GA240 relaciones kármicas 4- La sabiduría primordial en la Tierra impartida por elevados Seres espirituales

   ver ciclo completo 

Rudolf Steiner

Conferencia IV

Stuttgart, 6 de febrero de 1924

Desde diversas fuentes antroposóficas, ustedes conocen el significado de los cuerpos celestes para la existencia del hombre y hablaré hoy de un aspecto particular de este tema.

Cuando durante la vida en la Tierra observamos nuestro entorno terrestre y cósmico, nuestros sentidos físicos, incluso cuando llegan hasta las estrellas, perciben solo lo que está conectado con la parte de nuestra constitución humana que se deja de lado al morir. Sabemos por la Antroposofía que el cuerpo físico deriva sus fuerzas, así como su composición material, de lo que nos rodea en la Tierra. Además del cuerpo físico, tenemos un cuerpo etérico, y así como el cuerpo físico extrae sus fuerzas y componentes materiales de la propia Tierra, así también el cuerpo etérico extrae sus fuerzas y componentes del Cosmos extraterrestre, del mundo etérico. Este mundo etérico rodea la Tierra en toda la extensión del espacio; en él están las estrellas enclavadas y de él fluye la luz hacia la Tierra desde el Cosmos. Por lo tanto, le debemos nuestra existencia física y etérica a lo que es visible en nuestro medio ambiente terrestre o cósmico. Pero dentro de este ambiente etérico de la Tierra hay dos cuerpos celestes que puede decirse que son puertas o portales en el mundo espiritual. Estos son los dos cuerpos cósmicos del Sol y la Luna, a los que todos aquel que poseían una visión más profunda de la estructura del universo, siempre han otorgado la mayor importancia posible por la vida humana. Si estudiamos al hombre con visión antroposófica, sabemos que, además de los cuerpos físico y etérico, tiene dentro de sí su cuerpo astral y Ego. Pero si dirigimos nuestra atención al cuerpo astral y al Ego del hombre, descubriremos que en la extensión cósmica perceptible para nuestros sentidos físicos, incluido el mundo de las estrellas, no hay nada en absoluto parecido a ellos. Encontramos solo lo que es similar a nuestra naturaleza física y etérica. En todo el universo amplio, real o potencialmente visible para nuestros sentidos o comprensible para el intelecto, no hay nada que proporcione fuerzas o componentes para nuestro cuerpo astral y el Ego. La Luna y el Sol, sin embargo, son como puertas al mundo de donde se originan estos miembros de nuestro ser.

Saben que en mi libro La Ciencia oculta y otros escritos, se hace referencia al tiempo en el que la Luna física se separó de la Tierra con la que una vez había formado un solo cuerpo en el Cosmos. Pero esta separación física y etérica no es el única asunto del que deberíamos preocuparnos en relación con la existencia de la Luna y de la vida humana.

La separación de la Luna es un hecho espiritual muy significativo.

A menudo he dicho que en tiempos muy antiguos el hombre poseía una sabiduría primordial. Hoy estamos muy orgullosos de nuestra perspicacia intelectual, del conocimiento basado en la razón y la observación. Este tipo de conocimiento no lo poseía la humanidad primitiva. La Tierra y el hombre junto con la ella, necesariamente tuvieron que desarrollarse hasta cierto grado antes de que tal conocimiento fuera posible. Sin este desarrollo, el hombre no habría podido usar su cuerpo físico y su delicado sistema nervioso para adquirir el conocimiento intelectual. El conocimiento primordial que poseía el hombre era un conocimiento instintivo, expresado en una forma completamente diferente de la adoptada por la erudición moderna. Lo que los hombres sabían acerca de los misterios del mundo en aquellos tiempos antiguos se expresaba en un lenguaje poético de gran majestad y lo que la tradición ha preservado o puede descubrir en los registros existentes no es más que un eco del poder de esa antigua sabiduría. Bien podemos llenarnos de asombro hoy cuando estudiamos los Vedas o la filosofía Vedanta; podemos maravillarnos con los versos gloriosos del Bhagavad Gita y reconocer la sublimidad de todas estas obras, pero debe recordarse que son solo los últimos brotes de algo infinitamente más grande y poderoso. Los hombres debían esta sabiduría al hecho de que vivían en comunión con Seres cuya existencia estaba en un nivel más elevado que el de la humanidad moderna y naturalmente también de la humanidad de aquellos días. Estos Seres no tenían un cuerpo físico comparable con el del hombre de hoy; se movían alrededor de la Tierra en cuerpos etéricos, pero compartían una vida en común con la humanidad.

