GA140 Berna 15 de diciembre de 1912-La vida entre la muerte y el nuevo nacimiento- El obrar del karma en la vida después de la muerte

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RUDOLF STEINER


 LA VIDA  ENTRE LA MUERTE Y EL NUEVO NACIMIENTO

El obrar del karma en la vida después de la muerte

Berna 15 de diciembre de 1912

7ª conferencia


Hoy celebramos el quinto aniversario de la Sección de Berna. Es también la primera ocasión en que nos reunimos en esta sala. Esperemos que ofrezca un marco digno para nuestro trabajo y esfuerzo espiritual en esta ciudad. El hecho de que podamos celebrar nuestras reuniones más íntimas rodeados de formas arquitectónicas como éstas es significativo para nuestros esfuerzos espirituales. Sabemos que en varios lugares se lucha por conseguir este tipo de salas y que ya existen. En vista de la doble naturaleza festiva de este evento, es apropiado decir algunas palabras introductorias sobre el significado de tales formas.

En nuestros esfuerzos llegamos repetidamente a una triplicidad en una u otra dirección que puede denominarse la tríada sagrada. La descubrimos expresada en el alma humana como pensamiento, sentimiento y voluntad. Si consideramos el pensamiento, encontraremos que en nuestra actividad pensante tenemos que dirigirnos según las necesidades objetivas. Si no lo hacemos, ya sea al pensar en las cosas del plano físico o en las espirituales, cometeremos el error de no alcanzar la verdad. En relación con nuestra voluntad, también debemos orientarnos según ciertos preceptos morales externos. También aquí tenemos que actuar según las necesidades. De hecho, tanto en lo que respecta a nuestro pensar como a nuestra voluntad, las necesidades de los reinos superiores intervienen en el mundo físico.

Solo en el ámbito de los sentimientos es donde el ser humano se siente verdaderamente libre. Es algo muy diferente en cuanto al pensar y a la voluntad. Nos sentimos más a gusto en la esfera del sentir y de la sensación cuando no estamos obligados ni a pensar ni a desear, sino que podemos entregarnos a lo que es puramente sentimiento. ¿Por qué es así? En el pensar sentimos que está relacionado con algo, que es dependiente. También en nuestra voluntad sentimos una dependencia. Sin embargo, en nuestros sentimientos somos completamente nosotros mismos y allí vivimos completamente dentro de nuestra propia alma, por así decirlo. ¿Por qué es así? Porque, en última instancia, nuestros sentimientos son la imagen de un poder que está mucho más allá de nuestra conciencia. Los pensamientos deben ser considerados como imágenes de lo que representan. Debemos desarrollar nuestra voluntad de manera que exprese nuestros deberes y responsabilidades. En la esfera de los sentimientos podemos experimentar libremente lo que le habla a nuestra alma porque, considerados ocultamente, los sentimientos son una imagen de espejo de un reino que no entra en nuestra conciencia. Se encuentra más allá de nuestra conciencia y es de naturaleza divino-espiritual.

Podríamos decir que los dioses tratan de educar a la humanidad a través del pensar y la voluntad, mientras que a través del sentir, los dioses nos hacen partícipes de su propia obra creadora, aunque de forma misteriosa. Al sentir tenemos algo inmediatamente presente en nuestras propias almas en lo que los propios dioses se deleitan.

Ahora, por medio de las formas tal y como han sido creadas en esta sala, nuestros estudios pueden ir acompañados de sentimientos que nos acerquen a los mundos espirituales. Esta intimidad con el mundo espiritual debe ser el resultado de todas nuestras consideraciones. Por eso podemos dar cierta importancia a esas formas circundantes y tratar de penetrar en lo que pueden significar para nosotros. Miramos en todas las direcciones y sentimos el poder de la luz y el color, que para nosotros puede convertirse en una revelación de lo que vive en el mundo espiritual. Lo que tenemos que decir ciertamente también puede ser entendido en los asépticos y terribles salones que desgraciadamente prevalecen hoy en día en todas partes. Pero el verdadero calor del alma sólo puede surgir en los estudios espirituales cuando estamos rodeados de formas como éstas. Que esto pueda ser así después de los primeros cinco años de nuestro trabajo aquí en Berna puede considerarse como el buen karma que bendice y acompaña nuestras actividades. Por lo tanto, dedicaremos esta ocasión que es festiva en un doble sentido a considerar el significado de la ciencia espiritual, de un conocimiento espiritual, para el hombre moderno.

