GA140 Munich 26 de noviembre de 1912 La vida entre la muerte y el nuevo nacimiento La mirada retrospectiva a la vida terrenal en el Kamaloka. La coexistencia gradual con los seres de las Jerarquías superiores.

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RUDOLF STEINER


 LA VIDA  ENTRE LA MUERTE Y EL NUEVO NACIMIENTO


Munich 26 de noviembre de 1912

5ª conferencia


A menudo se ha explicado que no es tan fácil investigar y describir el reino de lo oculto como se piensa comúnmente. Si uno desea proceder concienzudamente en este ámbito, sentirá la necesidad de hacer repetidamente nuevas investigaciones en capítulos importantes de la investigación espiritual. En los últimos meses me ha tocado, entre otras muchas cosas, hacer nuevas investigaciones sobre un tema del que hemos hablado a menudo aquí. Como resultado de tales investigaciones surgen nuevos aspectos.

Hoy volveremos a tratar la vida entre la muerte y el renacimiento, aunque sólo pueda hacerse a grandes rasgos. Esto no significa que haya que cambiar en nada lo que se ha dicho anteriormente. Precisamente en relación con este capítulo no es así, pero en el estudio de los hechos suprasensibles debemos considerarlos siempre desde el mayor número de puntos de vista posible. Así que hoy consideraremos desde un punto de vista universal mucho de lo que se ha presentado en mis libros Teosofía o Ciencia Oculta más bien desde el aspecto de la experiencia humana inmediata. Los hechos son los mismos, pero no debemos imaginar que los conocemos plenamente cuando se han descrito desde un único punto de vista. Los hechos ocultos son tales que debemos movernos alrededor de ellos, por así decirlo, y examinarlos desde todos los puntos de vista. En lo que respecta a la ciencia espiritual, es demasiado común el error de que se emitan juicios por parte de personas que han oído unas pocas afirmaciones sobre un tema sin haber tenido la paciencia de permitir que lo que se puede decir desde otros aspectos actúe sobre ellos. Sin embargo, tal como se señaló en la conferencia pública de ayer, las verdades de la investigación espiritual pueden ser comprendidas por el sentido común.

Hoy no prestaremos tanta atención a la etapa después de la muerte en la que comienza la vida en kamaloca, sino que consideraremos el punto al final de kamaloca en el que comienza la vida en lo espiritual propiamente dicha. Este período dura hasta que el alma desciende a una nueva encarnación y vuelve a entrar en la vida terrenal.

Se puede comunicar algo sobre estos asuntos porque, como se sabe, la visión clarividente le lleva a uno al mismo reino en el que el ser humano habita entre la muerte y el renacimiento. En la iniciación se experimenta, aunque de manera diferente, lo que ocurre entre la muerte y el renacimiento. Esto explica el hecho de que uno pueda comunicar algo sobre este reino.

Para empezar, deseo mencionar dos puntos fundamentales de la percepción clarividente que también ayudarán a nuestra comprensión de la vida después de la muerte. A menudo se ha llamado la atención sobre la gran diferencia entre la vida en el mundo suprasensible y la vida en el mundo físico y material. Por ejemplo, el proceso de conocimiento es totalmente diferente en el mundo suprasensible de lo que es en la tierra. En el mundo físico, los objetos se presentan a nuestros sentidos, produciendo impresiones de color y luz en nuestros ojos, impresiones audibles en nuestros oídos y otras impresiones en otros órganos de los sentidos. Para percibir los objetos debemos movernos por el mundo. Para percibir un objeto a distancia, debemos ir hacia él. En resumen, en el mundo de los sentidos debemos movernos para percibir las cosas. Con las percepciones suprasensibles ocurre lo contrario. Cuanto más tranquila esté el alma, cuanto más se excluya todo lo que se interponga en el movimiento interior, cuanto menos nos esforcemos por atraer una cosa hacia nosotros, cuanto más tiempo seamos capaces de esperar, más segura llegará la percepción y más verdadera será la experiencia que obtengamos de ella. En el mundo suprasensible debemos permitir que las cosas se acerquen a nosotros. Este es un punto esencial. Debemos desarrollar el silencio interior. Entonces las cosas vendrán a nosotros.

La segunda cuestión que quiero plantear es la siguiente. El modo en que el mundo suprasensible se enfrenta a nosotros depende de lo que traigamos del mundo sensorial ordinario. Esto es importante. Puede dar lugar a considerables dificultades anímicas en el mundo suprasensible. Por ejemplo, puede ser muy doloroso darse cuenta en el mundo suprasensible de que hemos amado a una persona menos de lo que deberíamos haber hecho, menos de lo que merecía ser amada por nosotros. Este hecho se presenta ante la mirada espiritual de quien ha entrado en el mundo suprasensible con una intensidad mucho mayor que la que podría darse en el mundo físico. Además, hay algo más que puede causar gran dolor a quien tiene conciencia clarividente. Ninguna de las fuerzas que podemos extraer del mundo suprasensible puede cambiar o mejorar en modo alguno una relación del alma en lo físico que reconocemos que ha sido incorrecta. Ésta no puede ser corregida por fuerzas extraídas del mundo espiritual. Esta experiencia es infinitamente más dolorosa que cualquier cosa que podamos experimentar en el mundo físico. Da lugar a un sentimiento de impotencia ante la necesidad del karma que sólo puede vivirse en el mundo físico. El alumno de la ciencia oculta se enfrenta a estos dos factores después de haber progresado un poco. Aparecen inmediatamente en la vida entre la muerte y el renacimiento. Supongamos que poco después de la muerte nos encontramos con una persona que murió antes que nosotros.  Nos encontramos con él, y sentimos las relaciones totales que teníamos con él aquí en la tierra. Nos encontramos con el que murió antes, al mismo tiempo o después de nosotros, y sentimos que así estuvimos con él en vida. Esa era nuestra relación con él. Pero mientras que en el mundo físico, cuando nos damos cuenta de que hemos cometido una injusticia con alguien en el sentimiento o en los hechos, somos capaces de hacer el ajuste necesario, en la vida después de la muerte no somos capaces de hacerlo, directamente. La comprensión clara de la naturaleza de la relación está ahí, pero a pesar de la plena conciencia de que debería ser diferente, somos incapaces de cambiar nada. Para empezar, las cosas deben seguir siendo como son. La depresión que provocan muchos reproches se debe a que uno es claramente consciente de que una relación no era correcta, pero hay que dejarla como está. Sin embargo, uno siente todo el tiempo que debería ser diferente. Este estado de ánimo debe trasladarse a toda la vida después de la muerte. Después de la muerte nos damos cuenta con más fuerza de lo que hicimos mal durante nuestra vida en la tierra, pero somos incapaces de cambiar nada. Las cosas deben seguir su curso, a pesar de todo. Miramos hacia atrás lo que hemos hecho y debemos experimentar plenamente las consecuencias de nuestros actos, sabiendo muy bien que nada puede ser alterado.

