GA239 4- relaciones kármicas vol. VII

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Rudolf Steiner


Conferencia IV

Breslau, 10 de junio de 1924

En la conferencia de ayer empezamos a hablar de la conexión de la vida del ser humano en la Tierra entre el nacimiento y la muerte con su otra vida en los mundos suprasensibles entre la muerte y un nuevo nacimiento, con especial referencia al karma. Escuchamos que el ser humano trabaja junto con otras almas humanas con las que está conectado kármicamente y con los Seres espirituales de las Jerarquías superiores para dar forma a su karma y moldear los actos, pensamientos y sentimientos de una vida terrenal anterior o de una serie de vidas, de tal manera que se conviertan en la base de las experiencias en la siguiente encarnación. Este conocimiento arroja luz sobre la vida histórica de la propia humanidad, en la medida en que cada individuo - ya sea que sus logros sean de una importancia sobresaliente y trascendental o que actúe únicamente en círculos limitados - se ve en el contexto de acontecimientos trascendentales en los mundos espirituales. Pudimos darnos cuenta de que el destino humano, cuando empezamos a comprenderlo, se convierte en la expresión exterior, la expresión terrenal de los estupendos acontecimientos en los mundos espirituales. Es pues, el propio ser humano el que traslada a una época posterior y lleva a cabo en ella los efectos de las experiencias vividas en épocas anteriores. Los procesos relacionados con el "devenir" histórico son, por lo tanto, puestos en marcha por el propio ser humano, y creo que esta visión de la historia no puede dejar de ser impresionante y edificante. Aprenderemos a sentir y experimentar nuestro propio karma correctamente si para empezar - antes de entrar en las siguientes conferencias sobre asuntos relacionados con el karma individual - observamos personalidades cuyas vidas son más o menos conocidas, y percibimos a partir de tales ejemplos la forma en que influye una vida terrenal en las encarnaciones subsiguientes.

Aprendimos cómo los Seres espirituales que pertenecen a una esfera planetaria y toda la constitución espiritual de esa esfera penetran y trabajan en lo que un ser humano trae consigo cuando después de la muerte transcurre su vida en el mundo espiritual. Se dijeron ciertas cosas sobre el funcionamiento de la esfera de Júpiter. La esfera de Saturno funciona de una manera aún más drástica. Les dije que incluso con la perspicacia de la Iniciación uno debe haber pasado el sexagésimo tercer año y ser capaz de mirar hacia atrás sobre el período de la vida entre las edades de cincuenta y seis y sesenta y tres años antes de que sea posible adquirir una visión independiente de todas las conexiones, y, en el marco de la vida espiritual tejida de todo el Universo, discernir cómo actúa la esfera de Saturno sobre el ser humano. Todo el funcionamiento de la esfera de Saturno está condicionado por el hecho de que en todos los Seres de esta esfera hay una intensa y omnipresente conciencia del pasado, y más o menos inconsciente del presente inmediato. Esto causa una impresión profunda y demoledora. Las acciones inmediatas de los Seres de Saturno, incluso las acciones de los Serafines, se realizan en una especie de inconsciencia. Estos Seres no son conscientes, en el presente inmediato, de lo que les está sucediendo a ellos y a través de ellos; pero saben de inmediato, con exactitud infalible, lo que han hecho, lo que han pensado, lo que ha tenido lugar entre ellos.

