GA239 Praga, 31 de marzo de 1924 - Relaciones Kármicas vol. V-

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Rudolf Steiner

Conferencia III

Praga, 31 de marzo de 1924

En la conferencia de ayer hablé de ciertos aspectos del karma que operan a través de las vidas terrenales de los hombres, y de la formación del destino, y trataré hoy de darles una idea de cómo se forma realmente el destino.

Cuando una persona atraviesa la puerta de la muerte, entra en un mundo espiritual que no es mas pobre, por así decirlo, de acontecimientos y seres como nuestro mundo físico, sino que es infinitamente más rico. Y por muy comprensible que sea el hecho de que sólo se pueda describir una u otra parte de la amplia gama de este mundo espiritual, por otra parte también se desprenderá de las diversas descripciones que se dan, cuán infinitamente rica y variada es la vida que pasa el hombre entre la muerte y un nuevo nacimiento. Aquí en la Tierra, donde transcurre nuestra vida entre el nacimiento y la muerte, estamos rodeados por los diversos reinos de la naturaleza: por los minerales, las plantas y los animales, y por el reino físico humano. Aparte del reino humano, consideramos con razón que los seres comprendidos en estos otros reinos pertenecen a un rango inferior al del hombre. Por lo tanto, durante su existencia terrenal, el hombre se siente, -y con razón-, el ser más elevado dentro de estos reinos de la naturaleza. En el reino en el que entra después de la muerte, sucede exactamente lo contrario: el hombre se siente allí el más bajo entre los rangos de Seres que están por encima de él. Como ustedes saben, en la literatura antroposófica he adoptado para estos Seres los nombres utilizados antiguamente para designar a las Jerarquías superiores. La primera es la Jerarquía inmediatamente superior al hombre, vinculada con él desde arriba así como el reino animal de la Tierra está vinculado con él desde abajo. Es la Jerarquía de los Ángeles, Arcángeles y Archai. Luego, por encima de esta Jerarquía, viene la de los Exusiai, Dynamis, Kyriotetes, y luego la más alta Jerarquía de todas, los Tronos, Querubines y Serafines. Hay nueve rangos, tres veces tres rangos de Seres superiores al hombre. Entre cada grupo de tres rangos superiores (que van de abajo hacia arriba) existe un paralelismo con los tres estadios inferiores (que van de arriba hacia abajo): animal, vegetal, mineral. - Sólo incluyendo todos estos rangos tenemos una imagen completa del mundo al que pertenece el hombre.

La existencia humana también puede caracterizarse diciendo que, en el momento del nacimiento físico o de la concepción, el hombre pasa de una existencia puramente espiritual al reino de los órdenes naturales animal, vegetal y mineral; cuando atraviesa la puerta de la muerte, entra en el reino de los Seres situados por encima de él. Entre el nacimiento y la muerte vive en un cuerpo físico que le vincula con los reinos de la naturaleza; entre la muerte y un nuevo nacimiento vive en un "cuerpo espiritual" que le vincula con los Seres de las Jerarquías superiores. Aquí en la Tierra nuestra atención se dirige, ante todo, a nuestro entorno; nos sentimos en un nivel con este mundo y desde la Tierra miramos hacia arriba, hacia los Cielos, hacia el reino del espíritu, -cualquiera que sea la designación utilizada en las diferentes religiones. Desde la Tierra, el hombre mira hacia arriba con sus anhelos, con su piedad, con sus aspiraciones más elevadas en la existencia terrenal. Y al tratar de imaginar el reino espiritual que está por encima de él, utiliza imágenes tomadas del mundo terrenal, representa lo que está por encima de él con formas derivadas de la existencia terrenal. En la vida entre la muerte y el nuevo nacimiento ocurre lo contrario: su mirada se dirige hacia abajo, desde arriba. Puede que digan: "Pero esto significa que su mirada se dirige a un mundo inferior". No es así, pues el mundo terrenal presenta un aspecto muy diferente cuando se mira desde arriba. Y precisamente en el estudio del karma se nos aclarará cuán diferentes aparecen los acontecimientos en la Tierra cuando se ven desde arriba. 