No se trata sólo de las relaciones con otros seres humanos, sino de toda la configuración de nuestra alma después de la muerte, que depende de una serie de factores. Para empezar, permítanme describir la vida después de la muerte en forma de imaginaciones. Si tomamos las palabras "Visiones" o "Imaginaciones" en el sentido en que las expliqué ayer, no surgirá ningún malentendido. El hombre percibe el mundo físico a través de sus órganos sensoriales. Después de la muerte, vive en un mundo de visiones, pero estas visiones son imágenes especulares de la realidad. Al igual que aquí, en el mundo físico, no percibimos inmediatamente la naturaleza interna de la rosa, sino el enrojecimiento externo, tampoco tenemos una percepción directa de un amigo o un hermano fallecido, sino que nos encontramos con una imagen visionaria. Estamos envueltos en la nube de nuestras visiones, por así decirlo, pero sabemos claramente que estamos junto al otro ser. Es una relación real, de hecho más real de lo que puede ser una relación entre una persona y otra en la tierra.

En el primer período después de la muerte percibimos un alma a través de la imagen. También después del periodo de kamaloca las visiones que nos rodean, y que experimentamos, apuntan, en su mayor parte, a lo que experimentamos en la tierra. Sabemos, por ejemplo, que un amigo muerto está ahí fuera de nosotros, en el mundo espiritual. Lo percibimos a través de nuestras visiones. Nos sentimos totalmente unidos a él. Sabemos exactamente cómo estamos relacionados con él. Sin embargo, lo que percibimos principalmente es lo que ocurrió entre nosotros en la tierra. Esto, para empezar, se viste en nuestra visión. Lo principal son las consecuencias de nuestra relación terrenal, al igual que incluso después del periodo de kamaloca vivimos las consecuencias de nuestra existencia terrenal. La nube de visiones que nos envuelve depende totalmente de cómo hayamos pasado nuestra existencia terrenal.

En el primer período de kamaloca el alma está recubierta, como en una nube, por sus Imaginaciones. Al principio la nube es oscura. Cuando ha transcurrido algún tiempo después de la muerte, la visión Imaginativa percibe gradualmente que esta nube comienza a iluminarse como si fuera irradiada por los rayos del sol de la mañana. Cuando la Inspiración se añade a la cognición Imaginativa, nos damos cuenta de que vivimos, al principio, en la nube de nuestras experiencias terrenales. Estamos envueltos por ellas. Sólo somos capaces de relacionarnos con los que han muerto y con los que estuvimos juntos en la tierra, o con los que todavía están en la tierra y son capaces de ascender con su conciencia al mundo espiritual. Lo que hemos caracterizado para la cognición imaginativa como la iluminación de la nube de nuestras visiones desde un lado por una luz resplandeciente apunta al acercamiento de las jerarquías a nuestro propio ser. Ahora comenzamos a vivir en el reino de la espiritualidad superior. Anteriormente, sólo estábamos conectados con el mundo que traíamos con nosotros. Ahora la vida de las jerarquías superiores comienza a brillar hacia nosotros, a penetrar en nosotros. Pero para entender este proceso, debemos adquirir cierta comprensión de las relaciones de tamaño percibidas a través de la cognición imaginativa cuando el alma sale del cuerpo físico.

Esto sucede realmente cuando atravesamos la puerta de la muerte. Nuestro ser se expande y se hace cada vez más grande. No es un concepto fácil, pero es lo que realmente ocurre. Sólo en la tierra nos consideramos limitados dentro de los límites de nuestra piel. Después de la muerte nos expandimos en los espacios infinitos, creciendo cada vez más. Cuando hemos llegado al final del periodo kamaloca, nos extendemos literalmente hasta la órbita de la luna alrededor de la tierra. En el lenguaje del ocultismo nos convertimos en habitantes de la Luna. Nuestro ser se ha expandido hasta tal punto que su límite exterior coincide con el círculo descrito por la luna alrededor de la tierra. Hoy no puedo entrar en las posiciones relativas de los planetas. Una explicación de lo que aparentemente no concuerda con la astronomía ortodoxa puede encontrarse en las conferencias de Düsseldorf, Jerarquías espirituales y su reflejo en el mundo físico: Zodiaco, Planetas, Cosmos.

