GA107 Berlín, 26 de enero de1909- Enfermedad y Karma

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Berlín, 26 de enero de1909
14 ª Conferencia

Continuemos pues, con nuestros estudios que nos van acercando más y más a una comprensión más profunda del ser del hombre y de su tarea en el mundo. Recordarán que en una de las conferencias de grupo celebradas aquí este invierno (10 de noviembre), se habló sobre las cuatro formas diferentes en que el ser humano puede enfermar y también se señaló que las enfermedades que surgen como consecuencia real del karma, serían discutidas posteriormente. Hoy queremos hablar algo sobre una cierta parte de esta causa kármica de la enfermedad.

Antes hemos explicado que la división del ser del hombre en cuatro miembros, el cuerpo físico, el cuerpo etérico, el cuerpo astral y el yo, nos permite tener una especie de reconocimiento del fenómeno de la enfermedad según la manera en que cada uno de estos miembros se expresa en ciertos órganos y complejos de órganos del cuerpo físico mismo. Es decir, el yo tiene su principal equivalente físico en la sangre, el cuerpo astral en el sistema nervioso, el cuerpo etérico en todo lo que corresponde al sistema glandular, y el cuerpo físico se representa a sí mismo. Luego expusimos las enfermedades que surgen del yo como tal y que, por lo tanto, se manifiestan físicamente como irregularidades en el funcionamiento sanguíneo. Indicamos que las alteraciones que se originan en en el cuerpo astral se manifiestan como irregularidades en el sistema nervioso, también, que lo que se origina en el cuerpo etérico se manifiesta en afecciones del sistema glandular y que es en el cuerpo físico donde tenemos que buscar aquellas enfermedades que tienen causas externas
 principalmente. Todo esto, sin embargo, solo apunta a ese aspecto de la enfermedad que está conectado con el lapso de una vida humana. Ahora bien, cualquiera que sea capaz de mirar toda la existencia, de una manera científico-espiritual, tiene la sospecha de que la enfermedad también debe depender en cierta medida del karma de una persona, de esa gran ley de causas, que muestran las conexiones espirituales entre las diversas encarnaciones del hombre. Pero los caminos del karma son muy intrincados y múltiples y debemos estudiar la composición más detallada de las conexiones kármicas, antes de que podamos entender algo sobre ellas. Hablemos hoy sobre algunos aspectos de algo que es muy interesante para la gente, a saber, conocer cómo están conectadas las enfermedades con las causas que el mismo hombre hizo en vidas pasadas. Para hacer esto, debemos decir algunas palabras introductorias sobre el tema de cómo actúa la ley del karma en la vida humana. Nos referiremos a algunas cosas que la mayoría de ustedes conoce de otras conferencias, pero es esencial tener una imagen exacta de cómo las causas kármicas de una vida, se convierten en los efectos en la siguiente. Por lo tanto, tendremos que decir algunas palabras sobre lo que le sucede al hombre espiritualmente en el período posterior a la muerte.

Sabemos que al atravesar el hombre el umbral de la muerte, primero que nada, tiene el tipo de experiencias que le sobrevienen porque ahora se encuentra en una situación completamente diferente de cualquier cosa que se haya encontrado en su reciente vida pasada. Su yo y su cuerpo astral están conectados con el cuerpo etérico, pero sin que el cuerpo físico esté allí. Él, por así decirlo, lo ha dejado de lado. Esto, en la vida en la tierra, solo ocurre en circunstancias excepcionales como a menudo hemos mencionado. Durante su vida, cuando el hombre duerme, deja su cuerpo etérico a un lado así como su cuerpo físico, por lo tanto, esta combinación de yo, cuerpo astral y cuerpo etérico solo se da después de la muerte y ademas solo por un corto tiempo, solo cuestión de días . Las experiencias que siguen inmediatamente después de la muerte también han sido mencionadas; el hombre tiene la sensación de crecer mucho más allá del espacio que anteriormente ocupaba, hasta abarcar todas las cosas. Hemos mencionado cómo las imágenes de su vida pasada se muestran ante él como un gran panorama. Luego, después de un número de días que varía individualmente, un segundo cadáver, el del cuerpo etérico, es abandonado siendo absorbido por el éter universal general, excepto en aquellos casos que mencionamos al discutir cuestiones íntimas de la reencarnación, en los que el cuerpo etérico es preservado en cierto modo para un uso en el futuro. Sin embargo, lo que se preserva es sólo un extracto del cuerpo etérico, el fruto de la experiencia de la vida. Luego sigue la vida, ahora ya solo determinada por la combinación del yo y el cuerpo astral sin que el hombre esté sujeto a un cuerpo físico. Este es el período que en la literatura antroposófica llamamos Kamaloca, que con frecuencia lo describimos también como el período de aprender cómo desenvolverse sin cuerpo ni existencia física.

