GA107 Berlín, 03 de mayo de1909 como se manifiesta el yo en las diferentes razas

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  GA107      LA MANIFESTACIÓN DEL YO EN LAS DIFERENTES RAZAS




Berlín, 03 de mayo de1909  
18 ª Conferencia
En la conferencia de la semana pasada nos familiarizamos con las expresiones cotidianas de la vida interior del hombre, es decir, la risa y el llanto y hoy exploraremos las condiciones en ambos ámbitos, tanto en nuestro entorno inmediato como en el más distante del cual depende, en cierta manera, este ser interno del hombre, incluida la evolución completa del hombre. Lo más amplio posible un estudio del hombre es en lo que hemos estado trabajando en estas conferencias grupales este invierno, y seguiremos estudiando al hombre de tantos aspectos como sea posible.

Si consideran lo que conocen de las condiciones de la tierra, incluso mirándolas de manera relativamente superficial, se darán cuenta inmediatamente de que el hombre adopta una forma diferente en las diferentes regiones de la tierra. Las características corporales externas varían según las diferentes zonas de la tierra. Recordarán que hay 'razas', la raza negra, roja, amarilla y blanca, y que estas razas estaban conectadas originariamente con ciertas regiones de la tierra. También encontrarán esto corroborado por la historia, ya sea por lo que aprendieron en la escuela a partir de la pura observación física de las condiciones materiales, o bien de lo aprendido a través de la ciencia antroposófica. Mirando hacia atrás al pasado antiguo, vemos cómo el alma humana y en realidad el cuerpo humano también, se desarrollaban en las diferentes épocas de la evolución de la tierra. En la esfera de la ciencia espiritual, hemos vuelto a mirar la antigua India, Persia, Egipto, etc. Y vimos cómo las diversas capacidades que tiene la humanidad hoy en día, se desarrollaron gradualmente en el transcurso de las épocas. Todo esto les dará una idea de cómo las condiciones externas están relacionadas con el despliegue del ser interno del hombre. Ahora bien, si incluso actualmente las condiciones de la tierra producen tales diferencias entre los hombres, qué tremendas diferencias humanas deben haber surgido desde los comienzos de nuestra evolución de la tierra, después de haber pasado por la evolución de Saturno, Sol y Luna. Hemos descrito varios detalles de esto. Lo que vamos a describir hoy, sin embargo, se considerará desde otro punto de vista. Porque realmente podremos conocer las condiciones humanas si las consideramos desde diferentes puntos de vista.

Al comienzo de la evolución de la Tierra, la tierra, el sol y la luna eran, como saben, un solo cuerpo. Las condiciones de entonces, dentro de toda nuestra evolución deben haber sido completamente diferentes. El hombre, evolucionando en la evolución terrenal, debió haber sido muy diferente mientras la tierra todavía formaba un cuerpo con el sol; ¡y cuánto mas tuvo que cambiar cuando, primero el sol y despues la luna, se separaron de la tierra! Ahora sabemos que la época después de que el sol y la luna se separasen de la tierra es ademas la llamada evolución lemurica, en la cual el hombre apenas había comenzado a adquirir una forma que se asemejaba algo a la que tenemos actualmente. A menudo lo hemos descrito al decir que este fue realmente el tiempo en que el hombre descendió de las regiones más altas a la tierra. Aunque el hombre ya estaba en un cuerpo físico en el tiempo en que el sol todavía estaba unido a la tierra, este, no era como el cuerpo de hoy. En ese tiempo tenía el tipo de cuerpo físico del que pueden hacerse una idea, si imaginan al hombre actual no erguido con los pies en la tierra, sino alzándose en el aire, como si no tuviera elementos óseos dentro de él, sino como si aún perteneciera a la regiones de aire y agua, por lo que debemos imaginar el agua disuelta en el aire. Debía parecer como un ser transparente en la periferia de la tierra. Nuestros ojos de hoy no serían capaces de distinguir a este ser humano de su entorno, del mismo modo que un ojo de hoy en día no puede distinguir a ciertas criaturas marinas de su entorno, porque se ven muy similares. Pueden imaginar a un ser como este flotando en el aire. No fue sino hasta después de la separación del sol y la luna que el hombre llegó a ser como lo conocemos hoy. ¿Cuáles fueron las condiciones necesarias para que el hombre se convierta en lo que es hoy? Era esencial que la fuerza del sol no actuara desde adentro sino desde afuera hacia la tierra. Ese fue el propósito de la separación del sol y la luna, que estos dos cuerpos cósmicos enviaran sus fuerzas, como el sol envía su luz, desde el exterior a la tierra. El hombre no podía adquirir su forma actual mientras el sol brillase sobre él desde abajo, desde el centro del planeta, sino solo si lo hacía desde un lado. Imagínense, si les interesa suponer tal hipótesis, que la luna fuese a caer sobre la tierra y que también el sol se reencontrará con ella; si quisiera sobrevivir en esas condiciones, el hombre tendría que volver a disponer de un cuerpo tan aeriforme como antes, y debería poder flotar en el ambiente con el que está familiarizado hoy. Así, el hombre debe su existencia actual al hecho de que el sol y la luna brillan sobre él desde afuera. Haremos caso omiso de todas las demás fuerzas hoy.