Como no tenían cuerpo físico, estos Seres no estaban capacitados para conversar con los hombres en la forma en que una persona conversa con otra hoy. Pero en ciertos estados de conciencia, los hombres de aquellos tiempos antiguos, es decir, nosotros mismos en encarnaciones anteriores, eramos conscientes de ciertos sentimientos y pensamientos de los cuales sabíamos que no brotaban de nuestro propio ser, como tampoco lo que escuchamos a alguien a través de la comunicación oral brota de nuestro interior. El conocimiento mucho más elevado y poderoso que poseían estos Seres etéricos era como si estuviera 'inspirado' en los hombres de una manera espiritual. Así pues, en encarnaciones anteriores en los períodos primitivos de la existencia de la Tierra, estábamos en comunión con Seres no físicos. Estos Seres ya no están y desde hace largas edades no han tomado parte de la vida terrenal. Se han retirado de las interrelaciones con los hombres y solo se han conservado unos pocos restos de los secretos del mundo que una vez se revelaron a través de estos Seres en el pasado remoto. Además, se puede decir con verdad que incluso estos pocos remanentes no se comprenden realmente.

¿A qué lugar, entonces, se han retirado estos Seres del pasado antiguo? Cuando la Luna física se separó de la Tierra, estos Seres la siguieron hasta el universo. Ya he hablado de esto, pero hoy quiero decir algo más, para que cuando volvamos nuestra mirada a la Luna, seamos conscientes de que este cuerpo cósmico está habitado por Seres que alguna vez fueron los compañeros de la humanidad en la Tierra. Puede parecer que estos Seres no tienen ninguna conexión con el hombre que vive en la Tierra en su cuerpo físico; sin embargo, hay una conexión y es de esto de lo que quiero hablar. Simplemente por el hecho de que hace mucho tiempo estos Seres fueron compañeros del hombre en la Tierra, podemos concluir que están conectados de alguna manera con su pasado. Y este es de hecho el caso.

La vida de un hombre aquí en la Tierra en su cuerpo físico está entrelazada con lo que llamamos el destino. El destino o 'karma' -el término oriental que estamos acostumbrados a usar- es un factor muy misterioso en la vida humana, pero sus conexiones más importantes no siempre se perciben.

Supongamos que dos personas que nunca se han visto antes se encuentran en un momento determinado. A partir de este momento, algo que es el resultado de la acción conjunta comienza a tener un papel en sus vidas. El reconocimiento del uno al otro es mutuo y saben que a partir de ahora tendrán mucho que ver entre ellos. Si dos personas en esta situación revisan el curso de sus vidas desde la infancia, encontrarán, si observan con suficiente objetividad, que todo lo que hicieron hasta el momento de su encuentro tuvo un claro significado ya que cada paso que dieron desde la infancia parece desde el principio haber sido tan inteligentemente dirigido que el camino los llevó al punto donde tuvo lugar el encuentro. Si miran hacia atrás sobre sus vidas pasadas sin ideas preconcebidas, empezando desde el momento en que se conocieron y comenzaron a formar una amistad, parecerá que desde un cierto punto de partida de su lejana infancia, cada paso los llevó inevitablemente al lugar donde finalmente se encontraron. Lo que sea que hicieron tan a propósito fue, por supuesto, hecho inconscientemente; el período consciente comenzó solo después del encuentro, pero el consciente y el inconsciente se unieron de una manera notable. En el tejido de nuestro destino hay una gran diferencia entre el camino que hemos organizado inconscientemente para que podamos encontrar a la otra persona, y lo que hacemos después de que el encuentro ha tenido lugar. Después él está realmente ante nosotros, entendemos lo que dice y ajustamos nuestras acciones a lo que él está haciendo en la vida externa; a partir de entonces llevamos una vida en común de la que nuestros sentidos e intelecto son conscientes. Pero veremos cómo esa vida en común se entrelaza con lo que hicimos hasta el momento en que nos encontramos. Bien podemos preguntar: ¿Qué es lo que está surtiendo efecto en todas estas fuerzas y movimientos que finalmente nos unen?

También puede haber algún evento ante nosotros. Cada aspecto del destino entra en consideración. Encontraremos que hay una gran diferencia entre las experiencias de los dos tipos de eventos. De hecho, hay dos formas de encontrar a otro ser humano en la vida. En el primer caso, sentimos inmediatamente, o al menos lo tenemos, tan pronto como nos encontramos con el hombre o el evento en cuestión, un sentimiento que llevamos a la esfera de nuestra voluntad. Conocemos a la persona: lo que es, lo que ahora hace en nuestra compañía; todo esto lo experimentamos en el ámbito de nuestra voluntad; queremos pensar como él piensa, sentir lo que siente, querer lo que él quiere.

Realmente sentimos que está comenzando a estar activo dentro de nuestro propio ser. Pone algo en movimiento dentro de nosotros, algo que se origina en él pero que, sin embargo, vive en nuestra voluntad y desde nuestra voluntad impregna toda nuestra alma. De hecho, de esta manera aprendemos a conocernos mejor, en la medida en que en nuestra vida de la voluntad y en los sentimientos más profundos conectados con nuestra voluntad, nos damos cuenta de que la persona no solo nos impresiona desde el exterior, sino que algo se pone en actividad dentro de. nosotros. Esa es una forma en que nuestro encuentro destinado con otro ser humano tiene efecto.