De esta manera, nos adentramos en el espacio cósmico, en todo el sistema planetario, aunque primero en lo que el ocultista llama la esfera de Mercurio. Es decir, después del período de kamaloca nos convertimos en habitantes de Mercurio. Sentimos realmente que habitamos el espacio cósmico. Así como durante nuestra existencia física nos sentimos moradores de la tierra, entonces nos sentimos moradores de Mercurio. No puedo describir los detalles ahora, pero la siguiente experiencia consciente está presente. Ahora no estamos encerrados en una fracción de espacio tan pequeña como durante nuestra existencia terrestre, sino que la amplia esfera delimitada por la órbita de Mercurio está dentro de nuestro ser. La forma en que vivamos este período depende también de cómo nos hayamos preparado en la tierra - de las fuerzas que hayamos imbuido en la tierra para crecer en la relación correcta o incorrecta con la esfera de Mercurio.

Para comprender estos hechos podemos comparar dos o más personas mediante la investigación oculta, pero tomaremos dos. Por ejemplo, consideremos a un hombre que pasó por la puerta de la muerte con una actitud inmoral y a otro que pasó por la puerta de la muerte con una actitud moral del alma. Es perceptible una diferencia considerable que se hace evidente cuando consideramos la relación de una persona con otra después de la muerte. Para el hombre con una actitud moral del alma, las imágenes están presentes, envolviendo el alma y puede tener un cierto grado de comunión en todas partes con otros seres humanos. Esto se debe a su actitud moral. Un hombre con una actitud inmoral del alma se convierte en una especie de ermitaño en el mundo espiritual. Por ejemplo, sabe que otro ser humano también está en el mundo espiritual. Sabe que está junto a él, pero es incapaz de salir de la prisión de su nube de imaginaciones y acercarse a él. La moral nos convierte en seres sociales en el mundo espiritual, en seres que pueden tener contacto con otros. La falta de moral nos convierte en ermitaños en el mundo espiritual y nos transporta a la soledad. Esta es una importante conexión causal entre la muerte y el renacimiento.

Esto también es cierto en el curso posterior de los acontecimientos. En un período posterior, después de haber pasado por la esfera de Mercurio, que en lo oculto llamamos la esfera de Venus, nos sentimos como habitantes de Venus. Allí, entre Mercurio y Venus, donde nuestra nube de visiones es irradiada desde el exterior, los Seres de las jerarquías superiores pueden acercarse al ser humano. Ahora bien, también depende de si nos hemos preparado de la manera adecuada para ser recibidos como espíritus sociales en las filas de las jerarquías y tener comunión con ellas, o si nos vemos obligados a pasar de largo como ermitaños. Que seamos espíritus sociales o solitarios depende de otro factor. Mientras que en la esfera anterior sólo podemos ser sociables si esto ha sido preparado en la tierra como resultado de la moral, en la esfera de Venus el poder que nos lleva a la comunidad, a una especie de vida social, se debe a nuestra actitud religiosa en la tierra. Ciertamente nos condenamos a convertirnos en ermitaños en la esfera de Venus si no hemos desarrollado sentimientos religiosos durante la vida terrenal, sentimientos de unión con el Infinito, con lo Divino. La investigación oculta observa que como resultado de una tendencia atea en el alma, de rechazar la conexión de nuestra naturaleza finita con la infinita, el ser humano se encierra en su propia prisión. Es un hecho que los adherentes de la Unión Monista, con su credo que no promueve una actitud verdaderamente religiosa, se están preparando para una condición en la que ya no podrán formar ninguna Unión Monista, sino que serán relegados cada uno a su propia prisión separada.

Esto no pretende ser un principio en el que se basen los juicios. Es un hecho que se presenta a la observación oculta como consecuencia de una actitud religiosa o irreligiosa del alma durante la vida terrenal. En el curso de la evolución se han establecido en la tierra muchas religiones diferentes, todas ellas emanadas esencialmente de una fuente común. Sus fundadores han tenido que contar con el temperamento de los diferentes pueblos, con el clima y con otros factores a los que las religiones debían ajustarse. Por lo tanto, está en la naturaleza de las cosas que las almas no llegaron a esta esfera de Venus con una conciencia religiosa común, sino con una nacida de su credo particular.

Los sentimientos definidos por lo espiritual que están teñidos por tal o cual credo religioso hacen que en la esfera de Venus un hombre tenga comunidad sólo con aquellos de sentimientos afines que compartieron el mismo credo durante la vida terrenal. En la esfera de Venus los individuos están separados según sus credos particulares. En la tierra se han dividido hasta ahora en razas según las características externas. Aunque la configuración de los grupos en la esfera de Venus corresponde en general a las agrupaciones de personas aquí en la tierra porque las conexiones raciales están relacionadas con los credos religiosos, las agrupaciones no se corresponden del todo porque allí se reúnen según su comprensión de un credo particular. Como resultado de la experiencia relacionada con un credo particular, las almas se encierran dentro de ciertos límites. En la esfera de Mercurio un hombre tiene, sobre todo, comprensión para aquellos con los que estuvo conectado en la tierra. Si ha tenido una actitud moral del alma, en la esfera de Mercurio tendrá una relación real con aquellos con los que se relacionó durante su vida terrenal. En la esfera de Venus, se incorpora a una de las grandes comunidades religiosas a las que perteneció durante su existencia terrenal en virtud de su constitución de alma.