Ahora el sol y la luna actúan de diversas maneras desde afuera. La forma en que actúa el sol en la región del Polo Norte es muy diferente de la forma en que actúa en el Ecuador. Sacamos la impresión de tremendos contrastes que cobraron un significado en el momento en que el sol comenzó a brillar desde el exterior sobre la superficie terrestre. Ustedes saben, por supuesto, que cuanto más nos acercamos al Polo Norte, mayores son los contrastes entre el invierno y el verano. Y justo en el Polo Norte, la mitad del año es de día y la otra mitad es de noche. Cuando se medita sobre estas diferencias, entonces cobra sentido lo que la ciencia espiritual tiene que decir sobre estas cosas. Nos dice que en el Polo Norte, las condiciones de la tierra en la época lemúrica, eran las más similares a las condiciones que existían en la tierra cuando el sol y la luna todavía estaban unidos a ella. Hoy, por supuesto, estas condiciones son bastante diferentes. Pero incluso hoy en día sigue siendo, en gran medida cierto, que en el Polo Norte la influencia más fuerte se da desde el centro de la tierra hasta la superficie y las influencias del sol y la luna son mínimas. Del gran aumento de fuerzas que inciden desde afuera, que se han hecho sentir desde los tiempos de la Lemúria, donde menor influencia se da, es en el Polo Norte, por lo que el efecto del centro de la tierra sobre su superficie y sobre todo lo que vive en ella, es aquí mayor. Por otro lado, la influencia del sol y la luna es más fuerte alrededor del ecuador y esto ya era así en la época lemúrica. En los Registros Akáshicos podemos confirmar que las condiciones de la tierra cambiaron por completo con la separación del sol y la luna. Esto, sin embargo, condujo a una consecuencia bastante definida. Surgió algo que era de importancia fundamental para toda la evolución de la tierra. Por las razones que le hemos dado, fue en el área del Polo Norte donde el hombre podía descender, por así decirlo y encarnar en una forma física humana de manera que pudiera expresarse en mayor grado dentro de ella. Por lo tanto, en la antigua época lemúrica fue justo en el Polo Norte donde se congregaron esos seres que, si puedo expresarlo de esta manera, no pretendían todavía descender directamente a la tierra, sino que prefirieron permanecer en las regiones donde el aire todavía estaba entremezclado con vapor. Por tanto, en el Polo Norte, en la época lemúrica, había un tipo de especie espiritual que no le despertaban demasiado interés los cuerpos físicos que pululaban por la tierra. Desde un punto de vista espiritual, visto con los ojos de hoy, esta especie consistía en formas transparentes que, por lo tanto, no eran realmente visibles, y como tales, estaban muy desarrolladas, pero en cuanto a su forma física mostraban una forma inferior de humanidad. Vivían en un cuerpo etéreo y eran seres de una naturaleza más etérea, teniendo solo una muy floja conexión con los cuerpos primitivos que se desarrollaban allá abajo en la tierra y que todavía no tenían lo que llamaríamos densidad. Estos cuerpos eran demasiado dependientes de la tierra y dichos seres espiritualmente más avanzados solo los usaban, -lo menos posible- como envolturas. Si, por lo tanto, un hombre del presente, con su poder de percepción, hubiera podido visitar el Polo Norte en la época lemúrica, habría hablado de su población de esta manera: ¡qué gente tan peculiar!

Realmente están muy poco desarrollados con respecto a sus cuerpos físicos, pero esto no debe impedirnos ver que hay algo especial en ellos, ya que como personas son hábiles e inteligentes; ¡Es como si estuvieran siendo dirigidos por hilos desde arriba! Y en verdad era así, porque el verdadero ser humano no estaba descendido por entero sobre la superficie de la tierra. Es por eso que las personas que vivían alrededor del Polo Norte en aquél tiempo eran en el más alto grado seres etéreos con cuerpos etéricos altamente desarrollados pero cuerpos físicos infradesarrollados; seres que podían captar toda la sabiduría del mundo con sus cuerpos etéricos, como si tuvieran grandes facultades clarividentes y que miraban hacia los Cielos estrellados siendo conscientes de los seres que tejían la vida de los mundos espaciales. Pero casi se podría decir que sus cuerpos físicos estaban como aletargados. Sin embargo, debido a que eran guiados como por hilos desde arriba, las acciones que desempeñaban eran perfectamente inteligentes.