En otro caso, estamos menos agitados interiormente por causa de conocer a alguien; observamos a la persona más desde el exterior, formándonos una opinión sobre él según sea la impresión que causa sobre nuestra inteligencia, sobre nuestro sentido estético. Hay una gran diferencia entre estos dos tipos de conocimiento.

Supongamos que conocemos a alguien, luego nos marchamos y estamos tentados a hablar sobre nuestro nuevo conocido. Habrá una diferencia notable en la forma en que hablamos sobre las diferentes personas que conocemos. En una ocasión, la forma en que hablamos hace que sea obvio para otros que estamos poniendo algo de nosotros mismos en nuestras palabras. Podemos hablar de la otra persona como si fuera guapo, pero en realidad él es todo lo contrario y aquellos que están escuchando simplemente no pueden entender por qué hablamos de él como lo hacemos; les parece que es lo contrario de la buena apariencia, por lo tanto, no pueden entender cómo alguien puede entusiasmarse con él. Pero no nos preocupa en lo más mínimo lo que otros pueden ver en él desde un punto de vista estético; no estamos hablando de la impresión que nos produce desde afuera. Estamos hablando del efecto interno que despierta en nosotros y lo que decimos acerca de él no tiene que coincidir con la impresión que causa sobre los demás.

En otros casos el hecho de conocer, es diferente. Tenemos buen ojo para ver si es guapo o lo contrario. Por la manera en que hablamos, está claro que aquí las impresiones que ha causado a nuestro intelecto, nuestros sentidos y nuestro juicio estético han sido el criterio. Podemos, por ejemplo, referirnos a él como un buen tipo. Saben muy bien que hay conocidos de quienes nunca se nos ocurriría hablar de esta manera tan superficial. El lenguaje real que utilizamos es tal que otras personas entenderán de inmediato lo que queremos decir, si conocen al individuo o lo van a conocer más adelante. Es un hecho simple que estas son dos formas de describir a las personas que conocemos. El primer caso indica que cuando nos encontramos con el individuo en cuestión, la existencia que compartimos en la vida terrenal anterior se establece dentro de nosotros; algo está apuntando a encarnaciones anteriores cuando vivíamos en la compañía del otro. En el segundo caso juzgamos externamente; expresamos nuestras opiniones de una manera que otros puedan entender inmediatamente, debido a que no estábamos juntos en una vida terrenal anterior, sino que tal vez lo hayamos encontrado por primera vez en la encarnación presente.

Si la percepción espiritual nos permite penetrar en lo que subyace en la raíz del destino que se revela en una forma tan definida en el primer caso, encontraremos lo siguiente. - Antes de que el ser humano descienda a la existencia física en la Tierra, antes del descenso real, y mientras esté pasando por la esfera de la Luna, allí se implanta en su cuerpo astral el karma que comparte en común con otros seres humanos. Es implantado en él para su presente existencia terrenal por aquellos Seres que una vez vivieron en la Tierra junto con los hombres y que luego se retiraron a la esfera de la Luna. Estos son los Seres a través de cuya esfera pasamos antes de descender a la existencia terrenal. Son ellos quienes, desde que abandonaron la Tierra y la compañía de los hombres, se ocupan de registrar el destino que los individuos tienen en común. Así es que cuando nos cruzamos con otra persona en la primera de las dos formas que describí, lo que resuena dentro de nosotros ha sido registrado en esos grandes libros del destino guardados por los Seres de la Luna con su conocimiento de la vida de los hombres en la Tierra. Estos son libros en los que se guardan "cuentas" espirituales y contienen entradas de todo lo que hemos experimentado en común con otros hombres. A medida que atravesamos la esfera de la Luna, leemos en esos libros lo que debemos traer a la Tierra, y luego, con la ayuda de lo que hemos leído, dirigimos nuestro camino, tal vez durante veinticinco o treinta años, hasta que finalmente nos encontremos en la existencia terrenal, el individuo del cual habíamos leído en estos libros de la Luna antes de descender a la Tierra, que habíamos compartido ciertas experiencias con él en una vida terrenal anterior.

Estas misteriosas conexiones están organizadas de una manera maravillosa. Debemos mirar a la existencia de la Luna con sentimientos profundizados a través de la Antroposofía, teniendo en cuenta no solo la información dada por la ciencia física, sino también lo que la Ciencia Espiritual puede decirnos sobre el aspecto espiritual de la Luna. Hay muchas analogías que hacen que esta esfera de existencia cósmica sea inteligible. La analogía extraída de la vida terrenal está respaldada por el conocimiento al que se presta poca atención.