La siguiente esfera es la del Sol, en la que nos sentimos habitantes del Sol durante un período definido entre la muerte y el renacimiento. Durante este período aprendemos a conocer la naturaleza del Sol, que es muy distinta a la que describe la astronomía. Aquí también se trata de vivir correctamente en la esfera del Sol. Ahora tenemos la experiencia sobresaliente, y surge en el alma como un poder elemental, que todas las diferenciaciones entre las almas humanas deben cesar. En la esfera de Mercurio estamos más o menos limitados al círculo de aquellos con los que estábamos relacionados en la tierra. En la esfera de Venus sentimos afinidad con aquellos que tuvieron experiencias religiosas similares a las nuestras en la tierra y seguimos encontrando satisfacción sólo entre estas comunidades. Pero en la esfera del Sol el alma es consciente de una profunda soledad si no tiene comprensión para las almas que entran en esta esfera, como es el caso de Félix Balde, por ejemplo. Ahora bien, en la antigüedad las condiciones eran tales que en la esfera de Venus las almas se encontraban en las zonas de las diversas religiones, encontrando y dando comprensión en ellas. Como todas las religiones han surgido de una fuente común, cuando el ser humano entraba en la esfera del Sol tenía en él tanto de la antigua herencia común que podía acercarse a todas las demás almas de la esfera del Sol y estar junto a ellas, comprenderlas, ser un espíritu social entre ellas.

En aquellos períodos más antiguos de la evolución, las almas no podían hacer mucho por sí mismas para satisfacer el anhelo que allí surgía. Dado que sin la intervención humana existía un núcleo humano común en la humanidad, era posible que las almas tuvieran relaciones con otras pertenecientes a diferentes credos. En el antiguo brahmanismo, en el chino y en otras religiones de la tierra, había tanto del núcleo común de la religión que las almas de la esfera del Sol se encontraban en ese hogar primigenio, fuente de toda vida religiosa. Esto cambió en el período medio de la tierra. La conexión con la fuente primigenia de las religiones se perdió y sólo se puede volver a encontrar a través del conocimiento oculto. Por lo tanto, en el presente ciclo de evolución el hombre también debe prepararse para entrar en la esfera del Sol estando todavía en la tierra, porque la comunidad no surge allí por sí misma. Este es también un aspecto del significado del Misterio del Gólgota, del cristianismo. Gracias a él, los seres humanos en el presente ciclo de evolución pueden prepararse en la tierra de tal manera que se logre la comunidad universal en la esfera solar. Para ello, el Espíritu del Sol, el Cristo, tuvo que bajar a la tierra. Desde su venida, ha sido posible para las almas en la tierra encontrar el camino hacia la comunidad universal en la esfera del Sol entre la muerte y el renacimiento.

Se podría añadir mucho en apoyo de la universalidad que nace del Misterio de Cristo cuando se entiende correctamente. Se ha dicho mucho en el curso de los años, pero el Misterio de Cristo puede ser iluminado siempre y de nuevo desde nuevos aspectos. A menudo se dice que el énfasis especial del Misterio de Cristo crea prejuicios contra otros credos, y eso se adelanta porque en nuestro Movimiento Antroposófico de Europa Central se ha puesto especial énfasis en él. Tal reproche es totalmente ininteligible. El verdadero significado del Misterio de Cristo sólo se ha descubierto desde el aspecto oculto en los tiempos modernos. Si un budista dijera: "Ustedes colocan al cristianismo por encima del budismo porque atribuyen al Cristo una posición especial que no está indicada en mis libros sagrados, y por lo tanto tienen prejuicios contra el budismo", eso sería tan sensato como si el budista afirmara que la visión copernicana del universo no puede ser aceptada porque tampoco está contenida en sus escritos sagrados. El hecho de que las cosas se descubran en una fecha posterior no tiene nada que ver con la justificación igualitaria de las creencias religiosas.

El Misterio del Gólgota es tal que no puede ser considerado como un privilegio especial. Es un hecho científico-espiritual que puede ser reconocido por todo sistema religioso, al igual que el sistema copernicano. No se trata de justificar algún credo que hasta ahora no ha comprendido el Misterio del Gólgota, sino que se trata de captar el hecho espiritual-científico del Gólgota. Si esto es ininteligible, aún lo es más hablar de una comparación abstracta de todos los credos y decir que hay que aceptar una similitud abstracta entre ellos. Los diferentes credos no deben ser comparados con lo que el cristianismo ha llegado a ser como credo, sino con la esencia que está contenida en el cristianismo mismo.

Tomemos el credo hindú. No se recibe a nadie en este credo que no sea hindú. Está relacionado con un pueblo, y esto es válido para la mayoría de los credos antiguos. El budismo ha roto esta restricción, pero si se entiende correctamente, también se aplica a una comunidad particular. Pero ahora consideremos los hechos externos. Si en Europa tuviéramos un credo similar, digamos, al credo hindú, estaríamos obligados a jurar lealtad al antiguo dios Wotan. Wotan era un dios nacional, un dios relacionado con una estirpe racial definida. Pero, ¿qué ha ocurrido de hecho en Occidente? No es un dios nacional el que ha sido aceptado, sino, en lo que respecta a su apariencia externa, una personalidad ajena. Jesús de Nazaret ha sido aceptado desde fuera. Mientras que los demás credos tienen esencialmente algo de egoísta en el sentido religioso y no quieren traspasar sus límites, Occidente se ha distinguido por el hecho de que ha suprimido su sistema religioso egoísta -por ejemplo, la antigua religión de Wotan- y, en aras de su sustancia interior, ha aceptado un impulso que no surgió de su propia carne y sangre. En lo que respecta a Occidente, el cristianismo no es el credo egoísta que los otros fueron para los diferentes pueblos. Este es un factor de considerable importancia que también se ve confirmado por los acontecimientos externos. La universalidad del cristianismo se ve reforzada por el hecho de que el cristianismo sitúa realmente el Misterio del Gólgota en el centro de la evolución de la humanidad.