Sabemos que cuando el hombre atraviesa por el umbral de la muerte, todavía permanecen en su cuerpo astral todas esas fuerzas que tenía en el momento de la muerte. Porque él ha dejado de lado solo el cuerpo físico, el instrumento de disfrute y acción. Este ya no lo tiene, pero el cuerpo astral si lo tiene aún. Aún conserva consigo el portador de las pasiones, instintos y deseos. Todavía anhela las mismas cosas,( por costumbre podríamos decir), que anhelaba en la vida. Solo que, mientras estaba vivo, el hombre satisfacía sus deseos mediante el instrumento del cuerpo físico. Después de la muerte carece ya de ese instrumento, por lo que se ve privado de la posibilidad de satisfacción. Esto se siente, como una especie de sed por la vida física, hasta que el hombre se haya acostumbrado a vivir únicamente en el mundo del espíritu, teniendo únicamente lo que se puede adquirir a partir del espíritu. En tanto el hombre no haya aprendido a hacer esto, continúa viviendo en lo que llamamos el período de romper con sus hábitos, o Kamaloca.

Ya hemos descrito la notable manera en que este período de la vida sigue su curso y sabemos que en esta etapa de su existencia la vida del hombre fluye hacia atrás. Esto es algo que al principio, es difícil de entender para los recién llegados a la antroposofía. El hombre atraviesa el período de Kamaloca, (que dura aproximadamente un tercio de la duración de su vida terrenal), en secuencia inversa. Asumiendo que un hombre muere en su cuadragésimo año, pasará por todas las experiencias que ha vivido en la vida en orden inverso, comenzando con su trigésimo noveno año, luego el trigésimo octavo, el trigésimo séptimo, el trigésimo ... sexto, y así sucesivamente. Él realmente atraviesa toda su vida al revés, hasta el momento del nacimiento. Esto es lo que encierran las hermosas palabras de Cristo, cuando hablaba de la entrada del hombre en el mundo espiritual o en el reino de los cielos: ¡No entraréis en el reino de los Cielos, salvo que os convirtáis en niños pequeños! En otras palabras, el hombre vive hacia atrás hasta sus primeros momentos y una vez absuelto de todo, entonces puede entrar al Devachán o reino de los Cielos y estar en el mundo espiritual a partir de entonces. Esto es difícil de imaginar, ya que estamos muy acostumbrados a que el tiempo sea absoluto, como lo es en el plano físico. Requiere un esfuerzo considerable para acostumbrarse a esto, pero llegará.

Ahora debemos representarnos a nosotros mismos lo que hace realmente el hombre en el Kamaloca. Podríamos decir mucho sobre eso, por supuesto. Hoy, sin embargo, nos concentraremos únicamente en lo que concierne a la cuestión de la causa kármica de las enfermedades. Por tanto, lo que voy a decir no debe tomarse como el único tipo de experiencia en el Kamaloca, sino como uno entre muchos.

