GA107-11 -21 de diciembre de1908 -Los ritmos en los cuerpos del hombre

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RUDOLF STEINER
LOS RITMOS EN LOS CUERPOS DEL SER HUMANO


21 de diciembre de1908

Conferencia 11
El hecho de que tengamos la posibilidad de progresar hacia estudios más avanzados en este grupo es debido únicamente a los ajustes que hemos realizado con respecto a los cursos en paralelo a las conferencias grupales. Por lo tanto, me gustaría pedirles que brinden todo su apoyo a estos cursos. Es necesario tener un lugar donde podamos progresar con las conferencias. De lo contrario, tendríamos que comenzar desde el principio todos los años.
Hoy nos ocuparemos de algo que, una vez más, parecerá estar muy alejado de las conferencias anteriores, pero que, sin embargo, encajará en nuestro presente hilo de pensamiento. Queremos tomar como punto de partida una observación hecha en una de las últimas conferencias públicas; el de "Las supersticiones desde el punto de vista científico espiritual". Allí se hizo una observación que no se pudo llevar más allá en una conferencia pública porque, para una comprensión más profunda de ella, se deberían presuponer ciertos conceptos preliminares que están menos relacionados con una comprensión intelectual que con un entendimiento que subyace en la plena constitución de nuestra alma y que solo podemos adquirir después de años de trabajo en grupo. Este tipo de trabajo paciente es el que nos lleva finalmente al punto en el que las cosas que parecerían absurdas se vuelven posibles y probables y podemos ver que la vida los confirma. La observación de la que queremos partir es que es un hecho común y no una superstición que en el caso de ciertas enfermedades como, por ejemplo, la neumonía, haya una crisis en el séptimo día en que el paciente pueda morir fácilmente y el médico tiene que hacer todo lo que esté a su alcance para llevar al paciente a través de esta crisis que se produce sin falta el séptimo día. Esto es reconocido hoy por todos los médicos sensibles, aunque los médicos no pueden investigar las causas porque no tienen idea de la base espiritual de las
cosas. En primer lugar, simplemente les presentaré el hecho de que la neumonía muestra algo bastante notable que está relacionado con el misterioso número siete.
Debemos mirar al ser humano de una manera que permita comprender este hecho además de muchos otros. Ustedes saben, por las innumerables ocasiones en que lo hemos mencionado, que el hombre solo puede entenderse cuando sabemos que tiene una estructura cuádruple compuesta de cuerpo físico, cuerpo etérico, cuerpo astral y yo. Estos cuatro miembros del ser humano están conectados y dependen el uno del otro de las maneras más diversas. Cada miembro influye en el otro, y por lo tanto están en conexión constante uno con otro. Pero esta cooperación es muy complicada. El hombre necesita mucho tiempo para llegar a conocer estas conexiones, así como la relación de estos
miembros con ciertas fuerzas, procesos y seres en el cosmos en su conjunto. Porque el hombre tiene una conexión con el cosmos a través de cada uno de sus miembros; una conexión que es continua, -y esto nuevamente es muy importante-, pero que también es variable. Lo que conocemos como el cuerpo físico, el cuerpo etérico y demás están conectados entre sí, pero también con el cosmos, el mundo entero que nos rodea. Porque lo que tenemos dentro de nosotros también está en cierta medida fuera de nosotros, por lo que podríamos decir que podemos conocer mejor estas conexiones internas y externas si observamos al hombre tanto en estado de vigilia como de sueño.