El cristianismo aún no ha hecho grandes progresos en su desarrollo porque incluso ahora no se han distinguido claramente dos aspectos. Sólo se distinguirán lentamente y por grados. ¿Quién, en el verdadero sentido del Misterio del Gólgota, es un cristiano? Es aquel que sabe que en el Misterio del Gólgota ocurrió algo real, que el Espíritu del Sol vivió en el Cristo, que Cristo derramó su Ser sobre la tierra, que Cristo murió por todos los hombres. Aunque Pablo declaró que Cristo murió no sólo por los judíos sino también por los paganos, estas palabras aún hoy son poco comprendidas. No se entenderá el cristianismo hasta que se comprenda que Cristo cumplió la Gesta del Gólgota por todos los seres humanos. Porque una cosa es el poder real que brotó del Gólgota y otra su comprensión. Hay que esforzarse por conocer quién es realmente el Cristo, pero desde el Misterio del Gólgota nuestra actitud hacia todo hombre sólo puede expresarse así. Sea cual sea tu credo, Cristo también murió por ti, y su significado para ti es el mismo que para cualquier otro ser humano.

Una verdadera comprensión del Misterio del Gólgota nos lleva a preguntarnos sobre cada persona que encontramos: "¿Cuánto hay en él de verdadero cristianismo, independientemente de sus creencias particulares?" Porque el hombre debe adquirir cada vez más conciencia de lo que es real en él conocer algo del Misterio de Cristo es naturalmente un ideal elevado. Esto se generalizará con el paso del tiempo, y a él pertenecerá la necesidad de comprender el Misterio del Gólgota. Pero esto es diferente del concepto que se puede tener del Misterio del Gólgota, de su universalidad que vale para todos los seres humanos. Aquí lo esencial es que el alma sienta que esto nos convierte en seres sociales en la esfera del Sol. Si nos sentimos encerrados en algún credo, nos convertimos en ermitaños allí. Somos seres sociales en la esfera del Sol si comprendemos la universalidad del Misterio del Gólgota. Entonces podemos encontrar una relación con cada ser que se acerca a nosotros en la esfera del Sol. Como resultado de la comprensión del Misterio del Gólgota que adquirimos durante la vida terrenal dentro de nuestro ciclo de evolución, nos convertimos en seres capaces de movernos libremente en la esfera del Sol.

¿De qué debemos ser capaces durante este período entre la muerte y el renacimiento?

Llegamos ahora a un hecho sumamente importante para el ocultismo moderno. Aquellos seres humanos que vivieron en la tierra antes del Misterio del Gólgota -lo que estoy diciendo ahora es esencialmente correcto, aunque no en detalle- encontraron el Trono de Cristo en la esfera del Sol con el Cristo sobre él. Fueron capaces de reconocerlo porque el viejo legado de la fuente común de todas las religiones aún vivía en ellos. Pero el Espíritu de Cristo bajó del Sol, y en el Misterio del Gólgota fluyó a la vida de la tierra. Dejó el Sol, y entre la muerte y el renacimiento sólo se encuentra la imagen akásica del Cristo en la esfera del Sol. El trono no está ocupado por el Cristo real. Debemos sacar de la tierra el concepto de nuestra conexión viva con el Cristo para que a través de la imagen akásica tengamos una relación viva con Él. Entonces es posible que tengamos al Cristo también desde la esfera solar y que Él estimule todas las fuerzas en nosotros que son necesarias si queremos pasar por la esfera solar de la manera correcta.

Nuestro viaje entre la muerte y el renacimiento prosigue más allá. Hemos extraído del reino terrenal el poder vivir, mediante una actitud anímica moral y religiosa, en los seres humanos con los que estuvimos juntos en la tierra, y luego en las jerarquías superiores. Pero este poder se desvanece gradualmente, se vuelve cada vez más tenue, y lo que queda es esencialmente el poder que extrajimos en la tierra del Misterio del Gólgota. Para que podamos encontrar nuestro camino en la esfera del Sol, aparece allí un nuevo Portador de Luz, un Ser que debemos aprender a conocer en su poder primario. Traemos con nosotros desde la tierra una comprensión del Cristo, pero para desarrollar una etapa más, de modo que podamos proceder en el universo desde la esfera del Sol hasta Marte, necesitamos reconocer el segundo Trono que está junto al Trono del Cristo en el Sol. Esto es posible simplemente en virtud del hecho de que somos almas humanas. De este otro Trono aprendemos ahora a conocer al otro Ser que, junto con el Cristo, nos conduce hacia adelante. Este otro Ser es Lucifer. Aprendemos a conocer a Lucifer, y a través de los poderes que él es capaz de impartirnos hacemos el viaje posterior a través de las esferas de Marte, Júpiter y Saturno.

Nos expandimos cada vez más en el espacio cósmico, pero al salir de la esfera de Saturno nuestro estado de conciencia cambia. Entramos en una especie de crepúsculo cósmico. No podemos llamarlo sueño cósmico, sino crepúsculo cósmico. Ahora, por primera vez, los poderes de todo el cosmos pueden trabajar sobre nosotros. Trabajan desde todos los lados, y nosotros los recibimos en nuestro ser. Así que después de que nos hayamos expandido en las esferas, hay un período entre la muerte y el renacimiento en el que las fuerzas de todo el cosmos fluyen hacia nuestro ser desde todos los lados, desde todos los reinos estelares, por así decirlo. Entonces empezamos a juntarnos de nuevo, pasamos por las diferentes esferas hasta llegar a la esfera de Venus, contactamos y nos hacemos cada vez más pequeños hasta que llega el momento en que podemos volver a unirnos con un germen humano terrestre.