En las regiones ecuatoriales era distinto. Las influencias desde el exterior tanto del sol y de la luna se volvían cada vez más activas. El aire estaba entrecruzado y calentado por los rayos del sol. Todos los fenómenos que tenían lugar en la región del aire se volvieron dependientes del sol y la luna. Y el resultado de esto fue que justo en la antigua época lemúrica, la gente de estas regiones se encarnaron más profundamente en sus cuerpos físicos y sus cuerpos etéricos interpenetraban sus cuerpos físicos más profundamente. Un hombre actual basándose en sus sentidos físicos, asumiría que estos seres son los seres humanos físicos más desarrollados, mientras que por el contrario, consideraría que los pueblos del norte están subdesarrollados. Y había otra diferencia que es de especial importancia.

Donde el sol ejercía una menor influencia, los hombres se desarrollaban de tal manera que sobre extensas áreas, todos se asemejaban más o menos entre sí. Cada uno de estos seres que no descendieron sino que aún eran etéreos, pertenecían a una serie de formas inferiores. En el norte eran almas grupales, mientras que las almas entorno al ecuador eran almas más individuales y cada ser humano estaba mucho más dentro de su propio cuerpo. Por tanto, los habitantes de esas regiones que situaríamos hoy en el Polo Norte, tenían, en la época lemuriana, en el mayor grado imaginable, las características de los seres con alma grupal. Un gran número de personas miraban hacia arriba a su alma grupal. Y si miramos a estas almas grupales como almas, veremos que estaban mucho más desarrolladas que las almas que, en la época lemuriana, descendieron a cuerpos físicos en las regiones ecuatoriales. Así que podemos decir, que el Polo Norte estaba poblado por gentes que vivían en los dominios del aire en una especie de paraíso y que aún no habían descendido a la tierra. Lo que entendemos pues, como una consecuencia necesaria de lo anterior, ahora pueden compararlo con lo que encuentran aquí y allá en la literatura antroposófica, es decir, que esos seres superiores que alguna vez fueron los maestros de la humanidad descendieron del frío Norte. Realmente las hemos encontrado, las almas grupales alrededor del Polo Norte. Si querían convertirse en maestros de las personas que tenían almas inferiores y que estaban más encarnadas en sus cuerpos físicos, también tenían que descender más y renunciar a la capacidad de la clarividencia de los tiempos lemúricos en su cuerpo etéreo, o bien sacrificarse a si mismos y asumir la forma física humana de los Lemurianos.

Si hubiéramos viajado en la época lemuriana desde el ecuador hasta el Polo Norte, nos habríamos encontrado con una población espiritualizada de la tierra. En aquellos tiempos podemos distinguir algo como una doble población: una del tipo que aún permanecía espiritualizada y cuyos cuerpos terrenales parecían ser solo un apéndice de su ser espiritual y otro tipo que ya había descendido a la materia, al mundo físico. ¿Qué habría pasado si no se hubieran producido cambios en la evolución de la Tierra? Las almas mas evolucionadas de las regiones polares no habrían podido encarnarse en cuerpos físicos. Y, por otro lado, la población ecuatorial se habría extinguido más o menos. Puesto que se habían encarnado prematuramente en un cuerpo físico, cayeron en ciertas prácticas perversas e inmorales que llevaron a la caída de la Lemúria. Y esto dio como resultado que la mejor parte de la población migrara a las regiones que se encuentran entre el Ecuador y las tierras del norte. Porque en tiempos de la Lemúria encontramos los miembros de la humanidad con mayores posibilidades de supervivencia que viven en los países que se encuentran entre el Ecuador y el Polo Norte. Cuerpos humanos que podrían convertirse en portadores de las almas humanas más avanzadas se desarrollaron mejor en aquellas regiones de la antigua Atlántida conocidas hoy como las zonas templadas.