,Habiendo entrado en el mundo espiritual a través de la puerta de la muerte, llegamos, en primer lugar, al reino de la Jerarquía más baja: Ángeles, Arcángeles, Arcai. Nos sentimos vinculados a esta Jerarquía inmediatamente superior y somos conscientes de que, así como en el reino terrenal todo lo que nos rodea significa algo para nuestros sentidos, lo que contiene el reino espiritual significa algo para el núcleo más íntimo de nuestra alma. Hablamos de minerales, de plantas, de animales, en la medida en que los vemos con nuestros ojos y los tocamos con nuestras manos, en la medida en que son perceptibles en un sentido material. Entre la muerte y un nuevo nacimiento hablamos de Ángeles, Arcángeles, Arcai, en la medida en que estos Seres tienen una conexión con el núcleo más íntimo del alma. Y yendo a través de la larga existencia que transcurre entre la muerte y un nuevo nacimiento, aprendemos gradualmente a formar parte de la vida de los Seres de la Jerarquía inmediatamente superior que se ocupan de nosotros y de los demás. Estos Seres son, por así decirlo, el vínculo que nos conecta con el mundo espiritual exterior. Durante el primer período de vida, entre la muerte y el nuevo nacimiento, también estamos profundamente ocupados con nosotros mismos, porque la Tercera Jerarquía tiene que ver con nuestra propia vida y ser interno. Pero luego, después de cierto tiempo, nuestra mirada se amplía: llegamos a conocer el mundo espiritual fuera de nosotros, el mundo espiritual objetivo. Aquí nuestros guías son los Exusiai, los Dynamis, los Kyriotetes. Ellos nos ponen en contacto con el mundo espiritual exterior. Así como aquí en la Tierra hablamos de lo que nos rodea, -montañas, ríos, bosques, campos, lo que sea-, en aquel mundo hablamos de aquello a lo que nos conducen los Seres de la Segunda Jerarquía. Ese es ahora nuestro entorno. Pero este entorno no es un mundo de objetos como la Tierra; allí todo vive y tiene ser, vive como realidad espiritual. Tampoco en esta vida entre la muerte y el nuevo nacimiento llegamos a conocer sólo a los Seres; llegamos a conocer también sus actos, sentimos que nosotros mismos participamos en estos actos.

Pero entonces llega un momento en que sentimos cómo los Seres de la Tercera Jerarquía, Ángeles, Arcángeles, Archai, y los Seres de la Segunda Jerarquía, Exusiai, Dynamis, Kyriotetes, están trabajando juntamente con nosotros en lo que nosotros mismos hemos de llegar a ser en la próxima vida terrenal. Se abre ante nosotros un panorama imponente y sobrecogedor. Contemplamos las actividades de los Ángeles, Arcángeles y Archai y percibimos cómo estos Seres actúan en relación unos con otros. Nos llegan imágenes de lo que está ocurriendo entre estos Seres de la Tercera Jerarquía; pero todas estas imágenes están relacionadas con nosotros mismos. Y al contemplar estas imágenes de los actos de la Tercera Jerarquía, nos damos cuenta de que representan la contraparte, la contraimagen de la actitud del alma, de la cualidad interna de la mente y del corazón que nos caracterizó en la última vida terrena. Ahora ya no decimos en términos de una idea abstracta de la conciencia: "Fuiste un hombre que actuó injustamente con esta o aquella persona, cuyos pensamientos eran injustos". No, en las majestuosas imágenes de los actos de los Ángeles, Arcángeles y Arcai, contemplamos los frutos de nuestra actitud de mente y corazón, de nuestra vida anímica, de nuestro modo de pensar, en la última vida terrena; percibimos imágenes de esto en lo que están haciendo los Seres de la Tercera Jerarquía. Nuestra actitud, nuestros sentimientos hacia otros individuos, hacia otras cosas terrenales, se extienden ahora en la esfera espiritual del Universo. Y nos hacemos conscientes de lo que significan nuestros pensamientos y nuestros sentimientos. Aquí en la Tierra esta actividad interior se manifiesta en Maya, como si estuviera encerrada dentro de nuestra piel. No es así en la vida entre la muerte y un nuevo nacimiento. La forma en que aparece entonces es tal que sabemos que cualesquiera que sean los pensamientos, sentimientos o sensaciones que despleguemos, forman parte del mundo entero, actúan en el mundo entero y lo afectan.