 Mucho de lo que se considerará hoy ya se ha hablado anteriormente, pero lo discutiremos desde nuevos aspectos. Los mundos espirituales sólo pueden ser plenamente inteligibles si los consideramos desde los más variados puntos de vista. La vida entre la muerte y el nuevo nacimiento ha sido descrita de muchas maneras diferentes. Hoy nuestras consideraciones tratarán de mucho de lo que me ha preocupado recientemente en la esfera de la investigación espiritual.

Recordamos que tan pronto como atravesamos la puerta de la muerte experimentamos el periodo de kamaloca, durante el cual todavía estamos íntimamente conectados con nuestros sentimientos y emociones, con todos los aspectos de nuestra vida anímica en la última encarnación terrenal. Poco a poco nos liberamos de esta conexión. En efecto, después de la muerte ya no tenemos cuerpo físico. Sin embargo, cuando los cuerpos físico y etérico han sido dejados de lado, nuestro cuerpo astral todavía posee todas las peculiaridades que tenía en la tierra, y estas peculiaridades del cuerpo astral, que se adquieren por haber vivido en un cuerpo físico, también tienen que ser dejadas de lado. Esto requiere un cierto tiempo y eso marca el período de kamaloca. Al periodo de kamaloca le siguen las experiencias en el mundo espiritual o devachan. En nuestros escritos se han hecho descripciones más bien desde el punto de vista de lo que el hombre experimenta a través de los diferentes elementos que se extienden a su alrededor. Ahora consideraremos el período entre la muerte y el nuevo nacimiento desde otro lado. Comencemos con un estudio general.

Cuando el hombre ha atravesado la puerta de la muerte tiene la siguiente experiencia. Durante la vida en la tierra está encerrado en su piel, mientras que en el exterior hay espacio con cosas y seres. Esto ya no continua así después de la muerte. Todo nuestro ser se expande y sentimos que nos hacemos cada vez más grandes. Aquella sensación de estar aquí dentro de mi piel, con el espacio y las cosas circundantes fuera, es una experiencia que después de la muerte no tenemos. Después de la muerte estamos dentro de objetos y seres. Nos expandimos dentro de un área espacial definida. Durante el período de kamaloca nos expandimos continuamente, y cuando esta expansión llega a su fin, somos tan grandes como el espacio dentro de la órbita de la luna. El hecho de que aquí en la tierra ocupemos un espacio, que estemos concentrados en un punto, después de la muerte tiene un significado muy diferente al que tiene durante la existencia física. Todas las almas que habitan simultáneamente en kamaloca llenan el mismo espacio circunscrito por la órbita de la luna. Se interpenetran unas a otras. Sin embargo, esta interpenetración no significa que estén juntas. La sensación de estar juntos está determinada por otros factores que no son los de llenar un área espacial común. Es posible que dos almas que se encuentran en el mismo espacio después de la muerte estén muy alejadas la una de la otra. Su experiencia puede ser tal que no necesitan saber de la existencia de la otra. Otras almas, en cambio, pueden tener conexiones estrechas e íntimas y sentir la presencia de la otra. Esto depende totalmente de las relaciones internas y no tiene nada que ver con las conexiones espaciales externas.

En las fases posteriores, cuando el kamaloca ha llegado a su fin, penetramos en ámbitos aún más amplios. Nos expandimos cada vez más. Cuando la fase de kamaloca llega a su fin, el ser humano deja atrás, como si lo hubiera eliminado, todo lo que durante su existencia física fue la expresión de sus propensiones, anhelos y deseos de la vida terrenal. El hombre debe experimentar todo esto, pero también debe abandonarlo en la esfera lunar o kamaloca. Cuando el hombre vive después de la muerte, y más tarde recuerda las experiencias en la esfera lunar, encontrará todas sus emociones y pasiones terrenales inscritas allí, es decir, todo lo que se desarrolló en su vida anímica como resultado de su atracción positiva hacia la naturaleza corporal. Esto se deja atrás en la esfera lunar y allí permanece. No se puede borrar tan fácilmente. Lo llevamos con nosotros como un impulso, pero permanece inscrito en la esfera lunar. La cuenta de las deudas, por así decirlo, de cada persona está grabada en la esfera lunar.