Cuando un hombre yace dormido, los cuerpos físico y etérico reposan en la cama y el cuerpo astral y el yo están en cierta medida fuera de estos. Pero esto es solo burdamente hablando. Una idea burda es suficiente para explicar una cantidad de cosas, pero hoy queremos entender esta situación un poco más exactamente. Ahora el cuerpo astral y el yo dejan de estar activos en el cuerpo físico. Pero el cuerpo físico con sus nervios y su sistema sanguíneo y el cuerpo etérico no pueden existir a menos que estén interpenetrados por un cuerpo astral y algo parecido a un yo. Tampoco podría existir el cuerpo etérico si no estuviera compenetrado por entidades superiores. Cuando el propio cuerpo astral
y el yo del ser humano se separan, las actividades de estos dos miembros tienen que ser  reemplazadas. El cuerpo humano no puede permanecer sin que haya un yo y un cuerpo astral activos dentro de él, por lo que también tiene que haber un yo y un cuerpo astral activo cuando el ser humano está dormido. Para ser exactos, tendríamos que decir que el yo y el cuerpo astral que están activos en el cuerpo físico dormido del ser humano también están dentro de él durante el día, pero su actividad está completamente dominada por la actividad del cuerpo astral y el yo del ser humano. Si queremos imaginar el yo tal como es hoy en día, en el estado de vigilia, tenemos que decirnos a nosotros
mismos que este yo humano está dentro del cuerpo humano cuando el hombre está despierto y debido a su actividad durante este tiempo priva a un yo más grande de su área de influencia. ¿Qué hace en realidad nuestro limitado yo durante el sueño? En verdad podemos decir con bastante precisión que este yo que se ha liberado durante el día del gran yo cósmico y que despliega su actividad libremente en el cuerpo humano, durante la noche renuncia a su propia actividad y desciende al yo cósmico. Y debido a que el yo diurno desciende al yo cósmico, el yo cósmico puede trabajar sin obstáculos y deshacerse de todo el agotamiento que se ha acumulado durante el día. Debido a que el yo diurno se hunde en el yo cósmico, es posible que el yo nocturno esté activo de una manera integra. Si quieren
imaginarlo pictóricamente, pueden visualizar la relación del yo diurno con el yo nocturno como si el yo diurno describiera un círculo, atravesando la mayor parte de este círculo fuera del reino del gran yo y descendiendo al gran yo en la noche. Durante dieciséis horas, en promedio, está fuera el yo nocturno y durante ocho horas está dentro de él.
Solo entenderán esto correctamente si toman literalmente lo que he dicho, es decir, que su yo nunca permanece igual durante las dieciséis horas completas, -suponiendo que sea el tiempo normal para estar despierto-, y que mientras tanto el yo está cambiando todo esto. Describe parte de un círculo y luego se hunde, pasando por más cambios durante la noche, sobre los cuales el ser humano ordinario no sabe nada. Estos cambios se vuelven más y más inconscientes hasta que se alcanza un clímax, entonces el yo se vuelve lentamente más consciente nuevamente. Debemos decir, pues, que en el curso de veinticuatro horas el ser humano está experimentando continuamente ciertos cambios, el símbolo externo del cual podemos imaginar como un círculo, como una mano de un reloj que describe un círculo y que desaparece de vez en cuando en el gran yo cósmico.
El cuerpo astral humano atraviesa los cambios de una manera muy similar. Este también cambia de tal manera que podemos imaginarlo simbólicamente como describiendo un círculo. Con el cuerpo astral también los cambios son tales que realmente tenemos que hablar de una especie de sumergirse en un cuerpo astral cósmico. Sólo que el hombre actual ya no percibe esta inmersión en el cuerpo astral cósmico, mientras que en tiempos anteriores el hombre era muy consciente de ello. En aquél entonces el hombre tenía momentos en que sentía sus propios sentimientos astrales innatos que, en otros momentos determinados, alternaba con sentimientos bastante diferentes. Había momentos en
que se sentían más vivos en el mundo que les rodeaba y en otros momentos eran más conscientes de sus propios sentimientos internos. Podían percibir diferentes tonos de sentimiento en el cuerpo astral porque estaban sometidos a cambios rítmicos en el transcurso de siete días, es decir, siete veces veinticuatro horas, que pueden compararse de nuevo con un círculo. El yo sufre cambios rítmicos durante un período de veinticuatro horas, que todavía se expresan hoy en la alternancia entre vigilia y sueño y el cuerpo astral en siete veces veinticuatro horas. En el hombre primitivo, estos cambios rítmicos tenían lugar muy vívidamente. Así pues, en el cuerpo astral, los cambios rítmicos siguen su
curso durante siete días, y en el octavo día el ritmo comienza de nuevo. El cuerpo astral realmente se sumerge en un cuerpo astral cósmico universal durante parte del tiempo en que el hombre se somete a este ritmo. Para el resto del tiempo está más fuera de este cuerpo astral cósmico. Esto puede darles una idea de cuán significativo para la vida del hombre son el cuerpo astral y el yo cósmicos que están presentes en el hombre cuando está dormido. Este yo en el que se sumerge el ser humano cuando se duerme y que mantiene su sangre fluyendo por la noche, es el mismo yo que trabaja en su cuerpo durante el sueño. Si duerme durante el día, también entra en este yo universal y esto introduce cierta irregularidad en sus ritmos que habría funcionado destructivamente en tiempos anteriores, pero que no es tan destructiva en estos días porque en nuestros tiempos la vida humana ha cambiado considerablemente a este respeto. Durante el transcurso de los siete días, el cuerpo astral del hombre en realidad entra en la misma parte del cuerpo astral cósmico universal que interpenetra los cuerpos físicos y etéricos durante el sueño. Esto provoca cambios en los sentimientos internos del hombre. Esto apenas se nota hoy en día, aunque en tiempos anteriores no podía ser ignorado.