¿Qué clase de ser somos cuando nos unimos a este germen? Somos el ser que hemos descrito, pero hemos recibido en nosotros las fuerzas de todo el cosmos. Lo que recibimos durante el viaje exterior depende del grado en que nos hayamos preparado para ello, y nuestro karma se forma según la manera en que hemos convivido con los seres humanos que hemos conocido durante la vida en la tierra. Las fuerzas por medio de las cuales se produce un ajuste en una nueva vida terrestre se construyen como resultado de haber estado junto a esos seres humanos después de la muerte. Que aparezcamos como un ser humano, que seamos capaces interiormente de tener un karma imbuido de fuerzas cósmicas, depende del hecho de que hayamos recibido fuerzas de todo el cosmos durante un cierto período entre la muerte y el nuevo nacimiento. Al nacer, un ser que se ha contraído hasta las más mínimas dimensiones, pero que ha atraído hacia sí las fuerzas de la amplia extensión de todo el cosmos, se une con el germen físico humano. Llevamos todo el cosmos dentro de nosotros cuando nos encarnamos de nuevo en la tierra. Puede decirse que llevamos este cosmos dentro de nosotros en la forma en que puede unirse con la actitud que, de acuerdo con nuestra existencia terrestre anterior, habíamos traído con nosotros en nuestras almas en el viaje de ida cuando nos expandíamos en las esferas.

Tiene que producirse una doble adaptación. Nos adaptamos a todo el cosmos y a nuestro karma anterior. El hecho de que también hay una adaptación al karma anterior que debe armonizarse en el cosmos me llegó de forma extraordinaria durante las investigaciones de los últimos meses en relación con casos individuales. Digo, expresamente, en casos individuales porque no quiero afirmar con ello una ley general. Cuando una persona pasa por la puerta de la muerte, muere bajo una determinada constelación de estrellas. Esta constelación es significativa para su vida posterior del alma porque allí queda como una huella. En su alma queda el esfuerzo de entrar en esta misma constelación en un nuevo nacimiento, para hacer justicia una vez más a las fuerzas recibidas en el momento de la muerte. Es interesante el hecho de que si se elabora la constelación en el momento de la muerte y se compara con la constelación del nacimiento posterior, se encuentra que coincide en gran medida con la constelación de la muerte anterior. Hay que tener en cuenta que la persona nace en otro punto de la tierra que se corresponde con esta constelación. De hecho, se adapta al cosmos, se integra en el cosmos, y así se establece un equilibrio en el alma entre la vida individual y la cósmica.

Kant dijo una vez de forma muy bella que había dos cosas que le elevaban especialmente: los cielos estrellados sobre él y la ley moral dentro de él. Esta es una hermosa expresión que se ve confirmada por el ocultismo. Ambas cosas son lo mismo: los cielos estrellados sobre nosotros y lo que llevamos como ley moral dentro de nosotros. Porque cuando crecemos en el espacio cósmico entre la muerte y el nuevo nacimiento, llevamos los cielos estrellados dentro de nosotros, y por lo tanto en el alma llevamos como actitud moral una imagen de espejo de los cielos estrellados. Aquí tocamos uno de los puntos en los que la antroposofía sólo puede desarrollarse en un sentimiento de lo moral-universal. Lo que parece ser teoría se transforma inmediatamente en impulsos morales del alma. Aquí el ser humano siente la plena responsabilidad hacia su propio ser, pues se da cuenta de que entre la muerte y el nuevo nacimiento todo el cosmos trabajó en su ser, y él recogió lo que derivó del cosmos. Es responsable ante todo el cosmos, pues en realidad lleva todo el cosmos en su interior.

Se ha intentado expresar este sentimiento en un pasaje de La prueba del alma, en el monólogo de Capesius, donde se dice: "En tu mundo pensante se tejen pensamientos...". Se llama la atención sobre el significado que tiene para el alma el hecho de sentir que es un deber sagrado del hombre hacer surgir las fuerzas que uno ha recogido del cosmos, y que el mayor pecado es dejar que estas fuerzas queden en barbecho.

Las investigaciones concretas mostraron que tomamos todo el cosmos en nuestro ser y lo sacamos de nuevo en nuestra existencia terrenal. De las fuerzas que el hombre lleva consigo, sólo unas pocas tienen su origen en la tierra. Estudiamos al hombre en relación con las fuerzas que actúan en los cuerpos físico, etérico y astral, y en el ego. Por supuesto, las fuerzas que actúan en nuestro cuerpo físico vienen a nosotros desde la tierra, pero no podemos sacar directamente de la tierra las fuerzas que necesitamos para el cuerpo etérico. Estas fuerzas sólo pueden acercarse a nosotros entre la muerte y el renacimiento durante el período en que nos expandimos en las esferas planetarias. Si uno adopta una actitud inmoral del alma en estas esferas, no podrá atraer las fuerzas adecuadas durante el tiempo entre la muerte y un nuevo renacimiento. Un hombre que no ha desarrollado impulsos religiosos no puede atraer las fuerzas correctas en la esfera de Venus, y por ello las fuerzas que se necesitan en lo etérico pueden quedar anquilosadas. Aquí vemos la conexión kármica que existe entre las vidas posteriores y las anteriores. Esto indica cómo el conocimiento que obtenemos a través del ocultismo puede convertirse en impulsos en nuestra vida del alma y cómo la conciencia de lo que somos puede llevarnos a elevarnos a una vida cada vez más espiritual.