Ahora bien, todas las etapas de la evolución dejan atrás a los llamados rezagados y de aquellos tiempos antiguos también quedaron rezagados. Lo que llamamos la población lemuriana de la tierra, esos pueblos notables del norte con cuerpos etéricos fuertemente desarrollados y cuerpos físicos no tan desarrollados y esa otra población ecuatorial con cuerpos físicos fuertemente desarrollados y cuerpos etéricos menos desarrollados, de estas pueblos no queda nada, se extinguieron. Ya que tales cuerpos eran de tal naturaleza que ni siquiera podemos encontrar restos; la sustancia era tan blanda que no puede haber dudas respecto a eso. Fue de primordial importancia para sus descendientes atlantes que el germen del yo, la autoconciencia del Ser, cuyos fundamentos ya estaban allí básicamente desde los antiguos tiempos de la Lemúria, pasase por un desarrollo progresivo en la tierra. Si la humanidad no hubiera emigrado en grandes oleadas a la Atlántida, el desarrollo activo del yo no se habría producido. Porque la población lemúrica se habría extinguido gradualmente, sucumbiendo a las pasiones, ni tampoco las mejores almas del norte habrían descendido a la tierra en absoluto, porque no habrían podido encontrar cuerpos adecuados. Los cuerpos infradesarrollados de los primeros tiempos no les habrían proporcionado la posibilidad de desarrollar una fuerte conciencia de sí mismos dentro de la naturaleza corporal. Debido al hecho de que las mejores capas de la población lemúrica migraron a la Atlántida, la forma del cuerpo humano evolucionó hasta el punto en que pudo convertirse en el portador de la autoconciencia de una manera armoniosa. Y fue solo con el paso del tiempo cómo el cuerpo humano adquirió esta forma en las regiones correspondientes a las zonas templadas actuales. Porque en este período evolutivo, el cuerpo humano todavía estaba evolucionando. En los tiempos de la Atlántida, el cuerpo humano no estaba confinado dentro de una forma rígida, aquellos seres humanos altamente desarrollados, los de gran significado espiritual, eran físicamente pequeños en aquellos tiempos, mientras que las gentes que no destacaban espiritualmente tenían en tiempos de la Atlántida un desarrollo gigantesco de su cuerpo físico. Y si se hubieran encontrado con un gigante así en aquellos días, podrían haber llegado a la conclusión: No tiene un nivel espiritual muy alto ciertamente, ya que se han volcado con todo su ser en la condición física! Todo lo que hace referencia a "gigantes" en las leyendas se basa absolutamente en el conocimiento de esta verdad. Por lo tanto, si se conserva un verdadero recuerdo de aquellos tiempos en los mitos germánicos, creemos que es absolutamente correcto decir, desde el punto de vista científico espiritual, que los gigantes son estúpidos y los enanos muy astutos. Esto se basa completamente en lo que podría decirse de la población atlante: donde la gente es pequeña, encontramos una gran inteligencia, ¡y en una raza de hombres grandes todos son estúpidos! Donde la inteligencia humana recurría a la carne no quedaba mucha mente libre. Por lo tanto ese tamaño físico expresaba la incapacidad de retener lo espiritual. En aquellos tiempos, el cuerpo todavía era en cierta medida perfectamente capaz de transformación. Justo en los tiempos en que la Atlántida comenzó a hundirse, existía un gran contraste entre los hombres que eran buenos en cuanto a sus cualidades anímicas, que conformaban una raza de hombres pequeños y las formas gigantes que eran malvadas y en quienes todo se había volcado hacia la condición física. Incluso podrían encontrar ecos de estos hechos en la Biblia, si les interesa buscarlos.