No son solo el yo y el cuerpo astral los que atraviesan ciertos cambios rítmicos particulares, sino que el cuerpo etérico también lo hace. Estos ritmos se suceden de tal manera que en cuatro veces siete días, el cuerpo etérico humano, simbólicamente hablando, gira sobre su propio eje y después de ese período regresa nuevamente al principio. Un ritmo bastante definido tiene lugar en el transcurso de esos veintiocho días. Pero ahora nos estamos acercando a un tema sobre el cual tendríamos que hablar con gran detalle para poder comprenderlo todo. Recordarán que dije que el cuerpo etérico de un hombre es femenino y el de la mujer masculino. Ambos tienen un ritmo diferente, pero no queremos entrar en eso ahora. Solo queremos enfatizar que este ritmo se produce y debido a la diferencia en hombre y mujer, solo diremos que es aproximadamente cuatro veces siete días.
Con esto, sin embargo, no se acaba el asunto. También se repiten rítmicamente procesos bien definidos en el cuerpo físico, por improbable que esto suene para la gente de hoy. Hoy en día casi se han borrado, porque el hombre ha tenido que independizarse de ciertos procesos, pero todavía son perceptibles a la observación oculta. Si el cuerpo físico se dejara llevar completamente a sí mismo, este ritmo tendría lugar durante un período de diez veces siete veces cuatro días en la mujer y doce veces siete veces cuatro días en el hombre. Así es como sería si el ser humano quedara completamente sujeto a las leyes inherentes a los ritmos. Por un tiempo realmente fue así, pero el hombre se ha vuelto más libre de las influencias cósmicas que lo envuelven. Por lo tanto, tenemos un flujo de procesos rítmicos en los cuatro miembros del ser humano. Si lo desean, pueden imaginar cada uno de los cuatro ritmos como un círculo. El ritmo que el hombre llevaría a cabo en su cuerpo físico, por ejemplo, si se le dejara completamente por sí mismo, solo se aproximaría, por supuesto, a los procesos físicos externos, puramente espaciales, que se corresponden con estos ritmos. Esto se debe a que el hombre ha sido reconducido sobre si mismo en aras de su libertad, y su relación con el
cosmos consecuentemente ha cambiado.