A medida que nos expandimos más, entramos en un segundo reino que se llama la esfera de Mercurio en el ocultismo. No la representaremos en forma de diagrama, pero la esfera de Mercurio es más grande que la esfera de la Luna. Después de la muerte, entramos en esta esfera de las formas más variadas. Puede ser investigada con precisión por medio de la ciencia espiritual. Una persona que en vida tenía una disposición moral limitada o inmoral, vive en la esfera de Mercurio de una manera completamente diferente a la de una persona que tenía una inclinación moral. En la esfera de Mercurio el primero no puede encontrar a las personas que murieron al mismo tiempo, poco antes o después que él, y que están en el mundo espiritual. Entra de tal manera en el mundo espiritual que es incapaz de encontrar a los seres queridos con los que anhela encontrarse. Las personas que carecen de una disposición moral del alma en la tierra se convierten en ermitaños en la esfera de Mercurio. La persona con inclinación moral, sin embargo, se convierte en lo que podríamos llamar un ser sociable. Allí encontrará sobre todo a las personas con las que tenía una estrecha relación interior en la tierra. Esto determina que uno esté junto a alguien. No depende de las relaciones espaciales, pues todos llenamos el mismo espacio, sino de nuestras inclinaciones anímicas. Nos convertimos en ermitaños cuando llevamos una disposición no moral, y en seres sociables, si poseemos una inclinación moral.

Relacionadas con la sociabilidad, encontramos otras dificultades en la esfera lunar durante el kamaloca, pero, en general, el hecho de que un hombre se convierta en un ermitaño o en un ser sociable depende también de la disposición de su alma. Un egoísta total en la tierra, alguien que sólo satisface sus impulsos y pasiones, no encontrará fácilmente en la esfera lunar a las personas con las que se relacionaba en la tierra. Una persona que haya amado apasionadamente, sin embargo, aunque sólo sea físicamente, no se encontrará completamente sola, sino que encontrará a otros individuos con los que estaba conectada. En estas dos esferas, por lo general, no es posible encontrar seres humanos aparte de aquellos con los que uno ha estado conectado en la tierra. Los otros permanecen desconocidos para nosotros. La condición para encontrar a otras personas es que hayamos estado con ellas en la tierra. Que nos encontremos o no con ellos depende del factor moral. Aunque nos lleven a una conexión con aquellos que hemos conocido en la tierra, incluso los esfuerzos morales no nos llevarán mucho más allá de este reino. Las relaciones con las personas que conocemos después de la muerte se caracterizan por el hecho de que no pueden ser alteradas.

Deberíamos imaginarlo de la siguiente manera. Durante la vida en la tierra siempre tenemos la posibilidad de cambiar la relación con un semejante. Supongamos que durante un periodo de tiempo no hemos amado a alguien como se merecía. En el momento en que nos damos cuenta de ello podemos amarlo correctamente, si tenemos la fuerza. Después de la muerte carecemos de esa posibilidad. Entonces, cuando nos encontramos con una persona, percibimos mucho más claramente que en la tierra si la hemos amado demasiado poco o injustamente, pero no podemos hacer nada para cambiarlo. Tiene que seguir siendo como es. Los vínculos de la vida tienen la cualidad peculiar de una cierta constancia. Como son de naturaleza duradera, se forma en el alma un impulso mediante el cual se pone orden en el karma. Si hemos amado insuficientemente a una persona durante un período de quince años, seremos conscientes de ello después de la muerte. Es durante nuestra experiencia de esto que traemos el impulso para actuar de manera diferente en nuestra próxima encarnación en la tierra. Así creamos el impulso y la voluntad de compensación kármica. Ese es el procedimiento del karma.

Sobre todo, debemos tener clara una cosa. Durante las primeras fases de la vida después de la muerte, es decir, durante los períodos de la Luna y de Mercurio (y también durante los períodos posteriores que se describirán en breve), habitamos en el mundo espiritual de tal manera que nuestra vida espiritual depende de cómo hayamos vivido en la tierra en el mundo físico. No es únicamente una cuestión de nuestra conciencia terrenal. Nuestros impulsos inconscientes también juegan un papel. En nuestro estado normal de vigilia en la tierra vivimos en nuestro yo. Por debajo de la conciencia del yo se encuentra la conciencia astral, la esfera subconsciente. El funcionamiento de esta esfera es a veces diferente de nuestra conciencia del yo normal, sin que seamos conscientes de ello.

Tomemos un ejemplo real que ocurre con bastante frecuencia. Dos personas se llevan muy bien. Una de ellas desarrolla un aprecio por la ciencia espiritual, mientras que la otra, que antes parecía bastante complaciente con ella, llega a odiar la ciencia espiritual. Esta animosidad no tiene por qué impregnar toda el alma. Puede estar alojada sólo en la conciencia del yo, pero no en su conciencia astral. En lo que se refiere a su conciencia astral, la persona que alimenta su animosidad aún más puede tener, de hecho, un anhelo y un amor por el espíritu del que no es consciente. Esto es muy posible. Hay contradicciones de este tipo en la naturaleza humana. Si una persona investiga su conciencia astral, su subconsciente, bien podría encontrar una simpatía oculta por lo que en su conciencia despierta profesa odio. Esto es de particular importancia después de la muerte, porque entonces, en este sentido, el hombre se vuelve verdaderamente él mismo. Una persona puede haber llegado a odiar la ciencia espiritual durante su vida, a rechazarla y todo lo relacionado con ella, y sin embargo puede tener un amor por ella en su subconsciente. Puede tener un deseo ardiente por la ciencia espiritual. El hecho de no saber y ser incapaz de formar pensamientos de sus recuerdos puede resultar en un sufrimiento agudo durante el período de kamaloca porque durante la primera fase después de la muerte el hombre vive principalmente en sus recuerdos. Su existencia está entonces determinada no sólo por la pena sino también por la alegría de lo que vive en su conciencia del yo. Lo que se ha desarrollado en el subconsciente también juega un papel. Así, el hombre se convierte realmente en lo que es.