A menudo se ha recalcado aquí que en siete u ocho años la sustancia física del cuerpo de un hombre ha cambiado por completo. La sustancia física se expulsa a través de la piel; las uñas y el cabello se cortan. Esto indica, y es un hecho real, que el hombre expulsa la sustancia física del centro de su ser y produce una nueva sustancia para reemplazarla. Lo que cortó de sus uñas hoy, estaba dentro de su organismo hace siete u ocho años; es empujado a la superficie y ahora te deshaces de ellas. La sustancia física se renueva. Cualquiera de ustedes que haya estado aquí hace diez años no debe imaginar que están presentes hoy los mismos músculos y los mismos componentes físicos, porque eso no es así. Pero sí el alma y el espíritu de cada uno de ustedes, eso está presente. Lo mismo es cierto en el caso de los cuerpos celestes. El físico solo se preocupa por la sustancia física y habla como si la Luna que ahora ve en los cielos fuera la misma Luna cuya sustancia física una vez se separó de la Tierra. Pero eso es tan absurdo como creer que los músculos y los componentes físicos que estaban en sus cuerpos hace diez años, están aquí todavía. A los cuerpos celestes les lleva más tiempo cambiar su sustancia, pero de hecho la cambian. La ciencia moderna no debería referirse a La Luna física de la manera que lo hace. Lo que ha perdurado en la Luna son los Seres espirituales que una vez fueron habitantes de la Tierra junto con los hombres. La Luna que ahora es su hábitat ha cambiado, es decir, su sustancia física ha cambiado. Y así como es tu alma y tu espíritu los que forman el vínculo entre el "tú" que se sentó aquí hace diez años y el "tú" de hoy, así también lo son en realidad los Seres del espíritu y el alma quienes constituyen la esencia de la Luna. Y estos son los Seres que registran nuestro pasado. Todo este tema puede profundizarse aún más cuando se lo expone a la luz del conocimiento Iniciático. Hasta ahora he explicado cómo en el caso de conocidos del primer tipo, algo comienza a agitarse en nosotros, y cómo esto es lo que los Seres de la Luna nos permiten leer en sus registros antes de que descendiéramos a la Tierra. Un iniciado tiene una experiencia muy diferente de un encuentro de este tipo. Él, como los demás, conoce a otros seres humanos durante su vida; pero mientras que un hombre con conciencia ordinaria simplemente tiene la sensación de que lleva al otro ser humano a la esfera de su voluntad y no lo juzga solo por la impresión externa que causa, el Iniciado puede ver las encarnaciones anteriores de las personalidades a las que encontró. No solo ve al hombre físico junto con sus cualidades de alma y espíritu, sino que ve detrás de él una sombría imagen de la vida anterior del hombre o quizás de varias vidas. A través de la percepción espiritual, llegamos a conocer a un hombre de tal manera que parece ser una serie completa de personas que son tan objetivamente reales como el que está físicamente delante de nosotros. En las civilizaciones donde aún se conservan algunos indicios de estas cosas, en realidad se hicieron intentos para retratarlos. Ciertas fotos antiguas retratan una figura humana, detrás de ella y un poco más arriba, un segundo, y detrás de eso un tercero, un poco más alto todavía. De esta manera, se intentó capturar al pintar la impresión que el Iniciado tiene de un conocido en quien percibe no solo las cualidades de las cuales es portador en esta vida, sino lo que le viene de encarnaciones anteriores. Se puede decir, y está en estricta conformidad con la Ciencia Espiritual, que todo lo que está conectado kármicamente con un ser humano es claramente perceptible para un Iniciado, pero no es más que un tenue indicio de la conciencia ordinaria.

Todo lo que actúa y se teje desde nuestro pasado hacia nuestro destino puede llamarse el elemento lunar en nosotros. El efecto de esto es que si nos encontramos con un ser humano que está conectado kármicamente con nosotros, en realidad siempre nos encontramos con una pluralidad. Para el Iniciado, esto significa el conocimiento de un número de seres humanos en una o al menos en varias vidas humanas; y este reconocimiento de las vidas anteriores es tan vívido para él como el de la vida presente. Consideremos ahora la otra forma de conocer personas, donde juzgamos a un hombre más por la impresión estética externa que él causa, por lo que nuestro intelecto o nuestros sentidos nos dicen sobre él; la impresión puede ser entendida por todos. En este caso, si se estudia con los métodos de la Ciencia Espiritual, se encontrará que nada conduce al pasado; ningún Ser en la esfera de la Luna ha preparado el camino para esta relación en la vida terrenal; nada ha sido inscrito en el cuerpo astral del hombre en cuestión, cuando atraviesa la esfera lunar en su descenso a la nueva encarnación. Aquí trabajan otras fuerzas, fuerzas del alma y del espíritu conectadas con la existencia del Sol. En este segunda otra forma de conocer personas, las fuerzas del Sol, las fuerzas del alma y del espíritu, tejen el destino desde un lado diferente. Nuevamente, si somos capaces de una visión espiritual, lo que nos guía a los seres humanos con quienes hemos realizado algo conjuntamente en vidas pasadas, se experimenta, como si estuviera escondido en una noche oscura y misteriosa. Luego, cuando nos encontramos con la persona en cuestión y permitimos que la impresión que nos produce nos afecte, el Sol y la brillante luz del día parecen tomar el lugar de la misteriosa noche. Eso es lo que ocurre espiritualmente: en el caso de dos personas que han estado conectadas karmicamente durante largas épocas, no solo se vislumbra el pasado, sino también el presente y el futuro, y el tejer del destino continua. Las influencias espirituales del sol se hacen sentir.