Habrán deducido a partir del número diez veces siete veces cuatro o doce veces siete veces cuatro, que el ritmo del cuerpo físico corresponde aproximadamente con el curso del año. Pueden imaginar un símbolo externo para estos cambios en el cuerpo físico si piensan que en el transcurso de un año el ser humano, por así decirlo, gira completamente; él está un tiempo en un lado del sol y en otro en el otro. Si imaginamos que siempre vuelve la cara hacia el sol, en el transcurso de un año debe girar una vez sobre su propio eje y una vez alrededor del sol. Cualquiera que solo lo mire superficialmente pensará que no tiene importancia, pero resulta ser muy importante. Estos ritmos a que están sometidos los cuatro cuerpos fueron implantados en el hombre durante largos períodos de tiempo, y las jerarquías, -entidades de las que hemos hablado a menudo-, han provocado que los diversos cuerpos se influyan mutuamente. Sabemos que estamos inmersos entre seres superiores. Debido a la acción de estos seres espirituales, que llenan el espacio físico y espiritual con sus obras, estas conexiones particulares se producen. Sin embargo, si consideran lo que acabo de decir, encontrarán una nuevo modo de ver un pensamiento que mencioné aquí el invierno pasado. El establecimiento del ritmo del cuerpo físico ya comenzó en el antiguo Saturno. La incorporación del cuerpo etérico en el cuerpo físico, de tal manera que el ritmo de los dos cuerpos se armonizase, es el trabajo de otros
espíritus, los espíritus del sol. A través del trabajo conjunto de los diversos ritmos se ocasiona una relación, de la misma manera que la relación de las manecillas de un reloj está determinada por su ritmo. En la antigua Luna se incorporó otro ritmo, el del cuerpo astral. Ahora esos espíritus que regulaban todo nuestro cosmos -porque todo lo que es de naturaleza física es una expresión
de esos seres- tenían que crear el movimiento físico externo de acuerdo con sus propias relaciones internas. Que la tierra circunde al sol en un año, surge del ritmo que se implantó en el cuerpo físico muchos eones antes de que la constelación física existiera. Por lo tanto, las relaciones espaciales entre estos cuerpos celestes fueron reguladas por la acción espiritual. La luna tenía que circundar la Tierra porque su rotación tenía que corresponder con la rotación del cuerpo etérico humano en cuatro veces siete días porque este ritmo debía encontrar su expresión en el movimiento de la luna. La iluminación cambiante que ésta recibe del sol -las cuatro fases de la luna- se corresponden con los diferentes ritmos del cuerpo astral y la revolución de la tierra en el curso de un día corresponde al ritmo del yo. En relación con este ritmo del yo en particular, podemos señalar algo que el ocultismo siempre ha enseñado, pero que a la gente de hoy día le parecerá como una mera fantasía, aunque no obstante es cierto. En tiempos muy antiguos, la tierra no giraba en torno a su eje; esta rotación axial surgió en el transcurso del tiempo. Mientras el hombre de la tierra aún permanecía en una condición diferente, este movimiento aún no existía. El primer estímulo para iniciar el movimiento no ocurrió en la tierra, sino en el hombre. El yo humano recibió este estímulo para girarse hacia los espíritus a los que está subyugado y el yo humano en realidad tomó la tierra consigo y la hizo girar con él. La revolución de la tierra es el resultado del ritmo del yo. Y esto es cierto, por sorprendente que parezca. Los miembros espirituales del hombre que estaban desarrollando su yoidad tuvieron primero que recibir el estímulo para girar y luego tomaron la tierra consigo. Más adelante esto cambió. El hombre se hizo libre en la tierra; cambiaron las condiciones para que el hombre fuera liberado de los poderes cósmicos circundantes. Pero realmente así es como era originalmente. Por lo tanto, se puede ver cómo todo lo que es físico a nuestro alrededor es en realidad resultado de lo espiritual. El espíritu siempre está ahí primero. Y es el espíritu el que hace que todo funcione.
Y ahora piensen en el cuerpo astral que cumple su vuelta en el transcurso de siete días. Imaginen cómo están conectadas las enfermedades con ciertas irregularidades del cuerpo astral porque estas irregularidades se transmiten a través del cuerpo etérico hacia el cuerpo físico. Ahora supongamos que el cuerpo astral tiene una cierta anomalía. A través de esta anomalía, se ve afectado el cuerpo etérico y la anomalía se transmite al cuerpo físico. El cual también se vuelve anómalo. Entonces el organismo comienza a rebelarse contra dicha anomalía y aplica medidas de protección. Esta rebelión suele ser en forma de temperatura, que convoca a las fuerzas de recuperación del hombre.