Por tanto, vemos que en los tiempos de la Atlántida el cuerpo humano aún podía dotarse de forma conforme a sus características espirituales. Por consiguiente, también podía adquirir la forma que le permitiese moldear todos los órganos, el corazón, el cerebro, etc., de manera que pudieran convertirse en la expresión de una existencia real del yo, un ser con autoconciencia. Estas capacidades y características, sin embargo, se desarrollaron en innumerables niveles diferentes. Había personas cuya naturaleza interna estaba correctamente equilibrada y que eran normales, ya que no habían desarrollado un egoísmo desmedido, ni habían desarrollado su sentido del yo a un nivel inferior únicamente. Con ellos, la devoción al mundo exterior y el sentido del yo se mantienen en equilibrio. Tales personas estaban dispersadas por todas partes. Y con estos hombres era, con los que los iniciados atlantes más podían hacer. Por otro lado, había otros hombres que habían desarrollado, (prematuramente por supuesto) un sentido del yo tremendamente fuerte; dado que los seres humanos aún no habían alcanzado el punto en que podían hacer de sus cuerpos el instrumento para un sentido del yo tan fuertemente desarrollado. Esto hizo que el cuerpo se curtiera en el egoísmo por así decirlo y le impidió desarrollarse más allá de cierto límite. Había además gente que no habían llegado a nada parecido al sentido del yo normal porque eran más susceptibles a las influencias del mundo exterior de lo que deberían haber sido; pueblos que se habían entregado por completo al mundo exterior. Por lo tanto, fueron los seres humanos normales los que fueron el mejor material para que los iniciados pudieran usarlos en la evolución del futuro y también fueron ellos a quienes el gran iniciado del sol, Manu, reunió a su alrededor como los más capaces de evolucionar. Aquellos pueblos cuyo impulso del yo se desarrolló demasiado fuertemente, de modo que impregnaba todo su ser y lo convertía en una manifestación de egoísmo, esta gente deambuló errante gradualmente hacia el oeste y se convirtió en la nación cuyos últimos supervivientes aparecieron como los indios piel roja de América. Aquellas pueblos cuyo sentido del yo estaba muy poco desarrollado emigraron hacia el este y los sobrevivientes de estas pueblos se convirtieron en la subsiguiente población negra de África. Si miran esas cosas de una manera científico-espiritual, verán evidencias de ello directamente en las características físicas. Si un hombre lleva todo su ser interno a expresarse en su fisonomía y en la superficie de su cuerpo, osea su piel, entonces impregna su ser externo con el color de su naturaleza interna por así decirlo. Así pues, el color del egoismo es rojo cobrizo o un marrón amarillento. Y un extremado sentido del yo que surge de un amor propio ofendido, puede incluso hoy en día volver a un hombre como si dijeramos, amarillo de ira. Estos dos fenómenos, están absolutamente conectados: el color rojo de aquellos pueblos que emigraron hacia Occidente y el color amarillo del hombre cuya "sangre hierve" como decimos y cuya naturaleza interna se muestra directamente en su piel. Sin embargo, aquellas pueblos que habían desarrollado su yo demasiado poco y que estaban demasiado expuestos a las influencias del sol, eran como plantas: depositaban demasiados constituyentes carbónicos debajo de su piel y se volvieron negros. Esta es la razón por la cual las razas de africa son negras. Por lo tanto ambas, tanto al este de la Atlántida en la población negra como al oeste de la Atlántida en la población roja, encontramos supervivientes del tipo de personas que no habían desarrollado su sentido del yo de manera normal. Los seres humanos que se habían desarrollado normalmente se prestaban mejor para progresar. Por lo tanto, fueron los elegidos para infiltrarse en las otras diversas regiones desde el lugar que conocemos en Asia.

Desde luego, entre el pequeño grupo de personas que Manu reunió entorno suyo y los casos extremos, había obviamente, innumerables etapas intermedias de desarrollo. De ellos también se pudo sacar provecho. Hasta cierto punto, estos niveles intermedios fueron extraordinariamente adecuados para la posterior evolución de la civilización terrestre. Así, por ejemplo, en la migración que tuvo lugar desde Occidente a Oriente, permaneció en algunas partes de Europa, un pueblo que habían desarrollado su sentido del yo en un marcado desarrollo, pero que a la vez no estaban muy abiertos a las influencias del medio ambiente. Piensen en la peculiar mezcla que estaba destinada a resultar en Europa. Aquellas personas que emigraron al este y se convirtieron en la raza negra eran muy susceptibles a las influencias externas, especialmente la del sol, justo porque tenían muy poco desarrollado su sentido del yo. Pero otros pueblos que tambien emigraron a estas partes, o al menos en esa dirección, tenían un fuerte sentido del yo. Eran pueblos que habían preferido ir hacia el oeste por el este y eran de un rojo más suave de lo que habrían sido si hubieran ido al oeste. Dando origen a la raza de personas que tenían un fuerte sentido del yo que, sin embargo, mantenía un equilibrio entre esto y su devoción por el mundo exterior. Esos son los pueblos de Europa de los que pudimos decir en la última conferencia pública que su fuerte sentimiento de personalidad fue desde el principio su característica esencial.

Eso explica, cómo el entorno externo del hombre trabaja en su situación interna y cómo la tierra, mediante las diferentes posiciones en las que las áreas de su superficie están expuestas a la luz del sol, dieron lugar a innumerables niveles de desarrollo del alma. Conforme a la dirección a la que las almas miraban, todas hallaban una posibilidad diferente para desarrollarse en un cuerpo físico. Es muy importante que nos demos cuenta de la conexión entre la influencia del sol en la tierra y la evolución del hombre. Si algún día siguen estos asuntos conmigo en cuanto a los detalles de los últimos tiempos, verán cuán comprensible se vuelven a través del hecho de que surgieron todos estos posibles matices de coloración. Así, por ejemplo, estaba esa parte concreta de la población que se quedó en Europa, cuyas características eran las que he descrito y que les condujo a una existencia independiente hasta tiempos muy posteriores. No se preocupaban por los otros pueblos; pero aquellos que emigraron a las regiones ya colonizadas por pueblos con varios tonos de piel oscura, y se mezclaron con ellos, adquirieron todos los matices posibles del color de la piel. Miren los colores que se encuentran en Asia, desde los negros hasta las razas amarillas. De ahí que dispongan de cuerpos que son envolturas para cada nivel de alma posible, desde el alma completamente pasiva de Negro completamente entregada al mundo exterior de la existencia física, a los otros niveles de almas pasivas en cada posible parte de Asia.