Permítanme intentar por medio de un dibujo caracterizar las condiciones de existencia que prevalecen en la esfera de Saturno. Imagínense caminando por la Tierra, sin saber nunca en el momento inmediatamente presente lo que están haciendo, lo que están pensando, lo que les está sucediendo a ustedes o a través de ustedes; simplemente están caminando. Mientras caminan no se ven a sí mismos, pero dejan rastros detrás; del lugar al que llegaron un momento antes surge, digamos, un pequeño hombre de nieve; dan otro paso - otro pequeño hombre de nieve está allí; un paso más - de nuevo un pequeño hombre de nieve... etcétera. Van dejando atrás figuras móviles todo el tiempo y pueden mirar atrás y verse exactamente como eran antes. En el momento en que algo ha pasado a través de ustedes, lo ven allí, ven cómo permanece, se convierte en parte de la Eternidad. Miran hacia atrás y en esta perspectiva ven todo lo que ha sucedido a través de ustedes inscrito por así decirlo en una crónica eterna en el Universo. La conciencia de los Seres de Saturno es de este carácter. Pero lo que los Seres de Saturno contemplan como una vista de las edades pasadas de evolución se une con una vista de la evolución pasada de todos los Seres pertenecientes a todo el sistema planetario. La conciencia de los Seres de Saturno puede, por lo tanto, caracterizarse diciendo que miran hacia atrás en la memoria, si puedo expresarlo así, de todos los Seres de todo el sistema planetario. Todo está inscrito en esta facultad de memoria cósmica, memoria cósmica, de los Seres de Saturno. Si el panorama de la vida entretejida y las realidades de la existencia en la esfera de Saturno es una experiencia desgarradora para el observador iniciado, es aún más desgarrador para él percibir cómo los efectos de una encarnación anterior son llevados a una nueva vida terrestre por las individualidades cuyo karma, determinado por sus experiencias particulares, fue moldeado y configurado en la esfera de Saturno. Y cuando esto se revela en una personalidad de importancia sobresaliente en la historia del mundo, nuestra visión del Universo adquiere un contenido de majestad y poder incalculable.

Si estudiamos la vida de tales personalidades aquí en la Tierra, es decir, si la estudiamos espiritualmente, no sólo descifrando las letras de un guión sino leyendo su significado, nos vemos llevados a las realidades de la existencia en la esfera de Saturno. Nuestra vida conceptual se enriquece infinitamente en contenido espiritual cuando se revela el funcionamiento de la esfera de Saturno; miramos hacia abajo a la Tierra y percibimos en los acontecimientos que allí ocurren una imagen reflejada de lo que ocurrió en la esfera de Saturno.

En el siglo I d.C., en la época en que el helenismo era todavía una poderosa influencia en el desarrollo del cristianismo, vivió en el sur de Europa una individualidad, con fuertes inclinaciones intelectuales hacia el cristianismo helenizado, que pasó por experiencias en el Imperio Romano que fueron comunes durante aquellos primeros siglos. Fue testigo de las crueles persecuciones de los Cristianos, las brutalidades del Imperialismo Romano, el trato injusto que se daba a los mejores tipos de hombres. Lleno de profunda indignación por estos acontecimientos, pasó por la puerta de la muerte en un estado de desesperación y resignación, cuestionando si hay alguna esperanza de progreso para un mundo en el que tales cosas son posibles. Habiendo sido testigo de las malas acciones de los Césares y de los sacrificios de los mártires cristianos, surgió en esta alma la duda de si hay alguna perspectiva de ajuste final entre el bien y el mal en el mundo. El espectáculo del bien, por un lado, y del mal, por el otro, se presentaba ante él en un contraste nefasto y a menudo terrible. Con esta impresión, el alma pasó por la puerta de la muerte y posteriormente por vidas terrenales menos importantes. Pero las experiencias de la encarnación grecorromana habían grabado profundos surcos en la vida del alma y fueron estas experiencias las que, al acercarse el siglo XVIII, se elaboraron y se plasmaron en la esfera de Saturno en el subsiguiente karma de esta individualidad. La esfera de Saturno tiene un profundo e incisivo efecto en la formación del karma. Siempre que se trata de asir el alma humana en sus propias profundidades y de desarrollar fuerzas radicales y potentes desde esas profundidades, la esfera de Saturno trabaja de tal manera que las fuerzas penetran profundamente, muy profundamente en la organización física. Todo lo que sucede en la esfera de Saturno es intrínseca y esencialmente espiritual, pero también tiene un efecto mucho más profundo cuando el ser humano desciende a la encarnación terrenal. El resultado es una organización física que se esfuerza por equilibrar las experiencias experimentadas por el alma en una vida terrenal anterior. El elemento de la retrospección siempre está muy presente. Cuando el karma de un hombre está siendo elaborado en la esfera de Saturno, mira hacia atrás, hacia los recuerdos, hacia el pasado. Entonces, cuando baja al reino terrenal, la imagen negativa de lo que ha vivido en la esfera de Saturno se revela. La intensa concentración en el pasado se transforma en un resuelto esfuerzo por los ideales que conducen hacia adelante, hacia el futuro. Los seres humanos que traen su karma desde la esfera de Saturno se entusiasman por el futuro, por ideales que apuntan al futuro, precisamente porque en una vida puramente espiritual en la esfera de Saturno su mirada se dirigía sobre todo al pasado. La individualidad de la que estoy hablando aquí apareció de nuevo en la segunda mitad del siglo XVIII Friedrich Schiller.