Haciéndose eco de Oriente, muchos hablan de Maya, de la ilusión del mundo exterior; pero sigue siendo un pensamiento abstracto. Estudios como los que hemos estado realizando nos hacen conscientes de la profunda importancia de las palabras: "El mundo que nos rodea es Maya, la gran ilusión". También nos damos cuenta de la visión ilusoria que prevalece sobre la vida anímica. Pensamos que es asunto nuestro y sólo nuestro, pues la verdad sólo se revela durante nuestra existencia entre la muerte y un nuevo nacimiento. Entonces percibimos que lo que parecía encerrado en nosotros forma el contenido de un vasto y majestuoso mundo espiritual. A medida que continúa nuestra vida después de la muerte, observamos cómo los Seres de la Segunda Jerarquía, los Exusiai, Dynamis y Kyriotetes, están conectados con las facultades que hemos adquirido en la vida terrena como frutos de la diligencia, la actividad, el interés por las cosas y los acontecimientos de la Tierra. Pues habiendo plasmado en poderosas imágenes nuestro interés y diligencia durante la última vida terrena, los Exusiai, Dynamis y Kyriotetes proceden entonces a formar imágenes de los talentos y facultades que poseeremos en nuestra siguiente vida terrena. En las imágenes y cuadros formados por los Seres de la Segunda Jerarquía contemplamos qué talentos y facultades poseeremos en la siguiente encarnación.

El curso de esta vida prosigue y, cuando está a punto de alcanzarse el punto medio entre la muerte y un nuevo nacimiento, tiene lugar algo de particular importancia. Desde nuestras moradas aquí en la Tierra -especialmente en aquellos momentos en los que, al mirar hacia el firmamento del cielo, las estrellas envían su resplandor, sentimos la sublimidad de los cielos sobre nosotros. Pero algo de mucho mayor esplendor se experimenta cuando miramos hacia abajo, desde los reinos del espíritu. Porque entonces contemplamos los actos de los Seres de la Primera Jerarquía, de los Serafines, Querubines y Tronos trabajando en interrelación mutua. Poderosas imágenes de acontecimientos espirituales nos son reveladas mientras miramos hacia abajo, -porque nuestro cielo ahora está abajo. Así como en la existencia física en la Tierra contemplamos la escritura estrellada por encima de nosotros, cuando miramos hacia abajo desde el reino del espíritu contemplamos los hechos de los Serafines, Querubines y Tronos. Y en esta existencia espiritual somos conscientes de que lo que está ocurriendo entre estos Seres, revelado en imágenes sublimes y majestuosas, tiene algo que ver con lo que nosotros mismos somos y llegaremos a ser. Pues ahora sentimos que lo que está ocurriendo allí entre los Serafines, Querubines y Tronos revela las consecuencias que nuestros actos de la vida terrena anterior tendrán en la vida terrena venidera. Percibimos cómo en la vida terrena nos comportamos de esta manera con un individuo, de aquella manera con otro individuo, cómo fuimos compasivos o despiadados, si nuestros actos fueron buenos o malos. Nuestra actitud y disposición son de la incumbencia de la Tercera Jerarquía, nuestros actos de la Primera Jerarquía, los Serafines, Querubines y Tronos. Entonces, en la memoria cósmica que ahora está viva en nosotros, surge un estremecedor y sobrecogedor conocimiento de nuestros actos y acciones entre el nacimiento y la muerte en la última vida terrenal. Abajo contemplamos los actos de los Seres espirituales, de los Serafines, Querubines y Tronos. ¿Qué hacen? Nos muestran, en imágenes, en qué tendrán que convertirse nuestras experiencias con individuos con los que tuvimos alguna relación en la encarnación anterior, en la nueva relación que se establecerá para que se produzca una compensación mutua por lo que ocurrió entre nosotros en la vida anterior. Y por la forma en que los Serafines, Querubines y Tronos trabajan en cooperación, nos damos cuenta de que el gran problema allí se está resolviendo. Cuando tengo tratos con un individuo en alguna vida terrena, yo mismo preparo el ajuste compensatorio; el trabajo realizado por los Serafines, Querubines y Tronos meramente asegura que la compensación se hará, que se convertirá en realidad. Y son estos Seres los que aseguran también que el otro individuo con el que volveré a entrar en contacto sea conducido hacia mí de la misma manera que yo soy conducido hacia él. Son las majestuosas experiencias que surgen de las imágenes de los hechos de las Jerarquías superiores las que son registradas por los Seres Lunares y posteriormente inscritas por ellos en nuestro cuerpo astral cuando llega el momento del descenso a otra existencia terrenal. Junto con nosotros, en la vida entre la muerte y un nuevo nacimiento, estos Seres Lunares son testigos de lo que sucede para que el ajuste de la vida terrenal anterior pueda tener lugar en una vida posterior. 

Esto, queridos amigos, les dará una idea de la majestad y grandeza de lo que aquí se revela, en comparación con el mundo de los sentidos. Pero también se darán cuenta de que las cosas del mundo de los sentidos ocultan mucho, mucho más de lo que realmente manifiestan.