Aquí podemos ver que la ciencia espiritual correctamente entendida está destinada a trabajar provechosamente en todas las esferas de la vida. Una persona que ha atravesado la puerta de la muerte es incapaz de provocar ningún cambio en su relación con los que le rodean, y lo mismo ocurre con los demás en relación con ella. Se ha establecido una inmutabilidad en las conexiones. Pero queda un ámbito de cambio que es el de la relación de los muertos con los vivos. En la medida en que han tenido una relación en la tierra con los que han muerto, los vivos son los únicos que pueden calmar el dolor y aliviar la angustia de los que han atravesado la puerta de la muerte. En muchos casos como éste, la lectura a los muertos ha resultado provechosa.

Una persona ha muerto. Durante su vida, por una u otra razón, no se ocupó de la ciencia espiritual. El que permanece en la tierra puede saber por medio de la ciencia espiritual que el difunto tiene una sed ardiente de ciencia espiritual. Ahora bien, si el que se queda atrás se ocupa de pensamientos de naturaleza espiritual como si el muerto estuviera allí con él, le presta un gran servicio. De hecho, podemos leer a los muertos. Eso permite salvar el abismo que existe entre los vivos y los muertos. Los dos mundos, el físico y el espiritual, están separados por el materialismo. ¡Considera cómo su unión se apoderará de la vida misma! Cuando la ciencia espiritual no se quede en mera teoría, sino que se convierta en un impulso de vida como debe ser, no habrá separación sino comunicación inmediata. Leyendo a los muertos podemos entrar en conexión inmediata con ellos y ayudarlos. El que ha evitado la ciencia espiritual seguirá sintiendo la angustia de anhelarla a menos que le ayudemos. Podemos ayudarlo desde la tierra si tal anhelo está presente. Por este medio los vivos pueden ayudar a los muertos.

También es posible que los muertos sean percibidos por los vivos, aunque en nuestra época los vivos hacen poco para lograr tales conexiones. También en este sentido la ciencia espiritual se apoderará de la vida, se convertirá en un verdadero elixir vital. Para comprender de qué manera los muertos pueden influir en los vivos, tomemos como punto de partida lo siguiente. ¿Qué sabe el hombre sobre el mundo? Notablemente poco si sólo se tienen en cuenta las cosas del plano físico con la mera conciencia despierta. El hombre es consciente de lo que ocurre ahí fuera frente a sus sentidos y de lo que puede interpretar por medio de su intelecto en relación con estos sucesos. De todo lo demás es ignorante. En general, cree que no puede saber nada aparte de lo que observa por medio de la percepción de los sentidos. Pero hay muchas otras cosas que no suceden y que, sin embargo, tienen una importancia considerable. ¿Qué significa esto?

Supongamos que tenemos la costumbre de ir a trabajar a las ocho de la mañana. Sin embargo, en una ocasión nos retrasamos cinco minutos. Aparte del hecho de que llegamos cinco minutos tarde, aparentemente no ha ocurrido nada inusual. Sin embargo, al considerar más detenidamente todos los elementos que intervienen, podemos darnos cuenta de que precisamente ese día, si hubiéramos salido a la hora correcta nos habrían atropellado. Eso significa que si hubiéramos salido a la hora correcta ya no estaríamos vivos.

O lo que también es posible y podría haber ocurrido es que una persona podría haber sido impedida por un amigo de navegar en el Titanic. Podría sentir que si hubiera navegado seguramente se habría ahogado. Que esto haya sido planeado kármicamente es otra cuestión. Pero pensad, cuando consideréis la vida de esta manera, en lo poco que sois conscientes de hecho. Si no ha ocurrido nada de lo que podría haber ocurrido, entonces simplemente no eres consciente de ello. La gente no presta atención a las innumerables posibilidades que existen en el mundo de los acontecimientos reales.