Podemos en primer lugar, visualizar que uso de este tiempo en el Kamaloca, hace el hombre para su futuro, al imaginar que el hombre que murió a los cuarenta años había hecho algo en su vigésimo año lastimando a otra persona. Cuando alguien ha hecho algo como lastimar a otra persona, tiene un cierto efecto en toda su vida. Cualquier acción del hombre que hiere a otro ser o criatura o al mundo en general, obstaculiza a quien hace tal acción en su desarrollo. Esto es lo que la peregrinación de la vida significa para mí, que la fuerza primaria del alma, a medida que avanza de encarnación a encarnación, se va capacitando para un mayor desarrollo. Y este desarrollo progresa de tal manera que el hombre, por así decirlo, siempre está poniendo obstáculos en su propio camino. Si esta fuerza primaria fuera la única que estuviera activa, (es esta misma fuerza la que lleva el alma de vuelta a lo espiritual), el hombre solo necesitaría un breve tiempo en la tierra. Pero en tal caso, toda la evolución de la Tierra habría tomado un curso completamente diferente; además habría fallado en alcanzar su propósito. No deben pensar que el hombre estaría mejor si no pusiera obstáculos en su camino. Solo superando estas desventajas se hace fuerte y adquiere experiencia, ya que es la propia erradicación y superación de estos obstáculos lo que lo convertirá en el ser fuerte en que debe convertirse al final de la evolución de la tierra. Está completamente en concordancia con la evolución de la tierra que ponga obstáculos en su propio camino. Si no tuviera que reunir la fuerza para eliminar estos obstáculos, no adquiriría esta fuerza en absoluto. Por tanto el mundo sería más pobre. Debemos ignorar por completo la vinculación del bien y el mal con estos obstáculos y mirar únicamente la sabia intención del mundo, dirigida desde el principio, a que el hombre tuviera la posibilidad de ponerse obstáculos en la evolución terrenal para que al eliminarlos pudiera adquirir más tarde la fuerza. Incluso podríamos decir que la sabia guía del mundo ha permitido al hombre volverse malvado y dado la posibilidad de hacer daño, de modo que al reparar el daño y vencer al mal pueda fortalecerse en el curso del desarrollo kármico, mas de lo que se hubiera convertido si hubiera alcanzado su meta sin esfuerzo. Así es como debemos entender la importancia y la justificación de los obstáculos e impedimentos.

Cuando, (mientras está viviendo su vida retrospectivamente en el Kamaloca después de la muerte), un hombre encuentra algún daño que le hizo a un prójimo en su vigésimo año, experimenta este daño tanto como la alegría y el bien que produjo en otros. Sólo que ahora es en su propio cuerpo astral donde experimenta el daño que le hizo a otra persona. Supongamos que golpeó a alguien cuando tenía veinte años, de modo que realmente le hirió. En su viaje retrospectivo a través de su vida, lo siente en su propio cuerpo astral exactamente de la misma manera que lo sintió la otra persona cuando sucedió. Experimenta objetivamente en el mundo espiritual todo lo que hizo en el mundo externo y en el proceso adquiere la fuerza y la determinación por compensar el dolor en una de sus futuras encarnaciones. Su propio cuerpo astral le dice cómo se tuvo que sentir el otro y se da cuenta de que ha puesto un obstáculo en el camino de su desarrollo posterior. Esto tiene que ser eliminado, de lo contrario no se puede pasar de ahí. Este es el momento en que se forma la determinación de deshacerse del obstáculo. De este modo, cuando han vivido el período de Kamaloca, regresando a su infancia llenos de la intención de deshacerse de todos los obstáculos que crearon en la vida. Están llenos de intenciones y es la fuerza de estas intenciones la que provoca el carácter especial de sus futuras vidas en la tierra.