Después de haber vivido en la región de los Serafines, Querubines y Tronos, el hombre pasa a otros reinos de existencia. Surgiendo en él, cada vez más, el anhelo de una nueva encarnación, en la que pueda resarcirse de lo que hizo y experimentó en su vida terrena anterior.

La Antroposofía ha fracasado en su propósito cuando se queda en una mera colección de ideas y concepciones, cuando se habla abstractamente de la existencia del karma, de la manera en que una encarnación se prolonga en otra. La Antroposofía sólo cumple su verdadero propósito cuando no sólo habla a la cabeza, sino que despierta en el corazón un sentimiento, un discernimiento, de las impresiones que pueden recibirse en el mundo suprasensible a través de los Seres de ese mundo. Me parece que nadie con una mente sin prejuicios y receptiva puede escuchar tales comunicaciones sobre el mundo suprasensible como las que estoy dando ahora, sin conmoverse interiormente. Deberíamos ser capaces de darnos cuenta de que, aunque aquí en la Tierra vivimos toda la gama de experiencias humanas, desde el sufrimiento más profundo hasta la felicidad suprema, lo que podemos experimentar del mundo espiritual debería afectarnos mucho más poderosamente que el sufrimiento más intenso o la felicidad más elevada. Sólo podemos tener una relación correcta con el mundo espiritual cuando admitimos: "En comparación con los sufrimientos terrenales o la felicidad terrenal, lo que somos capaces de experimentar de las verdades y los seres del mundo espiritual sigue estando en la sombra" - como, de hecho, lo está para aquellos que se limitan a escuchar información sobre la ciencia de la Iniciación. Pero para los propios Iniciados está lejos de ser una sombra. También deberíamos poder decir: "Puedo sentir cuán profundamente afectaría al alma lo que aquí se imparte sobre el mundo espiritual, si el alma sólo tuviera suficiente fuerza y energía". Un hombre debería atribuirlo a la debilidad terrenal si es incapaz de experimentar todos los grados de sentimiento, desde el ardiente entusiasmo hasta el más profundo sufrimiento, cuando oye hablar del mundo espiritual y de los Seres de ese mundo. Si atribuye a su propia debilidad el hecho de ser incapaz de sentir estas cosas con la debida intensidad, entonces el alma ha recorrido algún camino hacia el establecimiento de la verdadera y correcta relación con el mundo espiritual.

A este respecto, mis queridos amigos, hay algo en el destino de la Sociedad Antroposófica que tiene algo de trágico. Pero si se generaliza la necesaria comprensión de estas cosas, al menos entre los propios antropósofos, se justifica la esperanza de que de la tragedia pueda surgir algo bueno, de que de la Sociedad Antroposófica pueda surgir una revitalización de la civilización que tan evidentemente se encamina hacia el caos del materialismo. Pero para que esa revitalización sea una realidad, hay que comprender algo que al principio no se comprendía, y que hoy se comprende más fácilmente porque han transcurrido más de dos decenios de esfuerzos desde la fundación de la Obra Antroposófica.

Al principio, como ustedes saben, el Movimiento Antroposófico estaba dentro del Movimiento Teosófico. Cuando fundamos en Berlín la Sección de la que finalmente surgió la Sociedad Antroposófica, quise dar en nuestro primer encuentro una especie de pauta de lo que realmente debería haber seguido. Y ahora que en la reunión de Navidad en el Goetheanum hemos intentado reorganizar la Sociedad Antroposófica, puedo hablar de un hecho al que probablemente se ha prestado muy poca atención hasta ahora. No podía ser de otra manera, porque, que yo sepa, ninguno de nuestros amigos de Bohemia estuvo presente en aquella ocasión. Di una primera conferencia de carácter similar a las que daría más tarde a los Grupos. Esta primera conferencia tenía un título inusual, que en su momento podría haberse considerado bastante atrevido. El título era: "Estudios sobre el funcionamiento práctico del karma". (Mi intención era hablar abiertamente sobre el funcionamiento del karma.