Podríais decir que seguramente esto no tiene importancia. Para los acontecimientos externos importa poco, pero es importante que no te hayan matado. Me gustaría llamar su atención sobre el hecho de que podríamos haber sabido que había una alta probabilidad de morir. Si, por ejemplo, no hubiéramos perdido el tren que sufrió un grave accidente. No se pueden mencionar todos los casos posibles y, sin embargo, ocurren constantemente a pequeña escala. Ciertamente, para el curso externo de los acontecimientos sólo necesitamos saber lo que se puede observar.

Supongamos que sabemos definitivamente que algo habría ocurrido si no hubiéramos perdido el tren. Tal conocimiento nos impresiona interiormente, y podríamos decir que hemos sido salvados de manera notable por la buena fortuna. Consideremos las muchas posibilidades que se nos presentan. ¡Cuánto más ricas serían nuestras vidas anímicas si pudiéramos conocer todas las cosas que se cruzan en la vida y que, sin embargo, no ocurren! Hoy en día la gente sólo considera la pobre secuencia de lo que realmente ha ocurrido.

Es como si uno considerara un campo con sus muchas espigas de trigo y reflexionara que de él se sembrará un número relativamente pequeño de semillas. Otras innumerables no brotarán y tomarán otra dirección. Lo que podría ocurrirnos está relacionado con lo que realmente ocurre, como los muchos granos de trigo que no brotan están relacionados con los que brotan y dan espigas. Esto es literalmente así, pues las posibilidades en la vida son infinitas. Los momentos en los que ocurren cosas especialmente importantes para nosotros en el mundo de las probabilidades son también momentos especialmente favorables para que los muertos se acerquen. Supongamos que una persona sale cinco minutos antes de lo previsto, y como resultado su vida fue preservada. En un momento determinado se salvó de un accidente, o también podría ocurrir que de esa manera se le escapara un acontecimiento alegre. En esos momentos puede entrar en la vida una imagen onírica que transmite un mensaje de los muertos. Pero la gente vive de forma cruda. Por regla general, las influencias más sutiles que intervienen constantemente en la vida pasan desapercibidas. En este sentido, la ciencia espiritual refina los sentimientos y las sensaciones. Como resultado, el hombre percibirá la influencia de los muertos y experimentará una conexión con ellos. El abismo entre los vivos y los muertos es salvado por la ciencia espiritual que se convierte en un verdadero elixir de vida.

La siguiente esfera después de la muerte es la llamada esfera de Venus. En esta esfera nos convertimos en ermitaños si en la tierra hemos tenido una disposición nada rreligiosa. En cambio si traemos una inclinación religiosa nos convertimos en espíritus sociables. Así como en el mundo físico podemos sentir nuestra devoción al Espíritu Santo, en la esfera de Venus encontraremos a todos los que tienen una inclinación semejante hacia lo divino espiritual. Los hombres se agrupan según las tendencias religiosas y filosóficas en la esfera de Venus. En la Tierra, tanto el esfuerzo religioso como la experiencia religiosa siguen desempeñando un papel dominante. En la esfera de Venus la agrupación es puramente según la confesión religiosa y la perspectiva filosófica. Los que comparten la misma concepción del mundo están juntos en grandes y poderosas comunidades en la esfera de Venus. No son ermitaños. Sólo son ermitaños aquellos que no han podido desarrollar ningún sentimiento y experiencia religiosa.

Por ejemplo, los monistas, los materialistas de nuestra época, no serán seres sociables, sino solitarios. Cada uno estará como encerrado en la esfera de Venus. No se puede hablar de una Unión Monista porque en virtud de la concepción monista cada miembro está condenado a la soledad. El hecho de que cada uno esté encerrado en su jaula no ha sido pensado. Se menciona para que las almas tomen conciencia de la realidad en comparación con las fantasiosas teorías del monismo que se han elaborado en la tierra. En general podemos decir que nos reunimos con los de la misma concepción del mundo, de la misma fe que nosotros. Otras confesiones son difíciles de entender en la esfera de Venus.

A esto le sigue la esfera del Sol. Sólo lo que salva las diferencias entre las distintas confesiones religiosas puede ayudarnos en la esfera del Sol. A las personas no les resulta fácil tender puentes de una confesión a otra porque están muy arraigadas a sus propios puntos de vista. Una verdadera comprensión para quien piensa y siente de manera diferente es particularmente difícil. En teoría, a menudo se reclama esa comprensión, pero las cosas son muy diferentes cuando se trata de llevar la teoría a la práctica.

Por ejemplo, muchos miembros de la religión hindú hablan de un núcleo común en todas las religiones. Sin embargo, en realidad sólo se refieren al núcleo común de las religiones hindúes y budistas. Los seguidores de las religiones hindúes y budistas hablan en términos de un egoísmo particular. Están atrapados en un egoísmo de grupo.