Pero incluso en el caso de aquellos que no han compartido experiencias en vidas terrenales anteriores, este elemento espiritual del Sol, teje en sus destinos tanto en el presente como en el futuro. Si, con la visión del Iniciado, nos encontramos con alguien con quien no hemos tenido experiencias conjuntas en vidas anteriores, sino con quienes nos encontramos ahora por primera vez, no deberíamos ver imágenes sombrías de vidas terrenales detrás de él. Deberíamos ver en cambio, Seres de las Jerarquías superiores, Seres de un rango aún no alcanzado por el hombre. Para la visión del Iniciado, hay una gran diferencia entre conocer a alguien con quien ya hemos estado conectados en el pasado y alguien con quien nos encontramos por primera vez. Si a menudo habíamos estado juntos con él, sus vidas anteriores se alzan en una imagen detrás de él. Si nunca nos hubiéramos visto antes, los Seres de la siguiente Jerarquía superior aparecen en segundo plano, Seres que descienden a nosotros en la Tierra junto con los rayos del Sol. Así como los Seres de la Luna tejen en nuestro cuerpo astral el karma que es pasado, así mismo estos Seres del Sol tejen en nuestra organización del Yo subconsciente lo que sucederá después de nuestro primer encuentro con otro ser humano aquí en la Tierra: esta es la base de nuestro futuro karma El presente está cambiando todo el tiempo hacia el futuro; lo que ahora es el presente, para el momento precedente se ha convertido en futuro.

El contrapunto en el Cosmos de este curso de la evolución del hombre desde el pasado hacia el futuro, se puede ver en el pasar de la Luna por el cielo, con el Sol siguiéndola o adelantándola. La relación entre el pasado y el futuro en el misterioso tejer del destino en la vida humana es la misma que la relación entre la Luna y el Sol en su paso por el universo. Si, (con el conocimiento del Iniciado), cuando conoces a alguien te dices a ti mismo con profundo sentimiento que lo que los Seres de la Luna han inscrito en su cuerpo astral te pertenece igual que a él y que debido a ello, has sido conducido a él, cuando conoces a alguien por primera vez, sentirás que los Ángeles y los Arcángeles están detrás de él. Ambas experiencias apuntan al futuro. Hay infinitas formas en que el destino se puede cumplir.

Si aprenden cómo contemplar la extensión cósmica de esta manera, la Luna y el Sol se revelan como las dos puertas hacia el mundo espiritual. Entonces se darán cuenta de que lo que es parte del ambiente físico terrenal, vive por el momento en su cuerpo físico; lo que está presente en las amplias esferas etéricas donde se ven las estrellas, vive en su cuerpo etérico. Pero cuando miren hacia la Luna o hacia el Sol, sabrán que están viendo lo que está presente, no en su cuerpo físico o etérico, sino en su cuerpo astral, y le da poder a su Yo. A través de la existencia de la Luna, son llevados fuera de los mundos físico y etérico al mundo espiritual. Del mismo modo, cuando miran al Sol, reconocerán que a través de sus fuerzas de espíritu y alma están siendo conducidos a través de una puerta hacia un mundo similar al de su propio Yo, no similar a su cuerpo físico y etérico. sino a su Yo El Yo les permite ocupar su lugar en el mundo como un ser consciente, acompañado por el destino entretejido en su vida como necesidad y al que se ajustan conforme a sus aptitudes físicas, temperamento o carácter particulares, todas los cuales son meramente medios de expresión de su karma. En todo lo que dice el poeta: "esto debes ser, no puedes escapar de ti mismo" - en todo este pasado vive la existencia Lunar.

Y la existencia Solar obra cuando eres consciente de la libertad de elección.

De modo que, considerado espiritualmente, la existencia de la naturaleza y la existencia moral, se entrelazan. La naturaleza no existe de manera aislada con sus necesidades rígidas por un lado y por el otro, el alma y el espíritu incapaces de entrar en una relación real con ella y existiendo solo como un orden moral remoto. No existe tal contraste, porque es posible, con visión espiritual, encontrar en los fenómenos de la naturaleza la moral que está viva dentro de nosotros. Es cierto que aquí es necesario pasar mas allá de los fenómenos ordinarios de la naturaleza hacia lo que revela la existencia espiritual del Sol y la Luna.