Supongamos que en su vigésimo año, B, hirió, a, A. Ahora él mismo tiene que sentir el dolor y decide recompensar a, A, en una vida futura, es decir, en el mundo físico, donde se realizó la lesión. La fuerza de esta buena resolución forma un lazo de atracción entre B, y A, y los une en la próxima vida. Esa misteriosa fuerza de atracción que une a las personas en la vida, surge del compromiso que han adquirido en el Kamaloca. Nuestras experiencias allí nos guían en la vida hacia aquellas personas a quienes tenemos que recompensar o con quienes tenemos algún tipo de conexión. Ahora se darán cuenta de que las fuerzas que hemos tomado del Kamaloca para corregir los males en la vida, no pueden resolverse de ninguna manera en una sola vida. Puede suceder que formemos conexiones con un gran número de personas en una vida y que la siguiente vez que estemos en el Kamaloca tengamos la posibilidad de encontrarnos con ellas nuevamente. Ahora bien, esto también depende de las otras personas y de que las volvamos a encontrar en la siguiente vida. Esto puede prolongarse a lo largo de muchas vidas. En una vida corregimos esto, en otra vida aquello y así sucesivamente. Ciertamente no deben imaginarse que podemos poner todo en orden de inmediato en una sola vida. Depende enteramente de si la otra persona también desarrolla en su alma el correspondiente vínculo de atracción.

Ahora echemos un vistazo más de cerca al funcionamiento del karma, examinando un ejemplo particular. En el Kamaloca, nos formamos la intención de llevar a cabo una determinada cosa en la próxima o en una de nuestras vidas futuras. Esta fuerza plantada en nuestra alma permanece en ella y no la abandona. Nacemos de nuevo con todas las fuerzas que hemos reunido. Esto es inevitable Ahora bien, la vida no solo consiste en esas cosas que debemos corregir en nuestras conexiones kármicas, aunque lo que vamos a decir también puede estar relacionado con eso. Puede que hayamos puesto obstáculos en nuestro camino, vivido de una manera unilateral, no habiendo hecho un uso adecuado de nuestra vida, viviendo solo por puro placer dedicándonos a tareas particulares y permitiendo que pasen de largo otras posibilidades que la vida nos ofreció, de modo que parte de nuestras facultades permanezcan inactivas. Esto también provoca causas kármicas en el Kamaloca y traemos esto con nosotros a la vida. Seguidamente nacemos de nuevo como bebés. Supongamos que vivimos para cumplir diez o veinte años. Nuestras almas contienen todas las fuerzas que hemos reunido y cuando éstas han madurado, hacen su aparición. Durante un cierto período de nuestras vidas, sin duda surgirá una necesidad interna que nos insta a llevarlas a cabo. Entonces, supongamos que en nuestro vigésimo año sentimos un impulso interior por llevar a cabo una acción en particular, porque tomamos esa determinación en el Kamaloca. En aras de la simplicidad, mantengamos el ejemplo de sentir la necesidad de recompensar a alguien. El vínculo de atracción nos ha unido y ahí está él. En tanto se dé tal situación externa, podemos hacer la acción. Sin embargo, todavía puede haber un obstáculo. La acción compensatoria podría ser una para la cual nuestro propio organismo no está equipado. Nuestro organismo también depende de las fuerzas de la herencia. Esta genera desarmonía en cualquier vida. El hombre nace, por un lado, dentro de estas fuerzas de la herencia. Sus cuerpos físico y etérico heredan las cualidades que pueden transmitirse a través de las generaciones. Esta corriente hereditaria está, por supuesto, condicionada a tener en alguna medida, conexión externa con el karma que nuestra alma se ha fijado a sí misma. Porque a medida que desciende del mundo espiritual, nuestra alma se siente atraída por el tipo de padres a través de los cuales puede heredar esas cualidades que se acercan más a nuestros requisitos. Sin embargo, nunca se corresponden completamente, porque en el cuerpo esto no puede ser así. Siempre hay una cierta discrepancia entre las fuerzas de la herencia y lo que el alma trae del pasado. Ahora todo depende de si el alma es lo suficientemente fuerte como para superar todos los obstáculos en la línea de la herencia y es capaz de reformar el organismo durante el curso de una vida, de modo que supere lo que no se ajusta. Las personas varían mucho en este sentido. Algunas almas han adquirido una gran fortaleza en el curso de encarnaciones anteriores. Un alma de esta naturaleza debe encarnar en el cuerpo más adecuado posible, aunque no se adecúe absolutamente. Sin embargo, esta alma podría ser lo suficientemente fuerte como para superar todo lo que no se adecúe, aunque este no siempre es el caso. Sigamos esto en detalle mirando el cerebro.

