear ritmo desde adentro hacia afuera. Eso es lo esencial. Su vida interior debe volverse rítmica. Así como el ritmo creó el cosmos, el hombre debe impregnarse con un nuevo ritmo si quiere cooperar en la creación de un nuevo cosmos. Es característico de nuestra época el haber perdido el antiguo ritmo exterior y aún no haber alcanzado un nuevo ritmo interior. El hombre ha superado a la naturaleza, si llamamos "naturaleza", a la expresión externa del espíritu, pero aún no ha crecido en el espíritu. Él todavía está luchando hoy entre la naturaleza y el espíritu. Esto es justo lo que es característico de nuestro tiempo. Este forcejeo entre la naturaleza y el espíritu alcanzó su clímax en el segundo tercio del siglo XIX. En consecuencia, los seres que conocen e interpretan los signos de los tiempos tenían que preguntarse en ese momento: ¿Qué se puede hacer para que el hombre no pierda todo rastro de ritmo sino que adquiera un ritmo interior?

Lo que se puede ver hoy como característico de la vida mental es su naturaleza caótica. Hoy, cuando se ve algo que ha sido pensado, lo primero que llama la atención es su naturaleza caótica, su falta de orden interno. Esto es así en casi todas los campos. Solo en aquellos ámbitos que aún poseen buenas tradiciones antiguas queda algo del antiguo orden. En los nuevos ámbitos, el hombre primero tiene que crear un nuevo orden. Es por eso que los hombres pueden ver hechos tales como la caída de la temperatura en el séptimo día de la neumonía, pero su explicación de ellos es un caos absoluto de pensamientos. Cuando el ser humano piensa en ello,- puesto que no piensa de una manera ordenada - entonces acumula una mezcla de pensamientos alrededor del hecho. Todas nuestras ciencias toman un hecho externo del mundo y le entremezclan una gran cantidad de pensamientos sin orden interno, porque el hombre se ha extraviado en una especie de abismo mental. No tiene principios rectores de pensamiento hoy, ni ritmo de pensamiento interno, y la humanidad se volvería completamente decadente si no adquiriera un ritmo interno. Miren la ciencia espiritual desde este punto de vista.

Verán el elemento en el que se encuentran cuando comiencen a estudiar la ciencia espiritual. Para empezar, escuchan (y entienden gradualmente) que el hombre tiene cuatro miembros de su ser: cuerpo físico, cuerpo etérico, cuerpo astral y yo. Y luego escuchan que mediante el trabajo del yo, el cuerpo astral se va transformando en manas o yo espiritual, el cuerpo etérico en buddhi o espíritu de vida y el principio del hombre físico en hombre espíritu o atma. Ahora piensen solo, en cuánto terreno hemos cubierto con esta fórmula básica de la ciencia espiritual. Piensen en los muchos temas que en realidad eran temas fundamentales y cómo tuvimos que reconstruir nuestra estructura de pensamiento una y otra vez partiendo de este esquema básico: cuerpo físico, cuerpo etérico, cuerpo astral y yo. Se sabe, que algunas personas realmente se cansan de escuchar estos hechos básicos una y otra vez en ciertas conferencias públicas. Pero esto es y sigue siendo un hilo eficaz sobre el cual enhebrar nuestros pensamientos: estos cuatro miembros del ser del hombre y su interacción; y luego en un nivel superior, la transformación de los tres miembros inferiores: el tercero en el quinto, el segundo en el sexto y el primero en el séptimo miembro de nuestro ser. Si cuentan todos los miembros del ser humano que conocemos desde el cuerpo físico, cuerpo etérico, cuerpo astral, yo, yo espíritual, espíritu de vida y hombre espíritu, tienen siete. Y si cuentan los que forman el fundamento de estos, es decir, el cuerpo físico, el cuerpo etérico, el cuerpo astral y el yo, tienen cuatro. Y están reproduciendo en el pensamiento el ritmo macrocósmico de 7: 4 y 4: 7 cuando se sigue esta linea de pensamiento. Se está produciendo el ritmo externo, macrocósmico, nuevamente a partir de nosotros mismos. Están repitiendo y trayéndo a la vida de nuevo, el ritmo que una vez estuvo allí macrocósmicamente en el universo. Están estableciendo el plan o la base para su sistema de pensamiento, como una vez los dioses establecieron el plan para la sabiduría del mundo. Cuando traemos a la vida de nuevo, el ritmo interno del número en nosotros de esta manera, entonces, a partir del caos de la vida del pensamiento, se desarrolla un cosmos de pensamiento que parte del ser más interno del alma. Los hombres se han liberado del ritmo externo. Por medio de lo que es verdaderamente una ciencia del espíritu, volvemos otra vez al ritmo, creando una estructura cósmica desde adentro hacia afuera que es interiormente rítmica. Y si nos volvemos hacia el cosmos y miramos el pasado de la tierra, en Saturno, Sol, Luna y Tierra, encontramos cuatro, despues en la quinta etapa, en un futuro, la Luna en forma espiritualizada como Júpiter, en la sexta etapa el Sol como Venus, y en la séptima etapa el antiguo Saturno como Vulcano. Así pues, nuestras fases evolutivas suman siete: Saturno, Sol, Luna, Tierra, Júpiter, Venus, Vulcano. Nuestro cuerpo físico tal como es hoy, se ha desarrollado a través del número cuatro, a través de Saturno, Sol, Luna y Tierra. En el futuro, gradualmente se transformará por completo y se espiritualizará. De modo que aquí también, cuando miramos el pasado, tenemos el número cuatro, y cuando miramos hacia el futuro el número tres: de nuevo hay 4: 3, o si incluimos el pasado en toda la evolución, 4: 7 .