Una visión de este tipo nos permite ascender desde una existencia natural a una existencia como seres de alma y espíritu. También es posible, aunque no con la conciencia ordinaria, percibir en nuestro entorno terrenal o cósmico las causas de las enfermedades que puedan sobrevenirnos. En sí mismo, nuestro organismo es saludable, puesto que nace de su Yo saludable, su cuerpo astral saludable y también de un mundo etéreo saludable. Si alguien se enferma aquí en la Tierra, solo puede deberse a que algo se le acerca desde fuera que, debido a sus atributos inherentes, no puede ser transformado por completo. Pueden ver que esto es así, si partimos de unos ejemplos muy simples. Supongamos que están en una habitación cálida o fría. No deben permitir que el calor o el frío lo atraviesen, como sucede cuando el calor o el frío, pasa a través de un objeto de madera o de piedra. Ustedes absorben y convierten el calor externo que actúa simplemente como un estímulo; Ustedes mismos generan en su propio organismo esa calidez que tienen dentro. Si no pueden hacer esto, si permiten que el entorno los trate como trata a una madera o una piedra, si el calor externo penetra en ustedes y no pueden transformarlo, inmediatamente se enfriarán. El hombre no puede ingerir o tomar nada del entorno de la Tierra dentro de sí mismo sin transformarlo; esto también se aplica a la comida. Transforman lo que comen al igual que transforman todo en el entorno y es una fantasía científica creer lo contrario. Si no se logra una transformación, caerán enfermos. Aquí radica la causa física de las enfermedades; pero la enfermedad también puede estar relacionada con el destino.

Si limitamos nuestros pensamientos a esta vida terrenal actual, al período, digamos, entre un año cualquiera en el siglo XIX o el siglo XX y el día de hoy, estaremos de acuerdo, que si algo del medio ambiente va a enfermarnos, tendrá que ejercer una influencia muy poderosa. Si algo que viene del exterior (frío o calor, o quizás aire nocivo) es para enfermarnos, tendrá que ser muy vigoroso. Si nos limitamos a mirar una planta de belladona, no nos envenenará; ni tampoco nos envenenará si una atmósfera tóxica está lo suficientemente lejos. En resumen, si la influencia del exterior afecta solo la vida del alma, no nos enferma. Para lograrlo, se necesita una influencia mucho más poderosa. Pero ahora consideren lo siguiente: en la actualidad, un gran número de personas son declaradamente materialistas y solo creen en las influencias materiales del medio ambiente. Pero en realidad hay muchas maneras en las que pueden no estar siendo materialistas, por ejemplo, en algunas de sus necesidades corporales: no pueden evitar comer lo que es espiritual en las plantas o la naturaleza del alma en los animales. Si fueran materialistas honestos y consistentes con el tema de su comida, no comerían más que piedras, nada más que materia inorgánica y sin vida. En su vida anímica, los únicos conceptos e ideas que aceptan son los que conciernen a lo carente de vida y esto se convierte en una fuerza que conduce a la enfermedad en la siguiente encarnación. Las ideas, los sentimientos e impresiones se abren paso en el alma y se transforman en fuerzas que pueden volverse físicamente activas. El aspecto kármico de la enfermedad pasa desde las vidas terrenales previas a nuestra vida presente, al haber admitido en nosotros mismos elementos de encarnaciones anteriores que no son apropiados para los seres humanos; nos hemos vuelto susceptibles a la enfermedad. Estas ideas e impresiones actúan en esta vida presente, como poderosas causas de enfermedad. Algo que pudo no ser más que una idea o experiencia interna del alma en una vida terrenal se transforman durante el período que vivimos entre la muerte y el nuevo nacimiento, en fuerzas que actúan físicamente. Tenemos dentro de nosotros mucho de lo que actúa físicamente, mientras que en una vida anterior era puramente de naturaleza anímica. Por lo tanto, debemos considerar la enfermedad como una cuestión de destino y no debemos sucumbir a la superstición de que las enfermedades se pueden curar solo por medios espirituales. Los medios que tienen efecto físicamente son necesarios. Pero si comprendemos en profundidad los hechos y nos damos cuenta de que lo que está físicamente activo en la vida presente se remonta a algo que estuvo activo en la vida del alma en vidas anteriores, también reconoceremos que alejando nuestros pensamientos de lo que era imperfecto hacia lo que es perfecto en el hombre, transferiremos de forma saludable a nuestra próxima vida lo que de otro modo sería una causa de enfermedad. Por ejemplo, si estamos convencidos de que una enfermedad ha resultado de una vida materialista del alma en una encarnación anterior, podemos estar seguros de que solo podemos deshacernos de la enfermedad mediante un tratamiento basado en opiniones e ideas espirituales. Y estas se encuentran en la Antroposofía, que no es teoría, sino que está directamente relacionada con la vida, cultivando la percepción y el sentimiento que la vida requiere.

Si podemos contemplar el Cosmos y todo el entorno de la Tierra en la luz que fluye de la Antroposofía cuando se cultiva correctamente, la Luna y el Sol parecen íntimamente relacionados con nosotros; vemos en ellos las imágenes cósmicas de nuestro propio pasado y nuestro propio futuro. Nos volvemos intensamente conscientes de nuestra relación con todo el Cosmos; vemos nuestro pasado y futuro entrelazados en nuestro destino; en el Sol y la Luna vemos que el destino mundial se revela a sí mismo.

Sentiremos en nuestro pasado algo que ocupa su lugar junto a nuestro presente y nuestro futuro cuando la Luna ocupa su lugar en el Cosmos junto al Sol. Nuestra reverencia y devoción, nuestra capacidad de sacrificio por el bien de todo el Cosmos se verán realzadas cuando aprendamos cómo expandir nuestra propia existencia hacia la existencia cósmica y así experimentar el parentesco entre lo que vive en nosotros y lo que teje en el universo.