Este instrumento de nuestra vida conceptual y de las ideas se hereda externamente a través de nuestra línea hereditaria. Sus delicadas circunvoluciones se forman de una u otra manera según esta línea hereditaria. El alma siempre tendrá, en cierta medida, la fuerza interior para superar lo que no se ajusta poniendo ese instrumento en armonía con sus propias fuerzas, pero solo hasta cierto punto. Cuanto más fuerte es el alma, mejor puede hacerlo. Y si las circunstancias son tales que se vuelve imposible que las fuerzas del alma superen la resistencia en la composición del cerebro, entonces, el cerebro no puede usarse adecuadamente. Y por eso se dan lo que llamamos defectos mentales, enfermedades mentales. Por otra parte, un temperamento melancólico surge, porque las fuerzas del alma no son lo suficientemente fuertes como para superar ciertas cosas en el organismo. Sobre la mitad de la vida,( es diferente tanto al principio como al final), las fuerzas de nuestra alma siempre encuentran una cierta inadecuación en su instrumento. Este es el secreto que siempre subyace escondido detrás del conflicto interno y de la falta de armonía en la naturaleza humana. Lo que los hombres a menudo imaginan que es la razón de su descontento suele ser solo una máscara. En realidad, los motivos son los que hemos descrito. Así vemos la relación entre lo que el alma lleva consigo de encarnación a encarnación y lo que recibe a través de la herencia.

Ahora supongamos que renacemos y que al alcanzar los veinte años, nuestra alma siente el impulso de compensar una acción en particular. Ademas nos hemos encontrado con la persona en cuestión, pero nuestra alma no es capaz de superar la resistencia interna necesaria para realizar la acción. Siempre tenemos que poner nuestras fuerzas en movimiento cuando tenemos que realizar una acción. Por lo general, una persona no se da cuenta de lo que sucede dentro de él y para empezar, no necesita darse cuenta. Fácilmente puede suceder lo siguiente: Existe una persona que, a la edad de veinte años, siente el impulso en su alma de compensar algo. Las circunstancias externas son favorables, pero su fuerza interior no puede apoderarse de sus órganos con el fin de llevar a cabo lo que debe hacer.

Una persona no necesita saber todo esto, sin embargo, será consciente de su efecto. Este efecto aparece en forma de alguna enfermedad y aquí radica la conexión kármica entre lo que sucedió en una vida anterior y la enfermedad. La causa espiritual de la enfermedad, guiará todo el proceso de tal manera, que la persona sea capaz de llevar a cabo la acción de compensación la próxima vez que tenga la oportunidad. Para decirlo de otra manera, en nuestro vigésimo año no somos capaces de hacer una acción particular. El impulso está ahí y el alma quiere hacerlo, sin embargo. ¿Qué hace el alma en su lugar? Lucha, por así decirlo, con su órgano inservible, lo ataca y lo destruye. Cuando el órgano que debería haber sido el instrumento para llevar a cabo la acción externamente, ha sido destruido por estas fuerzas del alma, entonces viene la reacción inevitable, que llamamos el proceso de curación y las fuerzas del organismo deben ser convocadas para restaurar al órgano. Este órgano, que fue destruido porque no era apto para realizar la tarea, se reconstruye por medio de la enfermedad para que se pueda realizar, aunque para el tiempo en que se termina la enfermedad podría ser demasiado tarde. Pero en ese caso el alma ahora ha ganado la fuerza para moldear el crecimiento y desarrollo de este órgano en el curso de la vida de tal manera, que en la próxima encarnación la acción se pueda llevar a cabo. Así pues, la enfermedad puede ser lo que nos capacita para llevar a cabo nuestras obligaciones kármicas en otra vida.