Varias características de la evolución de los pueblos asiático y africano serán ahora comprensibles para ustedes: Ellos presentan varias combinaciones de supeditación al medio ambiente y al modo de manifestar su sentido del yo. Así que, fundamentalmente, tenemos dos grupos de pueblos que representan tales combinaciones: las de suelo europeo, que forman la raza estirpe de la población blanca, que desarrollaron predominantemente el sentido de la personalidad, pero que no migraron al lugar donde dicho sentido impregnaba todo el cuerpo, sino hacia donde el sentido del yo se hizo más interno. De modo que, en Asia occidental y en parte del norte de África y también en los países de Europa, en tiempos pretéritos, se encuentran personas con un fuerte sentido interno del yo, pero que en general no eran dados a perderse en el mundo exterior; su carácter interno era fuerte y firme, pero no dejó su impronta en la naturaleza corporal. Por otro lado están aquellos pueblos en Asia con naturalezas pasivas y modestas en las que justo se expresa esta pasividad en el más alto grado. Esto convierte a dichos pueblos en soñadores, y el cuerpo etérico penetra profundamente en el cuerpo físico. Esa es la diferencia fundamental entre los pueblos europeos y asiáticos.

Manu, con su grupo de hombres normales, quedó atrapado entre ambos grupos. Tenía que llevar la forma de cultura correcta según el diferente color de la población y tenía que colorear esta sabiduría y enseñanza adaptándolas a las condiciones externas del pueblo. Así vemos que a los pueblos de Asia se les instruyó con un tipo de enseñanza que satisficiera su pasividad y modestia. Los pueblos Afro-Asiáticos no enfatizan el yo. El negro, en cierta medida, no pondría énfasis en el yo en absoluto. Cuando estas personas alzaban la mirada hacia lo divino, decían: ¡No encuentro mi ser más íntimo dentro de mí, lo encuentro en Brahma saliendo de mí y entregándome al universo!

Una enseñanza como esta no se habría entendido en Europa. Europa estaba situada demasiado cerca del Polo Norte para ello y los países han mantenido cierta similitud a lo largo de los siglos. Recordemos que fue en el Polo Norte donde encontramos a los pueblos que no descendieron directamente a los cuerpos físicos, sino cuyos cuerpos físicos en cierto modo detuvieron su crecimiento. De hecho, los pueblos europeos aún no habían descendido lo bastante en sus cuerpos físicos. Dirigieron su sentido de la personalidad hacia adentro. Y encontraríamos esto tanto más, cuanto mas hacia el polo fuesemos. Solo piensen cómo se ha conservado este sentido de la personalidad hasta tiempos posteriores, cuando las personas tal vez ya no veían ninguna razón para ello. Alguien que perteneciese al Este habria dicho: ¡me uní con el omniabarcante Brahma! ¡Te unes a ti mismo con Brahma! ¡Los otros hombres se unen a Brahma, todos se unen con el único Brahma! ¿Con quién habría de unirse el europeo, en el caso de que reconociera esto como una idea aceptable? Se unía con la valquiria, con el alma superior. Y la valquiria, podría decirse, estaba allí para cada uno en el momento de la muerte. Era todo una cuestión personal e individual. Y fue justo en el límite entre estas dos regiones donde pudo surgir una cosa tal como las religiones de Moisés y de Cristo. Solo podría darse justo en el medio entre Oriente y Occidente. Y aunque no pudo arraigarse en Oriente, -salvo como una etapa previa- donde la idea de Dios era la de la unidad, si pudo afirmarse como la idea de un Dios personal, cual Jehová y Cristo son, entre los pueblos que ya llevaban el sentido de la personalidad dentro de si mismos. Por lo tanto, se extendió a Occidente y vemos que se le encuentra con la comprensión, cuando se lo concibe como la idea de un Dios sobre el que la gente podría pensar como persona. Es por eso que lo vemos desarrollarse de esta manera casi como una necesidad solo en esta franja en concreto. El sentido de la personalidad estaba allí, pero todavía era interior, aún era espiritual, al igual que en la antigua Lemuria, todo era aún espiritual y la naturaleza corporal solo se había desarrollado hasta un pequeño grado. Aquí, la naturaleza corporal ciertamente se desarrollaba, pero el elemento personal que el hombre tanto apreciaba, era interior y el hombre también quería conquistar lo que era externo por medio del ser interno. Por lo tanto, fue aquí donde mejor entendieron a un Dios que tenía la mayor riqueza de naturaleza interna impregnando su naturaleza exterior, es decir, Cristo. En Europa, todo estaba preparado para Cristo. Y debido a que estas eran regiones en las cuales en los primeros tiempos, los hombres no habían bajado completamente a la escena terrenal, debido a ello les quedaban algunos residuos últimos de percepción espiritual, todavía quedaba algo de la visión de los seres espirituales, de la antigua clarividencia europea .