Una de las tareas que la antroposofía se plantea es ayudar a los seres humanos a establecer la unión con el universo de esta manera. Y espero que uno de los resultados de nuestro encuentro aquí, con tan numerosa concurrencia, sea que cada vez nos identifiquemos más con esta tarea de la Antroposofía, que es para dar mayor profundidad no solo a los pensamientos de los hombres sino también a sus corazones y sentimientos. Este fue de hecho el propósito del Encuentro de la Fundación de Navidad. Ese encuentro dejó en claro que para que la Sociedad Antroposófica desarrolle el tipo de actividad correcto, debe abandonar los caminos que ha tomado durante estos últimos diez años (esta conferencia fue pronunciada en febrero de 1924); debe dejar de preocuparse por las externalidades, debe penetrar en las realidades internas y espirituales. La Escuela de la Ciencia Espiritual que se establecerá en Dornach debe tener este carácter esotérico, y también la Sociedad en su conjunto para mantener la vida espiritual que necesita. Debe abandonar la tendencia que la ha amenazado durante los últimos diez años: la tendencia a ser absorbido en externalidades.

¿Qué ha estado sucediendo realmente durante estos diez años y que estaba sucediendo incluso antes? Aquí hay un ejemplo. Una oposición muy fuerte, (particularmente activa justo ahora), ha sido capaz de referirse a los cursos de conferencias y transcripciones de conferencias que no están disponibles para el público en general. Como saben, las personas deseaban poseer estos cursos y transcripciones y era una cuestión de cumplir con estos deseos, aunque era obvio que esta era la forma de darle a la oposición las municiones que necesitaba. Vivimos en tiempos en que el secreto está completamente fuera de lugar. Por lo tanto, en el encuentro de Navidad, la Sociedad fue declarada como institución pública. Pero eso de ninguna manera contradice el hecho de que, por otro lado, se vuelva aún más esotérica. El liderazgo de la Sociedad debe ser cada vez más conscientemente antroposófico. Fue por esta razón que cuando estábamos elaborando nuestros Estatutos, nuestro procedimiento difería completamente de lo que es habitual. Los estatutos generalmente comienzan estableciendo un principio básico. - Teníamos tales Estatutos en la Sociedad Teosófica: el establecimiento de una hermandad universal de la humanidad; el reconocimiento de la unidad en las religiones, etc. Como he dicho a menudo, en lugar de todo esto debemos enfatizar la realidad que la Sociedad Antroposófica está en condiciones de establecer. Esto fue de hecho realizado en el encuentro de Navidad. No se hacía mención a principios abstractos, sino que se declaraba que en Dornach hay algo que es realidad viviente. Cualquiera que vea, pues, justificación en lo que está activamente activo en Dornach tiene derecho a unirse a la Sociedad. La vida de la Sociedad no está condicionada por abstracciones generalmente conocidas como "Estatutos"; nuestros llamados "Estatutos" son un recopilación de lo que existe en Dornach y de lo que pretendemos hacer a partir de ahí. La Sociedad debe tener un Ejecutivo que actúe y que en las acciones e iniciativas que adopte tenga una visión clara de qué la forma y la constituye. Por lo tanto, hemos tratado de reemplazar las abstracciones por el elemento genuinamente humano y afirmar esto incluso en los 'Estatutos'. Esta es la única posibilidad de vida para una Sociedad que debe ser un órgano para la afluencia de poder espiritual en el mundo .

Déjenme ponerlo así. - El Ejecutivo creado en Dornach en Navidad se basa en una suposición hipotética. Si la Sociedad está dispuesta a aceptar lo que hace, será un Ejecutivo en el sentido real; si la Sociedad no está dispuesta, entonces el Ejecutivo no será nada; solo puede ser aceptado como el centro de la actividad vital. No puedo dar más que breves indicaciones en este momento; todo lo demás se expondrá claramente en la Hoja de noticias.

Se ha hecho un verdadero intento mediante el Encuentro de Navidad por traer un nuevo espíritu a la Sociedad, pero es esencial que se comprenda la naturaleza de este nuevo espíritu. No es un espíritu de abstracciones, sino de realidad viviente, un espíritu que quiere hablar no a la cabeza sino a los corazones de los hombres. Por lo tanto, en lo que respecta a la antroposofía, el Encuentro de Navidad era 'o todo o nada'. Y no será nada si no tiene una continuidad real, si fue simplemente una ocasión festiva que la gente encontró agradable, olvidándose de ella después y siguiendo las mismas viejas pautas. Si eso sucede, el Encuentro no tendrá contenido real. El único contenido que puede tener se deriva de la vida en las diversas esferas de la Sociedad. Se convertirá en realidad solo en virtud de lo que sucede a través de su impulso en la vida de la Sociedad Antroposófica. El Encuentro de Navidad se convierte en realidad solo a través de sus consecuencias y efectos. Una cierta responsabilidad está involucrada en el alma meramente, cuando se dirige la atención al Encuentro de Navidad: la responsabilidad de hacerlo realidad; de lo contrario, como fundamento, se retirará de la existencia terrenal y seguirá el mismo camino que los Seres de la luna de los que he hablado hoy. En cierto sentido, el impulso del Encuentro de la Fundación de Navidad estaba realmente en el mundo. Si se volverá efectivo en la vida depende de si su impulso continúa.