Ahora bien, los líderes del Movimiento Teosófico, que en aquella época me consideraban una especie de intruso, estaban presentes en la reunión y estaban convencidos desde el principio de que yo no estaba cualificado para hablar de asuntos espirituales internos. En esa época, los líderes del antiguo Movimiento Teosófico siempre reiteraban: "Hay que defender la ciencia, hay que tener en cuenta la ciencia moderna. ..." Muy bien, pero no se hizo gran cosa. Ahora las cosas se han puesto en el camino correcto, pero sólo se han dado los primeros pasos; tampoco se habrá logrado nada esencial hasta que hayamos avanzado más allá de estos primeros pasos. Y así, lo que se pretendía en aquellos primeros tiempos se convirtió en algo más bien teórico. Se anunciaron "estudios sobre el funcionamiento práctico del karma", pero nadie en aquella época habría comprendido su importancia, y menos aún los dirigentes de la Sociedad Teosófica. Por lo tanto, seguía siendo una tarea que había que llevar a cabo bajo la superficie, por así decirlo, de la corriente antroposófica, realizada como una obligación para con el mundo espiritual. Pero hoy, -y cuántas veces ha sido así durante el desarrollo del Movimiento Antroposófico-, me viene a la memoria el título de la que iba a ser la primera conferencia del Grupo Antroposófico: "Estudios sobre el funcionamiento práctico del karma". Recuerdo también lo sorprendidos que estaban los líderes de la Sociedad Teosófica por un título tan presuntuoso.

Pero el tiempo avanza y desde entonces han transcurrido más de dos décadas: se ha preparado mucho, pero este trabajo preparatorio también debe tener sus resultados. Y hoy estos resultados deben hacerse realidad. Los "estudios sobre el funcionamiento práctico del karma" que uno deseaba, -con bastante audacia-, comenzar en aquel momento, deben llevarse a cabo realmente. Tal era, en efecto, el objetivo de nuestra reunión de Navidad: introducir un esoterismo real y vivo en el Movimiento Antroposófico. Hay que tomárselo en serio. El Movimiento Antroposófico no puede regenerar nuestra civilización sólo con formalismos. En el futuro no debemos retraernos de hablar abiertamente de las cosas del mundo espiritual.

Quiero comenzar hoy a hablar de las realidades espirituales que subyacen a los acontecimientos terrenales y a la vida de la humanidad en la Tierra. Dentro de todo el proceso de la evolución terrestre se encuentra el Misterio del Gólgota, el Acontecimiento que dio sentido a esta evolución. Para una observación más profunda, todo lo que precedió a este Acontecimiento tuvo carácter de preparación. Y aunque, debido a las deficiencias de los hombres y a la influencia de las Potencias Luciféricas y Ahrimánicas desde el lado espiritual, los impedimentos para el progreso son más evidentes que el progreso mismo, no es menos cierto que, desde el Misterio del Gólgota, todo lo que procede de los mundos físico y espiritual por igual ha tenido lugar con el fin de llevar al hombre más lejos en el camino de la evolución mundial en su conjunto. Los dones del cristianismo a la humanidad, -si los hombres demuestran ser dignos de recibirlos en su significado espiritual más profundo-, sólo serán revelados en tiempos venideros. Pero el impulso esencial, -y esto vale también para todo lo que la Antroposofía puede realizar-, reside en el Misterio del Gólgota.

Sabemos que la influencia del Misterio del Gólgota se abrió camino, inicialmente, en el sur de Europa y en Europa Central. Pero hoy no quiero hablar de eso. Quiero que piensen en cómo el cristianismo se extendió por el norte de África hasta la civilización europea. Ustedes saben que unos seiscientos años después de la fundación del cristianismo a través del Misterio del Gólgota, una corriente religiosa diferente, -la corriente del mahometanismo-, se extendió desde Asia. En contraste con el cristianismo, la vida espiritual que está conectada con el nombre de Mahoma se expresa más en abstracciones. En el cristianismo hay muchas más descripciones directas del mundo espiritual que en el mahometismo. Pero el destino del mahometismo ha sido absorber mucha ciencia antigua, mucha cultura antigua. Vemos cómo el mahometismo viene de Asia y se extiende siguiendo la estela del cristianismo. Es un espectáculo interesante. Vemos la corriente del cristianismo fluyendo hacia el norte, llegando a Europa Central; vemos también cómo el mahometismo se enrosca, por así decirlo, alrededor de esta corriente cristiana, a través del norte de África, España y Francia.

Ahora bien, es fácil darse cuenta de que si el cristianismo hubiera actuado por sí solo, la cultura europea habría adoptado una forma muy distinta. En un sentido exterior y político, es cierto que Europa rechazó las oleadas de mahometismo, o mejor dicho, de arabismo. Pero cualquiera que observe la vida espiritual de Europa se dará cuenta, por ejemplo, de que nuestra forma moderna de pensar, -el espíritu materialista por un lado y la ciencia con su lógica clara y arabesca por otro-, no se habría desarrollado si el arabismo no hubiera seguido adelante, a pesar de sus reveses. Desde España, desde Francia, desde Sicilia, desde el norte de África, poderosas y potentes influencias han ejercido su efecto sobre el pensamiento europeo, lo han moldeado en formas que no habría adoptado si sólo hubiera actuado el cristianismo. En nuestra ciencia moderna hay más arabismo que cristianismo.