Piensen en toda la vida de Schiller, piensen en cómo se expresa en la tremenda contundencia y fuego de los primeros dramas, con su posible construcción artística defectuosa, y junto a esto, piensen en la profunda seriedad, la profunda melancolía que pesaba sobre su alma. Vean cómo todo en Schiller, especialmente el patetismo de su temprano destino, emana de la vena de melancolía que está tan profundamente arraigada en su alma. Y luego, cuando conozcan a Goethe, vean cómo despliega una especie de comprensión inspirada del helenismo; vean todo esto como el primer plano y detrás de él el hombre cuya perspectiva adquirió su tendencia básica por un lado en los primeros siglos de la cristiandad helenizada y por otro lado del horror y la indignación que despertó el comportamiento de los emperadores romanos, y luego vean cómo estas experiencias se profundizan y se convierten en un nuevo karma por las fuerzas de la esfera de Saturno. Schiller es de todas todas un hombre de Saturno en lo que respecta a su karma. - Estas cosas no se experimentan correctamente si se consideran como tantas teorías. Sólo puede comprenderlas verdaderamente quien, con todas las fuerzas de su corazón y su mente, se sumerge en las realidades de esta vida espiritual y de su ser en los mundos estelares -en este caso, la esfera de Saturno- y, habiendo adquirido una comprensión más profunda de un destino terrenal individual, las observa en su manifestación allí.

Les daré otro ejemplo donde el trabajo del destino tomó otra vez una forma muy diferente. Uno puede percibir una individualidad que en una vida terrenal precedente había alcanzado un cierto grado de Iniciación. Pero antes de hablar de este karma particular, debo enunciar una pregunta que se le habrá ocurrido a todo el que piense en tales asuntos y que muchos de vosotros ciertamente os habréis planteado. Es la pregunta que surge cuando en nuestros estudios antroposóficos escuchamos que en el curso de la evolución terrestre de la humanidad ha habido Iniciados, personas iniciadas en los grandes secretos de la existencia y de la sabiduría terrestre, a quienes miramos con profundo respeto y veneración. Cuando se habla de vidas terrenales repetidas, puede plantearse la cuestión de la reencarnación de estos Iniciados. Se puede preguntar: ¿No se han reencarnado, entonces, en la época actual? ¿Es un hecho que en la actualidad los Iniciados se han retirado por completo del mundo en que vivimos entre el nacimiento y la muerte? No es así en absoluto; pero no hay que olvidar que cuando un ser humano desciende de la existencia pre-terrenal en los reinos del alma y del espíritu a la vida terrestre, depende del cuerpo físico, de la educación y así sucesivamente, que una época particular puede proporcionar. La individualidad que se reencarna en la Tierra debe someterse a todas estas condiciones. Ciertamente podemos observar algún Iniciado perteneciente, digamos, a un pasado muy lejano, cuyo karma es volver a nacer en el siglo XVIII o XIX. Pero en el siglo XVIII no había en la Tierra cuerpos en absoluto como los de la remota antigüedad que eran tan flexibles y por lo tanto fácilmente adaptables a la individualidad espiritual. La opinión de que el cuerpo humano no ha cambiado desde tiempos inmemoriales se debe a un deterioro del conocimiento. En la era del materialismo el cuerpo se ha vuelto duro, inflexible, rígido, no es fácil de manipular. Las relaciones hereditarias que también están conectadas con la disposición, toda la constitución interna del alma del ser humano, son como son, y el individuo no puede hacer nada para alterarlas; toda la civilización se interpone en el camino y el individuo debe someterse. La naturaleza de estas relaciones hereditarias es tal que parte de lo que el ser humano ha llevado en su alma desde una antigua Iniciación no puede ser bajado al organismo físico y por esta razón no puede ser elevado al nivel de conciencia; porque el ser humano puede llevar a la conciencia exterior que prevalece en una época determinada sólo lo que ha sido capaz de llevar directamente al cuerpo físico. Y aquí tendré que decir algo muy paradójico, pero debéis aceptarlo porque es la verdad.