Aquí tenemos una conexión kármica secreta entre enfermedad y desarrollo posterior, porque en realidad la enfermedad es un proceso de desarrollo posterior. Para que el alma desarrolle el poder de formar un órgano de la forma que lo necesita, el órgano inadecuado debe ser destruido y reconstruido de nuevo por las fuerzas del alma. Aquí encontramos una ley en la vida humana que debe describirse de la siguiente manera: El hombre debe adquirir su fuerza superando obstáculos en el mundo, uno tras otro. Estrictamente hablando, toda nuestra fuerza fue adquirida por la superación de obstáculos en encarnaciones previas. Nuestras capacidades actuales son el resultado de nuestras enfermedades en vidas anteriores.

Para dejar esto especialmente claro, imaginemos que un alma aún no es capaz de hacer uso del cerebro medio. ¿Cómo puede adquirir la capacidad de usarlo correctamente? Solo puede hacerlo haciéndose consciente de tal incapacidad, destruyendo el cerebro medio y reconstruyéndolo y en este proceso de reconstrucción se adquiere la capacidad. Nos volvemos capaces de todo lo que nosotros mismos hemos tomado a través del proceso de destrucción y reconstrucción. Esto se ha sentido como verdadero por todas aquellas personas que, en las diversas religiones, se han conectado a un ser muy excelso con este proceso de destrucción y reconstrucción. En las creencias religiosas de los hindúes, "Shiva" representa los poderes gobernantes que destruyen y luego restauran las cosas a la vida nuevamente.

Esa es una de las formas en las que el karma instiga un proceso de enfermedad. En el caso de enfermedades que conciernen a la humanidad en general y no tanto al hombre como individuo, encontramos otra cosa que les da un carácter más general. Por ejemplo, vemos casos típicos de enfermedades infantiles que aparecen en ciertos momentos. Estas no muestran nada más que el hecho de que el niño está aprendiendo el control interno de una cierta parte de su organismo, después de lo cual puede controlarlo en todas sus encarnaciones futuras. Deberíamos considerar la enfermedad como un proceso que hace que una persona se capacite. Por tanto vamos a pensar en la enfermedad de una manera bastante diferente. Por supuesto, con esto no debemos sacar la conclusión de que si alguien es arrollado por un tren, deba ser explicado de la misma manera. Ese tipo de cosas no se someten a los mismos parámetros que la enfermedad ni con lo que acabamos de discutir. Pero hay otro tipo de causa kármica de la enfermedad que es igual de interesante y que solo entenderemos si lo miramos con mayor detalle.

Supongamos que aprenden una cosa, del tipo de cosas que se aprenden en la vida. En primer lugar, deben aprenderla, porque los logros más importantes de la vida primero hay que aprenderlos. El proceso de aprendizaje es absolutamente necesario. Pero eso no es todo, porque el aprendizaje es solo la parte más externa. El aprendizaje de una cosa todavía está muy lejos del largo tramo de todo lo que llegaremos a experimentar. Nacemos en la vida con capacidades definidas adquiridas en parte a través de la herencia y en parte a través de nuestras encarnaciones anteriores. El rango de nuestras capacidades es limitado, después de todo. En el transcurso de cada encarnación aumentamos nuestra provisión de experiencias. Este conocimiento adquirido no está tan estrechamente relacionado con nosotros, como el temperamento, la disposición y demás rasgos que hemos traído a la vida. Para empezar, lo que aprendemos en la vida en forma de memoria y hábitos está menos relacionado con nosotros y por lo tanto también hace su aparición en la vida de una manera más fragmentaria. No es hasta después de la muerte, que aparece en el cuerpo etérico en el gran cuadro de la memoria. Entonces tenemos que incorporar esto en nosotros para que forme parte de nosotros mismos.