La Piedra de la Fundación espiritual de la Sociedad Antroposófica se colocó en los corazones de cada participante. Llevamos el Encuentro a su conclusión formal, pero en realidad nunca debería cerrarse, debería continuar perpetuamente en la vida de la Sociedad Antroposófica. Por esta razón, les pediría que se tomaran muy en serio lo que encontrarán en la Hoja de noticias semanal, y consideren todo lo que conocerán por ese medio, no solo como algo reportado o descrito, sino como verdadera realidad. No se puede esperar que todo se arregle a la vez y para comenzar, la gente inevitablemente se preguntará: '¿Cómo debe hacerse esto o aquello otro?'. Uno de los primeros pasos será que en la Hoja de Noticias encontrarán lo que podríamos llamar líneas guía en forma de aforismos que expresan verdades antroposóficas sobre temas tales como la vida, la religión, el arte, etc. Y luego las personas en los diferentes grupos podrán decir: Aquí hay un pensamiento que Dornach nos envió como línea guía; además de otros asuntos, concéntrese en este pensamiento.

De esta manera, se desarrollará la unidad entre las diversas esferas de la vida antroposófica dentro de la Sociedad. Comenzarán a fluir muchas cosas a través de la Sociedad como su sangre vital, de modo que en vez de simplemente hablar sobre la unidad, la Sociedad pueda estar impregnada por una sangre espiritual común. Tal era el propósito del Encuentro de Navidad. Entonces podría sentirse y sus efectos adicionales se harán evidentes a medida que pase el tiempo.

Sobre esto es particularmente necesario subrayarlo aquí en Alemania, donde la posición general es diferente de cualquier otro lugar. En otros países, la oposición no es tan fuerte como lo es aquí. Si surge en otro lugar, generalmente se puede ver que es importada desde aquí, aunque hay cierto tipo de oposición en todas partes, especialmente en las cercanías de Dornach. De todos modos, es un tipo especial de oposición a la que nos enfrentamos en Alemania, una oposición muy dura que trabaja con métodos sistemáticos y plenamente conscientes. Fue una decisión difícil poner a alguien que era prácticamente el más bajo al frente de la Sociedad, pero eso es lo que realmente sucedió. Cuando se fundó la Sociedad Antroposófica en 1912-13, no ocupé ningún cargo en ella; de hecho, ni siquiera era un miembro. Tampoco fui un miembro después. A menudo he enfatizado esto, pero ha sido mal entendido. Quería que la Sociedad Antroposófica me tuviera solo como maestro, como alguien que pudiera conducir a las fuentes de la vida antroposófica. Tuvo que hacerse el esfuerzo para ver qué lo que sucedía.

Lo que sucedió es que a la edad en que la gente suele jubilarse, tuve que comenzar, porque de hecho considero que el Encuentro de Navidad es un comienzo, un comienzo genuino en la vida. Y me gustaría que ustedes también sintieran que estamos en un comienzo. Si se sienten así, entonces pueden esperar resultados a partir de este comienzo en el que hay grandes posibilidades. Me he convertido en miembro solo por necesidad, de hecho en Presidente de la Sociedad Antroposófica, y espero sinceramente que se haga realidad el significativo Encuentro de Navidad. Si esto ocurre, tal vez sea posible, como resultado de este intento y con la cooperación de todos, que lo que saldrá de Dornach, fluya una auténtica vida antroposófica a través de la Sociedad. En este espíritu, y es sobre este espíritu que dependerá todo en la Sociedad, quisiera responder de manera muy cordial a la bienvenida que me dio hoy el Dr. Kolisko, con motivo de mi primera visita aquí desde el Encuentro de Navidad. Me gustaría responder con la misma calidez para que podamos trabajar juntos en el espíritu del Encuentro de Navidad de tal manera que el impulso que se da nunca deje de estar activo entre los antropósofos que genuinamente se esfuerzan por comprender lo que significa la vida antroposófica. La influencia de la reunión de Dornach y el espíritu que tratamos de invocar estarán siempre presentes si hay devoción y comprensión perceptiva entre los miembros.

Trabajemos pues juntos, dándonos cuenta del profundo significado de la reunión de Dornach. No lo tratemos nunca con indiferencia, sino considerándolo como un impulso que penetra profundamente en nuestros corazones. La reunión de Dornach habrá sido mucho más que una semana de fiesta; será un impulso que afectará al mundo entero y al destino del hombre. Y ese es el impulso correcto para todo el trabajo y la actividad antroposófica.

No hay comentarios:

El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919