Lo que fue preparado por el Misterio del Gólgota es necesario en nuestro actual ciclo de evolución para que entre la muerte y un nuevo nacimiento el hombre pueda vivir de forma correcta en la esfera solar. La ciencia espiritual tiene que lograr que el ser humano esté en condiciones de crecer incluso más allá de la esfera solar con la conciencia universal-humana, espiritualmente social, que se necesita allí. En lo que respecta a la propia esfera solar, la conexión que se experimenta con el Misterio del Gólgota es suficiente. Pero para llevar el sentimiento y la comprensión de lo humano-universal más allá de la esfera solar, debemos ser capaces de captar, en el sentido antroposófico, la relación de las diversas religiones entre sí. Debemos ir más allá de un credo estrechamente circunscrito con sus matices particulares de sentimiento y comprender a cada alma, independientemente de su creencia. Sobre todo, entre la muerte y el renacimiento se cumple una cosa relacionada con el impulso de Cristo. Está contenida en las palabras: "Donde dos o tres están reunidos en mi Nombre, allí estoy yo en medio de ellos". La reunión de dos o tres no está conectada por Cristo con esta o aquella creencia. La posibilidad de que Él esté en medio de ellos se da en la medida en que están unidos en Su Nombre.

Lo que se ha cultivado durante años, a través de las representaciones de las Obras de Misterio, y especialmente la última (El Guardián del Umbral), debería proporcionar una comprensión espiritual-científica para lo que es esencial en nuestra época. Por un lado, tenemos que adquirir una relación con el impulso de Cristo, por otro, con los Poderes que se oponen a Él - los impulsos de Lucifer y Ahriman. Debemos darnos cuenta de que tan pronto como salgamos de Maya, tenemos que tratar con los Poderes que despliegan fuerzas en el cosmos. En la evolución de la humanidad se acerca cada vez más el momento en que debemos aprender a discernir el ser esencial en lugar de la enseñanza. Esto no es tan evidente en ninguna parte como en relación con el Misterio del Gólgota. Lo esencial es el Ser, no el mero contenido de las palabras.

Me gustaría que lo siguiente se pusiera a prueba con exactitud. De hecho, es más fácil tratar con personas que ponen a prueba lo que se dice de las fuentes ocultas. No hay nada similar en ninguno de los otros credos a las profundidades que se revelan a través del Misterio del Gólgota.

Un prejuicio particular aún prevalece hoy en día. La gente habla como si las cosas debieran ocurrir en el mundo como en una escuela, como si todo dependiera del Maestro del Mundo. Pero el Cristo no es un Maestro del Mundo, sino un Hacedor del Mundo, es en quien se ha cumplido el Misterio del Gólgota, y cuyo Ser debe ser reconocido. Esa es la cuestión. Lo poco que es cuestión de las meras palabras, del mero contenido doctrinal, lo aprendemos de las hermosas palabras pronunciadas por el Cristo: "¡Vosotros sois Dioses!" (Juan 10:34). Lo aprendemos también del hecho de que Él indicó repetidamente que el hombre alcanza lo más alto cuando realiza lo divino en su propia naturaleza. Estas palabras del Cristo resuenan en el mundo: "¡Sed conscientes de que sois como los Dioses!". ¡Se puede decir que esa es una gran enseñanza!

La misma enseñanza, sin embargo, resuena en otras fuentes. En la Biblia, donde se describe el comienzo de la evolución de la Tierra, Lucifer dice: "¡Seréis como dioses!". El mismo contenido doctrinal es pronunciado por Lucifer y por el Cristo: "¡Seréis como dioses!", pero las dos expresiones significan lo contrario para el hombre. En efecto, en estas palabras pronunciadas en un momento por el Tentador y en otro por Aquel que es el Redentor, el Salvador y el Restaurador del ser del hombre, resuenan sentencias demoledoras.

Entre la muerte y el renacimiento todo depende del conocimiento del Ser. En la esfera del Sol el mayor peligro es tomar a Lucifer por el Cristo porque ambos usan el mismo lenguaje, por así decirlo, dan la misma enseñanza, y de ambos resuenan las mismas palabras. Todo depende del Ser. El hecho de que este Ser o aquel Ser esté hablando - eso es lo importante, no el contenido doctrinal porque lo que importa son las fuerzas reales que pulsan a través del mundo. En los mundos superiores, y sobre todo en lo que toca a las esferas terrestres, sólo entendemos bien las palabras cuando sabemos de qué Ser proceden. Nunca podemos reconocer el rango de un Ser meramente por la palabra, sino sólo por el conocimiento de la conexión completa en la que un Ser se encuentra. El ejemplo de las palabras de que los hombres son como los Dioses es una confirmación absoluta de esto.

Estos son hechos significativos de la evolución. Se expresan no por su contenido -y en este caso, tampoco por eso- sino por el espíritu que llevan, para que surjan en las almas los sentimientos que deberían ser el resultado de tales palabras. Si los sentimientos permanecen en aquellos que han absorbido tales verdades, incluso si las palabras reales se olvidan, no se pierde tanto, después de todo. Tomemos el caso más radical. Supongamos que hubiera alguien entre nosotros que olvidara todo lo que se acaba de decir, pero que sólo retuviera el sentimiento que puede surgir de tales palabras. Sin embargo, tal persona, en un sentido antroposófico, recibiría lo suficiente de lo que se quiere decir con ellas.

Después de todo, tenemos que hacer uso de las palabras, y las palabras a veces parecen teóricas. Debemos aprender a mirar a través de las palabras hacia la esencia y recibirla en el alma. Si la Antroposofía es captada en su esencia, el mundo aprenderá a comprender muchas cosas, especialmente en relación con la evolución de la humanidad. Aquí quiero citar dos ejemplos que están relacionados exteriormente, más que interiormente, con mis recientes investigaciones ocultas. Me asombraron porque mostraban cómo una verdad establecida ocultamente corresponde a lo que ha venido al mundo como resultado de hombres inspirados y puede ser redescubierta en lo que ya existe en el mundo.