En épocas de remota antigüedad los Iniciados se preservaron de algo que hoy en día es una gran ayuda para la raza humana. Si hubieran sido sometidos a ello en aquellos tiempos, se habría considerado como cualquier cosa menos una bendición, por el contrario, como un gran obstáculo para la Iniciación. No es permisible ahora impedir que alguien aprenda en la forma moderna a leer y escribir. Pero de hecho uno pierde mucho al ser forzado a adoptar estas claves alfabéticas con las que no tiene ninguna relación humana. Cuando los europeos más civilizados mostraron las letras de su alfabeto a los incultos indios americanos, estos últimos se asustaron por lo que ellos consideraron como tantos pequeños kobolds, pequeños demonios. Esto les mostrará lo que significa introducir a un ser humano algo que es tan antinatural, tan extraño para él a la edad de seis o siete años, como las letras de nuestro alfabeto - porque les pregunto, ¿tiene una A o una B en la forma que se nos impone como niños cualquier relación con la vida humana? ¡No tiene ninguna, ni la más remota! En el antiguo Egipto había al menos jeroglíficos, y el cuadro que era pintado o dibujado tenía alguna sugerencia de semejanza con la realidad; además los hombres eran conscientes de la relación entre el cuadro y la realidad. Pero hoy en día aprendemos A, B, C, como algo completamente alejado de la vida. Aquellos que quieren juzgar todo materialmente, vivir en el mundo sólo con la conciencia ordinaria y cotidiana, no pueden darse cuenta de todo lo que se expulsa del ser humano, lo que realmente se mata en él como resultado de tener que aprender este A, B, C, esta lectura y escritura, por métodos modernos. (En la Escuela Waldorf estamos tratando de rectificar los peores errores en la educación y así, entre otras cosas, hemos introducido una forma diferente de enseñar a leer y escribir).