Todavía estamos solo al comienzo de nuestra actividad científico-espiritual, aunque ya llevemos trabajando en ella desde hace muchos años. Hoy solo podemos señalar lo que significa para los hombres el 'número interno' en la raíz de todos los fenómenos. Vimos que para ganar la libertad el hombre tuvo que alejarse del ritmo original. Pero tiene que redescubrir en sí mismo las leyes con las que regular el "reloj", su cuerpo astral. Y el gran regulador es la ciencia espiritual, porque está en armonía con las grandes leyes del cosmos contempladas por el vidente. El futuro creado por el hombre tendrá las mismas relaciones numéricas que el cosmos en el pasado, pero a un nivel superior. Por lo tanto, los hombres tienen que alumbrar el futuro, como los dioses crearon el cosmos fuera de su número.

Hemos podido ver cómo la ciencia espiritual está conectada con el curso del macrocosmos. Cuando comprendamos lo que hay en el mundo espiritual detrás del hombre, el número cuatro y el número siete, comprenderemos por qué debemos mirar al mundo espiritual para encontrar el impulso de llevar adelante lo que sabemos que es el curso evolutivo de la humanidad. Y comprenderemos por qué en una época en que los hombres han alcanzado el mayor caos en su vida interior de pensamiento, sentimiento y voluntad, aquellas individualidades que tienen que interpretar los signos de los tiempos tuvieron que llamar la atención sobre el tipo de sabiduría que permite al hombre crear su vida anímica de una manera regulada desde adentro hacia afuera. Aprenderemos a pensar con ritmo interior de una manera que sea necesaria para el futuro, cuando pensemos de acuerdo con estas relaciones básicas. Y el hombre tomará en sí mismo cada vez más del mundo de sus orígenes. Actualmente está adquiriendo lo que podemos ver como el plan del cosmos. Irá más allá y se sentirá lleno de ciertas fuerzas fundamentales y en última instancia, de seres fundamentales.

Todo esto está justo en sus comienzos hoy. Y apreciamos la importancia y el significado mundial de la misión antroposófica cuando la consideramos no como un acto arbitrario de este o aquel individuo, sino que tratamos de comprenderla con toda la fuerza interna de nuestra propia existencia. Entonces podemos llegar al punto de poder decir que no es una cuestión de elección si asumimos la misión antroposófica o no, porque si queremos comprender nuestros tiempos debemos reconocer y llenarnos con los pensamientos de lo divino. mundos espirituales que son la base de la antroposofía. Y luego debemos dejar que fluyan otra vez desde nosotros al mundo, para que nuestras acciones y nuestro ser adquieran, en lugar del caos, la estatura de un cosmos, como el cosmos del cual nacimos.

No hay comentarios:

El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919