Supongamos entonces que hemos aprendido algo en la vida y luego nacemos de nuevo. En nuestra nueva vida bien podría ser que por causas hereditarias o de otro tipo, o tal vez porque nuestro aprendizaje no ha sido armonioso y aunque hemos aprendido algo, no fue suficiente con tener todo en las puntas de los dedos, luego al reencarnarnos, desarrollamos lo que hemos aprendido en una dirección, pero no en otra. Supongamos pues, que aprendimos algo en la vida que requiere tener una cierta parte de nuestro cerebro organizada de una manera particular o que tienen en una vida posterior, una cierta característica en la circulación de la sangre y ademas supongamos que no hemos aprendido las otras cosas que son una parte necesaria de esto. Esto, sin embargo, no es necesariamente un inconveniente inmediato. El hombre tiene que avanzar a saltos en la vida y tiene que aprender por experiencia, que ha hecho algo de una manera unilateral. Ahora ha nacido de nuevo con los frutos de lo que ha aprendido, pero carece de la posibilidad de desarrollarse de tal manera que todo pueda expresarse y lo que ha aprendido de la vida realmente no puede llevarse a efecto. Por ejemplo, un hombre puede haber recibido un cierto grado de iniciación en los grandes misterios de la existencia en una de sus encarnaciones precedentes y cuando nace de nuevo, estas fuerzas que fueron plantadas en él quieren manifestarse. Pero supongamos que le ha sido imposible desarrollar ciertas fuerzas que podrían producir la armonía necesaria en el organismo. En un cierto momento de su vida, inevitablemente sucederá que lo que aprendió previamente quiere expresarse. Pero falta un órgano esencial. ¿Así pues, que le ocurre? Deberá padecer una enfermedad que pueda tener una causa kármica muy, muy profunda. Y una vez más, parte del organismo debe ser destruido y reconstruido de nuevo. Y por medio de esta reconstrucción del órgano, el alma percibe cuáles son las fuerzas correctas en la otra dirección llevando consigo este sentimiento. Cuando esto se adquiere de esta manera, o incluso a través de la iniciación, generalmente sucede que los frutos se muestran en esa misma encarnación. Es decir, se produce una enfermedad en el curso de la cual el alma experimenta lo que le falta. Y luego, por ejemplo, algo puede tener lugar inmediatamente después de la enfermedad que de otro modo no se hubiera logrado. Podría ser que una persona hubiera podido alcanzar cierta etapa de iluminación en su vida anterior, pero no pudo acceder a una parte de su cerebro y no desarrolló la fuerza para romper la resistencia. Entonces este órgano ofensivo debe ser destruido inevitablemente y dar como resultado una severa enfermedad. Luego viene la reconstrucción, mediante la cual el alma toma conciencia de las fuerzas necesarias para superar el bloqueo y se produce la iluminación esperada. El proceso de sufrir una enfermedad definitivamente puede considerarse como una señal de que algo importante debe seguir.

Estamos tocando temas de los que nuestro mundo profano ciertamente se burlaría. Sin embargo, muchas personas habrán notado una especie de descontento perpetuo, como si una parte del alma no pudiera expresarse y la vida se hiciera imposible. Se desata una enfermedad grave y la superación de esta enfermedad trae un impulso completamente nuevo, como una sensación de liberación que el bloqueo realmente se ha ido y el órgano puede ser utilizado. Todo esto se debió a que el órgano no podía usarse. En los ciclos de vida del presente, la gente todavía tienen muchos de estos bloqueos, por supuesto y no todos pueden superarse a la vez. No debemos necesariamente pensar en la iluminación espiritual todo el tiempo; este tipo de cosas también ocurre en conexión con muchos procesos de vida menos significativos.

Por lo tanto, vemos que, por un lado, nos enfrentamos a la necesidad de desarrollar una cualidad particular y por otro lado, el curso del karma desencadena la enfermedad. Por lo tanto, nunca deberíamos estar satisfechos con comentar en un sentido trivial: "Si me enfermo, lo he traído yo mismo a través de mi karma". No solo deberíamos pensar en el karma del pasado y de la enfermedad como la liquidación, sino que en realidad, deberíamos pensar en la enfermedad justamente como la segunda etapa, que surge con el fin de producir en el futuro la fuerza creativa y la capacidad. Entendemos rematadamente mal la enfermedad y el karma si solo miramos el pasado; esto convierte el karma en una ley meramente accidental del destino. Pero cuando podemos mirar a través del karma presente, hacia el futuro, entonces el karma se convierte en una ley de acción y de fecundidad en la vida.