El hecho de que cuando yo tenía quince años todavía era incapaz de deletrear con precisión fuese ciertamente un shock para otros, pero nunca para mí personalmente. He hablado largo y tendido sobre el tema en "La historia de mi vida", y le debo mucho a este hecho. Porque significaba que estaba protegido de muchas cosas contra las que no hay protección si a los quince años la ortografía es ortográficamente perfecta. Muchas cosas que son el resultado de la educación materialista de nuestros días separan al ser humano de la vida espiritual. Este es un asunto mucho más serio de lo que la gente cree. Lo menciono aquí para mostrarles que un Iniciado de tiempos pasados no tiene otra alternativa que aprovechar el tipo de educación que una época particular tiene para ofrecer. ¿Qué otra cosa puede hacer sino adaptarse a la vida del cuerpo y el alma de los tiempos? Es cierto que está obligado a dejar muchas cosas en su vida anímica en un segundo plano. Pero por todo ello, a partir de los signos que pueden aparecer a cierta edad en su vida, será ciertamente posible, incluso en el caso de alguien que externamente aparece de nuevo como un ciudadano ordinario de la Tierra y no como un Iniciado, discernir la conexión kármica con la Iniciación anterior. En el karma lo que actúa no es lo que se piensa, a primera vista, que es el rasgo sobresaliente en la vida de un individuo. Por ejemplo, en el caso de alguien con un sello mental muy definido, uno se inclina fácilmente, cuando se juzga el karma sólo desde el punto de vista intelectual, a remontarse a una calidad similar en la vida terrenal anterior. Pero esto no se sostiene. Las fuerzas kármicas que se liberan y trabajan de una vida terrenal a otra, se encuentran en una región del alma mucho, mucho más profunda que la de la composición intelectual. Sólo necesito dar un ejemplo y veréis que lo que influye en el karma procede de regiones muy distintas de la vida del alma que aquellas de las que procede el intelecto.

Ernst Haeckel fue sin duda una de las personalidades más interesantes del siglo XIX. Lo que más impresionaba a la gente de él era su visión materialista del mundo, su lucha contra el Ultramontanismo, contra el Papado y la Iglesia Católica Romana. Haeckel se esforzó tanto en esta lucha que las expresiones que usaba, aunque a veces muy refrescantes, eran en otras faltas de gusto. Cuando se rastrea su karma en el pasado, uno lo encuentra, en su más importante encarnación previa, como el Papa Gregorio Magno, el poderoso Papa que se esforzó por establecer la supremacía externa y mundana del Papado frente a la de los Emperadores. El Papa Gregorio Magno, como Hildebrand, provenía de la Orden Cluniacal que, desde el siglo VI hasta el XIII, estuvo en lucha con Roma, hasta que uno de sus propios miembros se convirtió en Papa. Para empezar, él también, a su manera, estaba activamente en desacuerdo con el Papado en la forma que había asumido en esos días. Desde la encarnación de Hildebrand hasta la de Haeckel, lo que resultó fue el entusiasmo por hacer comprender una cierta concepción del mundo, el entusiasmo por la realización de los impulsos que surgen de una visión particular del mundo. Este es sólo un ejemplo para refutar la creencia de que es posible descubrir una encarnación anterior de importancia mediante la observación externa de una constitución particular del alma. Hay que tener cuidado en estos asuntos, y hay que prestar atención a lo que a menudo parecen ser idiosincrasias insignificantes. Si éstas se disciernen con perspicacia espiritual, proporcionarán gradualmente la pista del contenido de la vida terrenal anterior.