 Se podría insertar aquí una hermosa leyenda estonia sobre el egoísmo de grupo que cuenta el origen de las lenguas. Dios quiso conceder el don del lenguaje a la humanidad por medio del fuego. Había que encender un gran fuego y las diferentes lenguas debían surgir haciendo que los hombres escucharan las peculiaridades de los sonidos del fuego. Así pues, la Divinidad convocó a todos los pueblos de la tierra a reunirse para que cada uno aprendiera su lengua. Sin embargo, antes de la reunión, Dios le dio preferencia a los estonios y les enseñó el lenguaje divino-espiritual, un modo de hablar más elevado. Entonces los demás se acercaron y se les permitió escuchar cómo ardía el fuego, y a medida que lo oían aprendieron a entender los distintos sonidos. Algunas personas preferidas por los estonios se acercaron primero cuando el fuego aún ardía con fuerza. Cuando el fuego llegaba a su fin, les tocaba el turno a los alemanes, a los cuales los estonios no tienen especial aprecio. En el fuego que crepitaba débilmente se oía: "Deitsch, peitsch; deitsch, peitsch" (alemán, látigo). Luego siguieron los lapones, a los que los estonios tienen aún menos cariño. Sólo se oía: "Lappen latchen" (lapón, látigo). Para entonces, el fuego se redujo a meras cenizas, y los lapones, sacaron a relucir la peor lengua de todas, porque los estonios y los lapones son enemigos mortales. Tal es el alcance del egoísmo de grupo de los estonios.

La mayoría de los pueblos tienen un egoísmo de grupo similar cuando hablan de penetrar en el núcleo esencial común a todos los credos religiosos. En este sentido, el cristianismo no es en absoluto igual a todos los demás credos. Si, por ejemplo, la actitud en Occidente fuera comparable a la de la religión hindú, el viejo Wotan seguiría reinando como dios nacional. Occidente no ha reconocido una divinidad gobernante que se encuentre dentro de su propio ámbito, sino una fuera de él. Esa es una diferencia importante entre él y el hinduismo y el budismo. En muchos aspectos, el cristianismo occidental no está impregnado de egoísmo religioso. Religiosamente es más desinteresado que las religiones orientales. Por eso, un verdadero conocimiento y experiencia del impulso de Cristo puede llevar al hombre a una correcta conexión con sus semejantes, independientemente de las confesiones que reconozcan.

En la esfera del Sol entre la muerte y el renacimiento se trata realmente de una comprensión que nos permite no sólo reunirnos con los de una confesión similar, sino también formar una relación con la humanidad en su conjunto. Si se entiende con suficiente amplitud en su relación con la religión del Antiguo Testamento, el cristianismo no es unilateral. Anteriormente se ha llamado la atención sobre algo de considerable importancia que debe ser reconocido. Se recordará que una de las frases más hermosas de Cristo, "Vosotros sois dioses", recuerda al Antiguo Testamento. Cristo señala el hecho de que una chispa divina, un dios mora en cada ser humano. Todos vosotros sois dioses; estaréis a la altura de los dioses.

Es una elevada enseñanza de Cristo que señala al hombre su naturaleza divina, que puede llegar a ser como Dios. Puedes llegar a ser como Dios, ¡una enseñanza maravillosa y profundamente conmovedora de Cristo! Otro ser ha utilizado las mismas palabras, y es indicativo de la fe cristiana que otro ser lo haya hecho. Al comienzo del Antiguo Testamento Lucifer se acerca al hombre. Toma su punto de partida -y ahí radica la tentación- con las palabras: "Seréis como dioses". Lucifer, al comienzo de la tentación en el Paraíso, y más tarde Cristo Jesús, utilizan las mismas palabras. Tocamos aquí uno de los aspectos más profundos e importantes del cristianismo porque esto indica que no se trata simplemente del contenido de las palabras, sino del contexto cósmico del ser que las pronuncia. En el último Drama Misterio hubo que demostrar que las mismas palabras tienen un significado totalmente diferente según las pronuncie Lucifer, Ahriman o el Cristo. Tocamos aquí un profundo misterio cósmico, y es importante que desarrollemos una comprensión de las palabras "Vosotros sois dioses" y "Seréis como dioses", pronunciadas en una ocasión por el Cristo, en la otra por Lucifer.