Todo esto señala una ley importante que gobierna la existencia humana. Y para tener hoy al menos alguna idea al respecto,(volveremos a él con mayor detalle más adelante), echemos la vista atrás hacia el tiempo antiguo en que nació el hombre en su forma actual, la época lemúrica. El hombre descendió gradualmente de la existencia divino-espiritual a la existencia externa de hoy, colocándose primero de todo, en sus envolturas y emprendiendo el camino de las encarnaciones en el mundo exterior, pasando de encarnación a encarnación hasta el tiempo presente. Antes de que el hombre comenzara a encarnar, no había posibilidad allí de generar la enfermedad dentro de él de la forma en que puede enfermarse hoy. Hasta que el hombre no adquirió la capacidad de controlar su relación con el mundo exterior, no era capaz de hacer el mal ni por lo tanto, tampoco de producir formaciones erróneas de sus órganos ni de engendrar la posibilidad de enfermarse. Antes era imposible para el hombre dar origen al proceso de la enfermedad en sí mismo. Mientras la influencia divina era aún suprema y aún no estaba en las manos del hombre llevar a cabo su propia vida, no había posibilidad de enfermedad. Esta posibilidad de enfermedad surgió luego. Si así es como fue, ¿Dónde podemos aprender mejor la manera de sanar? La mejor manera de hacerlo es mirando hacia atrás a aquellos tiempos en los que los poderes divino-espirituales enviaban su influencia al hombre y lo dotaban de una salud perfecta, sin posibilidad de enfermedad, es decir, antes de su primera encarnación. Las personas que han tenido algún conocimiento de esto siempre se han sentido así. Teniendo esto presente, ahora me gustaría que trataran de buscar debajo de la superficie el tipo de cosas expresadas en las mitologías. En realidad, no llamaré su atención sobre la fuente de la ciencia médica propiamente dicha en el culto egipcio de Hermes, sino solo sobre el culto griego y romano de Escolapio.

Escolapio, el hijo de Apolo, es, por así decirlo, el padre de los médicos griegos. ¿Y qué nos dice la mitología griega sobre él? Cuando todavía era un niño, su padre lo llevó a las montañas, donde puede convertirse en el discípulo del centauro Quirón. Es Quirón el centauro el padre de la farmacia, quien enseña a Escolapio, acerca de las fuerzas curativas en las plantas y en otras partes de la tierra. ¿Qué clase de ser es Quirón el centauro? Él es un ser del tipo que existía antes de que el hombre descendiera en la época lemúrica: un ser mitad hombre y mitad animal. Este mito nos dice que Escolapio es llevado al Misterio concreto donde se le muestran las fuerzas de la salud que eran la fuente de la salud del hombre antes de que el hombre descendiera a su primera encarnación.

Por lo tanto, encontramos esta importante ley expresada también en un mito griego; este gran hecho espiritual, que debe ser de particular interés para nosotros, viene al comienzo de la peregrinación terrenal del hombre. Los mitos, en particular, solo serán reconocidos como imágenes de los acontecimientos más profundos de la vida cuando los seres humanos vayan más allá del ABC de la ciencia espiritual. Los mitos, especialmente, son imágenes de los secretos más profundos de la existencia humana.

Cuando toda la vida se mira de esta manera, se la juzgará en consecuencia, y esto debe enfatizarse cada vez más, la ciencia espiritual se volverá algo que se convertirá en parte de la vida cotidiana. Los hombres vivirán la ciencia espiritual, y hasta que
 no llegue ese momento la intención original de la ciencia espiritual no llegará a la realización. La ciencia espiritual se convertirá en el gran impulso para el ascenso de la humanidad, para el bienestar real de la humanidad y el progreso real.

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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919