El karma de Saturno, sobre todo el karma de Saturno, se desarrolla en regiones profundas, muy profundas del alma. Quiero ahora dirigir su atención a una individualidad que en una encarnación anterior fue realmente un Iniciado. Hablo muy objetivamente en este caso y me ha costado mucho esfuerzo trabajar hasta la verdad porque nunca me atrajo especialmente esta individualidad en su nueva encarnación, ni tampoco lo estoy hoy en día. Pero se trata de establecer hechos objetivos y aunque el esfuerzo es necesario, la verdad es que uno puede discernir con mayores perspectivas de exactitud el karma de los individuos por los que uno no se siente atraído por simpatía personal ni nada parecido. Así pues, voy a hablarles de una individualidad que en una vida terrenal anterior fue un Iniciado en los Misterios que representaron un momento muy importante en la evolución de la humanidad. Esta individualidad fue un Iniciado en los Misterios Irlandeses, los Misterios de Hibernia, a los que me he referido en uno de los Dramas Misterio. Hubo muchas experiencias que tuvieron que pasar antes de que un hombre fuera llevado a través de la Iniciación a la sabiduría en la forma en que se le presentaba en estos Misterios Irlandeses. El aspirante a la Iniciación tenía que experimentar primero todo tipo de dudas que pueden surgir en el alma humana en relación con las grandes verdades de la existencia. Se le enseñaba a dudar, a ser completamente escéptico de todo, especialmente de las más altas verdades. Y sólo cuando había experimentado todo el sufrimiento, la sensación de tragedia, el abatimiento y la desesperación interior que acompañan a tal duda, sólo entonces era guiado a una comprensión completa de la verdad, primero como una experiencia imaginativa y pictórica y luego como una experiencia de la realidad espiritual. Así, todos los que alcanzaron la Iniciación en los Misterios de Hibernia habían aprendido no sólo a creer en la verdad sino también a no creer en ella. Sólo así su fidelidad a la verdad podía probarse como una fuerza potente e inquebrantable en la vida. Otro sentimiento también se despertó en aquellos que buscaban la sabiduría iniciática de Hibernia. Daba la sensación de que toda la existencia puede ser como la existencia terrenal: ilusoria, irreal. Los alumnos eran llevados a un punto en el que no sólo dudaban de la verdad, sino que experimentaban la nada, la no realidad de la existencia humana. Y entonces, para que el alumno pudiera experimentar las fuerzas etéricas en sus constantes transformaciones y las fuerzas físicas que, aunque involucradas en la destrucción, son restauradas una y otra vez por lo Espiritual, para que cuando fuera inducido al correcto estado anímico pudiera experimentar en una imaginación real las fuerzas destructivas y constructivas implícitas en toda la vida, era conducido ante dos poderosos pilares-estatuas. Se le exhortaba a presionar una de las estatuas; esto causaba una hendidura, pero como la sustancia de esta estatua era elástica en toda la forma, se restauraba una y otra vez y la estatua parecía como si estuviera viva. Y como la impresión producida por el toque real era recibida por el alumno en un ambiente de reverencia y solemnidad, se hacía consciente, interiormente, de la naturaleza esencial de lo vivo. La otra estatua estaba construida de tal manera que la presión dejaba una hendidura que desfiguraba la forma y no era sino hasta el día siguiente, cuando el alumno era llevado de nuevo ante esta estatua, que se restauraba la deformación. Así era presentada a los alumnos la constitución interna de lo Físico y lo Etérico, algo por lo tanto de la verdad revelada a la auto-observación. Luego eran llevados ante otras imágenes y así eran conducidos a una comprensión aún más completa. La experiencia de la realidad espiritual era fuerte e intensa en los alumnos e Iniciados de Hibernia. En efecto, en ciertas etapas de la Iniciación ya no prestaban mucha atención a la realidad física externa, tan intensamente conscientes eran de la realidad espiritual. En realidad, mientras estaba teniendo lugar el Misterio del Gólgota en la realidad física en Asia, el sacerdocio hibernio dirigía las ceremonias de tal manera que, en el mismo momento en que se cumplía el Misterio del Gólgota en la realidad física externa en Palestina, se promulgaba en forma de rito sagrado en un Centro de Misterios de Hibernia. Así, un hecho físico que tenía lugar en una región diferente de la Tierra era experimentado en la lejana Hibernia como un hecho espiritual. Esto le mostrará hasta qué punto los hombres eran guiados en esos Misterios de Hibernia.