Más tarde, como resultado de las Cruzadas, gran parte de la cultura oriental, -por entonces, por supuesto, en plena decadencia-, llegó directamente al conocimiento de los pueblos europeos. Muchos de los secretos de la cultura oriental llegaron a Europa por esta vía. En la civilización occidental, por encima del estrato del cristianismo, se encuentran los elementos de la vida espiritual oriental que fueron absorbidos por el arabismo. Pero, como ven, nada de esto es realmente comprensible cuando se percibe sólo desde fuera; todo debe percibirse desde dentro. Y desde dentro, el espectáculo que se nos presenta es que, aunque las guerras y las victorias provocaron la supresión del arabismo y de los portadores del mahometismo, los moros, etc., sin embargo, las almas de estos pueblos volvieron a nacer y continuaron trabajando. No se puede sacar nada en claro de los relatos abstractos de cómo el arabismo llegó a Europa desde España; la comprensión sólo puede surgir del conocimiento de los hechos internos y concretos.

Veamos uno de estos hechos. En la época de Carlo Magno en la historia europea, -fue a finales del siglo VIII y principios del IX-, Haroun al Raschid vivía en Asia, en Bagdad, en un séquito de brillantes eruditos orientales. En la corte de Haroun al Raschid se había reunido todo lo que existía entonces en el ámbito del saber asiático occidental y, en general, del saber asiático. Es cierto que todo estaba impregnado de mahometismo, pero todo lo relacionado con la cultura, -matemáticas, filosofía, arquitectura, comercio, industria, geografía, medicina, astronomía-, fue fomentado en esta corte por los hombres más ilustrados de Asia. La gente de hoy en día tiene poca idea de la grandeza y magnificencia de lo que se logró en la Corte de Haroun al Raschid. En primer lugar estaba el propio Harun al Raschid, que no era ni mucho menos un gobernante de inteligencia mediocre o alguien que simplemente para glorificarse llamaba a su corte a los mayores sabios de Asia occidental, sino una personalidad que, a pesar de su inquebrantable adhesión al mahometismo, estaba abierta y era receptiva a todo lo que la civilización oriental podía ofrecer. En la época en que Carlo Magno se esforzaba con dificultad por dominar los rudimentos de la lectura y la escritura, en la Corte de Bagdad florecían muchos conocimientos brillantes. Las condiciones en las que vivía Carlo Magno no son comparables en modo alguno con las que propició Haroun al Raschid.

Esto ocurría en una época en la que muchas regiones de Asia Occidental y amplios territorios de África ya habían adoptado el mahometismo, y el brillante saber cultivado en la Corte de Haroun al Raschid se había extendido por todas partes. Pero entre los sabios de esa Corte, -hombres profundamente versados en geografía, ciencias naturales, medicina, etc.-, había muchos que en encarnaciones anteriores habían pertenecido a antiguas Escuelas de Misterios. Pues los hombres que fueron Iniciados en una vida anterior no siempre dan pruebas directas de ello en otra encarnación. A pesar de haber sido un Iniciado en Misterios anteriores, sólo es posible para un hombre en una época dada absorber la espiritualidad y desarrollar la constitución del alma que el cuerpo de esa época particular permite. Vista en su naturaleza esencial, la vida del alma no concuerda con las ideas intelectuales de la psique en el hombre que prevalecen en la actualidad. El alma se encuentra en un nivel mucho más profundo de lo que se suele imaginar.