Esta antigua clarividencia europea también fue la causa de que existiera una imagen antigua de Dios en toda Europa y también en Asia, que los eruditos de hoy en día quizás solo sabrán, si lo descubren en los mitos de ciertas regiones aisladas de Siberia. Mucho antes de la época cristiana, surgió allí una notable descripción, cuando todavía no se sabía nada de lo que estaba pasando en el sur, es decir, lo que se describe en el Antiguo Testamento, la evolución grecorromana y la del Oriente. Surgió allí una notable idea que posiblemente condujo al nombre que ahora más o menos se ha extinguido, el 'Ongod'; y Ongod es un nombre que todavía resuena en la idea del 'Dios único'. El Ongod sería algo así como lo divino que percibimos en todos los seres espirituales. Así pues, de acuerdo con esta forma de pensar, la idea de un Dios personal ya era algo absolutamente familiar para las personas que vivían en esta franja concreta de la tierra. Por lo tanto, podemos entender que fue precisamente aquí donde esta perspectiva particular dio su fruto principal. Porque esta franja de la tierra y sus habitantes, por así decirlo, resolvieron el misterio del yo. Estrictamente hablando, toda la evolución desde los tiempos de la Atlántida consistió o bien en los pueblos que mantuvieron el sentido del yo en la justa proporción, o en personas que desarrollaron el yo excesivamente o demasiado poco. Nada especial podría venir de los pueblos que desarrollaron el yo en un grado demasiado grande o demasiado pequeño. Los pueblos que acabamos de describir como los pueblos del Próximo Oriente y también los pueblos de ciertas partes de África y especialmente de Europa, habían desarrollado el yo de una manera única.

Estas fueron las condiciones básicas necesarias para la naciente civilización que se ha desarrollado aproximadamente desde el comienzo de nuestra era. El yo tenía que alcanzar cierto punto de desarrollo, por así decirlo, pero sin excederse en ninguna dirección. Y nuestra tarea hoy es entender esto de manera correcta. Porque toda ciencia espiritual tiene, en cierto sentido, que apelar a lo que llamamos el desarrollo de un yo superior partiendo del inferior. Cuando volvemos la mirada hacia èpocas pasadas, podemos aprender del hecho de que en ciertas regiones de la tierra, los habitantes no pudieron seguir el ritmo evolutivo de la tierra en el desarrollo de su yo, cuántos errores se pueden cometer en relación con el desarrollo del yo superior a partir del inferior En la antigua Atlántida, por ejemplo, hubo pueblos que se marginaron de la población de la tierra por así decirlo, y se convirtieron en indios pieles rojas. ¿Qué habrian dicho si hubieran podido poner en palabras los sucesos de su desarrollo? Habrían dicho: Sobre todo, quiero desarrollar mi ser interior, que considero que es lo más elevado que los hombres llevan dentro cuando miro dentro de mí mismo. Y desarrollaron este yo tan fuertemente que afectó incluso el color de su piel, y por consiguiente se volvieron rojos. Su desarrollo les llevó a la decadencia. Entre los pueblos de la Atlántida en quienes todavía iba todo directamente al cuerpo, estos fueron quienes cultivaron lo que podríamos llamar la meditación interior sobre el yo y estaban, por así decirlo convencidos, de que podían encontrar dentro de sí todo lo que tenía que desarrollarse. En el otro extremo estaban aquellos pueblos que decían: "Oh, el yo no tiene importancia". ¡El yo debe perderse enteramente, debe disolverse por completo y solo escuchar lo que dice el mundo exterior! Realmente no pudieron decir esto, porque no reflexionaban de este modo. Pero esos son los pueblos que negaron su yo hasta tal punto que se volvieron negros, porque las fuerzas externas que vinieron del sol a la tierra los hicieron así. Solo aquellos pueblos que fueron capaces de mantener el equilibrio con respecto a su yo podrían desarrollarse en el futuro.