Una temperatura no es una enfermedad; es el ser humano convocando a todas las fuerzas en su organismo para corregir esta anomalía nuevamente. Esta rebelión de todo el organismo contra la anomalía se expresa por regla general con un aumento de temperatura febril. Una aumento de la temperatura es la parte más beneficiosa y reparadora de una enfermedad. El área concreta que está dañada no puede sanar por sí misma, y tiene que recibir las fuerzas de otros lugares, y esto se expresa en un aumento de temperatura. Ahora imaginen que esta temperatura se da con la neumonía. Los pulmones se han visto afectados por una u otra causa. Cuando los pulmones humanos en particular han sufrido algún daño, primero ha tenido que volverse defectuoso el cuerpo astral para luego pasar el daño a través del cuerpo etérico hacia el cuerpo físico. Con la neumonía, la causa siempre está en el cuerpo astral; la neumonía no puede darse de otra manera. Ahora piensen en el ritmo del cuerpo
astral. El día en que aparece la neumonía, el cuerpo astral afecta al cuerpo físico. Ahora el cuerpo comienza a rebelarse con un aumento de temperatura. Siete días después, los cuerpos astral y etérico están en la misma relación mutua; partes de ellos se encuentran de nuevo. Pero no es la misma parte del cuerpo etérico, porque el cuerpo etérico ha estado siguiendo su propio ritmo. Cumple con la siguiente parte. Este también se ve afectado por el cuerpo astral, pero esta vez de forma opuesta. La fiebre ahora está suprimida. A través del hecho de que la parte concreta del cuerpo astral que coincidió con el cuarto anterior del cuerpo etérico siete días antes coincide con su próximo cuarto, se
produce el proceso opuesto al de hace una semana, a saber, una reacción a la fiebre. El ritmo opuesto del cuerpo ahora suprime la temperatura. Porque el cuerpo humano está destinado a ser saludable y ese es el propósito del ritmo. Ciertas influencias aumentan en los primeros siete días, y en los siguientes siete días tienen que declinar. En una persona sana este aumento y disminución se alterna. Sin embargo, cuando una persona está enferma, su vida está en peligro cuando se suprime la fiebre. Mientras que en una persona sana un proceso ascendente se invierte en el séptimo día, en una persona enferma el proceso ascendente debe continuar. Pero un ascenso rápido causa una caída rápida. Esta es la razón de la crisis de neumonía en el séptimo día. Podemos entender esto si consideramos que los pulmones se desarrollaron en un momento en que la luna ya se había separado y se estaba preparando para desarrollar su propio ritmo y el ritmo de los días también comenzaba a desarrollarse. Es por eso que aún hoy los pulmones están conectados con el cuerpo astral y el ritmo del cuerpo etérico.
Pueden ver, entonces, que la ciencia espiritual nos ayuda a formar un juicio acerca de estas  condiciones anormales en la vida humana y que la naturaleza completa del hombre solo puede entenderse cuando vemos estas condiciones. Solo volverá a ser posible para las ciencias lograr resultados fructíferos cuando el hombre esté impregnado de las grandes verdades de la ciencia espiritual. En épocas anteriores, hasta aproximadamente la mitad de la evolución de la tierra, todos los ritmos en el hombre estaban mucho más en armonía con los ritmos de la naturaleza exterior. Desde entonces, es decir, desde mediados de los tiempos de la Atlántida, sin embargo, las cosas han cambiado. La vida interior del hombre se ha emancipado del ritmo exterior, pero ha mantenido su ritmo interior. Es justo porque los ritmos no armonizan, que el hombre ha adquirido su independencia y libertad, de lo contrario la evolución de la libertad en la historia de la humanidad no hubiera sido posible. El ritmo del hombre comparado con el sol, o la tierra en comparación con el sol, se ha disparado. Algo similar ha sucedido con los otros ritmos, por ejemplo, el del cuerpo astral. En tiempos pasados, el hombre experimentaba diferentes estados de ánimo en el transcurso de siete días. En un momento todo lo que estaba fuera de él le causaba una gran impresión, y en otro momento vivía más en su vida interior. Debido a que los ritmos ya no están en armonía, la condición de la experiencia interna permanece, incluso cuando el hombre goza más del mundo exterior y viceversa. Se combinan y se equilibran unos a otros y esto hace que el cuerpo astral sea temperamental, por así decirlo. Por medio de la observación cuidadosa, todavía se puede notar estas alternancias de ánimo en las personas que viven más en su cuerpo astral. La variación en las condiciones del cuerpo astral se pueden establecer en el caso de personas que están sicológicamente o mentalmente enfermas.