Permítanme darles un ejemplo. Piensen en una personalidad como Ernst Haeckel. La primera impresión que se tiene de él es que su visión del mundo está teñida de materialismo, que expone una especie de mecanismo por el que se determina la vida de la naturaleza y también la vida del alma, que en sus invectivas contra el catolicismo es a veces fascinante, a veces fanático, y a veces, también, falto de gusto. Quien conozca los hilos que unen las diferentes vidas terrenales de un ser humano prestará poca atención a estos rasgos; se fijará en las cualidades más profundas del alma. Nadie que al intentar observar las manifestaciones reales del karma se deje cegar por las características externas más llamativas de Haeckel podrá descubrir su encarnación anterior. Para encontrar la encarnación anterior de Haeckel hay que prestar atención al modo y manera en que expuso sus puntos de vista. El hecho de que la erudición de Haeckel llevara el sello del materialismo se debe a la época en que vivió; eso, sin embargo, carece de importancia; lo importante es la constitución interior y la actitud del alma. Si esto se percibe con la visión oculta, entonces en el caso de Haeckel la mirada se remonta al Papa Gregorio VII, el antiguo abad Hildebrand, -en realidad uno de los más apasionados defensores del catolicismo. Si se comparan los dos personajes, sabiendo que ambos entran aquí en escena, se percibirá que son lo mismo y también se aprenderá a reconocer lo no esencial y lo esencial con respecto a los grandes asuntos de la humanidad en su conjunto. Las ideas teóricas en sí no son en absoluto lo esencial; sólo son esenciales en esta época abstracta y materialista nuestra. Entre bastidores de la historia del mundo, lo importante es la cualidad, el modus operandi del alma. Y cuando se comprenda esto, sin duda será posible percibir la similitud entre Gregorio VII y su reencarnación en Haeckel.

Este tipo de conocimiento ha de adquirirse estudiando las realidades concretas del karma, y si ha de significar algo para nosotros que se nos diga que en la Corte de Haroun al Raschid, por ejemplo, había hombres que, aunque sus cuerpos físicos y su educación les hacen parecer exteriormente productos típicos de los siglos VIII y IX, eran sin embargo las reencarnaciones de Iniciados de los antiguos Misterios. Cuando la mirada espiritual se dirige a esta Corte, se destaca audazmente cierta personalidad, que fue un consejero influyente y de profundo discernimiento de Haroun al Raschid y, para aquella época, un hombre de gran universalidad. Tras él se escondía un destino extraordinario. En una encarnación muy anterior, y en la misma región gobernada después por Harun al Raschid, pero habitada entonces por pueblos muy diferentes, había participado en todas las Iniciaciones que allí habían tenido lugar, y en una encarnación posterior, como personalidad diferente, se había esforzado por alcanzar la Iniciación con profundo e intenso anhelo, pero no pudo lograrlo porque en aquel momento el destino se lo impidió. Tal personalidad vivió en la Corte de Haroun al Raschid, pero por esta razón se vio obligada a ocultar en lo más profundo de su vida interior lo que yacía en él como fruto de la encarnación anterior como Iniciado. La incapacidad de alcanzar la Iniciación se produjo en una encarnación posterior y después vino la encarnación en la Corte de Haroun al Raschid. Y en esta Corte, por la razón de que en aquellos tiempos ya no eran posibles las Iniciaciones en el sentido antiguo, esta personalidad fue la que, a partir de un fuerte impulso interior y con una imaginación poderosa y sólida, organizó y vitalizó todo lo que se cultivaba en esta Corte. Allí había eruditos, artistas, poetas y representantes de todas las ciencias; además, la propia Bagdad era entonces el centro de la amplia actividad científica y artística del imperio califal. La organización de todo ello fue obra de esta personalidad, dotada de un gran poder de iniciativa. Este tipo de personas siempre desempeñan un papel importante en el avance de la civilización.

Pensemos en el propio Haroun al Raschid. Si con la visión oculta se disciernen las cualidades anímicas que poseía y luego se intenta descubrir si se ha reencarnado desde entonces, se descubre que Haroun al Raschid continuó asociado y llevando adelante lo que había instituido en la Tierra; habiendo atravesado la puerta de la muerte participó, espiritualmente, en la evolución terrestre de la humanidad; desde el mundo espiritual su influencia fue considerable, pero él mismo asimiló mucho. Y entonces, en la forma apropiada a la época, esta personalidad vino de nuevo como Lord Bacon de Verulam, el fundador de la ciencia moderna. Desde Inglaterra, Bacon de Verulam dio un fuerte impulso al pensamiento europeo. Ustedes dirán: ¡pero qué personalidad tan diferente de Haroun al Raschid! ... Sin embargo, se trata de la misma individualidad. Las diferencias externas son sólo cuestión del mundo exterior. Vemos el alma de Haroun al Raschid después de la muerte moviéndose a través de Asia y luego, desde Occidente, influyendo en la civilización posterior de Europa, haciendo mucho para sentar las bases del materialismo moderno.