Debemos considerar que entre la muerte y el renacimiento también habitamos en la esfera del Sol, donde es esencial una comprensión profunda del impulso crístico. Debemos traer esta comprensión desde la tierra, porque Cristo una vez habitó en el Sol, pero, como sabemos, descendió del Sol y se unió a la tierra. Tenemos que llevarlo hasta el período del Sol, y entonces podremos convertirnos en seres sociables a través del impulso crístico y aprender a comprenderlo en la esfera del Sol.

Debemos aprender a discriminar entre Cristo y Lucifer, y en nuestra época esto sólo es posible por medio de la antroposofía. La comprensión de Cristo que traemos de la tierra nos lleva hasta la esfera del Sol. Allí actúa como guía, por así decirlo, de hombre a hombre, independientemente del credo o la confesión. Pero en la esfera del Sol nos encontramos con otro ser que pronuncia palabras que tienen prácticamente el mismo contenido. Ese ser es Lucifer. Debemos haber adquirido en la tierra una comprensión de la diferencia entre Cristo y Lucifer, pues éste nos acompañará ahora a través de las demás esferas entre la muerte y el renacimiento.

Como podéis ver, pasamos por las esferas de la Luna, Mercurio, Venus y el Sol. En cada esfera nos encontramos, para empezar, con aquello que corresponde a las fuerzas interiores que traemos con nosotros. Respecto a la esfera de la Luna, nos unen las emociones, los impulsos, las pasiones, el amor sensual. En la esfera de Mercurio nos encontramos con todo lo que se debe a nuestras imperfecciones morales; en la esfera de Venus, con todos nuestros defectos religiosos; en la esfera del Sol, con todo lo que nos separa de lo puramente humano.

A continuación pasamos a otras esferas que los ocultistas denominan esferas de Marte, Júpiter y Saturno. Aquí nuestro guía es Lucifer y entramos en un reino que nos otorga nuevas fuerzas. Así como aquí tenemos la tierra debajo de nosotros, allí en el cosmos tenemos el Sol debajo de nosotros. Crecemos en el mundo divino-espiritual, y al hacerlo debemos mantener en la memoria lo que hemos traído del impulso crístico. Sólo podemos adquirirlo en la tierra y cuanto más profundamente lo hayamos hecho, más lejos podremos llevarlo al cosmos. Ahora Lucifer se acerca a nosotros. Nos lleva a un reino que debemos atravesar para estar preparados para una nueva encarnación. Hay una cosa de la que no podemos prescindir si no queremos que Lucifer se convierta en una amenaza para nosotros, y es la comprensión del impulso crístico, de lo que hemos oído sobre Cristo durante nuestra vida en la tierra. Durante el período entre el nacimiento y la muerte, Lucifer se acerca a nosotros por su propia voluntad, pero a Cristo hay que recibirlo durante la vida terrenal.

A continuación, crecemos en las otras esferas más allá del Sol. Nos hacemos cada vez más grandes, por así decirlo. Debajo de nosotros tenemos el Sol y arriba, la poderosa y vasta extensión de los cielos estrellados. Crecemos en el gran reino cósmico hasta un cierto límite, y a medida que crecemos hacia afuera las fuerzas cósmicas trabajan sobre nosotros desde todas las direcciones. Recibimos fuerzas del poderoso mundo de las estrellas en nuestro extenso ser.

Alcanzado un cierto límite, entonces comenzamos a contraernos y entramos de nuevo en los reinos por los que hemos viajado anteriormente. Atravesamos las esferas del Sol, de Venus, de Mercurio y de la Luna hasta que volvemos a entrar en la vecindad de la tierra y todo lo que se ha realizado en la extensión cósmica se ha concentrado de nuevo en un embrión llevado por una madre terrestre.

Este es el misterio de la naturaleza del hombre entre la muerte y el nuevo nacimiento. Después de atravesar la puerta de la muerte, se expande cada vez más desde el pequeño espacio de la tierra hasta los reinos de la Luna, Mercurio, Venus, Sol, Marte, Júpiter y Saturno. De este modo hemos crecido en el espacio cósmico, como esferas gigantes. Después de que como almas hemos recibido las fuerzas del universo, de las estrellas, nos contraemos de nuevo y llevamos las fuerzas del mundo estelar dentro de nosotros. Esto explica, desde la ciencia espiritual, cómo en la estructura concentrada del cerebro se puede encontrar una huella de todo el cielo estrellado. De hecho, nuestro cerebro contiene un importante secreto.

Tenemos otro misterio más. El hombre se ha reunido, encarnado en un cuerpo físico al que llega a través de sus padres. Ha viajado tanto durante su expansión en el espacio cósmico que ha grabado allí sus características particulares. Cuando miramos desde la tierra hacia el cielo, no sólo hay estrellas, sino también nuestras características de encarnaciones anteriores. Si, por ejemplo, fuimos ambiciosos en vidas terrestres anteriores, esta ambición queda registrada en el mundo estelar. Está registrada en la Crónica del Akasha, y cuando estás aquí en la tierra en un punto particular, esta ambición viene a ti con el planeta correspondiente en una determinada posición y hace sentir su influencia.