Ahora echemos un vistazo a nuestra población actual de la tierra. Todavía hay personas hoy que dicen: Oh, los antropósofos hablan de un mundo espiritual que buscan dentro de ellos mismos. Sin embargo, miramos hacia atrás a nuestras buenas antiguas tradiciones religiosas que nos han sido transmitidas externamente. ¡Confiamos en lo que nos llega desde afuera y no estamos muy interesados en los mundos superiores! Por supuesto, todo es más espiritual hoy de lo que lo fue en la Atlántida. Hoy en día ya no se vuelven negros por el mero hecho de confíar solo en las tradiciones y dicen: Aquellos a quienes hemos confiado el bienestar de nuestras almas nos cuidarán, aquellos que hacen el trabajo y cuyo cometido es ver que nuestras almas alcanzan el Cielo! Hoy en día esto ya no hace que se vuelvan negros. Pero no queremos negarlo todo, porque en algunas partes de Europa la gente aún hoy dice que si piensan de esta manera ¡se volverán "negros"! ¡Todo es más espiritual hoy! Ese es pues, el único tipo. Los otros son aquellos que, sin tomarse la molestia de entrar en todos los detalles de la ciencia espiritual -investigaciones en el Registro Akashico, la naturaleza de la reencarnación y el karma, los principios del ser humano, etc.- que requieren un esfuerzo para ser comprendidos , son tan sencillos que dicen: ¿Para qué quiero todo eso? Miro dentro de mí, ese es mi yo superior, ¡allí está, dentro de mí, el hombre divino! Tales formas de pensar surgen a menudo, incluso en círculos teosóficos. Estas personas no quieren aprender nada, ni estar preparadas realmente para desarrollarse y esperar hasta que el yo se haya apoderado de las diversas partes de su naturaleza, sino que corren apresurados esperando que el hombre divino les hable, hablando incesantemente sobre el yo superior De hecho, incluso hay ciertos libros que les dicen: ¡no necesitan aprender nada! ¡Solo dejen que el Dios interior les hable! Hoy, cuando todo es más espiritual, esto ya no hace que se vuelva roja a la gente. Pero sucumben a la misma suerte que los pueblos que siempre alardeaban de su yo.

Lo que necesitamos es un yo que sepa mantenerse móvil, sin perderse en la observación física o en la experiencia física externa, ni permanecer inmóvil en un punto, sino realmente avanzar en el desarrollo espiritual. Es por eso que los grandes maestros de la sabiduría y de la armonía de las percepciones, no han estado diciendonos todo el tiempo en el movimiento teosófico que deberíamos permitir que el hombre divino dentro de nosotros hable; sino todo lo contrario, nos han dado impulsos bastante específicos para encontrar la sabiduría del mundo en todos sus diferentes aspectos. Y no somos alumnos de los grandes maestros solo porque queramos que el Dios que está dentro de nosotros hable, o por imaginar que cada individuo lleva su propio maestro dentro de sí mismo, sino porque queremos llegar a conocer la estructura del mundo en todos sus aspectos. El desarrollo antroposófico es un esfuerzo por conocer todos los aspectos sutiles de los acontecimientos cósmicos. Alcanzamos nuestro yo superior evolucionando hacia arriba de etapa en etapa. Nuestro yo está allá afuera, manifestándose en las maravillas del mundo. Porque nacemos fuera del mundo y queremos volver a vivir en él.

Por lo tanto, vemos que las condiciones en las que un hombre puede caer hoy en día son solo versiones modernas, más espirituales de las que encontramos en los tiempos de la Atlántida. Incluso entonces los hombres se clasificaban en estas tres categorías: había quienes realmente deseaban desarrollar sus yoes, y que siempre estaban asimilando cosas nuevas y al hacerlo, realmente se convirtieron en los portadores de la civilización post-Atlante. Después estaban aquellos que solo querían dejar que lo divino hablara en ellos, y sus yoes les hicieron volverse rojos. Y el tercer grupo volcó sus mentes exclusivamente hacia afuera y estas personas se volvieron negras.

Debemos aprender la lección correcta de estos fenómenos de la evolución de la tierra, por tanto en el movimiento antroposófico realmente encontraremos el impulso correcto. En cierta manera lo que sucede siempre ha sucedido ya antes, pero sucede de nuevo en formas siempre nuevas. El movimiento antroposófico es algo tan grande y significativo porque está haciendo llegar muy lejos en las diversas regiones de la tierra algo que se desarrolló visiblemente en la Atlántida, pero ahora es más invisible. Así, el hombre se está adelantando desde una civilización de lo visible hacia una época cultural de lo invisible y cada vez más invisible.

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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919