La otra personalidad, -la que había sido no sólo la mano derecha sino el alma misma de la Corte de Haroun al Raschid y había tenido ese extraño destino espiritual-, esta personalidad tomó un camino diferente. Lejos de buscar una vida de brillo exterior, el impulso de esta alma tras la muerte era desplegar una rica vida interior, una vida de profunda interioridad. Por ello, no podía tomar el camino de Occidente. Pensemos de nuevo en Haroun al Raschid y su corte: brillo y magnificencia exteriores, consolidación interior de los frutos de la civilización, pero al mismo tiempo el impulso de exteriorizar todo lo que contenía el mahometismo. Todo ello se expresaría en una encarnación posterior. La aplicación amplia y generalizada del método científico tenía que pasar a primer plano, y así fue. La brillantez exterior que había caracterizado a la corte de Harun al Raschid se expresó claramente en el propio Bacon.

La otra personalidad que había sido el alma misma de la Corte de Bagdad era de una naturaleza profundamente interior, estrechamente relacionada con lo que se había cultivado en los antiguos Misterios. Esto no podía expresarse, salvo en todo caso hasta nuestros días, cuando, puesto que Kali Yuga ha terminado y la Era de Micael ha comenzado, sea posible de nuevo hablar abiertamente de lo espiritual. Sin embargo, se encontró que era posible verter lo que se había recibido de los Misterios en tal volumen y con tal poder vital en la civilización que su influencia fue profunda. Algo parecido puede decirse en relación con la otra personalidad cuyo desarrollo en el mundo espiritual después de la muerte fue tal que finalmente, cuando llegó el momento de una nueva encarnación, no pudo aterrizar, por así decirlo, en el mundo occidental donde el materialismo había tenido su auge; fue conducido, inevitablemente, a la Europa Media y allí pudo dar expresión al impulso derivado de los antiguos Misterios, pero conforme a las condiciones alteradas de los tiempos. Esta personalidad vivió como Amos Comenius. Y así, en el curso posterior de la historia del mundo, estas dos almas que habían vivido juntas en la Corte de Bagdad tomaron caminos diferentes: la una, por así decirlo, rodeando el sur de Europa para, desde Occidente, como Bacon de Verulam, convertirse en el genio organizador de la literatura, la filosofía y las ciencias modernas; la otra, tomando el camino por tierra, -como hicieron las Cruzadas-, hacia Europa Central. Él también fue un gran y talentoso organizador, pero los efectos de lo que logró fueron de un carácter totalmente diferente. Es un espectáculo maravilloso y profundamente impresionante: allí estaban, Amos Comenius y Bacon de Verulam, habiendo tomado caminos diferentes. El hecho de que el periodo de sus vidas no coincidiera exactamente está relacionado con el karma mundial, pero en última instancia, -si se me permite expresarlo de forma trivial-, se encontraron en la Europa Media. Y mucho de lo que necesita la civilización se haría realidad si las influencias esotéricas contenidas en la obra de Amos Comenius se unieran al poder alcanzado por las ciencias técnicas fundadas a través de Bacon de Verulam. Este resultado de los caminos tomados por dos almas que en los siglos VIII y IX trabajaron en la Corte de Haroun al Raschid es una de las ilustraciones más maravillosas de cómo la historia del mundo sigue su curso. Harun al Raschid atraviesa África y el sur de Europa hasta llegar a Inglaterra, desde donde su influencia se extiende a Europa Central; Amos Comenius toma el camino que le lleva a Europa Central, y en lo que allí se desarrolla a partir de sus logros se encuentra con la otra alma.

Sólo cuando se estudia la historia de este modo se convierte en realidad. Lo que pasa de una época de la historia del mundo a otra no consiste en conceptos abstractos; son las propias almas humanas las que llevan adelante los frutos de cada época. Sólo podemos comprender cómo lo que hace su aparición en una época posterior proviene de una época anterior, cuando percibimos cómo las propias almas se desarrollan de una época a la siguiente. La distinción entre lo que se llama "Maya" y la realidad interior debe ser tomada en serio en todas partes. Percibida sólo en su aspecto exterior, la historia es en sí misma Maya; sólo puede ser correctamente comprendida alejándose de Maya y penetrando en la verdad.

Continuaremos estos estudios en la próxima conferencia a los Miembros. Que la comprensión sea la adecuada para proseguir con la tarea iniciada en la Reunión de Fundación de Navidad: hacer realidad lo que al principio se anunció, quizá con cierta ingenuidad, como "Estudios sobre el funcionamiento práctico del karma". Tras una preparación que dura ya decenios, en la Sociedad Antroposófica será ciertamente posible un auténtico estudio del karma y de sus manifestaciones, sin causar malentendidos ni aprensiones.

Traducido por J.Luelmo abr,2019


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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919