Eso explica que los astrólogos no se limiten a considerar las estrellas y sus movimientos, sino que te digan que aquí está tu vanidad, allí tu ambición, tu falta de moral, tu indolencia; algo que has inscrito en las estrellas está saliendo de los mundos estelares hacia la tierra y determina tu destino. Lo que vive en nuestras almas se graba en la inmensidad del espacio y trabaja desde el espacio durante nuestra vida en la tierra mientras viajamos aquí entre el nacimiento y la muerte. Si los comprendemos de verdad, estos asuntos nos tocan de cerca y nos permiten explicar muchas cosas.

Me he ocupado mucho de Homero. El verano pasado, durante mis investigaciones sobre las condiciones entre la muerte y el renacimiento, llegué a la inmutabilidad de las conexiones después de la muerte. Aquí, en un pasaje concreto, tuve que decirme que los griegos llamaban a Homero el poeta ciego porque era un gran vidente. Homero menciona que la vida después de la muerte tiene lugar en una tierra donde no hay cambios. Una descripción maravillosamente acertada. Uno sólo aprende a entender esto a través de los misterios ocultos. Cuanto más se esfuerza uno en esta dirección, más se da cuenta de que los antiguos poetas fueron los más grandes videntes y que mucho de lo que está secretamente entretejido en sus obras requiere una cantidad considerable de comprensión.

(...) Se han suprimido los siguientes párrafos en los que el Dr. Steiner menciona las peculiaridades de la tumba encargada por los Medici a Miguel Ángel en otra conferencia.  ver dicha conferencia en su parte final

Hay una hermosa frase de Kant. Dice: "Hay dos cosas que me han causado una impresión especialmente profunda, el cielo estrellado sobre mí y la ley moral dentro de mí". Es particularmente impresionante cuando nos damos cuenta de que ambas cosas son realmente una y la misma. Entre la muerte y el renacimiento nos extendemos por los reinos estelares y recibimos sus fuerzas en nosotros, y durante nuestra vida en un cuerpo físico las fuerzas que hemos reunido están activas en nosotros como impulsos morales. Mirando a los cielos estrellados podemos decir que habitamos entre las fuerzas que están activas allí durante el período entre la muerte y el renacimiento. Esto se convierte ahora en el principio rector de nuestra vida moral. El cielo estrellado, fuera de la ley moral, es una misma realidad. Constituyen dos lados de esa realidad. Experimentamos los cielos estrellados entre la muerte y el renacimiento, la ley moral entre el nacimiento y la muerte.

Cuando comprendemos esto, la ciencia espiritual se convierte en una poderosa oración. Pues qué es una oración sino la que une nuestra alma con lo divino-espiritual que impregna el mundo. Debemos hacerla nuestra al pasar por las experiencias del mundo de los sentidos. En la medida en que nos esforzamos conscientemente por alcanzar este objetivo, lo que aprendemos se convierte en una oración por sí misma. Aquí el conocimiento espiritual se transforma inmediatamente en sentimiento y experiencia, y así debe ser. Por mucho que la ciencia espiritual trabaje con conceptos e ideas, éstos se transformarán, sin embargo, en sensaciones puras y en sentimientos de oración. Eso es lo que requiere nuestro tiempo actual. Nuestro tiempo necesita experimentar el cosmos viviendo en una consideración del espíritu en la que el propio estudio adquiere la naturaleza de una oración. Mientras que el estudio del mundo físico externo se vuelve cada vez más árido, erudito y abstracto, el estudio de la vida espiritual se volverá más sincero y profundo. Tomará la calidad de la oración, no en un sentido sentimental unilateral, sino en virtud de su propia naturaleza. Entonces el hombre no obtendrá un conocimiento meramente como resultado de ideas abstractas y lo divino que impregna el universo estará también en él. Se dará cuenta, a medida que avanza en el conocimiento, de que lo ha experimentado realmente durante la vida entre la última muerte y un nuevo nacimiento. Sabrá que lo que experimentó entonces está ahora en él como la riqueza interior de su vida.

Estas consideraciones, relacionadas con las investigaciones recientes, nos ayudan a comprender nuestro propio desarrollo. Entonces la ciencia espiritual será más capaz de transformarse en una verdadera sangre vital espiritual. En el futuro hablaremos con frecuencia de estas cuestiones.


Traducido por J.Luelmo julio2021


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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919