El ritmo del yo fue el último en surgir, pero también allí las cosas ya se han desplazado. El hombre también puede dormir durante el día y mantenerse despierto por la noche. En tiempos anteriores, este ritmo siempre coincidía con el exterior. En la Atlantida, algo muy serio habría sucedido si el hombre hubiera deseado dormir durante el día y mantenerse despierto durante la noche. Esto habría llevado toda su vida al desorden. El ritmo sigue ahí hasta cierto punto, pero se ha independizado de las circunstancias externas. Esto es lo mismo que sincronizar un reloj fiable exactamente con el sol. Entonces nos puede indicar la hora solar exacta. Pero también pueden cambiar el reloj a la medianoche cuando son las siete de la tarde. Entonces, el ritmo del reloj seguirá siendo correcto, pero en comparación con el ritmo del sol se habrá desplazado. Es lo mismo que pasa con el hombre. El hombre ha mantenido el viejo ritmo que solía compartir con todo el cosmos, pero se ha desplazado. Si el reloj fuera un ser vivo, estaría justificado disociar su ritmo de los ritmos circundantes. En un futuro lejano, el hombre debe llegar al punto de proyectar sus ritmos de nuevo en el mundo a partir de la fuerza de su propio desarrollo interior. Así como una vez hubo seres que, a partir de sus propios ritmos, hicieron que el sol, la luna y la tierra se movieran, el hombre en algún momento futuro transferirá sus ritmos al mundo, cuando haya alcanzado el grado de la divinidad. Este es el significado que hay detrás del volverse independientes del ritmo. A partir de esto, podemos vislumbrar los fundamentos más profundos de la astrología. Pero no entraremos en eso justo ahora. Hoy solo queríamos mostrar que la ciencia espiritual no es una colección de ideas abstractas para aquellas personas egoístas que se interesan por ella, sino que pueden aportar luz a las cosas más cotidianas de la vida. Sin embargo, se debe tener la voluntad de pasar de los fenómenos externos a las
causas que subyacen. El ritmo ha sido implantado en la materia por el espíritu, y el hombre, hoy, tiene estos ritmos dentro de él como herencia de este origen espiritual. Sin embargo, solo podemos entender lo que este ritmo significa para el ser del hombre y también para el resto de la creación natural si volvemos a las relaciones originales. En el caso de los animales, los diversos cuerpos -cuerpo físico, cuerpo etérico, cuerpo astral y yo grupal- tienen una relación bastante diferente entre sí. Hay un ritmo diferente para cada especie animal. Para el cuerpo físico es más o menos el mismo, pero los diferentes animales tienen ritmos bastante diferentes en sus cuerpos etérico y astral. De la misma manera que el mundo animal se clasifica actualmente según su forma externa, puede clasificarse en especies de acuerdo con los ritmos de los cuerpos astral y etérico.
No se imaginen que estos ritmos nunca se hayan reconocido claramente. Podremos demostrar que no hace tanto tiempo, las personas estaban al menos ligeramente conscientes de estos ritmos. Quien recorre el mundo con conciencia para estas cosas, encontrará en algunos calendarios en uso en los distritos rurales ciertas reglas que se refieren a las relaciones definidas entre los animales y la tierra. Los agricultores solían administrar toda su agricultura observando las reglas en dichos calendarios. En el saber del granjero, estaba oculta la conciencia de estos ritmos. Estas son cosas que pueden mostrarnos que desde los siglos XV y XVI ha surgido una era de abstracción, de ciencia externa, una ciencia que ya no está en condiciones de volver a las causas originarias de los ritmos. Este es
particularmente el caso en la medicina. La gente hoy solo va a tientas y la base sólida de la patología y de la terapia se remontan a la antigüedad. Fue una tortura para mi intelecto y mis sentimientos cuando se testó la fenacetina. Este tipo de test, sin ningún tipo de guía, muestra que al mismo tiempo que perdió el espíritu, la ciencia también perdió su profundidad. A través del conocimiento espiritual, esta profundidad se volverá a adquirir. Es absolutamente necesario distinguir entre caricaturas de la ciencia y un conocimiento real basado en el espíritu. Si toman esto en serio, verán cuán necesario es tener conocimiento científico espiritual, y que tiene que encontrar su camino en todos los ámbitos
del conocimiento y de la vida.

2 comentarios:

MIGUEL ANGEL dijo...

En este GA 107 la conferencia que citan como 11 es la 13 y viceversa. Las fechas están en orden correlativo, pero el contenido de las conferencias está cambiado.

Miguel Angel Arias Escandell
miguelangelariasescandell@gmail.com

luxmundi dijo...

Lamentamos el error y te agradecemos la observación.
procederemos a la rectificación, GRACIAS

El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919