Hay una individualidad que en aquellos primeros tiempos había alcanzado un cierto grado de iniciación en los Misterios del Hibernian y luego, más tarde, pasó a través de una encarnación femenina - pero la influencia de la encarnación de Hibernia causó una huella muy profunda en su alma. Luego, en una vida entre la muerte y un nuevo nacimiento, esta individualidad atravesó las experiencias que surgen cuando el karma se lleva a cabo en la esfera de Saturno. Todo el significado de lo que el alma había adquirido en una Iniciación Hiberniana - no en lo más alto sino en un cierto nivel - era visto en retrospectiva, en una perspectiva que se ampliaba a una vista de grandes acontecimientos cósmicos. La importancia del conocimiento que era posible adquirir en Hibernia se veía en su relación con toda la evolución pasada del hombre. En una majestuosa visión de la evolución cósmica se desvelaba cómo los anhelos y esfuerzos del hombre a lo largo de miles de años habían dado vida a esta Hibernia. Pero la era moderna le reservaba a esta individualidad un cuerpo y un tipo de educación por la cual los elementos más significativos se oscurecían - sin embargo, por todo esto llegó a una cierta expresión en consonancia con la civilización del siglo XIX. También en este caso, lo que se había retenido de la gran retrospección cósmica se transformó cuando el alma descendió a un cuerpo físico y se sometió a un tipo de educación que en realidad no se ajustaba a las experiencias vividas en una iniciación hibernia y elaborada en la esfera de Saturno. Cuando el alma descendió, todo esto se transformó en ideales que se extienden hacia el futuro. Pero como el cuerpo era el de un francés del siglo XIX y, por lo tanto, totalmente diferente de los notables cuerpos de los antiguos Iniciados irlandeses, mucho se desvanecía en el fondo, transformándose en imágenes sublimes pero fantásticas que, sin embargo, tienen cierto poder, cierta grandeza. Esta individualidad se reencarnó en Victor Hugo.

Ahí también podemos percibir cómo funciona el karma, incluso cuando dos encarnaciones difieren tanto como las vidas del Iniciado irlandés y de Victor Hugo. Porque no es en las similitudes externas donde debemos buscar la evidencia del funcionamiento del karma; más bien debemos ser observadores de aquellas cosas que en los profundos cimientos del ser de un hombre son llevadas a través del karma de una vida terrenal a otra. La percepción del karma de un ser humano individual, o incluso del propio karma, requiere la actitud correcta, el estado de ánimo correcto del alma. Todo el estudio del karma se profana si este estudio se lleva a cabo en la actitud de la mente que surge de nuestra educación y civilización modernas. 

El estado de ánimo en el que todas las enseñanzas sobre el karma deben ser recibidas es el de la piedad, de la reverencia. Cuando el hombre se acerca a una verdad relacionada con el karma, su alma debería sentirse como si se levantara parte del velo de Isis. Porque en verdad es el karma el que revela, de la manera más íntimamente conectada con la vida humana, lo que Isis era - el Ser designado exteriormente como: "Soy lo que fue, es y será". Esta debe seguir siendo la actitud del alma en todo estudio del karma humano. En realidad, sólo cuando estudiamos el karma de la manera en que lo hemos estado haciendo ahora y habiendo observado cómo se lleva a cabo en el proceso de la evolución del mundo adquirimos la reverencia que corresponde a dicho estudio, entonces y sólo entonces podemos contemplar con la actitud correcta del alma lo que puede ser nuestro propio karma, percibiendo cómo desde vidas terrenales anteriores se ha desarrollado y tomado forma como resultado de las experiencias en los mundos espirituales de las estrellas entre la muerte y un nuevo nacimiento. 

Con todo nuestro ser miramos los mundos suprasensibles cuando "leemos" el karma con la correcta actitud del alma. Porque el estudio del karma nos familiariza con leyes que están en total contraste con las leyes de la naturaleza externa. 

En el mundo externo, las relaciones de la naturaleza tienen influencia, pero estas deben ser descartadas por completo y debemos ser capaces de mirar las relaciones del espíritu si queremos discernir la ley que opera en el funcionamiento del karma. Claramente, la mejor preparación para esto será estudiar ejemplos iluminadores del karma en la historia del mundo, para que se pueda arrojar luz sobre las cosas que son importantes para nosotros en la vida y la observación de nuestro propio karma.

Hablando de personalidades características para ilustrar el funcionamiento del karma en la historia del mundo, quería prepararlos para otros estudios de este tipo durante los próximos días.


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