Me he ocupado mucho de Homero. Últimamente, el hecho de que después de la muerte no se puede cambiar nada, que las relaciones siguen siendo las mismas, se presentó vívidamente ante mi alma. Por ejemplo, si en vida uno estaba relacionado de alguna manera con una persona y no la amaba, esto no puede cambiarse. Si, teniendo esto en cuenta, uno lee ahora los pasajes de Homero en los que describe el mundo del más allá como un lugar en el que la vida se vuelve inmutable, empieza a comprender la profundidad de estas palabras sobre la región en la que las cosas ya no están sujetas a cambios. Es una experiencia maravillosa comparar el propio conocimiento con lo que el "ciego Homero", el vidente, expresó como una verdad oculta significativa en esta epopeya.

Otro hecho me asombró, y aunque me resistí fuertemente a él porque parecía increíble, me resultó imposible hacerlo. Muchos de ustedes conocerán las tumbas de los Médicis de Miguel Ángel en Florencia, con las estatuas de Giuliano y Lorenzo de Médicis y cuatro figuras alegóricas. El elemento artístico de estas figuras suele pasarse por alto. Se consideran alegorías estériles. Ahora bien, estas figuras, con una excepción, no estaban del todo acabadas, y sin embargo no dan la impresión de ser meramente alegóricas. En las guías se nos dice que la estatua de Giuliano está en un lado y la de Lorenzo en el otro. En realidad, se han invertido. La estatua que se dice que representa a Lorenzo es la de Giuliano, y la de Giuliano es la estatua de Lorenzo. Esto es correcto, pero en casi todos los manuales de historia del arte y en Baedecker, los hechos se dan de forma errónea. Las descripciones no coincidirían y, al parecer, las estatuas se invirtieron en su día. Ya no están donde Miguel Ángel las había colocado originalmente. Pero quiero hablar principalmente de las cuatro figuras alegóricas. Al pie de una de las estatuas de los Medici tenemos las figuras de la "Noche" y el "Día"; al pie de la otra, el "Amanecer" y el "Atardecer".

Como he dicho, para empezar me resistí a lo que ahora voy a decir sobre ellos. Empecemos por las figuras de la "Noche". Supongamos que uno se sumerge en todo lo que ve, en cada gesto (los libros comentan de forma bastante disparatada que se trata de un gesto que una persona dormida no puede adoptar). Si, habiendo estudiado cada gesto, cada movimiento de los miembros, uno se pregunta cómo tendría que representar un artista la figura humana si quisiera transmitir la mayor actividad posible del cuerpo etérico en el sueño, entonces tendría que hacerlo por sus instintos artísticos exactamente como lo hizo Miguel Ángel en su figura. La figura de la "Noche" se corresponde con la postura del cuerpo etérico. No estoy sugiriendo que Miguel Ángel fuera consciente de ello. Simplemente lo hizo.


Ahora veamos la figura del "Día". No se trata de una alegoría estéril. Imagina los miembros inferiores del ser humano más pasivos, y el ego predominantemente activo. Tenemos esto expresado en la figura del "Día". Si ahora quisiéramos expresar en la postura la acción del cuerpo astral trabajando libremente cuando los otros miembros están reducidos a la inactividad, entonces deberíamos encontrar esto en la llamada alegoría del "Amanecer". Y si se quiere expresar las condiciones en las que el cuerpo físico no se desmorona del todo, sino que se vuelve flácido como resultado de la retirada del ego y del cuerpo astral, esto se retrata maravillosamente en la figura del "Atardecer". En estas figuras tenemos representaciones vivas de las cuatro envolturas del hombre. Podemos entender fácilmente la leyenda que en su día se extendió sobre la figura "Noche". Se decía que cuando Miguel Ángel se quedaba a solas con esta figura, ésta cobraba vida, se levantaba y caminaba. Esto es comprensible si se sabe que tiene la postura del cuerpo etérico o vital, y que en tal posición el cuerpo etérico puede estar plenamente activo. Si se percibe esto, entonces la figura parece levantarse, y se sabe que podría caminar si no estuviera tallada en mármol. Si sólo el cuerpo etérico estuviera realmente activo allí, entonces nada le impediría moverse.

Muchos secretos están contenidos en las obras de los hombres y muchos se harán inteligibles por primera vez cuando estas cosas sean estudiadas con una aguda percepción oculta. Sin embargo, el hecho de que comprendamos bien una obra de arte o no tan bien, no está relacionado con lo universal-humano. Lo que importa es otra cosa. Si nuestros ojos se agudizan de esta manera, comenzamos a comprender el alma de otro ser humano, no a través de la percepción oculta, que, después de todo, no puede ayudar a ver en el mundo espiritual, sino a través de una percepción acelerada por la ciencia espiritual. La ciencia espiritual captada por la sana razón humana desarrolla en nosotros el conocimiento de lo que encontramos en la vida y, sobre todo, de las almas de nuestros semejantes. Intentaremos comprender cada alma humana.

Esta comprensión, sin embargo, se entiende de una manera muy diferente a la habitual. Desgraciadamente, en la vida el amor es con demasiada frecuencia totalmente egoísta. Por lo general, un hombre ama lo que le atrae particularmente por una u otra circunstancia. Por lo demás, se contenta con el amor universal, un amor general por la humanidad. ¿Pero qué es esto? Deberíamos ser capaces de comprender todas las almas humanas. No encontraremos la excelencia en todas partes, pero no se hace ningún daño, pues en realidad no se puede hacer mayor daño a algunas almas que derramando sobre ellas amor y adulación ciegos.

Hablaremos más sobre este tema en la conferencia de pasado mañana.

Traducido por J.Luelmo julio2021

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